Durante el último año (2023-24) he estado publicando cinco ejercicios de escritura por semana en la plataforma Substack. Cada entrega está pensada para realizarse de lunes a viernes. Esta es una muestra reciente.
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La cosmogénesis, también conocida como worldbuilding (construcción de mundos), es la práctica mediante la que ideamos, reunimos y ordenamos información acerca de un mundo de ficción (habitualmente, uno muy distinto del mundo real). El ejemplo clásico está en los apéndices de la novela El Señor de los Anillos (1954) de J. R. R. Tolkien, que incluyen descripciones, ensayos “históricos”, árboles genealógicos de diferentes personajes, cronologías, discusiones filológicas y hasta mapas de la Tierra Media, el continente inventado donde se desarrolla la historia. Nada de esto era habitual en la época en la que Tolkien escribió.
Para empezar a idear un mundo (que puede no ser un mundo entero: puede ser un país, una región, una ciudad, incluso un único edificio, o al contrario: un sistema solar, una galaxia un universo entero), dibuja un mapa, plano o diagrama de un espacio cualquiera y ponle nombre.
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Con el ejercicio anterior has podido visualizar un espacio. Ahora divídelo: inventa nombres para sus diferentes partes y escríbelos sobre el dibujo. Las divisiones más naturales para un planeta serían continentes o países, tal vez. Otros dos ejemplos interesantes:
Las tumbas de Atuán (1971) de Ursula K. LeGuin está ambientada en una especie de convento o monasterio, y su mapa es un plano del mismo, con los diferentes sitios de uso público, privado o secreto.
Estrella Polar (1989) de Martin Cruz-Smith, que es una novela policíaca sin ningún elemento fantástico, contiene un diagrama pormenorizado del barco (en altamar) en el que se desarrolla toda la acción.
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Los lugares inventados necesitan una historia. El mapa del espacio que estás creando puede verse como un momento en el tiempo, una instantánea de algo que evoluciona y cambia. Hazle una pequeña cronología: una lista de 10 acontecimientos importantes para la historia de ese espacio, donde el último sea parte del momento presente.
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Para poder contar una historia en un espacio inventado, conviene que éste tenga personajes. Un personaje es una representación de una conciencia humana (que usualmente tendrá también un cuerpo humano, pero también podría ser un extraterrestre, un animal, un fantasma)…
Pregúntate quiénes podrían habitar el espacio que estás inventando. Inventa a grandes rasgos a tres de ellos: ponles un nombre y dales una característica esencial. (Por ejemplo, en El Señor de los Anillos, una lista de personajes podría incluir a Frodo el hobbit de la Comarca, Éowyn la guerrera humana de Rohan y Saruman el mago de Orthanc.)
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Elige a uno de los tres personajes del ejercicio anterior y escribe su biografía pormenorizada, desde el momento de su nacimiento hasta su “presente”.
Estoy terminando un taller breve de narrativa fantástica. Para mis alumnos, y para cualquier persona que pudiera utilizarlos, va una serie especial de cinco ejercicios básicos de escritura creativa destinados a estimular la imaginación fantástica.
1. Definición fantástica. Investiga en un diccionario la definición de un sustantivo común (pala, automóvil, caballo, etcétera): cualquier cosa concreta. Luego cambia una o dos palabras de la definición para introducir un elemento extraño, que cambie la naturaleza del objeto y lo convierta en algo sobrenatural pero igualmente concreto.
Ejemplo: una definición de pala es «Instrumento compuesto de una tabla de madera o una plancha de hierro, comúnmente de forma rectangular o redondeada, y un mango grueso, cilíndrico y más o menos largo, según los usos a que se destina.» Si se cambia hierro y madera por demonios y fantasmas, se tiene un utensilio mágico, cuyos usos serían muy diferentes de los de una pala normal.
2. Algo invisible. Haz una lista de las circunstancias que mantienen la estabilidad de la vida de un personaje (por ejemplo: un sueldo fijo, un lugar donde vivir, una pareja que le dé apoyo y consuelo). Inventa una circunstancia imposible en la vida real que no altere esa estabilidad. El personaje del ejemplo podría tener, digamos, sueños con detalles espantosos del futuro cada noche, y olvidarlos invariablemente al despertar.
