Concurso

Concurso #7

15 comentarios

Una vez más, esta bitácora convoca a su concurso mensual. Los interesados pueden comenzar observando esta imagen:

Instrucciones:
1) Suponer que la imagen ilustra una historia.
2) Imaginar cuál es esa historia: qué está pasando allí, qué momento se anuncia, por qué, quiénes están allí, qué hacen.
3) Escribir la historia, en forma de cuento brevísimo (minificción), en los comentarios de esta misma nota.

El ganador de cada mes será elegido tomando en cuenta la opinión de quienes decidan opinar, y recibirá un trofeo virtual. (Los concursantes deben dejar una dirección válida de correo electrónico, para poder recibir su premio.) La fecha límite para hacer propuestas es el 24 de mayo.

Quedan invitados… y espero que el cambio muy pequeño en las reglas sea para mejor. Saludos.

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  • […] La copa, con todo y duende y gallo (aunque quien tenga hambre la puede ver como una olla) es del concurso que organiza Alberto chimal en su página, del cual compartí el triunfo en enero con Leonor Serrano y Jorge Harmodio. Los textos concursantes están acá. La copa la tenía en un mail que mandó Alberto, y viene al caso no sólo por poner el trofeo a la vista, que también tiene su saborcito, sino también por invitar al respetable público de dos o tres que pasa por aquí a que pase por allá y si gusta, juegue. La edición de este mes pinta bien (las instrucciones están ahí mismo). También hay una serie de ejercicios que propone cada miércoles, de los que yo, con habitual inconstancia, sólo he participado públicamente en uno. (Otros los he hecho en papel, pero luego eso de transcribir se me pasa). ¿Y qué mas? […]

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  • ELTIRANICIDA
    03/05/2006 7:03 pm

    Tristeza.

    Le pareció sencillamente triste… haberse encontrado con una porción de su vida o con toda su vida en la hoja de una “novela” rota que el viento separaba por la calle casi sola.

    Le pareció en verdad triste ser tan simple y verse reflejada en una historia… barata. Pero ella conocía la tortura de caminar sola, sin nadie y sin nada. Nunca había tenido nada, ni nada tan bello y ahora que lo tenía a él, a su “Rostro” no lo dejaría ir, no importaba cuantas noches debía de cabalgar.

    Era un hecho simple como la tristeza. Soltó aquella hoja de su vida y la vio perderse entre los filones del viento, en la calle triste casi sola, luego se fue, no lloraba.

    De pronto, alguien se puso a cantar.

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  • La Cabeza, también llamada El Rostro, se las arreglaba para rescatar doncellas en peligro a pesar de sus obvias limitantes: apenas una cabeza sin brazos, piernas o tronco. En una ocasión, llegó justo a tiempo para salvar del peligro a una rubia en apuros. La muchacha se puso eufórica cuando se supo a salvo; desagradecida no era. “¿Puedo hacer algo por ti, lo que sea, cualquier cosa, oh, mi Rostro, mi salvador”, le dijo ella. Él no se dejó apabullar por la belleza de su nueva amiga o por la falta de brazos, piernas u otras cosas. Sólo sonrió y se mojó los labios con la lengua, mientras levantaba una y otra vez las cejas.

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  • Ayer vi una película española tituada Atame. Sinceramente no esperaba que la historia del fime tuviera tanta influencia sobre mi comportamiento sexual.
    Esta noche le comenté a mi esposa sobre la película. Ella, asombrada, soltó una risa burlesca.
    – ¿De cuando acá eres tan caliente, Juan? – me dijo con tono sarcástico, y al momento, se volteó hacia el otro lado de la cama.
    Sabía que mi mujer iba a tomar el comentario a la ligera, lo cual hace que me de coraje. Pinches viejas después andan de chillonas porque uno les pone el cuerno.
    Al día siguiente saliendo del trabajo me fui a la zona roja de la ciudad. Cuando estaba ahí mi livido se elevó como nunca. Las aceras estaban llenas de aparadores donde las putas bailaban semi denudas. Entonces entré a un putero llamado «El Burleque Azul». Ya dentro una putita como de 18 años me abordó y me preguntó qué tipo de cuarto quería. Había de sadomasoquismo, de voyeurismo… Rápidamente me decidí por el cuarto sadomasoquista. Entonces me dio un antifaz y una soga. Llamó a una vieja por el interfón, de pronto apareció una rubia, bastante joven, igual que la recepcionista. Era muy hermosa. Me saludó y depués tocando el bulto que formaba mi verga sobre mi pantalón, me dijo:
    -¡Hola Rostro!

