Escritura creativa

Frases habituales (1): «¿De dónde saca usted sus ideas?»

28 comentarios

Se dice que los escritores escuchan con frecuencia esa pregunta. Es verdad que sucede, aunque quizá no tanto como podría parecer.
      Lo curioso es que, a la hora de ponerse a trabajar, el escritor no necesariamente se plantea la cuestión de «buscar» una idea para poder comenzar a escribir; de hecho es muy probable que la idea, el germen de lo que quiere hace, ya esté allí: que ya tenga la intención de comenzar y algo de lo que asirse. He aquí otra frase hecha, pero verdadera: las ideas están por todas partes y lo más inesperado, lo más trivial, puede inspirar un proyecto de escritura que se emprenda con entusiasmo y se concluya satisfactoriamente.
      Hay que considerar que «idea» no significa necesariamente «resumen de una historia» ni mucho menos storyline (que es el término que se emplea en el guionismo, y que implica además la intención de resumir clara y sucintamente para hacer que el proyecto se entienda y, de hecho, que el productor se interese en financiarlo). Hay textos que no pueden plantearse como historias, desde luego, pero incluso los que sí son historias pueden, a veces, empezar a crearse sin conocer del todo cuál va a ser su planteamiento, desarrollo y desenlace. Una imagen, unas pocas palabras, un episodio aislado o un vistazo del carácter o el aspecto de un personaje pueden llegar antes que un resumen. Julio Cortázar, por dar un solo ejemplo, comenzó a escribir Rayuela por la mitad, en el capítulo 41, que en el texto terminado queda en la segunda parte, después de muchas aventuras y desventuras de sus personajes. Si se lee con cuidado ese capítulo se verá que no contiene referencias directas a ninguno de los anteriores: el libro creció hacia atrás y hacia adelante (y, dirían sus lectores más fervorosos, en varias otras direcciones).
      Más aún, el germen de un texto puede ser no sólo diminuto sino secreto: puede no aparecer en absoluto en el texto terminado. Según, su autor, Vladimir Nabokov, la novela Lolita tuvo el siguiente origen (que él recuerda en su epílogo «Sobre un libro titulado Lolita«, que aparece en la mayoría de las ediciones desde los años sesenta):

El primer estremecimiento de Lolita me atravesó a fines de 1939 o principios de 1940, en París (…) impulsado de alguna manera por una nota periodística acerca de un mono en el Jardin des Plantes, que, después de meses de coacción por parte de un científico, hizo el primer dibujo de carboncillo hecho jamás por un animal: este dibujo muestra las barras de la jaula de la pobre criatura.

De acuerdo con Michael Juliar, estudioso de la obra de Nabokov, éste podría estar recordando mal unas fotografías tomadas por un chimpancé, que él podría haber visto en un ejemplar de la añeja revista Life. En todo caso, el resultado es el mismo: la imagen (la idea) del prisionero que mira desde el interior de la jaula inspiró a Nabokov, como se sabe, el punto de vista del pederasta Humbert Humbert, el verdadero protagonista de la novela, quien cuenta su historia preso y esperando la muerte.

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¿El origen de Lolita? La foto tomada por Cookie.
Fuente: http://www.libraries.psu.edu/nabokov/zembla.htm

Las ideas que impulsan a escribir están por todas partes: esto quiere decir que cualquier cosa puede ser un punto de partida, y de hecho que la idea puede llegar sin que se le esté buscando y hasta sin que se le desee. Lo importante, por supuesto, no es la idea en sí sino lo que se hace con ella. Cuando sólo somos lectores podemos ilusionarnos con la idea de la inspiración súbita y perfecta que no requiere trabajo, que viene milagrosa y perfectamente formada, pero al querer escribir es necesario admitir que esto no es así: que se requiere trabajo, y mucho.

