Concurso

Concurso #56

52 comentarios

Esta bitácora convoca una vez más a su concurso mensual. Los interesados pueden comenzar observando esta imagen:

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Instrucciones:
1) Suponer que esta imagen ilustra una historia.
2) Imaginar cuál es esa historia: qué está pasando allí, qué momento se anuncia, por qué, quiénes están allí, qué hacen.
3) Escribir la historia, en forma de cuento brevísimo (minificción), en los comentarios de esta misma nota.

El o los textos ganadores recibirán un trofeo virtual y serán seleccionados considerando la opinión de quienes decidan opinar. La fecha límite para participar es el 24 de julio.

Quedan invitados…[/fusion_builder_column][/fusion_builder_row][/fusion_builder_container]

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  • Información Bitacoras.com…

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  • Ya está en línea la convocatoria al nuevo concurso de minificción de Las Historias, vigente hasta el 24/07: http://bit.ly/aGOEtz #cuentuitos

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  • Ven

    Emocionado por haber encontrado la habitación secreta del abuelo, rebuscaba en busca de cosas interesantes, cuando encontré la nota: Habían estado ahí desde que nací, pero jamás me habían hablado. Se limitaban a mirarme desde la pared, inmóviles y congelados en el tiempo. Eran al final una fotografía de cuatro estrafalarios tipos con un letrero al pie que decía “Los Psicosis”. Pero ese día me dijeron ven y me lo repitieron una y otra vez por varios días. Ayer casi me convencen, pero al final decidí quedarme ¿qué debo hacer? Hasta ahí llegaba, reparé entonces que en el viejo poster habían cinco tipos estrafalarios y no cuatro. Cinco, extraño y fue entonces cuando uno de ellos dijo “ven”

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  • C_RESENDIZ
    01/07/2010 2:33 pm

    Todos bien encuadrados y enfocados, nadie fuera de lugar ni con poses falsas, tenian que salir en la foto tal y como eran para luego poder hacer aquello del «antes y el después». Ahora aquella foto perfectamente bien enmarcada luce como el trofeo principal en el consultorio, justo a un lado del titulo profesional y de los multiples reconocimientos que certifican que todos aquellos libros que los rodean se han leido. Mentiria si dijera que no los extraño, la verdad es que cada uno tenia algo muy particular que me hacia realmente feliz y que aún ahora cuando me visitan (lamentablemente nunca juntos) siento que aprendo realmente de la vida; aunque de esto nunca le digo nada a la doctora, mejor espero a que me diga cuando tengo que posar de nuevo para conocer los avances.

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  • Seis

    Seis tipos había en esa fotografía, seis eran los sueños que tenía al mes, curiosamente seis era la edad a la que caí por las escaleras dejándome con problemas mentales; pero ahora los recuerdo bien. El primero, el de las flores era el que más me comprendía, el que me daba consejos, en especial cuando quería cotejar a mi amiga; el segundo con su sombrero de charro, me daba algo de miedo, se había quedado perdido en el tiempo, en la época de Pedro Infante, cuando aún éramos niños; el que usaba la bata, ese era mi preferido, él creía que alguien llegaría a su habitación a asfixiarlo con la almohada, por eso su cuchillo; el de atrás, ese era de desendencia americana, su familia venía del Bronx, nos defendía a todos cuando alguien trataba de golpearnos; el del puro, él era tranquilo, siempre se pasaba leyendo en su biblioteca textos de Shakespeare y Mario Puzo, hablaba poco, pero su rostro nos lo decía todo; el que está acostado en la foto, ahora tiene un restaurante de comida mexicana que le heredó su padre, hace mucho que no lo veíamos, fue el que más trabajo me costó encontrar, quien sabe porqué. En fin, ahora estamos todos juntos, comiendo unos tacos de carnitas en su restaurante, y me tratan como a un viejo amigo, a pesar de que no los recuerdo tan bien, pero me han dicho que me conocieron desde que era bebé, creo que han sido las personas que mejor me han conocido, pues me han dicho cosas que solo yo creía saber. Esos son mis amigos.

