En una plática fuera del blog, salió a relucir un comentario que hice al paso, en una nota previa, sobre el sentirse huérfano. Debo decir que me impresiona la imagen de Karna, un personaje del Mahabharata. Abandonado al poco tiempo de nacer, creció desposeído y agobiado por el infortunio. Fue maldecido varias veces a causa de indvertencias o accidentes. Cuando se hizo hombre fue un héroe de grandes virtudes, pero terminó aliado con los Kuru, enemigos de su familia original, que le ofrecieron amistad y protección cuando sus propios hermanos, los Pandava, no lo hicieron. Al estallar la gran guerra, murió atravesado por una flecha de su propio hermano, el gran guerrero Arjuna, pero terminó con éste y el resto de los Pandava en el inframundo, apresado y sometido a tormentos. El origen como una marca indeleble, como una infamia que confirma la injusticia del universo.
Empecé a leer desde muy pequeño, pero no lo hice –supongo que pocas personas lo hacen– con un programa y una lista de libros reglamentarios. Y lo que estuvo a mi alcance no fue en absoluto el canon mexicano sino una serie de textos heterogéneos, escorados hacia la literatura fantástica por puro azar. Era lo que había, pues…
Y ahí estuvieron mis aprendizajes: no me formé, ni siquiera al comenzar a escribir, sintiéndome parte de una tradición nacional porque no había nada en esos libros que se refiriera a la literatura como algo que pudiera delimitarse de semejante forma. Por otro lado, tampoco aprendí que la literatura requiriera justificación; sólo hasta después oí, en las escuelas, la idea de que literatura “servía” estrictamente como documento histórico de su época…, pero nunca lo creí: tuve la mala suerte (o la buena suerte) de que casi todos mis maestros de español en ese tiempo fueron pésimos lectores y ofrecían interpretaciones obviamente idiotas de todo lo que nos daban a leer.
Y algo más que no aprendí fue que la literatura fuera un “escape” de la “vida real”: una alternativa reconfortante ante las inseguridades de la existencia fuera de los libros. Por el contrario, otro gran choque de esas lecturas tempranas fue el encontrar historias en las que, al contrario de en lo que se suponía una visión sana y racional del mundo, los sucesos no se resolvían de manera tranquilizadora y las mismas definiciones de lo “real” eran puestas en duda y hasta en crisis. (¿Para qué leer eso? Por el vértigo. Para sufrir. ¿Quién dijo que la felicidad es todo en la vida?)
Ahora creo que los grandes autores que descubrí entonces (Levrero, Borges, Pavic, Dick), los que me son más cercanos ahora, se parecen en que buscan profundizar en la indagación de cómo damos forma a lo real –a nuestra percepción de lo real– acercándolo a nuestras representaciones y no al revés: son todos los que investigan qué nos hace el lenguaje, qué le hacemos y qué no vemos en él o más allá de él. No suena muy sexy, supongo, pero mucho de la literatura que importa trata de eso.
Eso sí: todo esto quiere decir también que quienes “deberían” haber sido mis padres literarios nunca me dijeron nada y lo que yo mismo deseo hacer es, más bien, mi propia indagación en lo que vislumbraron mis padres sustitutos. Juan Rulfo me interesó primero porque los muertos hablan en Pedro Páramo, y Arreola me interesó antes que Rulfo, y Blake y Dick me interesaron antes que Arreola. Ni modo. No lo presumo ni lo recomiendo porque es un camino difícil y una aspiración impopular: supone o deja entrar ciertas ideas políticas, y en el mundo en que vivimos tiene que relacionarse de algún modo con el mercado, pero no proviene directamente del mercado ni de la política.
No me quejo. Mi “aquí nos tocó” fue éste y no lo rechazo. Y ya no tengo tiempo para preocuparme por eso.
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Ahora está circulando por la red mexicana una serie de comentarios (el de Guillermo Vega resume bien la situación) sobre las declaraciones homófobas del conductor televisivo Esteban Arce, y cómo calló, más que convencer, a una sexóloga que intentaba cuestionar su idea de la «normalidad». El problema no es sólo el prejuicio de Arce, ni el hecho de que gran parte de la población del país lo comparta: es la prepotencia, la violencia de los «argumentos». ¿El suyo es el modo de relacionarnos con los otros que mamamos de la televisión? Con razón estamos tan jodidos.
