«De a gratis»
En una discusión reciente, un colega hablaba con entusiasmo de las posibilidades del libro electrónico. Remató diciendo que todas las personas deberían aprovechar las tecnologías necesarias, puesto que son cada vez más accesibles, para escribir y crear sus propios ebooks: que en vez de comprar libros impresos y esperar a las editoriales, todos podrían difundir su propio trabajo, gratis, entre quienes desearan leerlo. Si todos pasáramos a ser escritores, dijo, palabras más o menos, todo sería distinto.
Primero (en los primeros segundos) todo esto me sonó, cuando menos, muy intrigante.
Luego alguien más planteó una objeción: ¿de qué vivirían los escritores profesionales en semejante situación? La discusión se desvió hacia definiciones (no habría «profesionales»), la libertad de la información, etcétera, y la cuestión quedó sin discutirse. Por mi parte me di cuenta de esto: había oído ideas parecidas a las de mi colega en otras ocasiones. Y de pronto me pareció ver en esa imagen «ideal» un prejuicio frecuente contra la especialidad del escritor.
¿Qué pasaría si, en vez de imaginar a la población entera escribiendo, le asignáramos alguna otra actividad? Por ejemplo, legislar. O jugar futbol en la Primera División. O hacer cirugías en un quirófano…
Seamos sinceros: nadie diría que todos debemos ser políticos, o cirujanos, o futbolistas de alto rendimiento en nuestras horas libres y sin paga: se tiene la idea de que las personas en esos trabajos son (al menos idealmente: ya sabemos que no siempre en la realidad) especialistas que, por el simple hecho de serlo, pueden desempeñar su trabajo mejor de lo que lo haría un aficionado. Sin embargo, en México he llegado a encontrar (y más de una vez) a personas que dicen que cualquiera puede escribir y que negarlo es simplemente «dar alas» a un sector de la población nacional con demasiadas ínfulas. Muchos colegas lo cuentan también como una anécdota hogareña: cuando estaban leyendo o escribiendo, siempre eran los primeros a los que se enviaba a hacer otras tareas, pues «no estaban haciendo nada», al contrario de quien estaba jugando futbol en el patio, viendo la televisión o estudiando en sus libros de escuela…
El prejuicio no es generalizado en este país, simplemente, porque muy pocas personas se interesan en estos asuntos. Sus causas, en todo caso, deben ir desde a) el hecho de que el material intangible del lenguaje, que todos usamos, es invisible, al igual que la disciplina necesaria para crear buena literatura con él, hasta b) el hecho de que, por diversas y muy tristes razones históricas, la población de escritores mediocres, o que utilizan la literatura como un medio para otra cosa, es un poco mayor y mucho más visible que las de otros países con culturas y mercados literarios más sanos.
No me desagradaría, lo digo sinceramente, habitar un mundo donde escribir fuera una práctica tan generalizada, tan extendida, como jugar futbol. Pero mientras llegamos a ese mundo, ¿por qué no podría respetarse del mismo modo que otras la labor de una persona que se especializa en crear mediante el lenguaje, que lo hace con seriedad y que se propone ofrecer un trabajo de la mayor calidad posible? En México y en todas partes, ya lo dije, hay muchos autores pésimos que no merecen ser leídos y a pesar de todo publican, que ven la escritura como un medio para lograr alguna otra cosa –el poder, la fama, la «vida loca», qué se yo– y no la respetan, pero habemos quienes la respetamos: quienes intentamos ser profesionales, simplemente por respeto a quienes podrían llegar a ser lectores y, desde luego, por respeto a nosotros mismos, que buscamos ser leídos.
¿Qué opinan ustedes?
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Etiquetas: Escritores, escritura y política, Escritura y tecnología, escritura y vida, futbol, Internet, libros electrónicos, Literatura, literatura mexicana, literaturas en crisis, Opiniones
14 comentarios
Información Bitacoras.com…
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Un debate interesante; 1)por ahí escuché que cada cabeza trae una novela, pero eso no quiere decir que sea buena o interesante como para contarla, jeje… 2) según el ensayista y filósofo acapulqueño, Oscar Ricardo Muñoz Cano, la literatura es, entre otras cosas, un palimpsesto y una cadena (con lo que justifica un poco el hecho de todos deberían escribir) pero, si la literatura no es conocimiento y no trae a este mundo algo que no existía antes, entonces no se aproxima al arte, y 3) el hecho de que haya tantos malos escritores, da la oportunidad de apreciar más a los buenos… 🙂
Aunque esta situación ahora sea más común, es tan vieja como la imprenta. No faltaba quién se mandara hacer 200 ejemplares de su poemario o novela para regalar a los amigos y los funcionarios culturales. Y eso no era garantía de que los amigos y los funcionarios los leyeran. Lo mismo pasa ahora con los miles de ebooks que hay en lulu y scribd.