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  • Destinos

    Teníamos horas allí metidos, en la reunión. Estaba harto, hartísimo. Antes de salir y azotar la puerta, antes de que reflexionara en lo que estaba haciendo, antes de salir y encender mi cigarrillo -el último, para colmo de males- me levanté y rozando el grito les dije a los integrantes del consejo editorial: «¡Dejémonos de chingaderas: el protagonista es Rostro y su compañero es Tabaco. Lancen la revista con el eslogan ‘Rostro & Tabaco: historias que le crearán el hábito de la lectura’!».

    Fue todo. El cheque y el nombramiento llegaron a resucitarme, tres días despúes, cuando ya no tenía ni un peso en la bolsa y comenzaba a fumarme el tabaco de las colillas de los cigarros en hojas que arrancaba de la biblia…

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  • Ey, lo de arriba no lo escibí acá, ¿por qué salió?

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  • Alfredo Carrera
    05/05/2006 12:36 am

    La historia de Rubí y Carlos
    Cuando Rubí sintió las manos en sus nalgas, en sus pechos, prefirió seducir, en lugar de quejarse, a su raptor. Ofrecerle todo sin resistencia, coger con ganas y llamarlo Rostro (hasta que él mismo le pidiera dijera otro nombre), decirle que esa tortura de estar amarrada la tenía tan caliente, que prefería follar hasta morir a seguir esperando el rescate.

    O eso fue lo que dijo Rodrigo, cuando lo encontraron jalándosela en la casa de seguridad y sin rastro de la mujer que cuidaba.

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  • El fin

    Entonces me dijo: Además no podía soportar tu tortura. Te adoro, rostro. Fue en ese momento, en ese instante, cuando me di cuenta que mi vida, como superheroe del fetichismo, habian llegado a su fin.

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  • Mala mujer

    Yadira estaba cansada de esperarlo, de que llegara borracho se montara en ella jadeando. Aquello del sexo podía ser otra cosa, lo decía la guerita en la tele, ella decía que se sentía bonito, quesque se llamaba orgasmo. La vecina le dijo que lo que pasaba era que ella no atendía a su marido, que no se ponía bonita, que viera las revistas y los monitos que leen los viejos cochinos.
    –Eso es lo que les gusta Yadirita, las cochinadas, la calentura…
    –Pero es que yo ni sé de eso Chonita…eso es de malas mujeres.
    –Malas mujeres, eso es lo que quieren, pues eso hay que darles.

    Yadira entró al cuarto y encontró aquel cuento, lo preparó todo: el antifaz, las cuerdas…se puso una blusa ajustada y una falda corta. Esperó y hasta se emocionó. Pasadas las diez llegó él y la miró.

    –y ahora a tí que te paso ¿por qué estas vestida de puta?
    –Ay, viejo pues es que quería que nos pusiéramos cachondos…ya sabes…como el rostro.
    –¡pinche vieja puta! ¿y a ti quién te enseño eso? ¿con quién anduviste de piruja?
    –¡con nadie viejo! ¡con nadie!
    –Seguro con el Jacinto, ese el del cuatro, verdad. ¿quieres coger? ¿quieres cachonderías? pues ahorita te doy tus cachondeada, para que no andes de caliente.

    Él la arrojó a la cama, le abrió las piernas y se montó encima de ella. Yadira cerró los ojos, así dolían menos los golpes, así dolía menos la penetración. Después de un rato, con él aún encima, Yadira se sintió ausente de su cuerpo, como si fuera de alguien más y se preguntó si aquello sería un orgasmo.

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  • La locura del párroco.

    Hora 23:25 de un día cualquiera; el foco de casa se apaga;
    La antigua señora de la casa, se materializa por fin ante los ojos de su amado.