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He aquí una copia completa de Nosferatu (1922) de F. W. Murnau. Los intertítulos están en inglés pero la historia, básicamente, es la de Drácula de Bram Stoker, es decir, los vampiros son como Edward Cullen dice que no son.
(¿Por qué tantas novelas famosas sobre el tema de los últimos treinta o cuarenta años sufren tanto por la influencia de Stoker? ¿Y por qué no hallan otra forma de lidiar con ella?)
Gracias al blog Reek of Putrefaction descubrí la existencia de Pontypool, una película canadiense de 2008 dirigida por Bruce McDonald. Y es una película excelente.
Si la buscan la encontrarán descrita como un filme de zombis, y lo es, o al menos tiene que ver con la aparición y propagación de una extraña enfermedad que convierte a grandes masas en autómatas asesinos y desprovistos de razón, al modo tantas otras películas. Pontypool se distancia de todas ellas, por una parte, gracias a la economía de su hechura, pues se filmó prácticamente en un solo escenario y con tres actores (todo sucede en un estudio de radio, durante un turno de locución en el que no se ven, pero sí se escuchan, todos los detalles espeluznantes); por otra parte –y es la mejor– debido a la «explicación» del contagio, que no tiene que ver con los clichés habituales (virus mutantes, contenedores de sustancias tóxicas, etcétera) y cuya rareza ha hecho enojar a más de uno: en el mundo de Pontypool la locura se propaga a través del lenguaje. El acto de entender algunas palabras, nadie sabe cuáles, ocasiona que la locura se apodere del cerebro humano. ¡El propio idioma está infectado! La idea no ha sido entendida cabalmente por ninguno de los reseñistas que se ha ocupado de la película, y que en cambio se han dedicado a darle lecturas superficiales (la reducen a una metáfora del conflicto entre canadienses de habla francesa y de habla inglesa) o a quejarse de su falta de elementos gore. Pero la idea apunta a la crisis –que apenas podemos ver y no digamos articular– del pensamiento simbólico, sobre la que ha escrito, muy provocadoramente, John Zerzan. ¿Qué hacemos cuando las representaciones se vuelven contra nosotros?
Los personajes de Pontypool intentan eludir el contagio repitiendo las palabras hasta que las des-entienden: hasta que les quitan todo sentido. Pero ¿podríamos hacer eso todos, todo el tiempo? Si el lenguaje fue un error de la especie (el error crucial), ¿sería posible repararlo?
Esta nota de Faro Viejo contiene detalles de la presentación de Los esclavos durante la pasada FIL de Guadalajara, además de un segmento de video tomado entonces. (¡El primero del que sé!)
(Muchas gracias, por supuesto, a Guillermo, a Araceli Otamendi, a José Israel Carranza y Silvia Eugenia Castillero de Luvina, a Faro Viejo y a la gente de Cultura Pirata, en especial a Tania Ochoa… Ahora, a trabajar otra vez.)
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No: antes, un hallazgo. El que sigue es un fragmento de una función de Apocalypsis Cum Figuris (1969), la última puesta en escena del Teatr Laboratorium de Jerzy Grotowski (quien sale a relucir en «La Pasión…»). Grotowski y su compañía, luego de tres años de ensayos, llevaron su propuesta de una recreación de textos bíblicos hacia una investigación del ritual –de otra forma de representación, cuyos resultados finales fueron tal vez inciertos— de un modo que nadie ha continuado cabalmente. Nunca había visto ninguna grabación ni filmación del trabajo de Grotowski…, y ésta, como verán, deja más dudas que certezas debido a su falta de resolución. Es como si ese teatro –la obra se considera una de las cumbres del teatro del siglo XX– se resistiera a quedar en la memoria de quienes no lo vieron directamente. Si no conocen la historia completa de la puesta y el director, dense un momento para investigarla: es un ejemplo abrumador de la altura y la fragilidad de las obras humanas.