3. Algo visible. A partir del personaje «base» del ejercicio anterior, imaginar otra circunstancia imposible que sí altere su cotidianidad al involucrar directamente algo de lo que le da estabilidad. Por ejemplo, la pareja del personaje podría revelarse como un ser mágico, a la manera de la historia de Melusina.
4. Geografía extraña. Piensa en algún accidente geográfico –un río, un valle, una isla, etcétera– y crea una versión fantástica del mismo, «alterando» alguno de los conceptos implicados en su descripción. Un río cuya agua se mantiene estática en vez de moverse, digamos, o un valle que no está rodeado de terreno elevado sino de altas paredes compuestas de nubes, que nunca se disipan.
5. Tacto. Con frecuencia, la creación de objetos o ambientes fantásticos se basa en alteraciones del aspecto visible de un objeto o ambiente real (por ejemplo, una casa a la que nunca entra la luz del sol, sin importar la hora). Imagina en cambio una alteración del tacto de un objeto, que lo pudiera volver extraño. Por ejemplo, una manzana de aspecto normal pero que es tan fría al tacto que la piel se queda pegada.
Está terminando la clase magistral (o taller intensivo) que vengo dando cada año en Under The Volcano: un proyecto binacional que ofrece clases de escritura creativa, en español e inglés, desde Tepoztlán. Debido a la pandemia hemos tenido sesiones híbridas (con parte del grupo en el sitio y otros en línea), pero el arreglo ha funcionado en general, y entre otras cosas el trabajo con el grupo ha dado lo que sigue: seis ejercicios de escritura más complejos que los habituales que publico en Facebook y Twitter de lunes a viernes.
Cada uno de estos ejercicios fue pensado para una persona en especial, considerando sus intereses y fortalezas como escritor/a, con la idea de ir en contra de ellos: de invitar a salir de la proverbial «zona de confort». Pero cualquier otra persona, me parece, puede intentarlos también. Adapto un poco las instrucciones para omitir detalles muy específicos.
Escribe un parlamento largo en el que un personaje declare lo que sabe acerca de una catástrofe que, desde su punto de vista, sea un acontecimiento del pasado remoto. Es importante que la voz del personaje pueda ser entendida como algo que realmente se está diciendo en el mundo narrado, y no como un artificio para comunicarnos su pensamiento. Además, la actitud del personaje ante la catástrofe debe ser de interés o curiosidad, pero no de profunda emotividad, porque no la vivió.
Redacta una escena muy emotiva, lo que tú prefieras, con uno o más personajes, pero usando una perspectiva estrictamente externa, es decir, sin comunicar jamás lo que están pensando. Únicamente puedes consignar sus movimientos, sus palabras, el ambiente, observados desde un solo punto fijo. Como una cámara de vigilancia. (La intención aquí es dificultar a quien escribe la comunicación de la interioridad de los personajes.)
Para especialistas en no ficción. Escribe un texto de pura ficción (no tomes conscientemente nada de tu propia experiencia) de al menos dos páginas de extensión. Para hacerlo más interesante, prueba a que tu estilo de redacción imite el de alguno de tus libros favoritos, para hacer un experimento deliberado de intertextualidad.
Escribe un texto de ficción de atmósfera melodramática, melancólica o alegre. Si puede haber fragmentos alternados con cada una de estas tres emociones, mejor todavía. No puedes llevar a tus personajes a sufrimientos o patetismo profundos. Un gran ejemplo de este tipo de historia –en la que hay sufrimiento, sí, pero como recuerdo, a veces amargo y a veces agridulce– es «El festín de Babette» de Isak Dinesen. El objetivo es explorar más variedades de sentimientos.