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Nabokov escribe en su cama

Ahora, la parte autobiográfica: yo escuché con más frecuencia aquella pregunta sobre las ideas hace mucho tiempo, cuando daba mis primeros textos a amigos y compañeros de escuela que prácticamente no leían nada: desde luego, les extrañaba la experiencia de tener que acercarse a un escrito tanto o más que de la rareza de los textos, que encima eran bastante raros.
      Años y años después les recuerdo que yo estaba por ahí y me disculpo con todos ellos: como todos me leían, pese a todo, supongo que debo haber sido muy fastidioso.[/fusion_builder_column][/fusion_builder_row][/fusion_builder_container]

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  • Información Bitacoras.com…

    Valora en Bitacoras.com: Se dice que los escritores escuchan con frecuencia esa pregunta. Es verdad que sucede, aunque quizá no tanto como podría parecer.       Lo curioso es que, a la hora de ponerse a trabajar, el escritor no necesariamente……

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  • […] This post was mentioned on Twitter by Alberto Chimal, IVÁN Ramos, Laura Martinez-Belli, Julio E. Lendeborg, Luis Sánchez and others. Luis Sánchez said: RT @albertochimal Nuevo en Las Historias: ¿De dónde salen las ideas para escribir? http://wp.me/pjEhq-1Pr […]

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  • A pesar de que no llevo tanto tiempo escribiendo, comparto casi todas las experiencias que mencionas acerca de las ideas para escribir. Yo suelo darles mis textos a amigos, y también pienso que puedo ser fastidioso por eso. Por otro lado, los leen cuando quieren o ni los leen.
    Me imagino que un escritor siguirá mostrando sus textos, antes de ser publicados, durante toda su vida, a amigos o personas más cercanas. ¿Tú cómo lo haces ahora?
    Bueno, nos vemos y que estés bien.

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  • Es verdad, Quique: en estos días yo sigo mostrándolos, aunque sólo a unas pocas personas muy cercanas. Creo que es una parte necesaria del proceso.

    Saludos y que tú estés bien también.

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  • Yo las idea no las saco de ningún lugar. Ellas vienen y me sacan a mí, a extraños lugares.

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  • La otra pregunta común:

    Si tuviera que irse a una isla desierta, ¿qué libro escogería?

    Borges contestó que Stevenson…

    Durante mucho tiempo me he burlado de esto. Después, en un viaje del que no sabía si regresaría tuve que elegir algunos libros para llevarme.

    La sorpresa es que no podía decidirme… Y pensé: esas malditas preguntas de periodista de cuarta tienen sentido.

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  • Las ideas para mí son a veces como demonios o ángeles; lo común en ambos es que me hostigan frecuentemente.

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  • […] This post was mentioned on Twitter by Alberto Chimal, augusto rubio acosta, Gene Robleda, beto buzali, Raul Karam and others. Raul Karam said: RT @albertochimal: José Luis Zárate (@joseluiszarate) responde a la pregunta: ¿de dónde saca el escritor sus ideas? http://bit.ly/cSlCHb […]

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  • Yo pienso igual que Zárate, que las mejores ideas llegan de algún lugar

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  • El asunto es que si de oficio se habla, entonces sí se podría tocar el tema más abiertamente. Ya lo dice la frase (no recuerdo a quien la profirió) «La inspiración es una farsa que los poetas inventaron para darse importancia» Y yo sí estoy convencido de que el pensamiento creativo no es un talento, sino más bien una habilidad que se desarrolla.

    Volviendo al tema, ¿De dónde saca usted sus ideas? creo que Stephen King lo dice de la manera que más me acomoda a mí: Empezar a jugar con la idea «¿Y qué pasaría si…?»

    Saludos.

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  • Las ideas son simplemente eso, ideas, y pueden llevarnos a crear cosas maravillosas, o a escribir cosas sin sentido, en el caso de algunas frases demasiado surrealistas.

    Para mi las buenas ideas vienen de vez en cuando (cada dos semanas), pues las ideas llegan todo el tiempo, todos los dias, pero las buenas ideas solo llegan de algo inesperado.

    Eso es lo que yo digo, o mejor dicho, lo que me dice la experiencia.

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  • Eso me han dicho, José Luis. 😉

    Isidro, Arkamenel, ¿no es curioso que con tanta frecuencia el asunto desemboque en metáforas?