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(Paréntesis:
Ayer tuve un breve momento de pánico: un desperfecto del servidor dio al traste con el sistema de categorías de esta bitácora. Ya está arreglado, pero por varias horas llegué a temer que no hubiese remedio. Casi nadie se ha planteado seriamente esta pregunta desde 1997: ¿qué tanto, realmente, de la vida virtual que uno se ha ido construyendo se vuelve parte de la vida a secas? La respuesta podría parecer obvia; no lo es al considerar la posibilidad de desprenderse de una parte de esa vida. ¿Qué tanto de todos esos mensajes hechos a la carrera, con caracteres intangibles, referidos a contextos tan frágiles, es de verdad desechable?
Respuesta posible: es tan desechable, o tan precioso, como todo lo demás. Como escribió Margaret Atwood, los objetos más preciados de uno son la basura de quien llega después.)[/fusion_builder_column][/fusion_builder_row][/fusion_builder_container]
Actualización de las 3:25: al parecer el problema se ha resuelto.
No sé por qué, la base de datos de esta bitácora se descompuso, con lo que la plantilla que había estado utilizando dejó de funcionar. Todos los textos publicados siguen aquí pero sus categorías se borraron. De ahí que esté utilizando esta plantilla básica en lo que averiguo qué hacer. Se aceptan y agradecen sugerencias. Mientras, el que iba a ser el aviso de hoy: he subido al sitio un cuento de Grey, titulado «La Pasión según la Sombra». Acá seguimos, pues.
Pepe Rojo está preparando, para la Universidad Autónoma de Baja California, una colección de minilibros de ciencia ficción mexicana: 18 cuentos que serán editados individualmente y distribuidos sin costo en la ciudad de Tijuana. No sólo la selección es muy variada sino que las portadas de cada minilibro fueron hechas por Bef y me parecen magníficas. He aquí algunas de ellas (tomadas del blog Monorama, del propio Bef): las portadas completas pueden verse haciendo clic en las miniaturas.
Una de las portadas, desde luego, me resulta sumamente entrañable, pero todas me hicieron pensar en la primera fascinación, la más inocente y poderosa, que produce la fantasía. También recordé las portadas de la colección de ciencia ficción de Penguin Books (hay que ver en especial las de David Pelham); su «propósito» es hacer que los posibles lectores compren el libro, sí, pero el reclamo comercial es lo menos importante. Eso otro que es más importante está también en los minilibros, que se regalarán y se crean en condiciones difíciles y que no darán beneficio económico a nadie. Ojalá sus lectores (los que ya los están esperando, aunque no lo sepan) los encuentren.
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Rogelio Guedea ha escrito ya varios artículos, breves y furiosos, acerca la gestión actual de la Universidad de Colima. Éste resume su diagnóstico y su crítica contra el rector actual de esa universidad, apoyadas ambas en un reportaje desolador de la revista Proceso.
Yo sólo agrego una opinión al margen: ayer se recortó enormemente el presupuesto de las universidades públicas del país, debido a la crisis pero entre los jaloneos que todos conocemos (y si no, basta leer cualquier periódico o fuente de noticias razonablemente legible). ¿Es justo que estemos forzados a comparar los desatinos de diversas autoridades y tratar de elegir cuál es el peor?
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Aviso a la comunidad: esto sigue sin ser un diario, aunque a continuación enlazará a un texto sobre la memoria (la memoria y el olvido, de hecho: también de vez en cuando hace falta jugar con los clásicos) que puede leerse aquí, en la revista virtual Los noveles. La historia contada es totalmente verídica, así como existen de veras esos libros.
Para aliviarse un poco de la solemnidad, la estrechez de miras y la falta de imaginación, recomiendo acudir a la presentación que sigue, con los queridos Mauricio Bares y Bernardo Fernández. Reproduzco el boletín:
La editorial Nitro/Press tiene el gran placer de invitarlos a la exquisita presentación del libro Apuntes de un escritor malo de Mauricio Bares.
