Ha terminado Caza de Letras II y la novela ganadora es No tengo tiempo de Ciencia Vudú, seudónimo de Arturo Leopoldo Vallejo Novoa, a quien envío muchas felicidades. El libro será publicado próximamente por Alfaguara y tendrá oportunidad de llegar a otros lectores, pero acaso quienes ya lo han seguido en línea estarán allí también. Ojalá que sí, y ojalá que pronto podamos ver publicadas las otras once novelas.
He aquí la lista completa de los participantes con sus seudónimos; a todos ellos los felicito (también) por su interés, por su disposición y por haberse atrevido a dar el primer paso: darse a conocer sin anunciarse, ocultarse en un nombre supuesto para que su trabajo pudiera defenderse solo.
José Said Arellano Sabag
(Nakedbeats) Marcos Orlando Cruz Camarillo
(Chirindangas) Ximena Cuenca Figueroa
(Xemióptera) Omar Alejandro Delgado Vázquez
(Disaki) Juan Carlos Esquivel Soto
(Encobijado del norte) Vanesa Garnica Villa
(Toru Watanabe) Salvador Paul Medrano Leyva
(S3co) Carlota Peón Guerrero
(Buzo de Nostalgias) Ana Ivonne Reyes Chiquete
(Ave Aura) Arturo Leopoldo Vallejo Novoa
(Ciencia Vudú) Andrei Vásquez Chávez
(Falso) Juan Gabriel Vázquez González
(Lucero)
Ahora repoduciré el texto de despedida que publicamos apenas los miembros del jurado. Pero antes, gracias a todos: esto no habría sido lo que fue (una gran experiencia, intensa y enriquecedora para todos los involucrados) sin los participantes, los lectores, los comentaristas (por igual partidarios y detractores) y, desde luego, sin la asistencia, el impulso y el trabajo constante de los organizadores en la Dirección de Literatura de la UNAM –en especial de Carmina Estrada, Rodrigo Martínez y Rosa Beltrán– y del equipo de la DGSCA que se encargó de construir y mantener el espacio virtual que pudimos ocupar.
Va, pues, el texto.
Henos aquí una vez más en la parte de despedirnos.
Esta segunda vuelta de Caza de Letras ha sido para nosotros una experiencia todavía más intensa que la primera: más sorpresas, contratiempos, prisas, desvelos, contrariedades, hallazgos, alegrías. Además, estos meses de trabajo nos han dado una nueva lección: no sólo hemos visto una vez más la tenacidad, el esfuerzo y el valor de un grupo de escritores enfrentados con el trabajo duro de un taller, sino que hemos podido leer, como nuestros visitantes, por lo menos el comienzo de doce novelas diferentísimas, con distintas aspiraciones y propuestas: una pequeña muestra de lo que se escribe hoy, de lo que sucede en este instante de la novela mexicana. Sólo una podía ganar, pero los doce competidores puede presumir ya de algo que eludirá por siempre (pues la vida es dura) a la mayoría de los aspirantes a novelista de este planeta: se han sometido, al menos por un tiempo, a la mirada y el escrutinio de lectores que nada les debían; ya han conocido el contacto humano que se logra exclusivamente por medio de la palabra escrita.
Lamentamos, sobre todo, las tres descalificaciones; las circunstancias fueron las que fueron y, sin duda, hubo para los participantes a quienes perdimos —y que debían, como todos, vivir al mismo tiempo su vida diaria y esta vida virtual— dificultades que no llegaron a saberse. Pero era necesario ser justos con los doce y actuar respetando la letra de las reglas cuando era preciso, así como su espíritu cuando era posible. En cualquier caso, aun los proyectos que no pasaron de las primeras rondas pueden llegar lejos: ya pasaron un primer proceso de criba rigurosa y, sospechamos, sus autores querrán volver por más tarde o temprano. Que así sea.
Deseamos toda la fortuna para estas doce historias y, también, para quienes las escribieron. Y agradecemos los comentarios, las sugerencias, las objeciones y las críticas ofrecidas por numerosas personas tanto a los participantes como a nosotros mismos. La novela es una forma de indagación, una expedición hacia el interior del ser humano, pero lo mismo puede decirse del proceso de escribirla y de la crítica de cuanto se escribe. De todo ello hubo en este concurso, este pequeño mundo electrónico del que todos fuimos parte y que ahora dejamos para volver al otro. Allá nos vemos.