    Soma, espero referirme a algunas de esas frases (sobre todo de las centradas en el trabajo de escribir) más adelante.

    Arturo, yo creo que es oficio. Lo de King suena bien pero no es más que un modo bonito de decir lo mismo.

    A.T., ¿qué tanto es demasiado surrealista? 🙂

    Saludos a todos.

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  • en algún punto siempre surge esa pregunta,pero, ¿crees que siempre se tenga que explicar el arte que uno hace?, yo no lo se. Por otra parte, cuándo es que decidiste «ponerte» ese «saco» tan pesado de escritor, yo por ejemplo aún no me hago llamar así, solo juego con las letras y también, com tú, comparto algunos escritos con amigos , amigos claro, que no leen nada, es quizá esa inseguridad de saberse bueno en alguna cosa. Gacias por compartir tus letras. chau.

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  • Bueno, con «demasiado surrealista» me refiero a cuando alguien escribe cosas sin realmente poner atención a lo que se escribe; pienso que es como una manifestación del subconsciente. Intentenlo algun dia, escriban sin pensar, dejen pasar unas semanas, y lean lo que escribieron, puede que en ocasiones, les parescan cosas sin sentidos, solo frases sin ninguna conexion entre si, pero si lo leen y lo piensan un poco, puede que llegen a sacar alguna idea.

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  • Autem, justamente creo que no hay que explicarlo todo. Más aún, que explicar todo es imposible. Es natural que busquemos fórmulas, metáforas, recetas para aprehender el proceso creativo, pero no son más que eso: la experiencia cabal es muy íntima, muy profunda, y precisamente tiene que ver con la creación de las palabras: ¿cómo se va a poder reducir a ellas?
    En cuanto a lo del «saco», yo tuve desde muy pronto en la vida el deseo de escribir, de inventar historias, y la verdad nunca me lo planteé así, como algo que pesara: al contrario. Hay muchas responsabilidades en lo que se hace, desde luego, pero el acto de escribir, que es (pienso) el acto por el que se es escritor, siempre ha sido para mí una gran alegría.
    Y en cuanto a los amigos, aquellos que no leían nada son personas con quienes conviví hace muchos años. Por suerte, muchos amigos de ahora leen muy bien y es un gusto platicar y discutir textos con ellos. 🙂

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  • Bueno, A. T., eso que describes es exactamente surrealista, porque es la famosa «escritura automática», que los surrealistas practicaban justamente para que el inconsciente del individuo se manifestara… 🙂 Saludos.

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  • Las ideas de un escritor son impredesibles… se comienza con una frase… Sus manos tersas, suaves, acariciaban la frente dormida de… y lo demàs fluye… son las mariposas que nos revolotean por la mente… solo viene y se plasman en el papel… eso no es fàcil… pero mucho tienen el don.

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  • Todo depende: unas veces las ideas vienen solitas y no hay nada más que dejar correr el bolígrafo y otras veces decides de qué quieres escribir, por ejemplo: el otro día yendo en el coche me paro en un semáforo y a mi lado para otro coche con hijo conduciendo y madre de copiloto. Iban discutiendo sobre el controvertido tema de los toros…
    Bueno, pues cosas así me incitan a escribir durante unos días sobre conversaciones que oigo. Otras veces es otra cosa y sobre ella escribo; pero claro yo no soy escritora, soy escribidora.
    Un saludo desde la otra orilla del océano.

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  • A propósito de lectores y escritores…

    La lectura sirve hasta cierto punto.

    Al final, lo que más sirve es la creación de la atmósfera creativa, del acto de escribir en sí, ¿o qué opinas, Alberto?

    Es decir, finalmente lo más importante es sentarte a realizar la alquimia interior.

    Uno de mis ejercicios favoritos es comenzar bajo el ritmo de alguna buena prosa que me tomé por ahí.

    La permanencia de las frases cortas, triste remedo del inglés, que no hace oraciones cortas, sino que se sirve de palabras cortas, es uno de los peores males que ha visto la literatura en español durante estos últimos años.

    Y todo esto se debe a lo que se lee ahora: BOLAÑO.

