Etiqueta: Francisco Hinojosa

Enciclopedia

El escritor mexicano Francisco Hinojosa (1954) es conocido principalmente por sus narraciones para niños, de las que la más famosa es La peor señora del mundo. «Enciclopedia» es una de sus incursiones, menos frecuentes, en la narrativa dirigida a adultos, y una gran muestra de su humor y su capacidad para sorprender con formas y tramas inusitadas. Fue publicado inicialmente en 1999, en la revista Letras Libres, y después reunido en el libro de cuentos Un tipo de cuidado (2000). En su momento, el texto fue leído en relación con la huelga de estudiantes que tenía cerrada la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México); ahora puede verse claramente que no se refiere a los acontecimientos de entonces, aunque ciertamente se desarrolla en el mundo académico. Su narrador, que sabe o cree saberlo todo, es un extraordinario personaje cómico.

Francisco Hinojosa

ENCICLOPEDIA
Francisco Hinojosa

Uno

No comprendo las razones de la Dirección. Me pidieron que diera un llamado Curso General y ahora no saben cómo pararlo. Es claro el boicot que me han declarado las autoridades administrativas, la Junta de Gobierno y el Colegio de Profesores.
      La idea, ciertamente innovadora, y por lo tanto no exenta de riesgos, de impartir una cátedra amplia a los preuniversitarios provino de ellos. Un estudiante con conocimientos amplios seguramente elegiría una mejor carrera y tendría mayores perspectivas de vida que uno ignorante del mapa del conocimiento: la era de las especialidades ha llegado a su fin. Qué duda.
      Ciertamente yo reunía todas las aptitudes impuestas al perfil que diseñaron: hay pocos enciclopedistas en el mundo que se precien de conocer los principales compendios del saber humano. Más aún: saberlos, practicarlos, ejecutarlos.
      Además, precisamente eso significa enciclopedia: «ciclo educativo completo».

Ellos me buscaron con una importante suma de dinero por delante, me obligaron a renunciar a mi puesto de profesor de asignatura en la Universidad de Browninburgo.
      ¿Y ahora? Ahora quieren echarme. Quieren echarme por cumplir cabalmente con las tareas que me asignaron. Si no, ¿qué significan todos esos nuevos reglamentos aprobados, sin duda, para entorpecer mis enseñanzas?
      Por lo demás, es un hecho que mi clase es tan popular que antes los alumnos preferían reprobar el examen con tal de volver a cursar la materia conmigo. Hoy no es posible: el reglamento prohíbe repetir. Y la verdad, no sé aún qué les gusta más: las clases en sí, mi manera de exponer los temas, la sorpresa, el espíritu enciclopedista o yo mismo.
      He dado cursos de muchas cosas: de Literatura Escandinava Medieval (especialmente el Gylfaginning y el Skáldskaparmá), de Artes Marciales, de Cocina Práctica para Horno de Microondas, de Administración de Hospitales y de Casas de Cuna, de Orografía de los Andes y los Alpes, de Latín Vulgar, de Dominó, de Arpa Jarocha y de Lavado de Ropa. Etcétera.
      Y no todo ha sido capricho mío. Los pupilos lanzan al aire sus dudas y sus apetitos de conocimiento. Me preguntan: ¿Cómo se cultivan las zanahorias? ¿Es Hitler lo que nos han enseñado en los cursos de Historia? ¿Cree usted que Andy Warhol era un artista de vanguardia? ¿La marihuana causa adicción? ¿La cocaína? Etcétera. ¿La reacción profesional? : Cursos sobre Cultivo de las Raíces, Historia de la Segunda Guerra Mundial, El Arte y los Artilugios en el Siglo XX, Bondades y efectos de las Drogas e Introducción a Escohotado.
      Mis respuestas, por las que fui requerido en el Colegio, tenían que ser «la materia didáctica» del Curso. De eso no me cabe la menor duda. ¿Enseñar todo? Imposible. De cualquier manera, si ése hubiera sido el reto, habría llegado a lo mismo: el Cultivo de las Raíces, las Bondades de la Marihuana, etcétera.
      Todos los días me abordan estudiantes para decirme que tal o cual enseñanza mía les ha sido útil en la vida. algunos ejemplos: luego del curso que impartí sobre Elaboración de Aguardientes, uno de mis alumnos más avanzados compró una destilería y hoy es un tipo rico y próspero que me regala cada tres meses diez litros de aguardiente de caña con hierbas finas. Aguedita Minolta es conductora de un taxi, según me dice, gracias a la clase que di sobre Trabajos Alternativos. Lucas Vidal, alias El Muerto, tiene un consultorio homeopático que rige según los conocimientos que adquirió conmigo. Etcétera. Los casos de Chema Godoy (narrador), Irene Tournier (elevadorista), Chuy Mendieta (diputado) y Jerónima Salvatierra (lanzadora de jabalina) me llenan de gozo porque sé que su actual vida se gestó en alguna de mis cátedras.