Alberto Chimal
Álvaro Enrigue
Mónica Lavín
Saludos a todos. Nos vemos este domingo en Guadalajara para la premiación (más datos en cuanto los sepa).
[fusion_builder_container hundred_percent=»yes» overflow=»visible»][fusion_builder_row][fusion_builder_column type=»1_1″ background_position=»left top» background_color=»» border_size=»» border_color=»» border_style=»solid» spacing=»yes» background_image=»» background_repeat=»no-repeat» padding=»» margin_top=»0px» margin_bottom=»0px» class=»» id=»» animation_type=»» animation_speed=»0.3″ animation_direction=»left» hide_on_mobile=»no» center_content=»no» min_height=»none»][Actualización del 22 de noviembre de 2008: cinco meses después de su publicación inicial (que fue el 11 de julio), coloco en la sección de «especiales» esta nota. La razón: el proyecto al que se refiere comienza (¡por fin!) a ganar velocidad. Muchas gracias a todos los que han dejado sus propuestas hasta el momento. Pronto, más noticias… Y si tienen todavía un verso favorito que sugerir, se los agradeceré enormemente.]
Un mensaje para todos los lectores de esta(s) bitácora(s): solicito su ayuda.
Para un proyecto literario del que por el momento no puedo decir mucho (pero es gordo, interesante, y se revelará cuando esté listo) necesito versos: versos sueltos de poemas. Pueden ser de cualquier época, de cualquier lugar y tradición, de poetas consagrados o desconocidos; pueden ser frases completas o bien partes de una frase mayor que abarque varios versos. Lo importante es que sean del interés de ustedes, ya sea por bellos o por desconcertantes.
Si les interesa la poesía, si tienen algún poema favorito, si de pronto se encontraron con uno por casualidad en un libro o en la red y un solo verso les llamó la atención (si dijeron: «Éste es el verso, éste»), en todos estos casos agradeceré que dejen dicho verso en los comentarios de esta nota, incluyendo además el título del poema del que procede, su autor y (de preferencia) el lugar (libro, revista, sitio web) en el que el poema apareció.
He aquí algunos ejemplos:
voy por tu cuerpo como por el mundo Octavio Paz, Piedra de sol
De tener tiempo y mundo suficientes
Andrew Marvell, «A su esquiva amada»
no más las dulces metamorfosis de una niña de seda
Alejandra Pizarnik, poema 12 de El árbol de Diana
durante la sospecha de la gran visita, mientras las costras sagradas se desprenden
José Carlos Becerra, «Batman» (de El otoño recorre las islas)
y abandonar mi mano sobre tu hombro izquierdo, y nada más
Marina Tsvietáieva, «A Rainer Maria Rilke». Publicado en http://amediavoz.com/tsvetaieva.htm
Sólo hay dos restricciones: no puedo usar versos originales ni material sin atribución (debe tratarse de textos que pueda citar en un contexto ajeno a ellos de manera legal y justa), y tampoco puedo usar letras de canciones, himnos y otros por el estilo.
Quienes me sugieran versos que pueda utilizar verán sus nombres en los agradecimientos del proyecto, y estarán invitados a la fiesta inaugural cuando llegue el momento. 🙂
Por último, les estaría muy agradecido si pudieran poner enlaces a esta convocatoria desde sus propios blogs o bien hacerla llegar a quien pudiera estar interesado. Es más: les agradezco desde ya.
Y ahora, para fines de simple entretenimiento, dejo un cortometraje animado en dos partes: La casa de fuego (1979), del cineasta japonés Kihachiro Kawamoto, cortesía de The Motion Brigades. (Viene en japonés subtitulado en inglés.)
Jorge Harmodio, Musofobia. México, Mondadori, 2008. 216 pp.
