Erika Mergruen, escritora y editora mexicana, mantiene un sitio: Osiazul, dedicado a conservar y ofrecer textos de difícil acceso como descargas digitales. Los más de esos textos, provenientes de ediciones prácticamente inencontrables, fueron transcritos y preparados para la red por la propia Erika, cuya labor (que es estrictamente «de amor», como antes se decía, y por la que nunca ha recibido un centavo) lleva ya varios años.
Entre los primeros autores antologados por Erika se encuentra un favorito de los cazadores de rarezas: Francisco Tario (1911-1977), narrador mexicano tan famoso por la belleza de sus textos como por el hecho de que leerlos era imposible, desperdigados como estaban en ediciones que no habían sido reeditadas en décadas.
En 2003, algún tiempo después de que Erika publicase su selección de Tario, sus lectores nos alegramos porque la editorial mexicana Lectorum editó, en dos volúmenes, los Cuentos completos del escritor…
Pero ahora, hace muy poco, la propia Erika recibió un mensaje de la editorial, que reproduce en esta nota de su blog y yo también reproduzco:
A quien corresponda:
Hemos visto que su sitio: www.osiazul.com, ha publicado ILEGALMENTE textos de Francisco Tario, quien no es un autor de dominio público.
Editorial Lectorum es el poseedor legítimo para publicar la obra de Tario en formato digital. Así, les pedimos que sean eliminados los textos de Tario que se encuentran en su página.
Por supuesto, los textos de Tario ya han sido retirados de Osiazul. Pero me pregunto cuántos lectores habrán descubierto a Tario gracias a ese sitio, o a los numerosos otros (no voy a enlazarlos desde aquí, creo) donde hallar un texto de Tario sigue siendo más fácil que en las lastimosas librerías mexicanas.
Y también me pregunto si no se podría haber llegado a otra solución: que la muestra de Tario, digamos, enlazase a algún sitio o dirección electrónica de Lectorum que sirviese para pedir el libro entero (o bien a una lista de las librerías que sí lo tienen). La editorial tiene derecho de protegerse, pero ¿cuánto dinero podría haber perdido? ¿No es una práctica común, en los países que todavía tienen industria del libro, que los editores ofrezcan muestras semejantes de sus productos? La propia editorial, al menos hasta el día de hoy, no las ofrece de ese título ni de ningún otro… Y lo publicado en Osiazul no era una parte apreciable, ni mucho menos, de los textos que Lectorum reeditó. Nadie que los hubiese disfrutado en la red, creo, se hubiera conformado con ellos de saber que había más a la venta.
Lo dejo a su consideración.
Actualización del 22 de mayo: parece ser que, por una vez, la historia podría tener un final feliz: la editorial está llegando a un areglo con Erika para que los textos de Tario se queden en la red a cambio de enlaces y promoción. Esperemos, a ver qué tal sale.
10 comentarios. Dejar nuevo
Alberto:
El reclamo de la editorial Lectorum expresa uno de los contrasentidos que se crean gracias al encanto de la red. A largo plazo, este tipo de defensa de intereses editoriales demostrará ser un anacronismo. Radica allí el carácter democrático de la red, que puede eludir censuras y saltar ciertas barreras que impone la burocracia administrativa, gubernamental, privada y de otra índole.
Se han creado ya decenas de sitios con el simple nombre de determinado autor, donde descansan textos que algún admirador creó desde el anonimato y por encima de toda restricción. ¿Quién puede evitar semejante tropelía cibernética?
Alguien quizá. Pero perseguir al culpable redundará en la multiplicación de páginas similares que harán imposible toda pesquisa.
No creo que el término piratería quepa en tal acto, pues sabemos que quien toma la determinación de «plagiar» textos, encaramarlos a la red y promoverlos, generalmente no obtiene ganancia pecuniaria alguna, de modo que ¿se puede denominar a ese acto piratería?
Finalmente, no se ha elaborado una ley definitiva que contemple todas las variantes y posibilidades que se derivan del uso de la red; una especie de vacío jurídico se respira en un espacio que no puede asirse plenamente.
Desde una óptica ética, por ejemplo: ¿hasta dónde es aceptable que los hijos, familiares y allegados de Juan Rulfo puedan disponer del uso, desuso o abuso de los textos del autor?
Más allá: ¿escribía Rulfo pensando en dejar sus textos como patrimonio y herencia de sus descendientes?
¿Se los protege del canibalismo de las propias editoriales que medran con el prestigio y renombre de Rulfo?
Si es así: ¿tienen capacidad los detentadores de los derechos de autor de un escritor fallecido para evitar que los textos que se acreditan viajen libremente por las páginas y correos electrónicos de la red?
Dejo mi comentario y solidaridad con la bienintencionada colega Érika Mergruen y su Osiazul.
Los de Lectorum pagan por ser piratas.
Saludos.
nacho mondaca
Gracias, Nacho, por ser el primero en comentar, y por ofrecer puntos tan interesantes. Espero que sigamos comentando este asunto.
Antes que nada pido disculpas por adelantado porque este comentario no es acerca de este post, es solo para agradecer por los talleres literarios y por darle una pequeña alegría a una aficionada de los juegos en el cementerio, (lo siento estoy emocionada), gracias!!!
Ahora si pude entrar al «seguir leyendo» 🙂 Pues como lo dije en el aljibe, ora hasta yo voy a temer que me caiga la chota y me metan al bote por usurpar derechos del autor… CHALE
El mundo de los derechos de autor cada día es más complejo y laberíntico. El problema no es la red, pues para efectos prácticos y legales es igual a cualquier otro medio de publicación. El problema es el dinero. El sentido común nos dice que si al reproducir no se recibe dinero, no debería pagar, pero eso no significa no avisar. Publicar una página web o una bitácora es eso, publicar, y engendra todos los compromisos que publicar en papel engendra.
La asociación de escritores catalanes acaba de solicitar pago de regalías por cada uno de los préstamos realizados en bibliotecas públicas españolas realizados de las obras de sus agremiados. Ese es el problema, se busca cada día obtener dinero de todos lados.
Los departamentos de derechos de autor de los grandes estudios son delirantes. Hay demandas porque un sillón, que aparece en una escena por menos de un segundo se parece a un sillón diseñado por cierta persona y exige pago de regalías.
No olvidemos que Fernando Valdés está en la cárcel…
jejeje, a ver si no nos metene al bote a todos… ahí les va el link para ingresar a los textos de Tario: http://www.osiazul.com/seccion/Tario-index.html no cabe duda que google a veces funciona… y funciona muy bien ; )
Alfredo: La publicación de una página electrónica no es por supuesto comparable en modo ninguno a la publicación en papel como supones. Recién releo un cuento de Tario que permanece en la red gracias a la memoria caché de Google. Irá Lectorum a solicitar a Google que retire la memoria caché ahora que Osiazul ha retirado los cuentos de sus archivos. ¿Y qué tal si la cuñada de la señora que plancha la ropa de mi hermano decide hacer una página electrónica anónima y postea los cuentos de Tario copiados de la memoria Caché de google o de la propia edición de Lectorum. ¿Cómo indagarán que la página apócrifa no fue elaborada sino por el medio hermano de el ex gobernador de Tlaxcala?
Saludos.
HB
Invito a todos los lectores de esta nota a que se enteren de las últimas noticias en relación con el «asunto Tario». Parecen ser buenas, pero una cuestión merece, creo, seguir en discusión: ¿es posible o deseable aplicar los mismos criterios de la publicación en papel a la publicación en red? Más aún: ¿tendría sentido hacerlo en un país subdesarrollado como México?
Y no, no olvidemos que Fernando Valdés sigue preso.
Una historia triste donde las haya.
Hace poco leí en alguna parte que aquellos países donde más obras con derechos de autor se descargaban eran también donde más obras se compraban, además, de las obras que más se solicitaban para descargar.
A mi entender nuestros estímulos son sabios y no ponen en peligro el juego comercial, si a alguien realmente le gusta algo siente el impulso de conseguirlo original y en la mejor de las versiones… pero para saber que realmente le gusta tiene que probarlo.
Creo que compartir el conocimiento y el arte de forma altruista es una meta que tenemos que conseguir los internautas de todo el mundo, saldremos ganando nosotros, la humanidad y las discográficas y editoras.
Saludos de un lector compulsivo de blogs.
Paul Simon, Neil Young y otros músicos están dando ejemplo de esta nueva manera de pensar los derechos. Están lanzando sus CD en Internet y poniéndolos gratis. Lo que sucede es que de allí sale mucha gente (a quienes les gusta e interesa lo que oyeron) para la tienda a comprar el CD físico.
Ojalá las editoriales entiendan que poner en Internet partes de las obras para que muchos puedan conocerlas (con enlaces a sitios donde puedan comprar los libros impresos) es una nueva forma de negocio que puede darles méjores réditos al rebajarse los costos de impresión, de bodegaje y de distribución de los libros.
Un saludo cordial. Excelente esta discusión.