(Esta pequeña crónica, parte de una serie en la que varios escritores recordaban sus dieciocho años, fue publicada hace un par de días en el diario El Financiero.)
Todos temíamos que nos tocara bola blanca en el sorteo y nos forzaran a hacer el servicio militar. Yo pensaba en cortes casi al rape, en largas sesiones de correr y saltar, en lemas como los que gritaban los soldados –«ya menos que humanos», como había leído no sé en donde– de Pelotón o Cara de guerra… Y a la vez, desde luego, todos sabíamos que las probabilidades de que nos tocara bola blanca eran muy pocas; así, la mañana del primer registro, que hicimos ante oficiales de la zona militar en un parque de Toluca, fue menos trepidante que cordial y menos cordial que aburrida. Había uno o dos amigos con los que no pude hablar y muchos desconocidos; todos íbamos vestidos más o menos igual, peinados a la moda de los últimos ochenta, envidiando a los pocos afortunados que tenían un reproductor de cassette y que al ostentarlo se ganaban miradas reprobatorias de sargentos y tenientes.
Los seguimos envidiando a la semana siguiente, ya en el estadio donde se había citado a toda mi generación –un par de miles, con cassette y sin él, de escuelas privadas y públicas, vestidos a la años ochenta o de manera mucho más pobre– mientras se llevaba a cabo el sorteo propiamente dicho. Estuvimos allí desde las ocho de la mañana, sentados en las gradas, mirando a un oficial sacar las bolas de una urna y cantando una blanca por cada diez o veinte negras. Todo fue bien hasta pasado el mediodía, cuando dejaron de aparecer bolas blancas. Pasaron varias horas. Un sargento, acucarachado sobre el pasto, contaba y recontaba; otro iba cantando los nombres de los que se salvaban; otro repetía que faltaba una blanca, nomás una. Todos nos pusimos a bromear y a gritarles. Yo estaba harto y no pensé siquiera en los grandes igualadores: el sol y la edad y el azar y las autoridades, que jamás volverían a caer al mismo tiempo sobre todos nosotros.
A las tres, o quizá a las cuatro, decidieron meter mano en la urna, sacar la última bola (que en efecto estaba sepultada hasta el fondo) y ponerla otra vez pero «más arribita». La igualdad terminó para siempre: el pobre tonto a quien al fin le tocó hacer el servicio recibió trompetillas de un estadio completo.
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El servicio militar, cómo olvidarlo. Todas esas mañanas de sábado perdidas en nombre de ciertos «valores», de ciertos nombres tan apreciados por la demagogia: «patria» y «nación», por ejemplo. Pero en mi batallón servir a la patria era sinónimo de limpiar baldíos, encalar troncos de árboles, marchar en desorden, soportar insultos de los cabos y sarcasmos de los oficiales. Y por acá no es que nos falte luz de día para esos menesteres.
Yo guardo un recuerdo de mi primer día de servicio militar: un milico de mando medio -muy gritón y al que los demás obedecían sin chistar- fue el encargado de darnos la «bienvenida». Parte de esa bienvenida consistió en insultarnos y burlarse de nosotros; «civilones», nos llamaba. En una de esas nos pidió ponernos en posición de «firmes», y yo, que recordaba muy bien los lunes de honores a la bandera en la primaria, estiré mis brazos paralelos al costado de mi cuerpo mientras mi dedo pulgar hacía angulo de 90º con mi mano. El milico ese caminó entre nosotros y al llegar a mí me tomó del pulgar y torciéndomelo dijo: Dije firmes, civilón pendejo, el pulgar debe ir pegado a la mano. No lo pude evitar, en voz alta le dije que era un hijo de puta.
Las consecuencias no fueron tan graves: ese día me quedé encuartelado y tuve que barrer el patio. Pero nada más. Pensé que mi servicio militar se convertiría en algo muy desagradable de ahí en adelante, pero al siguiente domingo había otro milico, uno que se me acercó y me preguntó: ¿fuiste tú quien le mentó su madre a X?. Sí, contesté. ¡Eso!, dijo palmeándome el hombro, me caen bien los cabrones con huevos.
Hola Chimal, un saludo. Cuando vi la foto no lo podía creer, y es que es de mi rancho, bueno, casi me nacionalizo jajajaja. Puedo asegurar que esa foto es de Huajuapan, en fin.
El servicio militar fue toda una experiencia para mi, tanto, que por poco me enlisto… y no me arrepiento de no haberlo hecho jeje.
Aunque hasta cierto punto fue también desilusión, porque pensé que me enseñarían a usar armas, o no se, algo de defensa personal mínimo (ideas estúpidas claro). Y en cambio, nos enseñaron a marchar… chale.
Por cierto, los ejercicios que tienes por aquí en tu blog, casi siempre intento seguirlos en mi blog, aunque necesito mucho ejercicio jeje. Ora que me sienta no tan malo, me aviento a entrar a un concurso de hacer una historia de la foto que publiques.
Saludos.
El soborno y la fantasía.