1
En México, que tiene a TV Azteca y a Televisa, no ha aparecido aún una blogonovela. Pero la palabra se usa en diversos contextos para nombrar a los libros impresos que transcriben historias publicada inicialmente en bitácoras virtuales, con el fin de explotar comercialmente la popularidad que éstas hayan logrado en Internet. En otros países ya hay muchos ejemplos de libros semejantes, que utilizan la publicación en red como medio para imitar la publicación por entregas al modo de los folletines del siglo XIX y luego siguen el mismo camino hacia el papel. Los ejemplos en español van de Apocalipsis Z de Manel Loureiro, una encantadora novela de catástrofes, a la muy sobrevaluada Más respeto que soy tu madre de Hernán Casciari; hasta el momento, todas coinciden en ser de lo más convencional en su forma y sus temas: la única novedad es el “canal” que emplean para su distribución, y ninguna lo aprovecha para lograr algo más de lo que se podía lograr ya, aunque con menos eficiencia, en los tiempos de Dickens o Víctor Hugo.
Justamente lo contario pasa con Musofobia, que para seguir con el juego tendría que llamarse no blogonovela, sino novela blog: la primera que consigue, al menos en castellano, traer realmente a la página impresa el mundo de la escritura virtual.
La historia es la de Jorge, ingeniero mexicano y aspirante a cuentista radicado en París, sujeto a los vaivenes de su trabajo y al desastre de su vida amorosa (un ratón entra en su departamento –de ahí el título– cuando su pareja lo abandona por un novelista y su mundo entero se trastrueca). Y todo se presenta en efecto como blog, diario en línea con enlaces a otros sitios, comentarios y hasta basura electrónica, pero aparece primero como un libro, paralelo a la verdadera bitácora de Harmodio (malversando.wordpress.com) y sin repetir nada de lo publicado en ella. Además, entre los hechos de la trama novelesca, fechada y fragmentada como un diario, se atraviesan cuentos atribuidos al Jorge personaje, que aparecen sin fechas, no siempre son anunciados por el propio diario y en ocasiones, incluso, pueden leerse como un comentario humorístico o terrible de los hechos de su presunto autor. ¿Quién decide la colocación de estos materiales adicionales? No la criatura ficticia, desde luego, sino el escritor que le da su nombre y algunos hechos de su propia vida, deformados según conviene a las necesidades de la historia. No faltará quien crea, ingenuamente, que esto es un diario de verdad, una autobiografía a la que juzgar de acuerdo con las reglas del culto moderno a las celebridades, pero diré más sobre este problema en la sección 3 de la presente nota.
2
Sin mencionar aún a cierto gran precursor de Musofobia (véase para esto la sección 4), que prefigura varias de sus propuestas para alivio de los lectores más calmosos, baste decir que este libro se vale de la estructura discontinua del blog para aludir a la fragmentación de nuestra propia conciencia, de nuestros modos de estar en el mundo y comprenderlo, en el temprano siglo XXI, cuando ya la idea de los Grandes Relatos está definitivamente muerta y, al menos mientras llegan las primeras grandes conmociones tras del “Fin de la Historia”, sólo podemos terminar de lidiar con el trauma: limpiar lo que quedó tras los derrumbes que todos conocemos y explorar un mundo que se ha vuelto distinto. Como también muestra la comunicación por Internet, señas de identidad que eran cruciales hace unas décadas han perdido todo sentido para muy grandes poblaciones, y los deseos de éstas –por sumisión o por impotencia o por mero desconocimiento– tampoco tienen que ver con las aspiraciones y los valores de antes, que se mantienen por inercia salvo entre sectas y fanáticos. La experiencia parisina del Jorge personaje no tiene que ver con las que aparecen en Rayuela de Julio Cortázar y otros libros escritos por latinoamericanos “exiliados” en Europa durante los años sesenta, pero tampoco con la descrita en Los detectives salvajes de Roberto Bolaño, que hace una década puso en crisis a aquellas otras novelas. No hay en Musofobia la angustia por un origen perdido ni el deseo de correr hacia el futuro, de agotar sus posibilidades, que viene del descubrimiento de que ningún retorno es posible. Los personajes viven, aman, odian, se enferman y se alivian, se acercan y se alejan aislados en su propio mundo virtual, que existe suspendido, aislado del otro pero sujeto a sus vaivenes y siempre en peligro de desaparecer, como desaparece el “nidito.de.amor” que es el primer escenario de la novela (Harmodio juega todo el tiempo con la sintaxis mecánica de las direcciones de Internet y la traslada al mundo tangible).
Por lo demás las existencias de estos seres artificiales también se parecen a las nuestras en que están hechas de trozos desiguales, reunidos y ensamblados con grandes esfuerzos para “personalizar”, como se dice ahora, la superficie de una vida en que la libertad de acción cuenta muy poco. Las alternativas de ahora, parecen decir estas aventuras, son ilusorias, tan profundas como el cristal de una pantalla.
