Concurso

Concurso #79

44 comentarios

Esta bitácora convoca una vez más a su concurso mensual. Los interesados pueden comenzar observando esta imagen:

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(clic para ampliar)

Instrucciones:
1) Suponer que esta imagen representa un instante de una historia.
2) Imaginar cuál es esa historia: qué está pasando allí, qué momento se anuncia, por qué, quiénes están presentes, qué hacen. No se trata de explicar la imagen, ni de escribirle un pie de foto, sino de tomarla como punto de partida para imaginar una historia propia.
3) Escribir la historia, en forma de cuento brevísimo (minificción), en los comentarios de esta misma nota.

El o los textos ganadores recibirán un trofeo virtual y serán seleccionados considerando la opinión de quienes decidan opinar. La fecha límite para participar es el 25 de mayo. Quedan invitados.[/fusion_builder_column][/fusion_builder_row][/fusion_builder_container]

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  • Información Bitacoras.com…

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    • Apropiación feroz de Alejandría, que copia el original, la vida, y devuelve el fantasma, la ilusión, agarra la identidad, la duplica, Invención de Morel, sí (lo miras), que tiene el corazón, es a él a quien le ocurren las cosas; pero al paralelo, sólo dos, tres segundos más tarde, no, seudooriginal, y he aquí por qué el barbijo de la bibliotecaria, en esta torre de Babel, ya que esas vidas, selección premiada, encarcelada, llevan el germen, el virus que los hace polivulnerables y requetevirulentos…, tarde, porque ya has abierto uno: estás expuesta ¿viste? por tus manos desnudas. Y yo, tarde, te he sacado, flash, la instantánea, te he tomado solapado el alma…, como acostumbraba Diógenes con su rápido farol.

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    • diana adams
      21/05/2012 9:30 pm

      Cazadora de letras entintadas
      Ya estoy aquí respirando la tinta recién impresa de estos libros apilados que forman torres; gente calurosa y apretujada suspira los colores. Las marcas de mis ojos hambrientos de sed, la sangre que fluye por cada uno de ellos cosquillea mi corazón sediento; el aroma trasmina por los orificios de mi nariz; pausado, delicado, profundo a mis sentires de monstro asesino…. y pienso en la chica; lleva un tapabocas para cubrir el olor suave y dulce de las hojas ó ¿será que le queman los libros en la mano? ¡Como a mí! cuando fulmine; “mal de amores” ahora soy víctima del hambre literaria, las sangre de la tinta fluye por mis venas como un ansioso cazador de letras; recuerdo mi última víctima “la ladrona de libros”, empezare con este “Jack el Destripador diario” de Harrison Shirley “Ahora recuerdo no tome las dos últimas tomas de clonazepan, en fin lo dejare pasar. ¡Empezare ya!. Jack tiembla en mi mano, suplicando en sus primeras hojas, lloraba como un chiquillo temeroso, resbaladizo y llegan ellos los fantasmas y me llevan de vuelta al psiquiátrico y vuelvo a dormir en sueños derrochados en “100 años de soledad”.
      .Diana Adams Razo.

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  • Jorge González D.
    03/05/2012 6:10 pm

    No se supo ni cuando, ni como, pero el ataque alienígeno había comenzado. No fue dónde los estrategas mundiales pensaron, no opero sobre algún sector de la humanidad.
    Los extraños, los extranjeros, querían atacar al conocimiento de nuestra especie, anularnos descerebrar nos, por eso contaminaron los libros.

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  • ANNA PAOLA MANSI
    03/05/2012 8:51 pm

    POR SI LAS MOSCAS…
    ¡Si mi madre me viera!
    Para ella, los libros servían sólo para dos cosas: enseñar a las señoritas a caminar y guardar polvo.

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  • Luis Palacios García
    03/05/2012 9:46 pm

    Hojas del pasado.
    La tranquilidad con la que Lucía buscaba aquel preciado libro era la misma que mantenía cuando los espasmos provocados por la fuerte tos, sacudían su cuerpo. La tranquilidad de un moribundo. Aquella misma tranquilidad que ya había incomodado a varias personas que se habían cruzado en su camino y les había hecho guardar distancia.

    Y mientras recorría los pasillos entre montones de libros, comenzaba a darse cuenta de la gran equivocación que había sido el elegir aquel remate de libros como el último lugar en donde buscar esa preciada obra. Su duda en entrar no había sido infundada.