Quizá los ebooks gratuitos no podrían ser la norma, pero serían una solución para los libros que se quedaron en el limbo. Los que ya fueron publicados alguna vez y la editorial no tiene intenciones de reeditarlos, o fue adquirida por una editorial más grande que no tiene intenciones de reeditarlos. Pienso, por ejemplo, en el viejo catálogo de Minotauro: sus dueños actuales sólo se interesan en los más vendidos.
En música ha servido. Momus no puede reeditar nada de lo que grabó en el sello Creation porque ahora esas grabaciones le pertenecen a Sony (y a Sony no le interesan). Así que puso esos discos en UbuWeb. Supongo que en el mercado editorial Planeta es el equivaletne de Sony o EMI, el que se va quedando con los derechos de obras que no les interesan.
Querido Alberto:
Siempre que puedo, leo tus interesantes notas. Coincido contigo, sobre todo en lo referente a la falta de aprecio por la labor de los escritores, y aún de los creadores en general (como muchos artistas plásticos o actores).
Se considera que el artista no come, no paga cuentas, no se enferma, que vive del aire y del aplauso. Se espera que siempre regale su obra, la done para causas benéficas, que publique gratis en periódicos, revistas y suplementos. Los libros se pagan con ejemplares. Todos piden un libro regalado (nadie le pediría al dentista que le regale los empastes).
Y cuando alguien le he dicho que soy escritor, me preguntan que en qué trabajo. Es un ejemplo que se ha convertido en cliché, pero que sí sucede. La gente pregunta eso: «Sí, ¿pero en qué trabajas?»
Te envío un abrazo y espero pronto nos veamos, para conversar y compartir un tinto. ¿Tal vez en julio en la Roma?
Uff, creo que aquí hay varias discusiones:
– Los ebooks. Estoy totalmente de acuerdo con Nicolás en que es muy parecido a lo que se vivió con la imprenta, o lo que ha pasado en el mundo de la música. Siempre hay riesgos, pero también oportunidades. Y, al final, siempre hay un público que espera ese trabajo profesional, que buscará ebooks cuidados: desde la calidad literaria hasta el cuidado de la edición.
– Lo gratis o, muy relacionado, no pagar a quien escribe porque no es una profesión. Creo también que es una polémica que viene desde mucho antes de los ebooks. Y desde hace tiempo las grandes ventas no son precisamente garantía de calidad. Y viceversa.
– Sobre aquello de si todos pueden escribir. Aquí aprovecho la analogía del futbol. Mucha gente gusta de jugar futbol, y casi siempre es la misma gente que sigue los partidos de futbol profesional. Que prácticamente todos podamos jugar futbol, o que a mucha gente le guste jugarlo, no quiere decir que todos lo tomaremos como nuestra actividad principal, ni que todos podamos pasar a primera división. Al menos en talleres para niños y jóvenes he visto que escribir los acerca también a la lectura y los hace valorar a aquellos que juegan en grandes ligas.
Recuerdo que en un taller el escritor Eduardo Casar comparaba la escritura con el baile: todos bailan por el simple gusto de sentir su cuerpo en movimiento (sin importar que el pasito tun tun salga medio chusco), ergo todos deberían de escribir por el simple placer de sentir su lenguaje en movimiento.
En ese mismo taller Casar comentó (palabras más palabras menos, cito de memoria y hace ya varios años de esto): «la gente me dice que por qué cobro por escribir, si es bien sencillo y no me cuesta nada; yo les digo: no es que yo quiera cobrar, es que el señor de la Soriana me pide dinero por la comida, si yo pudiera pagar con poemas en la Soriana y en todas partes no cobraría por escribir»
Es bueno que la gente escriba, que ejercite su lenguaje y su mente, pero como dices muy atinadamente Alberto, no cualquiera debería publicar, así como no cualquiera debe operar en quirofano, o jugar en la selección, o ser presidente. Recuerdo una entrevista de Cortázar donde menciona que había libros que eran un desperdicio de papel. ¡Hay que cuidar el planeta!
