Un aviso rápido: este martes 27, a las 20:00 horas, tendré el gusto de cerrar el ciclo «Poesía en imágenes» del Cine Club Jaime Casillas, que recuerda al escritor y profesor con series de películas comentadas de lo más interesante.
Como pueden ver en el cartel, la película que elegí para comentar puede parecer incongruente con las otras del ciclo: alguien dirá que se trata de una película de ciencia ficción y que nada tiene que ver con la posibilidad de sugerir lo poético en la pantalla. Pero si van a la función sabrán por qué no estoy de acuerdo: por qué creo que 2001: odisea del espacio de Stanley Kubrick –uno de los grandes cineastas del siglo XX y uno de mis favoritos, además– puede entenderse incluso ahora (¡en 2010!) como un poema visual: un resumen, de hecho, de los años sesenta del siglo pasado y de varias de las aspiraciones más elevadas del occidente en ese tiempo y en cualquier otro.
El Cine Club Jaime Casillas está en el Foro Hilvana, situado en Colima #378, entre Salamanca y Cozumel, en la colonia Condesa de la ciudad de México. La entrada es de cooperación voluntaria: se paga lo que ustedes deseen. A ver si nos vemos allá.
Menos gimnasia verbal que gimnasia visual: la propuesta es realizar un caligrama, es decir, un texto en el que la disposición de las palabras y las letras en el espacio del papel (o la pantalla) sugiera la forma de aquello a lo que se refiere lo escrito. Un par de ejemplos:
Un caligrama de Guillaume Apollinaire
Un topoema (pariente cercano del caligrama, como se ve) de Octavio Paz
Usando sólo el teclado de la computadora será más difícil, por razones obvias, disponer los caracteres justamente en la forma deseada, pero tal vez se podría explotar, pese a todo, la alineación horizontal a la que obligan la mayoría de los editores de texto. Otra opción es que los interesados creen imágenes con sus caligramas, las suban a algún sitio y dejen aquí los enlaces.
¿Qué sentido tiene hacer esto «tan tarde en la historia» (como se dice)? La mayor parte de los juegos nacidos de las vanguardias literarias del siglo XX tienen entre nosotros una fama de vejez que no merecen. Cada uno de los artistas que buscaba entonces romper con la tradición lo hizo a su propia manera, y con la idea de no repetir lo que hacían los otros, y de esto resulta que muchos caminos abiertos entonces siguen en buena medida sin explorar. Son otra parte de la imaginación que le hemos cerrado a nuestra época.
(Esto va con un saludo para Vakirsktinkle, quien precisamente ha intentado su propio caligrama en el concurso de este mes.)
