No falta mucho (espero) para que pueda reanudar el taller de narrativa que acostumbro impartir. Mientras eso sucede, dejo aquí lo siguiente:
Los últimos meses del año pasado, noté que las preguntas que se hacían durante la discusión de los textos que discutíamos en el taller tenían con frecuencia estas dos cualidades: a) eran totalmente pertinentes en relación con el texto que se comentaba, y b) sonaban muy extrañas fuera de ese contexto. Es que se hacían al calor de la conversación y a partir de lo que todos sabíamos del texto ya leído: alguien que no estuviera con nosotros y no supiera exactamente de qué hablábamos no podría saber con precisión a qué argumento se referían, a qué mundo y qué situación precisa de una narración o del proceso de su escritura.
Por varias semanas fui tuiteando, después de cada sesión, las preguntas más raras que podía recordar de cada una. Luego reuní todas en este acopio de Storify. Ahora las reproduzco aquí. Sirven para ilustrar, pienso, lo que puede pasar en una sesión de taller que se propone explorar con seriedad –y también con disposición para el juego y para la sorpresa– lo que escriben las personas que lo forman. Además, se me ocurre que varias podrían ser semillas de otras historias…
No he puesto ninguna referencia a los textos que motivaron cada pregunta y que, después de todo, son de sus autores y sólo de ellos.
«¿Qué tanto le falta al mundo?»
«¿Cómo se siente cuando sueñas?»
«¿Cómo es la vida interior de un personaje soñado?»
«¿De verdad las arañas no son insectos?»
«¿Le pasa algo además de morirse?»
«¿Sus otros dos padres son los extraterrestres?»
«Las personas ¿se vuelven distintas con el tiempo? ¿O se vuelven iguales?»
«¿Aparte de no ser un ser humano tiene algún defecto?»
«¿No poder suicidarse es mala suerte?»
«¿Te das cuenta de que tu personaje es más hábil que Alejandro Magno?»
«¿Cuál de las dos caras fue la que le quitaron?»
«¿Una inteligencia no humana puede hacer corrección de estilo?»
«¿El Viagra hace efecto si uno se arrodilla y reza?»
«Si todos se llamaran Arcadio, ¿el cuento sonaría a García Márquez?»
«¿Y si la última mujer desapareciera?»
«¿Sabe el hijo que ha cambiado el pasado de su padre?»
«¿Qué pasa cuando se acaba la luz?»
«¿Cuáles son las implicaciones del capitalismo zombi?»
«Sí, está loco, pero ¿los ángeles le hablan de verdad?»
«Si los autores que escriben de futbol escribieran de tiro con arco ¿serían igual de populares?»
«¿En las favelas hay GPS?»
«¿El placer disuelve, licúa, disgrega, desintegra, o qué?»
«¿Por qué no salió bien su suicidio?»
«¿Puedes calcular mentalmente una raíz cuadrada?»
«¿Los sueños de ella lo transforman a él, o viceversa?»
«¿Puede un mexicano no ser corrupto?»
«¿El camaleón puede hacerse invisible?»
«¿Conoces al Ser de Metepec?»
«¿No somos todos una deidad para nuestros personajes?»
Por Twitter hallé un extracto de esta entrevista que George R. R. Martin concedió a un diario australiano. Martin, estadounidense, es por supuesto el creador de «Canción de hielo y fuego», la serie de novelas en las que se basa la serie televisiva Game of Thrones. Las palabras de Martin en inglés:
I’ve always said there are – to oversimplify it – two kinds of writers. There are architects and gardeners. The architects do blueprints before they drive the first nail, they design the entire house, where the pipes are running, and how many rooms there are going to be, how high the roof will be. But the gardeners just dig a hole and plant the seed and see what comes up. I think all writers are partly architects and partly gardeners, but they tend to one side or another, and I am definitely more of a gardener. In my Hollywood years when everything does work on outlines, I had to put on my architect’s clothes and pretend to be an architect. But my natural inclinations, the way I work, is to give my characters the head and to follow them.
That being said, I do know where I’m going. I do have the broad outlines of the story worked out in my head, but that’s not to say I know all the small details and every twist and turn in the road that will get me there.
Mi traducción al español:
Siempre he dicho que hay –para simplificar de más– dos clases de escritores. Hay arquitectos y jardineros. Los arquitectos hacen planos antes de clavar el primer clavo, diseñan la casa entera, dónde estarán las tuberías, cuántos cuartos habrá, qué tan alto será el techo. En cambio los jardineros sólo cavan un agujero y plantan la semilla y ven qué sale. Creo que todos los escritores son en parte arquitectos y en parte jardineros, pero tienden hacia un lado o hacia el otro, y yo soy definitivamente más un jardinero. En mis años en Hollywood, cuando todo se hace con resúmenes, tenía que ponerme mi traje de arquitecto y fingir que era un arquitecto. Pero mis inclinaciones naturales, el modo en que trabajo, es dar a mis personajes la ventaja y luego seguirlos.