Los problemas con la Dirección empezaron con mi clase de Técnicas de Besado. Susan Roth –estudiante de Chicago, con aspiraciones a ser actriz de reparto– preguntó, en el curso que di sobre Conversar es Humano: ¿nos podría enseñar, maestro, cómo besar ante una cámara? Por supuesto que al día siguiente impartí la materia Cómo Besar Ante los Otros. Para eso fui contratado, según me dijeron, para enseñar.
      Sin embargo, el profesor de Dibujo Geométrico se inconformó con mi materia, llevó el caso ante la Junta de Gobierno y me enviaron una «reprimenda».
      Viendo a Hannibal ad portas llamé a la Universidad de Browninburgo para solicitar mi reingreso, me aceptaron de nuevo en su nómina, renuncié al director, me pidió que no me fuera: que modificaría el reglamento. Al fin, decidí quedarme.

El caso es que ahora todo el mundo está en mi contra.
      Los colegas me aceptan como profesor. Me saludan cada vez que nos topamos en la cafetería o en los pasillos. Incluso comí con el decano Rasgado la semana pasada y no se incomodó conmigo. La maestra de Tablas Gimnásticas me regaló una virgen que ella misma pintó. Y así: en apariencia soy un maestro más.
      Pero en el fondo: he sentido el desprecio de muchos colegas: Huberto, Fiur, don Robert Tapia, la dulce Catita, Lope, Poncelis y la doctora Angelina. No me cabe la menor duda: Veritas odium parit para alguien que Vitam impendere vero.

Dos

Ya comparecí ante a Junta de Gobierno para exponer los fundamentos de mi Curso. Me cuestionaron mucho sobre mi técnicas pedagógicas, en especial las concernientes a los subtemas de las áreas de práctica Sexual, Consumo de Drogas y Cocina para Dos.
      Como al día siguiente me tocaba responder a la pregunta de Rolando Rijosa, «¿Cómo escoger entre una cosa y otra?», expuse ante la Junta el abecé de mi clase Fundamentos de la Elección y el Libre Albedrío.
      Supongo que mi exposición fue algo más que elocuente ya que los indecisos tomaron postura (en especial el vacilante Poncelis y la inestable doctora Angelina): sería expulsado del Colegio por los siguientes motivos:

  1. Incitación a la rebelión
  2. Comportamiento políticamente incorrecto
  3. Improvisación de conceptos
  4. Conducta reprobable y
  5. Faltas al reglamento interno (en especial me echaron en cara el artículo 49: «El maestro no podrá, bajo ninguna circunstancia, desnudarse en el aula ni besar a un(a) alumno(a)»).

Fuera del lugar donde se llevó a cabo la reunión con la Junta, el Aula Magna Charles Fourier, el estudiantado esperaba las conclusiones. Con un altavoz, el director dijo a los presentes que su maestro había decidido «renunciar». Mientras él hacía su falso anuncio yo negaba con el dedo índice todo lo que decía. Los estudiantes lo abuchearon.
      Sin embargo, custodiado por dos elementos de seguridad, fui a mi cubículo a recoger mis pertenencias. Aunque les advertí que, como decía el filósofo Bías: omnia mecum porto, me obligaron a llevarme los retratos de Voltaire, Denis Diderot, Pierre Larousse y Walter Yust, mi corbata, mi taza para el café y las cartas que me habían escrito mis alumnos a lo largo de los diez años que impartí cátedra en el Colegio.

Tres

En la Universidad de Browninburgo una tal Mashenka había ocupado mi lugar entre el profesorado. Lo lamenté.
      Lo lamenté porque lo que más me gusta en la vida es enseñar y, al parecer, la puerta se había cerrado.
      Sin embargo, a un enciclopedista de mi rango nunca se le cierran las puertas por completo: sabe todo.
      Pane lucrando, durante algún tiempo conseguí diversos trabajos regularmente pagados: hice el diseño de una máquina para procesar camarón seco, compuse canciones para un trío, jugué en un equipo de futbol, hice el aseo en una mansión y extraje muelas, apéndices y una vesícula.
      Hasta que, dos años y medio después, el director, Huberto y Fiur me pidieron que regresara. Me negué: dignidad. Me suplicaron: los cachorros estaban abúlicos, indiferentes, raros. Acepté: libertad. Aceptaron: cualquier cosa a cambio de que el colegio volviera a tener vida.
      Cargué con mis retratos de Voltaire, Diderot, Larousse y Yust y me instalé en mi nuevo cubículo.
      Mi primera clase la tuve que dar en el Auditorio Aldous Huxley porque en el Aula Magna Charles Fourier no cabían todos los alumnos del Colegio. Versó (la clase) sobre Papiroflexia.
      Asistieron también, en calidad de oyentes, casi todos los maestros regulares (ausentes: la dulce Catita, que tenía catarro, y Poncelis, que vacacionaba en la playa con su amante). Don Robert Tapia me preguntó: ¿qué es la geometría? —materia que por cierto él conocía de sobra ya que era el encargado de impartirla en el Colegio. Por supuesto, como guiño cordial, mi siguiente curso fue Lo que es la Geometría.
      Para entonces las cosas ya estaban muy claras: yo era el Colegio.

