Ya están los ganadores del concurso doble de Las Historias, convocado para celebrar su aniversario número seis. Los ganadores recibirán paquetes de libros proporcionados, muy generosamente, por la Dirección de Literatura de la UNAM; agradezco por esto a Leticia García Cortés y Rosa Beltrán.
Para hoy, 8 de septiembre de 2010, tres invitaciones:
1. NUEVAS VOCES:
A las 19:00 horas, en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México, se llevará a cabo una nueva presentación del ciclo «Nuevas voces de la literatura mexicana», organizado por el Instituto Nacional de Bellas Artes. En esta ocasión se presentarán tres escritores: Pablo Mata Olay, reciente ganador del premio El Barco de Vapor de literatura infantil; Ana Ivonne Reyes, quien fue participante de la segunda edición de Caza de Letras y ganó, con su novela, el premio Una Vuelta de Tuerca de narrativa policial, y Daniel Krauze, quien presenta adelantos de su nuevo libro, Fiebre, de próxima publicación. La cita es en la sala Adamo Boari del Palacio, que está en Juárez y Eje Central, en el Centro Histórico de la ciudad. La entrada, como siempre, será libre.
2. LETRAS AL AIRE:
Hoy, a las 17:30, el programa radial Letras al aire, de la editorial Almadía y la Proveedora Escolar, presentará una entrevista que grabamos hace poco. (más…)
(Nota: la fecha de cierre de inscripciones cambió al 20 de septiembre.)
Por cuarto año consecutivo, la Dirección de Literatura de la UNAM convoca al concurso Caza de Letras: el taller literario virtual que se puso en marcha en 2007. Esta vez hay varias novedades interesantes: para empezar, el concurso no sólo será internacional, abierto a cualquier interesado de habla española, sino que no tendrá límite de edad; para seguir, la «mecánica» de trabajo será distinta pues se eliminarán las «nominaciones» y «expulsiones» de otros años; por último, el género que con el que se trabajará será uno de los favoritos de esta bitácora: la minificción.
Nuevamente seré parte del jurado, que será el de los primeros concursos: mis compañeros serán Álvaro Enrigue y Mónica Lavín. A juzgar por lo que hemos platicado y planeado hasta ahora, la experiencia será más que nunca un laboratorio de escritura donde podrá verse (y comentarse) la formación de varios proyectos literarios casi en tiempo real.
Las inscripciones están abiertas en este momento. Las bases ya están publicadas en el sitio del concurso y las reproduzco aquí. (Nota del 7 de septiembre: atendiendo a las preguntas de algunas personas, he colocado un par de aclaraciones señaladas con amarillo en las bases.)
La siguiente es una convocatoria para todas las personas interesadas en leer buenas historias:
Renato Guillén, muy joven escritor mexicano, ha comenzado un proyecto de escritura en Internet. Llamado NanoFicción, tiene como objetivo completar un libro de minificciones de aquí a un año con la ayuda de sus posibles lectores. Durante el año, como lo explica él mismo, Renato publicará narraciones de manera constante en la cuenta de Twitter @nanoficcion. Como los mensajes de Twitter no pueden tener más de 140 caracteres, una obligación de los textos será (desde luego) ser brevísimos: concretos y rápidos. La propuesta es que los lectores que lo deseen comenten los textos, seleccionen sus favoritos, critiquen los que no lo sean…, ayuden, en fin, a seleccionar los que pasarán a formar parte del libro al término del año. Esto puede hacerse contactando al autor en su blog o, aún mejor, por medio del propio Twitter, comentando los textos, redifundiéndolos (retuiteándolos) o bien señalando aquellos que más gusten como «favoritos». Esto último será especialmente útil porque es posible contar cuántas personas eligen como favorito un texto dado: en el servicio Favstar.fm puede verse ya una lista de los textos más «favoriteados» del proyecto hasta el día de hoy y también de los más recientemente señalados.
Este proyecto tiene precedentes en otros países y también en México. Aquí, por ejemplo, José Luis Zárate utiliza su cuenta de Twitter desde hace años exclusivamente para escribir minificción y ya ha creado varios libros con los textos de su autoría; desde aquí también, Cristina Rivera Garza inventó en su propia cuenta la etiqueta #cuentuitos, que ahora es utilizada por muchas personas para identificar sus propuestas de narrativa brevísima. Pero NanoFicción es el primer proyecto de este tipo que recibe una beca del FONCA (Fondo Nacional para la Cultura y las Artes) para su realización. También, hasta donde sé, es el primer proyecto de minificción, escrita o no por medio de Internet, que recibe apoyo. Este año me tocó ser parte de la comisión de selección de proyectos de escritores jóvenes y el de Renato nos entusiasmó.