    Como tampoco había sido infundada su duda anterior a esa; la que le asaltó antes de emprender el viaje en busca de esos dos títulos. Quizás en los años sesenta, sí hubiera creído posible encontrar lo que había ido a buscar, incluso en cualquier librería común y corriente. Pero en pleno 2012, ¿esperar encontrar esos libros? Una tontería.

    Finalmente había decidido buscar en una “librería de viejo”, como se les llama a esas librerías repletas de ejemplares usados. Y ahí estaba uno de los dos títulos que buscaba. Y en efecto: “Ciudad de México. Primera edición, 1965”. El encontrarlo en esa librería de viejo había significado la mitad del éxito y a la vez el rotundo fracaso de su búsqueda.

    Ahora, su última esperanza de encontrar la segunda obra en aquel remate de libros se esfumaba mientras hojeaba distraídamente un libro cualquiera. Ese remate no era precisamente un lugar en donde se pudieran encontrar obras antiguas y valiosas para su causa, sino solamente pilas y pilas de libros relativamente recientes que estorbaban en las bodegas de las editoriales y que urgía que dejaran de ocupar espacio en las mismas.

    Como fuera, ya era demasiado tarde. Sentía como si el polvo respirado en aquella librería de viejo le perforara los pulmones. Alguien había cometido un error al mandarla al 2012 y no unos 50 años antes de esa fecha. Estúpidos analistas.

    A Lucía le resultaba irónico venir de un futuro sin vegetación, sin árboles, ni aire puro, y morir por el aire contaminado de polvo y restos de papel, restos de árbol.

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  • Cuando Gisela decidió dejar su empleo en el vigésimo primer piso de la torre Banamex para dedicarse al sueño de su vida, escribir historias de ficción para niños, nunca imaginó que tendría que esperar dos años, tres meses y diecisiete días para vender su primer ejemplar. Enferma de tuberculosis, divorciada ( por segunda ocasión) y enemistada con su hermano que le había prestado para la impresión de un millar de libros, vio acercarse a la niña que, curiosa, tomaba los libros coloridos del estante de su editorial. Nerviosa, ante la expectativa de ser oficialmente una escritora, no supo interpretar la tos, la palidez del rostro o las arcadas que antecedieron a la lluvia de hamburguesa, papas grandes y helado de chocolate semidigerido que se proyecto en la mesa donde tenía su obra. No vendió uno, sino los diez libros que llevó ese día de «Mamá quiere un dinosaurio».

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  • Andrés Klingberg
    04/05/2012 2:24 am

    La noticia emitida esa mañana fue clara: «Científicos canadienses descubren que la tinta de impresión usada por todas las editoriales en siglos anteriores contiene toxinas cancerígenas».

    Por eso a Claudia le sorprendió que su patrón le ordenara recoger solamente las viejas obras de Marx y Freud.

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  • Andrés Klingberg
    04/05/2012 2:41 am

    «Te digo que están malditos, hija. El demonio habita sus páginas y se traga las almas que las recorren».
    A pesar de las dudas, Laura tomó las palabras de su abuela como una última voluntad. Ahora asiste a cuanta feria del libro puede armada con un encendedor para acabar con cuanto libro de vampiros y licántropos ve. Se le puede identificar porque lleva siempre un cubrebocas: «Para que no pueda entrar el diablo».

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  • Jorge González D.
    04/05/2012 5:46 pm

    Bien por Andres K. eso si se parece a un micro cuento, micro relato o mini ficción,: «por breve sustanciosa»

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  • Parecía una persona común, tal vez algo cuidadosa usando el cubre bocas, alguien que tenía muy presente la salud de los demás, una mujer más en la feria del libro decidiendo que comprar. Que distinta era su realidad…

    Hace algunos años, sus labios la abandonaron, se fueron tras aquel extraño escritor que había besado. El escritor de su existencia, sus fantasías y sus ilusiones, aquel que se había llevado sus sonrisas, sus sabores. Lo había conocido en un pequeño bar, se dejó perder en el whisky, se dejó robar, al despertar su rostro estaba incompleto, lo tenía que recuperar.

    Ahora busca de feria en feria, sus palabras fugitivas, seguro las reconocerá , así descubrirá al autor, podrá enfrentarlo y exigirle con una mirada, le ayude a recuperar sus labios, para tener de nuevo el rostro de una persona normal.

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  • Sin palabras
    Por temor a decir demasiado y a mis ataques de ira se puso una mascarilla e hizo votos de silencio. Al principio me alegré porque ya no podía más con ese parloteo hueco que día tras día me espetaba sin consideración ninguna. Pero¡ Dios mío! ya va para tres años y juro que me vuelvo loco. Es que ya ni siquiera grita cuando la golpeo.

