1. Los invito a una presentación especial, al menos, porque será de un libro que casi con seguridad no volverán a ver.
El martes 21 de enero, a las 19:00 horas, se presentará la antología Manda fuego en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes (Juárez y Eje Central, Centro Histórico, ciudad de México). Es una antología personal: el Fondo Editorial del Estado de México me invitó a seleccionar los textos, y publicó el libro resultante en su colección Summa de Días. Además de ser un libro muy bien hecho y en tapa dura (editado por Félix Suárez, excelente editor y poeta), cada ejemplar incluye un CD con seis de los cuentos del libro grabados. Este libro no se venderá el librerías (larga historia que quizá se pueda contar luego), pero se podrá conseguir el día de la presentación. En ella comentarán el libro Ana Clavel y Erika Mergruen, y haremos lectura de un par de textos un querido amigo, Jorge Flavio Monroy, y yo.
Hay una página del evento en Facebook, por si les interesa, y a continuación uno de los cuentos del libro en su versión de audio: «Se ha perdido una niña».
2. George Henson, excelente traductor, ya ha puesto en inglés algunos textos míos (junto con otros de autores como Elena Poniatowska, Sergio Pitol, Andrés Neuman y Luis Jorge Boone). Recientemente tradujo (y estoy muy contento por eso) mi cuento «La catarata» –como «The Waterfall»— para el sitio de The Kenyon Review. Allí se puede escuchar también la grabación del texto en inglés, que copio a continuación.
3. Dos noticias de Horacio Kustos, el viajero extraño del que he escrito historias en El último explorador, La torre y el jardín y varios otros lugares. Primera: el sitio de sus aventuras en formato digital («El cuaderno de Horacio Kustos») pasó apenas de las 100 notas entre fotografías de sus viajes extraños y fragmentos de sus aventuras. Segunda: a fines de 2013, apareció en la revista Resonancia Magazine un breve cuento con él: su título es «Toma la ruta» y en él aparecen varios grandes del rock, un caso de posesión, una guitarra de Paracho que flota en el aire y una típica familia mexicana que –típico– no sabe qué hacer ante tanta conmoción. Muchas gracias a Pedro Escobar por la invitación a escribir el cuento, que apareció en Encore, una antología digital de cuentos inspirados en el rock.
4. Y para terminar, este año aparecerá edición mexicana de No entren al 1408, antología de Jorge Luis Cáceres con cuentos de varios autores latinoamericanos en homenaje a Stephen King. En el libro viene un cuento mío: «La gente buena», y aquí está una breve entrevista que me hicieron para el sitio de la antología, al estilo de Annie Wilkes (la «fan from hell» de Misery, una de las mejores novelas de King). Y esta es la portada de la edición original, ecuatoriana, de la antología.
Ayer, en la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería, Ana García Bergua y yo presentamos la antología El doble, el otro, el mismo, una colección de cuentos clásicos elaborada por Bruno Estañol y publicada por Cal y Arena. En la presentación leí lo que sigue:
No es difícil encontrar, ahora mismo, evidencias de la fuerza del doble –es decir, del tema del doble, o la figura del doble– en la cultura contemporánea. Los ejemplos abundan. La película El club de la pelea de David Fincher, igual que la novela de Chuck Palahniuk en la que se basa, lo utiliza para hacer un mismo personaje del ejecutivo timorato y del rebelde metido a terrorista y convertir a los dos en una imagen de las frustraciones contemporáneas. La historia de Hulk, el superhéroe verde de la Marvel, es explícitamente una versión «de la Era Atómica» de El extraño casodel Dr. Jekyll y el Sr. Hyde, de Robert Louis Stevenson, y se ha mantenido en todas las versiones del personaje en el cómic, el cine, la televisión y los videojuegos. Y así sucesivamente a lo largo de la «alta cultura» y la «cultura popular»: nunca ha dejado de importarnos ese personaje que es el otro y a la vez el mismo, nuestro reverso, nuestro complemento.
Los orígenes de esa obsesión de la especie humana ya no pueden documentarse, porque son anteriores a toda escritura. Cuando mucho, la psicología nos permite imaginarlos. Pero las versiones del doble que más han influido en nuestra propia cultura, en el presente, deben ser las que precedieron a la explosión de la cultura de masas en el siglo XX: al momento en que el remake y la referencia intertextual se volvieron parte del repertorio habitual de los creadores para grandes medios. En la actualidad, de hecho, lo raro es una versión del doble que no provenga, aunque sea tercera o cuarta mano, de Stevenson, Edgar Allan Poe u otro autor que ya haya pasado al dominio público, y la abundancia de estas versiones es tal que bien puede dar la impresión de que decir algo nuevo sobre el tema es imposible, o de que así lo creemos.