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  • Ricardo Chacón
    01/07/2010 5:18 pm

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  • Servando Ortega y los psicosis

    En los años cincuenta, sin tiempo, Servando Ortega y los psicosis fueron la sensación. Giras por el extranjero, sexo, drogas, alcohol, todo eso que sirvió de modelo a una buena generación de rockeros y boxeadores. Su fama se debía, y diluía, en gran parte, por la mezcla musical que profesaban. Desde la majestuosa marimba del gordo capitán, el sonido del mariachi Rodríguez, las percusiones del negro Tarumba, las palmas flamencas del Españolito, Bombín y sus flores, todo dirigido en una sola batuta por el gran bigote de Servando Ortega. Pero el tiempo nunca pasa en vano. Los integrantes, uno a uno, comenzaron a morir sobre el escenario. El primero fue el mariachi Rodríguez en una presentación en Guadalajara; simplemente se desmoronó y comenzó la psicosis. No tardó en seguirle su buen amigo, el gordo capitán; después de algunas contracciones estomacales cayó sobre su marimba con las nalgas al aire, fulminado. La música debía seguir y ninguno de los integrantes parecía inmutarse, sólo levantaban el cuerpo, lo llevaban tras bambalinas y el espectáculo continuaba. Las palmas doradas del Españolito dejaron de chocar en su tierra, cayó como un palo, con los ojos abiertos y los brazos a medio aplauso. El negro Tarumba, hasta este momento, es el último; su cabeza se sembró sobre las percusiones dando el último redoble. Servando Ortega se sigue presentando junto al viejo Bombín y sus flores. La batuta sólo dirige al viento que mueve las flores creando una música que rememora buenos tiempos.

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  • Todos en la fiesta aseguraban que él venía desfrazado de fotografo.
    Sin decir nada, armó el trípode y le colocó encima una caja negra, mientras posaban enfrente.
    —Sonrían mientras disparo—dijo finalmente.
    De la caja negra salió una ráfaga ensordecedora.
    —De sicario—explicó, pero ya nadie lo escuchó.

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  • Extravié la foto. Recuerdo haberla visto hace mucho tiempo, entre las Meditaciones de San Agustín. Pero no. Ni ahí, ni en toda la maldita biblioteca. Para mi pesar, con esa foto se perdió la clave. Y el único retrato conocido del Conde de Saint Germain, con cerca de 640 años de edad. Voy de vuelta con la cabeza baja, anticipando la discusión. Ya sé mujer, que tú querías el secreto de la eterna juventud, escondido en las diminutas marcas del piso de mosaicos. La verdad, a mí me hubiera encantado volver a ver esa ridícula foto donde tu madre se vistió de charro por primera vez.

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  • Hoy nos sentimos artistas.

    Estamos emocionados, nerviosos, más felices que nunca; un grupo de periodistas han hecho algunos reportajes acerca de la vida en las carpas, ahora vienen las fotografías, nos han separado en grupos según el acto; nosotros, “Los Psicosis”, ocupamos el quinto turno, ya casi pasamos.
    Siento que hoy es el día, 1952 parece ser el mejor año para triunfar; hoy, hoy nos sentimos artistas, somos sin duda los mejores, la carpa se llena más cuando salimos al ruedo, los aplausos son nuestro alimento. El éxito reside en que contamos con todo; Felipe el mago; Rubén, “el mariachi desafinado”; Juancho, “el Carnicero Chaplin”; Fito el Uruguayo cuenta chistes; Luis “Don Pepe”, el presentador, y Yo por supuesto, el mejor de todos; “el Marinerito Veracruzano”. Todo se resume en este momento, los nervios se convierten en sonrisas (el momento ha llegado), nos agrupamos al frente de la cámara, en el ultimo momento decido tirarme al piso, ya viene la primera toma.

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  • Por el momento, me gusta el de Jertu

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  • Victor Hugo
    05/07/2010 8:57 pm

    – ¡No, carajo! te digo que no.
    Un desorden en aquel cuarto, cada quien replicaba y gruñía de las interpretaciones de los otros, pronto quien parecía el más listo de todos aquello, volvió a acercar el rostro a la fotografía, el que parecía más tonto respondió:
    – Bueno, entonces. . . ¿qué son?
    Pausa
    – Quien sabe- dijo aquel, tan listo.