    -Hola Alejandro…
    – ¡ A… a… aléjate, aléjate…! ¡ no quise hacerte daño, lo juró, no quise hacerte daño.!
    – Pero Alejandro, ¿Porqué me temes?, sólo vengo por una soga.
    – ¡No, no, no por favor, por favor no me hagas daño!
    – Pero, ¿ Porqué me temes, acaso te reproche alguna vez mi propio asesinato?
    ¿ Acaso no fuiste tú el que se empeñó en soltar las amarras del amor?
    ¡ Cómo si yo quisiera soltarme! ¿ Acaso no entendías mi lenguaje de mujer?
    ¡ Yo te amaba, no necesitabas máscaras, ni atados de manos para enlutarte!
    ¡Bastaba con qué me dijeses ya no me querías para dejarte en libertad.!
    ¡Por eso me maté esa noche! ¡ Ya no podía soportar la tortura de tu silencio!
    No me tengas miedo, ¡te juro que no quiero lastimarte!
    Sólo vine por la soga que usaste esa noche; acá en el infierno hay dos o tres diablillos
    que ya me tienen cansada de su lloriqueo, ¡ Muy cansada!
    Necesito llevarlos atados como corderitos a San Pedro, para que no den más lata.
    El jefe de esta casa, es muy neurótico, no le gustan muchos los ruidos como a mí…
    Anda, ¡ no me tengas miedo! ¿ Me ayudas?
    ¡ Lo único que necesito es la soga que usaste aquella noche!
    Necesito que la quites de la viga donde la dejaste colgada,
    Es que acá todas se quemaron cuando castigaron a los asesinos.
    Y yo recordé que la tuya era tan dura como el acero de tus ojos.
    Además ahora ya no podría soportar la tortura de tu mirar, me enamore de un par de ojos alevosos.
    Anda, anda, déjate de hacer tanta faramalla; ¡ Desata la cuerda Alejandro, Desata…!

    7:00 horas, día siguiente. Noticiero “Nota roja…”

    – Esta madrugada, en la Colonia “Buenos Aires se encontró ahorcado un extraño sujeto; tenía entre sus manos una nota dirigida a San Pedro. Decía así:

    ¡ No se culpe a nadie de mi muerte, la soga que utilizo es del más delicado encaje, le han llamado en el mundo, amor.! La culpa en realidad es mía, yo mate a mi esposa de dolor cuando intente enseñarle mis nuevas artes amatorias.!
    Se me paso la mano, con la soga, ¡ Quise decirle que la amaba, posando para ella como aquel que una vez se hizo pasar por Zorro! el problema es que no calcule que la cuerda que usaría como látigo se le enredaría en la indiferencia de un amor no calculado.
    Me vestí para agradarla, pero me equivoque de disfraz, debí intentar ser San Pedro, después de todo, solo él tiene las llaves de todas las casas, y en la mía yo ya no era bien recibido, ni tampoco el Zorro.
    Lo único que lamento, es que por error tuve que mandar a mis hijos al manicomio. ¡ Hay se los dejo, por favor, evítenles jugar con nudos corredizos y enséñenles de ser posible lo que significa la palabra sexo, antes de que se hagan hombres.!

    Firmado El Zorro.

    El comentarista suelta un suspiro y moviendo la cabeza de lado a lado dice:

    _ Definitivamente creo que se tendría que estudiar a fondo lo que pasa por la mente del ser humano cuando necesita ser amado; el pobre hombre ni tenía hijos, ni estaba casado, quienes lo conocían aseguran que era el párroco de la iglesia.

    En fin, pasemos a otras noticias más agradables… Esta mañana….

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  • Norma

    Ella dijo, -Además no podía soportar tu tortura. Te adoro, Rostro.
    -Rostro, Rostro, otra vez ese nombre, – pensaba él.
    Entonces, empezo a desatarla, lentamente, con calma mientras le decía:
    – ¿Quieres que te prepare un ultimo cóctel?.
    – Sí Rostro, con mucho hielo por favor, esta noche esta insoportable el calor en Brentwood.
    – Te voy a preparar uno muy especial, mientras te desvistes.
    Se lo preparo dándole la espalda, y cuando volteo, la vio como más le gustaba, desnuda, perfecta, blanca, rubia, bella, mas que bella, hermosa.
    Ligeramente nervioso o posiblemente, un poco indeciso, estiro la mano y le entrego el cóctel, ella fiel a su costumbre, lo apuro de un solo trago, y dijo:
    – Esta un poco amargo, Rostro.
    – ¿Te preparo otro, si gustas?.
    – No asi esta bien, ya he tomado demasiado, mejor acércate a mi te quiero a mi lado toda la noche.
    – Sabes que no puedo tengo que regresar a la casa, mejor duerme, descansa, mañana tienes mucho trabajo.
    Ella empezo a cerrar los ojos, se sentía cansada quiza, un poco mas de lo normal, de pronto empezo a sentirse mas que cansada, mareada, entonces lo supo.
    – ¿Qué me diste?,- Le pregunta ella asustada, y él le contesta:
    – algo que te hará descansar para siempre, relájate, solo déjate llevar.
    – Pero ¿por qué?, ¿Por qué? si sabes que te amo.
    – Yo tambien te amo, pero te has convertido en un problema para mí, para mi imagen.
    – ¿Por que dime? ¿Que hice mal? ¡Dímelo! Por favor.
    – En primer lugar, por lo que hiciste hace tres meses, cuando te presentaste en mi cumpleaños, no debiste hacerlo.
    – Pero a mí me llevaron, no fue mi intencion- Sin hacer caso, la interrumpió:
    – Y en segundo, ya estaba cansado de que siempre me llamaras rostro, me hacia sentirme menos, un objeto.
    – Pero si era de cariño, ¿cómo querías que te dijera?.
    – Por mi nombre ¿por qué nunca pudiste?, ¡Dime! ¿era tan difícil llamarme John?, Yo que siempre te llame por tu nombre y no el que todos conocen, jamas te dije Marilyn, para mí siempre fuiste Norma, Norma Jean.

