Una vez más, esta bitácora convoca a su concurso mensual. Los interesados pueden comenzar observando esta imagen:
Instrucciones:
1) Suponer que esta imagen ilustra una historia.
2) Imaginar cuál es esa historia: qué está pasando allí, qué momento se anuncia, por qué, quiénes están allí, qué hacen.
3) Escribir la historia, en forma de cuento brevísimo (minificción), en los comentarios de esta misma nota.
El ganador de cada mes será elegido tomando en cuenta la opinión de quienes decidan opinar, y recibirá un trofeo virtual. (Los concursantes deben dejar una dirección válida de correo electrónico, para poder recibir su premio.) La fecha límite para hacer propuestas es el 24 de marzo.
Quedan invitados…
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La máquina de escribir: En primera persona
Despertóse el escritor cansado. La noche anterior estuvo bebiendo y no precisamente tequila o ron, le gustaba el Whiskey y el Cognac (aunque fuera de las peores y más baratas marcas). Era de esos falsos intelectuales que pretenden ir más allá del ser humano y conocerlo todo; pero, al fin y al cabo, se quedan solos en su fantasía hiperealista. Lo extraño es que su personalidad no se reflejaba en sus escritos; eran más bien de un desarrollo violento. La tragedia rodeaba a sus personajes carcomidos por mentes frágiles, casi oligofrénicas. Asi esería la historia que se proponía escribir en su patético estado crudo. Se sentó frente a la máquina de escribir y las ideas transformadas en palabras transcurrieron de su mente al papel en este orden:
«Se levantó y tuvo miedo. Durante la madrugada escuchó gritos que ocultó tras la almohada. Pensó que todo fué un sueño y que su familia estaba bien. Bajó las escaleras camino a la cocina para desayunar un poco de cereal con leche. Pero… no había ruido. Su familia era, entre otras cosa, muy ruidosa. Se la pasaban gritando y riendo todo el tiempo.
El silencio lo llenó de duda. Se propuso entonces revisar las habitaciones. Entró a la sala sin encontrar a nadie, pero llegando al comedor sintió como le bajaba la presión ante la escena que estaba presenciando: ¡su hermano estaba muerto! Completamente demacrado, un crímen que parecía venganza. Nervioso, no supo que hacer. Se quedó unos momentos revisando el cadáver hasta que decidió (sin poder decir palabra alguna) ir en busca de sus padres. Entonces escuchó un ligero ruido proveniente del cuarto contiguo. Rápidamente regresó a la cocina, tomó el cuchillo más afilado que estuvo a su alcance y lo ocultó en su bolsillo. ¿El asesino de su hermano estaría atacando a sus padres? Corrió al cuarto y al momento de abrir lentamente la puerta reconoció un olor a podrido. La empujó con violencia y volteó la mirada a la cama de sus padres. Ahí estaban. Ahogados en sangre, muertos. Al verlos no podía creer lo que estaba sucediendo. Tomó el bote de basura que estaba junto a la puerta y vomitó. Al terminar, restos de comida se acumularon en su temblorosa boca, así que pensó en tomar un poco de agua para limpiarse. Abrió la puerta del baño y su cara se volvió de un color casi transparente: ¡El asesino estaba frente a él!
Supo que era él de inmediato. El descarado criminal, ligeramente sorprendido, lo miró unos instantes. ¿Por qué se quedó ahí el maldito? Mató a su familia y además tiene el cinismo de esperarlo para ver su reacción. Una furia invadió hasta el último rincón de sus entrañas y se dispuso a atacar, como perro enfurecido, al creador de su suplicio. Levantó el arma afilada y atacó directamente a la cara con toda su fuerza.
El vidrio del espejo estalló y algunos pedazos cortaron ligeramente la mano que sostenía el cuchillo.»
Terminó el escritor, sonrió y durmió profundamente.
Espíritu Santo
A través de aquella bombilla María vio o creyó ver al Espíritu Santo, y en su lumínica presencia un alentador porvenir. Luego, total oscuridad. Sobre la cómoda de su habitación un boleto de lotería cubría un recibo de la CFE.
Me reí con el de Pablo, pero me gustó más el de last.
Colgado del Telefono.
