La noticia ha empezado a dar la vuelta al mundo: hace algunas horas murió Stanislaw Lem, escritor polaco, gran maestro de la ficción especulativa y, no lo dudo, el único autor contemporáneo que podría haberse comparado al mismo tiempo con H. G. Wells y Jonathan Swift. Su tema central era la insignificancia (o el absurdo) de la condición humana, y Lem lo abordó desde la perspectiva de la ciencia; esta elección o este destino lo convirtió en un artista visionario, el más grande de quienes comprendieron –nunca fueron muchos– tanto la belleza como la insidia de la idea del progreso: de la creencia en la perfectibilidad de nuestra especie.
Sus libros «más conocidos» forman una lista que resulta no ser breve. En ella están colecciones de cuentos como Fábulas de robots (1964) o Diarios de la estrellas (1957), inclasificables como Vacío perfecto (1971) y Un valor imaginario (1973), y novelas como El invencible (1964) y Solaris (1961). Ésta fue llevada al cine en dos ocasiones, por Andrei Tarkovsky (1972) y por Steven Soderbergh (2002); la segunda versión es muy inferior a la primera, y ambas son muy distintas del libro, que demuele con finura y dolor la idea de que el ser humano puede –o desea– comprender o comprenderse en el cosmos.
Dejo enlazada aquí una muestra, pequeña, de sus textos. En mi caso, Lem queda ahora entre escritores como Borges, Calvino o Walser: son gente a la que no conoceré y cuyo trato de gente, en cualquier caso, hubiera sido otro, distinto del que puedo imaginar, pero a la vez son voces que seguiré escuchando –desde donde importa: desde las páginas– para figurármelos. La alegría de las obras que perduran (siquiera brevemente) es de otro orden que la tristeza por la vida que concluye.
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13 comentarios. Dejar nuevo
Me enteré de la noticia en un blog amigo, y quise venir a saludarlo.
Inevitablemente lo he recordado.
Un abrazo.
Gracias, María, que yo ando en la tristeza de recordar a don Stanislaw: justo de ese modo parcial que es el único para hacer memoria de alguien a quien se leyó, nada más (o nada menos). 🙁
Un saludo.
Hola Alberto, hace días que no visitaba tu espacio, y es triste regresar y encontrarse una noticia así. Es más triste porque lo único que he leído hasta ahora de Stanislaw Lem son los textos que recomendaste en el enlace, lo cual me avergüenza y me hace sentir que por mucho que uno cree que lee nunca es suficiente o atinado; es como pedir que alguien nos dé una lista exclusiva de autores con los que se garantiza que no se perderá el tiempo… Pero eso es esquivar en cierta forma una responsabilidad propia y confiar ciegamente en los juicios de otros. Sin embargo confieso que si puede confiarse ciegamente en las recomendaciones de alguien, sin duda es en las tuyas, y agradezco ahora -aunque hace años debí hacerlo- todo el conocimiento y las lecturas que has compartido con nosotros, sobre todo porque cada autor que descubro a través tuyo suele revelar un secreto que comparte con tu escritura, un secreto sutil, por supuesto. Lo poco que leí de Stanislaw no es la excepción, y creo entender lo que hubiera sido para tí haberlo conocido, cruzar algunas palabras como con Angélica o Goran …
Recibe un fuerte abrazo de mi parte y de Mote también.
Una anécdota curiosa: Lem fue, con mucha frecuencia, incomprendido, y las polémicas con sus colegas se volvieron famosas. Por ejemplo, en los años setenta (tras haber criticado con razón la pobreza de ideas de la literatura especulativa en Estados Unidos), Philip K. Dick –el otro gran genio de la ciencia ficción del siglo XX– envió cartas a la CIA en las que acusaba a Lem de ser un espía comunista, o tal vez un comité de espías que redactaban en equipo para pervertir a la Sci-Fi… 😐
Estoy en igual situacion que Iliana y de algún modo en la tuya Alberto: yo tampoco conozco a Lem. Hace tiempo vi un cuento acerca del regreso de Borges; habían logrado resucitarlo (de alguna manera) e iban a hacerle una entrevista. En el cuento lo entevistaba alguien que descubria que no era Borges, sino otro con su mismo fisico; quiza como cuento no era lo que mas funcionaba, pero me hizo pensar en que dada esa situacion ¿Quién seria el mas indicado para hacer tal entrevista? (Hasta hoy en mi casi nula carrera literaria yo abogaría por ti).
Hoooola Alberto ! Tenía mucho sin hacer parada por aquí pero es que a ti hay que leerte con café y sin prisas pues siempre nos dejas algo verdaderamente interesante y que vale la pena, por eso aprovecho que los hijos se van a la bendita escuela y me doy mi escapada. Ayer justo escuchaba en la radio sobre esto, pero siempre he pensado que la gente como él (o como tú) el día que se van de este mundo, en realidad se estarán quedando.
Te dejo un abrazo y voy a dar mis leídas por ahí en tu archivo si quiera para ponerme al corriente. 😉
Muchas gracias, Fernando, Iliana, Mary Carmen, por sus palabras tan amables. 🙂
También murió el maestrazo Salvador Elizondo. Carajo, se van los grandes… «qué solos se quedan los muertos». Salud al maestro. Salud Alberto.
Vaya, no sabía de esa muerta ni la de Salvador Elizondo. Muy bueno tu blog, lo sigo visitando.
Bueno, además te invito, a una pagina de poesía que estoy editando http://www.revistapingpong.com
Hola, David (salud y tristeza, en efecto).
Frank, ya me asomo a la revista. Gracias y muchos saludos.
Estimado Alberto, tengo el gusto de asistir a estas páginas desde hace muy poco tiempo. Debido a que mi amigo Neftalí Báez me ha invitado a participar en los interesantes concursos mensuales.
Creo que es muy desafortunado que no se conozca casi la obra de Stanislaw Lem. Tal vez se deba a las pocas traducciones disponibles. En lo personal, me encontré hace mucho tiempo con una antología en la que se incluía «De Imposibilitate Vitae». Historia que forma parte de la obra «Un Perfecto Vacío». Su lectura me impresionó muy favorablemente, adquirí después esta obra traducida al inglés: «A Perfect Vacuum», de la cual he traducido al castellano «Non Serviam» y «The New Cosmogony» con el propósito de difundirlas entre mis amigos interesados en la literatura de ficción (contados con los dedos de una mano).
Estas tres historias me parecen magníficas. La influencia de Borges en «Un Perfecto Vacío» es notoria, basta mencionar la idea general: una colección de reseñas que comentaristas ficticios hacen sobre otras tantas obras inexistentes. Lo cual es muy Borgesiano.
Mis felicitaciones por este sitio y un cordial saludo.
pues un terrible pesame a la familia lem.
te extrañaremos stanislaw te keremos
Karen, Luis, gracias por visitar y dejar sus comentarios. Habrá que ver cómo podemos hacer para darle un poco más de difusión a la obra de Lem…