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  • adriana rangel granados
    06/07/2010 9:06 pm

    Cuando uno se vuelve loco, lo primero es negarlo. Así que decidimos fingir que lo aceptábamos y hasta lo plasmamos en una foto. Nos creyeron y nos dejaron salir. Ahora podemos andar por la calle tan locos como queramos, comprobando con nuestra foto que estamos cuerdos.

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  • Apuntes de un doctor

    La pandemia comenzó con la banda Los Psicosis. Fue de una virulencia de otro orden, una virulencia de método, no sujeta a las vulgaridades del cuerpo. Quizás por ello cundió vertiginosa. Sus síntomas son por demás peculiares pues no hay riesgo de que se le confunda con otros achaques, que no atinan más que a entorpecer las funciones corporales. No así con el «virus losicosis». Antes que entorpecer, parece recrudecer las energías y el vigor de su huésped, con la probable intención de ser más apto para la infección.

    A los cambios que opera sobre la psique de su huésped he dado en llamarlos «provincianismo agudo». El afectado procede a adoptar los gestos, las maneras, las ropas, los dichos, la prosodia, las costumbres, propios de cierta región. A veces el «virus losicosis» saca a relucir el lugar de crianza, a veces, el lugar con que se identifica más el huésped, o el lugar que habita. Como sea, la transformación es lenta e impercetible al comienzo, pero conforme progresa la enfermedad, cobra tintes rayanos en lo ridículo.

    Hay quien asegura que el «virus losicosis» es una evolución del principio básico de supervivencia viral, que consiste en introducir código genético en las células del huésped. La evolución del método consistiría no en injertar un código genético, sino un código musical, en la mente de quien sea que haya escuchado o escuche a Los Psicosis. Y lo reconozco: su música es pegajosa. Pero mi hipótesis es otra. Creo que el virus se propaga de modo visual, y para ello basta observar la primera fotografía promocional de la banda. Dos de los miembros portan un gesto virulentamente lascivo, que invita al agasajo de no sé qué. El que porta el sombrero ancho tiene una mirada de reserva y miedo, como si estuviese consciente de su inevitable destino y todavía no se entregara del todo a la simbiosis con el virus.

    Son los gestos y ademanes desviados y sobreentusiastas de los que hay que resguardarse.

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  • Postal.

    Amorcito:
    Acá, todo va bien en la Conago*, aunque un poco gris por las lluvias, pero hemos decidido mantener el rumbo. El mezcalito, efectivo. Luego de unas copas decidimos tomarnos una fotito al terminar la fiesta de disfraces mis congéneres y yo. De izquierda a derecha,con nuestros nombres clave, Chaplin, Jose Alfredo, Adolf, Don Ramón, Gamboín, y abajo, Gilligan.
    Yo tomé la foto, y me puse tu disfraz favorito, mi «Eva».
    Tuyo, Felipe.

    *Conferencia Nacional de Gobernadores.

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  • A los medios de comunicación:

    Nosotros, la banda de «Los Psicosis», nos adjudicamos la captura del temido pirata de los mares Juan «El Transversal» junto con su terrible barco. En la foto puede verse sometido, donde se muestra también su famosa espada «La Tizonera».

    P.D.: A las 7 le tocan píldoras.
    Gracias.

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  • Dejamos la botella de Jack Daniels como el alma de un pájaro al que se le han quemado las alas: vacía, subimos de puntitas las escaleras y abrimos la puerta que daba al cuarto del abuelo: dormía y parecía una gelatina de fresa, de esas de los cumpleaños, respiraba (gracias a dios) y los cachetes le temblaban.
    Teníamos que robar esa maleta, el abuelo siempre respondía que ahí estaba su pasado: apretujado, hinchándose de vejez, muriéndose como el.
    Al abrirse, la maleta soltó todo lo que tenia, como si vomitara, como nosotros haríamos al día siguiente con el güisqui; y entonces encontramos su vieja cámara Leica, llena de circo, llena de vestuario y la puse en el tripíé, ajusté el temporizador a cinco segundos, el tiempo justo para llegar al piso que para mi era como el mar, para mi que ese día estaba tan Marinerito.

