Con el terremoto del pasado 19 de septiembre (justamente en el aniversario del sismo devastador de 1985), muchas personas nos dedicamos a difundir información sobre labores de ayuda y rescate en México. Por esta razón no había aparecido nada en este sitio ni en el canal de videos que tenemos Raquel Castro, mi esposa, y yo.
Sin embargo, una persona me preguntó en Facebook por cuentos que se pudieran leer a niños y niñas en albergues para damnificados por el terremoto. Obviamente, la labor de atender a las personas que han sufrido pérdidas a causa del desastre es importantísima, y puede ayudar a mitigar las consecuencias de lo sucedido. Por esto, aquí están siete cuentos, seleccionados entre materiales disponibles en línea, que pueden ser leídos en albergues. Después de la lista vienen algunas sugerencias y enlaces adicionales.
Estos cuentos, desde luego, no son todos los que pueden usarse: hay incontables textos disponibles en línea y en librerías y bibliotecas. La selección es de clásicos porque éstos siguen siendo un buen punto de partida para explorar algunas de las muchas opciones disponibles, y está hecha únicamente pensando en que se trate de historias interesantes y que permitan la discusión.
Es necesario recordar que la actividad de leer para los niños no equivale a darles una lección –por eso no hay en esta lista cuentos con «moraleja»–, y que a la par de ser una distracción y un entretenimiento, puede y debe involucrar a quienes escuchan como algo más que receptores pasivos. Lo mejor que puede suceder después de cada lectura es que se comenten las incidencias de los textos, qué personajes y hechos gustan y cuáles no, de qué formas se puede relacionar lo contado con la vida de cada quién.
¿Se puede usar estos cuentos si no se dispone de un cuentacuentos profesional? Sí. Hemos hecho un video sobre tema [agregado el 26 de septiembre], y junto con él dejo aquí algunas sugerencias:
Leer el cuento al menos una vez antes de presentarlo a los pequeños, para familiarizarse con el texto.
Ensayar, también, para asegurarse de leer con la mayor claridad posible.
No hablar con demasiada rapidez y pronunciar bien las sílabas.
Prestar atención a los escuchas, para involucrarlos en el desarrollo de la historia. Se puede hacer preguntas, por ejemplo, aunque no acerca de lo que ya han escuchado –no se trata de un examen– sino acerca de lo que no se ha relatado todavía (qué creen que va a pasar, etcétera).
Considerar que se pueden cambiar algunas palabras –para acercar más el sentido del cuento a quienes escuchan, por ejemplo–, pero sin desvirtuar su sentido ni su anécdota.
Al terminar, conversar con niñas y niños acerca de la historia que escucharon.
Y dar oportunidad de que ellos hablen, incluso si la conversación se separa del tema del cuento. Parte importante de esta actividad es que las personas involucradas puedan, también, llegar a hablar de sus propias experiencias.
Aunque no es lo habitual, también personas de mayor edad (desde adolescentes en adelante) pueden beneficiarse de leer o escuchar cuentos. Aquí mismo en Las Historias hay un archivo de buen tamaño con cuentos de todo tipo. Uno de los mejores archivos de cuentos en castellano se encuentra aquí (de él provienen varios de los cuentos propuestos arriba). Obviamente, habrá comunidades que requieran cuentos en otras lenguas.
Por cierto: si ustedes disponen de enlaces a otros cuentos que pudieran parecerles útiles en las presentes circunstancias, les agradeceré si los comparten en la sección de comentarios de esta nota.
Ojalá que todo esto pueda ser útil. Este es uno entre muchos esfuerzos que se están realizando para ayudar a la población afectada por el terremoto, y en redes sociales se pueden encontrar muchas otras fuentes de ayuda.
En lo que va del año, todo lo publicado en los medios alrededor de la nueva presidencia de Estados Unidos ha causado (sobre todo durante el mes de febrero) tal desconcierto y miedo que ha sido fuente de auténtico malestar en muchas personas y, de tan abundante, ha sepultado las noticias que más importan –por no hablar de sucesos que no tienen que ver directamente con aquel país– entre numerosos contenidos frívolos o sensacionalistas. Y aparte están, aún, el ruido y la desinformación sobre cualquier otro tema que ya son habituales en la redes.
En todo esto, me parece, hay un peligro real: el de perder el control de nuestra percepción del mundo, cederlo a esas fábricas de estímulos. El riesgo está en la obsesión con esas informaciones: en el sometimiento a una rutina de indignación o desahogo superficial (de incontables indignaciones y desahogos) que nos impida ver cualquier otra cosa ni pensar en el mundo más allá de las reacciones inmediatas a los nuevos escándalos del día.
