Taller literario: emoción oculta
Este ejercicio lo propone, palabras más o menos, el gran John Gardner en su Arte de la ficción: (más…)
Este ejercicio lo propone, palabras más o menos, el gran John Gardner en su Arte de la ficción: (más…)
No parece, pero inventar nombres (o cualquier otra palabra) puede ser complicado. (más…)
Este episodio proviene de Ada o el ardor (1969) de Vladimir Nabokov: muy al comienzo, Van Veen, uno de los personajes centrales, es adolescente y se turna con sus amigos para acostarse con la empleada «joven y rechoncha» de una tienda de dulces, quien les cobra «un dólar ruso» por cada «servicio». Los encuentros son resumidos del siguiente modo (de más está decir que todo el pasaje es de naturaleza erótica) en la traducción de David Molinet:
Una anécdota de la vida real: (más…)
En un texto que leí en la red sobre Volver, la nueva película de Pedro Almodóvar, el autor (no recuerdo su nombre) elogiaba al filme porque su guión era «rabiosamente manchego». Yo no entendí, o mejor dicho entendí perfectamente: (más…)
El sonido y la furia (1929) de William Faulkner (el título también se ha traducido como El ruido y la furia; por lo demás, es una metáfora intraducible, tomada del Macbeth de Shakespeare) contiene ese ejemplo famoso de una historia contada por un personaje con limitaciones: (más…)
Los personajes tienen, entre otros, este rasgo que los diferencia: no todos se fijan en lo mismo. Considérese este paisaje:
Un ejercicio de hace algunas semanas proponía crear nombres que sugirieran la naturaleza de quien los llevara; apellidos como Blanco y Rojo, nombres como Justo o Graciela podrían haber salido a relucir para indicar que los así nombrados eran (respectivamente) puros o muy limpios o muy pálidos, o sanguinarios o con tendencia a ruborizarse, o justos (obvio), o llenos de gracia (o carentes de ella, por ironía). Este ejercicio es distinto: (más…)
Contra los cuestionarios que publica la mayoría de las revistas, y en los que se supone que hay una respuesta correcta que hallar (y, de hecho, que hay una respuesta), una alternativa es el «test» surrealista, también conocido como absurdo o esperpéntico o impráctico. (Tampoco se regalan películas, discos ni boletos de nada.) (más…)
Este ejercicio parte de un juego virtual de esos que flotan siempre entre los blogs, se pasan mediante relevos y a veces se llaman (imprecisamente) batones o memes. La invitación me fue hecha por Omegar, con la anotación de que no acostumbro unirme a este tipo de juegos. Para variar, entonces…
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