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  • Diana González
    13/07/2010 10:46 pm

    Caminé como enfocando. Sostenía la cámara y veía a cada uno de esos hombres maduros mostrar sus disfraces sin pena aparente. Cuando que posaran les pedí, voltearon vivaces como si fuera mi responsabilidad hacerlos ver bien. Tomé al fin la foto e incómodamente me presente como un invitado más.

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  • La gente que aparece cada que tengo una recaída alcohólica son ellos. ¡Dios mío, son ellos! No me he podido acostumbrar a este terrible delirium tremens que aparece en mí cada que bebo un traguito de ron. ¡Ahí están viéndome! ¡Riéndose de mí!¡Están por acabar conmigo! ¡Se cuelan por las paredes! ¡Dios mío, son ellos!

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  • LOS BIGOTES DEL ABUELO

    Queríamos hacer sufrir al abuelo y le rogamos que nos tomara una foto. Apostamos a que se caería antes de llegar a la cámara. Accedió. Se levanto de su silla de ruedas y con pasos vacilantes se encaminó hacia la cámara que estaba colocada sobre un tripié. Se veía tan divertido, tan tembleque. ¿A dónde se había ido toda esa crueldad de militar de la revolución, con tantos y tantos muertos en su haber? Ahora era este bagazo con el que podíamos jugar. Hace mucho que le habíamos perdido el miedo y ya casi ni acordábamos de sus gritos y de los pellizcos que aun teníamos marcados en piernas y brazos. Ahora basta un leve empujón para que rodara como trasto viejo. Cuando estaba a punto de caer, se agarró de la cámara. Su dedo tembloroso se puso en el disparador. “Digan whiskie” dijo divertido y río malévolamente. La luz de flash nos envolvió como un fogonazo de pólvora. Sentimos como si un remolino nos arrastrara. ¿Satisfechos muchachitos? dijo el abuelo con voz firme. ¿El abuelo? Otra vez era el rudo general de revolución. Nos miraba divertido atusándose el bigote con una mano y con otra sostenía un revolver humeante, como si acabara de disparar. Se dio media vuelta, de una patada tiró la silla de ruedas y se fue en medio de una sonora carcajada. Corrimos a la cámara. En la pantalla estaba una foto en blanco y negro, y nosotros aparecíamos vestidos de una forma ridícula. Yo estaba acostado en el piso con un barquito de juguete. Se me ocurrió un título: “Los psicosis”, pero no dije nada porque en ese momento se dejó escuchar el tronar de los fusiles y los gritos de los combatientes.

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  • La última opción
    Manolito despertó llorando. Su infancia había quedado reducida a la primera novia que lo había visto guapo. Ahora nada se le acercaba. Las moscas terminaron con el plato abandonado en sus restos de miel como última señal también de la dulce vida, lejana, anterior y feliz, se fueron esas moscas ingratas a la maloliente esquina del barrio. Lo había intentado todo para no quedarse solo mientras su progenitora cumplía la nueva condena. No le gustaba crecer, ni estar solo, definitivamente. Y se le dificultaba tratar con la gente, pero lo conseguía al fin de cuentas. Algo que también odiaba era ser acosado por los fantasmas de su padre. Enamorado de nuevo, se volvió mariachi para dedicar canciones a Maurita, así encubriría su creciente timidez. Pero nada. Ella ni encendió la luz. Se volvió mimo para agradar a su otra vecina sordomuda y en respuesta ella huyó con un merolico del metro. Matando la vergüenza se hizo futbolista pero lo corrieron cuando en tres partidos nunca tuvo el balón entre sus pies. Ni así la hermana Cristina lo habría querido de otro modo, le dijo un día en que él, desesperado, intentó cogerle las piernas cuando al fin habían quedado solos. ¡Al cabos ni le gustaba ser monaguillo! “Te pareces a tu padre en lo versátil, aunque él era más cabrón”, le dijo Edmundo el bohemio, compañero de billar de su antecesor. Sólo un día, un día, alcanzó la felicidad Manolito, cuando su madre lo llevó lejos, a la montaña donde había nacido, y lo rebautizó como “Edipo”.
    –¿Y cómo te llamarás ahora tú, madre? –le dijo, preocupado.
    –Elektra, m’ijo, E-lek-tra, pero ya no seré tu madre, ella murió en la cárcel –contestó ella, antes de tomarlo de la mano y entrar sonriente a su nueva casa.