Cuatro

Y sucedió, para fortuna de todos, que al director le llegara un síncope que lo dejara parapléjico. La Junta quiso imponer a Lope, luego a Robert Tapia, hasta que en un nuevo y sorpresivo sufragio obtuve yo la mayoría de los votos.
      Mi primer acto de gobierno fue modificar los planes de estudio: ya no se impartirían materias especializadas. A aquellos maestros que decidieron enciclopedizarse a sí mismos para formar parte del nuevo cuerpo docente les di la bienvenida. Quienes optaron por el reclamo, la negativa y la resistencia fueron liquidados conforme lo marca la ley.
      Mi tarea, además de gobernar, fue impartir la Clase de Clases, como se llamó el curso de preparación de maestros enciclopedistas.
      Contraté a la tal Mashenka de Browninburgo para que me auxiliara en la preparación del profesorado, y otorgué a los alumnos un año sabático, que fue mal visto al principio por la Junta de Padres de Familia, pero que luego, en cuanto informé acerca de los beneficios de mi nuevo plan de estudios, fue apreciado con justicia: Chi va piano, va sano.

A lo largo de ese año de preparación, las cartas de los estudiantes llenaron mi oficina. Tuve que recontratar a la dulce Catita, que había sido finiquitada generosamente, para que leyera las cartas, las contestara e hiciera la clasificación de las dudas, propuestas y preguntas de la primera generación de estudiantes enciclopedizados.
      A partir de esa clasificación elaboré los cursos que se ofrecían durante el primer año. Había dos opciones:

  1. Se impartirán las clases simultáneamente, de tal manera que el alumno pudiera asistir a la que más el atrajera.
  2. O bien, el Colegio sería una gran Aula a la que todos tuvieran acceso.

Decidí lo primero, a pesar de las protestas de algunos que querían entrar a todas las clases.
      Con base en los deseos de conocimiento expresados por los pupilos en sus cartas armé las primeras materias de cátedra: Fabricación de Puros, Introducción a la Litografía, Orinología, Compostura de Excusados, Administración de Burdeles y Casas de Juego, ¿Es La Guerra y la Paz una novela rusa?, Psicoanálisis y Charlatanería, Mambo, Danzón y Chachachá, Montesquieu Hoy.

Cinco

A la inauguración de los cursos asistió el presidente de la república, tres secretarios de Estado, el director de la enciclopedia Mis primeros conocimientos y muchos de los empresarios cuyos hijos se habían inscrito en el Colegio.
      Fue una ceremonia sencilla: corte de listón, develación de placa conmemorativa, ágape con vino y canapés. Para declarar formalmente la iniciación de cursos, Huberto impartió una primera clase en el patio central: ¿Cómo Enviar y Recibir un Fax?, a la que asistió el presidente –¿gesto?, ¿ignorancia?, ¿necesidad de ampliar sus conocimientos?– como un alumno más (hizo tres preguntas, anotó en su libreta y pasó al frente cuando Huberto preguntó si alguien sabía accionar el start o el stop).

Seis

Durante los primeros meses no fue difícil gobernar y administrara el Colegio. Los problemas comenzaron cuando las aulas se saturaron y se convocó al primer mitin.
      El CENA (Consejo de Estudiantes No Admitidos) reclamó su derecho a enciclopedizarse. Las protestas fueron subiendo de tono, colapsaron la ciudad, llegaron al despacho del secretario de Educación, se coludieron con la prensa y se extendieron por todo el país.
      El presidente me envío un fax a mi casa (que para entonces ya compartía con la tal Mashenka): me decía: «Tiene que hencontrar una solusión para que hesto no perturve a mi govierno». Le regresé el fax: «Mañana impartiré yo mismo una materia de cátedra sobre Ortografía al Enviar un Fax».
      El presidente comprendió mi mensaje, fue al curso, tomó notas, hizo dos preguntas (acerca del uso de la erre y de la hache) y pasó al frente a encontrar los errores en la frase «pero Que zuerte a cido averte konosido». Sacó una nota nada despreciable de seis punto cinco de calificación: si bien respondió al azar, el conocimiento y las buenas decisiones de gobierno no son ajenas al sabio albur.
      Al terminar la clase, los del CENA, que estaban esperando a que terminara la cátedra, lanzaron sus consignas contra él («No seas tranza, danos enseñanza», «No seas regio, queremos el Colegio», «Te apena, te apena, que no tengamos clases los del CENA»).
      El pobre recibió un botellazo en la cabeza, que yo mismo le suturé, y se fue a platicar conmigo a mi oficina. Le expuse lo siguiente:
      —La sociedad reclama enseñanza.
      —Llo hamo la edukasion —me dijo.
      —Demuéstrelo.
      —Husted pida.
      —Deme la Universidad.
      —Ez Sulla.
      —¿Con presupuesto?
      —Husted pida.
      Al día siguiente mandé a la dulce Catita con todas mis peticiones: éticas, humanas, materiales y financieras.