Una larga fila para alistarnos, un secretario me mencionó que había que llegar con $50 la próxima vez que viniera para que me tocara la bola negra, lo medité mucho porque para 1998 el servicio militar consistía en pintar banquetas y árboles o bien en la docencia, tareas en apariencia sencillas.
Ese día pasaron muchos con sus $200, $100, $70 ó $50, tengo que decir que a mí me habían dado el precio más bajo así que no podía quejarme, mas, én ese momento llegaron los auditores, ya habían pasado algunos amigos y con su respectivo dinero lograron evadir el servicio militar, y yo ahora no dependía de la misma situación.
Llegué enfrente del secretario corrupto, me hizo algunos gestos de que atrás estaban los auditores y sin más me dio mi precartilla con un sello de bola negra, así que salió aún mejor que barato, gratis.
Meses después me entregaron mi cartilla liberada y pertenezco al 3er. batallón de fusileros paracaidistas, nunca he tenido en mis manos un fusil y si he de ser sincero me dan miedo las alturas, así que cuando me imagino con mi paracaidas y mi fusil, siento como aterrado voy descendiendo lentamente mientras soy «carne de cañón», indefenso y con un pánico terrible, no sé si a la muerte en guerra o a imaginarme tan alto, afortunadamente no somos una nación belicosa.
Algunos tíos me platican de lo duro que era hacer el servicio militar en aquellos tiempos.
Hola a todos y gracias por compartir sus propias historias. Algún día debería hacerse, creo, un libro o algo así sobre el asunto… Muchos saludos.
Sí, eso de hacer servicio militar dicen que era duro. Bueno, mi padre me contó que era más físico y que los ponían a manejar armas. Acá a mi no me tocó. A pesar de que nos tocó bola negra nos condicionaron a hacer labores por cuatro semanas, qué joda. Y sí, teníamos que plantar arbolitos y los terrenos de los capitanes y cosas de esas.
Lo chingón, y que pocos dejaron de hacer, era ir y verte con la banda, con vatos, compas y colegas que en años no habías visto. Compas de primaria, secundaria y los nuevos que habías hecho en la prepa ahí estaban, cotorreándose a los sargentos y cabos. Uno sargento tenía fama de «mayate» o que le gustaban los jotos pues.
Lo que más recuerdo es que había un par de camiones, de los conocidos como «torton» para cargar con todos y llevarnos a donde íbamos a sembrar arbolitos. le cabían casi 500 personas. La orden fue «todos a los camiones». Renegamos al subi pero cumplimos con la orden. Lo malo fue que casi 200, por cada camión, se quedaron abajo. «Ok», dijo el sargento. «Muevan los camiones, a estos que quedaron abajo a ver en dónde nos los llevamos». Pero había gato encerrado.
Cuando «los de abajo» veían que se iban los camiones y festejaban, nosotros, «los de arriba», comenzamos a mentarles la madre. Ah, pero no contábamos que el camión frenara de pronto, con que con ese impulso haría que nos apretujáramos más y que sobraría un hueco donde cabían los 200 que faltaban.
«Órale cabrones, van para arriba. ¿No que no cabían hijos de la chingada?», nos gritó riéndose el sargento. Obviamente él tenía que ir a supervisarnos, a ver que a cada uno de nosotros nos dieran nuestra torta y una ración de agua fresca «de franela», dijo alguien. Así que se subió a acompañar al conductor de uno de los camiones.
Cuando avanzamos unos metros el camión de adelante se detuvo. Bajó el sargento, se dirigió a nuestro camión y señaló a dos chavitos: «Tú y tú, se viene adelante conmigo». Los dos bajaron entre la «carrilla» de todos. Eran los dos putitos que no faltan. «Saryent, ¿no que a usted le gustaban las morras?» le gritó alguien desde el anonimato de los mil que estábamos haciendo escándalo. «¡Cállese cabrón!, por ese comentario se quedan todos hasta las 3:00 de la tarde». Las mentadas de madre, cuando supimos que saldríamos dos horas después, le llovieron a ese pobre compa, además de que lo dejamos sin comer.
Hola un saludo para todos aquellos que fueron, son y seran paracaidistas.
Yo estube en el 2/o. batallon de fusileros paracaidistas.
Soy de la clase 1958 del SMN.
Tengo historias que contarles pero antes quiero saber por este medio si es que las puedo contar.
De ser posible me manden el himno de paracaidistas.
Gracias y hasta la proxima.