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  • Todos por lo mismo

    -Venga, mirad a la camara y decid patata.

    Todos a coro gritan. «¡Patata!. Es un único instante en el que se toma la fotografía e inmortaliza ese momento, cada uno con una postura y una apariencia distinta, aunque nadie sabe por qué están ahí.

    -Estamos aquí porque somos miembros del FBI, nos han tomado la foto de nuestra promoción-se aventura a decir uno de ellos.

    -¿FBI? No sabes lo que dices, yo lo recuerdo perfectamente, vi como una nave espacial me secuestraba cuando estaba haciendo una barbacoa-dice otro de ellos.

    -Yo no recuerdo eso, recuerdo que me trajeron unos hombres vestidos de negro y que me dijero que yo tenía la clave para salvar el mundo de un gran atentado.

    El fotógrafo que los mira con rasgos de preocupación les dice:

    -Sois la nueva promoción de internos mentales del psiquiátrico Santa Rosa.

    Todos se miran y coinciden en el mismo pensamiento: «Ese señor no sabe lo que dice, está loco».

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  • Lo primero que vio fue la sonrisa de la enfermera, era guapa. Buenos días, hasta que decidió despertar. ¿Cuánto tiempo?, preguntó él. Había una fotografía sobre la mesa, intentó alcanzarla y no pudo moverse. Ella la alzó y leyó la dedicatoria: Recupérate pronto, la función no es la misma sin ti. La dejaron hace un mes, dijo ella, han suspendido el acto del trapecio.

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  • A mí el amor me llegó por los ojos. Sé lo que vas a decir: Que estoy loca, que ¡Cómo pude enamorarme de alguien así!
    Chaparrito y con bigote Hitleriano. Sí, es él. El que está en el centro de la foto con el resto de «Los Psicosis», su grupo de teatro ambulante: un mago, un cantante versátil, un cuenta chistes, un acróbata, un comediante y el director. Por eso trae la varita en la mano. Pero no me malentiendas; el amor se coló por mis púpilas pero no a través de su imágen sino llevado gota a gota por su palabras. Sus textos me conquistaron. Y es que él escribía los libretos de esas obras que me hacían reir tanto.

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  • ¿Recuerdas ese día? , fué la primera vez que asistí al teatro. Es justo así como te recuerdo, zapatos de taumaturgo y puro en mano.
    Luego de tomar la foto para el diario, te acercaste a mí y exclamaste – Puedes decirme que no justo ahora y ambos nos perderemos de un millón de amaneceres mágicos, pero también nos ahorraremos un millón de cicatrices.-
    Comprendí que los zapatos advertían más que a un simple personaje y me volví loca en ese justo instante. Creo que tus amigos tienen razón, debí haberte amado desde entonces para aceptar cenar en “El Botín de Madrid” con un hombre que vestía de tal modo.

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  • Los siglos existen cuando el cuerpo es cárcel a derrumbar para poder ser quien uno es. Tras largas vidas de rechazo, eternas cirugías y recurrentes tomas de hormonas; una noche nos llegó el momento de celebrar.

    Ahí estábamos todos los que fuimos «todas».
    Por fin éramos lo que siempre habíamos sido, lo que somos.
    Las transformaciones eran perfectas: nunca nadie lo notaría.

    Sin pensar que ahora éramos rivales, esa noche saltamos juntos hacia una nueva vida (o hacia la vida como tal: nacimos) brindando por ellas.

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  • Fafner Svern
    21/07/2010 10:25 pm

    El tiempo ha llegado.

    He comprado la felicidad. Ha pasado mucho para quemar mi sombra. Durante mi infancia aprendí de mi tutor lo necesario para cuidar al objeto de mi afecto; sobreviví a las mas temibles tormentas, rayos iluminando al cielo con su trayecto al vacío, la soledad vestida de humedad, los espíritus de seres almacenados asediando, nuestro reflejo inmenso bajo los pies, oscuridad viva sobre nosotros. Experiencias que justifican mi vida.

