En los talleres se acostumbran ciertos ejercicios que imponen restricciones en el vocabulario o la sintaxis: no usar la palabra «que», por ejemplo, o escribir sólo palabras con una vocal como Oscar de la Borbolla, o prescindir de una vocal como Georges Perec, o hacer prosa con metro como Daniel Sada. He aquí algunas posibilidades menos frecuentadas; todas sirven para la misma gimnasia verbal y (como muchos otros ejercicios) no tienen que servir para más de esa gimnasia: no pueden ser la base de una poética ni nada semejante.
- Un texto donde todas las palabras tengan tres sílabas.
- Un texto donde todas las palabras se sucedan en grupos del siguiente modo: una de una sílaba, otra de dos, otra de tres.
- Un texto donde todas las oraciones tengan exactamente cinco palabras.
- Una minificción donde la primera palabra empiece con la letra A, la segunda con la B y así hasta llegar a la Z.
- Otra donde todas las palabras comiencen con la misma letra. (La variación: que todas las palabras terminen con la misma letra.)
Etcétera.
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hola
Pobre profesora Petra Perez, pulga picaba pero pronto pobre pava, probó poderoso producto para poder pasar por Paris; pintores, peras, papas, pobres. Pinche pueblo, pensó. Para pronto, primero pidió perlas perdidas por puchos, pero para pisar pirañas, percibió perder pinches perlas. Puso pies polvorosa pifiando pirómanos por peleles. Putamente pirada, prefirió perder perlas por puente porteño. Para poder perder pena por perlas perdidas pidio permiso papá. Pronto pasó por París… pas de Problem!!!
Hola, una pregunta, para poder concursar debo reunir TODAS las restricciones que aqui se señalan, o las misma estan solo consideradas como ejemplos.
Gracias
Hola, Angie. De hecho, para el concurso mensual no es necesario seguir ninguna de las restricciones que aquí se mencionan: esto es sólo una propuesta de ejercicio. El planteamiento del concurso de este mes está aquí. Un saludo.
1) Tres sílabas
Andaba contando sílabas. Buscando palabras borradas. Sentía horrores midiendo errores. Andaba cortando diptongos. Pesando ejemplos, hastiado, cansado, dormido, vencido de inventar.
2) Incrementando las sílabas.
Un lunes forzado terminaba. Sus pies debían refrescarse. La costa dorada, desierta, atardecía. Sin mirar continuó caminando alucinada. Y, ciega, drogada, sumergida, eternizada. Y dulce, doncella, damisela. El martes emergió.
3) Cinco palabras por oración
Duerme mi gata castaña arrollada. La huella como dientes torcidos. El asfalto se pega mugroso. Lejos se escucha el camión. Duerme la gente esta tarde. Las veredas como puentes sombríos. El cielo se prende lustroso. Cerca mis pasos dicen adiós
4) A a Z
Ahora, bastante cansado de enfermarme, fastidiado; gastando horas imaginarias, juntando kilos. Lamento no olvidar pequeñas quejas rabiosas. Sentimientos turbados, untadas vanidades, wiskys, y zarandeses.
5) Comienzo con T
Todos tratan tenazmente. Tientan ternuras, tardes templadas, tempranos temblores. Temen tarde terminar todo. Teniendo tantos temores, tejiendo tantas trampas, traspasan tiempos tácitos, torcidos, terruños. Todos temen terminar. Todos traman traspasar.
Necesito un diccionario impreso 🙂
Lisa, Hernán, gracias por dejar sus textos aquí. (El cuarto tuyo, Hernán, me parece en especial muy bueno. Sobre el diccionario…, te recomiendo alguna buena edición del DRAE, las hay también muy diversas de presentación, o al menos es lo que me ha tocado ver.)
Muchos saludos.
Z
el reloj marca las diez de la mañana.
llega a la compañía y entra al elevador.
las puertas se cierran y se abren automaticamente.
camina el pasillo cubierto por losetas blancas.
Pone en el perchero su saco que cuelga.
De los cajones saca unos frascos con pastillas.