Chispazos, conjunción, resplandor, todo en el mismo momento. Se escucha un sonido fuerte como la caída de un bulto; un vaivén, lento, lentísimo; el cable del teléfono resistió lo suficiente, pero careció de longitud, por que tuvo que darle tres o cuatro vueltas; frente a el se vería la puerta, mas el foco esta apagado, y para verla este tendría que ser encendido. De donde ahora cuelga su cuerpo como un costal, antes colgaba su costal de box, en los medios del cuarto, el gancho del colgadero a un costado del foco; se gira desesperado mientras la sangre no le permite cerrar los ojos, y no se lo permitirá aun después que lo descuelguen, lo mantiene fijo a través de lo transparente de la bombilla que es su única visión.
Cuantas casualidades deben existir para que un hecho se lleve a cabo, cuantos actos deben suscitarse al mismo momento. Participa de una escena, colgando el teléfono y colgar del cable del teléfono.
Se abre como últimos recuerdos, una luz tenue ¿será el mas allá?, será mi madre que abre la puerta del cuarto y enciende la luz en el momento que me ve colgado, su cara refleja y me ve como se ve a los muertos, a un lado de la bombilla encendida, como si fuera solo una idea.
es la segunda vez que veo este nik (fortino) en diferentes paginas y diferentes cuentos, y la verdad estoy cautivada, hablar de una pluma interesantisima, primer termino hablando de alguien que cuenta algo, y en una segunda dimension los ojos del personaje colgado, me dio escalofrios y vi a mi mama en la imagen como si yo fuera quien colgaba, jajaja, muy bueno.
Mi papá vive en el foco.
Le expliqué a mamá que tengo otro papá, que está siempre a mi lado, que me aconseja, platica conmigo y que se aparece cuando enciendo la luz de mi recámara. Ella dice que debe llevarme al psicólogo, pues debo padecer alguna neurosis, que estoy loco, que no sé lo que digo y que debo entender muy bien que no tengo papá.
Hace rato fuimos a la iglesia, caminamos hasta adelante. Mamá me hizo arrodillar y me hizo la señal de la cruz en la frente, en los labios y en el corazón. Después nos sentamos y yo pregunté que quién era la mujer que estaba hasta arriba cargando a un bebé. Mamá me explicó que la señora que estaba allá arriba era Nuestra Madre. Yo me reí mucho y le dije que estaba loca, que debía padecer una neurosis, que no sabía lo que decía y que la llevaría con el psicólogo porque la única madre que tengo es ella.
Puso cara de enojada, me dio un pellizco y nos fuimos rápido para la casa. Cuando llegamos fui a mi cuarto, prendí la luz y le conté a papá lo que había sucedido. A él también le hizo mucha gracia lo que pasó en la iglesia y reímos mucho los dos. Papá, desde su foco, también piensa que esas son ideas infantiles.
La verdad que, más que escribir el micro-relato, me encantaría saber de quién es la autoría de tan interesante fotografía… a ver si publican el nombre del fotógrafo… no se vayan a olvidar del COPYRIGTH…
SALUDOS.
¿podrian poner imágenes mas claras? no es posible opinar en una imagen borrosa
Oswaldo: en este caso la foto es mía, yo la tomé.
Miguel: precisamente el chiste es ver qué puede imaginar cada persona a partir de la imagen.
Saludos.
FLUORESCENTE
Sola se dispuso a disfrutar del placer secreto. Robó el foco incandescente de la cocina y lo puso en el baño. Lo encendió y un último centelleo escapó de la bombilla, exhalación de un filamento ahogado en oscuridades.
Con antojo de algo nuevo halló un bulbito fluorescente que con un brillo sordo inundó de alba el cuarto de baño. “Fiat lux”, dijo ella.
Trajo un palo de escoba además de un hule arrugado del que sobresalía una válvula de plástico, cerró la puerta y la ventana, colocó el tapón a la bañera y al lavabo, se desnudó hasta quedar sólo en pantaletas. Infló el hule hasta su forma de salvavidas, y con el palo de escoba se acercó al foco con la intención de romper aquella pecera de fotones, al modo descrito en La luz es como el agua, de García Márquez.
Entonces rompió el foco fluorescente, antes incendiado con la blancura de un manantial de luciérnagas bailando.
Pero la luz se marchó con el eco que salpicara el mosaico.
Con la débil luna un girasol asomó tímido por el socket. La mujer tiró de él.
Entonces todo un jardín de flores se le vino encima.
Rosas, lilas, azaleas, begonias, margaritas, nenúfares blancos y amarillos, campanillas, amapolas, gardenias, jazmines, aves del paraíso, flores de loto, nochebuenas, azucenas, geranios, magnolias, violetas, flores de lis, flores de calabaza…, seguían floreciendo de aquel socket, inundando todo tras derribar la puerta del baño para extenderse por la casa.