    El replanteamiento actual debe ser más equilibrado.

    Basta leer a Chimal en Los Esclavos, o en muchos otros cuentos, para darse cuenta que maneja las oraciones largas y cortas sin miedo, sin tapujos,llevadas bajo ritmo, sí, pero sin falsas melodías actuales que no pasan de ser divertimentos con los cambios muy marcados y gramáticas sin variaciones sintácticas.

    Por ejemplo, imitar la prosa más despeinada de Cortázar es una de las mejores formas de ir desopilando el conducto verbal.

    Equilibrarse, hasta sonar como Onetti o Carpentier, y luego de ahí buscar la forma mínima.

    El paradigma actual de la literatura mexicana es evitar el tema nacional, y cuando se le toca, hacerlo desde una perspectiva mundial, urbana.

    Yo pienso que toda gran atribución de universalidad está precedida por la significación de lo local sin miedos.

    Y no sólo la significación mediante el «retrato» naturalista, sino la resignificación del pasado y el presente bajo la cruel subjetividad del autor.

    Todos sabemos que el mundo que Chimal creó para los esclavos transita en una ciudad del México actual, y sin embargo nunca se trivializa el lenguaje, incluso cuando intenta serlo.

    Los premios literarios actuales suelen premiar el lenguaje de «calle»; su valor radica en la crónica o en la hsitoriografía literaria, pero no en el replanteamiento del idioma y de los símbolos, que son las dos cosas que la literatura plantea con más fuerza.

    De toda gran literatura sólo nos quedan los símbolos.

    Una de las fórmulas de la fama literaria, Borges lo sabía bien, es el adueñarse de símbolos que den un atajo al lector, que den tierra firme, sobre la cual asentar su lectura y su interés sobre un escritor particular.

    Borges eligió bien: espejos, tigres y laberintos.

    Paz: la india, el ser, los jardines, la ola y la piedra.

    Rulfo: el llano árido (significativos en el Bajío), los cristeros, los pájaros (siempre presentes como animalidad)y el cacique.

    Cortázar: el giro ad absurdum de cualquier evento (por operación de magnificación o cambio de perspectiva), el box, el jazz, la patafísica y la pesadilla persecutoria (más común en sus cuentos que el doble, aunque fuera este uno de sus temas de conversación favoritos).

    Y qué decir de los demás…

    De hecho, en un ensayo, creo que es La gloria parcial de Quevedo, Borges argumenta que es precisamente esa carencia de símbolos, lo que hace la distinción entre la gloria de Quevedo y Cervantes.

    Uno podría agarrar objetos al azar hasta darles una significación atractiva.

    Por ejemplo, imaginemos los siguientes autores hipotéticos:

    Escritor Alfa: habla sobre relojes, mujeres muertas, ríos y aviones.

    Una mirada rápida a este catálogo aleatorio opera bajo contraste, estética primaria de toda sociedad, que al ambiente irregular contrapone geometría euclidiana.

    Piensen en todos los motivos geométricos africanos, griegos, precolombinos.

    El valor de este autor radicaría en su forma de unir estos símbolos en un cuerpo coherente de creación.

    Nótese que por coherente no me refiero a una linealidad discursiva lógica. Todo autor sabe que mientras mayor sea el misterio, falso o no, en torno a su escritura, mejor para mantener a lectores discutiendo años y años sobre significados.

    La coherencia a la que me refiero es una suma de puntos que pueden ser unidos en diferentes juegos, como copos de nieve, haciendo que el lector decida lo que quiere leer de ese autor en particular.

    Así, Alfa tendría cuentos que suceden en aviones, aeropuertos y pilotos.

    También haría sendas especulaciones sobre los relojes.

    Se llenaría de datos respectos a estos.

    Sabría el año exacto en que se diseñó el primer reloj digital.

    Sabría la famosa cita de Einstein: «Si hubiera sabido lo de la bomba atómica, mejor hubiera preferido ser relojero».

    Haría un reloj especulativo, que no midiera el tiempo mientras pasa, sino guardaría un avance constante de la aguja según cierto número de muertes humanas.

