Nacido de hombre y mujer
Hace pocas horas se dio la noticia: ha muerto Richard Matheson (Estados Unidos, 1926-2013), uno de los narradores y guionistas más influyentes de la cultura popular del siglo XX. Su nombre no es tan conocido como el de otros escritores que se dieron a conocer en la ciencia ficción o el horror y pasaron luego a ser grandes figuras del canon literario, como Ray Bradbury o Philip K. Dick, porque Matheson no intentó jamás apartarse de los subgéneros en los que había comenzado su carrera, y también porque parte importante de su influencia no es directa: pasa o bien por otros escritores en su misma situación (incluyendo al mismísimo Stephen King) o bien por el cine y la televisión. Obras suyas han sido la base de numerosas películas y programas, incluyendo varios episodios considerados clásicos de la serie Dimensión desconocida.
Matheson, por otra parte, merecerá ser recordado como el precursor –o el primer gran exponente– de la narrativa apocalíptica contemporánea: su novela Soy leyenda (1954), en la que un solo ser humano sobrevive en un mundo conquistado por monstruos, no sólo es un libro extraordinario por derecho propio sino que es la base –no acreditada– de la película La noche de los muertos vivientes (1968) de George A. Romero, a su vez origen del cine actual de zombis y de todas las ficciones que ha engendrado en la cultura actual de occidente.
«Born of Man and Woman», una historia breve pero eficaz e inquietante, contada desde el punto de vista de un personaje que puede ser un niño o un monstruo, fue el primer cuento publicado por Matheson, que lo escribió a la edad de 24 años. Se publicó por primera vez en The Magazine of Fantasy and Science Fiction en 1950.
NACIDO DE HOMBRE Y MUJER
Richard B. Matheson
X – Este día cuando había luz madre me llamó náusea. Me das náuseas, dijo. Vi la ira en sus ojos. Me pregunto qué es una náusea.
Este día caía agua desde arriba. La oí por todas partes. La vi. Miré al suelo de la parte trasera desde la ventanita: chupaba el agua igual que labios sedientos. Bebió demasiado y se puso enfermo y todo marrón y blando. No me gustó.
Madre es bonita, lo sé. En mi sitio cama con paredes frías alrededor tengo un papel que estaba detrás del horno. Encima dice ESTRELLAS DE LA PANTALLA. En las imágenes veo caras como padre y madre. Padre dice que son bonitas. Lo dijo una vez
Y madre también. Madre tan bonita y yo bastante decente. Mírate dijo él y no tenía el rostro agradable. Le toqué el brazo y respondí está bien padre. Se estremeció y se apartó hasta donde yo no llegaba.
Hoy madre me ha soltado un poco de la cadena para que pudiera mirar por la ventanita. Así es como he visto caer el agua de arriba.
XX – Este día arriba estaba dorado. Cuando lo miraba los ojos me dolían, ya lo sé. Luego miro al sótano está rojo.
Creo que esto era iglesia. Dejan el arriba. La gran máquina se los traga y se va rodando y desaparece. En la parte de atrás va la madre pequeña. Es mucho más menuda que yo. Yo soy grande. Es un secreto pero he arrancado la cadena de la pared. Puedo mirar por la ventanita todo lo que quiera.
En este día cuando se puso oscuro había comido mi comida y unos bichos. Oigo risas arriba. Me gusta saber por qué hay risas. Cojo la cadena de la pared y me envuelvo con ella. Voy hacia la escalera haciendo ruidos. Cuando camino sobre ella cruje. Las piernas me resbalan porque no camino por la escalera. Mis pies se pegan a la madera.
Subí y abrí una puerta. Era un lugar blanco. Blanco como las joyas blancas que llegan de arriba algunas veces. Entré y me quedé quieto. Oigo un poco más de risa. Camino hacia el sonido y miro a la gente. Más gente de la que yo pensaba existía. Pensé que debería reírme con ellos.
Madre salió y empujó la puerta. Me dio y me hizo daño. Caí de espaldas sobre el suelo pulido y la cadena hizo ruido. Grité. Madre silbó por dentro y se puso la mano en la boca. Sus ojos se hicieron grandes.