Escribe una narración de final abierto (en la que algunas acciones de los personajes en el mundo narrado queden sin resolver) y de ambiente estrictamente realista, en el que no haya acontecimientos que puedan ser sobreinterpretados. Si quieres experimentar con un segundo nivel de significación, prueba a emplear metáforas visibles, es decir, objetos o vistas estrictamente «reales» que puedan contribuir a la atmósfera de los acontecimientos. Ejemplo: un florero con flores lozanas cuando una relación sentimental empieza, y que se ve vacío cuando ésta termina.
Escribe un capítulo de novela que describa una atmósfera particular (ominosa o inquietante, incluso, si lo prefieres) pero no contenga ningún suceso importante para la vida de sus personajes. Aquí se trata de ensayar textos más extensos que un cuento y retardar la aparición de sucesos impactantes. (Puedes imaginar, por ejemplo, que el capítulo es el anterior a donde va a ocurrir algún suceso terrible e imprevisto: nadie lo sabe aún.)
Este año, la Feria Internacional del Libro de Oaxaca (FILO) me invitó a hacer un taller brevísimo de minificción. Como complemento del trabajo de ese taller, he aquí estos 10 ejercicios, útiles para cualquier persona interesada en escribir narraciones extremadamente breves (de las que también se llaman microrrelatos y de varias otras maneras). Ojalá les sean útiles.
Describe con todo detalle un objeto: usa todos los adjetivos que se te ocurran. Luego elimina todos los adjetivos menos uno: el que sea más apropiado que cualquiera de los otros para describir el objeto que elegiste.
Recuerda lo que te ha sucedido en el día de hoy. Redacta una lista de tantos como recuerdes. Ahora selecciona únicamente dos: aquellos que sea más probable que recuerdes mañana.
Recuerda los treinta sucesos más relevantes de tu vida. Luego reduce la lista a cinco sucesos, de cada uno de los siguientes modos:
Selecciona los más importantes para tu vida sentimental.
Selecciona los más importantes para tu trabajo, tus estudios o tu pasatiempo preferido.
Selecciona los más importantes para una persona que no seas tú (tu mamá, por ejemplo, o una amistad).
Si te sale bien, habrás hecho tres «minibiografías» diferentes entre sí.
Trata de resumir una historia que conozcas (libro, película, videojuego, la que sea) en únicamente tres frases y sin omitir los hechos esenciales de su comienzo, su desarrollo y su conclusión. Por ejemplo, Romeo y Julieta: «Dos familias se odian. La más joven de una familia y el más joven de la otra se enamoran. El conflicto los separa y los lleva a perder la vida.»
Inventa tu propio horóscopo, es decir, inventa una clasificación de las personalidades humanas que, según tú, abarque todas las posibilidades. El truco es que no debe tener menos de 4 ni más de 20 categorías (o «signos»). Puntos extra si, además, no tiene 12 como el horóscopo occidental.*
Busca el nombre de un color cuyo tono lo ponga «en el límite» entre dos colores muy conocidos (por ejemplo, el color turquesa es verde azuloso, o bien azul verdoso). Observa que será una palabra diferente de las que nombran a los dos colores pero que puede hacer referencia a un objeto de la vida real (las turquesas son piedras semipreciosas). Ahora inventa, o encuentra, nombres para las siguientes combinaciones similares:
Una emoción entre la risa y el llanto.
Una personalidad entre malévola y cobarde.
Una complexión física entre obesa y musculosa.
Elige una historia muy conocida y escríbele un final alternativo en no más de cinco frases. Dáselo a leer a alguna persona de confianza que no conozca la historia original y pregúntale qué cosas no se entienden en tu final alterno. Esa información será la que hace falta para convertir tus frases en una narración autónoma.
Haz lo mismo que en el ejercicio anterior, pero ahora con una precuela: una narración que explique lo sucedido «antes del comienzo» de la historia original.
Aprovechando lo que has aprendido en los dos ejercicios anteriores, escribe tres variaciones a partir de una historia muy conocida como las que se hacen aquí acerca del cuento de Caperucita Roja.
Busca un cuento corto (de no más de dos páginas) que no te guste, y prueba a ver si lo puedes mejorar haciendo una versión más breve. Para esto puedes aplicar el procedimiento de recorte descrito en este ensayo.