La mujer quedó inmovilizada. Un turbante de tulipanes coronaba su cabeza, unas flores diente de perro y boca de león se le habían enroscado en las piernas y otras sello de Salomón en las nalgas.
Un narciso de los poetas hirió su corazón “¡Ah, flores del mal!” dijo y fue la única locución que escapó de aquella marejada edénica de aromas, colores, formas y polen.
Las flores seguían brotando como de una chistera mágica sin control. Ya se extendían por la calle como en busca de tierra prometida.
“Hagan algo” se oía decir a las vecinas cuando se cansaban de arrancar flores. “Esas orquídeas son mías, comadre, no se mande”. “Llamen una ambulancia que ya me corté con las flores del cactus”.
Un realista mágico vio aquel pandeflorium y pensó en un corte en la planta de luz.
Jacob , como todos los demás en un gigante ciudad viva para trabajar y hacer realizar sus sueños y los sueños de sus amados, algunas veces desolado por la soledad que puede dar un pequeño sitio en un gran edificio, soñaba que era libre y que sus manos eran las alas que necesitaba para viajar.
A donde iré esta noche ???
Francia con Christine no,
Alemania con Katrin no,
México con Mía no.
Era su pensar mientras terminaba de programar o dar mantenimiento, tenía todo para volar pero siempre estaba más preocupado por que todo funcionara, aunque su vida era la que no funcionaba. Un sagitario encerrado es como un león de Zoológico la chispa poco a poco se muere y el alma también.
Esta noche a donde iremos ???? Se preguntaba mientras comenzaba a escribir …..
Jacob pensaba … Me encantaría conocer la ciudad de día donde todo se mueve, que diferente es la ciudad de noche donde muchos nos conocemos …. El chico de los cigarros, la de los tamales, las chicas que cansadas de estar paradas siempre están ahí por lo menos para decirte «Quieres un … hace mucho frío !!!»
Si Jacob era un hombre de poco amigos y una larga imaginación …..
Algún día volare se decía algún día ….
UN PEQUEÑO TIRESIAS
Estoy harto de estas muertes. Estoy harto de estos asesinatos de los últimos días. De este Tiresias que no sabe lo que quiere y que grita un nombre paternal sin yo poder aprendérmelo. Este Tiresias que está tirado en el piso, alcohólico, drogado, desahuciado, roto por dentro. Ya no soporto verlo llorar, ni verlo pegar en el piso hasta romperse la mano y luego levantar la vista hacia mí y gritar que desearía ser un Tiresias tranquilo, reconfortado en las flores que sobresalen de los pastos en las lejanas planicies de un feliz paisaje. No hay paz, no hay descanso para él, para ella. Pero tampoco lo hay para mí que estaré aquí sólo unos cuantos días, el Tiempo absorbiendo mi esencia, deteniendo mi vuelo natural, sin poder disfrutar la deliciosa fugacidad de mi corta vida. Yo, mi vuelo, mi fugacidad. Yo… parado en esta gota de luz que cuelga del techo de este terrible sótano… Yo, siendo un fugaz testigo animal de la brutalidad con la que viven los hombres… Un pequeño animal harto de sus muertes…
La Sombra
La sombra sigue afuera esperando que caiga rendida, confundida entre las ropas ondeantes de los tendederos de la vecindad, entre el enjambre de antenas y de cables. Trajo consigo al viento de la noche que no deja de ulular sobre los techos de cartón. El escalofrío la acomete con brutal alevosía, desde la coronilla hasta el coxis erizándole todos los vellos del cuerpo. Otra noche sin dormir acosada por el miedo y el pobre consuelo del rosario de la abuela que cuelga de la lámpara.