3
Hay algo más que decir sobre la idea de la autobiografía. Este año se ha puesto de moda condenar (de plano) la ficción, juzgarla agotada e impropia para estos tiempos y abogar por la crónica, el reportaje y la autobiografía: “la directa, precisa y temeraria escritura del yo”, escribió el español Vicente Verdú en uno de tantos textos sobre el asunto. Extraña un poco que se pase por alto el hecho de que ya vivimos saturados de imágenes de la realidad, debidamente editadas (o fabricadas) y empacadas para el consumo pero vendidas como verdad…, pero Musofobia, en todo caso, propone un juego distinto: el yo del autor se transforma y se convierte en parte de una figura literaria, independiente de los vaivenes “reales” de quien la creó. Peor para nosotros si esta intención precisa del texto nos parece una novedad.
4
La novedad está aquí: entre los grandes precursores de Musofobia –es decir: entre los libros que mejor se transforman y se matizan tras leer Musofobia–, no hay ningún autor mexicano ni tampoco, al contrario de lo que exige otra de nuestras modas, ninguno de habla inglesa. El más visible de quienes sí están es Enrique Vila-Matas, cuyas autoficciones no necesitan ninguna justificación y quien sólo en una novela: El mal de Montano, engaña y desengaña para la eternidad tanto a quienes buscan a “los seres reales y la historia real” como a los enemigos de la imaginación y del lenguaje. En el fondo, la tradición a la que pertenece y con la que se mide Jorge Harmodio es larga y venerable: su gran santo es Honoré de Balzac, a quien Harmodio lee devotamente y con quien se atreve a jugar tanto en Musofobia como en otros textos (véase su “BalSac”, publicado en la antología Grandes hits vol. 1 de Tryno Maldonado).
No es tarde para admirar a las más prodigiosas máquinas de contar –las imaginaciones verdaderamente capaces de meter la realidad en la escritura y no al contrario– y Jorge Harmodio nos lo recuerda con una novela legible ahora, digna de aprecio ahora.
[fusion_builder_container hundred_percent=»yes» overflow=»visible»][fusion_builder_row][fusion_builder_column type=»1_1″ background_position=»left top» background_color=»» border_size=»» border_color=»» border_style=»solid» spacing=»yes» background_image=»» background_repeat=»no-repeat» padding=»» margin_top=»0px» margin_bottom=»0px» class=»» id=»» animation_type=»» animation_speed=»0.3″ animation_direction=»left» hide_on_mobile=»no» center_content=»no» min_height=»none»][Esta nota apareció hace poco en la revista Siempre! Es la segunda de este mes para compensar la ausencia de «libro del mes» en octubre. Gracias.][/fusion_builder_column][/fusion_builder_row][/fusion_builder_container]
Mientras llegan varios textos prometidos y se acercan tanto el cuento del mes como el final de Caza de Letras:
0 [fusion_builder_container hundred_percent=»yes» overflow=»visible»][fusion_builder_row][fusion_builder_column type=»1_1″ background_position=»left top» background_color=»» border_size=»» border_color=»» border_style=»solid» spacing=»yes» background_image=»» background_repeat=»no-repeat» padding=»» margin_top=»0px» margin_bottom=»0px» class=»» id=»» animation_type=»» animation_speed=»0.3″ animation_direction=»left» hide_on_mobile=»no» center_content=»no» min_height=»none»][actualización]. Mañana miércoles, 19 de noviembre, participaré en la presentación del libro Alguien tiene que perder de César Gándara, publicado por la editorial Jus. La cita es en Donceles 66, casi esquina con Palma, en el Centro Histórico de la ciudad de México, a las 19:00 horas.
1. «La materia no existe» fue el nombre de mi primera bitácora y ahora es el nombre de una nueva columna que escribiré regularmente para la revista virtual Los noveles. Por lo demás, está comenzando la nueva etapa de esta publicación de ya larga carrera.
2. Invitación: este sábado 22, a las 12:00 del día, se presentará la antología Atrapados en la escuela. Segunda generación, compilada por Beatriz Escalante: una reunión de historias de todo tipo para adolescentes. Estaré en la mesa de presentación junto con Juan Villoro, José Gordon, Óscar de la Borbolla y la propia Beatriz; la cita es en la Librería del Sótano de Coyoacán (Miguel Ángel de Quevedo, casi esquina con Universidad).
