Ahora, una propuesta más en la serie de ejercicios para «telegrafiar» rasgos de un personaje:
Paranoia. Supongamos que un personaje, A, acaba de hacer algo que le causa un enorme sentimiento de culpa y, pese a ello, decide ocultarlo. Supongamos también que le toca conversar con otro personaje, B que resulta directamente afectada por sus acciones. Supongamos por último que A llega a la conversación con el temor de que B ya lo sepa todo, de modo que cada frase inocente dicha por B le parezca una insinuación o hasta una acusación. Hay muchas situaciones posibles en las que puede darse un diálogo así, desde la de la persona que engaña a su pareja con alguien más hasta la del niño que acaba de echar jabón en la pecera y oye hablar a su madre sobre los peces muertos.
Partiendo de que B realmente no sepa nada, hay varios aspectos de la conversación que pueden controlarse para sugerir la gravedad de la acción de A (incluso sin decir explícitamente cuál es) y lo paranoico (o no) de su carácter. Mientras más inseguro se sienta A, por ejemplo, la conversación puede durar menos y desembocar más rápidamente en una conclusión abrupta («Bueno, sí, ahorita vengo, adiós») o una admisión de culpa; A podría reaccionar agresivamente a algunos parlamentos de B:
B (quien no sabe que A, su marido, le ha «puesto el cuerno» con su mejor amiga): Acompáñame al super, ¿no?
A: ¿Desde cuándo te gusta tanto mi compañía?
O bien cínicamente:
B (quien no sabe que A, su hermana, ha quebrantado la dieta y ha subido kilo y medio): ¿Cómo estás?
A: Hecha una cerda, ¿no? Ya, dímelo, estoy hecha una cerda.
O bien de muchas otras formas, dependiendo de los otros rasgos de su carácter. Intercambios así pueden funcionar, por ejemplo, al comienzo de una historia que quiera mostrar a sus personajes y su entorno de manera «inductiva», es decir, por medio de pequeños detalles que van uniéndose a medida que el lector avanza para formar una imagen mayor del mundo de la historia.
Habrá más de este tema en el futuro, pero por el momento la sección pasará a otras propuestas. Saludos a todos.
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No se si el ejemplo quede con el ejercicio, pero…
En la cafetería:
A (a quien B le debe dinero): ¿Alguien tiene monedas que me preste para comprar un refresco?
B: Ups, en la quincena te pago
Yo diría que sí, Jesús. De hecho, tu idea es interesante porque se puede variar la urgencia y el tono de la frase simplemente cambiando la primera palabra («Ups») por alguna otra exclamación o interjección. No sería lo mismo, por ejemplo, si dijera «Perdón» o si dijera «Carajo». Un saludo.
Cierto, y retomando tu comentario, con «Carajo» acusa paranoia mientras que con «Ups» o con «Perdón» denota culpa, lo que varía el sentido del ejercicio actual o da pie a un nuevo ejercicio de carácter
(En un taller de creación literaria, que M no se puede pagar y en el que está de colado) A pregunta: ¿Ya pagaron su cuota?
M: No es usted el que me corre, sino yo el que lo condena a quedarse.
En un hospital:
A, aplica un medicamento equivocado a un paciente.
El vecino de cama escucha un exabrupto de A y poco después avisan a A que un paciente requiere ayuda y a B que su padre ha empeorado.
B -Usted lo vió, hace unas hora estaba bien.
A no responde pero observa al otro enfermo que le sostiene la mirada.
B -Yo pensé que hoy dejaría el hospital.
A -Probablemente deje más que eso, ya ve como son estas enfermedades.
Antecedente: Claudia ha conseguido –sin que Mariana lo sepa– el ascenso por medios poco eticos
Situacion A)
Mariana: Ayer me quede hasta noche trabajando con el jefe, estoy haciendo meritos.
Claudia: Oye! tambien tengo talento
Situacion B)
Mariana: Compre este pantalon ajustado para usarlo en la junta del viernes.
Claudia: Pues mira, yo siempre he usado ropa sexy.
Situacion C)
Mariana: ¿A que hora llego el jefe?
Claudia: ¿Por que me preguntas a mi? Yo no tengo por que saber, a mi me trajo mi hermano
encuentro muy interesante esta sección, por favor siga proponiendo ejercicios. son muy divertidos
saludos