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  • Tehmed Al-Corán
    07/05/2012 11:38 am

    Pandemia

    Desde siempre le gustaron las mariposas; Era la niña más inteligente que jamás ha existido sobre la faz de este planeta y tenía además un talento especial para encontrar a las mariposas, cuidarlas y ayudar a su reproducción. La UNESCO le entregó aún siendo una niña un premio mundial por sus esfuerzos en pro de la conservación de los lepidópteros. Años después la corporación se enteró que las mariposas al morir acarrean la muerte en la forma de una peste que está diezmando a la humanidad. Y ahora esas mariposas se cuentan por millones de millones. Tenemos que andar con cubrebocas todo el tiempo y extremar medidas de higiene para no contaminarnos. Es esa peste, al parecer, la forma en que la Naturaleza escogió para equilibrar las cosas y deshacerse definitivamente de los humanos quienes rompemos ese frágil equilibrio. Ella ha sido ahora condenada por la corporación a estudiar día y noche, sin descanso alguno, la forma de librarnos de la peste que ella misma contribuyó a diseminar.

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  • Mírate Lucía,
    tan sola y tan asqueada,
    de lo que sostienes en las manos,
    y lo que apilado te rodea.

    Tú que bien conoces
    lo mejor de la literatura,
    obligada te ves a trabajar
    entre libros de autoayuda.

    Y así cubres tu rostro:
    déjalos pensar en polvo,
    infecciones o bacterias.

    Tu temor en realidad:
    el nocivo vacío cultural
    disfrazado de modernidad.

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  • Fernanda Murillo
    11/05/2012 10:36 am

    Memorándum

    Mi muy estimado general. Me comunico servicialmente con usted para informarle de nuestras actividades. Hemos llegado a la dirección indicada con un ligero retraso. No voy a decirle que eso no nos perjudicó pues hemos cambiado la estrategia. Los compradores huelen a distancias excepcionales las ofertas y los remates. Por lo tanto mi equipo y yo colocamos como carnada cientos de libros. En cuestión de minutos podríamos enjaular a medio millar de estos especímenes. Sin embargo el presupuesto que nos otorgó no nos alcanza para una red más amplia. Estamos desesperados.

    Sin más por el momento. Quedo a sus órdenes.
    Efraín J. Comisionado general de ventas.

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  • LA RESISTENCIA

       Los libros, soñadores por naturaleza, duermen. En silencio sueñan. Una mujer, centinela del sueño, cuida de ellos; procura que descansen antes de llegar a los invitados. Aquel que abre un libro puede ser capaz de compartir lo soñado. El lector puede ser inducido al sueño; y así, junto con el libro… soñar también.

       La fortaleza era capaz de dar alojamiento a todo aquel, que estando en libertad consigo mismo, decidiera reclutarse. En todos los rincones de ésta había libros, libros de todos los colores, libros vivos; libros con letras libres. Libros de cocina en lugares específicos para la lectura y la práctica; libros de música que se mezclaban con instrumentos musicales. La esencia de la fortaleza: ser auto didacta. Los libros, los mejores maestros de paciencia infinita. La diversidad de libros era enorme y no importaba cuántos estudiantes hubiese, siempre había lugar; como lo expresa Carlos Monsiváis en su texto En la punta de un alfiler: “En un alfiler podían darse cita todos los ángeles y —para ser exactos pertenecía a la naturaleza de ese objeto su cualidad de albergue inconmensurable”.

       En esa estancia el lector debía de desarrollar el instinto de reconocer los libros que lo nutren de los que no lo hacen. Como estudiantes de la vida, todos pasamos por crisis existenciales. Sin libertad somos esclavos y con demasiada libertad caemos en las garras del libertinaje. El primer nivel para llegar al equilibrio era pasar por los libros de filosofía y encontrar uno su propio “punto de Arquímedes”. Esta era la forma de selección natural de la fortaleza: los que leían filosofía corrían el riesgo de quedar locos o de suicidarse. La filosofía es un mar ¿Qué tan capaz es el ser de nadar en mar abierto sin rendirse de cansancio… y ahogarse?

       Por otro lado, los hermosos jardines de la fortaleza daban paz necesaria para el descanso espiritual. La armonía con la naturaleza. Espacios al aire libre para ejercitarse; la belleza del cuerpo humano. Desayunar, comer, cenar, como acción vital e imprescindible, y todo se comía con delicia. Una sala de videojuegos así como mesas con tableros de ajedrez para retar al ocio. La búsqueda del equilibrio. La educación como forma poética. Así, un ejército de poetas listo para la revolución. LIBERTAD.