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  • ELTiranicida II
    12/05/2006 12:16 am

    Una muestra de Patriotismo.

    Señores… ustedes ya lo saben, con el horror de la mundialización que finalizo con el siglo XXI, ahora todos los pueblos son, tristemente iguales. Es no menos que vital, recuperar alguna identidad diluida no para la nostalgia sino para la sobrevivencia del alma.

    Un crimen es poca cosa, asesinar a un ebay para recuperar ésta pieza única de la identidad mexicana, éste fragmento de la historieta “Sensacional de Ficción” de los dorados noventas es un acto heroico… y aún más patriótico.

    No me arrepiento, otro vendrán después de mí para recuperar la última página y conocer el final de «El Cuerpo» y Miss Condesa, otros completarán al Memín desde la primera hasta la última página incluso con las ediciones prohibidas, otros más recobraran la mítica música de banda, el mariachi y las películas del ídolo “El Toro Infante” y del histrión Alfonso Zayas.

    Aceptaré con gusto la condena cualquiera que sea, incluso la muerte pues «la vida no vale nada». Que Méxicalpan no exista ahora, no importa, si existe mañana.

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  • Teófilo era un contador venido a menos; tuvo sus tiempos buenos mientras Biltrax, la compañía farmacéutica en la que laboraba, presentó el sustituto cien por ciento efectivo del preservativo. Ahora la compañía era vieja y lenta, como la vida de Teófilo.

    Su mujer, la siempre elegante y rubia Elvira, era una dama gustosa de escaparse de la rutina, del coqueteo y juego de cama, de las sorpresas, la buena vida y la diversión espontánea. Con el tiempo, Teófilo dejó de representar todo eso en la vida de la joven rubia. Transcurridos los años, mientras el contador se vivía frente al ordenador en la oficina, Elvira hacía desfilar puñados de amantes distintos que satisficieran sus más caprichosos gustos; así, no faltaba en su cama un enano, un hombre extremadamente alto y delgado, un obeso bajito más moreno que el refresco de cola, el calvo, el greñudo hippie fortachón, el brasileño bailarín de mambo. Se dio gusto con todos los hombres que quiso, probando ideas pedófilas, fetichistas, raciales, zoofílicas, tal vez.

    Fue un día como cualquier otro miércoles en que Teófilo se dio cuenta del engaño de su mujer; no lo notó antes, pues insisto, su vida marital había caído demasiado. Pero en la tarde de esa media semana vaya que descubrió los secretos de su Elvira, llegando temprano a casa, mirándola sin que ella se percatara, debajo de un moreno tan grande como un oso, rodeada por cuatro pequeños orientales desnudos, filmada por dos travestis rusos, o eslovacos, Teófilo nunca fue bueno con la gente de mundo.

    Cuadrado, como contador que es, y frustrado, como contador que es, Teófilo salió de su casa y en un jardín frente a una fuente se puso a pensar. Y llámenle día nublado, o niebla de mente, pero en lo único que pudo pensar para rescatar su matrimonio no fue ni reprocharle a su mujer, ni desenmascararla, mucho menos convencerla con romanticismo al bohemio más puro. Teófilo decidió, frente a la fuente de dos hadas semidesnudas que escupían agua gris con hojas secas, que la manera más propia de recuperar a Elvira era jugando en el mismo terreno; las perversiones.

    Diestro en el uso de su ordenador, pronto publicó un anuncio que, pensó , era irresistible para Elvira, decía más o menos así ; «Harta de las relaciones aburridas, tradicionales y monótonas? , Se ha cansado del trío de orientales desnudos que pierden su misterio, su pudor y su gracia después de la primera hora? No busque más, el masoquismo es para usted. Encuentros casuales, con un dolor ciento por ciento disfrutable, garantizado desde el primer latigazo. Respuesta asegurada. Rostro»

    Teófilo, mejor aún, Rostro, tuvo razón. Elvira buscó anuncios de encuentros y cuando halló las líneas de la trampa cayó como mantequilla en un waffle. Dejó un mensaje en el correo electrónico que Rostro proporcionó y en menos de dos días el lugar y fecha estaban arreglados. Aquel viernes Elvira se vistió muy emocionada por la ocasión con una falda roja, contrastante con aquella blusa verde que Teófilo le obsequió en su visita a Houston.