    Y le llamaría al tiempo de este reloj, necrotiempo.

    Su importancia radicaría en alguna otra especulación…

    Un hábil lector, vería una gran relación entre el símbolo del reloj con el del río.

    Se harían sendas explicaciones sobre la aparición de estos caudales.

    Se hablaría de los cuatro ríos del infierno, de Heráclito, de las metáforas japonesas sobre el río, del avance, de una filosofía de vida…

    Para ayudarles, Alfa diría en alguna ocasión: Temo a los relojes, me fascinan, pero siempre me han parecido perversos.

    Esa es la mecánica más abundante.

    Uno podría hacer N escritores bajo este principio.

    Yo he visto que Alberto es un escritor sincero, los símbolos lo han buscado a él, y apenas empieza a definirlos.

    Cuando lo haga, muchos otros quedarán en el tintero de la abundancia estéril, errática, que termina teniendo aroma a falsedad.

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  • Ah,otra cosa, las ideas no vienen solitas.

    El lugar común, es el que viene solito, como las oraciones de apertura fáciles.

    Las ideas sí llegan un día, de botepronto, pero no son sino el resultado de una alquimia interna.

    Responder
  • Milton Rodríguez
    18/08/2010 12:46 pm

    Saludos a todos.

    La idea creo, tiene que ver mucho con nuestro recorrido diario,surge del más mínimo cambio en las cosas que vemos frecuentemente. Esa mínimo detalle que nos hace prestar atención en la cosa cotidiana es un factor casi mágico como una epifanía, pero si hay, como dice soma, una alquimia interna,– aplicada a lo visto– que es lo sabido por quien ve lo que ve, los filltros, la lente, las creencias.

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  • Alberto, un saludo muy caluroso. El tema es sumamente interesante y, no sé si también, muy oportuno, en un momento que una buena parte de los escritores parecen acogerse a una de las musas más facilonas que pueda haber: el mercado. Por no mencionar a otros, como cierta infame Chilena, que más bien han evolucionado con una adaptación que los hace muy exitosos: hacerse con las ideas, ya plenamente desarrolladas y consignadas de los demás. En fin, a falta de talento y, precisamente, ideas, queda entonces la estrategia.
    Ya en otro tono, creo que se requiere de un concurso inevitable de la imaginación para lograr toparse con las ideas, para lograr ser tocado a la manera de un proustiano momento privilegiado por ese fugaz fragmento de lo que sea, capaz de detonar toda una historia que valga el trabajo de ser contada.
    Ayer martes te vi en el noticiario de Canal 22 con motivo de un especial dedicado a Lovecraft; y quiero decirte que tuviste una excelente participación en el tema; como siempre, uno cree que se desaprovecha a los invitados de programas como este, en parte debido al tiempo de la televisión, siempre muy corto, sobre todo con los temas que a uno le gustan, y por otro lado debido a eso que noté precisamente en el programa referido y que suele ser común: el hecho de que el programa sea conducido por alguien que apenas tiene idea del tema tratado, y en vez de procurarse una información asesorada del mismo se lee alguna síntesis de WIkipedia (y a veces ni eso) y entonces se sienta a conducir dejando pasar aspectos que tendrían que ser tocados con más profundidad, una verdadera felonía sobre todo cuando tienes a una lado a personas que pueden hacerlo…., como sea, valió la pena por escuchar tus comentarios sobre el Maestro de Providence y su inefable obra. Por cierto, estupenda noticia la de que Del Toro por fin llevará En las Montañas de la Locura al cine, aunque sea con James Cameron de comparsa; yo hubiera preferido ya hace tiempo la película en manos de alguien como John Carpenter o, en todo caso, Ridley Scott, pensando en una adaptación que captara lo que significa la historia lovecraftiana, ese Horror Cósmico; pero todo sea por ver esa historia en la gran pantala. Del Toro alguna vez dijo en una entrevista que si filmaba esta obra, por supuesto que estaba consciente que no podría hacer una película más de esas de buenos vs. monstruo perseguidor (cosa que en esencia se la pasa haciendo en sus filmes), que tendría que ser un filme que logre transmitir y plasmar ese Horror Cósmico tal como lo plantea Lovecraft, etc. Me dio esperanzas pero también puso el listón muy alto, porque eso precismaente queremos ver plasmado los lectores de Lovecraft. Y pensar que esto s epueda gestar en el ambiente hollywoodense……en fin, ha darle el beneficio de la duda y ya veremos. Por cierto, de pura casualidad, ¿tú sabes donde pueden conseguirse Los Mitos de Cthulhu ilustrados por Breccia? Alguna vez tuve el libro en mis manos, pero de eso hace eones y eventualmente lo perdí. Por ahí en Internet alguien ya lo subió, pero nada como el libro, por supuesto.
    De nuevo, un caluroso abrazo, y espero regresar algún afortunado día al taller.

