Dos para el Día Mundial del Libro

Salvador Elizondo compartió mesa con el tal José Agustín en el extinto Centro Mexicano de Escritores, asesorados por Juan Rulfo.

Me imagino que Agustín era igual que Monsivaís, esos caimebien de la cultura, hombre avocados a caer bien, no a escribir.

Farabeuf se sigue estudiando, y es una de nuestras obras más interesantes, como todo lo de Elizondo, heredero de Julio Torri o Alfonso Reyes. Farabeuf fue considerado por Gallimard, aunque finalmente no hizo ruido allá en Europa.

La obra de la Onda está perdida en antologias de la editorial Selector, junto a los libros de chistes pícaros y recetas de cocina.

En cuanto a nuestros autores de la onda, siempre me pareció de lo más chocarrero que se regodearan en la literatura autorreferencial, Parménides García Saldaña pasó a la historia como el triste bufón de un José Agustín retratado por el autor como un tipo de beatle, claro que sin el carisma, el grado de melanina en la piel y todo aquello que caracteriza a un beatle. ¿Quién le va a creer esas ínfulas de casanova?

Su retrato de Fuentes es de una simplicidad apabullante. La supuesta «rebeldía» a la que se avocaban no era en la mayoría de los casos sino una pose y una moda adquirida en la cultura de masas.

La literatura de la onda es el inicio del oscurantismo en México, del que apenas estamos a punto de despertar.

Presagio de este despertar es el Crack, aunque no enteramente, sino sólo a través de Volpi o Paleu.

Sada acaba de ganar el herralde. todo apunta a un despertar de la literatura mexicana y latinoamericana, volveremos a ser la literatura más leída en el mundo.

Y espero que alguno de nosotros lo logre.

No, Alberto.

Lo veo ahorita 😀