    Rostro, ataviado con un traje muy ajustado negro y un antifaz entre el zorro y el fantasma de la ópera que fue lo único que pudo encontrar para disfrazarse (Sí , entiéndanlo, es un contador), la vio vestida de aquel modo y se encendieron en él las ideas más inusuales que pudieron cruzarse por su cabeza. Se tomó el rol de Rostro masoquista muy en serio y en cuanto la tuvo cerca la ató a la silla, le vendó los ojos y le dio un par de palmaditas en las mejillas y la espalda. Elvira, dominada, se perdía en espacios múltiples de desconcierto y placer. Teófilo, por un momento, hizo todo lo que un contador no hace; pensó de otra manera, de hecho pensó de muchas otras maneras y acarició el cabello de su mujer como nunca lo había hecho, recorrió con dientes como animales la espalda y piernas de la rubia, que cada vez se retorcía en espasmos más violentos.

    Extasiada, Elvira le pidió que la desatara, repitiendo «Rostro, te adoro» con tal vehemencia que Teófilo sintió coraje, por un lado, por el engaño supuesto de su esposa, y por otro alivio, porque el engaño era con él mismo. Le preguntó si había estado con alguien más, ella lo aceptó sin disimulo, pero alegó que jamás había sentido algo como eso que le hacía sentir Rostro. La rubia le exigió que la desatara para continuar con su encuentro de manera más cercana.

    Rostro, o Teófilo, un poco nublado por la temperatura de las circunstancias, dominado por ese masoquismo tan atrayente, no supo si confesar y quitarse el disfraz y descubrirse como el aburrido contador, o seguir con esa trampa que incluso a él le parecía delirante. Entonces….

    Julio, el maestro albañil de la obra ubicada en Antonio Caso número 320 que viaja en la línea dos del metro, detiene su lectura del libro vaquero «edición metrópoli hot encuentros», al darse cuenta de que trae puesto un antifaz que no se decide entre el zorro y el fantasma de la ópera. Se mirá en el reflejo del vidrio ventanilla del metro y no le incomoda su imagen con antifaz, y continúa leyendo su libro pequeño.

    Visiten mi blog, http://grapho.blogspot.com

    Y escuchen mi podcast, ahí mesmo!!!

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  • LA MUELA DEL JUICO
    ¡Ahí viene Bruce!, decían, popularizando así el comentario de un locutor de radio que se refirió a el héroe con el sobrenombre que Spielberg utilizaba para el tiburón mecánico de Jaws. Siempre quiso tener el poder de profeta. ¿Qué chiste tiene poseer los dientes más letales de la raza humana?, se decía a sí mismo cada vez que se los lavaba. Alguna que otra vez logró arrancar pedazos enteros de carne a sus enemigos: nada que una mujer histérica no pudiera hacer.
    La procedencia de la fortaleza en sus incisivos fue todo un misterio. Ese día que visitó al dentista por un insoportable dolor que le estaba matando, le tuvieron que sacar una muela. El malestar se había marchado. De haber tenido ese poder de profeta que tanto anhelaba se habría ahorrado el disgusto de ver a la rubia morir frente a él. La única que le llamó por su verdadero nombre estuvo recostada en el piso con el cuello ensangrentado. ¡Gran desperdicio de hembra!
    Mientras, un revólver le apuntaba el rostro. Hasta entonces reconoció lo excelso que era su poder.

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  • Había demasiado humo y el calor, adentro se podía fundir acero, no había nada que hacer. Entre lágrimas y gritos y sirenas Carlos se había quedado sin palabra, sin aliento mismo.
    – Y todo por un pinche cigarro…Se lamentaba.

    Iba a ser su primer cigarro, a sus 13 años ya lo ameritaba, pero un descuido hizo que cayera de su mano al quedarse dormido, cuando el humo lo despertó todo era niebla.
    Su hermanito de 2 años ya no lloraba, solo atinó a salirse de la casa a esperar a lo bomberos.

    Se arrodillo a levantar un trozo de papel quemado y mojado, solo se veía una rubia siendo rescatada por un superhéroe diciendo: «Además no podía soportar tu tortura. Te adoro, Rostro».
    Era justo la parte del cómic donde se quedó dormido.

    Adame.

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