jajajaja ese coment de miguel silva quedaría chido como mini si la titulara: Últimas palabras, jajajajaja, como de rembrandt dijeron que dijo en su agonía (si mal no recuerdo) «¡Más luz, más luz!» jajajajaja
Se despierta más angustiado que ayer pero menos que mañana. Se levanta rápidamente recapitulando mentalmente las actividades que hará en el día. Su rostro muestra desencanto. Recorre la pequeña habitación pero no encuentra lo que busca. Humedad, pintura caída, un foco pelón y un piso que cruje adornan la habitación. Se acerca a la ventana y observa cuidadosamente su reflejo. Ahora recuerda por qué no hay espejos en la habitación. Decidió tirarlos el día en que se vio en uno de ellos y no logró reconocerse. Un pequeño baño, una cama individual y un viejo ropero complementan la decoración. Enciende el foco. Se acerca al viejo ropero y abre su puerta derecha. Decenas de porta-trajes de color gris cuelgan en esa sección. Los observa sin asombro. Abre la puerta izquierda. Sólo un porta-trajes de color rojo. Titubea por un instante. Estira la mano pero de inmediato la regresa y cierra la puerta. Su mirada vuelve resignada al lado derecho del viejo ropero. Elige un porta-trajes. Lo saca, cierra la puerta y lo coloca en la pequeña cama. Lo abre y observa decepcionado su contenido. Se pone apresuradamente el traje de villano y sale de la habitación.
Se despierta sorprendido. Observa sus manos. Se notan los años que ya lleva encima. Se levanta lentamente balbuceando las actividades que hará en el día. Observa su reflejo en la ventana. El cabello ha desaparecido. Sus facciones las encuentra más afiladas. Sus músculos carecen de forma y unos anteojos con gran aumento decoran su rostro. Se acerca al viejo ropero. Abre la puerta derecha. Sólo quedan algunos porta-trajes de color gris. Lo revuelca una ola de sentimientos. Recuerda con nostalgia el traje de villano, de víctima, de trabajador, de artista, de mentiroso, de buena gente, de hijo, de soñador, de pesimista, de ganador, de perdedor, de salvador, de asesino… Se recrimina por no poder recordar a los demás. Estira su mano para tomar alguno de los que quedan pero la baja lentamente y cierra la puerta. Recarga su cabeza en el viejo ropero. Cierra los ojos intentando escuchar a sus pensamientos. Después de algunos minutos, levanta la cabeza. Lágrimas escurren de sus rojos ojos. Los anteojos, empañados. Abre la puerta izquierda. Ahí sigue el porta-trajes de color rojo. Se quita los anteojos y los avienta al suelo. Sus manos temblorosas lo sacan lentamente. Con cuidado lo coloca en la cama. Se da un tiempo para respirar. Su corazón late apresuradamente. Lo abre y observa asombrado su contenido. Se pone lentamente las alas, apaga el foco y sale de la habitación.
Nunca regresó.
La historia de l@5t es la que mejor concuerda con la imagen.
LA BOMBILLA
Mi nombre no importa. Me haré llamar Miguel. Tengo 31 años. Me dedico a la electrónica. Había llevado una vida “normal” salvo algunos momentos de angustia y soledad propios de mi edad. Todo cambió aquél día que fui al Centro por un programa pirata. La portada de un disco llamó mi atención. “Libros prohibidos y relatos de terror” No soy aficionado a la lectura, pero no pude evitar comprarlo. Los cincuenta pesos no afectarían mi gastada economía. Pasé días enteros leyendo libros infames como El Necronomicon, El Libro Amarillo, El Onceno Tomo de la Primera Enciclopedia de Tlön… relatos espeluznantes como La puerta condenada, Wakefield, El grabado, Wendigo, El demonio de hielo, El horla, El signo amarillo, La llamada de Cthulhu…
Una sensación extraña se apoderó de mí. No podía hacer otra cosa que seguir leyendo y pensar en esas historias. No dormía. Escuchaba voces. Estuve a punto de suicidarme. Pero una voz sobresalió y de pronto todo tuvo sentido. Recordé aquél viejo experimento donde podía hacer explotar focos. Lo modifiqué y lo mejoré haciéndolo letal. Irónicamente le llamé “la bombilla”. No explicaré la técnica. No me gustaría que alguno de ustedes lo reprodujera y se distorsionara mi mensaje. Sólo he de señalar que son casi imperceptibles las diferencias entre un foco y la bombilla. Si se observan de cerca, los cambios en el filamento son mínimos. Obviamente, el circuito se activa con el apagador.
La foto que adjunto la tomó un amigo, Alberto, un día que me encontró armando las bombillas. Creía que se trataba de un proyecto “eco-amigable” No pude contener la risa y decidí contarle la verdad. Sé que están pensando que tomé un riesgo innecesario. Lo que no saben, y menos el pobre Alberto, es que cambié uno de sus focos por una bombilla.
La razón por la que les escribo todo esto, además de ponerlos al tanto del origen de mi experimento, es advertirlos. La segunda etapa del experimento consistió en cambiar clandestinamente algunos focos que venden en las grandes tiendas de autoservicio por bombillas.