       En la entrada de la fortaleza estaba inscrito en grande las letras de la gran poetiza mexicana Sor Juana Inés de la Cruz:
    ¡¿CÓMO PUEDE SER POSIBLE QUE UNA CABEZA ESTÉ TAN LLENA DE CABELLOS Y TAN VACÍA DE IDEAS?!

    [THE WALL]

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  • Roa Juárez
    13/05/2012 9:38 pm

    Sigilosamente, los libros la miraban esperando el momento de ataque. Ella no tenía sospecha, pero el que hojeaba tenía la orden de morder en el cuello. Pobre.

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  • Roa Juárez
    13/05/2012 9:47 pm

    Como tigres acechando a su presa, los libros la miraban esperando el momento de ataque. Ella no sospechaba, pero justo el que tenía en sus manos iba a ser el primero en morder. Pobre.

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  • Van Essa Manek

    -¡Hola! ¿Cómo estás?… Me alegra. Yo estoy bien. Voy saliendo del cine. Vine a ver la pelí que me recomendaste… Sí, la de la chica zombi que aprende a ser autónoma a causa del virus Leo… La verdad es que me encantó. Y me pareció genial la forma en la que la directora dimensiona a la protagonista y la trama de la historia… Sip, en ningún momento te das cuenta que el primer plano es el segundo o que el segundo es el primero. Además el toque de las vísceras y la sangre está de lujo… ¡Wow! ¿Y qué tal la escena del remate de libros donde ella se pone a leer tranquilamente mientras los demás zombis se dedican a devorar humanos?… Es mi favorita porque considero que refleja nuestro desarrollo como sujetos dentro de la sociedad, estás dentro o fuera de la masa… Ándale. Caótica. Volcada a sus instintos primarios. Pero entre todo ello está ella que busca comprender lo que a los Otros es ajeno y te hace mantener la esperanza de que algo puede cambiar. Lo que a ciertas personas nos pasa. ¡Je!… La estoy esperando. Justo estoy en la fuente frente a la librería donde ella trabaja… Yo creo que en cinco o diez minutos. Muchos locales de la plaza ya están cerrando… Nop, eso da miedo. Me cuesta imaginarme transformada en zombi buscando en las calles de que alimentarme o transmitiendo el Virus de la Idiotez Humana. ¡Aaaah! O quizás ya lo somos y vivimos engañados. ¡Je je je!… Ha llegado. Tengo que irme. Te llamo luego. Buenas noches…

    -¡Uff! Siento la demora.

    -No te preocupes. ¿Nos vamos?

    -Sí. Por cierto, qué bien se te ve el cabello negro, y ese color de labial resalta el café de tus ojos.

    -Gracias. Humm, no es labial.

    -¿En serio? No me digas qué…

    -Sip. En el cine.

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  • Polvo

    Borges imaginaba el Paraíso como una Biblioteca.
    ¿Qué pensaría acaso de las Librerías? Mercado donde se comercia con ángeles, pues ¿quién habita el Paraíso, sino esos seres alados?
    Aquí me tienen caminando en la sección de saldos, con un tenue temor de profanar estos cadáveres, me coloco un cubrebocas para no inhalar el polvo que se desprende de sus restos.

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  • diana adams
    21/05/2012 9:37 pm

    Como se que se envió al destino correcto

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  • Pues en algún lugar tendrán que estar, no por ser lenguas menores se habrán esfumado … lenguas menores, así es como alguien se refirió a ellas … y claro ¡esa es la clave! ¡no están en ningún lado porque no existen lenguas menores!

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  • Mensajero

    Seguramente no me estarás tomando en serio y crees que se trata de una broma, pues ríete, que para ti sólo seré un inofensivo montón de papeles encuadernados. Entonces, cuando hayas terminado de burlarte, espero me leas, pues al menos eso te permitiré hacer conmigo una sola vez, luego no estaré aquí, ni tú tampoco.

    […] Olvidaste nuestro propósito. Árbol es el eterno intento por sujetarse, evitar la contínua caída de la Tierra.

    […] Sabes que aun la mente más analfabeta carga algún papel, un billete, un boleto, la estampita de La Vírgen… Hasta el más miserable buscará cobijo bajo algún periódico.

    […] Por ello, desde ahora cada trozo de papel portará un mensaje de libertad:
    Todos arderemos.