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* Nota: ¿Para qué sirve hacer un horóscopo? Para practicar el pensar en el carácter de una persona (o de un personaje) de manera sintética.
Nuestro proyecto #Escritura2018 se encuentra en sus últimas semanas. Por desgracia no pudimos dedicarle el mismo tiempo que le dimos el año pasado, cuando fue #Escritura2017, principalmente por exceso de trabajo. Pero tanto Raquel Castro como yo (ambos hemos sido los encargados de esta iniciativa en sus dos años de actividad) queremos hacer un anuncio.
Hace tiempo hicimos una encuesta en el grupo de Facebook del proyecto (la dirección está al pie de esta nota) y pedimos a sus usuarios que nos compartieran sus dudas y dificultades respecto del tema de la escritura. Nuestra intención era abordar tantas como pudiéramos…, y sí lo hicimos, pero tuvimos que optar entre responder las preguntas en línea y de otras maneras. Por fin decidimos concentrar la mayor parte de nuestras respuestas en un libro que habíamos estado preparando desde el año anterior y que, ya terminado, aparece ahora: Cómo escribir tu propia historia, publicado por Alfaguara Juvenil.
Este es un manual de escritura narrativa para principiantes, pensado especialmente para jóvenes (de los 14 años en adelante) pero que también puede servir para lectores de más edad. Tiene consideraciones «teóricas» sobre el proceso creativo, consejos para que quien lo lea pierda el miedo a escribir y pueda crearse una disciplina provechosa, y cien ejercicios, ordenados de lo más simple a lo más complejo, para iniciarse en la invención de sus propias historias y llegar incluso a la publicación de su trabajo.
Queremos invitar a conocer el libro (en esta página hay más datos sobre él, incluyendo dónde adquirirlo) a cualquier persona interesada, pero también queremos agradecer a quienes nos permitieron conocer y discutir sus inquietudes, tanto en internet como en los cursos que hemos impartido a lo largo de los años. Este libro es nuestra manera de corresponder a su interés y su confianza.
En este video, uno de los últimos de nuestra serie anual, conversamos acerca de ese manual y de varios más, incluyendo algunos que nos inspiraron y nos inspiran hoy, de autores como John Gardner, Mónica Lavín, Guillermo Samperio o Ursula K. LeGuin. Ningún manual (ni siquiera el nuestro) puede ser visto como una fórmula infalible, pero cada uno ofrece algo distinto, y entre varios se puede ir formando una experiencia enriquecedora de aprendizaje, distinta para cada persona.
De nueva cuenta, muchas gracias. ¡Ah!, y la primera presentación del libro será este sábado 17 de noviembre en la Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil, como puede verse aquí.
Este es un ejercicio especial de creatividad dentro de nuestra iniciativa #Escritura2018.
En la transmisión de hoy (martes 3 de julio de 2018) de nuestro canal de YouTube, propusimos un ejercicio de creatividad para la escritura. A lo largo de la transmisión dijimos cinco palabras clave que deben ser anotadas para utilizarlas en un texto. El texto puede ser de cualquier tema, siempre y cuando contenga (en una misma frase o en varias) cada una de las cinco palabras.
Los textos resultantes se pueden dejar aquí, en la sección de comentarios de esta nota, para que otras personas puedan leerlos.
Si desean participar en este juego y no vieron el programa en vivo, pueden hacerlo de todas formas, echando un vistazo a la grabación:
Si se animan, se encontrarán con más recomendaciones y ejercicios para desarrollar la creatividad.
Va un nuevo ejercicio después de una pausa obligada: el cuento y su reverso (aviso, por si es necesario, que incluye spoilers –adelantos– de un cuento de Shirley Jackson).