3. No una ni dos sino tres entrevistas han aparecido recientemente. Dos están en línea aquí y aquí y la otra se publicó en el periódico 8/Ochenta de la Universidad Iberoamericana. (Gracias a Sergio Hernández, Martín Fragoso y Montse Reyes, los entrevistadores)
4. Un proyecto gordo en el que participo está ya por [comenzar a] salir. Es El libro rojo, coordinado por Gerardo Villadelángel y cuyos tres tomos publicará el Fondo de Cultura Económica. En la red hallé la descripción siguiente:
El libro rojo [es] una edición excepcional que reúne el trabajo de cerca de 300 autores –historiadores, cronistas, narradores y artistas visuales– que interpretan literaria y estéticamente, con textos e imágenes, crímenes ocurridos en nuestro país entre 1868 y 1928 [a la manera del Libro rojo original, de Vicente Riva Palacio, que justamente se detiene en el año 1867]. Los siguientes volúmenes se ocuparán de 1929 a 2008. El tratamiento es una lectura libre de los acontecimientos con los hechos violentos del periodo referido como leitmotiv. Dicho en palabras del prologuista, el escritor y dramaturgo Vicente Leñero,la idea del libro es “componer, a la manera de un Balzac colectivo, la tragedia humana del crimen a través de la historia de México. Del asesinato, para precisarlo bien. El asesinato en la historia de México. La historia de México desde la óptica de sus asesinatos elocuentes”. Entre los autores participan Enrique Krauze, Jean Meyer, Eugenia Meyer, Paco Ignacio Taibo II [y] Álvaro Uribe; entre los artistas plásticos se hallan Alberto Castro Leñero, Helen Escobedo, Jan Hendrix [y] Boris Viskin.
Hacia los años cincuenta de ese libro, es decir en el tomo II, estarán entre otros crímenes famosos los de Higinio «El Pelón» Sobera, a la vez nebuloso y fulminante. Quedan avisados.
5. Hay otras cosas por venir, de las que escribiré pronto. Entretanto, gracias a todos por su visita. Suerte.[/fusion_builder_column][/fusion_builder_row][/fusion_builder_container]
Debía esta nota desde hace días, y para compensar la he convertido en dos notas. He aquí la primera, que no deja de tener su parte turística.
Hace un par de semanas regresamos de Canadá: once largos días en las ciudades de Calgary y Banff, en donde participé en el festival internacional Wordfest. De entrada puedo decir que todo fue muy bien: el equipo organizador nos trató de maravilla y el festival, que tuvo actividades en ambas ciudades a lo largo de más de diez días, estuvo hermosamente organizado. Calgary no es la ciudad más grande de Canadá y a veces, supe allá, se le mira con cierta condescendencia en el otro extremo del país, en Montreal o Toronto. Pero ya quisiéramos en nuestras ciudades pequeñas actividades culturales como la de ésa.
Esta impresión de ligera inferioridad (típica de los viajes de mexicanos al extranjero) puede tener sus matices…, pero eso será para la próxima nota; ahora, una lista veloz de las mejores cosas durante Wordfest:
1. El trato de Emma Knipe, encargada de operaciones del festival, así como de la fundadora de éste, Anne Green, y en general de todos los trabajadores, voluntarios y patrocinadores.
2. El mero hecho de haber podido pasar, de Calgary, a Banff, un pueblo hermosísimo en medio del enorme parque nacional que lleva su nombre, y al Banff Centre, que debe ser uno de los mejores lugares para escribir que hay sobre la Tierra. (La imagen es del estudio Henriquez, uno de los ocho que se ofrecen para residencias artísticas en el Centro.)
3. La lectura bilingüe en la Universidad de Calgary, en la que estuvimos la poeta mexicana Coral Bracho y yo, presentados por la maestra Candelaria Konrad. El público estaba muy atento y hubo preguntas muy interesantes (además de que me tocó encontrar allá a Gerardo Piña, un escritor a quien le había perdido un poco la pista pero que acaba de publicar su primera novela y del que me siento muy cercano). Como no me sentía muy seguro para leer las traducciones en inglés que había preparado, acepté la propuesta del festival de que se encargara un actor. Suerte espectacular, pues el actor que se ofreció para la lectura, Iain Dunbar, me ayudó no sólo leyendo las traducciones sino además revisándolas, y detectando varios errores. Ah, y algunas personas se quedaron con copias un cuadernillo (chapbook, que les dicen) con los textos que preparamos para la ocasión.