Jueves 29 de Octubre, 8:00-10:30 pm, en el majestuoso ExTeresa Arte Actual, calle Lic. Verdad # 8, a un costado del Palacio Nacional y la Catedral Metropolitana
Presentan: Mauricio Bares y los enormes Alberto Chimal y Bernardo Fernández (BEF)
Música ambiental: Peach Melba
Visuales Nitro/Press
El libro reúne versiones mejoradas de lo más granado del blog de Anónimo Hernández, así como joyas inéditas que harán las delicias del respetable, como Escribator 3, Un escritor y su hijo 2, Malas influenzas, Malnacido, Pesadilla en Sesame Street y Un escritor con recursos, así como comentarios de sus lectores más queridos.
En caso de no poder acudir, se recomienda conseguir el libro:
…y en caso de no poderlo conseguir ahora, hacer lo posible por conseguirlo luego y entretanto leer esto (que es el blog de Anónimo Hernández, de las mejores plumas de la blogósfera).[/fusion_builder_column][/fusion_builder_row][/fusion_builder_container]
Hoy, después de 15 años de funcionamiento y algún tiempo de decadencia y de olvido, cierra definitivamente el servicio de alojamiento en red www.geocities.com. La noticia puede sonar poco importante: ya nadie se interesa en crear páginas web como se hacía en los años noventa y la tecnología, desde luego, es obsoleta e incómoda de manejar para los cibernautas acostumbrados a Facebook y Twitter. También se me podrá hacer la típica pregunta de los políticos («¿a ti en qué te afecta?») y deberé responder que ni siquiera quedan rastros de los sitios que hice entonces, porque borré todo –hace muchos años– en un momento autodestructivo. Ésta es la única huella que permanece y mañana no estará allí:
Pero sí hay varias cosas que lamentar. La primera es la pérdida de gran cantidad de páginas interesantes, de información que no ha sido respaldada y que acaso se podrá encontrar en sitios como The Internet Archive…, pero acaso no. La mayor parte de lo que todavía en este momento sigue allí, claro, es basura. Pero también es basura la mayor parte de lo que se publica en todas partes, dentro y fuera de Internet, y toda la historia humana está marcada por la destrucción de lo valioso mezclado con (perdido entre) la porquería.
La segunda es la destrucción de una porción de memoria histórica. Pequeña, si se quiere, pero creo que no tanto como podría creerse.
La tercera puede resultar más extraña: la tecnología de aquel viejo servicio fue rebasada hace mucho tiempo, pero no hay nada hoy que tenga exactamente su flexibilidad y posibilidades expresivas. La facilidad de uso de los servicios actuales, y en especial de las redes sociales, se ganó a costa de menos acceso y control sobre la construcción de las páginas y una mayor limitación de lo que se puede hacer con ellas. La comunicación y la interacción son una maravilla, por supuesto (incluso aunque la actitud socialmente aceptable ante ellos sea de tedio); pero todo lo que los usuarios comunes podemos hacer con los servicios del momento es alimentarlos de contenido dentro de estructuras rígidas y para fines preestablecidos. La manipulación del código HTML, que tantos quebraderos de cabeza dio a tantos pioneros de la red hace unos quince años, era una especie de artesanía, vacilante en general, entorpecida por herramientas inapropiadas, pero no tuvo ocasión de convertirse en arte sino en poquísimas ocasiones.
Esto sonará, quizás, como lamentar la falta de desarrollo del kinetoscopio, de la commedia dell’arte o de cualquier otro arte o tecnología olvidados. Pero ¿no es sorprendente todo lo que se ha dejado de hacer? ¿No es extraño que la historia esté también tan repleta oportunidades y posibilidades perdidas? También el cine está por explorar aún. También le quedan cosas que decir a la literatura. Lo que guía nuestras opiniones sobre estos asuntos acostumbra ser lo más superficial, y esto nos hace olvidar que, como las lenguas, también nuestras herramientas y nuestros modos de crear son imágenes precisas de la experiencia de cierto número de seres humanos. Y cuando la imagen se pierde, se pierde también el conocimiento más cercano y más profundo de esa experiencia que pudo haber sido de cualquiera pero fue, para bien o mal, de quienes la vivieron. Como cuando muere una lengua o un arte se olvida, ahora el mundo es un poco más pobre.