Para informarnos mejor (en la medida en que eso sea posible) se puede intentar leer de manera más crítica y profunda el alud de los acontecimientos. Y para lograr eso, me parece, hay una herramienta a disposición, por lo menos, de las personas a las que le gusta leer: las novelas. En especial, novelas extensas, intrincadas, densas.
No me refiero a «libros que atrapen» al lector (en realidad eso es facilísimo, aunque se venda como una gran hazaña) sino a libros que propongan un mundo propio, reconocible, consistente, con mucha claridad y muchos detalles: un entorno que puede «explorarse» durante un tiempo prolongado, comprenderse y figurarse con ayuda de la imaginación, y que sea claramente distinto de la imagen del mundo que nos ofrece cualquier burbuja informativa. No se trata de que las lecturas sean escapistas (aunque no está mal escapar de vez en cuando, por ejemplo, de una sobredosis de «este tipo loco o maligno o ambas cosas a la vez va a acabar con el mundo y no hay nada que nadie pueda hacer para evitarlo»); se trata, sobre todo, de que nos ayuden a comprobar que hay otras formas de representarnos la existencia, y de que en ellas podamos encontrar modos de poner en perspectiva el bombardeo informativo de la actualidad.
La lista que viene a continuación es de cinco libros útiles para este fin y que, además, hablan del poder de diferentes formas.
Kalpa imperial de Angélica Gorodischer (1983).
Aunque difundido inicialmente como un libro de cuentos en dos partes, la autora –gran narradora argentina– prefiere considerarlo una novela. Es una historia que contiene muchas otras historias: en un lugar indeterminado de una ciudad, un narrador oral cuyo nombre no se revela nunca cuenta historia tras historia de su país, un imperio vasto y antiguo en el que ha habido guerras, traiciones, catástrofes, revoluciones y, a la vez, la vida simple de la gente perdura. Es una novela fantástica en la que no ocurre nada sobrenatural: el imperio no está en ningún mapa, pero podría ser casi cualquiera de los que se conocen de la historia del mundo.
Yo serví al rey de Inglaterra de Bohumil Hrabal (1971, también conocido con el título Yo que he servido al rey de Inglaterra).
La obra narrativa de Hrabal, novelista checo, es menos apreciada de lo que merece en la actualidad. Yo serví al rey de Inglaterra es una novela muy representativa de esa obra, pues muestra a personajes grotescos y sucesos estrambóticos pero al mismo tiempo los trata con una intuición sorprendente de la humanidad de unos y la trascendencia de otros. La historia es la de un tonto, llamado Ditie, que va ascendiendo por la Checoslovaquia del siglo XX –pasando por la ocupación nazi– hasta convertirse en millonario. Nadie se salva de ser mirado (y juzgado) por este personaje bestial y al mismo tiempo entrañable.
Noticias del imperio de Fernando del Paso (1987).
Esta es la novela que convirtió a las cabezas visibles de un ejército que invadió México a mediados del siglo XIX, coludido con lo peor de las élites locales de la época, en personajes populares de este país, figuras románticas, casi héroes de telenovela. Maximiliano de Habsburgo, y más todavía su esposa, Carlota de Bélgica, son protagonistas de una recreación minuciosa México durante la Segunda Intervención Francesa y el Segundo Imperio Mexicano, que del Paso describe desde múltiples puntos de vista. La novela contiene muchísimos episodios humorísticos, patéticos o terribles, y su tono finalmente es trágico: la instauración del Imperio es una locura que sólo causa la destrucción.
Jonathan Strange y el señor Norrell de Susanna Clarke (2004).
Esta novela de ambiente inglés y aristocrático recrea el periodo de las Guerras Napoléonicas, al comienzo del siglo XIX, como podría haber sido de haber existido magia en el mundo y la Historia que conocemos. Dos magos rivales –Norrell y Strange– dividen a su país luego de su intervención en diversos asuntos, incluyendo batallas navales y en tierra, y su enfrentamiento los encamina a una catástrofe a medida que se ponen a experimentar con fuerzas que no comprenden del todo. Los personajes están descritos con gran minuciosidad, y en su versión original Clarke reproduce, también, giros y términos del idioma inglés de ese tiempo.
El brujo del cuervo de Ngugi wa Thiong’o (2006).