3. El Museo Glenbow de Calgary, y en especial una exhibición que tenían de arte fantástico: una auténtica maravilla de colección entre cuyas piezas –pintura, escultura, video, instalación– había al menos una obra maestra: El Instituto Paraíso, de los artistas canadiense Janet Cardiff y George Bures Miller, una instalación creada en 2001 para el pabellón canadiense en la Bienal de Venecia que se finge un cine antiguo, mucho más grande por dentro que por fuera, en el que la trama de la película se mezcla con las acciones de los espectadores fantasmales que rodean a los de verdad mediante una banda sonora más bien espeluznante. ¿Alguno de ustedes conoce a un director de museo o instituto de cultura que quisiera traer esta pieza? Si me dicen que ya estuvo en México, de todas formas abogaría por su regreso…
4. Y los escritores. Hubo de todo, como en cualquier encuentro, pero los más valiosos de aquellos con los que al menos pude conversar merecen mencionarse siquiera velozmente. Randall Maggs, poeta de Newfoundland, quien acaba de publicar una biografía en verso de Terry Sawchuk, un legendario goalie del hockey sobre hielo; Cecil Castellucci, narradora y rockera indie; Jaspreet Singh, escritor emigrado de la India que presentaba su primera novela y un libro extraordinario de cuentos, 17 tomates; Rawi Hage, a quien tuve el gusto de conocer hace algunos años, justo antes de que se volviera famoso en Canadá, y con quien fue posible celebrar la salida de su segunda novela, Cucaracha, poco antes de que la nominaran para al menos tres premios literarios. E Ikwunga, «el poeta afrobeat», originario de Nigeria, profesor, psiquiatra y músico. Escucharlo rapear en el «Cabaret de poesía» en el Banff Centre fue extraordinario.
Ahora, por si puede interesar, un regalito. En 2002, cuando fui al Banff Centre por primera vez, encontré en su biblioteca (entre varias ediciones curiosas que me acompañaron en largas tardes) un archivo de grabaciones en disco compacto. Y entre los discos había una colección de Música clásica secular de Bizancio, grabada por el musicólogo y matemático griego Christodoulos Halaris. La grabación recupera piezas de grandes compositores de la época y se propone como una grabación «a la manera original» y con instrumentos tan cercanos como es posible a los de aquel tiempo. Ahora he leído que hay polémicas alrededor de la fidelidad de las interpretaciones de Halaris y su equipo; la música no deja de ser muy hermosa, y en aquel momento me conmovió enormemente, y fue la banda sonora de todo mi tiempo de escritura allá, que vio aparecer partes de Grey y de otro proyecto del que espero hablar más tarde, en algún otro día.
¿El regalo? «El salterio», una pieza de Juan Koukouzeles (¿1280?-¿1360?), santo de la iglesia ortodoxa griega además de cantante y compositor en la corte de Andrónico II de Constantinopla. Nacido en Macedonia, quedó huérfano a temprana edad, y la historia de su nombre es curiosa: su apellido era Papadopoulos, pero en la escuela imperial de música, a la que pudo asistir gracias a una beca que ganó por su excelente voz, sus compañeros se burlaban de él y le pusieron un apodo hiriente: «koukouzeles» es una palabra inventada, que sugiere el tartamudeo de alguien que intenta decir «coles» y «frijoles» en griego y a la vez. Más tarde, en cualquier caso, Koukouzeles también fue conocido como «Angelophonos» (voz de ángel).
Además (hallo en las fuentes escasas de que dispongo) de ser un intérprete sumamente popular, Koukouzeles reformó profundamente la notación y la composición de la música de su tiempo, y se le recuerda (encima) por haber huido de la corte de Andrónico para refugiarse en el monasterio de Monte Athos, donde siguió componiendo y cantando hasta su muerte.
Todo esto es nada más una muestra pequeñísima de una gran experiencia…, de la que salió también una serie de ideas sobre libros, editores y varios temas afines, de los que pronto volveré a contarles.
