Hoy en la mañana nos dieron el aviso: había muerto Enrique Romo, promotor cultural de larga carrera y director, entre 2001 y 2006, del Programa Cultural Tierra Adentro. Se puede decir, pues, que fue el responsable directo de que centenares de nuevos escritores mexicanos tuvieran su primera oportunidad. Y esto sería suficiente.
Además, sin embargo, la labor de Enrique llegó mucho más lejos: fue creador de premios literarios, editor, lector crítico y atento, promotor entusiasta y sin favoritismos. Aun después de dejar Tierra Adentro siguió con sus labores, que eran para él una pasión en todos los sentidos que cuentan; una de sus últimas empresas fue una antología de narraciones sobre la ciudad que salió apenas hace un par de meses.
Durante el día temí que pocas personas se molestaran en recordarlo: Enrique nunca fue un hombre que lucrara con su posición, como hacen tantos, ni que pregonara sus enormes esfuerzos. Me alegra mucho darme cuenta, a esta hora, de que estaba equivocado: salvo un par de notas en blogs y redes sociales que son más bien para que quien las redacta se dé lustre a costa de Enrique, los testimonios de los colegas son de verdadero afecto y reconocimiento. Hace unas horas, en el velatorio tras el que sus restos serán cremados mañana viernes, supe que había sido hermano del compositor Marcial Alejandro, fallecido hace algunos años; dije a sus parientes que el legado de ambos es igualmente grande, y sé que dije la verdad.
Se lo llevó (qué raro y qué terrible es decir esto, así) un coma diabético que se complicó con una neumonía. Esta nota es sólo para fijar mi desconcierto y mi tristeza (y mi admiración, y mi alegría por haberlo conocido) en este momento; más adelante tendrá que haber otros testimonios, escritos por muchas otras personas, para fijar lo que Enrique logró y la huella que dejó en la cultura mexicana.
Enrique Romo
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Acerca de este sitio
Las Historias es un sitio de Alberto Chimal, escritor mexicano. Contiene una antología virtual de cuento en constante crecimiento y otros contenidos en archivo.
5 comentarios. Dejar nuevo
Coincido plenamente con los comentarios vertidos en la nota.
Participé en varios proyectos con Enrique Romo, y considero que me honró con su amistad. No es el momento ahora de enumerar aquellos, pero significaron la oportunidad de conocer a la vez al profesional de la cultura y al amigo. Es de los pocos funcionarios culturales honestos y sinceramente comprometidos y entregados a la causa que he conocido. Sin aspavientos, hacía lo que había que hacer, y siempre bien; privilegiaba el talento de los creadores por sobre cualquier otro distintivo, cosa difícil de encontrar en el medio cultural oficial.
Definitivamente es una gran pérdida para la cultura mexicana, pero como se dice en la nota, su vida deja una gran huella en nuestra historia cultural.
Un abrazo eterno, Enrique.
Gracias por tu comentario, Guadalupe.
Hace unos minutos leí un mensaje que me envió mi entrañable amiga Thelma Nava y entre otras cosas dice que «no habíamos comentado la tirste noticia del fallecimiento de Enrique Romo…». Me quedé mudo un rato… Recordé al amigo, al compañero leal, al funcionario siempre entusiasta, eficiente y creativo pero también modesto, honesto, incapaz de buscar los reflectores, afable siempre… Una mañana coincidimos en la necesidad de impulsar el ensayo en los jóvenes y armamos la propuesta del Premio de Ensayo Joven José Vasconcelos. Recordé las últimas ocasiones que nos vimos, pocas, yo siempre de un lado a otro y pocos días en la ciudad de México; sus palabras, sus ideas siempre creativas, sus sueños y también algunas de sus heridas que sin decir la mayor parte de ellas, yo descubría detrás de su mirada de niño, ávida siempre de descubrirlo todo. No me enteré de su deceso sino por el comentario recibido. Busco en la internet y encuentro este sitio. Leo el comentario de Lupita Aldaco (preciso y noble) y por la respuesta de Alberto Chimal descubro que la semblanza inicial es de él, que es tuya Alberto. Comparto sus palabras, sus afectos, su atinada percepción de un funcionario singular, hombre íntegro y amigo esencial
Muchas gracias, Roberto. Saludos y suerte.
Mi padre fue una gran persona. Siempre nos enseñó a mi hermana y a mi lobello de la vida y las ganas que ahy que poner para poder crecer y seguir adelante en ella. Yo soy Julio Romo, uno de los seres que más triste ha estado desde el fallecimiento del maestro Enrique Romo. Pronto, en el mes de diciembre la revista Tierra Adentro publicará una revista en su honor, por cual me siento muy orgulloso. Su gran vicio, la lectura, ha pasado a la siguiente generación invadiendo de novelas, cuentos, poesía, ensayos e historias nuestra vida. Muchas gracias por todo papá.