Siete

El mismo día que me dieron la Universidad, Mashenka se suicidó. Yo no estaba del todo seguro acerca de sus motivos. De cualquier manera le hice la autopsia. Dados mis conocimientos en anatomía, criminalística y teoría del suicidio, descubrí que la trayectoria de la bala que le segó la vida indicaba otra cosa: homicidio.
      Al día siguiente yo mismo impartí la materia Descubriendo al Asesino, al cabo de la cual recluté a noventa investigadores para que me ayudaran a llegar hasta el culpable.
      Ciento veinte horas más tarde, un grupo de cinco alumnos se presentó en mi oficina con un individuo de aspecto enfermizo, gorra de beisbolista y chicle bomba. Me explicaron, paso a paso, todas las pistas que siguieron hasta dar con el homicida. Pensé: Se non è vero, è bene trovato. Sin embargo, pronto deseché las dudas: asesino confeso, esposado y cabizbajo, dijo que amaba a Mashenka y que, al no ser correspondido, «me deshice de ella». Había sido jefe de meseros en la Universidad de Browninburgo. Lo remití al Ministerio Público para que se procediera conforme a la ley.
      La tristeza por la pérdida de Mashenka se vio compensada por la satisfacción que me dio la respuesta inmediata de los pupilos a mis enseñanzas.
      Enterada la prensa del homicidio y su pronta solución a través de mi cátedra, le hicieron una difusión excesiva al acontecimiento, entrevistaron a los detectives, al criminal y al procurador de justicia, que así se expresó:
      —Habremos de lograr más logros si la ciudadanía logra organizarse. Éste es un claro ejemplo de lo logrado.
      —¿Y sus propios logros? —le preguntó con ironía un reportero del semanario La cantaleta.
      —Nuestros logros son los logros de todos. Lo que logremos juntos logrará acabar con el crimen.
      Me llamó el presidente para felicitarme. Le dije que lo menos que esperaba de él era un pésame.
      —¿Thenia una rrelasion hamorosa con la oxiza? —me preguntó.
      —Era mi amante, ¿qué no ha leído los periódicos?
      Se disculpó de inmediato y me ofreció el ministerio de Educación.
      —El paiz lo nesecitta.
      Lo dudé al principio: la enciclopedia y la política, a mi claro entender, equidistan. Fiur y Huberto se encargaron de convencerme: «El país te necesita».

Ocho

Nombre a la dulce Catita rectora de la Universidad y me puse a trabajar en pos de una educación digna para el país.
      Mi primera iniciativa de ley -aprobada por mayoría contundente en las cámaras baja y alta, conformadas ambas por alumnos y ex alumnos míos- fue suprimir la enseñanza especializada e implementar -término que aprendí a esgrimir con soltura- la enciclopedización de la sociedad.
      El presidente me apoyó al principio, aunque me advirtió que habría mítines, resistencias, marchas y mucha presión. el procurador me dijo que el país no estaba aún preparado para eso, que habría huelgas de hambre, boteo, manifestaciones e inestabilidad. Lo convencí con una frase de Luis XV: Après nous, le déluge.
      No hubo tal: ni inconformes ni diluvio anticipado. Para sorpresa del ejecutivo y su gabinete, la gente tenía un enorme apetito de conocimientos.
      En cuanto al Nuplaes (Nuevo Plan de Estudios para la Sociedad) fue puesto en marcha, la población del país dejó sus haberes y deberes, y se puso a aprender nuevas cosas: Tarot, Cultivo Orgánico de Verdolagas, Reproducción de los Erizos de Mar, Tortura a Indigentes, Robo de Comercios, Cómo Prologar un Libro de Fernando Savater, ectcétera: hubo quien quiso aprender Ingeniería de Cajas Negras o Cuidado de Bebés por las Noches.

Nueve

Fueron veinticuatro años. Primero como maestro, luego como director del Colegio, después como rector de la Universidad y más tarde como ministro de Educación y presidente de la república: viví la transformación de un pueblo. Y puedo decir y decirme que estoy contento: mucha gente ya sabe lo que anhelaba saber, y otra está muy cerca de conseguirlo. El Nuplaes, que más tarde se transformó en el Sinaen (Sistema Nacional de Enciclopedización), fue un modelo de enseñanza que adoptaron varios países con éxito similar.
      Falta aún mucho por recorrer para lograr una sociedad equilibrada, justa, dinámica: muy solicitado el curso Técnicas de Plagio frente a la poca demanda de la materia Cómo Administrar el Tiempo Durante el Secuestro. Mucha cátedra sobre la Crianza de Vacunos contra la escasez de pastizales en el país. Jóvenes con sed de ¿Es el Graffitti un Arte? y pocos muros disponibles. Dos libros de Savater en prensa ante los más de quinientos posibles prologuistas. Etcétera.