Me miró. Oí a padre. Qué se había caído decía. Ella respondió que una plancha. Ven ayúdame a recogerla dijo. Él vino y dijo vamos tanto pesa eso que necesitas ayuda. Me vio y se enfadó mucho. La ira llenó sus ojos. Me pegó. Unas pocas de las gotas procedentes de mi brazo cayeron en el suelo. No resultaba nada agradable. Hacía muy feo. Verde a mis pies.
Padre me dijo que fuera al sótano. Tuve que ir. Ahora la luz me daba un poco los ojos. En el sótano no pasa igual.
Padre me ató los brazos y las piernas. Me puso en mi cama. Arriba oigo risas mientras que yo estoy callado mirando una araña negra que baja hacia mí. Me pareció oír que padre decía algo. Ohdios dijo. Y sólo tiene ocho años.
XXX – Este día padre volvió a clavar la cadena antes de que hubiera luz arriba. Tengo que probar a sacarla de nuevo. Dijo que yo era malo por subir. Dijo que nunca debía hacerlo otra vez o me pegaría mucho. Eso duele.
Me duele. Duermo el día y apoyo mi cabeza en la pared fría. Pensé en el lugar blanco de arriba.
XXXX – Saqué la cadena de la pared. Madre estaba arriba. Oí pequeñas risas muy agudas. Miré por la ventana. Vi pequeña gente como la pequeña madre y pequeños padres también. Son bonitos.
Hacían un ruido muy agradable y saltaban. Sus piernas se movían aprisa. Son como padre y madre. Madre dice que toda la gente que está bien se parece a ellos.
Uno de los pequeños padres me vio. Señaló hacia la ventana. Me solté y resbalé pared abajo hacia lo oscuro. Me enrosqué para que no vieran. Oí hablar junto a la ventana y pies corriendo. Una puerta sonó arriba. Oí a la pequeña madre decir algo arriba. Oí pasos fuertes y corrí a mi sitio de la cama. Puse la cadena en la pared y me tendí de cara.
Oí bajar madre. Has estado en la ventana dijo. Oí la ira. Apártate de la ventana. Has vuelto a sacar la cadena.
Cogió el palo y me pegó con él. No lloré. No puedo hacer eso. Pero el llanto corrió por toda la cama. Ella lo vio y se apartó haciendo un ruido. Oh diosmío diosmío dijo ¿por qué me has hecho esto? Oí que el palo rebotaba en el suelo de piedra. Ella corrió arriba. Dormí durante el día.
XXXXX – Este día tuvo agua otra vez. Cuando madre estaba arriba oí a la pequeña bajar despacio los peldaños. Me escondí en la carbonera porque madre tendría ira si la pequeña madre me veía.
Tenía una cosa pequeña viva con ella. Caminaba sobre los brazos y tenía orejas puntiagudas. Ella le decía cosas.
Todo estaba bien excepto que la cosa viva me olió. Corrió por el carbón arriba y me miró desde allí. Los pelos se le erizaron. Hizo un ruido de enfado con la garganta. Yo bufé pero saltó sobre mí.
Yo no quería hacerle daño. Tuve miedo porque me mordía más fuerte que la rata. Me dolió y la pequeña madre gritó. Yo cogí a la cosa viva apretando mucho. Hizo sonidos que yo nunca había oído. Apreté hasta aplastarla toda. Se quedó llena de bultos y roja sobre el negro carbón.
Cuando madre llamó me escondí aquí. Tenía miedo del palo. Se fue. Me arrastré por encima del carbón con la cosa. La escondí bajo mi almohada y me eché encima. Pongo otra vez la cadena en la pared.
X –Esta es otra vez. Padre me ha encadenado bien fuerte. Me duele porque me pegó. Esta vez le quité el palo de las manos e hice un ruido. Se fue y llevaba el rostro blanco. Salió corriendo de donde duermo y cerró la puerta.
No estoy tan contento. Todo el día aquí es frío. La cadena sale despacio de la pared. Y estoy muy enfermo con padre y madre. Les enseñaré. Haré lo que hice esa vez.
Gritaré y me reiré muy fuerte. Correré por las paredes. Al final me colgaré abajo con todas mis piernas y reiré y les dejaré caer gotas verdes encima hasta que sientan no haber sido buenos conmigo.
Si intentan pegarme de nuevo les haré daño. Lo haré.