Ngugi, autor nacido en Kenya, candidato constante al Premio Nobel, se inventa un país entero: la nación africana de Aburiria, profundamente corrompida por el régimen de un dictador. Violento, perverso, y sobre todo mentiroso, el soberano extraña el pasado colonial (en el que podía hacer realmente cualquier cosa, apoyado por sus amigos occidentales) tiene por sus peores enemigos a una activista y su esposo, un curandero falso que, pese a ello, es un estupendo sanador. Su enfrentamiento se cuenta como una narración oral y está lleno de episodios rarísimos, justamente como los que hay en tantos relatos antiguos de África.
* * *
Hechas estas recomendaciones hay que decir lo siguiente:
Por supuesto, hay muchos libros más que pueden invitar a la lectura atenta y laboriosa que éstos proponen.
Por supuesto, descontaminarse del mundo puede ser muy necesario, pero nunca es suficiente. También hay que volver a él y actuar. Poquísimas personas lo intentan y es de las grandes necesidades del presente.
El lunes pasado hice una breve lista: 10 libros útiles para quienes desean escribir. Son manuales, tratados, alguno que otro instructivo. No son los únicos que hay, ni mucho menos, pero todos se pueden encontrar (tanto impresos como en línea) y pueden ser útiles. Reproduzco aquí las recomendaciones –aparecieron por primera vez en Twitter– y les agrego sugerencias adicionales hechas en el momento por otras personas.
(Un manual de escritura no debe tomarse como un conjunto de recetas infalibles. Es más bien la descripción de las ideas y procedimientos que le sirven a una persona –quien lo escribe– y a partir de los cuales podemos hacer nuestros propios descubrimientos.)
He aquí 20 sugerencias de escritura que pueden ser útiles, en especial, para personas que comienzan a escribir novela. Tienen que ver con cómo organizarse para la escritura, qué errores evitar y cuáles estrategias emplear incluso aunque su utilidad no parezca obvia. Además, hay consejos sobre la escritura narrativa en general. Y, para variar, todo viene en video:
* * *
Este año, mi esposa, Raquel Castro, y yo hemos estado haciendo estos y otros videos: transmisiones por un canal de Periscope (los martes, alrededor de las 9:00 pm, hora de la ciudad de México), y #ListasRápidas: cortos de divulgación por un canal de YouTube. No pretendemos compararnos con los booktubers –que actualmente hacen una labor sin precedentes de difusión de la lectura–, pues además de que nuestros videos tienen otro formato, entre Raquel y yo tenemos la edad de cuatro o cinco de ellos, así que somos de lo que este otro video define como la «vieja guardia».
En todo caso, hay espacio para todos en la red. Ojalá estos consejos puedan servir.
Y, como se dice, agradeceremos sus visitas, sus «me gusta» y sus suscripciones: sus donaciones de dopamina para la vida virtual, pues. 😉
Estos últimos meses he estado traduciendo varios textos para una antología de cuento. Uno de ellos fue «The Albertine Notes» (Las notas de Albertine) del escritor estadounidense Rick Moody. Nacido en 1961, a Moody se le considera un autor privilegiado. Ganador de premios, con varios libros adaptados al cine, está entre los escritores contemporáneos importantes de su país.
«The Albertine Notes» no es una mala narración, aunque sí muy larga. No: digamos con franqueza que echa demasiado rollo. Sus pasajes de relleno –que pretenden «caracterizar» a los personajes con algunos lugares comunes sobre la familia, la vida urbana, las dificultades económicas en una recesión, etcétera– no se acaban nunca. Retacar así una narración, como para cumplir con la obligación de presentar un mundo «creíble» o «detallado», es un mal hábito de novelista, y de hecho en el siglo XX se habría dicho que las casi cien páginas de «Las notas de Albertine» eran una novela; incluso en éste, en el que ya nos hemos sometido a usar las categorías y tener las costumbres del medio editorial en lengua inglesa, se le podría llamar «novela corta».
En cualquier caso, la parte más interesante de leer a Moody –para mí al menos, que lo traducía– fue otra: cuánto de su narración se parecía a lo que hay en las narraciones de Philip K. Dick.
Estadounidense también, Dick (1928-1982) es hoy considerado autor canónico, pero durante su vida fue un escritor marginal, menospreciado por escribir mera «ciencia ficción» y desestimado por la «alta cultura». La película Blade Runner de Ridley Scott (1982) marcó el comienzo de su reconocimiento como una figura clave de la cultura del siglo XX. De no haber existido la película, es probable que Moody, que proviene de una tradición que nada tiene que ver con la ciencia ficción, no se hubiera enterado jamás de la existencia de Dick.