La del cuento «clásico» es una estructura narrativa muy conocida y utilizada. En las tres partes habituales de una narración (planteamiento, desarrollo y conclusión) se coloca información sobre personajes y sucesos en el mundo narrado que va aumentando la tensión dramática, es decir, la expectativa o interés de quien está leyendo, a partir de que lo narrado se va complicando. Al final se llega a un momento de máxima emoción e impacto (el famoso «clímax» o «momento climático» tras del cual el cuento termina). Esta emoción se va preparando con ciertas informaciones cruciales sembradas a todo lo largo de la narración, que sirven para dar lógica a lo que suceda en el clímax. Las bases de esta idea están en autores que van desde Aristóteles hasta Edgar Allan Poe (y en nuestra época, hasta quienes emplean esa estructura narrativa en el cine y la televisión).
Ahora bien, la estructura «clásica» tiene un reverso, también adelantado por Poe: es la estructura «de misterio», en la cual el suceso más emotivo o impactante tiene lugar en la primera parte de la narración (el planteamiento) o incluso, de forma sugerida, antes de ella. El grueso del texto es la investigación o averiguación de las causas de dicho suceso, hasta llegar a una explicación clara y racional del mismo en la conclusión. Comúnmente se asocia este tipo de narraciones con relatos de crimen, como lo hizo el propio Poe, pero también se puede utilizar para describir cualquier otro tipo de averiguación o investigación. En la imagen que sigue se puede ver un par de diagramas donde la forma clásica y la forma de misterio se explican: de cierta forma, la segunda es la clásica al revés. La tensión dramática disminuye en vez de aumentar y el interés se logra a partir de involucrar a quien esté leyendo en un proceso racional, no emotivo. Las informaciones cruciales del cuento clásico, que justifican su conclusión, se convierten en «pistas» que se van descubriendo a lo largo de la investigación y sirven para aclarar la verdad.
Un gran ejemplo es la averiguación que se puede leer en «Los crímenes de la calle Morgue». La escena del crimen se describe de manera brutal, la explicación del final es desapasionada, y una vez que se sabe lo que realmente sucedió es posible imaginar una narración que contara exclusivamente los hechos que llevaron al asesinato, y que culminara con éste, de forma totalmente clásica.
El ejercicio propuesto es el siguiente: tomar un cuento de forma clásica (por ejemplo, «La lotería» de Shirley Jackson) y redactar a partir de él un cuento de misterio, es decir, empezar relatando el clímax, o sus resultas, y luego contar la averiguación de las causas del suceso hasta llegar a una explicación de los hechos.
Si se usa como base el cuento de Jackson, la muerte de la señora Hutchinson sería sólo el punto de partida: podría haber un investigador (un detective) que se enterara del descubrimiento de un cadáver apedreado, se intrigara por esa forma tan rara de morir y fuera a averiguar lo que sucedió, y por qué, a aquel pueblo pequeño. Poco a poco iría descubriendo que sus habitantes, aunque no quieren hablar del tema, están todos implicados en un extraño ritual…
Como siempre, quien se interese en realizar el ejercicio puede publicar aquí su texto o enlazar a una publicación en un blog u otro sitio.
Después de una pausa, seguimos con la serie de ejercicios semanales, no obligatorios, para quienes quieran practicar diferentes aspectos concretos del proceso de escritura. Esta semana, para compensar un poco: cinco argumentos difíciles para cuentos.
¿Por qué son difíciles? Porque de alguna manera u otra se apartan de algún lugar común, una idea que por emplearse con frecuencia parece volverse más fácil de realizar. A ver si alguno les resulta útil.
1. Una pareja pelea y se separa por una discusión acerca de un tema aparentemente banal: las posiciones de ambas personas son irreconciliables y no lo sabían.
2. Un día en la vida de uno de los doce apóstoles del Nuevo Testamento, en el que le ocurra algo crucial y sin relación alguna con Cristo. (Mucho mejor si es estrictamente realista.)
3. Lolita de Nabokov desde el punto de vista de Charlotte Haze (la madre de Lolita).
4. Un relato de crecimiento cuyo final feliz llega a) sin violencia y b) tras el reconocimiento de una mala acción contra una mujer por parte del protagonista masculino.