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  • La vida de Mariana

    En el diario del médico, aquel día se cuenta todo lo contrario: que Mariana fue dada de alta y que es ella quien va a buscar al hijo que trabaja todo el santo día para pagar las cuentas del hospital. El médico escribe cómo se reconcilian. Luego el doctor sabrá que el hijo en realidad no iba al hospital por estar en un edificio abandonado en la décima plana de la nota negra, contándose con los dedos las cuchilladas en la espalda (esas que más le gustan a la tierra profunda). El médico siguió escribiendo y también buscando, sobre todo, quién pueda ser el lector apasionado que vaya a hacerle real a Mariana esa doble y nueva vida de papel.

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  • DESDE LO ALTO DE UN LIBRO

    El fenómeno:

    Noé esperó siete días y envió a la paloma una vez más, y esta vez el ave no regresó.
    -¡Golondrina, Golondrina, Golondrinita! -le dijo el Príncipe-. Haz lo que te pido.
    Entonces la Golondrina arrancó el ojo del Príncipe y voló hacia la buhardilla del estudiante.
    El joven tenía la cabeza hundida en las manos. No oyó el aleteo del pájaro y cuando levantó la cabeza, vio el hermoso zafiro colocado sobre las violetas marchitas.
    -Empiezo a ser estimado -exclamó-. Esto proviene de algún rico admirador. Ahora ya puedo terminar la obra.
    La mayor parte de los materiales me los proporcionaba la sala de disección y el matadero. Con una ansiedad rayana en la agonía, coloqué a mi alrededor los instrumentos que me iban a permitir infundir un hálito de vida a la cosa inerte que yacía a mis pies. Respiró profundamente y un movimiento convulsivo sacudió su cuerpo…

    La opinión:

    -Es inútil usar cubrebocas y guantes para leer, tendrías que taparte los ojos, pero los de la memoria. Mira, te lo voy a poner así: los sobresaltos que tiene la gente cuando está dormida no son porque su alma regrese de un viaje, no; son porque la evolución te heredó el temor a caerte de un árbol, o sea de la primerísima cama, primate renegada. Y ahora aunque eres tan leida y escribeida, debes saber que sigues andando por las ramas, pero muertas, lees usando cadáveres de árboles. Libros. Te caes desde uno a otros.

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  • Noé Staría Mal
    22/05/2012 9:51 pm

    Tiempos mejores

    Merced a que leía tantos libros, un día le diagnosticaron un mal incurable llamado Narrativa. Se dio cuenta que lo tenía porque al hablar a veces estornudaba y las consonantes salían volando muy lejos pero después su mal se agravó y también expelía en cada estornudo incluso algunas vocales (las vocales fuertes llegaban más lejos que las débiles) por lo cual se hizo de un cubrebocas pero las palabras se las ingeniaban para filtrarse fuera de él y llegar hasta los oídos de los demás. A la gente le encantaban sus relatos. Venían de todas partes del mundo a escucharlos y se iban llenos de fantasía. Se contagiaban del entusiasmo con que los contaba por lo cual quedaban extasiados por un tiempo y después corrían a contárselos a sus amigos y por ello la epidemía se diseminó de forma exponencial. Al poco tiempo todo el mundo estaba lleno de fantasía. Ya nunca más necesitamos la odiosa realidad.

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  • Por fin tomo un libro. Lo ojeo. Blanco, cafe: Fotografía de sopa de champiñón. ¡Con razón nadie se acerca a esta área!. Paso la hoja, otra impresión “Crema de chayote”. Ingredientes: ½ cebolla. 500 gramos de mantequilla. 1 a 2 cucharadas de harina. ¡Qué ilógico! ¿Una o dos? Hay es que de verdad la gente no entiende de estas cosas, es al tacto, al gusto, según quien esté detrás de la hoya. Cada quien con lo suyo, ¿pero así? por sus chanclas poner una o dos ¿y que solución tendrán los obsesivos a esto?. 3 chayotes cocidos. 4 tazas de agua. Equis la receta.

    Paso la hoja, no se separa, hay dos pegadas entre sí, paso la uña entre ellas, las independizo. “Sopa fría de aguacate con coco” ¡N´ombre! Esto si que esta mal, ni divisiones ni nada. De caliente a fría. Que pésima edición. Tiene buenas fotos y buen papel, pero ni apartados hay. Ni siquiera alfabéticamente, aunque también sería una pésima decisión. ¡Con razón el libro está en esta feria de rescate! Lástima, no creo que este se salve: de aquí te vas directito a la hoguera. Otra hoja. “Sopa de huevo y limón”. 1 limón. 2 huevos de corral. ¼ k. de zanahorias. Esta receta está más fácil. Hay de todos los ingredientes en casa. A ver, 1 cebolla mediana. Si. 1 nuez de mantequilla. La tía me había comentado… Si, ella me presta lo necesario. Leche, laurel, pimienta. Si a todo. A ver, ¿que más?.

