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Conferencia: la «independencia» de los libros mexicanos

Breve invitación: mañana, martes 6 de julio, habrá una conferencia magistral dictada por Felipe Garrido (narrador, ensayista, editor) acerca de la nunca lograda independencia editorial de México. Será en la Sala Adamo Boari del Palacio de Bellas Artes en la ciudad de México, a las 19:00 horas. La entrada será libre.
      Garrido, además de tener una larga y variada carrera, ha dedicado buena parte de la última década a defender la lengua mexicana: las palabras y los giros existentes aquí, que como sabemos tienen a varios de sus peores enemigos en México y que están siendo expulsados, poco a poco, de la literatura, los medios y la política. Garrido ha dicho:

No somos el país que soñó Morelos. (…) Hemos entregado nuestros libros (incluso en la Ley del Libro), que es como entregar nuestra conciencia y nuestra identidad. La independencia está por llegar, si es que somos capaces de alcanzarla, si es que somos capaces de recuperar nuestras lenguas y nuestros libros —que hoy incluyen la Internet, la TV, la radio…

Este reportaje, que merece leerse con atención, ofrece más información sobre la conferencia, que forma parte de un ciclo organizado por Bellas Artes: «La Academia Mexicana de la Lengua ante los centenarios de las Revoluciones». El Palacio de Bellas Artes está en Juárez y Eje Central, en el Centro Histórico de la ciudad de México. Si van, allá nos vemos.

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Felipe Garrido.
Fuente: literaturainba.gob.mx

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Presentación: El sueño de la lengua

Una invitación: este miércoles 30 de junio, a las 19:00 horas, estaremos presentando el libro El sueño de la lengua de Bruno Madrazo, publicado por la editorial Textofilia. La cita será en la Sala Adamo Boari del Palacio de Bellas Artes (Eje Central y Avenida Juárez, en el Centro Histórico de la ciudad de México) y la entrada será libre.

El libro es un texto híbrido que reúne poesía, aforismo, ensayo y cuento. Por lo menos hay que agradecer, pienso, que sea un libro extraño. En la presentación participaremos Alfredo Núñez, el autor y yo. Si van, allá nos vemos.

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Monsiváis y Saramago

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Carlos Monsiváis

Nota del 23/6/2010: he modificado un poco el texto para aclarar algunos pasajes.

1
Con un día de diferencia, la semana pasada, murieron José Saramago y Carlos Monsiváis.

2
Saramago tenía, tiene, fama mundial desde que ganó el Premio Nobel de Literatura en 1998: es el único escritor de Portugal que lo ha ganado hasta ahora. Monsiváis, por su parte, era –como se dice de otros con excesiva ligereza– una institución en México: sin exagerar, el intelectual más influyente y admirado tanto en las élites (que en este país son el campo natural de los intelectuales) como fuera de ellas; una hazaña que no logró ni Octavio Paz.

3
Muchas personas se han dedicado a dar testimonios personales sobre su contacto con uno u otro de estos escritores. De hecho, por un par de días abundaron en periódicos, medios masivos y redes sociales como si se tratara de una competencia: perdía quien no pudiera afirmar que estuvo cerca de ellos, que los tocó, les dirigió la palabra, les pidió un autógrafo. Mi propio caso es el siguiente: (más…)

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Presentación: Asesinos

Reproduzco este boletín, que me fue enviado por Karina Franco, con la invitación correspondiente.

Distribuidora Akrópolys y Adriana Hidalgo Editora se complacen en invitarle a la primera presentación en México de un libro del catálago de Adriana Hidalgo editora:

Asesinos de Álvaro Abós (compilador)

Con los comentarios de Eduardo Antonio Parra, Hugo César Moreno e Ignacio Prado

La cita es el 7 de mayo de 2010 en el Colegio de Saberes (Berlín 39, colonia Juárez) a las 20:00 horas.

Vino de honor.

Sobre la antología:
Ningún gran escritor se ha privado de narrar un crimen aun cuando su intereses temáticos estuvieran muy lejos de lo criminal. Pero, al mismo tiempo, todo gran escritor, al contar un crimen, preserva su mundo más genuino.
      Este libro pasea por todos las formas posibles de narrar el crimen: a veces por la voz de un testigo que puede ser la voz de un narrador impersonal, a veces por la voz de la víctima, a veces por la voz del asesino, sin excluir una experiencia notable: en uno de los cuentos que integran esta antología,la víctima será… el propio lector.
      Los relatos sobre crímenes revelan algunas lecciones sobre la literatura, como por ejemplo que casi toda narración tiene un argumento a la vista y otro escondido. Y a veces, lección segunda, los criminales no son los que empuñan la daga o aprietan el gatillo.
      En varias de las historias aquí reunidas, la angustia y el temblor de los escritores enfrenta a uno de los asesinos más temibles, ese que no tiene cara ni nombre, ni conciencia: el Estado.
      En otros cuentos, el crimen pareciera estar ausente y habrá que esperar a la última línea para que él estalle como una granada escondida, y sus esquirlas contaminen retrospectivamente el relato, que el lector deberá entonces releer.
En ciertos casos el crimen está tan incrustado en las conciencias de los protagonistas que no sólo hay que esperarlo sino reconstruirlo.

