¿Para qué seguir escribiendo aquí?
Este sitio comenzó como un blog. Se ha transformado y ya no tiene la forma de blog que tuvo hace diez años, pero sigue usando WordPress, un software de manejo de contenidos pensado inicialmente (a comienzos de este siglo) para blogs.
Y me dicen que escribir en blogs ha pasado de moda. De hecho, lo dicen desde hace tiempo. Parte de la opinión pública de la red (de las varias opiniones públicas, limitadas en sus alcances pero muy parecidas en sus comportamientos) lo ha decidido así, y lo ha hecho de la manera emotiva, irreflexiva e inapelable en que se decide casi todo en las comunidades en línea. Tendría que estar buscando lectores en otro lado, me dicen.
Desde luego, lo he hecho: me he metido en otras redes sociales (la que más me divierte actualmente es ésta). Desde hace un año, incluso, he publicado algunas notas en Medium, que para muchos es la herramienta obligada de la actualidad para la publicación de textos extensos en línea, y lo seguiré haciendo, al menos de vez en cuando: aunque esa red no ofrece ninguna posibilidad creativa radicalmente nueva, hay textos a los que puede servir la difusión social, a base de recomendaciones y repeticiones como las de tantas otras redes.
Pero no sólo las noticias sobre la muerte del blog como plataforma (no como «género», el blog nunca fue un género) me parecen exageradas, y no soy el único que lo piensa así. Además, hay personas que siguen utilizando los blogs de maneras interesantes y productivas incluso en países como éste. Además, aunque estemos obsesionados con lo instantáneo y lo presente, todavía tiene sentido dejar cosas en la red: hacer crecer la memoria almacenada aquí.
Y además, escribir en las redes sociales, por muy gratificante y útil que pueda resultar, es en el fondo darle de comer a las redes. No estoy repitiendo la queja antigua de que los textos publicados gratuitamente se exponen a ser plagiados (esa es otra cuestión): me refiero a que las principales beneficiarias de nuestra constante publicación («creación de contenido») son las propias redes, que pueden explotar nuestra presencia –nuestra información– de muchas maneras. Y si toda red y platafoma, por muy versátil y creativamente empleada que pueda ser, puede sin embargo transformarse, agotarse, desaparecer (recuérdese el caso de MySpace, o el de Geocities), la única otra recompensa que queda es la ilusión de la satisfacción inmediata y constante. Las estrellitas y los Me Gusta.
Y al menos para mí, al menos ahora, no tiene sentido escribir únicamente para eso.
(Otra cosa: si cada publicación en plataformas que no son esta bitácora es una publicación menos aquí, todas las publicaciones que hago en línea exigen tiempo que pierden cuentos, novelas u otros textos que no estén pensados para aparecer en línea de inmediato. Ese es un tercer problema del que tampoco escribiré ahora aquí, justamente porque cuando tú leas este texto estaré, probablemente, fuera de línea y peleando con una novela. Pero algo que sucederá también es que habrá más notas como esta –informales, rápidas– en este espacio, y menos en las redes sociales.)
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Recomendación: Okigbo vs las transnacionales y otras historias de protesta (ebook — Amazon) de Luis Felipe Lomelí, publicado por La Pereza Ediciones. Una serie de historias cómicas (y de lo más sabroso) que son el reverso, y el complemento, del resto de la obra de su autor: las aventuras de un bienhechor que debería vivir en el mejor de los mundos posibles y vive en éste.
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