Un ejercicio excéntrico: no será frecuente la necesidad de hacer algo como lo que se propone pero ¿qué más da?
La propuesta: escribir el monólogo de un personaje que corre: el truco está en que el ritmo acelerado de la carrera se refleje en el discurso.
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Pinche güey, creo que anda más pedo que yo. ¿Cómo me convenció de meternos por este callejón de mierda? Y luego su cuate, que no le quiso ni abrir la puerta al verlo tan pasado de jarra. ¡Carajo, si son más de las tres de la mañana! ¿Qué pedo con esa luz del poste, que hace rato ‘taba prendida? No mames. ¿Cuantos son? ¡Mi chamarra! Vale verga. Pí-ca-le. A-güe-vo. Me. Van. A. Al. Can. Zar. Si. En. To. Las. Pa. Tas. Co. Mo. E. Le. Fan. Te. Vo. Y. En… Cá… Ma… Ra… Len… Ta… … … l… a… l… u… z… … … ¡T… A… X… I… …! ¡Ya… chin… gué…! No. Me. Si. Guen. ¿Dón-de se que-dó e-se ca-brón? ¡Qué pen-de-jo! Ni ma. Dres. Yo ya. No me. Meto. Aquí… lo… espero… Y ese… taxista… que casi… me atro… pella… … … Psss… Ya no salió aquel.
Justo en esta solución no había pensado, JD…, pero precisamente por eso me interesa. Gracias por venir y saludos.
Este monólogo ocurrió tal como lo describo. Es interesante que, mientras iba corriendo en estado etílico :), mis ideas se acomodaban de acuerdo a los pasos, que sentía lentísimos. Después, el resuello tomó el mando y cada pensamiento estaba entrecortado. Sólo quieto puedo pensar rápidamente 😉
¿De verdad? Con eso resulta aún más interesante. A lo mejor sería buena idea utilizar el «recurso» (fea palabra) para escribir una historia completa…