Sobre el compilador:
Álvaro Abós, nacido en Buenos Aires, es narrador y ensayista. Ha publicado novelas como «Restos humanos», «El simulacro», «El crimen de Clorinda Sarracán» y «Cinco balas para Augusto Vandor». Sus cuentos, que han obtenido premios en México, Cuba y España, están reunidos en los libros «De mala muerte» (1986) y «La baraja trece» (Adriana Hidalgo Editora). Es autor de «Al pie de la letra. Guía literaria de Buenos Aires.» Entre sus ensayos se cuentan «La columna vertebral», «El poder carnívoro», «Delitos ejemplares», y el «Cautivo», sobre el mural pintado por David Alfaro Siqueiros en Buenos Aires y Eichmann en Argentina.

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Solicitud de ayuda

Ayuda, por favor. Hacen falta dos donadores de sangre para la señora Gilberta Estudillo Palomares, quien es mamá de un queridísimo amigo. Ella se encuentra internada en el Instituto Nacional de Cancerología de la ciudad de México. Los teléfonos donde se pueden solicitar informes son el 5682 0400 y el 5655 1055. Hay ciertos requisitos y horarios para la donación que se pueden obtener en estos teléfonos. El tipo de sangre no importa porque las donaciones se utilizarán para resurtir el banco de sangre.

Gracias, enormes, de antemano.

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Dos para el Día Mundial del Libro

Una invitación. Para celebrar el Día Mundial del Libro, el próximo viernes 23 de abril habrá diversas actividades y yo estaré en dos organizadas por la Dirección de Publicaciones de Conaculta (cuyo programa completo para el Distrito Federal se puede leer aquí).
      La primera será la escritura de un cuento colectivo que tendrá lugar durante todo el día a partir de las 10:00 de la mañana y en la que todos los interesados podrán participar. El escritor Xavier Velasco empezará la historia y cualquiera que lo desee podrá ir agregando a ese comienzo. La cita es en el Sendero Reforma (Paseo de la Reforma, a la altura del Museo Nacional de Antropología).
      La segunda será la presentación de la Biblioteca Alas y Raíces, dedicada a ofrecer textos «clásicos contemporáneos» totalmente gratis. Entre otros que estarán disponibles (y que van desde ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? de Philip K. Dick hasta El guardián entre el centeno de J. D. Salinger y Cuentos por teléfono del gran Gianni Rodari), se publicará también una edición conmemorativa de La tumba de José Agustín, celebrando los 45 años de su publicación original, y él mismo estará allí para comentar el libro. Todo esto será en la explanada del Museo de Antropología a las 18:00 horas.
      El programa que enlacé arriba contiene, además, muchas otras presentaciones así como talleres, lecturas para niños y más. Ojalá se animen a ir.

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Una edición de La tumba
Una edición de La tumba

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Anotación del 19 de abril

Llevo varias semanas enfermo: una infección pertinaz que me ha dado bastantes días de fiebre, dolor e imaginaciones horribles. Voy mejorando (y agradezco a quienes preguntaron); mientras sigo en eso, he hecho un descubrimiento:
      A pesar de todo lo que hacemos ahora mediante la tecnología; de nuestra insistencia en la vida virtual y en la prolongación de nuestra conciencia individual y de nuestras relaciones con los otros por medio de internet…, el cuerpo no cabe en la red. Lo que pasaba con esa otra parte de mí no sólo me incapacitó: es totalmente irreductible, intraducible salvo como un testimonio posterior, como este testimonio. No estaba hecho de palabras sino de dolor, peso, movimiento, la conciencia de lo que hay bajo la piel y de cómo afecta la conciencia (dormido y despierto tuve sueños que usaré para escribir, por supuesto, pero que hubiera preferido no tener). Y su único rastro en esta pantalla, mientras duró lo peor del mal, fue una ausencia: no estuve aquí, no publiqué. La parte física es (al menos todavía) sustrato de la otra, y su desaparición es la desaparición del resto.
      En el fondo es una obviedad: el lenguaje, del que está hecha la memoria (incluyendo esta parte de la memoria, asentada en materiales distintos de los tradicionales, entregada a ti que estás leyendo por otro medio), es la única manera que tenemos de intentar trascender el encierro del cuerpo físico; más aún, lo es desde el comienzo. Pero yo nunca lo había percibido tan claramente: de manera, digámoslo así, tan visceral. Cuando me vuelvan a decir que escriba de lo que sé en carne propia, ya tendré algo nuevo en la lista de mis experiencias directas.