El proyecto está en línea ahora, aunque el periodo de vigencia de la beca comenzará hasta diciembre, no sólo por el interés de su creador: además, es necesario acumular tantos textos como se pueda: ir mucho más allá de la cantidad propuesta en el planteamiento del proyecto. ¿Por qué? Como decía arriba, no todos los textos escritos hasta ahora pasarán a formar parte del libro terminado, y no sólo por razones de espacio, sino porque la creación de minificciones –como lo saben muchos escritores excelentes que se dedican a ella de manera constante– implica un proceso de refinamiento y sobre todo de descarte: se crean variaciones y series, se acumulan ideas, pero hay que eliminar las que no resulten logradas, los chistes fáciles, los juegos de ingenio que no lleguen más allá, las repeticiones. No más de una de cada cien minificciones publicadas en Internet (o fuera de Internet) vale la pena. Con suerte, 10% de los textos de NanoFicción podrán llegar a formar parte del libro terminado…
(Quienes critican la escritura en Twitter –y también quienes la intentan, por desgracia– se olvidan muchas veces de esta necesidad de rigor.)
En cualquier caso, como también decía al principio, el proyecto necesita la ayuda de todos sus posibles lectores: sus opiniones, sus preferencias y sus críticas. Ojalá se animen a visitar el proyecto y ayudar a su creador; cuando menos, tendrán un rato de lectura muy interesante.
Una persona me dijo que mis cuentos le parecían excelentes. Inmediatamente después comentó que por otro lado, bueno, el cuento es un género muerto, que nadie lee y a nadie interesa. Un arte obsoleto y un desperdicio de tiempo y dinero. ¿Yo no escribía novelas por terquedad?, me preguntó. ¿O más bien era que lo había intentado y no me salían?
Inmediatamente después, esa persona entendió que había metido la pata: vi su pensamiento. Y puso cara de no saber cómo reparar la ofensa. Pero como seguía pensando lo mismo (se veía) lo dejé fingir un poco más (y no le dije que ya tenía una novela publicada; ¿para qué?).
* * *
Tengo la idea de que todavía se puede hacer mucho con el cuento. No es por justificar algunos años de trabajo, que según la persona de la que escribí arriba se habrían malgastado estúpidamente: el equipo de la revista Luvina, de la Universidad de Guadalajara, la tiene también y la carrera de la revista ha sido brillante a lo largo de sus varias épocas. Luvina, dirigida por Silvia Eugenia Castillero, ha dedicado su número más reciente (el 59, subtitulado Cuento mutante) al cuento. Es un número extragrande, con más de doscientas páginas: una antología de la narrativa breve actual en español con muestras de una veintena de autores, desde Daniel Sada, Esther Seligson, Ana María Shua y Edmundo Paz Soldán hasta Antonio Ortuño, Arturo Vallejo y Cristina Rivera Garza.
Tengo el gusto curioso de haber dado nombre a este número: el único ensayo publicado en él lo escribí yo, se titula «Manifiesto del cuento mutante» y apunta al modo en el que el cuento se transforma en la época presente, como no ha dejado de hacerlo en toda su historia (la novela como la entendemos ahora, de hecho, se deriva en parte de las colecciones de cuentos de la Edad Media: el cuento es muy anterior a la novela, y no al revés como creen algunos).
Pronto publicaré el «Manifiesto» entero aquí en Las Historias; mientras –para que se animen a conseguir la revista completa: a tener el objeto en sus manos–, una muestra:
Actualización: No es lo mismo, realmente no es lo mismo, pero Luvina 59 se puede leer entera aquí.
* * *
Todas estas cuestiones desde luego, no sólo son literarias (es decir, ajenas a lo que un país como éste considera realmente importante) sino que implican un trayecto cuesta arriba y entre piedras dentro del propio mundo literario. Dos ejemplos recientes:
1. Mi querido amigo Bernardo Fernández (Bef) ha publicado en su blog un resumen de las reglas para escritores propuestas por Robert A. Heinlein y modificadas por Robert Sawyer. Si bien los consejos son útiles, uno de los comentarios al margen sugiere que para ser escritor profesional en el país es necesario escribir novelas. Ese comentario necesita discutirse porque implica muchísimo más (y muchísimo con lo que, ni modo, disiento).