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  • pz la vdd yo no entendi nada jajajajaja

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  • Hola a todos. Estoy en preparar algo más sobre este tema y espero poder hacerlo pronto. Entretanto les propongo esta idea, en la que me hizo pensar uno de los comentarios de Soma: ¿cómo se determina –si se llega a eso– cuáles son los grandes temas, los símbolos de uno al escribir?

    En otras noticias, Fernando, cuando quieras serás bienvenido. Y… por desgracia no sé dónde conseguir el Lovecraft de Breccia: creo que no se ha reeditado. 🙁

    Saludos a todos.

    Responder
  • Bueno, leyendo mi penosa redacción de arriba, quizá valga la pena aclarar un poco lo de los símbolos y los autores.

    Mucho de lo que he pensado, Alberto, amigos de Las Historias, es que la literatura que pervive más fácil en la memoria de la gente está dotada de una coherencia potencial fabricada de reiteraciones simbólicas.

    No me refiero a tramas, sino símbolos.

    Hablemos de tramas.

    Borges hace un montonal de cuentos en donde el protagonista narra, a pocos momentos de su muerte o condena, una revelación o una iluminación.

    (El milagro secreto, las ruinas circulares, la biblioteca de babel, La escritura de Dios, etcétera)

    En las tramas de Poe ocurre que en la condena, también en primera persona, que sufre el protagonista al final de la historia, se da una revelación progresiva de la maldad o el hecho aterrador.

    (Manuscrito hallado en una botella, Corazón Delator, Gato negro, La casa Mortzgeinstein, muchos otros que no recuerdo.)

    Cortázar, por mencionar a otro, tiene un montonal de cuentos de exageración de un evento cotidiano para dotarlo del espíritu fantástico, claro que esta exageración es progresiva y está tejida con maestría.

    (La autopista del sur, las Ménades, Casa Tomada y otros.)

    Es obvio que estas reducciones no operan sobre toda la obra de los autores citados, pero son ejemplos de monomanías, no sé qué tan justificadas, que operan en la fabricación de tramas reiterativas.

    No obstante, es precisamente el hecho de que al final, estas tramas sean más perecederas que los símbolos que encumbran, por lo que podemos ver el verdadero poder de los símbolos, como atajos mentales, tierra firme, si se quiere, sobre la que se construye una personalidad tangible, encarnada, por la que podemos llamar a algo Borgesiano o Cortazariano.

    Muchos no podrían hablar bien a bien de lo que leyeron, de las circunstancias, los nombres, las épocas en que transitan estas tramas, pero todos recuerdan una máscara roja, un laberinto, un espejo, un jardín.

    Tengo la ligera impresión de que la consagración masiva de un escritor está supeditada a tejer símbolos que penetren la época con furor. Pienso que la obra que sólo tiene temas, pero no símbolos a los cuales reducirse, no pasará mucho tiempo en la memoria, porque los símbolos tienen la facultad de aferrarse al inconsciente colectivo.

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  • Creo, Soma, que tienes razón y para bien o mal es así. Justo en eso pensaba. ¿Qué opinan los demás?

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  • Hola les dejo un video de Steven Johnson sobre este tema con AUDIO en ESPAÑOL!

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  • Leonardo, creo que el video no tiene nada que ver con el tema de la nota pero está curioso. Gracias, saludos.

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