* * *

Pienso en las páginas web abandonadas: aquellas (no importa su mecanismo, no importa si son personales a la antigua, o blogs, o perfiles de Facebook o de Twitter. o cualquier otra conocida o por conocerse) que «se cierran» por mera ausencia de quien escribía en ellas, sin explicación, y que sólo con el tiempo, a medida que pasan semanas y meses, comienzan a verse como huellas de alguien que no va a volver. Éstos son los fantasmas de la red, y no los de los escritores cyberpunk: palabras –prolongaciones de la mente de alguien; memoria– que ya no pueden crecer ni cambiar y que reflejan siempre el mismo carácter, las mismas ideas, los mismos instantes de una vida precisa, como los monólogos de los muertos en la Divina comedia. Siempre lo que fueron, para siempre (o mientras dure el servidor que los aloja en la red).

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Sickbed de Geraldine O´Neill
* * *

Un aviso: debido a esta pausa forzada, en lo que queda de abril no habrá concurso de minificción, pero éste se reanudará en el mes de mayo; entretanto, publicaré aquí lo que me sea posible, incluyendo un texto o dos más aparte del cuento habitual de cada mes. Saludos a todos. (Ah, y gracias a los autores de las manoficciones que aparecieron aquí. No las pude comentar pero fueron una ayuda para el ánimo. Hasta después…)[/fusion_builder_column][/fusion_builder_row][/fusion_builder_container]

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Poliziano en Azcapotzalco

La Feria del Libro de Azcapotzalco tiene varios días de inaugurada, y está en la explanada delegacional «Fernando Montes de Oca» Jerusalem y Avenida 22 de Febrero, colonia Azcapotzalco Centro, en el norte de la ciudad de México.

Si todo sale bien (y no tendría por qué no suceder así), este domingo 18 de abril, a las 13:00 horas, presentaremos allí Poliziano, la obra de teatro de Edgar Allan Poe que traduje y que publicó recientemente la editorial independiente La Guillotina. En lo que será mi primera salida en un buen rato, comentaré el libro, leeré tal vez algún fragmento y llevaré, de acuerdo con el proyecto de la editorial, ejemplares para regalar; tantos como sea posible. Si se animan a ir, allá nos vemos.

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Presentación de Edificio: cuentos de Ana García Bergua

Editorial Páginas de Espuma y Colofón invitan a la presentación del libro Edificio de Ana García Bergua, publicado por la editorial Páginas de Espuma. La cita es el jueves 4 de febrero a las 19:00 horas en el Centro Cultural España (Guatemala 18, Centro Histórico, atrás de la Catedral Metropolitana). Participarán José de la Colina, Fabio Morábito y la autora. Yo iba a estar en la mesa y no podré (contra lo que deseaba), pero escribí un texto para la presentación. De él adelanto solamente que el libro me parece extraordinario.

Edificio, de Ana García Bergua

Edificio es un conjunto de relatos sobre los habitantes de un edificio de departamentos, donde la historia de cada uno se entrevera con las de todos los otros y (de pronto, sorpresivamente) adquiere más de un sentido. Dice el boletín: «Estos cuentos (…) son un edificio mental, literario, armado con historias que siempre salen un poco de sí mismas para desembocar en otra parte, como ocurriría si uno espiara por las ventanas e intentara descifrar qué mundo esconden los gestos de sus habitantes. Como muchos edificios, este puede estar en muchas partes, y sospechosamente sus espacios pueden variar de tamaño, o bien expandirse y contraerse en latidos, como sucede con las vidas de quienes pasan sus horas en ellos. Como le podría pasar a cualquiera. Como quizás te pase a ti.»

Ana García Bergua (1960) estudió Letras Francesas y Escenografía Teatral en la UNAM. Ha publicado las novelas El umbral (1993), Púrpura (1999), Rosas Negras (2004) e Isla de bobos (2007); los libros de relatos El imaginador (1996), La confianza en los extraños (2002) y Otra oportunidad para el señor Balmand (2004), así como los libros de crónica Postales desde el puerto (1997) y Pie de página (1997). Muchos de sus cuentos figuran en antologías. En 1992 recibió la beca para Jóvenes Creadores del FONCA y en 2001 entró al Sistema Nacional de Creadores de la misma institución. Desde 1987 hasta la fecha ha publicado cuentos y crónicas literarias en diversas publicaciones; su columna «Paso a retirarme» aparece desde hace varios años en La Jornada Semanal.