Saludos a todos desde Calgary, Alberta, en Canadá. Por una vez, vale la pena una pequeña serie de noticias:
1. Aquí está en plena marcha el festival Wordfest, organizado por diversas instituciones y patrocinadores de Canadá y otros países. Ayer, la poeta mexicana Coral Bracho y yo hicimos una lectura bilingüe, dentro de «¡HOLA!», un ciclo de conferencias de escritores mexicanos en la Universidad de Calgary, ante un auditorio muy interesado: hubo muchas y agudas preguntas y muy buena conversación. Agradezco especialmente a la maestra Candelaria Konrad, quien en 2008 cumple diez años de organizar estos encuentros, y a Iain Dunbar, un excelente actor canadiense quien no sólo leyó las traducciones de los textos que yo llevaba, sino que tuvo la amabilidad de revisarlas atentamente y ayudarme a corregir no pocos errores.
2. Hoy, este blog y los de Caza de Letras serán uno de los temas a discutir en otra actividad: una mesa redonda sobre nuevas tecnologías dentro del Moving Stories Film Fest, una serie complementaria de actividades culturales que enfatizan el uso de Internet, medios alternativos, etcétera. Estaré con los autores canadienses Tish Cohen y Randall Maggs, discutiendo cómo hacemos nuestro trabajo. Sospecho que hablaremos de circunstancias y condiciones muy distintas: aquí en Canadá la red puede usarse, como sugiere el nombre de nuestra mesa redonda, para promover libros y autores entre un público bien «conectado» y con niveles de lectura más elevados que los nuestros.
Hola a todos. Mientras ustedes leen este texto, yo probablemente me encontraré volando, un día antes de lo previsto (me disculpo con quienes pudieran haber ido a la Feria del Libro de la ciudad a la mesa redonda en la que iba a participar; la aerolínea cambió el día del viaje sin avisar); voy a Canadá, al festival literario WordFest, que se organiza en la ciudad de Calgary, Alberta, y concluirá en el hermoso pueblo de Banff. Estaré en una lectura bilingüe en la Universidad de Calgary con la poeta mexicana Coral Bracho y en un par de mesas redondas sobre literatura y nuevas tecnologías. Me toca hablar de blogs, así que Las historias y Caza de Letras aparecerán sin duda en la conversación.
Una vez más me disculpo por la falta de reseña para este mes; reseñar, paso a paso, las novelas de aquellos doce concursantes ha resultado un poco más complejo de lo previsto. Saludos a todos y más noticias pronto desde Calgary.
José Luis Zárate me avisa de un hecho curioso: sin que lo supiera, fue víctima de un plagio, que ha provocado las mismas reacciones que otros casos semejantes y está muy razonablemente documentado, al menos ahora que escribo, en esta nota de esta bitácora.
No parece haber mucha posibilidad de controversia: una persona tomó uno de los textos brevísimos que Zárate escribe en su página de Twitter y lo publicó en su propia página sin mencionar la fuente; dado que todo sucedió en microblogs, en el que tan fácil y socorrido es enlazar y señalar textos interesantes directamente donde fueron publicados, resulta difícil creer que (como dijo la persona acusada) simplemente no mencionó a Zárate, y a otro autor de una frase que reprodujo, en aras de la brevedad.
Digamos, aunque sea para que no se me acuse de parcialidad (Zárate es mi amigo, para quienes no lo sepan), que quisiéramos atender a la idea de que una frase de 140 caracteres es poca cosa y quejarse por que alguien se la atribuya es ridículo.
Yo, por principio, no lo creo; no es sólo que en los microblogs todo el espacio disponible se reduce a 140 caracteres, de modo que los textos necesariamente se aprecian de otra manera, no como fragmentos sino como totalidades, aunque sea diminutas. Además, si empezamos a despreciar por ahí el argumento podemos llegar a toda suerte de falacias desagradables, y no sólo del estilo de «para que sea plagio el texto robado debe ser lo suficientemente largo», sino también de «para que sea plagio el texto robado debe ser lo suficientemente conocido», o pero aún: «para que sea plagio el texto robado debe ser de una persona lo suficientemente poderosa».
Digamos también que el acusado podría haberse equivocado, simplemente; podría haber copiado y pegado el texto sin pensar, sin tener claramente presente que su acto podría interpretarse como que estaba atribuyéndose una obra de otro (pequeña, sí, pero evidentemente no desprovista de interés ni de valor, porque en caso contrario no se le habría reproducido).
