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«Los mejores comienzos de novela en español»

Hace unos días, en Twitter, Laura García (periodista y amiga nacida en Colombia y radicada en Chile) puso este enlace a una lista que publicó el diario británico The Guardian con los diez mejores comienzos de novela en inglés (al menos, según Robert McCrumb, el autor de la nota). Yo repliqué (retuiteé) el enlace y propuse que escogiéramos los mejores comienzos de novela, pero de obras escritas originalmente en español. Juntos convocamos a todos nuestros lectores en Twitter para hacer la selección y el resultado es éste, que publicamos en nuestros respectivos blogs.

Tanto Laura como yo les agradecemos a todos los tuiteros que se unieron con sus comentarios y recomendaciones en esta ocurrencia espontánea. Y, a modo de curiosidad, les contamos que los comienzos de novela más citados fueron los de El túnel, Cien años de soledad y Don Quijote de La Mancha. Ojalá que este juego sirva, al menos, para picar la curiosidad de algún posible lector, que se asome a los libros a partir de sus íncipit.

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Juan Rulfo

Las propuestas fueron éstas, que se reproducen sin orden particular:

 

—Todo pasó hace un siglo —dijo Oralia Ventura flotando, recordando—. Y hace sólo unos años

La guerra de Galio, Héctor Aguilar Camín

 

No era el hombre más honesto ni el más piadoso, pero era un hombre valiente

El Capitán Alatriste, Arturo Pérez-Reverte.

 

Era inevitable: el olor de las almendras amargas le recordaba siempre el destino de los amores contrariados.

El amor en los tiempos del cólera, Gabriel García Márquez

 

Bastará decir que soy Juan Pablo Castel, el pintor que mató a María Iribarne.

El túnel, Ernesto Sabato.

 

Hace un rato me estaba paseando por el cuarto y se me ocurrió de golpe que lo veía por primera vez.

El Pozo, Juan Carlos Onetti.

 

Parece que los gitanos y gitanas solamente nacieron en el mundo para ser ladrones.

La Gitanilla, Miguel de Cervantes Saavedra.

 

Antes de que me hubiera apasionado por mujer alguna, jugué mi corazón al azar y me lo ganó la violencia.

La Vorágine, José Eustasio Rivera.

 

¿Encontraría a la Maga?

Rayuela, Julio Cortázar.

 

Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo.

Pedro Páramo, Juan Rulfo.

 

Sonaba el teléfono y he oído el timbre. He cogido el aparato. No me he enterado bien

Tiempo de silencio, Luis Martín Santos.

 

Mi nombre es Ixca Cienfuegos. Nací y vivo en México, D.F. Esto no es grave.

La región más transparente, Carlos Fuentes.

 

El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5:30 de la mañana para esperar el buque en que llegaba el obispo

Crónica de una muerte anunciada, Gabriel García Márquez.

 

Había en las afueras de Medellín un pueblo silencioso y apacible que se llamaba Sabaneta.

La Virgen de los Sicarios, Fernando Vallejo

 

Como a Rosario le pegaron un tiro a quemarropa mientras le daban un beso, confundió el dolor del amor con el de la muerte.

Rosario Tijeras, Jorge Franco.

 

Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.

Cien años de soledad, Gabriel García Márquez.

 

Hoy, en esta isla, ha ocurrido un milagro.

La invención de Morel, Adolfo Bioy Casares.

 

Desde la puerta de La Crónica Santiago mira la avenida Tacna, sin amor: automóviles, edificios desiguales y descoloridos, esqueletos de avisos luminosos flotando en la neblina, el mediodía gris. ¿En qué momento se había jodido el Perú?

Conversación en la catedral, Mario Vargas Llosa.

 

En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor.

El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, Miguel de Cervantes Saavedra.

 

Tierra ingrata, entre todas espuria y mezquina, jamás volveré a ti

Don Julián, Juan Goytisolo.

 

Un sábado de mayo de 1953, dos años antes de los acontecimientos de Barracas, un muchacho alto y encorvado caminaba por uno de los senderos del parque Lezama.

Sobre héroes y tumbas, Ernesto Sabato.

 

Esa noche pasé mucho tiempo despierto. A mi lado, Sara tampoco dormía.

La luz difícil, Tomás González.

 

De ayer es la historia de hoy, de ayer la malversación.

Albedrío, Daniel Sada.

 

La heroica ciudad dormía la siesta. El viento Sur, caliente y perezoso, empujaba las nubes blanquecinas que se rasgaban al correr hacia el Norte.

La Regenta, Leopoldo Alas “Clarín”.

 

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¿Cuántos otros se podrían agregar? ¿Cuáles? ¿Qué se puede leer (si algo) de las preferencias de nuestra encuesta informal?

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