* * *
Entre otros sitios que no visitaba lo bastante, que no me molesté en respaldar y que (pensaba) siempre estarían allí, voy a extrañar el archivo de una revista hermosa y de carrera no tan breve, Malacandra, subtitulada «Teoría y práctica de la literatura fantástica». Melmoth, la revista que yo tuve por un tiempo, quería ser como ella, pero más loca y más extraña: la ilusión de un tímido que había llegado tarde al reparto de su generación.[/fusion_builder_column][/fusion_builder_row][/fusion_builder_container]
Como la nota que publiqué hace poco sobre el tema de los intelectuales (con ejemplos de dos escritores que podrían continuar la tradición mexicana del artista que opina sobre asuntos de interés público, más bien alicaída en años recientes) ha recibido una buena cantidad de comentarios y enlaces, escribo ahora esta nueva nota, que es independiente de aquella pero también puede leerse como su complemento; incluye respuestas a varias cuestiones que se me han planteado sobre el asunto y sobre otros aledaños, y varias opiniones que me importa aclarar.
1. Una generación de escritores no es automáticamente un grupo, un movimiento ni nada parecido. Es, simplemente, un conjunto de personas nacidas más o menos por las mismas fechas. No es un lote de autos del mismo modelo. No sólo no debe (ni puede) ofrecer un conjunto de obras homogéneas en ningún sentido: además, no caduca. En la otra nota dije que si un intelectual nacido en los setenta consiguiera que la sociedad progresara por medio de sus textos sobre política, con eso bastaría para que la generación entera se justificara. Lo sostengo. Pero a la vez sostengo que también sería suficiente si la única obra digna de sobrevivir a su época, hecha por alguien de los setenta, apareciera por ejemplo en 2082, publicada póstumamente o por un anciano de más de cien años.
2. Lo anterior, sobre literatura. Sobre los intelectuales: es casi imposible que un texto de opinión política quede en la historia literaria, pero si produce realmente un efecto benéfico en una sociedad esto no tendrá importancia. Su mérito será social y no artístico. En caso así, incluso, no hace falta que el texto en concreto sea recordado ni que su autor o autora se vuelva célebre.
3. Los nuevos intelectuales mexicanos, los de mi generación, podrían llegar a ejercer esa influencia positiva que he mencionado, pero no lo han hecho todavía. Su trabajo actual es una promesa que puede cumplirse o no cumplirse. Ninguno ha escrito aún nada semejante, en su alcance, pertinencia y valor, al «Yo acuso» de Emile Zola. Ojalá lo consigan; semejante sacudida social nos sería útil en un momento como éste.
4. ¿Qué podría salirle mal a los nuevos intelectuales? El peligro que corren todos los escritores/opinadores es olvidar su propósito, el sentido de su labor. La historia demuestra que muchos lo olvidan: unas veces, en lugar de persistir en la crítica y la defensa de lo que creen, acaban por acomodarse dentro de las élites que han aprendido a reconocerlos, y entonces se vuelven portavoces (encubiertos o no) de esas élites; otras veces llegan a creer que su persona, y no lo que dicen y piensan, es lo más importante, y se vuelven aspirantes a «celebridad», adictos a opinar sobre lo que sea del modo más estridente posible, mercachifles de su propia reputación. Payasos, en fin.
4a. ¿Cómo se reconoce a estos intelectuales falsos? Pueden engañar a muchos, y durante mucho tiempo –porque la mayoría de los seres humanos no aprendemos nunca a pensar por nuestra cuenta–, pero por lo común son olvidados en cuanto dejan de estar allí para seguir alimentando su figura pública. (Esta prueba es infalible, y útil siempre si no hay ningún otro criterio –o no hay criterio–, pero desde luego tiene la desventaja de que obliga a esperar muchos años.)
4b. Una persona me decía que es muy improbable que el regreso (bastante probable) del PRI al poder presidencial en México consiguiera que todo volviese a estar exactamente igual que antes, y por lo tanto no podría volver a existir el «ecosistema» de los intelectuales al modo priísta, que muchas veces eran personeros sin vergüenza o «rebeldes tolerados». Es cierto: exactamente como era, ese sistema no volverá. Pero por otro lado, y muy tristemente, muchos vicios del sistema priísta no han desaparecido entre escritores y artistas, y otros, aunque fuera aisladamente, podrían regresar.