Yo sospecho que no es verdad: que el doble sigue siendo un material riquísimo. En cualquier caso las grandes versiones clásicas del tema son un territorio extraño, misterioso, y al mismo tiempo hospitalario: incluso ahora podemos volver a esas historias una y otra vez y siempre encontrar la inquietud, la fascinación o el miedo que el doble guarda y expresa para nosotros.
Y, por supuesto, una muestra excelente de esas versiones clásicas del doble se encuentra en esta antología: El doble, el otro, el mismo, compilada por Bruno Estañol.
Aquí están, en un solo volumen, cuentos ineludibles como «William Wilson» de Poe o «El caso del difunto mister Elvesham» de H. G. Wells, donde la identidad de los personajes literalmente se duplica y se confunde ante nuestros ojos de lectores, y también otros en los que el doble aparece de otras formas, más sutiles y desconcertantes. No hay literalmente un doble pero sí un carácter doble: un lado equívoco y siniestro de un personaje misterioso, en «La hija de Rappaccini» de Nathaniel Hawthorne; «Markheim» de Stevenson hace del doble el portador de la culpa de un criminal inepto, infinitamente fracasado, infinitamente desesperado; por su parte, «Incidente en el puente de Owl Creek», de Ambrose Bierce, crea algo todavía más extraño: un universo entero, una realidad paralela, en la que nuestra realidad habitual se desdobla para que el protagonista del cuento pueda vivir otra vida cuando se ve enfrentado a una muerte segura. (Este mismo argumento, por cierto, es el de un cortometraje de Antonio Reynoso, El despojo, cuyo guión fue escrito por Juan Rulfo, y para Rulfo ese corto era la representación visual más fiel del mundo de sus historias.)
El antologista, en un prólogo breve y muy iluminador, explica su tema, los diferentes modos en que suele abordarse, las opiniones de la psicología sobre el origen del interés del ser humano en el doble: no repetiré aquí lo que él dice muy bien. Pero me llamó la atención un detalle: la idea de que el doble puede ser un género en sí mismo, cercano a los cuentos de terror, más que un tema de éstos o de lo fantástico en general. La idea me pareció desconcertante en un primer momento, pero luego pensé que es muy reveladora.
El género es siempre una etiqueta: un nombre que se da a cierto conjunto de obras que ya existen, y que sólo después de ser creado puede influir en la lectura o la hechura de otras obras. Como un género puede establecerse lo mismo razonadamente que de forma arbitraria, puede dar lugar a muchas confusiones. Los especialistas en literatura, por ejemplo, insisten con frecuencia en que «ficción» no es necesariamente «ciencia ficción» o en lo vago que resultan términos sobreutilizados (y en general mal entendidos) como «épica» o «saga». Tienen razón, pero lo cierto es que las clasificaciones se siguen creando y difundiendo, y si bien muchas de ellas son producto de la pereza intelectual, o del mercantilismo, otras más reflejan la atracción que nos produce una idea, un estilo o un tema. Así ocurre con el doble: cuando menos, perturba nuestra seguridad o nuestra indiferencia respecto de la propia identidad en un tiempo en que las viejas acepciones de esa palabra tienen cada vez menos sentido. Y tal vez puede hacer aún más. Escribe Estañol:
Los escritores con frecuencia tienen varios dobles. De hecho, la escritura es un ejercicio de doblez; el que se sienta frente a la computadora o la máquina de escribir es otro. Vamos por la vida con un doble adentro y a veces también con uno afuera. La narración con sus diferentes puntos de vista es un magnífico ejercicio de enmascaramiento. El otro es una máscara y al mismo tiempo uno también es una máscara.
Es evidente que el narrador asume consciente o inconscientemente diversas identidades. Puede narrar desde la perspectiva de un niño o una niña, de una mujer, de un adolescente o de un criminal. Para narrar con sinceridad se debe convertir en ese personaje. Ésta es la gran libertad del narrador. Se ha hablado mucho que el narrador es un mentiroso que dice verdades que otros no dicen o que no ven. La libertad del narrador es su imaginación y la posibilidad de ponerse en el lugar del otro. Los seres humanos siempre han querido escuchar a los narradores y a sus historias. Esto indica que la mayoría de los seres humanos les interesa y entretiene escuchar historias ajenas y ponerse también en el lugar del otro.
