1. Que quien escribe se imagine en un problema serio (por ejemplo, tiene una fuerte deuda de juego pero no tiene dinero; acaba de atropellar a alguien con su coche; sus amoríos extramaritales acaban de ser descubiertos, etcétera) y decida la mejor forma de actuar en esa situación.
2. Luego, que escriba la historia de un personaje, en el mismo predicamento, que logre salir airoso del problema pero haciendo exactamente lo contrario de lo que haría su creador o creadora.
La idea es imaginar a un personaje con un carácter distinto y aun opuesto al propio; el texto será más meritorio si el personaje consigue justificar sus acciones de manera racional. Una condición necesaria para que el ejercicio funcione es que el texto no condene al personaje y se limite a presentar sus actos y sus puntos de vista.
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esteee, no tiene nada qué ver con el ejercicio, pero ¿para qué son las estrellitas esas en el link del tema?
¡Mi hija está embarazada! – Pensó Brenda mientras se miraba al espejo como buscando una respuesta en el reflejo frente a si – Sólo me queda una cosa por hacer. Tengo que convencer a los papas del muchachillo ese, para que casen estos tontos irresponsables.
La familia del muchacho (de Javier), gente de prestigio en el pueblo, no podía darse el lujo de sufrir un escándalo y Brenda les convenció que sería el peor escándalo del que jamás hubieran tenido noticia si su hijo Javier no se casaba con Rocío, la hija de Brenda.
Los enviaron a la capital, a estudiar cada quién por su lado. La boda se celebró dos meses después en privado y la primera de dos hijas que Javier y Rocío tendrían. La pareja regresó tres años después al pueblo (en el cumpleaños 18 de Rocío) y jamás volvieron a partir.
Dos décadas después Brenda miraba a su Javier yerno favorito, abrazar a las tres mujeres que eran su vida, era obvío que aquel hombre realmente amaba a su familia. Casa vez que la abuela Brenda lo miraba así, pensaba que no cabía duda, que había tomado la decisión correcta al hacer que aquellos niños se casaran, veinte años atrás.
Hola, David. Las estrellitas (que no sé cuánto dejaré) son uno de esos sistemas para que los usuarios califiquen las notas que deseen calificar. Lo tome de Blogalaxia. Un saludo.
Ricardo, suena interesante… Ya establecida la forma de pensar de Brenda, se podría seguir con el cuento. Un saludo.
Hola Alberto,
Saludos desde Madrid.
http://leozeladabrauliograjeda.blogspot.com/
María intentó bajar a toda prisa las atestadas escaleras del hospital. Iba tropezando, casi empujando a todo tipo de gente: enfermeras, mujeres con bebés, ancianos aferrados al brazo de alguien. Pero ella se fue abriendo paso, primero tímidamente y luego a empellones. Hasta que por fin logró llegar hasta el lobby, y cruzar a toda prisa hasta alcanzar la amplia puerta de vidrio que da hasta la calle.
Ahí se detuvo. Quiso respirar, pero algo en su garganta se estaba cerrando. Cerró los ojos. No podía creerlo. Su madre acababa de morir, y ella había escapado como quien escapa de una guerra. No momento solemne, no cerrarle los párpados. No nada. Había huido como una cobarde. Corrido, simplemente corrido, y la había dejado ahí sola con su silencio, con su cuerpo frío, sola con su muerte. Ahora, María sintió que su garganta se abría, y el aire nuevamente entraba a sus pulmones.
Afuera llovía a cántaros. Pero María no podía llorar. Miró a la gente que alcanzaba, empapada, la puerta del Seguro Social. Reían al llegar, mojados y agitados, felices al cerrar su paraguas. Y se sentía tan seca. Como si la muerte, al pasar junto a ella, le hubiera chupado la sangre, la saliva, las lágrimas.
María caminó hacia la lluvia. Sintió cómo se iba empapando de afuera hacia adentro. Se le iba mojando el cabello, la ropa, la cara, las manos. Pero el agua se fue abriendo brecha en su cuerpo, como un río. Se le empaparon los senos, el ombligo, el sexo, las piernas. Sintió la fuerza del agua, golpeándola, doblegándola, obligándola a caer de rodillas. Penetró por sus poros, se filtró a los recuerdos, la envolvió como líquido amniótico, flotó, nadó de nuevo. Se concentró en su pecho, en su frente, en sus ojos, y estalló en cascadas de lágrimas, fluyeron las palabras, las imágenes, los momentos.
El chubasco arreció, todos veían sorprendidos, detrás del amparo seco de las puertas de vidrio, el cuerpo escurrido de María en la banqueta. Pero había algo en su figura de cera derretida, algo en la tenue línea de su leve sonrisa, que la hacía ver como un ángel, un ángel de alas líquidas. Y todos guardaron silencio… la miraron… respiraron muy quedo para no perder esa imagen borrosa a través del cristal empañado.
Hola, Leo. Isis, creo que sólo falta desarrollar un poco más la historia para tener un cuento en plena forma… Felicidades.