    El Océano, Mar, aguas internacionales, aguas nacionales. He comprado mi transporte, mi casa, «Alba»; todos deben saber que soy feliz. Una fiesta de inauguración, una fiesta de disfraces.

    Es una noche sin igual, amigos de toda la vida, hermanos y hermanas, parejas antiguas y futuras, conocidos, maestros de la escuela, vecinos, burócratas, el espíritu de mi tutor, desconocidos. Invitados junto a los no invitados por igual se les da comida, bebida, baile y diversiones variadas. Canto y música. Besos, abrazos, adrenalina, aire seductor, discusiones, miradas fijas. La mejor de mis fiestas; destellos, fotografías por todos lados.

    Han pasado 50 años, estoy lejos de la tierra nativa. Miro las fotografías enmarcadas en la pared, son tantas y llenas de recuerdos, sonrío sin embargo me detengo en una particularidad: una fotografía con 6 hombres posando en la habitación principal de mi casa. No recuerdo esa escena, obvio me perdí en el alcohol durante la fiesta, lo único que reconozco es la versión a escala de mi felicidad, mi barco.

    ¿Los psicosis? Suena a farsa barata.

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  • El método de la foto es el más común entre los viajeros ocasionales. Un oficial no permitiría que ese método entrara entre sus herramientas; ellos prefieren bitácoras, agendas, diarios en video… Por eso fue extraño que un agente pagará una cantidad estratosférica por una foto polaroid de Los Psicosis; un grupo de comediantes implicados en diversos asesinatos voluntarios (una suerte de torturas que implicaban la risa: cosquillas y chistes aplicados de manera simultanea haciendo imposible, tras un plazo no tan breve, la respiración de la víctima. Lo terrible es que todos sabían quienes eran los psicosis; el gobierno los tenía vigilados 24 horas; la prensa iba a cada conferencia de prensa, a cada presentación de disco; cada noche el teatro se llenaba de cámaras, de celebridades que aspiraban algo más de fama y notas mañaneras al otro día; ya fuera en la sección de espectáculos o de nota roja (tristes notas sin foto del muerto chorreando sangre; sólo risas de una felicidad brutal, casi pura).
    El agente hizo su trabajo. Creó un mito al desarticular a la banda: Los Psicosis desaparecieron poco a poco; unos en sus casas, en alguna cantina, sobre y debajo del escenario. Desaparecían como si nunca hubieran nacido; como si algo hubiera impedido su existencia. Y ya nadie supo por qué lo hacían: si era un altruismo al alma, el ejercicio de una secta hedónico filosófica o simplemente un deseo asesino. La gente dice que se oyen risas en su teatro ya abandonado. Lo triste es que no se oye ni un susurro, ni una risa tímida. Nada.

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  • Hölsenbaud
    24/07/2010 10:54 am

    Cómo de costumbre, Mauricio por las mañanas toma asiento frente a su escritorio, enciende su ordenador y espera a que prenda. La luz del monitor ilumina su rostro, espera algunos minutos a que funcione correctamente. En ese pequeño lapso, se vuelve otro y se deja llevar por él, ahora es su alter ego.
    Abre una página de internet, es primero de Julio y son las 10:00 am, tiene que subir una imagen a su blog para que unos desconocidos con aspiraciones a ser escritores, se pongan a crear historias usando una foto y su imaginación. Pero ¿qué pondré está vez? –se pregunta Mauricio. Rasca su cabeza con la mano, siente cómo si un cuervo le picara las ideas o un extraño tratara de meterse en sus pensamientos –tal vez otro escritor. Comienza a teclear una dirección http://www., su gato se acerca y le maúlla, él se le queda viendo, lo acaricia. Recuerda una leyenda sobre los gatos. Es una en donde un fantasma te roba el alma mientras duermes y el gato lo impide, pidiéndole que esté le cuente todos los pelos del cuerpo antes del amanecer. No sabe bien el nombre del cuento, lo busca por google, pero rápidamente se da por vencido. Regresa a su labor de buscar la imagen. Se deja llevar por un reflejo de su pensamiento y comienza a escribir: Un grupo de seis hombres, llamados “los psicosis”, han secuestrado un barco, a la tripulación la tienen de rehén y piensan pedir una recompensa para liberarlos. Pero cómo sabrán que ellos tienen el barco en su poder. Se toman una foto y piden el rescate. Deja de escribir por unos segundos, y la pantalla parpadea. Al restaurarse la imagen del ordenador, se da cuenta de que en su escritorio hay un documento que no había hace unos instantes o parecía no estar. Lo abre, su gato se contonea entre las piernas de Mauricio, ve el documento con atención y dice: la conferencia. Se levanta, medita un instante y toma asiento de nuevo. Toma el mouse y moviéndolo habilidosamente selecciona la carpeta de mis documentos, abre la carpeta de mis imágenes y escoge una. Está es la imagen que pondré hoy, dice. Son las 10:19 am. Apaga su ordenador y se va.