    No recuerdo si tengo laurel, dejo de leer.. Fui al mercado, me encontré con la sobrina de… No, esa fue la semana pasada. Pero si, me la encontré en el puesto donde venden laurel, compré. Esta semana no lo utilicé. Entonces si tengo suficiente para esta sopa, ahí guardado.

    Agacho la mirada, noto que mi dedo ensucia la hoja mientras baja, sigue junto con mis ojos las líneas que describen la elaboración. –Ya no la capté¬ ¬–. Cierro el libro.

    Bajo los ojos y veo la estampa, algo azul me obstruye la mirada. Es necesario usar tapabocas con tanto polvo. Mis ojos de abuela: me acerco más al empastado para notar lo que dice la etiqueta. $120 -50%. $60, sólo sesenta pesos este libro. ¡Con fotos, empastado y todo!. ¡Me lo llevó!. Mañana voy a preparar sopa de …

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  • COITOS INTERRUPTUS

    La miro acomodarse los anteojos con un respingo de nariz y, ante lo gracioso del acto, trato de guardar compostura. Ella aparta la vista del libro, se despoja de las gafas y me mira con un vacío suspensivo en los ojos; inútilmente espero oírla pronunciar una palabra. Entonces le explico lo sucedido, la gracia que me causó aquel gesto suyo. Pero a ella parecen no importarle mis motivos. La entiendo cuando me señala en el libro el abismal párrafo en blanco donde quedó interrumpida la lectura.

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  • Su afección intrigaba por igual a médicos y curanderos. No sólo leyendo historias es que las hacía realidad. A veces, sólo con oler la tinta, de su cabeza surgían personajes de libros y leyendas. Triste fue el caso cuando la comisionaron a la feria de libros de fantasía y misterio. Tres filtros en su nariz fueron puestos con la esperanza de no ver por ahí surgir algún dragón o asesino fiero.

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  • Fernando Moreno
    23/05/2012 10:13 am

    El recetario nacional

    Ante la amenaza constante de los medios electrónicos al libro, la gesta reciente de Ediciones Urbano prometía salvar el medio impreso de una vez y por todas. Bajo un secretismo absoluto, la reconocida editorial desarrollo y perfeccionó la tecnología para que los libros transmitieran los aromas a los que se refiere el autor o que mejor se ajusten al lugar donde de la acción.

    Tras el anuncio, cientos de lectores entusiasmados se aglomeraron en la feria del libro para adquirir una copia del primer libro oloroso. La editorial, por su parte decidió que un libro de cocina era la carta de presentación perfecta, pues página tras página expediría los aromas de los platos presentados, demostrando de paso, lo versátil de su propuesta.

    Lamentablemente, las cajas de los libros llegaron unos días antes al lugar de la feria. Para cuando comenzó la venta los alimentos en las fotografías habían perdido la frescura impuesta el día de la impresión. Los aromas se convirtieron en una desgraciada peste. Ediciones Urbano hiede a fracaso.

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  • INFECTADOS (CARRIERS)
    Comenzó en las universidades, se propagó por los institutos, los colegios y las bibliotecas. Rápidamente, casi la totalidad de la sociedad se infectó. De inmediato, los estados prohibieron los libros. Leer obligaba a pensar, a tener ideas. Y ése era un germen perjudicial, dañino para la salud de los gobernantes. Los médicos al servicio de los poderes fácticos sostenían que la lectura causaba daños irreparables en el cerebro, deterioraba las neuronas y provocaba graves trastornos en la cabeza. Ponían a Alonso Quijano como ejemplo. Así, habilitaron instalaciones para que las personas entregasen allí sus libros. Enseguida, se formaron colas y colas en todos los lugares del planeta. Los volúmenes se apilaban en almacenes de máxima seguridad. Para evitar contagios, los técnicos se ponían mascarillas, guantes y uniformes especiales antes de establecer cualquier contacto con los volúmenes. Después, los llevaban a una fundición y los introducían en las calderas hasta que el papel quedaba reducido a cenizas. A los autores se les prohibió escribir. Las editoriales se fueron a la quiebra. Los agentes literarios se quedaron sin trabajo. Las imprentas vendieron a la chatarra las rotativas. Y los lectores buscaron otros sustitutivos como la televisión o los juegos de la videoconsola. Algunos escritores hilvanaban cuentos en la clandestinidad. Publicaban las novelas por entregas y contaminaban el mercado clandestino de personajes e historias. Sin embargo, la gente dejó de consumir literatura y los autores terminaron por desaparecer. Pronto se perdió la memoria histórica. La cultura dejó de existir y en el mundo la gente se volvió “gilipollas”. La toxina, al fin, se había erradicado y los gobernantes extendían sus tentáculos de poder sin límites. No obstante, un día, alguien encontró un ajado volumen de historia en una excavación en Atapuerca y se empezó a hacer preguntas. Unos interrogantes llevaron a otros y en unos días el virus del querer saber se fue expandiendo a toda velocidad por todos los rincones de la tierra.