¿No es extraño, imprevisto, alentador que el doble traiga semejante recordatorio? ¿Que un género tan específico, un tema de la literatura de imaginación, tantas veces desdeñada, afirme que aun a nuestro pesar –aun en esta época de individualismo y de sopor– la conciencia humana retiene ese impulso de acercarse a los otros?
Antología. Selección de Chris N. Brown y Eduardo Jiménez-Mayo. Prólogos de Bruce Sterling y los compiladores. Easthampton, Small Beer Press, 2011
Three Messages and a Warning es una antología inusitada: una reunión de textos de imaginación escritos por autores mexicanos y traducidos al inglés para su difusión en los Estados Unidos. Algunos de los autores reunidos son considerados especialistas en el «subgénero» de lo fantástico o la ciencia ficción; otros son considerados parte de la «literatura general» mexicana; todos refieren historias que rompen con la definición convencional de lo «real» y muchos de ellos, a la vez, sitúan convenciones de lo fantástico fuera de los escenario y temas preferidos por la literatura en lengua inglesa.
Alberto Chimal participa en esta antología con un cuento brevísimo: «Variación sobre un tema de Coleridge».
Éste es un libro muy especial para la comunidad virtual (movediza, fugaz, como todas) que se ha formado alrededor de este sitio y, en especial, de su concurso mensual de minificciones, pues reúne a los ganadores y a muchas menciones honoríficas de los primeros cinco años del concurso. Acompañados por nuevas ilustraciones, los cuentos son un reflejo del entusiasmo por escribir de muchas personas en varios continentes y de la importancia y la salud de la minificción en internet.
Actualización: este viernes 9 de marzo a las 20:00 se presenta SIETE en la librería Tipos Infames (San Joaquín #3, Madrid). Comentarán Juan Carlos Márquez y Matías Candeira.
Una niña viaja a un mundo paralelo en el que la Unión Soviética no ha dejado de existir. Un grupo de narcotraficantes descubre que Dios, literalmente, está de su lado. Un niño se convierte en víctima de la otra gente, la que solo puede verse con los ojos cerrados. Leonardo DiCaprio se embarca en un viaje por los sueños del cine… o por sus pesadillas.
Una alegría rara que, pensé, no llegaría nunca: del 5 al 10 de marzo estaré en Madrid, España, para promover un libro nuevo que se publica allá: Siete, una antología de mis mejores cuentos. Su selección y prólogo fueron obra de Antonio Jiménez Morato y será publicada por la editorial Salto de Página. Después de la traducción al italiano de Grey (Gregge, realizada por Caterina Camastra y publicada por BiblioFabbrica en 2009), éste es el primer libro mío en solitario que se publica fuera de México. Y, desde luego, es el primero en español.
Una de las ilusiones que más se imponen a los escritores mexicanos (al menos, desde finales del siglo XX) es publicar en el extranjero, para obtener la validación «de fuera» o (más cínicamente) con la intención de encontrar lectores que aquí no siempre se ven: para «llegar a mercados mayores». En cuanto a mí, me interesa más la posibilidad de que el libro –como constancia o resultado de un proceso muy largo: de un camino difícil que nunca hubiera podido prever– encuentre sus lectores y de que ellos encuentren en él una visión (o muchas visiones) que puedan interesarles. Mejor aún, que los asombren: que los sacudan. No es sólo que el libro llega mucho más tarde de lo que hubiera deseado el adolescente que era cuando comencé a escribir en serio (contra lo que se dice más frecuentemente, la rapidez con la que llegan las recompensas tampoco garantiza nada); además, yo mismo me he encontrado con un par de sorpresas que me gustaría que se transmitieran. Los cuentos son muy diferentes pero hay ciertos temas, ciertas formas comunes, y por encima de todas ellas la imaginación como principio: la imaginación fantástica (la que puede verse en mucho de mis textos más conocidos) y también el grado mínimo de la imaginación que está en las fantasías privadas, en los sueños y las pesadillas. Ver el libro es descubrir algo nuevo sobre esto y sobre la búsqueda que es el escribir. Ese descubrimiento también puede ser parte de la experiencia de otros.