Las pastillas pequeñas las deja en el escritorio.
Con un vaso con agua traga las pastillas.
En la computadora mueve con delicadeza sus dedos.
Z
Se levanta del sillón y mira hacia la calle.
Coloca los brazos en el sillón y gira.
Observa a los cerros perdidos entre la contaminación.
El reloj marca las once de la mañana.
El tiempo pasa y el hombre piensa,piensa.
Z
Habla con el personal de la oficina » quinientos».
El personal murmura, lentamente vuelve a sus lugares.
El tiempo pasa y el hombre piensa, piensa.
Una mujer gorda con documentos entra al cubículo.
Z
Se levanta e intercambia palabras con la mujer.
Tiene su rostro pálido un rictus de seriedad.
Permanece de pie mientras la mujer habla gesticulando.
Desprende con fuerza el teléfono de la cintura.
Deja el teléfono sobre el escritorio y gira.
Firma los documentos originales que lleva la mujer.
La mujer toma el teléfono y se retira.
El reloj marca las doce de la mañana.
El tiempo pasa y el hombre piensa, piensa.
Z
Recorre el pasillo hasta la toma de agua.
En el exterior, un hombre limpia los cristales.
El hombre sobre una tabla cuelga de cuerdas.
La tabla desciende un piso con el hombre.
Apoya los brazos sobre el sillón y gira.
El reloj marca la una de la tarde.
El tiempo pasa y el hombre piensa, piensa.
Z
Toma su saco y recorre los dieciocho pasos.
Baja por las escaleras tres pisos; treinta escalones.
Entra a la oficina y espera y espera.
Habla con un hombre de edad y gesto.
Revisa los papeles que el hombre le ofrece.
Firma los papeles y recibe la copia blanca.
Recibe un cheque que verifica en la copia blanca.
Sale de la oficina y toma el elevador.
Atraviesa la calle y se dirige al banco.
El reloj marca las dos de la tarde.
El tiempo pasa y el hombre piensa, piensa.
Z
Transita una y otra vez los dieciocho pasos.
Observa las maletas marrón colocadas en el pasillo.
Un hombre blanco entra al cubículo de Z.
Z
Desconecta la computadora portátil y separa los cables.
Firma los documentos originales que lleva el hombre.
El hombre sale cargando la computadora Sony portatil.
El reloj marca las tres de la tarde.
El tiempo pasa, y el hombre piensa, piensa.
Z
Platica y sonríe con la secretaria que llora.
Del llavero con una virgen, desprende unas llaves.
Da a la secretaria, la credencial que lleva.
Abraza a la secretaria y besa su mejilla.
La secretaria triste se retira con las cosas.
El reloj marca las cuatro de la tarde.
El tiempo pasa y el hombre piensa,piensa.
Dos hombres vestidos de negro esperan a Z.
Z
Rompe el calendario que está en el escritorio.
Se pone el saco que retira del perchero.
Recorre los dieciocho pasos, seguido por los hombres.
Espera a que el elevador se abra lentamente.
El reloj marca las cinco de la tarde
Z
Se retira del edificio rojo de la compañía.
Oraciones formadas con ocho palabras.
El abad cantaba tristemente.
EL ballet danzaba sutilmente.
La cama tendida invitaba.
El eden tierra prometida.
La fonda prepara mariscada.
El imán atrae minerales.
La niña inglesa secuestrada.
El niño asocial atacaba.
El oso caminaba lentamente.
La piña colada embriagaba.
La roja bandera celebrada.
El sapo verdoso asustaba.
La tuna dulzona empalaga.
La vaca sagrada venerada.
El vino rosado espumoso.
Manuel mamó mamila.
Mi mama me mima.
Micaela mamó mi mano.
Mi memoria merma mucho.
Maestro mafioso muerto.
Miguel malcriadado muchacho.
Manual mete mota.
DE LA A a la Z, Carrusel en tres actos.