(Gracias a Paola Tinoco.)

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J. D. Salinger

Por todas partes han aparecido ya notas sobre la muerte de J. D. Salinger a los 91 años, más de 50 después de que se se recluyera en una casa de Cornish, New Hampshire, y a 45 de la aparición de su última obra, el cuento «Hapworth 16, 1924», remate de la serie extraña (tal vez no es una serie, en absoluto) sobre los sensibles, los extraños hermanos Glass.
Ninguna nota deja de mencionar el hecho de que Salinger huyó de la fama para convertirse en el ermitaño más famoso de la literatura del siglo XX. Ninguna deja de lado sus excentricidades ni los detalles incómodos revelados por su hija Margaret en una autobiografía de 2000. Como en esos lugares también se pueden encontrar fácilmente todos los otros datos «duros» del caso, no digo más aquí y sólo enlazo este obituario, escrito por el peruano Iván Thays.

Lo que vale la pena decir aquí es esto: no sé qué va a pasar ahora con la obra de Salinger, sumamente escasa y que para muchos se reduce a su novela El guardián entre el centeno (1951).

Portada de The Catcher in the Rye

La historia de Holden Caulfield, el adolescente inadaptado que se busca a sí mismo en una sociedad a la que rechaza, tuvo un éxito enorme en su momento y durante las décadas inmediatamente posteriores en los Estados Unidos y el resto del mundo; después se convirtió en un texto «clásico», recomendado con frecuencia pero leído con menos pasión (desde muy pronto se vio a su autor como un especialista en un campo muy estrecho: «su truco», dice una reseña adversa de los años sesenta, «es volver glamorosa la autocompasión»)…, y ahora puede haber quedado sumamente lejos de los intereses y el modo de pensar de los adolescentes actuales de su propio país y de los otros. Esta nota del New York Times puede ser representativa de las nuevas opiniones sobre el tema: según su autora, Jennifer Schuessler, los adolescentes de ahora no encuentran mucho de interés en Salinger porque desean integrarse más que distinguirse de su sociedad, competir y ganar más que embarcarse en búsquedas interiores. Además, al contrario de lo que sucedía a mediados del siglo XX, buena parte de la economía global (sobre todo en los países desarrollados) gira alrededor de los adolescentes y les vende espacios, moda, signos de identidad que Holden, para bien o mal, nunca habría podido tener.
Schuessler cita a un quinceañero de Long Island quejándose: «Todos odiamos a Holden en mi clase. Todos queríamos decirle ‘Cállate y toma tu Prozac'». A lo mejor es cierto: a lo mejor la serie de Harry Potter y programas como Glee muestran con mayor exactitud las aspiraciones y las neurosis (la vida real no, seguro que no: no todo el mundo tiene poderes mágicos, no todo el mundo canta tan bien) de los adolescentes. No habría que espantarse: todos los libros envejecen, se secan, se olvidan, aunque unos pocos lo hagan más despacio que el resto; la «pertinencia» de un texto, su «representatividad», es una ilusión que sólo puede mantenerse durante cierto tiempo, si es que se da.
Por otra parte, el alboroto acerca de la vida extraña de Salinger y sus diversas manías y locuras apenas ha dejado ver a nadie lo realmente importante: Salinger no dejó de escribir durante sus años de reclusión. «Hay una paz maravillosa en no publicar. Es pacífico. Tranquilo. Publicar es una terrible invasión de mi vida privada. Me gusta escribir. Amo escribir. Pero escribo sólo para mí mismo y para mi propio placer», dijo el escritor en una entrevista de 1974, y yo sospecho que una vez que haya quedado atrás la noticia de la muerte, y se haya hecho el reparto de dineros y herencias, llegaremos a leer siquiera una parte de esos escritos.
Lo más probable es que sean borradores decepcionantes; pero no habría que espantarse, tampoco, si fueran textos todavía más extraños de lo que resultan ahora los que Salinger sí publicó, testimonios de una experiencia humana alocada, introvertida y (sobre todo) totalmente contraria a los impulsos actuales: a lo que se supone que debe ser la vida en la época de Facebook. Una búsqueda espiritual cuando no queremos ninguna: una bofetada, o un escupitajo, en la cara que creemos tener.
Un puñado de autores secretos, encerrados, que escriben mientras viven en dificultades con el mundo y que no quieren publicar –Franz Kafka sería el ejemplo obvio; hay otros–, puede hablar con más fuerza que las legiones de los integrados, los sensatos, los oportunos y constantes. Si tiene suerte, tal vez J. D. Salinger termine por ser entendido no como un autor canónico, de programa escolar, sino como un auténtico «raro»; habrá que esperar a que esos textos salgan a la luz…

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