Saludos a todos… eso de hacer el servicio yo siento que es algo bien pero bien cañón…
Cuando fuimos al cuartel para entregar la precartilla estabamos toda la bola de mugres en pleno sol. Resultó ser que el sargento llegó 4 horas después y nos gritó: «A ver hijos de sus putas madres!!! Derecha, remisos… Izquierda, los de bola negra»… Y ahí van los weyes remisos…
No pss el sargento les empezó a mentar la madre, lo curioso era que lo hacía con tanto estilo que hasta nos hizo reir a los que eramos «bola negra»… Total, k cuando escuchó murmullos en nuestra fila nos grita «Callense bola de cabrones, o que, desayunaron verga de payaso?» (todo porque nos estabamos riendo)… Ahí fue cuando el destino me puso a prueba para saber aguantarme la risa con una absoluta cara de seriedad… Fué demasiado gracioso y pxx ya hasta Diciembre nos liberan las cartillas a todos los de la generación…
Te pones bn nervioso porque te gritan maldiciones y en vez de sentirte ofendido, te empiezas a cagar de la risa… chale…
Saludos a todos los de los comentarios de arriba, extraordinarias hazañas.
espero y algun dia nuestra querida patria no requiera de su servicio por que la verdad son un puñado de niños fresas y cobardes, creo y entiendo que la milicia es algo duro y dìficil para ustedes pero entiendan estuvieron cumpliendo su sv. militar quizà sembrando arbolitos o marchando en desorden pero creanme sus agallas y el presupuesto no dan para más, si sus padres tuvieron un adiestramiento mucho más duro que el suyo es porque tenian o tienen mas agallas que ustedes y son menos sensibles, espero que si en esta forma no pueden servir al país por medio del éjercito sean ustedes unos buenos estudiantes o trabajadores me conformo que sean buenos hijos que puedan sacar del bache a nuestro dilatado país, para ser mucho mejores y una cosa más disculpen a los milicos que alguna vez los atendieron ellos en casi la mayoria de los casos su escolaridad es escasa pero, de algo estoy seguro irán a donde ustedes no querrán ir a poner la cara por ustedes. si quieres un éjercito mejor comienza contigo mismo sé el mejor y así tu patria será mejor y tu éjercito de milicos burdos cambiara para ser mejor.
Hola a todos…aqui se comunica con ustedes 2 liberados de la (Pesadilla Militar Nacional) clase 1987 Totalmente encuadrados…
Recuerdo que un dia..(sabado, para ser preciso) estabamos en una conferencia en el comedor multiusos, porque tambien sirvio de auditorio..xD hablando sobre el plan de DN3..o algo así…nunca puse atencion a lo que decía el verdito cariverga…
Resulta…que las «tarantulas voluntarias» se sentaron enfrente de nosotros…uno de los nuestros..Manuel Alberto Aquino Cruz, de la ciudad de Poza Rica de Hidalgo, Veracruz… iba a tomarle foto a la mas ponedora, ya que se sento justo atras de ella. Yo y mi compañero sabatino le pedimos que le tomara no 3 ni 4 ni 5…sino 1 FOTOGRAFIA con el celular…el solo decia «AWANNTENNN..NOS VAN A CACHAAAR…» pues fijense que el verdito cariverga ni nos pelaba…. estabamos bien entretenidos con la tarantula voluntaria..y esperando a que manuel (alias Sastre, porque se la pasa haciendo chaquetas, y NO para vender) le tomara la tan ansiada foto. Pues la conferencia terminó exitosamente, y no obtuvimos retrato alguno de la tarantula (o cucaracha, es lo mismo) y cuando nos reunimos para ver la supuesta foto, todos empezamos a castrar al Sastre, diciendo que le tiene miedo a las viejas… cuando yo lo ofendi diciendo sus frases célebres, le pedi a mi compañero sabatino que me amenace diciendo que me iba a echar a su vieja…. fue cuando me voltee y enfrente del sastre le dije a mi compañero «Te voy a agarrar a madrazooosss..»(justo como lo dice el sastre) y asi como lo acordamos, amenazó con echarme a su vieja…yo le respondí «aala madre ahi mueeeree!!» y todos nos empezamos a burlar del Sastre….
Tambien fue el unico pendejo que estornudo en «acto civico» hacia la bandera, dijo que el sol era violador, y que el estornudo se debio a que su mayate se acordó de él (no es mentira, lo dijo en voz alta) aaah si…y que por su culpa los soldados nos decian «deeeje de ver poorrrnnooooo»
Ah sí, cuando lo cacharon filmando a un encuadrado haciendo lagartijas por llegar tarde, se unio a su causa pero por ordenes del verdito cariverga… nos empezamos a burlar de el porque le echaba «fibra» al principio, y dijimos que sí se habia tomado su chocomilk…pero como a la 8a lagartija, dijo que se lo estaba cargando la masacuata de payaso….y cuando tenia las manos en descanso, o en la bolsa, el soldado le decia: «saaacate las manos de los huevooos!!!» y yo un dia respondi: cuales huevos?? esta araña esta de voluntaria!!» y el dijo: ¿pues que hace aqui? y yo le respondi: » es que hoy se desperto creyendose hombre» todos nos empezamos a carcajear y el como si nada, poniendo su caracteristica cara de pez sargo…..por cierto…en el comedor, fue victima de bolillazos y un vaso de atole (porque ni a chesco llegamos) bien escupido…y le dijeron que como era atole, tenia espuma,.. y el muy pendejo no vio el pinche gargajazo que le metieron y era Verde como el uniforme de los carivergas…..y por ultimo, usamos su botella de agua y la llenamos con agua de la llave, total que a la hora de lagartijas NADIE le pidio agua, y el feliz de la vida tomandosela y burlandose que no nos daria ni un trago….tuvo un día feliz.