5. Toda la discusión del año pasado era sobre fama y oropel, no sobre literatura. ¿Por qué tanta insistencia en la fama y el oropel? Un signo de la época es la vanidad y el otro la idea de la fama como valor supremo, sin importar su justicia ni su causa.
5a. Por ejemplo: mucho de la discusión del año pasado se levantó sobre prejuicios y falseos. Se insistía en que ningún autor nacido en los setenta se ha hecho tempranamente famoso, lo que es mentira pues están, entre otros, los casos de José Ramón Ruisánchez y Hernán Bravo Varela, que nadie pudo o quiso recordar entonces. O bien: nadie nacido en los setenta, se insistía, tiene el reconocimiento que tuvo Carlos Fuentes a los treinta años, cuando publicó La región más transparente. ¿Realmente sirve una apreciación tan vaga y arbitraria? (Igual se podría decir que ninguno de nosotros ha escrito Hamlet, lo que por lo demás no hace falta, pues está escrita desde hace siglos…)
5b. Por ejemplo: mucho de la discusión, también, sonaba a pensamiento mágico, pues a veces daba la impresión de que «ganaría» (¿ganaría qué?) quien no sólo gritara más fuerte y más frecuentemente sino además, a falta de trabajo propio que elogiar, fuera capaz de descalificar mejor a los otros (los adversarios). De esto vino, pienso, la insistencia en equiparar la literatura con un concurso de potencia sexual, y en especial la frecuencia alarmante de las declaraciones oblicuas: en vez de «yo soy un semental», «todos los demás son eunucos».
6. De vuelta a la literatura: aquel anciano que mencioné al comienzo, y que podría ser el creador de lo único que valiera la pena de la literatura hecha por mi «generación», podría no ser una celebridad ni una persona poderosa o influyente en los círculos de los poderosos. Y podría ser una anciana. Y podría ser alguien que jamás hubiese intentado darse a conocer en el mundillo literario. Y su obra podría no ser una novela. (¿Por qué tendría que serlo? Se habla y se habla y se habla de las grandes novelas, se tiene al grosor de los libros como medida de calidad e importancia –una tontería, desde luego–, pero a lo mejor los escritores mexicanos de los setenta nos salvamos del olvido total gracias a un libro de poemas, o una serie de aforismos, o una sola minificción…)
6a.Ninguno de nosotros lo va a saber, evidentemente. (Otra posibilidad más es que la obra que valga la pena leerse, y que le diga mucho a muchas personas, se escriba en sesenta años, o en cincuenta, o en treinta, o en diez…, y también puede existir ahora mismo, pero ignorada por todo el mundo y destinada a salir a la luz en 2082 o incluso después. La escritura que cuenta no es una carrera de velocidad.)
7. Por último, sobre el tema del «compromiso del escritor», sigo pensando lo que escribí en algún otro texto: está muy bien (cuando no es sólo una pose para congraciarse con el poder), pero no es menos importante que el compromiso de cualquiera, del ciudadano –que ahora, claro, se ve más decaído que cualquier otro compromiso.
Hoy, Las Historias estrena un diseño ligeramente modificado. Su propósito es que el sitio se vea mejor, por supuesto, pero también reorganizar un poco su modo de funcionar. Así, desde hoy aparece una nueva sección, «El cuaderno», que abarcará notas sobre los temas de siempre pero menos rígidas, más libres (y que aparecerán, espero, con más frecuencia); no sólo reseñas, sino también pequeños ensayos y más que estoy preparando.
Por otra parte, el concurso mensual, la publicación de cuentos y los ejercicios creativos del «taller» continúan como siempre.
Espero que los lectores puedan hallar algo interesante en estas páginas.