En cambio, como la historia de la cultura de fines del siglo pasado fue la que fue, al traducir me imaginaba a Moody en la tarea de copiar de forma descarada; incluso, tachando incisos de una lista a medida que escribía. Su historia es la de una realidad alterna (como El hombre en el castillo), apocalíptica (como en ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?), en la que los seres humanos intentan escapar de una existencia intolerable (Tiempo de Marte) usando una droga (Los tres estigmas de Palmer Eldritch). Sin embargo, los «viajes interiores» (Ubik) que deberían llevar a un mundo idílico («Los días de Perky Pat») hacen todo lo contrario (Una mirada a la oscuridad) y, mientras unos cuantos individuos tiránicos y bestiales (La penúltima verdad) tienen el poder en un mundo degradado (Dr. Bloodmoney), los demás tienen que intentar sobrevivir en el estupor de una realidad que se hace pedazos (En la tierra sombría). La única oportunidad de salvación, a la que el protagonista se sacrifica (Radio Libre Albemuth) tras haberse convertido en una especie de visionario («La fe de nuestros padres»), radica en que la droga permite trascender el tiempo e influir en el futuro («El reporte de la minoría»). El resto es el relleno que ya mencioné: color local del Nueva York en ruinas, pero no muy lejano de la realidad del siglo XXI, donde ocurre la historia.
Al terminar de traducir me pareció que nadie sería capaz de copiar tan cínicamente.
Entonces, la pregunta que se me ocurrió fue extraña. ¿Será que Rick Moody no conoce en absoluto la obra de Philip K. Dick, y su novela corta es el producto de una coincidencia monumental? Muchos autores que se consideran dentro del canon no se han enterado de la influencia de Dick y algunos otros autores «populacheros». Luego pensé que otros de esos autores, en vez de estar mal informados, esconden lecturas que les avergüenzan por creer que dañan su prestigio. Luego, pensé que a lo mejor Moody estuvo expuesto a obras dickianas de segunda o tercera mano, desde libros de sus contemporáneos (Mark Danielewski, David Foster Wallace, qué se yo) hasta Matrix…
De haber estado totalmente protegido de Dick, de haber escrito de manera absolutamente espontánea, su historia habría sido fantástica y a la vez un poco trágica (o ridícula). Rick Moody habría sido una especie de Pierre Menard involuntario: inventor absolutamente original, sin influencias, de algo que ya existía y era conocido por todos salvo él y unos cuantos amigos.
El final de la anécdota es feliz, sin embargo. Me puse a investigar un poco y encontré una entrevista en la que Moody explica que «Las notas de Albertine» son simplemente un «encargo de género» (a genre assignment) y menciona como modelos a J. G. Ballard y al propio Dick. Así que sí había una lista, o algo similar, y también algo de desprecio, y descaro. O algo similar.
* * *
Recomendación: Continuum, novela breve de Édgar Adrián Mora (Ed. Paraíso Perdido, 2015). El libro repasa la vida del gran guionista argentino Héctor G. Oesterheld (1919-?), creador de El eternauta y muchas otras obras cruciales del cómic de su país, y también opositor perseguido de la dictadura militar argentina que subió al poder tras el golpe de estado de 1976. Oesterheld, que ya vivía en la clandestinidad fue capturado y «desaparecido» en 1977 al igual que buena parte de su familia (y, por supuesto, miles más de argentinos opuestos al régimen militar que fueron torturados y asesinados); estos hechos se cuentan en la novela, junto con el resto de la vida de Oesterheld, yendo hacia adelante y hacia atrás en el tiempo y mezclando los sucesos reales del escritor con intervenciones de sus personajes. Sobre todo, la narración es hondamente sentida: Mora comunica muy bien su propio afecto por Oesterheld y cómo éste se propaga hacia las víctimas de la represión monstruosa de aquel periodo.
Una serie de invitaciones o de avisos: las últimas actividades en las que estaré durante el año, del día de hoy hasta el final de la Feria del Libro de Guadalajara, por si gustan asomarse a alguna. En los enlaces se pueden encontrar más datos sobre los lugares y las actividades.
(Y el comentario al margen: este fin de año viene durísimo. Ay. Si me ven por alguno de estos sitios, por favor no dejen de asegurarme que todo terminará bien…)
10:00 horas / Lanzamiento del concurso #TweetPorViaje en la Sala Interactiva de la FILIJ. Este concurso estará abierto durante el día 12 a los usuarios de Twitter. La convocatoria detallada está aquí, y lo esencial a continuación:
10:30 horas / Charla sobre Rafael Bernal y su novela Su nombre era muerte, un clásico secreto de la ciencia ficción mexicana, también en la Sala Interactiva.