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  • Quírofano.
    La doctora María Lecumberry García, famosa por sus operaciones únicas en trasplantes de corazón, ha perfeccionado tanto sus artes dentro del quirófano que la envidia de colegas y la admiración del mundo la tiene a sus pies. Le preguntan cómo le hace, pero ella dice no poder contestar a eso, dice que posee un don; todos creen que es falsa modestia, pero no, en realidad siempre que opera ella se transporta a otro sitio y hace alguna actividad ordinaria, al terminar dicha actividad aparece otra vez en el quirófano donde sus enfermeros y anestesiólogos la felicitan por otra operación exitosa. En la última operación que realizó, que fue a corazón abierto, ella solo recuerda haber abierto un par de libros en la feria del libro a la que no pudo ir en su inauguración un día anterior por tener un par de consultas hasta tarde.

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  • T.O.C.

    En realidad, casi nadie entendía a Lola… a veces ni ella misma, pero esa sensación electrificante que subía por su columna vertebral cada vez que algo le irritaba, era inconfundible. Ese impulso por ordenar y acomodar los objetos le era muy útil en su trabajo en la librería… no así, su hipocondría.

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  • A Mariana le quedaba muy claro que el conocimiento era contagioso. Por eso, el primero de julio votó por Enrique Peña Nieto.

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  • Ups… no sé por qué no salió mi avatar, pero si soy yo, jajaja. Saludos, Alberto.

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  • Rolando Blas
    25/05/2012 5:38 pm

    Cementerio

    Nadie estaba ahí. Las calles estaban desiertas. Sólo el viento llevaba pedazos de hojas o bolsas de plástico que era común encontrar por esos días. Nosotros llegamos poco antes del amanecer y nos sorprendió mucho no escuchar nada que no fuera el silbido del viento. Berta me miró y condujo el automóvil unas cuantas cuadras para explorar el sitio. Las luces estaban encendidas por cada calle y avenida que atravesábamos pero el silencio era tan molesto como el ruido común de las grandes ciudades. Berta miraba hacia adelante y yo, recostado sobre la ventanilla me preguntaba porqué tanta soledad y tanto silencio. Pero era sólo un niño al que lo único que le parecía raro era ver todo tranquilo y silencioso.

    El día se iluminó conforme pasaron las horas, y a mí me empezaba a matar el hambre. Pero Berta pareció no preocuparse por mi hambre sino por lo raro del ambiente en el que estábamos. Reconoció una edificación y me pidió quedarme en el auto. Avanzó lentamente y con precaución. Empujó la puerta de cristales ahumados y desapareció. Me mantuve ocupado en mis juegos virtuales pero después de una hora, la molestia de tener hambre regresó. Recordé que Berta había entrado en aquella construcción y decidí salir. Quité el seguro desde el asiento del conductor y baje repitiendo los mismos pasos que ella. Atravesé la puerta y la vi de espaldas, caminando de prisa. Atravesó otra puerta y un murmullo que apenas era audible conforme la seguía se volvió un estruendo que me dejó estóico. Las personas que no vimos y el silencio que había en el exterior se concentró en una sala de dimensiones que no pude calcular. Miles de personas se encontraban haciendo fila; unas llorando y otras cubiertas con tapabocas giraban alrededor de montones de libros que tenían leyendas incomprensibles para mí. Berta se perdió entre la multitud. Caminé alrededor y la encontré arrodillada y llorando frente a un libro de grueso tamaño. El libro había muerto según comprendí. Lo tomó en sus manos, lo llevó a otra sección del edificio, lo colocó en una cavidad del tamaño del mismo y le dio santa sepultura. Regresamos al auto. Su ojos continuaban derramando lágrimas. No dije nada desde. Emprendimos nuestro camino de regreso. Cuando llegamos a casa ella me lo contó todo y desde ese día a la fecha por más de veinte años hemos llevado flores a aquel libro titulado Terra Nostra.