Para el Día del Blog 2009, la propuesta anual de recomendaciones y hallazgos que parece estar un poco de capa caída:
La blogósfera también parece estar un poco de capa caída, o eso parece implicar más de un partidario de los servicios de moda, y en especial de las redes sociales. Tal vez. Pero la desventaja de la simplificación de cualquier tecnología es que tiende a uniformarse: a volverse, a la vez que más fácil, menos flexible, menos acogedora para la iniciativa y la creatividad individual. Ha sucedido muchas veces en estos pocos años de auge de la red y así, probablemente, sucederá con las bitácoras. Pero tal vez algunas puedan ser leídas, ahora, como algo más que la acumulación de notas al azar que es el blog del mínimo esfuerzo. Los enlaces que agrego en esta ocasión pueden ser esa otra cosa que todavía permite la tecnología del blog.
El sitio/blog de Coudal Partners, además de una colección interesantísima de enlaces y notas (grandes y mini, para los fans de Twitter), incluye el extraordinario MoOM (Museum of Online Museums, o Museo de Museos en Línea).
En Picnic sobre el hielo, Gerardo Sifuentes, escritor y editor de la revista Muy Interesante, documenta toda clase de hallazgos extraños y mantiene, entre otras, una serie ingeniosa e inquietante: «Cosas que se hacen con libros» (leer no está entre ellas).
Tres enlaces en una nota, y todos distintos a los meta-sitios ya listados. Distintas latitudes es una (relativamente nueva) revista latinoamericana, con participación de autores de varios países y una estructura casi de blog que permite navegar entre artículos muy variados, notas y demás. Llegué a esta revista por los blogs de dos de sus colaboradores, que escriben con frecuencia y son muy interesantes: La isla a mediodía de Lilián López y Las opiniones del Rufián Melancólico de Carlos Ramón Morales.
Y para terminar, olvídense de los «veteranos» con seis meses de notas en sus bitácoras: Imaginemos, imaginemos…, el sitio personal de Raquel Castro, cumple siete años de funcionamiento ininterrumpido y estrena un nuevo sitio con archivo intacto. Ésta es una porción significativa de una vida en la red.
Si les interesa alguno, visítenlo. Y si les gusta, háganlo saber a sus creadores…
El concurso-taller virtual Caza de Letras se abre una vez más. La nueva convocatoria, la tercera, invita a cualquier persona interesada y que escriba en español sin importar su nacionalidad ni lugar de residencia. En esta ocasión se trabajará con un proyecto de libro de cuentos y el premio será de $100,000 más la publicación del trabajo ganador en Editorial Alfaguara. El concurso está organizado por la Dirección de Literatura de la UNAM y las bases pueden consultarse en este archivo PDF o bien al final de esta misma nota. Próximamente el sitio del concurso estará en línea con un rediseño que se propone hacerlo más ágil.
Los jueces de este año seremos Guadalupe Nettel, Martín Solares y yo. Además, el concurso podrá seguirse no sólo en el sitio web sino por medio de Facebook y Twitter. Ojalá se animen a participar, ya sea concursando, leyendo o criticando. Los dos concursos anteriores han sido experiencias muy intensas y muy enriquecedoras y éste sin duda lo será también.
Aquí las bases del concurso:
La Coordinación de Difusión Cultural de la UNAM
a través de la Dirección de Literatura
convoca al
Tercer Virtuality Literario Caza de Letras
www.cazadeletras.unam.mx
Caza de Letras es un Concurso-Taller en línea de cuento que será dirigido por tres escritores, que también se desempeñarán como jurado, durante 7 semanas
BASES:
Primera etapa. Registro
Del miércoles 2 al lunes 14 de septiembre de 2009
1. Podrán participar escritores en lengua española de hasta 40 años con un libro de cuentos en proceso.
2. Los participantes de las anteriores emisiones del Virtuality Literario Caza de Letras podrán concursar nuevamente siempre y cuando utilicen seudónimo e imagen de identificación (ex libris) diferentes.
3. No podrán participar escritores que tengan parentesco directo con los organizadores, ni aquellos que actualmente laboren en la Coordinación de Difusión Cultural de la UNAM o alguna de sus dependencias.