2. Por Ernesto Priego he sabido de la nueva editorial Underwood, cuyo fin es difundir cuentos en un tirajes limitado y un formato rarísimo: retro-audiolibros, grabaciones en discos de vinil de los autores leyendo sus textos. La editorial toma su nombre, claro, de la empresa centenaria de máquinas de escribir. Y si su idea de un libro-objeto que descansa por completo en una base material cuya realidad es ineludible (¿cuántas personas podrán escuchar los cuentos en sus tornamesas?) me parece admirable, también se pueden prever los chistes fáciles sobre caducidad y obsolescencia.
Todas estas cuestiones implican dificultades pero no importa, desde luego.
Todo este mes, organizado por el Centro Toluqueño de Escritores, se lleva a cabo en la ciudad de Toluca, México, el festival de cuento brevísimo «Los mil y un insomnios», que ofrece lecturas, presentaciones y más en torno del tema.
Dentro del festival (cuyo programa completo está en el enlace de arriba), he sido invitado a leer minificciones y conversar sobre el cuento breve para este jueves 13 de mayo. La cita será a las 19:00 horas en la sede del CTE, que se encuentra en Plaza Fray Andrés de Castro, Edificio A, local 9, en la Zona Centro de Toluca. Me acompañará en la mesa el escritor José Luis Herrera Arciniega.
Mayores informes sobre el festival y el Centro Toluqueño de Escritores pueden obtenerse en el sitio web del CTE y en el teléfono (722) 2149568. Por cierto, también es posible hacer contacto (y participar en el festival) vía Twitter: la cuenta http://twitter.com/milyuninsomnios está abierta para publicar las minificciones que le envíen las personas interesadas. Quienes así lo deseen y puedan ir a Toluca, podrán también participar en una lectura colectiva como parte del cierre del festival.
Llevo varias semanas enfermo: una infección pertinaz que me ha dado bastantes días de fiebre, dolor e imaginaciones horribles. Voy mejorando (y agradezco a quienes preguntaron); mientras sigo en eso, he hecho un descubrimiento:
A pesar de todo lo que hacemos ahora mediante la tecnología; de nuestra insistencia en la vida virtual y en la prolongación de nuestra conciencia individual y de nuestras relaciones con los otros por medio de internet…, el cuerpo no cabe en la red. Lo que pasaba con esa otra parte de mí no sólo me incapacitó: es totalmente irreductible, intraducible salvo como un testimonio posterior, como este testimonio. No estaba hecho de palabras sino de dolor, peso, movimiento, la conciencia de lo que hay bajo la piel y de cómo afecta la conciencia (dormido y despierto tuve sueños que usaré para escribir, por supuesto, pero que hubiera preferido no tener). Y su único rastro en esta pantalla, mientras duró lo peor del mal, fue una ausencia: no estuve aquí, no publiqué. La parte física es (al menos todavía) sustrato de la otra, y su desaparición es la desaparición del resto.
En el fondo es una obviedad: el lenguaje, del que está hecha la memoria (incluyendo esta parte de la memoria, asentada en materiales distintos de los tradicionales, entregada a ti que estás leyendo por otro medio), es la única manera que tenemos de intentar trascender el encierro del cuerpo físico; más aún, lo es desde el comienzo. Pero yo nunca lo había percibido tan claramente: de manera, digámoslo así, tan visceral. Cuando me vuelvan a decir que escriba de lo que sé en carne propia, ya tendré algo nuevo en la lista de mis experiencias directas.
* * *
Pienso en las páginas web abandonadas: aquellas (no importa su mecanismo, no importa si son personales a la antigua, o blogs, o perfiles de Facebook o de Twitter. o cualquier otra conocida o por conocerse) que «se cierran» por mera ausencia de quien escribía en ellas, sin explicación, y que sólo con el tiempo, a medida que pasan semanas y meses, comienzan a verse como huellas de alguien que no va a volver. Éstos son los fantasmas de la red, y no los de los escritores cyberpunk: palabras –prolongaciones de la mente de alguien; memoria– que ya no pueden crecer ni cambiar y que reflejan siempre el mismo carácter, las mismas ideas, los mismos instantes de una vida precisa, como los monólogos de los muertos en la Divina comedia. Siempre lo que fueron, para siempre (o mientras dure el servidor que los aloja en la red).