19:00 horas / Presentación de Historia siniestra: dos micronovelas con textos y fotos que publica la editorial Cuadrivio, con Sarai Robledo, Isaí Moreno y yo. (Más del libro en esta nota.)
14:00 horas / Presentación de La partida, cuento en edición del Fondo de Cultura Económica, ilustrado por Nicolás Arispe, con Verónica Murguía y yo, en el Aula Magna (el cuento viene editado junto con La madre y la muerte, versión de Alberto Laiseca del cuento de Hans Christian Andersen)
15:00 horas / Firma de libros (tanto ejemplares de La partida como cualquier otro que se quieran llevar) en la Carpa de Firmas #1.
Centro Cultural de España en México
Martes 17 de noviembre
19:00 horas / Presentación de Encore. Cuentos inspirados en el rock mexicano, con Armando Vega-Gil, Raquel Castro, Pilar Ortega, Alejandro Mancilla y yo.
18:30 horas / Presentación de la antología Sólo Cuento VII (UNAM) con Rosa Beltrán, Sara Poot Herrera, Marina Perezagua y yo, en la Sala Antonio Alatorre, planta alta de la Expo Guadalajara.
19:30 horas / Firma de ejemplares de La partida (y cualquier otro, cómo no) en el stand del Fondo de Cultura Económica
12:00 horas / Charla y firma de ejemplares de la antología Festín de muertos (Océano) en el Set de Dramaturgia de Conaculta.
13:00 horas / Firma de ejemplares de la antología Sombras. Cuentos de extraña imaginación (Castillo) en el stand de Ediciones Castillo.
19:30 horas / Presentación de Escenarios para el fin del mundo (Océano), cuentos de Bernardo Fernández Bef, con Joselo Rangel, el autor y yo, en el Salón 6, planta baja de la Expo Guadalajara.
20:00 horas / Mesa redonda Realismo mágico: de México para el mundo, con Ned Beauman y Joanne Harris (yo seré el moderador); también en el Pabellón del Reino Unido.
20:00 horas / Presentación de Los atacantes (Páginas de Espuma) con Ignacio Padilla, Juan Casamayor y yo, en el Salón Mariano Azuela, planta alta de la Expo Guadalajara.
Viernes 4 de diciembre
11:00 horas / Visita a la Preparatoria #8 de Guadalajara, dentro del programa Ecos de la FIL.
17:00 horas / ¿El futuro existe todavía?, mesa redonda sobre ciencia ficción con Emilio Bueso, Toño Malpica y yo, con Benito Taibo como moderador, en el Salón 2, planta baja de la Expo Guadalajara.
19:00 / Presentación de El cuerpo secreto (Páginas de Espuma), cuentos de Mariana Torres, con Juan Casamayor y yo, en el Salón Mariano Azuela, planta alta de la Expo Guadalajara.
Y dos recomendaciones: la banda sonora de la serie animada Cowboy Bebop, compuesta por Yoko Kanno (seis horas de maravilla):
…y una novela: Dolly City, de Orly Castel-Bloom, autora israelí rarísima, delirante, divertidísima. Se dice que Etgar Keret se dedica a recomendar y regalar sus libros y no sería de extrañar, porque el sentido del humor y la inventiva de los dos son igualmente extraordinarios. Ésta es la historia de una ciudad que podría ser Tel Aviv o podría ser una pesadilla apocalíptica, repleta de ciencia loca, violencia, horror, y risa. Publicada inicialmente en 1992, hay edición en español en la editorial Turner.
Mañana, 9 de octubre, salgo a España: estaré en Madrid para promover Los atacantes, mi nuevo libro de cuentos, recién aparecido en la estupenda editorial española Páginas de Espuma. Además, voy a las II Jornadas «Figuraciones de lo insólito en las Literaturas Española e Hispanoamericana», organizadas por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de León, y también a Sevilla, al X Recital Chilango Andaluz. Los programas completos de estos eventos, y los detalles de por dónde andaré, a continuación:
SEVILLA (programa completo) Lunes 12 de octubre
Casa Ensamblá (Clavellinas 14)
20:30 horas
Darío Villasís – Exposición ‘Oda a la Vida’.