Así que piensen en eso antes de encender la luz. Yo llevaré la cuenta.
ENVIAR
FIRMAMENTO EMBOTELLADO
ENFERMÓ, NO PODÍA VER EL FIRMAMENTO. Pero tenía la bombilla.
No para encenderla, no para ordeñar su luz sepia. No.
La tenía para apagar su ígneo filamento,
y engendrar un fugaz ocaso de tungsteno.
La tenía para mandar al diablo, con ese filo,
la extensión de las palabras de un mundo cuerdo.
“ – El hombre es un gran elaborado de palancas, chicas y grandes… – ” todas ellas de diferentes tamaños y cualidades únicas, unas con movimientos limitados y otras tantas con movimientos mas complejos… De este modo Miguel, estudiante de Física, en alguna ocasión tuvo la suerte de platicar en una mesa de trabajo con el famoso investigador Albert Fert, conocido mas ampliamente como el premio Nobel a la Ciencia Física de hace dos años atrás, (2007).
M: – Disculpe Dr. ¿podría explicarnos hasta donde se extiende hoy la Ciencia Física Fenoménica?
A: -Tu pregunta se trae realizando miles de años atrás, antes de los Físicos contemporáneos puesto que civilizaciones inteligentes como Egipcias y Mesoamericanas la compendian, pero ni ellos, ni nosotros sabemos los límites ni artificiales ni reales.
M: -¿Reales? ¿Cómo reales Dr Albert? ¿Quiere decir que dentro de nuestra “Física” hay también falsedad y verdad a pesar de contener en ella la Matemática y ser de las ciencias mas exactas?
A: -Efectivamente, tal vez sorprenda mucho lo que estoy diciendo pero de todas las cosas que podamos conocer; parece que la física, tal y como se ha venido mostrando arroja datos de que la humanidad jamás la logre comprender.
Miguel para entonces parecía comprender que por tanto que estudiara física no tendría sentido o valor real, por las palabras que decía el Dr Albert Fert, pero no quiso desolucionarse y preguntó:
– ¿Cómo es eso posible?, explíquenos aquí mismo como.
A: “Todo se resume a las dimensiones, el ser humano, en este caso, (quien estudia) es un ser que vive en tres magnitudes, las cuales conocemos a la perfección como altura, anchura y profundidad, pero, sólo eso, es desalentador como tal pues estudios realizados el colaboración con investigadores de muchos tiempos y naciones llegan a la conclusión de que no son las únicas dimensiones que existen, por ejemplo en este pizarrón puedes poner un punto y será un objeto de una dimensión, pero si a ese punto le arrastras hacia alguna dirección te quedará una línea esa linea si la elevas al cuadrado te dará dos dimensiones en otras palabras será un cuadrado con base y altura, pero si quisieras, serias capaz de hacerlo tridimensional dibujando otro cuadrado del lado de ese mismo y uniendo sus vértices, de ese modo tendrías una figura cúbica con una altura, una anchara y una profundidad, pero la ciencia no se detiene allí, se dice que pueden existir más dimensiones, ya que del mismo como como existe la primera, la segunda y la tercera, podría existir la cuarta dimensión, pero de esta misma poco sabemos ya que no vivimos en ella o no podemos acceder a tal….”
De pronto se escucho en tope de cassete, era la grabación de audio que habría hecho Miguel desde hace dos días y que no paraba de escuchar, era abrumador lo que había escuchado pues creía que soñaba con una ilusión que arrastraba y sabía que si se miraba en un espejo vería ese mismo niño de hace muchos años que jugaba a saber mas de los planetas y sus misterios, que era el mismo que dejaba caer una pelota y una hoja de papel a la misma distancia para saber que caía mas pronto.