Ahora bien, aquí es donde las nueva tecnologías parecen dar la solución a esto. Cualquiera puede escribir porque no cuesta recursos físicos. Perfecto, pero ahora más que nunca debería de pagarse por lo que se quiere leer, esto crearía un filtro muy necesario. Yo estoy dispuesto a pagar por un trabajo bien hecho.
Una idea que yo tuve en este respecto iba justamente en el sentido contrario. Las editoriales dan un porcentaje muy bajo de las ventas (en mi opinión) a los escritores. Esto para cubrir costos de distribucion, publicidad y producción (idealmente). Las nuevas tecnologías reducen mucho estos costos, casi al punto de desaparecerlos en lo que a distribución y producción se refiere (no cuesta nada «copiar» los bytes del libro electrónico, y muy poco ponerlos en un servidor a que lo descarguen los compradores). Entonces pienso que el porcentaje de las ventas debería de subir para los escritores, a un 60% o 70%, qué sé yo, después de todos ellos hacen el trabajo más duro. ¿Qué opinas al respecto Alberto?
Alberto:
Comparto la pregunta que lanzas ¿por qué se cree que la escritura es labor fácil? No tengo la respuesta, pero imagino que tiene que ver con que no se lee suficiente. Cuando escucho semejante barbaridad tiendo a emitir un juicio –quizá incorrecto-: quien dice esto no lee, sólo cree que lee.
Comparto también la necesidad de exigir (al menos en mi caso) respeto a una labor que muchos imaginan pasatiempo, cuántos no hemos oído decir: «Ojalá tuviera más tiempo para ir de vacaciones, para hacer ejercicio, para escribir».
Disfruté leer tu texto y en especial agradezco que este tema se hable, se escriba, se muestre.
Paulette Jonguitud Acosta.
Un debate en realidad interesante.
Uno de los mitos de la modernidad era que liberaría al ser humano de los trabajos serviles y por ende éste se dedicaría a las artes liberales, a la ciencia a la filosofía, actividades más elevadas.
Y si bien es cierto que no todos poseen las mismas habilidades y aptitudes en el mismo grado no por ello el ideal renacentista debe ser abandonado del todo.
Por otra parte vemos que no pocos escritores bajo la etiqueta de crítica social también buscan aspiraciones políticas, como por ejemplo Mario Vargas Llosa quien a mi juicio lo mejor que le pudo suceder como escritor fue perder la carrera presidencial del Perú.
Yo no creo que se deba ser categórico con aquello que existe gente que no debe ser publicada. Si pueden ser publicados adelante que lo hagan, faltará que encuentren lectores, pero hoy día sabemos que gente que no son escritores profesionales pueden publicar libros bajo su nombre y con una buena campaña publicitaria hasta venderlos.
No se trata de devaluar al escritor profesional creo que tiene un sitio indispensable en la cultura humana.
Lo que está en juego es el cambio de arquetipos centenarios en la forma como accedemos a la lectura y escritura.
Algo que vale la pena seguir es la estrategia de JK Rowling de ser ella misma quien publique sus libros de Harry Potter.
A mi parecer con los cambios que estamos siendo testigos nadie se salva ni lectores, escritores, editoriales, librerías ni bibliotéca.s
Otra analogía: una buena cultura gastronómica no se hace a partir de los grandes chefs, sino que parte desde abajo, desde el pueblo y su circunstancia cotidiana. No todo lo que se cocina tiene por objetivo el pasmo del degustador, también se cumple con funciones festivas, religiosas, de sustento, de cohesión identitaria. Sin duda todo ello contribuye a que la manifestación de la gran cocina sea más fuerte, a que se demuestre respeto para todos y una paga proporcional según la función y el talento. Como comensales, bien podemos elegir un día visitar aquella gran taquería, adonde confluyen todo tipo de personas, sin distinción, y otro día podemos visitar a nuestro amigo, el chef de altos vuelos, para que sorprenda nuestro paladar. Lo que importa es comer bien, de acuerdo al contexto.