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  • Ni siempre es placentera

    2012. Illuminati. Contagio. Roma. Horoscopo. Destrucción. Conspiración. Apocalipsis. Mayas. Irak. Clero. Armagedon. Uranio. Corporación. Bestia. Virus. USA. Anticristo. Invasión. Agua. Revelación. Vaticano. Pandemia. China. Fin. Era cada vez más intensa la sensación de haber pasado demasiado tiempo hojeando esos libros de pseudoliteratura. Aunque ella no sabía que era pseudoliteratura, ni siquiera sabía que existiera esa palabra. Al darse cuenta que en realidad habían pasado horas, cerró el volumen que tenía en las manos y se dirigió a toda prisa de vuelta al trabajo, a paso firme y veloz aunque sin poder sacarse todos esos nuevos miedos. Sentía un profundo vacío producto de la desolación ante lo inminente del fin. No tendría tiempo para tantas cosas. No viviría hasta envejecer. Maldito fin del mundo. Absorta en su pensamiento no ve la luz roja y es fatalmente arrollada por un coche. De no haber muerto, no habría podido dormir presa del pánico.

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  • La manta

    De entre las muchas técnicas de control de la población, tales como las hogueras de libros o los programas de talentos, se corre un rumor que dice que un astuto editor imprime la página once de cada una de sus ediciones, con una tinta cuyo aroma provoca una extraña alucinación llamada la manta. Dicha alucinación, perpetua e inevitable, comienza cubriendo la realidad con un olor de narcisos morados que no deja escapar a quien los huele. Por siempre se rompe la frontera entre el sueño y la vigilia. Cuando se sueña se recorre un jardín que nadie más puede ver ni adivinar. Cuando se está despierto se adivinan los aromas de ese paseo entre flores. No me pregunten como sé estas cosas. Yo solo quiero tocar las flores de ese jardín antes de dormir, acaso por última vez, y saber qué hay detrás de la manta.

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  • Beto Analfa
    31/05/2012 3:28 am

    #Yosoy133

    Todo comenzó con la visita a mi universidad de un político durante su campaña para las elecciones presidenciales .Varios compañeros universitarios. protestaron airadamente contra el analfabeto. Se dijo entonces por TV que eran acarreados. Los estudiantes hicieron un vídeo en el que afirmaban ser 131 y mostraban sus nombres y credenciales universitarias para demostrar que no eran acarreados. Y surgió de manera espontánea un movimiento llamado «Yosoy132» formado por 132,000 jóvenes. Se dijo entonces en la TV que esos miles de jóvenes eran vampiros. Los 132,000 jóvenes hicieron un vídeo donde mostraban que se reflejaban en los espejos, que no les pasaba nada si les caía agua bendita, que podían deambular durante el día bajo la luz del sol y que no le temían ni a las coronas de ajo ni a las cruces. Eso atrajo a más jovenes incluso allende nuestras fronteras y pronto fueron 132 millones. Se dijo entonces en la TV que esos 132,000,000 de jóvenes eran licántropos. Los 132 millones de jóvenes hicieron entonces un vídeo donde mostraban que durante una noche de plenilunio no sufrían transformación alguna. Se dijo entonces por TV que tanta gente «no podía estar equivocada» y como tenía que ser «así como decía la TV» como las encuestas de opinión… ¡los desaparecieron!. Todo con la finalidad de que ganara el político al que no le gustaba leer. Aún cuando no quedara ningún joven para gobernar. Esos eran detalles sin importancia para él y dijo que ya había aprendido que la fuerza bruta debe ejercerse con un protocolo. Extrañamente a mí no pudieron desaparecerme.Debe ser porque me quedé dormida y se me hizo tarde para la marcha ese día o porque los protocolos siempre me han importado un soberano pito. El caso es que me he autodenominado «Yosoy133» en memoria de los 132 millones de jóvenes desaparecidos. Me he cubierto la boca en señal de protesta y me he puesto a leer cuanto libro tenga a mi alcance. Eso parece que ha conjurado el poder del recién ascendido al trono, el dictador Nolector primero… quien al ser cuestionado acerca de mi existencia ha dicho: «No se hagan bolas….Yo, ni la veo, ni la oigo… debe ser porque no soy la señora de la casa»

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  • […] días. He aquí el resultado del concurso de mayo. La minificción ganadora de este mes es “La manta” de Fernando García, por la forma en que la imaginación fantástica se cuela en la narración. Su […]

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