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  • El Arca de Ong

    ¿Recuerdan la leyenda aquella del Sombrero de Ong? Bueno, la foto a la que se refiere esta historia,es un panfleto «Kaos magick» del grupo del caos contra el `Planetary Work Machine´ y el `Consensus Reality´. La fotografía fue encontrada entre los huesos del esqueleto de un dinosaurio, aun no se sabe cual es su nombre científico, pues es una especie nueva para los estudiosos. Se cree, según la datación de carbono, que la foto tiene la misma edad que el dinosaurio y que se encontraba en el estómago del mismo cuando este murió. Los gobiernos y la comunidad científica en general han ocultado por años este hecho, pero quienes aparecen en la fotografía, han sido identificados como Los Psicosis, o los Artistas del Caos, el grupo de físicos anarquistas fundadores de la secta originaria de Pine Barrens.
    El barquito que aparece en la foto, parece ser según se cree, el famoso «Egg», la máquina diseñada por este grupo para llevar a cabo viajes multidimensionales, pero rediseñada para poder llevar en su interior más de un solo viajero.
    En realidad, al parecer es una especie de Arca de Noé subcuántica, según se ha podido saber al descifrar los datos y diagramas al reverso de la fotografía.
    Aún no se sabe si llegaron a tener éxito en su hasta ahora desconocido plan. Tan solo se sabe que la foto, hecha de algún material prácticamente indestructible, fue ingerida por el dinosaurio hace millones de años. No se han encontrado evidencias entre los huesos del animal, de alguno de los miembros del grupo del caos.

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  • Histriones
    De aquel grupo de actores que íbamos de feria en feria, el Gordo era único. Poseía el don de trasformar en llanto la risa más grotesca. Por unas cuantas monedas más, era capaz de convocar en los presentes arranques de cólera o pesadumbre, por lo que no en pocas ocasiones, cuando las emociones de la multitud se salían de control, se necesitó de la fuerza pública para contener los ánimos. Motivo de estudio por institutos y universidades nacionales e internacionales, los resultados nunca fueron concluyentes, pues la clave de su don lo acompañó a la tumba el día que, sin motivo aparente, se ahorcó del tubo de la regadera.

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  • El método

    El método de la foto es el más común entre los viajeros ocasionales. Un oficial no permitiría que ese método entrara entre sus herramientas; ellos prefieren las bitácoras, las agendas o los diarios en video… Por eso fue extraño que un agente pagará una cantidad estratosférica por una foto polaroid(1) de Los Psicosis; un grupo de comediantes implicados en diversos asesinatos voluntarios (una suerte de torturas que implicaban la risa: cosquillas y chistes aplicados de manera simultanea haciendo imposible, tras un plazo no tan breve, la respiración de la víctima. Lo terrible es que todos sabían quienes eran los psicosis; el gobierno los tenía vigilados 24 horas; la prensa iba a cada conferencia de prensa, a cada presentación de disco; cada noche el teatro se llenaba de cámaras, de celebridades que aspiraban algo más de fama y notas mañaneras al otro día; ya fuera en la sección de espectáculos o de nota roja (tristes notas sin foto del muerto chorreando sangre; sólo risas de una felicidad brutal, casi pura).