Diez

Un día tuve que abandonar el país.
      Me llenó de alegría percibir el alto nivel de conocimientos que tenían los egresados de Cuándo Dar un Golpe de Estado y Cómo Desterrar a un Dictador.
      En la limusina que me llevó a la frontera tuve la oportunidad de dar mi última enseñanza: Quandosque bonus dormitat Homerus: aunque a Quinto lo indigne, creo que yo también merezco el dulce sueño que tuvo Homero en su momento.
      Estar en la lista de los diez hombres más buscados por el Tribunal de Justicia de Luxemburgo no me impidió dormir con placer mi última siesta.

Etiquetas: , , , , ,

El caso Bartual

Esta nota es sobre la que hoy, 28 de agosto de 2017, se considera “el suceso de la semana”, “el bestseller del año”, “la siguiente gran serie para Netflix” (?) en muchos lugares de la red en español: una narración en tuits seriados publicada a lo largo de siete días por Manuel Bartual, dibujante, cineasta e historietista español. Éste se convirtió en trending topic mundial por un par de días; El Mundo, un diario de su país, lo ha llamado «el Stephen King» de Twitter, e igual que miles de personas en línea no se detuvo allí: la nota a la que enlazo agrega que su narración está «a la medida de Stephen King, David Lynch y, por qué no, del mismísimo Orson Welles».

Variación sobre una imagen de Bartual (original)

En este momento, lo más probable es que la información que acabo de dar sea suficiente para cualquiera que llegue a este sitio. Muchas personas me avisaron de la existencia del “hilo” de tuits de Bartual. Muchas más lo leyeron y lo comentan todavía. Por lo tanto les propongo un experimento: si en el momento en el que leen estas palabras la información disponible les basta (si conocen la historia, saben quién es Bartual, entienden o hasta comparten el furor que causó), díganlo en un comentario. Veamos qué pasa.
      Además, la presente no será una reseña de la micronovela de Bartual, sino una serie de notas alrededor de ella y de su impacto. (Y, como siempre, cualquier otro comentario será bienvenido también.)

La lectura

El narrador español Juan Jacinto Muñoz Rengel escribió: «[Lo] que nos ha enseñado la historia de Manuel Bartual es lo mucho que le sigue costando a la gente entender la ficción». Por desgracia tiene razón. Como la historia de Bartual tiene no sólo un aire siniestro, sino elementos evidentemente fantásticos –el tema del doble, etcétera–, al leerla yo hubiera esperado que nadie la confundiera con un hecho real. Sin embargo, no sólo parece haber personas que se dejaron llevar por la ficción y creyeron que lo contado era real, sino que muchos medios, jugando a aprovechar esa credulidad o esa atracción morbosa, cubrieron la narración de la misma manera. «A Bartual le ha pasado de todo en sus vacaciones», dice alguna nota, para luego hablar de thrillers y ciencia ficción (pero sin dejar de citar constantemente los tuits de Bartual y comentarlos como si fueran evidencias de una experiencia verdadera). Por otra parte, nada de esto es de extrañar: ya hemos visto que la red se ha convertido en un gran aparato de desinformación y que, en la era de la posverdad y los hechos alternativos, casi nadie procura o aprende a leer de forma crítica lo que encuentra en línea. Los redactores que comentan de forma deshonesta la historia de Bartual han de racionalizar lo que hacen diciéndose que de esa forma obtienen más lectores, más clics.
      Algo que me llama igualmente la atención es el alcance cortísimo –en promedio, obviamente– de nuestra capacidad crítica, cuando sí está presente: las muy escasas herramientas y referencias que parecen estar a nuestro alcance para comentar lo que leemos. «Una especie de teleserie por Twitter», escribe una persona para describir la narración de Bartual, y la mayor parte de las referencias de otros miles no llegan más lejos. La mención de Stephen King es de las más sofisticadas en el grueso de los comentarios disponibles. Que si Bartual es mejor que Game of Thrones, que si su narración debería convertirse ahora una película o una serie (esto se repitió muchas veces)… No he encontrado todavía una sola mención de la larga lista de precursores literarios del cine y las series de televisión que son, a su vez, precursoras de la micronovela de Bartual, incluyendo todos sus giros argumentales y su final (que a mí me parece sutil, bien logrado, y que muchas personas han confundido con una declaración –innecesaria– de que «todo era falso»).
      Aparte está el tono de muchos comentarios. La publicidad, que ha contagiado a la mayoría de los medios de comunicación, quiere enseñarnos que el único elogio posible es el superlativo más exagerado: si algo es «malo» debe ser llamado una porquería irredimible, lo peor que ha existido en el mundo, y si es «bueno» debe calificarse de único en la Historia, insuperable, sin precedentes. «Lo mejor que ha pasado en Twitter», escribe un lector; «un nuevo formato para los escritores», escribe otra. Sí, ninguno de los dos tiene por qué conocer la historia de las redes sociales ni de la escritura por medios digitales, que desde luego no comienzan con Bartual, pero lo fácil y frecuente de semejantes comentarios es significativo.
      (Falta ver cuánto hay de auténtica convicción en esos juicios y cuánto de presión social: de deseo de expresarse como todos los demás para no perturbar las convicciones de la mayoría.)

