[fusion_builder_container hundred_percent=»yes» overflow=»visible»][fusion_builder_row][fusion_builder_column type=»1_1″ background_position=»left top» background_color=»» border_size=»» border_color=»» border_style=»solid» spacing=»yes» background_image=»» background_repeat=»no-repeat» padding=»» margin_top=»0px» margin_bottom=»0px» class=»» id=»» animation_type=»» animation_speed=»0.3″ animation_direction=»left» hide_on_mobile=»no» center_content=»no» min_height=»none»][Esta nota se publicó en la revista Posdata a principios de 2011]
El año pasado, los dos lanzamientos más publicitados de historias de vampiros firmadas por autores mexicanos fueron el de Vlad, la nouvelle de Carlos Fuentes que ya había aparecido algunos años antes en su libro Inquieta compañía, y el de Nocturna, la novela a cuatro manos de Guillermo del Toro y Chuck Hogan. Los dos libros se difundieron ampliamente; toda la discusión sobre ambos se quedó en sus superficies. Nadie se preguntó si alguno de los dos podía siquiera tener éxito en su intento de volver a escribir el Drácula de Stoker, que no sólo no ha sido olvidado sino que es la base de una tradición a la que Fuentes, Hogan y del Toro llegan tardísimo. Apenas hubo auténticas lecturas críticas de Vlad. Absolutamente nadie discutió las semejanzas de Nocturna –menos argumentales que de estilo y textura, por lo menos– con la obra de Justin Cronin, Joe Hill y otros autores de una nueva generación de autores de horror en lengua inglesa: la primera que puede llamarse realmente del siglo XXI.
No: las notas disponibles se quedaban en la repetición los lugares comunes que se dicen de absolutamente todo («gran obra nueva», «innovadora», «distinta a lo anterior»), el mismo chiste fácil («los políticos mexicanos son vampiros»: hubo periódicos que elogiaron esta bobería como si fuera un gran hallazgo) y la comparación con Crepúsculo. En el fondo, la opinión general es evidente: (más…)
Hoy, precisamente hoy, se cumplen los doscientos años: Edgar Allan Poe nació en Boston, Massachusetts, el 19 de enero de 1809. Para celebrar el día preciso, aparecen aquí dos nuevas traducciones de Poe y además el aviso de una tercera, así como nuevos enlaces en la página principal del proyecto Poe 2009, al que la invitación sigue en pie de aquí a 2010.
En Las historias están, desde ahora, traducciones que he hecho de dos breves y muy poco conocidos ensayos de Poe, pertenecientes a una serie de textos marginales: «De la Imaginación» y «El velo del alma». Una tercera traducción llega con el proyecto independiente La Guillotina, dedicado a ofrecer gratuitamente textos clásicos y rarezas literarias, que presenta el primer vistazo a un libro de próxima aparición: Poliziano. Una tragedia inconclusa, la única obra de teatro que escribió Poe, y que puede leerse ya, completa, en línea, en edición bilingüe. La colección completa de La Guillotina, un proyecto animado por Raúl Berea y Erika Mergruen, puede leerse desde esta otra dirección: http://www.scribd.com/groups/documents/69852-colecci-n-la-guillotina.grid.
Por último, hay tres nuevos enlaces: uno lleva a «Annabel Lee», un video a partir de la canción de la banda española de rock Radio Futura (a partir del poema del mismo título, uno de los más celebrados de Poe), otro más a una selección de referencias a flores en la poesía de Poe (en el blog especializado Flores Literarias) y el otro una sección especial del portal Letralia.com con tres traducciones de «The Raven», otro de los poemas clásicos de nuestro autor; las traducciones son al francés, el portugués y el español y fueron realizadas por Charles Baudelaire, Fernando Pessoa y Juan Antonio Pérez Bonalde, respectivamente.
Ojalá disfruten estos textos y sigan viniendo a esta celebración de Poe, que durará todo el año. Pronto, un par de textos nuevos de otros tantos colaboradores se unirán a los homenajes.
Nota preliminar: esta nota apareció inicialmente en el blog refugio, a raíz de que un par de visitantes el sitio publicaron en esta nota de Las historias acusaciones de plagio contra una escritora mexicana. Las acusaciones (respaldadas aquí y aquí) y la defensa de la persona acusada siguieron su curso; quién sabe si llegará más allá de los blogs y pasará de ser una polémica sin consecuencias a algo más. Una persona quiso influir en la discusión que siguió en el blog refugio publicando comentarios con varios nombres diferentes, lo que no es plagio pero sí impostura; decidí cerrar la conversación.
Para que quede claro: yo no estoy acusando a nadie de nada ni tampoco defendiendo a nadie; los interesados deben llevar a cabo por su cuenta los pasos necesarios para comprobar que sus afirmaciones son ciertas, si el asunto les interesa más allá del chisme. La nota que sigue, y que habla del plagio en general, no tiene que ver con el caso concreto que menciono arriba y parte de una idea que leí al paso en uno de los sitios involucrados: para minimizar la importancia de las acusaciones, alguno de los defensores de la parte acusada arguyó que «lo que se publica en la red es de todos».
No es así: lo que se publica no es «de todos». No de esa manera.