Fausto Esparza – Exposición (México)
Lectura de textos:
Alberto Chimal (México)
Javier Sánchez Menéndez
Israel Pintor (México)
Carlos Wamba
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12:00 horas
Conferencia «La imaginación en México»
con Alberto Chimal
17:00 horas
Mesa redonda «Escritores de la imaginación»
Alberto Chimal, Patricia Esteban Erlés y Juan Jacinto Muñoz Rengel
19:00 horas
Velada fantástica y homenaje a la editorial Páginas de Espuma
Lectura de textos con Alberto Chimal, Patricia Esteban Erlés y Juan Jacinto Muñoz Rengel
Si gustan, nos vemos por allá. No se sorprendan, si me encuentran, de verme sonreír: este es un viaje largamente esperado por varias razones, que incluyen ver un libro nuevo puesto a disposición de lectores de ambos lados del Atlántico…, y de la mano de Páginas de Espuma, una editorial que le ha apostado siempre al cuento como género y como posibilidad de apasionar y sorprender. (Y además, en la Universidad de León prepararon este dossier estupendo alrededor de Los atacantes…)
En cuanto los tenga, aquí estarán los datos de las cosas por hacer que también habrá en Madrid.
Muchas gracias a Juan Casamayor, Pablo Raphael, Eloy Barajas, Natalia Álvarez Méndez e Iván Vergara.[/fusion_builder_column][/fusion_builder_row][/fusion_builder_container]
Hace rato me dio por colgar en redes sociales (lo hago de vez en vez) un enlace a algún texto del archivo en esta bitácora. Siguiendo el hilo de una conversación, fuera de línea, sobre el poder judicial, y tras haber escuchado en la radio uno de tantos anuncios gubernamentales que hablan, al parecer, de un mundo paralelo cuyo México va de maravilla, recordé «Crónica del Gran Reformador» de Héctor Chavarría, aquel cuento –clásico subterráneo, de la muy mal entendida ciencia ficción nacional– en el que los aztecas conquistan Europa creando una realidad alterna. Ésta apenas se vislumbra, pero en ella la cultura mexica predomina en el mundo entero, envía sondas a otros planetas y tiene un desarrollo tecnológico, y filosófico, que parece superar a los del Occidente de nuestro mundo «real».
Puse el enlace, y pienso ahora, como hace rato, que el mero acto de proponer una narración triunfal para las culturas originarias de este país tiene que ser un acto provocador: va en contra de siglos de prejuicios fomentados por el racismo nacional.
Por otra parte, hay un detalle que cabe considerar: si bien el texto está escrito en español, que es la lengua materna del autor y aquella en la que ha creado toda su obra, se supone escrito desde esa otra realidad en la que todos hablan náhuatl y tienen nombres semejantes a los de los antiguos aztecas. Estaría –en su propio mundo ficcional– escrito en náhuatl. Pero hasta donde sé el cuento no ha sido traducido nunca: ni al náhuatl ni a ninguna otra lengua.
Fuera de México, traducida a otras de las lenguas occidentales, la narración de Chavarría podría tal vez insertarse en el movimiento, todavía en sus comienzos, de traducción de autores mexicanosajenos a las élites establecidas y los subgéneros «autorizados» durante el siglo pasado de la literatura nacional. Pero creo que sería aún más importante que la reflexión sobre la historia que propone el texto de Chavarría –y que otros más podrían proponer también– se abriera paso entre los hablantes de las lenguas mexicanas. ¿Cuál sería la lectura de la ucronía propuesta en «Crónica del Gran Reformador» entre los hablantes del náhuatl? ¿O, para el caso, del mixe, o del zapoteco, o del tzotzil?
Apenas hay traducciones de la literatura mexicana en español a esas lenguas. Y apenas hay atención a lo escrito inicialmente en ellas, en especial si sale de cierto conjunto de temas preestablecidos desde fuera de ellas: de una visión, francamente colonialista, de lo que las lenguas mexicanas tienen autorización a decir.
Si no una traducción del texto de Chavarría, sí sería interesante (provocador, contestatario: necesario) que existieran otras ucronías semejantes escritas en las lenguas originarias de México, y disponibles para los hablantes de esas lenguas.