    La foto se perdió al final. El agente ya había hecho su trabajo; fueron numerosos viajes. Creó un mito al desarticular a la banda: Los Psicosis desaparecieron poco a poco; unos en sus casas, en alguna cantina, sobre y debajo del escenario. Desaparecían como si nunca hubieran nacido; como si algo hubiera impedido su existencia. Y ya nadie supo por qué mataban de esa forma: si era un altruismo al alma, el ejercicio de una secta hedónico filosófica o simplemente un deseo asesino. La gente dice que se oyen risas en su teatro ya abandonado. Lo triste es que no se oye ni un susurro, ni una risa tímida. Nada.

    (1) No es que las polaroids no estuvieran sujetas a tergiversaciones; pero era menos frecuente, los programas de edición de la época se reducían a artefactos tan engorrosos como capaces de delatarse a si mismos. La foto era buena, auténtica; se notaba.

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  • No Psicosis

    Del pabellón de la muerte al psiquiátrico. La defensa logró demostrar que los asesinatos los cometió uno de nosotros, le faltó precisar cuál de todos. Yo no lo sé. Ni siquiera los conozco a todos, si un día lo llegáramos a descubrir podríamos impedir más muertes. Por lo pronto el abogado impidió la nuestra al conseguir el certificado que nos diagnostica con el Trastorno de identidad disociativo.

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  • Pierre D'Unturno
    25/07/2010 11:16 am

    Los Psicosis

    Psico… osis… Pisco…osis…

    Era todo lo que con muchos trabajos pudo repetir antes de morir cuando le quitaron la gorra de la boca aquel gordito a quien habían golpeado y torturado con inimaginable saña hasta dejarlo agonizante, amarrado de pies y manos, con un barco de juguete enterrado en el trasero y con una foto adherida en la frente sus psicóticos captores. Foto donde aparecían esos delincuentes como si hubieran ido de cacería al África posando con el gordito en el suelo como su primera víctima. Su preciada presa…

    Al ser ese gordito anónimo una persona sin recursos la policía no puso mucha atención al asunto y le dio el clásico carpetazo. Algún gracioso incluso denominó al grupo «Los Psicosis» y hasta tuvo el descaro de rotular así la fotografía y hacerla circular por el INTERNET.

    Si la policía al menos hubiera podido imaginar el infierno de terror que se estaba desatando…

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  • Buenas tardes. Con este mensaje se cierra el concurso de julio. Muchas gracias a todos los que se interesaron en participar; desde luego, el espacio queda abierto para quien desee comentar los textos o recomendar a sus favoritos. Muy pronto aparecerán los resultados. Saludos a todos.

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  • Ahi están otra vez esos idiotas. Con ojos desorbitados que se burlaban de mi. Bigotes, sombreros y piernas regordetas eran imágenes que me rodeaban y que me atosigaban. Sabía que atrás de esas miradas estúpidas había gente que me observaba.

    Un día me voy a romper ese maldito espejo del lugar donde me entrevistan.

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  • Me gustaron el de Jesús y el de Fernando (la primera versión)

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  • Se cancelaron los concursos?

    Un saludo.

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  • Buenas tardes/noches a todos. Con una disculpa por el retraso (me encuentro en un lugar con problemas de conexión a internet), les aviso que el ganador del concurso de julio es «Todos por lo mismo» de Borja Romero G., por su versión de un equívoco clásico hecha hábilmente y con encanto. Reciben menciones varios cuentos sin título: el cuento sin título de Jesús, el cuento sin título de Fernando y cuento sin título de Óscar Rodríguez Nieto.

    La convocatoria para el concurso #57 de esta bitácora aparecerá en la mañana de mañana, martes 3, para que pueda ser vista por más personas. Muchas felicidades a los ganadores y gracias, como siempre, a todos los concursantes.

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  • […] equívoco clásico hecha hábilmente y con encanto. Reciben menciones tres cuentos sin título: el cuento sin título de Jesús, el cuento sin título de Fernando y cuento sin título de Óscar Rodríguez […]

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