La experiencia colectiva

Personas que llegan tarde a la historia de Bartual se han quejado de que es difícil leerla, en el sentido de que cuesta encontrar los tuits que la componen. El formato del «hilo» de Twitter, que enlaza una publicación tras otra si la serie se publica como respuestas sucesivas, no es el más apropiado para recuperar un texto ya publicado, en especial si éste provoca reacciones de otras personas. Visitar el tuit inicial de la historia de Bartual ahora es encontrar primero un alud de comentarios de otros lectores, y sólo hasta el final (a varias pantallas de profundidad) las siguientes entregas de la narración. Hay otras formas de tener acceso a éstas, incluyendo visitar directamente la página de Bartual en Twitter y empezar en las publicaciones de hace una semana, leyendo de abajo hacia arriba. Sin embargo, esta información es desconocida para muchas personas, a juzgar por las quejas recientes que se ven en línea. Para explicar el entusiasmo provocado por la narración y su gran cantidad de lectores, se debe partir de que casi todos sus fans siguieron la narración a medida que se publicaba, tuit a tuit, a lo largo de la semana pasada. Esta experiencia inmediata, «en tiempo real», ya no puede recuperarse, pero fue la decisiva para el éxito de Bartual.
      El académico Ernesto Priego resalta el timing general de la publicación, que aparece durante el «fin del veraneo en Europa» y está ambientada en una playa durante unas vacaciones de verano. Pero aún más importante es que los tuits de Bartual se publicaron cuidando la hora del día en que aparecían, así como el tiempo que mediaba entre uno y otro. Un tuit que sugería el comienzo de una situación peligrosa «en vivo» no tenía una continuación inmediata, por ejemplo, para sugerir que el personaje/narrador estaba ocupado «viviendo» los hechos y no podía tuitear. La evolución de Twitter como medio de comunicación nos ha condicionado a esperar de él, además de noticias de celebridades u organizaciones, actualizaciones «en tiempo real» de acontecimientos diversos; la mayor virtud de Bartual es haber planeado su historia –él mismo ha declarado que no la fue escribiendo sobre la marcha– para incluir pausas y demoras «plausibles», durante las que incluso quienes estaban conscientes de que todo el proyecto era una ficción podían dejarse llevar por la sensación de suspenso.
      Esta inmediatez de la publicación en línea no siempre se toma en cuenta y es uno de los rasgos más interesantes de las nuevas formas de escritura digital. Muchos textos en línea, y no sólo de hechura individual sino colectiva, tienen sentido plena únicamente durante la experiencia de ser elaborados y leídos, y por lo tanto van en contra de la noción de la escritura como actividad generadora de un producto (un libro, un artículo, etcétera) que pueda ser después empaquetado (formateado, colocado en un canal de difusión) y vendido. Probablemente el texto de Bartual pueda ser adaptado a otros formatos, como ha ocurrido ya en muchas ocasiones con proyectos compuestos total o parcialmente de publicaciones en Twitter, pero semejantes transposiciones necesitan ofrecer algo diferente que la cercanía de la publicación original, y la de Bartual debería hacerlo también, incluyendo la posibilidad de no agotarse entera en una primera lectura.