Se puede leer un adelanto de Siete ahora mismo: algunos de sus textos ya están reproducidos en internet, y de hecho, los cuentos «Mogo», «La Pasión según la sombra» y «Álbum» (además de un fragmento de mi novela corta Shanté) se encuentran en este mismo sitio. Salto de Página ha publicado también una versión en PDF del cuento «Se ha perdido una niña», que abre el volumen. Pero además del material ya publicado (incluyendo otros textos que se encuentran en mis libros anteriores, muchos de ellos ya agotados o difíciles de encontrar) hay textos nuevos: veinte historias diminutas de robots; el cuento de varias mujeres alrededor de un hombre monstruoso; la historia del Club de los Seis, la de la mujer que caminaba para atrás, la de los narcos que encontraron a Dios…
El prólogo del libro dice:
Nada de tipismo, nada de referentes generacionales, mejor olvidarse de las ideas preconcebidas al acercarse a estas páginas. ¿Qué esconden, pues, las narraciones de Alberto Chimal? Historias. Tan sencillo como eso, un sinfín de historias que lo convierten en uno de los fabuladores más sorprendentes de la literatura en castellano.
Todo es sumamente halagador, por supuesto, pero de momento me quedaré con esto: hay mucho por descubrir en Siete, y tengo muchas ganas de ver lo que sucede cuando comience a descubrirse.
Agradezco a Antonio Jiménez Morato por el esfuerzo para crear (y promover inicialmente) la antología, y a Pablo Mazo, editor de Salto de Página. Allá vamos.
1. Mañana sábado estaré en la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería en la ciudad de México. A las 3:00 de la tarde, en la Galería de Rectores del Palacio, daré una charla: «Escritura y tecnología», que retoma el ensayo que leí en el Simposio Internacional del Libro Electrónico el año pasado (y que ya está publicado en la revista Tierra Adentro y también en el portal Letralia).
2. Una semana después, el sábado 3 de marzo, a las 5:00 de la tarde, estaré en la presentación de la antología Sólo Cuento III, publicada por la UNAM y compilada por Luis Felipe Lomelí. La presentaremos Víctor Cabrera y yo en el Auditorio 6.
3. El último aviso: ya está empezando la distribución en forma de mi libro El Viajero del Tiempo, que se puede encontrar en la Feria: está en el stand 1521, de Editorial Resistencia, en la planta alta del Palacio.
El Palacio de Minería está en Tacuba #5, en el Centro Histórico de la ciudad. Si van, allá nos vemos, y si no pronto aparecerán al menos un par de notas más aquí mismo. Estos días son, por lo menos, interesantes.
En estos días empiezan a abrirse paso dos libros con los que tengo que ver: ambos son viajes, o por lo menos viajan a lugares muy raros: a otra lengua y otro continente.
El primero de estos libros es Three Messages and a Warning es una antología de literatura fantástica mexicana traducida al inglés: historias de una treintena de autores seleccionadas por Chris Brown y Eduardo Jiménez Mayo. Publicada por Small Beer Press, incluye textos de autores que nos hemos interesado de manera constante en las ramas de lo «fantástico» (como Bernardo Fernández Bef, Karen Chacek, Gabriela Damián, José Luis Zárate, Pepe Rojo, Gerardo Sifuentes y la gran Amparo Dávila) y también de «incursores», colegas conocidos por su trabajo en otras especialidades (como Agustín Cadena, Claudia Guillén, Yussel Dardón, Bruno Estañol, Liliana Blum, Beatriz Escalante y Óscar de la Borbolla, entre otros).
En esta entrevista, Brown (quien junto con Bef y Pepe Rojo fue un gran animador de incluir en la antología un conjunto tan diverso de autores como fuera posible) dice: (más…)
Hace una par de días propuse en Twitter esta pregunta ociosa:
Si pudieran traer de entre los muertos a un solo autor admirado (o autora, claro), ¿quién sería?
Un par de decenas de personas respondieron, lo que no da tal vez para una encuesta científica pero sí me permite ofrecer los siguientes resultados: Proust, Chateaubriand, Baudelaire, Aristóteles, Lovecraft, Shakespeare y varios otros recibieron un voto; Roberto Bolaño y Jorge Luis Borges recibieron dos; Julio Cortázar recibió 23. Qué misteriosa personalidad la de Cortázar (la de la idea popular de Julio Cortázar) que sigue seduciendo. Qué ausentes están (con poquísimas excepciones) los muertos recientes. ¿Cuánto tiempo deberemos estar muertos para empezar a ser añorados por quienes no nos conocieron (si es que nos toca semejante destino)? Esto dará para un cuento, algún día.
* * *
Como «tarjeta navideña» para el año 2011, publiqué un breve texto, último de una serie que no está escrita aún pero podría llegar a estarlo.