Dicho lo anterior, sé a dónde voy. Tengo el esbozo básico de la historia ya trabajado en la mente, pero eso no quiere decir que sepa todos los pequeños detalles y cada giro y vuelta que dará el camino que me lleve hasta allá.
Como suele pasar, la clasificación está sesgada: funciona mejor para pensar en el trabajo de los narradores, y mejor todavía para pensar en el de los novelistas. El sesgo no es de Martin nada más, sino del presente: muchas personas no consideran ningún otro género salvo la novela (si acaso, agregarán el cuento) al hablar de escritores y de literatura.
Por otro lado, Martin tiene razón: a algunos narradores les puede servir más una planeación previa y rigurosa, y otros pueden necesitar espacio para improvisar, explorar…, como quiera decirse. Ninguna de las dos posturas es errónea, aunque otra costumbre de esta época es que muchas personas crean que hacen falta reglas y procedimientos: fórmulas preestablecidas de funcionamiento invariable. Sospecho que en parte se debe a la idea –defendida precisamente desde Hollywood y otros lugares con industrias poderosas de medios– de que el trabajo creativo puede realmente estandarizarse e industrializarse para volverlo más eficiente. Que un autor como George R. R. Martin, cuya obra se adapta semanalmente en una serie de éxito global, piense que su proceso creativo necesita lo inesperado y lo espontáneo es de lo más interesante.
(Eso sí, vale la pena recordar que cuando Martin habla de «dar a mis personajes la ventaja y luego seguirlos» lo hace en sentido figurado. Aunque la imagen es atrayente, y se suele usar como otras similares para impresionar a los lectores que no escriben, lo que ocurre no es, por supuesto, que los personajes actúen por su cuenta, sino algo todavía más extraño: que el proceso creativo es azaroso e impredecible incluso para quien lo lleva a cabo. Conviene recordar eso: George R. R. Martin tuvo que escribir cada acto de cada uno de sus personajes, por mucho que parecieran llevarle la ventaja.)
(Actualización: el taller se abrirá el 21 de julio y no el 14 como estaba proyectado originalmente. Vale decir, todavía hay tiempo para inscribirse.)
El centro cultural Donceles 66, de la ciudad de México, invita a un taller de literatura fantástica que impartiré desde el 14 de julio 21 de julio. El programa será el mismo del que se organizó, a comienzos de este mes, en el Instituto Cervantes de París (y sobre el que no he escrito nada aún; pero lo haré).
Este taller está dirigido a todas las personas interesadas en el tema y no exige ningún requisito previo. Su objetivo general: ofrecer a los participantes un panorama de las propuestas, técnicas y corrientes más representativas de la literatura fantástica, así como un espacio en el que trabajar textos de este tema de su propia creación.
Duración: 10 sesiones de dos horas cada una (20 horas)
Horario: martes de 19:00 a 21:00 horas a partir del 14 21 de julio
Mecánica de trabajo: la primera parte de las sesiones se dedicará a la parte teórica: un panorama de la literatura fantástica desde sus orígenes hasta la actualidad, incluyendo lectura y comentario de obras representativas; la segunda parte de las sesiones se dedicará al trabajo práctico de los textos que los asistentes deseen presentar. También se podrán realizar ejercicios literarios orientados al desarrollo de la creatividad y la imaginación.
Contenido temático:
1. Lo fantástico es relativo: orígenes del término en la antigüedad y aplicación en la época moderna
2. El principio romántico: lo fantástico como opuesto a la razón ilustrada. Reinvención de lo clásico y «ampliación» del mundo
3. La fantasía de la locura: horror y sus derivaciones
4. La fantasía razonada: ciencia ficción, mundos subalternos y otros subgéneros
5. El sentido actual de lo fantástico: (mucho) más allá de Harry Potter
Costo: $250 por inscripción y tres mensualidades de $500.
Mayores informes en el correo electrónico cursosytalleres@donceles66.com.mx y en los teléfonos 9150 1468 y 9150 7219. El centro cultural Donceles 66 se encuentra en… Donceles #66, en el Centro Histórico de la ciudad de México, a pocos pasos de la calle de Palma.
El que sigue es el volante del taller con la información básica del taller, para quien pudiera interesar. Gracias y quedan invitados.