La tuiteratura

Una de las personas que me avisó de la existencia de la historia de Bartual me preguntaba si ésta podía ser considerada tuiteratura. El término, que es acrónimo de Twitter y literatura, tiene ya cerca de diez años de circular (aquí hay información sobre él) y se ha utilizado de muchas formas y con muchas intenciones contradictorias. Si se acepta que pueda nombrar simplemente a la escritura literaria hecha por medio de Twitter: la escritura con las intenciones que habitualmente le atribuimos a lo que llamamos literatura, la respuesta es sí, desde luego. Twitter sería únicamente una herramienta, un conducto más de la escritura literaria.
      La asociación más fácil que puede hacerse al examinar el texto de Bartual no es, sin embargo, la más adecuada: no sirve considerar el tuit individual como minificción, aforismo o cualquier otro tipo de texto breve unitario, pues los tuits sueltos tienen poco o ningún sentido. A la hora de examinar una narración seriada, se puede usar el término, que ya he mencionado aquí, de micronovela: una historia hecha de fragmentos entrelazados, exactamente como los capítulos de una novela pero mucho más breves. (Hay algo más sobre estas posibilidades narrativas en este texto, y en este otro.)
      Bartual no es el inventor de la micronovela, que tiene otros representantes y precursores a los que incluso se les ha dado ese nombre, u otros muy similares, desde antes de la popularización de internet o la invención de las redes sociales (un ejemplo famoso: «Informe negro» de Francisco Hinojosa, publicado inicialmente en 1987). Sin negar los logros de su propio proyecto, el que pueda tratársele como una novedad se debe a lo estrecho de nuestras lecturas colectivas y a que la mayor parte de las micronovelas se difunden entre un público minoritario, interesado en los experimentos literarios. No creo, por lo tanto, que la narración de Bartual pudiera abrir la puerta a que otras micronovelas se hicieran de grandes públicos, aunque tarde o temprano, estoy seguro, habrá otra que lo consiga.
      Habrá que ver, eso sí, si para entonces el texto del propio Bartual ha sobrevivido. Otras narraciones en línea de gran éxito en su momento, como el Diario de una mujer gorda de Hernán Casciari o Apocalipsis Z de Manel Loueiro, lograron incluso ser impresas como novelas –lo que para muchas personas es una marca consagratoria– pero no supusieron un éxito igual de importante ni de duradero en el medio impreso…, además de que casi nunca se les ha invocado en relación con Bartual en los últimos días: por desgracia, ya están del otro lado de lo que alcanza nuestra atención en internet.

Variación sobre una imagen de Bartual (original)
Etiquetas: , , , , , , , , , , , , , , , , , , , ,

140 caracteres: Literatura y Twitter

El próximo martes 22 de febrero empieza «140 caracteres», una serie de mesas redondas donde se discutirá la escritura que se origina en la red social Twitter y en especial lo que ocurre allí con la creación literaria: cómo algunos géneros tradicionales se adaptan, cómo empiezan a aparecer géneros nuevos, cómo cambia la relación de quienes escriben y también de quienes leen con la palabra escrita y la imaginación.
      La idea de estas mesas redondas, además, es aprovechar que tratan de Twitter e invitar a participar a quienes lo usan. Un grupo de personas hablará sobre el tema en vivo en la sede del ciclo (que será el Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia, antes Centro de Lectura Condesa, en la ciudad de México), pero en cada sesión se invitará también a los usuarios de Twitter a hacer preguntas y comentar sobre el tema, desde dondequiera que estén, por medio de la etiqueta (hashtag) #140cc. Las notas (tuits) que se publiquen usando esa etiqueta se verán en la sede y entrarán en la conversación en vivo, además de (por supuesto) en las conversaciones que se puedan dar en la red.
      El Centro Villaurrutia se encuentra en Nuevo León 91, en la colonia Condesa, en la ciudad de México.
      El programa empezará con una mesa introductoria, «La llegada de la tuiteratura», que será el martes 22 a las 19:00 horas. En ella estaremos Isaí Moreno, Ruy Feben, Renato Guillén, Antulio Sánchez y yo. Posteriormente habrá más mesas con temas diversos (creación de una personalidad virtual y un proyecto de escritura; remakes, retuits, experimentos; palíndromos y otros juegos literarios; polémicas y relación de Twitter con otras artes y medios, literatura y género, etcétera). Entre otros participantes de mesas posteriores estarán José Gordon, Cristina Rivera Garza, Jezreel Salazar, Francisco Hinojosa, Aurelio Asiain, José Luis Zárate, Erika Mergruen, Cecilia Juárez, Graciela Romero y muchos más.
      Por supuesto, la entrada a todo será gratuita. Aquí dejo el cartel de la primera mesa. Los invito (los invitamos) a ir si pueden… y si no a ir de todas formas, pero al espacio virtual donde también discutiremos todas estas cuestiones.

[fusion_builder_container hundred_percent=»yes» overflow=»visible»][fusion_builder_row][fusion_builder_column type=»1_1″ background_position=»left top» background_color=»» border_size=»» border_color=»» border_style=»solid» spacing=»yes» background_image=»» background_repeat=»no-repeat» padding=»» margin_top=»0px» margin_bottom=»0px» class=»» id=»» animation_type=»» animation_speed=»0.3″ animation_direction=»left» hide_on_mobile=»no» center_content=»no» min_height=»none»]

(clic para ampliar)
[/fusion_builder_column][/fusion_builder_row][/fusion_builder_container]

Etiquetas: , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , ,

Hoy y mañana, dos de poesía

Dos invitaciones más. Y son especiales:

1. Hoy martes 26 de enero, a las 19:00 horas, en la Sala Adamo Boari del Palacio de Bellas Artes, se llevará a cabo una lectura, titulada «Poeta del ser» de la obra del poeta poblano Gilberto Castellanos. Alicia Reyes, César Arístides y Alí Calderón comentarán la obra del autor y Óscar Humberto Rosas dará lectura a textos escogidos. La entrada será libre.