Recomendación: Seveneves, una novela de Neal Stephenson, narrador estadounidense famoso como miembro de la última generación del movimiento Cyberpunk (Snowcrash, Cryptonomicon). Esta novela es ciencia ficción de la vieja escuela: le importan menos los «deberes» convencionales de la construcción novelesca que el especular con grandes ideas: la novela comienza «La Luna explotó sin aviso y sin razón aparente» y el hecho precipita la devastación total de la superficie terrestre: sólo un puñado de personas consigue abandonarla y sobrevivir en el espacio. Sin embargo se trata de ideas de hoy, ancladas en consideraciones profundas: la supervivencia de las sociedades y de la especie ante una crisis inevitable y apocalíptica, el enfrentamiento de la política y la ciencia, los caminos que todavía pueden tomar la civilización y la reproducción humanas. Ah, y casi todos los personajes importantes son mujeres, al contrario de lo que sucedía en otros tiempos de este tipo de literatura.
Este sitio comenzó como un blog. Se ha transformado y ya no tiene la forma de blog que tuvo hace diez años, pero sigue usando WordPress, un software de manejo de contenidos pensado inicialmente (a comienzos de este siglo) para blogs.
Y me dicen que escribir en blogs ha pasado de moda. De hecho, lo dicen desde hace tiempo. Parte de la opinión pública de la red (de las varias opiniones públicas, limitadas en sus alcances pero muy parecidas en sus comportamientos) lo ha decidido así, y lo ha hecho de la manera emotiva, irreflexiva e inapelable en que se decide casi todo en las comunidades en línea. Tendría que estar buscando lectores en otro lado, me dicen.
Desde luego, lo he hecho: me he metido en otras redes sociales (la que más me divierte actualmente es ésta). Desde hace un año, incluso, he publicado algunas notas en Medium, que para muchos es la herramienta obligada de la actualidad para la publicación de textos extensos en línea, y lo seguiré haciendo, al menos de vez en cuando: aunque esa red no ofrece ninguna posibilidad creativa radicalmente nueva, hay textos a los que puede servir la difusión social, a base de recomendaciones y repeticiones como las de tantas otras redes.
Pero no sólo las noticias sobre la muerte del blog como plataforma (no como «género», el blog nunca fue un género) me parecen exageradas, y no soy el único que lo piensa así. Además, hay personas que siguen utilizando los blogs de maneras interesantes y productivas incluso en países como éste. Además, aunque estemos obsesionados con lo instantáneo y lo presente, todavía tiene sentido dejar cosas en la red: hacer crecer la memoria almacenada aquí.
Y además, escribir en las redes sociales, por muy gratificante y útil que pueda resultar, es en el fondo darle de comer a las redes. No estoy repitiendo la queja antigua de que los textos publicados gratuitamente se exponen a ser plagiados (esa es otra cuestión): me refiero a que las principales beneficiarias de nuestra constante publicación («creación de contenido») son las propias redes, que pueden explotar nuestra presencia –nuestra información– de muchas maneras. Y si toda red y platafoma, por muy versátil y creativamente empleada que pueda ser, puede sin embargo transformarse, agotarse, desaparecer (recuérdese el caso de MySpace, o el de Geocities), la única otra recompensa que queda es la ilusión de la satisfacción inmediata y constante. Las estrellitas y los Me Gusta.
Y al menos para mí, al menos ahora, no tiene sentido escribir únicamente para eso.
(Otra cosa: si cada publicación en plataformas que no son esta bitácora es una publicación menos aquí, todas las publicaciones que hago en línea exigen tiempo que pierden cuentos, novelas u otros textos que no estén pensados para aparecer en línea de inmediato. Ese es un tercer problema del que tampoco escribiré ahora aquí, justamente porque cuando tú leas este texto estaré, probablemente, fuera de línea y peleando con una novela. Pero algo que sucederá también es que habrá más notas como esta –informales, rápidas– en este espacio, y menos en las redes sociales.)
* * *
Recomendación: Okigbo vs las transnacionales y otras historias de protesta (ebook — Amazon) de Luis Felipe Lomelí, publicado por La Pereza Ediciones. Una serie de historias cómicas (y de lo más sabroso) que son el reverso, y el complemento, del resto de la obra de su autor: las aventuras de un bienhechor que debería vivir en el mejor de los mundos posibles y vive en éste.
En otros años me daba por poner «cajas»: colecciones de enlaces, videos y otras curiosidades, en ciertas fechas. Ahora será para terminar el año 2013, que fue muy agotador y muy intenso y que no apunta (por lo menos en México) a casi nada bueno. Ojalá que nos vaya mejor de lo que parece.
I. 12 libros
No es una lista de los mejores libros del año (cosa imposible de hacer, aunque esté tan de moda hacer listas de eso y de todo) sino simplemente una serie de novedades que hallé durante el año y que merecen recomendarse.
1. La transmigración de los cuerpos de Yuri Herrera (Periférica). Una nueva entrega de uno de los mejores escritores vivos de México.
