De nueva cuenta un poco de gimnasia verbal, semejante a aquel juego de las siglas que apareció aquí hace casi seis meses. Este otro es también un juego simple: inventar el nombre de una institución u organización cuyas siglas formen una palabra que vaya en contra de lo que se supone que la institución representa. Por ejemplo, podríamos tener la Confederación de Amigos del Cepillado y el Aseo (C. A. C. A.); el Grupo Unificado de Aseguramiento de la Rectitud, el Recato y la Obediencia (G. U. A. R. R. O.); el Destacamento de Eliminación de Locuras e Irracionalidades de la Realidad Inmanentemente Ordenada (D. E. L. I. R. I. O.)… u otros mejores, que sin duda se les ocurrirán a ustedes.
* * *
N. B. Hay varias versiones semejantes de esta propuesta pero la mejor que he encontrado, rarísimamente, proviene de Koba the Dread (Koba el terrible) de Martin Amis: un libro por demás serísimo, doloroso, amargo, sobre el dictador Josef Stalin (y un libro digno de leerse sin importar las convicciones políticas).
Otro de esos ejercicios de gimnasia verbal, pero ahora difícil: redactar un texto (una historia, lo que se quiera) en el que cada diez palabras se deje de usar una letra del alfabeto. Esto es: las primeras diez palabras no tendrán restricción, pero las diez siguientes no podrán tener (digamos) la equis; las diez siguientes, ni la equis ni la hache; las siguientes diez, ni la equis ni la hache ni la u…, y así sucesivamente. Desde luego, el texto tendrá que terminar en un grito (aaaaaaaaaaaaaaaa), en un sopor (zzzzzzzzzzzz) o en alguna cosa parecida…, pero el interés de una idea como ésta es ver hasta dónde se puede llegar.
1. Seleccionar dos consonantes con diferente sonido; digamos: l y s.
2. Escribir una historia muy breve usando palabras en las que aparezcan sobre todo, los sonidos de las consonantes elegidas. Siguiendo el ejemplo, habría que preferir palabras como sala, alisas, sosias, Lola…, y emplear otras consonantes sólo cuando no haya otro remedio.
3. Aquí viene el truco: escribir otra vez la misma historia, pero ahora empleando palabras en las que abunden los sonidos de dos consonantes diferentes a las elegidas al principio. Por ejemplo, en vez de l y s, usar m y la r vibrante que aparece en guerra, rojo, arriba, rueda…, con lo que amarra, rorro, mimo, remo, Roma y otras por el estilo deberían estar entre las palabras más abundantes en el texto.
Obviamente, la textura verbal de las dos versiones será muy distinta, porque sus sonidos lo serán.
1. Tomar una palabra cualquiera (digamos, casa).
2. Imaginar que la palabra es sigla de una expresión más larga; en el ejemplo, las letras C, A, S y A serían iniciales de sustantivos, adjetivos o verbos, como sucede (otro ejemplo) en ONU: Organización de las Naciones Unidas.
3. Escribir todas las expresiones que vengan a la cabeza y pudieran expandir la sigla. En el ejemplo, CASA podría ser Centro de Atención a Superhéroes con Alzheimer, Confederación de Automovilistas contra la Seborrea y el Apio, etcétera.
Felicitaciones adicionales a las siglas que se contengan a sí mismas (por ejemplo, ORO = Organización de Recolectores de Oro).
En los talleres se acostumbran ciertos ejercicios que imponen restricciones en el vocabulario o la sintaxis: no usar la palabra «que», por ejemplo, o escribir sólo palabras con una vocal como Oscar de la Borbolla, o prescindir de una vocal como Georges Perec, o hacer prosa con metro como Daniel Sada. He aquí algunas posibilidades menos frecuentadas; todas sirven para la misma gimnasia verbal y (como muchos otros ejercicios) no tienen que servir para más de esa gimnasia: no pueden ser la base de una poética ni nada semejante.