El Palacio de Bellas Artes está en Eje Central y Juárez, en el Centro Histórico, afuera de la estación del metro Bellas Artes. Ésta es una ocasión especial porque Castellanos, relativamente poco conocido, tiene no sólo una obra muy estimable sino una larga carrera como promotor cultural, maestro y más. Si van se encontrarán con una sorpresa: un escritor que realmente merece más reconocimiento del que tiene y está esperando ese momento.

Copio del boletín:

Dueño de una voz entrañable que encuentra su tono entre las fronteras de la tradición y la ruptura, Gilberto Castellanos (1945) se ha dado a conocer en distintos ámbitos del quehacer cultural. Alicia Reyes, poeta y crítica, opina que la obra castellaniana se caracteriza por ser “una poesía original que juega con los colores, la luz, los sentimientos y la naturaleza. Savia es uno de sus libros que más admiro. Me encantan las palabras elegidas por él en donde las ‘erres’ cobran una sonoridad inusitada”.

El también ensayista nació en Ajalpan, Puebla; desde muy joven destacó en el ámbito académico y formó parte de distintos conglomerados culturales. Normalista, poeta y dibujante, así como promotor cultural, su trayectoria se ha caracterizado por su sencillez y humildad. Por muchos es calificado como uno de los más destacados escritores de la actual poesía mexicana.

Entre otros reconocimientos 1982 le fue otorgado el Premio Latinoamericano de Poesía INBA / Gobierno del Estado de Colima por su primer libro: El mirar del artificio.

Gilberto Castellanos

2. De la poesía secreta a la reconocida: mañana, miércoles 27, se presentará Muerte en la rúa Augusta de Tedi López Mills, el libro ganador del Premio Xavier Villaurrutia 2009. Publicado por Almadía, Muerte en la rúa Augusta es un poema narrativo: escrito en verso, se puede leer como «el diario de un personaje», dice el boletín, «que se canibaliza a sí mismo (…) Tedi López Mills ahonda magistralmente en la máquina de la conciencia para exhibir sin recato dónde reside ese fino hilo que nos mantiene atados al mundo». Además, es el primer premio Villaurrutia que gana un libro publicado por Almadía, una editorial que apenas va a cumplir cinco años de existencia… y que, curiosamente, en los últimos doce meses ha publicado otros dos poemas narrativos: Poesía eras tú de Francisco Hinojosa y Oscuro bosque oscuro de Jorge Volpi. Mientras se discute acerca de posibles tendencias y las rarezas que animan, de vez en cuando, la literatura mexicana, el libro de López Mills será presentado por Luis Felipe Fabre, Hernán Bravo Varela y la autora, en el bar «Las hormigas» en la planta alta de la Casa del Poeta López Velarde (Álvaro Obregón 73, entre Córdoba y Mérida, colonia Roma). La entrada será libre.

PRESENTACIÓN MUERTE EN LA RÚA AUGUSTA

Para terminar, editorial Almadía convoca a la siguiente

T R I V I A

Las primeras 5 personas que lleven el día de la presentación la respuesta a las siguientes preguntas, ganarán un libro firmado por la autora:

1.- ¿Cuál es la formación académica de Tedi López Mills?
2.- ¿Cuál es el nombre del libro que escribió con la Beca Octavio Paz?
3.- Menciona a un poeta que esté presente en Parafrasear
4.- ¿Quiénes integraron el jurado del Premio Xavier Villaurrutia 2009?

Etiquetas: , , , , , , , , , , , , , ,

Primera lista de libros de cuentos

Roberto Bolaño
El más popular (hasta hoy): Roberto Bolaño

Hola a todos… Como prometí hace poco, he aquí los primeros resultados preliminares de la encuesta que se abrió hace algún tiempo en esta bitácora para buscar los mejores libros de cuentos latinoamericanos de los últimos treinta años (1978-2007). Agradezco a todos los interesados que han dejado sus propuestas hasta el momento y los invito a seguir recomendando sus títulos y autores predilectos aquí mismo, o bien en la sección de comentarios de la nota original. Por supuesto, esta lista que estamos armando es arbitraria y subjetiva…, pero de eso se trata. Y estoy seguro de que muchos de nosotros hemos encontrado sugerencias muy interesantes y que no conocíamos.

Les recuerdo una vez más: la idea es proponer libros de los últimos treinta años, hechos por escritores de nuestros países. Cuando se mencione más de una vez el mismo libro, se consignará cada propuesta como un «voto» (lo que no implica que el libro más votado sea necesariamente «el mejor»).

Y los resultados, hasta el momento, son:

(más…)

Etiquetas: , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , ,