Para mí, el creador del surrealismo fue un compañero de la secundaria.
Era el siglo XX y estaba de moda La bamba, la película de Luis Valdez, así como la versión de Los Lobos de la versión de Ritchie Valens de la canción tradicional. Un día, en un receso, me quejé de que la letra de la versión de Valens/Los Lobos («ay arriba y arriba / por ti seré») era ridícula pues se comía versos de la original. Mi amigo comenzó a burlarse, cantando uno después de otro pedazos todavía más remotos de La bamba, y entre las tonterías a las que llegó estaba la siguiente: «para ser marinero se necesita / una poca de bamba y una escalera / yo no soy escalera / por ti seré, por ti seré, por ti seré».
¿Se creerá cuánto me fascinó aquello? La frase era una fantasía absolutamente absurda, irresponsable, loca. ¿Para qué la escalera? ¿Y quién quería tanto a ese otro que quería ser marinero como para convertirse en una? ¿Y cómo? Evidentemente, no la olvidé. Y supe del «encuentro fortuito en una mesa de disección de una máquina de coser y un paraguas» (aquella frase del Conde de Lautréamont retomada por los surrealistas) sólo hasta algunos años después…
Mi amigo sí llegó a olvidar lo que había dicho. Y luego salimos de la secundaria y nunca más volví a verlo. Me pregunto qué habrá sido de él. Tal vez no sea un insulto imaginar su vida posterior en una pequeña historia (o más de una vida posterior en más de una pequeña historia): crearle una biografía imaginaria a partir del único detalle que he mencionado, es decir, de su imaginación, que juntaba términos y conceptos con la misma valentía que el Conde de Lautréamont pero más de un siglo después…
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Pues es muy claro, Alberto, lo qué ha sido de tu amigo, ¿no?: luego de que fue despreciado por aquella por la que se convirtió en escalera (cirujía plástica mayor), se fue de misionero como escalera de bombero. Nunca pierde la oportunidad de salvar chicas guapas y de, ay, suspirar y suspirar imaginando en todas ellas al objeto de su corazón roto (que pasó a convertirse en el escalón número 21). Digamos que es medianamente feliz, como todos.
El que inventó el surrealismo fuiste tú Alberto. MI versión es la siguiente:
Venías cantando la Bamba y bajando la escalera. Por cantar la versión de Ritchie Valens te distrajiste y rodaste escaleras abajo. Todos preocupados corrimos hacia tí.
No sé si te golpeaste la cabeza o te estabas burlando pero cuando llegamos le cantabas a la escalera:
«para ser marinero se necesita / una poca de bamba y una escalera / yo no soy escalera / por ti seré, por ti seré, por ti seré»
Los días subsecuentes seguiste haciéndolo y a diario ibas cambiando tu atuendo del uniforme: un día agregaste la gorra, otro día cambiaste el saco, otro el pantalón hasta que terminaste yendo a la secundaria vestido de marinero. Y precisamente ese día la escalera a la que le cantabas había desaparecido misteriosamente.
Pero eso no fue lo peor. Después de eso te parabas entre el primer y segundo piso haciendo las veces de escalera.
Me imagino que una vez cumplido tu objetivo de ser marinero ahora pretendías cumplir el de ser escalera.
¡Qué sé Yo!
Tratamos de quitarte de ahi pero eso representaba un problema enorme: Si lo hacíamos no podíamos tener acceso desde un piso al otro. Te dejamos ahí hasta que se te pasara la locura o consiguiéramos otra escalera. Llegó el fin de cursos y nadie se preocupó más por conseguir una escalera.
Yo pensé que seguirias sirviendo de enlace entre el primer y segundo piso de la secundaria
¡ La verdad me he llevado una sorpresa!
Saludos
Felipe Huerta
Perfecto: nos van empezando a llegar las evidencias de una multitud de universos más o menos semejantes, todos poblados por mi amigo… Gracias a los corresponsales [y a mi amigo] 😉