2. Los muertos indóciles. Neoescrituras y desapropiación de Cristina Rivera Garza (Tusquets). Una serie de ensayos muy audaces, a la vez comprometidos con la realidad política y con la experimentación literaria.
3. Esto no es una novela de David Markson (La Bestia Equilátera). Un libro transgresor y a la vez (muy raro) entrañable, parte de una serie de anti-novelas de su autor, fallecido en 2010.
4. La casa de hojas de Mark Z. Danielewski (Alpha Decay). Una de las mejores novelas de los últimos veinte años (un experimento tremendo y una historia de horror) traducida al fin al español.
5. Ciudad fantasma, antología de Vicente Quirarte y Bernardo Esquinca (Almadía). Una antología que documenta la tradición del cuento mexicano de imaginación fantástica y cómo ésta transforma y recrea (para volverla pesadilla) a la ciudad moderna.
6. Loba de Verónica Murguía (SM). Una novela que enfrenta la realidad de la violencia desde la fantasía heroica (con lo que abre un nuevo camino en esa tradición), y un logro grandioso de estilo y recreación histórica.
7. 25 minutos en el futuro. Nueva ciencia ficción norteamericana, antología de Bernardo Fernández Bef y Pepe Rojo (Almadía). Una compilación que hacía falta de la más nueva ficción especulativa del mundo de habla inglesa.
8. La fila india de Antonio Ortuño (Océano). Un libro estremecedor sobre los migrantes centroamericanos que cruzan México: uno de muchos aspectos de la actualidad nacional que apenas se mencionan.
9. Los predilectos de Jaime Mesa (Alfaguara). Una mirada al vacío de la actualidad y, sobre todo, de quienes están en la cúspide de la pirámide social.
10. Poemas de terror y misterio de Luis Felipe Fabre (Almadía). Una colección juguetona y sumamente original, que se apropia de los monstruos del horror clásico y contemporáneo.
11. Entre la luz de José Luis Zárate (Arlequín). Una serie de ensayos sobre cultura pop, cine, literatura e internet de uno de los auténticos autores mexicanos «de culto».
12. Pequeño diccionario de cinema para mitómanos amateurs de Miguel Cane (Impedimenta). Un libro hermoso y personalísimo que comenté aquí mismo.
II. Tres del Viajero del Tiempo
Una felicidad para cerrar un año que tuvo de todo: ya está en preparación El gato del Viajero del Tiempo, una nueva entrega de aventuras mínimas de este personaje que apareció primero en la red Twitter y luego en un libro (El Viajero del Tiempo) publicado en 2011. La editorial Posdata, en su colección de minificción Hormiga Iracunda, publicará esta segunda parte, igual que publicó la primera. Puedo decir desde ahora que el libro es distinto del anterior. Para empezar, no todos los textos se escribieron en la red y la forma del conjunto quiere ser más extraña, más juguetona y atrevida.
Para que cualquier interesado pueda darse una idea de qué contiene el libro, un fragmento de éste ha aparecido, con el título de «Tríptico del Viajero del Tiempo», en la Gaceta del Fondo de Cultura Económica, que se puede leer en este archivo PDF (véase la página 10).
III. Cine
Sólo porque sí, una película completa y subtitulada que encontré en internet: una copia de Oldboy (2003) de Park Chan-wook. Acaba de ser objeto de una remake, así que esta puede ser la oportunidad de que alguien la redescubra.
IV. Música
Tres listas:
1. Una que me pidió el portal SinEmbargo: se titula «Música para soñar» y contiene piezas y canciones asociadas con sueños y pesadillas. Cada una se explica con una pequeña historia. Todo se puede leer y escuchar desde aquí.
2. Una que me pidió el sitio La Oficina Live: ésta es de personajes extraños, que pueden asomarse (tal vez) en las piezas que elegí. Hay más detalles sobre el asunto en esta otra nota.
3. Una que no pidió nadie, pero qué más da: música para La torre y el jardín. Quien haya leído la novela podrá ver qué corresponde a qué con sólo echar un vistazo al índice. Hay piezas que usé mientras escribía y hay otras que hallé para acompañar ciertos momentos. Quien no conozca la novela –incluso, quien no esté interesado en conocerla– tendrá una selección muy rara, muy diversa, que podría no disgustarle. Hela aquí.
(Nota: las listas 1 y 3 utilizan el servicio Spotify.)
Ojalá que actuemos y no sólo esperemos que las cosas cambien solas. Nos vemos, espero, en 2014.