Un aviso: debido a esta pausa forzada, en lo que queda de abril no habrá concurso de minificción, pero éste se reanudará en el mes de mayo; entretanto, publicaré aquí lo que me sea posible, incluyendo un texto o dos más aparte del cuento habitual de cada mes. Saludos a todos. (Ah, y gracias a los autores de las manoficciones que aparecieron aquí. No las pude comentar pero fueron una ayuda para el ánimo. Hasta después…)[/fusion_builder_column][/fusion_builder_row][/fusion_builder_container]
Aurelio Asiain ha traducido y publicado en internet Un puñado de poemas de Ikkyu Sojun, poeta japonés del siglo XV; «una de las figuras más interesantes del budismo zen», escribe Asiain. «Célebre por sus excentricidades, sus excesos y sus escándalos (…) calígrafo mayor del Japón, legendario flautista itinerante, artífice de la ceremonia del té y poeta originalísimo». Los textos fueron publicados originalmente en su blog Margen del Yodo, y no cito aquí ninguno, aunque muchos me parecen excelentes, para que vayan a leerlos; por supuesto es gratis.
Los poemas de Ikkyu Sojun han llamado la atención en días recientes, pero ha resultado más comentada aún la nota de Asiain –publicada en su bitácora de Tumblr Nada que ver— en la que parte de una nota de Twitter en la cuenta del programa Final de Partida, del recién nacido canal Foro TV: «Con ediciones de mil ejemplares en el mejor de los casos y un público cada vez más reducido, ¿puede sobrevivir la poesía?».
Asiain dice que la pregunta es «un lugar común y una tontería» y escribe en Twitter catorce notas sobre la cuestión que aquí reproduzco:
1. La poesía siempre se ha editado en tirajes mínimos y su público no es cada vez más reducido, todo lo contrario. Paren de decir memeces.
2. Pero hoy, además, se imprimen más ejemplares que nunca antes. Tiraje de Sarada Kinenbi de Tawara Machi: 2,600,000 ejemplares.
3. Un poema publicado en internet tiene en pocas horas muchos más lectores que impreso en papel. También un libro de poemas.
4. El librito de Ikkyu que puse en Internet tuvo en siete días más de mil lectores. Ninguno de mis libros de poesía impresos los tuvo en años.
5. Las publicaciones impresas se leen menos, pero reducir al papel el mundo editorial y la vida literaria es ciego. La creación está hoy aquí.
6. El prestigio de la letra impresa intimida a muchos buenos escritores, que no se reconocen como tales porque sólo publican en sus blogs.
7. La literatura que se escribe, publica y lee en los blogs tiene más lectores que los medios impresos, y sólo el prejuicio la juzga inferior.
8. Sólo por prejuicio, también, consideramos alta literatura un haiku de Basho o una copla de Lorca y no tantos tuits que no lo son menos.
9. En Japón las novelas de mayor venta en los últimos años se han escrito y publicado primero en teléfonos celulares en millones de ejemplares.
10. Hace dos días un memo ironizaba porque escribí que a mí, en Twitter, me interesa descubrir escritores. Pero los encuentro todos los días.
11. En unas horas de lectura atenta en Twitter, siguiendo a la gente adecuada, se encuentra más y mejor poesía que en cualquier revista impresa.
12. “La poesía es la única prueba concreta de la existencia del hombre” dijo Cardoza y Aragón. Dicho de otro modo: no hay humanidad sin poesía.
13. La poesía no es un género literario. Es un fenómeno lingüístico y no sólo lingüístico. Es una forma particular de la producción de sentido.
14. La poesía existe desde mucho antes que los libros, el papel y la escritura. Sobrevivirá a los libros impresos, la televisión y la internet.
Esto es una invitación a debatir. ¿Qué opinan ustedes?
* * *
Nota: leí primero los textos de Asiain en la cuenta de Facebook de Guillemo Vega Zaragoza, quien también tiene blog y cuenta de Twitter.
Se verá que blogs, Twitter, Tumblr, Facebook (e Internet Archive, que preserva tantos sitios activos y tantos más desaparecidos) son realmente lugares nuevos, como se viene diciendo desde hace tanto. Lo que no se ve con tanta frecuencia es que la red, además de un espacio vastísimo en el que es posible perderse (cliché horrible), es uno en el que podemos no saber: perdernos de mucho, pasar de largo, ignorar. La erudición de internet (por la que, supuestamente, «todos sabemos todo») no es más que una metáfora o una posibilidad irrealizable: la información que nos satura es irrelevante, por lo general, pero incompleta siempre.