No todo lo que se escribe es, pues, literatura en el sentido artístico. Pero que se fomente la cultura escrita sin duda contribuye a tener «culturas y mercados literarios más sanos», junto con otros beneficios de orden cultural. Como físico, pienso en el enorme déficit léxico que tiene el español científico con respecto a otras lenguas, que aparte de las obvias (inglés, francés, alemán), incluyen al checo o al islandés, lenguas de sólida cultura escrita cuyos hablantes exhiben gran preocupación por la actualidad y limpieza de su lenguaje. Otras cuestiones de la actualidad de un idioma, particularmente la actualidad informática, podrían mencionarse; me interesa más resaltar que los proyectos de revitalización lingüística no funcionan sin un contundente fomento a la escritura. Tenemos en Israel, más que la revitalización, la resucitación del hebreo, un idioma que no se habló durante más de milenio y medio. Fue su cultura escrita, pilar cultural e identitario judío, lo que permitió que un proyecto de tales dimensiones fuese llevado a cabo con éxito. El ejercicio de la escritura hace no sólo mercados, sino lenguas más sanas.
Ahora, el profesional de la escritura abarca dimensiones más allá del narrador o el poeta. Están, tradicionalmente, los traductores, editores y correctores de estilo, sí, pero también es necesario hablar de los escritores técnicos, especializados en un área del conocimiento. Uno puede ser un gran profesional en el área de la literatura gastronómica, en la literatura de manuales técnicos, en la traducción de software, en periodismo especializado (en turismo, en ciencia, en cultura, en negocios, en tecnología), en divulgación de la ciencia, en literatura jurídica, literatura médica, etcétera. Pero si no existe una masa crítica de escritores que los sustenten, estos profesionales nunca existirán como tal: muchos están relegados a hacer este trabajo sin paga, por el mero placer de contar con un buen texto especializado.
Cualquiera puede escribir, que cualquiera escriba. De ese bendito ocio se creará una cultura escrita mucho más sólida y surgirán los diversos profesionales de la escritura del mañana. Eso sí: hay que ser críticos con lo que cualquier autodenominado «especialista» produce. No por arropar carne con tortilla se es un buen taquero.
Es necesario aprender a valorar el trabajo del escritor profesional y, por tanto, el del editor. Parece que para ello debemos comenzar con cambiar la idea de que tanto la lectura como la escritura son actividades ociosas (peor aún, el equivalente a no hacer nada) o que el trabajo artístico debe regalarse.
Los eBooks son excelentes herramientas que pueden ayudar, como ya lo dijo Nicolás, a recuperar los textos que ya no se editan (qué sabroso sería tener a Emiliano González, por ejemplo, en la iPad o el Kindle con un solo click) o a abaratar los costos de importación y reducir los tiempos de conseguir textos extranjeros. La publicación electrónica ya ha dado nueva vida al mercado editorial, pero también nos motiva a comprender que el hecho de tener la posibilidad de autopublicarse no nos convierte en creadores de arte.
Coincido con las opiniones de la mayoria por acá, para mi lo mas importante es resaltar la oportunidad que gracias a la tecnología se darán algunas personas de LEER, lo digo por experimentar día a día el hecho de que realmente el porcentaje de personas asíduas a la lectura es muy bajo, eso corresponde quizas a la falta de educación al respecto, al incentivo familiar hacia la lectura o simplemente a la pereza, lo cierto es que muy pocos leen (por lo menos en mi país) y si gracias al ebook lo haran en masa pues bienvenido. Por supuesto el aspecto de editores y escritores como profesionales que deben respetarse pasa por otro punto muy bien abordado en comentarios anteriores.
En lo que a mi respecta no cambiaría jamas la dicha de ahorrar centavo tras centavo, y con mi gran sonrisa ir hasta la librería mas cercana, comprar mi ansiado libro, quitar el papel envolvente con el misterio y delicadeza apropiado a este momento, y cual obra de arte por ser descubierta; sentarme en una ventana, abrirlo y regocijarme por las letras que me han esperado por mucho tiempo. Esa sensación solo las produce un libro «de carne y hueso» no un click.
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Gracias a todos por sus comentarios hasta el momento. De momento quiero subrayar, porque es muy pertinente, esto que dice Mangarju: el ejercicio de la escritura hace no sólo mercados, sino lenguas más sanas. Más nos valdría recordarlo.
Saludos a todos y, si gustan, seguimos.
Es un tema muy interesante. Yo creo que el hecho de que todos puedan escribir y publicar por medio de la red es positivo. De cualquier manera la diferencia la hará la calidad. El Youtube no ha amenazado el trabajo de los creadores audiovisuales, al contrario, le da más visibilidad. Por otra parte, el hecho de que un escritor profesional y un escritor aficionado utilicen el mismo medio implica que la única manera de distinguirlos será su calidad literaria, que siempre será un mejor criterio que aquel de: él es mejor porque ya publicó o aquel es mejor porque ganó el premio x.