5. Un cuento de horror sobrenatural, de estilo gótico, que suceda de día y en un espacio abierto.
Suerte si se animan a intentarlos. 🙂
Como los demás, este ejercicio se puede realizar en privado –escrito en una libreta, por ejemplo– o publicar en algún espacio en línea. También se puede enlazar, si se desea, en los comentarios de esta nota, o colocarse allí directamente.
Seguimos con la serie de ejercicios semanales, no obligatorios, para quienes quieran practicar diferentes aspectos concretos del proceso de escritura. Esta semana: el objeto amado. Un ejercicio de observación e invención.
Instrucciones: Salir de casa (y de Facebook y el resto de las redes, se entiende) y encontrar un objeto viejo y ajeno que nunca hayamos visto antes. Puede ser una prenda, un objeto decorativo, un utensilio, etcétera.
Después, imaginar que ese objeto fue muy preciado para alguien y escribir brevemente la historia de a) por qué se volvió preciado y b) por qué, luego, se le desechó. Desde luego, eso significa pensar al menos un poco en el personaje para quien el objeto era importante.
Esto puede dar para textos de muchos tonos distintos, incluyendo el melancólico. Un gran ejemplo de este último está en la novela El asesino ciego de Margaret Atwood, quien escribe «toda vida es un cubo de la basura mientras se vive, y después todavía más», haciendo referencia a los objetos que cada persona acumula y que no tienen significado más que para ella. Su protagonista, en la vejez, piensa en sus propios objetos preciados en estos términos:
El cascanueces con forma de caimán, el solitario gemelo de madreperla, el peine de carey con varias púas rotas. El mechero de plata roto, la taza sin platillo, las angarillas sin el recipiente para el vinagre. Los huesos esparcidos del hogar, los harapos, las reliquias. Fragmentos que llegan a la orilla tras un naufragio.
Como los demás, este ejercicio se puede realizar en privado –escrito en una libreta, por ejemplo– o publicar en algún espacio en línea. También se puede enlazar, si se desea, en los comentarios de esta nota, o colocarse allí directamente.
Importante: es mejor si no se hace trampa y en efecto se busca un objeto que no sea nuestro. Y también es mejor si el objeto elegido no es claramente algo pensado para usarse y tirarse, como una servilleta o un vaso de plástico.
Seguimos con la serie de ejercicios semanales, no obligatorios, para quienes quieran practicar diferentes aspectos concretos del proceso de escritura.
Esta semana: el cuento sin fantasmas.
Instrucciones: considerar los elementos habituales del cuento de fantasmas: los escenarios, las anécdotas, los personajes típicos. Se vale (de hecho es muy recomendable) revisar textos de los grandes maestros de este subgénero o vertiente literaria.
Después, redactar un breve resumen de cómo sería un cuento de fantasmas en el que no aparezcan fantasmas. Que emplee tantos elementos tradicionales como sea posible, pero en el que nunca se llegue a describir de forma explícita una aparición sobrenatural.
Al menos un gran autor de narraciones de fantasmas, el inglés Algernon Blackwood, tiene un cuento así: titulado “La casa vacía” cuenta sólo con dos personajes, vivos ambos, que visitan una casa embrujada. Pero no se ve nada: el miedo y la inquietud se logran de forma magistral a pesar del obstáculo impuesto.
El propósito es reconocer los elementos de un subgénero literario –la serie de características que lo conforman– y entender de qué manera se relacionan unas con otras y cuáles son sus fortalezas y debilidades. De hecho, el ejercicio se puede plantear a partir de cualquier subgénero: por ejemplo, un cuento policiaco tradicional en el que no se cometa un crimen, o un cuento cyberpunk en el que no haya ninguna tecnología avanzada.
Como los demás, este ejercicio se puede realizar en privado –escrito en una libreta, por ejemplo– o publicar en algún espacio en línea. También se puede enlazar, si se desea, en la sección de comentarios de esta nota, o dejarse allí directamente.
Importante: en este caso el ejercicio vale la pena si se utiliza un subgénero conocido y bien caracterizado. No se vale hacer trampa “inventando” un subgénero “nuevo”, hecho de elementos arbitrarios.