Hay que dejar la pasividad para intentarlo pero la red sí devuelve –aunque sea sólo de manera relativa, individual: la propia de la época– la posibilidad de descubrir.[/fusion_builder_column][/fusion_builder_row][/fusion_builder_container]
Laura García envía desde Chile las siguientes solicitudes de ayuda para las víctimas del terremoto reciente:
La fundación «Un Techo para Chile», habilitó un enlace que permite hacer donaciones a través de tarjeta de crédito de forma sencilla. También se pueden hacer transferencias desde el extranjero en los números de cuenta que allí aparecen. Este es un medio de colaboración seguro y expedito.
Se agradecerá toda colaboración, incluyendo la de difundir estos datos.
* * *
A fines del año pasado respondí varias preguntas de Óscar Alarcón que han aparecido recién como entrevista en el sitio Abartraba. Mis respuestas son opiniones diversas sobre literatura mexicana y otros temas. Varias de las preguntas de Óscar tenían que ver con «El síndrome de Golo», una reseña extensa y desfavorable de mi novela Los esclavos, y de Temporada de caza para el león negro de Tryno Maldonado, publicada por Ignacio Sánchez Prado en un número del año pasado (el 160) de la revista Tierra Adentro.
Cuando le contesté a Óscar sólo había leído fragmentos de esa reseña. Y luego traté, lo reconozco, de no leer más. Pero ayer, súbitamente, me encontré con otra cita de ella en este ensayo de Gabriel Wolfson (publicado apenas en el número 136 de la revista Crítica). Wolfson desemboca en Metaficciones –un excelente libro de Rafael Toriz– pero busca polemizar con Sánchez Prado respecto del consabido tema de la «generación» de los setenta. No pude evitar leer entera la reseña; me encontré con más del rollo que se ha venido repitiendo sobre el asunto (el texto termina así: «quizá no quede más remedio que esperar diez años y rezar a los dioses laicos del Ateneo que la generación de los ochenta sea la que finalmente renueve la literatura mexicana») y también con este pasaje:
(…) si uno tomara en serio, como postura ideológico-cultural, lo que estas novelas sostienen, estaríamos frente a algo alarmante: una literatura reaccionaria, nihilista en el mejor de los casos, protofascista en el peor. ¿De qué otra manera se podría percibir tanto una novela, la de Chimal, donde la esclavitud sexual parece elevada a estatuto de filosofía literaria, u otra, la de Maldonado, donde el genio incomprendido de Golo se presenta como apología suficiente de su profunda inhumanidad?
Asimismo, cualquier lector entrenado en un mínimo de teoría de género se da cuenta de que, detrás de las descripciones gráficas de la penetración anal, puede subyacer una ideología profundamente conservadora, donde el valor transgresivo y amoral asignado al deseo homosexual puede interpretarse como una homofobia de facto.
Me alegra que un crítico literario inteligente como Wolfson discuta y cuestione el texto de Sánchez Prado. Como yo no soy crítico literario sólo diré que, para el caso, perfectamente puedo (también) no ser inteligente ni talentoso; puedo estar llamado al fracaso y al olvido y mis libros pueden ser mediocres. Desde luego que sí. Ah, y definitivamente no soy joven: cumplo cuarenta años en pocos meses.
Pero ni mis textos, ni yo, somos fascistas ni homófobos. Esos son insultos y sobre todo son mentiras.
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Hace muchos años vi una hermosa versión de El maquinista de la General (más propiamente, La General: el título original es ése, The General) de Buster Keaton. La película venía precedida por una introducción, muy afectuosa y entrañable, de Orson Welles, y tenía una banda sonora de piano especialmente compuesta por William P. Perry. Luego presté el video y nunca me lo devolvieron.
Ahora he vuelto a encontrar esa versión, sin la introducción de Welles pero con intertítulos en español; es la que aparece enseguida. ¿Tienen algo de tiempo? Acompáñenme a ver una gran película.
parte 1
parte 2
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Enlaces varios:
Tengo una columna en la revista Chilango: «Dimensión desconocida», que este mes trata sobre leyendas urbanas e incluye cómo crear una. Esta entrega se puede leer en línea aquí. Aquí hay una reseña de La ciudad imaginada que Joaquín Guillén publicó en Palabras malditas y otra de Los esclavos (ese libro sucio y perverso) en el blog La filia y fobia del Duende Callejero de Agustín Galván.
Por último, ésta es una entrevista que me hizo Laura García, de quien les hablé arriba (y que escribió, por cierto, esta crónica imprescindible sobre los sismos de Chile).
Hasta después…