Antes besaba como dos elefantes follando, gimiendo. Herida insolutamente, Juanita Komuro, lo mató no ñoñamente. Ostentó partir quien, raudamente supo tomar unas veletas Wilson, xilófonos y zapatos aguilados. Baritaba como diez elefantes fanfarroneando, gateando. Hubo instantes joviales, kioscos, libros, más no ñames o patatas queseras rajadas saladas. Tuvo un vino Wertherkaiser, Ximena y Zoila acompasaron baritonamente conciertos, duetos entre fantasmas gritando. Huy imbécil, joderte kilos los menos, no ñus. O para que ríes si te unes valientemente, Wine “X” y Zarzamoras.
Usando en cada oración la letra C.
Manuel era un hombre cabal que hacia interpretaciones
misteriosas con la cábala. El hombre cabalgaba en las mañanas.
Era un caballero en toda la extensión de la palabra. Gustaba
de pintar y en su caballete tenía el esbozo de un caballo.
Vivía en una cabaña cómoda en el campo y era creyente de las
cabayuelas. Despues de comer, en su sillón cabeceaba hasta
que en una ocasión dió una cabezada y se abrió la cabeza, se
rompió el brazo y tuvo usar un cabestrillo. Su cama no tenía
cabecera, solo cuatro almohadas en las que se recargaba para
leer. Su cabellera era negra y larga. Por ese tiempo el cabildo
cabildeó para la fiesta del pueblo. En el rancho llovía y
había un aire intenso que tiró los postes con los cables de la luz.
Las cabras tiraron para el monte. La gente estaba en-cabronada
con el mal tiempo. Las gallinas en el corral cacareaban. En la
sala, una cacatúa gritaba. Los indios cargando el cacaxtle subían
eñ cerro con la lluvia a cuestas. Con ese tiempo, las cacerías
se suspendieron. Desde la cocina, llegaba el olor de la comida
de las cacerolas. Catalina cortaba las verduras con el cuchillo
que no tenía cacha mientras que lavaban los cacharros. Los
indios, unos cachazos, tomaban cachaza. Manuel cacheteo a los
indios y los mandó a trabajar. En la sala había tantos
cachivaches que no se podía trabajar. Cuando la sirvienta le
llevó el café, la sintió muy cachonda. Él respondió como un
cachorro aun cuando era un hombre maduro con mucho cacumen.
Con el tiempo, Manuel se encadenó se sintió encadenado al campo.
Su cuerpo cadavérico parecía caminar hacia el cadalso. Todo
parecía caduco. En un caja guarda sus recuerdos; cartas de
Catalina
DEUDA!!!
Debemos devolver doscientos denarios donde Dioclesiano, dinosaurio dientón; decía Darwin. Digámosle, depende de dos: de Diótima de Dinamarca, de Driástoma del Duero; dúo de damas denostadas, Drusilas desdentadas, dragones destellantes danzantes disfrazados de delfos.
Dioselina dictó: dónde dejemos de dar denarios dilapidados dolosos… denme duro Damiana del Danubio.
– Disciplínate! dame dentelladas dorsales dios discriminante, desfigúrame!- detalló.
– Divina deuda- dijo Doctor Dioniso Duarte, dándole dos dedos de diclofenaco de día, diariamente diez días, desapareciendo docenas de diatomeas disentéricas. Dioselina debía dormir.
Duchábanse distinto. Desbordaban demencia desbocada drenando dulces devaneos, delineando deidades doradas disponían desfigurados duendes, desarrollaban delicadas delicias defendidas dicharacheramente, degustaban dedos decoradores dulzones, drogados desenterraban dioses descorazonados, desalmados. Dictaban desentonados desfloración dionisíaca, debatían divorcios de duendes derruidos.
Dudando derrotados dependientes del décimo de denario diario, dispusieron dolores de diente: dejando de depositar dinero déspotamente.
Desamparados despotricaron dolosamente donde Diótima disimulando decires. Después de decenas de días de duelo, desencantados de desatino doblegado; digirieron descubrimiento. Derrocharon dados, durante dos días dirigieron directrices. Dando desbalanceos devastadores dijeron desahogados:
– Dos días después, desamortizaremos dejando de dar dote!
Restriccion «Z».