4. El registro de aspirantes quedará abierto del miércoles 2 al lunes 14 de septiembre de 2009 en la página www.cazadeletras.unam.mx
5. Los autores deberán llenar una ficha de registro con los datos siguientes:
a) Seudónimo
b) Nombre
c) Nacionalidad
d) Tipo y número de documento oficial de identidad
e) Dirección
f) Teléfono(s)
g) Correo electrónico
6. El registro también incluirá la información siguiente:
a) Una breve semblanza curricular.
b) Al menos tres referencias biblio-hemerográficas de publicaciones de textos literarios de su autoría (libros individuales y/o colectivos, reseñas, ensayos, cuentos, poemas, artículos en periódicos o revistas, textos incluidos en antologías de cualquier género literario; se contarán antologías y revistas en internet).
c) Título y descripción del libro de cuentos en proceso.
d) Un libro de cuentos en proceso, rigurosamente inédito, del que ningún texto haya sido premiado ni se encuentre en dictamen editorial. La extensión mínima debe ser de 70 cuartillas. El material deberá entregarse en formato Word (.doc) con tipografía Courier de 12 puntos a doble espacio.
e) Una biografía del seudónimo elegido por el concursante, es decir, la historia imaginada del personaje bajo cuya identidad se amparará durante el tiempo que dure su participación en el concurso. Esta biografía podrá medir hasta 2,000 caracteres con espacios.
Nota: Los cuentos participantes no deberán haber sido publicados con anterioridad en medios impresos (libros, revistas, etcétera) ni electrónicos (revistas digitales, sitios institucionales y portales), y no podrán, bajo ninguna circunstancia, estar inscritos en ningún otro concurso ni en proceso de dictamen editorial.
Segunda etapa. Selección
Del miércoles 2 de septiembre al lunes 21 de septiembre 2009
1. Un comité dictaminador elegirá a los 12 participantes del concurso-taller.
2. La Dirección de Literatura dará a conocer oportunamente los seudónimos de los participantes y los nombres de los miembros del jurado.
3. Antes del inicio del concurso, los autores seleccionados deberán entregar o enviar a la Dirección de Literatura de la UNAM una carta en la que el participante manifieste que ninguno de los cuentos de su libro en proceso está inscrito en otro certamen literario o en dictamen editorial, así como copia impresa o digital del documento de identidad que haya utilizado para el registro, o de lo contrario quedará automáticamente descalificado.
Tercera etapa. Desarrollo
Del miércoles 7 de octubre al miércoles 25 de noviembre de 2009
1. Los escritores seleccionados recibirán una cuenta de blog ligada al portal www.cazadeletras.unam.mx, en la cual se identificarán únicamente con seudónimo y ex libris.
2. Cada concursante trabajará a través del Blog Taller con los miembros del jurado.
3. Durante las 7 semanas del concurso, los participantes deberán publicar los ejercicios solicitados por el jurado en su respectivo blog.
4. Cada participante deberá responder en línea, oportuna y públicamente, las dudas y comentarios tanto de los miembros del jurado como de los lectores de sus textos y ejercicios, sin estar obligados a dar respuesta a ofensas o invectivas.
5. Con base en el desempeño de los participantes, el jurado elegirá periódicamente a varios para salir del concurso. Estos se someterán a la votación del jurado y del público para salir o permanecer en el taller.
6. Las expulsiones se decidirán según los votos del jurado y del público, de manera que lleguen a la final al menos tres participantes, de los cuales se premiará a uno.
7. El jurado estará compuesto por tres escritores de trayectoria reconocida.
8. El jurado tendrá la facultad inapelable de nominar para expulsión a quien considere pertinente. Los seudónimos de los participantes eliminados de Caza de Letras, así como los de los participantes nominados para la siguiente expulsión, se darán a conocer periódicamente.
9. El fallo del jurado será inapelable.
10. El ganador recibirá un premio único de $ 100 000.00 pesos M.N. y la publicación del libro en coedición UNAM/Alfaguara.
11. Cualquier punto no contemplado en la presente convocatoria será resuelto por el jurado y los organizadores.
“POR MI RAZA HABLARÁ EL ESPÍRITU”
Ciudad Universitaria, a 14 de agosto de 2009