Aun si creyera algo de esto, o si ustedes lo creen, lo que no tiene desperdicio es la reacción del acusado: se parece muchísimo al modo de comportarse de plagiarios descubiertos con robos mucho más copiosos y mucho más difundidos. Su actitud (lean su comentario) es arrogante y agresiva pero delata, me parece, un miedo soterrado y muy particular: no trata de negar lo hecho sino de negar su importancia y de atacar (falazmente) a las personas que lo atacan, en vez de a sus argumentos; a la vez que elude todo razonamiento, trata de ofrecer una especie de compensación desplazada de las iras de sus oponentes al afirmar que no publicará más en Twitter, como si alguien se lo hubiese pedido o como si borrar la huella del hecho anulara por completo el hecho mismo. Es una actitud tan típica que debería tener nombre.
(Por cierto: enterado de todo, Zárate se involucró en la discusión y, al poner los puntos sobre las íes en el intercambio –en el que, como siempre, el cinismo y la tontería amenazaban con enterrar a las razones–, amablemente citó un texto publicado aquí mismo sobre el tema del plagio, al que remito a los posibles interesados.)
Nada de esto sacudirá al mundo: por supuesto, más preocupante en México será el aumento de la violencia y la parálisis del estado, y en el mundo la amenaza de otros cuatro años de tontería, venalidad y fundamentalismo con McCain y Palin en el gobierno de los Estados Unidos (por ejemplo). Pero la pequeñez y la mezquindad particulares del plagiario, cuando menos, son un tema literario infinitamente fascinante.
Como el año pasado (pero ahora sí a tiempo) dejo aviso de cinco bitácoras que me parecen interesantes y dignas de nuevas y distintas visitas. Todo es parte de la campaña del Día del blog, pensada para ofrecer a los internautas opciones diferentes a las habituales a la hora de navegar. He aquí mi lista de seleccionados para este año:
1. Sensacional D de Bernardo Esquinca es un blog etiquetado como «peligroso»: si lo visitan, los recibirá una advertencia de Blogger acerca de su contenido «dudoso». No hagan caso y continúen. Lo que Bernardo escribe es simpemente una serie de notas y observaciones de curiosidades extrañas, los lados oscuros de la vida y parte(s) de la violencia cotidiana que, por lo mismo, a todos nos toca. Como él dice, «porno culto y nota roja gourmet».
2. La tribu del pulgar (antes Ruidos de la calle) es la bitácora de Pepe Paredes Pacho (antes baterista de Maldita Vecindad): un depósito de sus notas sobre cultura urbana, Internet y más. Es un espacio con cierto tiempo y el depósito de una carrera ya larga de escritura: vale la pena asomarse a los archivos.
3. Las opiniones del Rufián Melancólico es un proyecto largamente esperado, al menos para mí: el Rufián es (lo diré, ni modo) Carlos Ramón Morales, uno de mis amigos más queridos, y él usa su espacio para escribir notas y artículos cínicos, afilados, lúcidos sobre la vida urbana, lo de todos los días, y lo que puede acontecer después de muchas cervezas. Si se sienten provocados o sacudidos por varios textos, no se asombren.
4. Ondinnonk, firmado por Bandala, es una bitácora de diseño muy curioso y muy activa (este parece ser un tema de los blogs que elegí este año) en la relación de las pequeñas cosas, de la vida como pasa a la red. El sitio viene amparado por este cita de Eduardo Galeano: «Creen los hurones, como todos los pueblos iroqueses, que el sueño transfigura las cosas más triviales y las convierte en símbolos al tocarlas con los dedos del deseo. Creen que el sueño es el lenguaje de los deseos no realizados y llaman ondinnonk a los secretos deseos del alma, que la vigilia ignora. Los ondinnonk asoman en los viajes que hace el alma mientras duerme el cuerpo.»
5. Y para concluir, El tallercito violeta de Tzitzi Janik Rojas: lo mejor de los blogs personales es su capacidad de sugerir el contacto humano, eso que en realidad nunca tenemos cuando nos asomamos al mundo virtual, y esta bitácora lo consigue plenamente; es una ventana a muchas facetas e intereses de una persona verdadera, que se comunica con imaginación e inteligencia.