Escribir oraciones, cuyas palabras contengan este orden de silabas (1-2-1-2-1).
La ultima palabra debe tener tres sílabas.
1-2-1-2-1-2….. 3. Así:
Qué tanto me fregué con dejar el comment.
si esos, los guiones no sirven.
Que Después de cada tal PUNTO GUIÓN,
sigue de nuevo un renglón.
O DIGO, QUE…
¿ PORQUE NO SE MARCAN LOS TALES DIALOGOS?
Pobre panadera Pamela. Pena porque padece papera. Productos perecederos: pastas, panqueques, pasteles, producción parada. Parece paquidérmica, papada pende protuberante. Púsose pasamontañas por pudor. Portero paquistaní, persona poco piadosa, proclamó palabras punzantes: “Pasa por poco prudente. Parlanchina paqueta, pocas prendas para patiperrear por parajes perdidos”. Paramédico procedió parsimonioso: “Pandemia provincial. Procurar pacer por propiedad privada. Prohíbo parrandear”. Parientes preocupados procuraron pimpollos prometiendo pronta partida. Padre Pedro persignose: “Pamela precisa penitencia para purgar pecados”. Parapsicólogo papanatas predijo: “Peligro: parálisis post paroxismo pasional”. “¡Patrañas!” parlamentó papá.
Pobre pueblo: prójimos peleando penosamente por paraísos perdidos. Políticos: Poderosos personajes paródicos. Pura paporreta prometiendo progreso, pan, producción, prosperidad. Pero pactan pagos, prostituyéndose. Profesores pugnan por pocos pesos, por plumas, por papel. Provocan pena. Párrocos proxenetas, producen pavor. Psicólogos papirotes pierden popularidad preguntando pasiones privadas. Personalidades públicas pecan por perezosos. Piel, piernas, párpados, perfección, paisajes parisinos, propiedades: puros placeres por prudente precio. Privilegios para pocos. Periodistas procuran pasar por patriotas, por pensantes peculiares, propiamente para publicar pavadas pretenciosas. Prefiero pensar prudentemente. Perdón por parecer pesimista.
Ante bestias castañas declaráramos: estos fuegos gigantes hacen irrupciones jalando koalas libertinos, maniatando nuevos ñandúes obsoletos, presionando quirquinchos roñosos. Sufrimos tontamente: ¡unámonos, valientes!
Walter, Xavier y Zulma
y… (redoble de tambores) ¡un texto sin a!
¡En este sitio te quiero ver! He escrito un texto desprovisto del sonido comúnmente conocido como “a”. Sin otros rodeos: ¡lee, si no temes lo que viene!
Viendo que no se descubre ningún entretenimiento, me propongo escribir. Un proceso difícil, escribir. Sobre todo si se debe escribir con restricciones de sonidos. Del mismo modo se mete el estorbo de no tener objetos en mente que den beneficio en el escrito. De este modo, el texto emerge enclenque de un oscuro terreno, sin tener objetivos que lo movilicen, solo el tedio de no tener contenido de divague en mi cerebro, lo que convierte un sonido común en uno enfermizo y viperino, despojándolo de sus derechos y excluyéndolo de entre su prole. ¿Porque este vil proceder si no tiene ningún distintivo? Solo por poner troncos en el sendero de este pobre escrito. Entonces, el crimen es doble: no solo se molestó el sonido susodicho, sino que se disminuye el valor del mismo texto.
¿Cómo se puede detener este exterminio de bienes? Sencillo, prescindiendo del simple existir del texto, pero de este modo se vuelve en el ruin hecho de destituirlo de su existir por el simple motivo de su disposición. ¿No hubiese sido conveniente prescindir de su perfil de imposible y escribir un texto idéntico con los otros? Pero hecho el perjuicio se debe proseguir con frenesí, y no detenerlo en tiempo predecesor del conveniente.
Expuestos los intentos que se siguen en el suceso de erigir un texto de este modo o con similitud, no se tiene ningún otro motivo por el que se debe proseguir, por lo que este escrito se detiene en este momento.