Ahora que en la blogósfera ya termina la oleada de reseñas y comentarios de El caballero de la noche de Christopher Nolan, es posible escribir sobre una versión mucho más interesante del personaje que todos sabemos (y que ha merodeado por este blog en el pasado reciente). Todo comienza con el objeto representado arriba y el siguiente fragmento de Samuel Taylor Coleridge: (más…)
Nota preliminar: esta nota apareció inicialmente en el blog refugio, a raíz de que un par de visitantes el sitio publicaron en esta nota de Las historias acusaciones de plagio contra una escritora mexicana. Las acusaciones (respaldadas aquí y aquí) y la defensa de la persona acusada siguieron su curso; quién sabe si llegará más allá de los blogs y pasará de ser una polémica sin consecuencias a algo más. Una persona quiso influir en la discusión que siguió en el blog refugio publicando comentarios con varios nombres diferentes, lo que no es plagio pero sí impostura; decidí cerrar la conversación.
Para que quede claro: yo no estoy acusando a nadie de nada ni tampoco defendiendo a nadie; los interesados deben llevar a cabo por su cuenta los pasos necesarios para comprobar que sus afirmaciones son ciertas, si el asunto les interesa más allá del chisme. La nota que sigue, y que habla del plagio en general, no tiene que ver con el caso concreto que menciono arriba y parte de una idea que leí al paso en uno de los sitios involucrados: para minimizar la importancia de las acusaciones, alguno de los defensores de la parte acusada arguyó que «lo que se publica en la red es de todos».
No es así: lo que se publica no es «de todos». No de esa manera.