* * *
Y para acabar… A estas alturas preferiría no tener esperanza de nada, nunca, pero el año 2012 empezará, para mí, con esto, que saldrá de España a algunos otros países:
* * *
Mañana aparecerán los resultados del concurso de diciembre. Entretanto, como decían los jázaros, que no existieron: que la felicidad se digne aparecer. Que ocurra en el futuro por venir.
De hecho, noticias de presentaciones, nuevas publicaciones y más aún. Al pie viene un adelanto de algo que aparecerá en la FIL (Feria Internacional del Libro) de Guadalajara… Y aquí va todo:
Mañana lunes 14, a las 17:00 horas, estaré en la Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil. Daré una charla para todo público titulada «Cómo escribí 83 novelas y las publiqué en internet», lo que puede sonar un poco raro a lectores que llegan por primera vez a esta bitácora, pero en todo caso trata de escribir en línea, del cuento brevísimo y de la publicación electrónica, entre otros temas. La cita es en el Pabellón Multimedia de la Feria, que se encuentra en el Centro Nacional de las Artes (Río Churubusco y Calzada de Tlalpan, en la ciudad de México).
* * *
Una alegría: tres nuevas publicaciones han llegado en estas semanas. La primera es muy emocionante porque vino de Berna, Suiza, y es una colección de ensayos académicos: Una mirada retrospectiva sobre Edgar Allan Poe desde el siglo XXI, publicada por la editorial Peter Lang y editada por Eusebio Llácer, María Amparo Olivares y Nicolás Estévez Fuertes. Tuve el gusto de participar en el volumen con un texto sobre cómo influye Poe (y cómo podría influir aún más, para bien) en la enseñanza de la escritura, y en particular de la creación literaria.
2. Mi cuento «Se ha perdido una niña» (de mis favoritos, y aparecido originalmente en mi libro Éstos son los días) aparece en una nueva antología: el tercer volumen del anuario Sólo Cuento, publicado por la UNAM. Este número fue seleccionado por Luis Felipe Lomelí y prologado por Rafael Toriz y contiene un índice en el que me honra estar, pues incluye a autores como Ricardo Piglia, Edmundo Paz Soldán, David Toscana, Rogelio Guedea, Pablo Soler Frost, Cristina Rascón, Natalia Moret, Luis Humberto Crosthwaite y muchos más.
3. Y por fin está circulando el número 146 de la revista Crítica, que contiene otro ensayo mío que ya había prometido aquí: «Generación Z», que es sobre los autores de mi generación, los riesgos de escribir y cómo superar la muerte de la propia época. Para 2012 el ensayo también estará aquí, en Las Historias, pero les recomiendo la revista, que además tiene textos muy interesantes de autores como Juan Villoro, Andreas Kurz, Carmen Boullosa o Julián Herbert, y un ensayo buenísimo sobre las grandes series actuales de la televisión estadounidense (The Wire, Lost, Dr. House, etcétera) de Pablo Sánchez. (Ah, y en el sitio de la revista, por cierto, está una reseña de mi libro La ciudad imaginada, escrita por el excelente Fernando de León.)
La revista Fahrenheit me entrevistó el mes pasado, y publicó la entrevista en cuatro partes como una serie semanal. Ahora las entrevistas están en YouTube: (más…)
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El año pasado, los dos lanzamientos más publicitados de historias de vampiros firmadas por autores mexicanos fueron el de Vlad, la nouvelle de Carlos Fuentes que ya había aparecido algunos años antes en su libro Inquieta compañía, y el de Nocturna, la novela a cuatro manos de Guillermo del Toro y Chuck Hogan. Los dos libros se difundieron ampliamente; toda la discusión sobre ambos se quedó en sus superficies. Nadie se preguntó si alguno de los dos podía siquiera tener éxito en su intento de volver a escribir el Drácula de Stoker, que no sólo no ha sido olvidado sino que es la base de una tradición a la que Fuentes, Hogan y del Toro llegan tardísimo. Apenas hubo auténticas lecturas críticas de Vlad. Absolutamente nadie discutió las semejanzas de Nocturna –menos argumentales que de estilo y textura, por lo menos– con la obra de Justin Cronin, Joe Hill y otros autores de una nueva generación de autores de horror en lengua inglesa: la primera que puede llamarse realmente del siglo XXI.
No: las notas disponibles se quedaban en la repetición los lugares comunes que se dicen de absolutamente todo («gran obra nueva», «innovadora», «distinta a lo anterior»), el mismo chiste fácil («los políticos mexicanos son vampiros»: hubo periódicos que elogiaron esta bobería como si fuera un gran hallazgo) y la comparación con Crepúsculo. En el fondo, la opinión general es evidente: (más…)