Miguel para entonces se habría quedado con incertidumbre de si mismo hasta que su respiración se desprendía de el y se volvía mas lenta, sus piernas se extendían relajadas sobre el sofá y sus ojos se quedaban por completo cerrados de sueño forzado por el cansancio. Así fue como poco a poco se daba cuenta de si mismo en su estado. Con lentitud sentía que dejaba su habitación, comprendía que se adentraba en el mundo de los sueños, algo que era un proceso normal de todo ser humano y lo aceptaba, puesto que merecía descansar su cuerpo, en su mente; imágenes transitaban, se crearon formulas matemáticas, divisiones, numeraciones largas y cortas, lineas horizontales de colores y más cosas hasta que se dio cuenta que estaba vivo en su sueño pero el sueño no quedó allí se dio cuenta de que habría abierto una puerta dimensional entre la vida física y lo desconocido por métodos comunes, por lo que con todas sus fuerzas intentó de forma única imaginarse como sería la cuarta dimensión y de pronto se halló en su misma habitación vio las paredes, el piso, sus muebles y miró el sofá, y observó que el estaba debajo de si mismo, se admiró descazando desde arriba cosa que lo hizo estremecer de miedo y temor al momento de notarse por lo que con desesperación pegó un susto y de modo fugaz levantó del sofá donde estaba para comprobarse a si mismo de que era una simple ilusión…
MIEDO BLANCO
TUVO MIEDO, desde siempre jamás, a aquellas criaturas para ella tan monstruosas como alebrijes. Hasta que el abue la enseñó a apagar la luz infausta.
Entonces desaparecía El hombre.
Y así, enredada de penumbras, ella volvía a estar con sus semejantes.
siempre fui pata de perro, nunca me mantuve en madriguera, mis ratos felices fueron mientras me mantenía lejos de la familia, siempre me aconsejaron que me mantuviera lejos de las telarañas, y eso hice; también decían que la bruja escaldufa, tenía la sangre pesada pero eso no lo sabía, yo siempre la observaba mientras daba de cenar a la familia, siempre atenta a lo que se necesitara para la cena, esa era mi hora preferida para salir a dar la vuelta, mientras ella daba de cenar a la familia.
Cierta ocasión, me alejé de la eterna compañía de los niños, deseaba ver a la señora mas de cerca, en realidad lo que me atraía era lo que me habían dicho que si tenía la sangre pesada o no, eso era lo que mas me llamaba la atención, poco a poco me fuí acercando, la vi que abría uno de sus ojos y lo volvía a cerrar, me pareció una invitación a acercarme ya que anteriormente la había descubierto observandome con atención, me acerqué mas sin mayor precaución y le fui dando vueltas al asunto, me acerque y me posé en su cuello dandole un tremendo picotazo, y efectivamente tenía la sangre pesada, de un salto se levantó intentando darme un golpe con la mano sin lograrlo, me salvé, mañana seguramente estaré ahí para la hora de la cena.
SI PUDIÉRAMOS CONTAR HISTORIAS
Si las bombillas pudiéramos contar historias, estoy segura de que las más entretenidas serían las de aquellas que, como a mí, les ha tocado iluminar un cuarto de hotel. Ciertamente, me habría encantado ser la luminaria de una de esas habitaciones lujosas de los hoteles de Campos Elíseos o Presidente Masaryk, pero en la fábrica decían que a esos palacios nomás iban los grandes candiles o esas lámparas modernas de foquitos leds, muy ahorradoras de energía, pero incapaces de desar contar historias. Yo, en cambio, pendo de un cable ordinario en un motel de avenida Circunvalación.
Si pudiera, contaría historias de amor. A diferencia de lo que piensa la gente, no todo lo que pasa en estos cuchitriles es sexo cronometrado. Ciertamente, en esta habitación y sobre las mismas sábanas cogen más de doscientas parejas cada día. Las mismas chavas con distintos tipos que en menos de quince minutos se bajan los chones, se arriman sus centros y, casi con violencia, desahogan urgencias. Recuerdo una jornada en que conté doscientas noventa y cuatro parejas desfogarse.
Pero no todo se trata de mujeres rentando cuerpos. Hay veces en que una de las chicas necesita un lugar para pasar la noche, o que a alguna pareja de indígenas se le hace tarde en el mercado, o que los chavos del barrio se meten a activarse. Entonces se ven historias más íntimas y puedo conocer mejor a mis inquilinos. Ayer, por ejemplo, vino una mujer que lloraba mucho y hablaba sola. Tal vez sabía que la estaba oyendo, porque me miraba y se quejaba diciéndome que ella a él si lo había amado de veras. Se veía tan triste que sentí unas enormes ganas de abrazarla. Pero ¿Qué puede hacer un pobre foco sin brazos? Cuando al fin se colgó en una de las vigas de esta vieja habitación, arrullamos a la noche bailando, como dos péndulos apagados. Si las bombillas pudiéramos contar historias, estoy segura de que serían historias de amor.
Fototropismo
Todo había iniciado como una lúdica aventura. Ligarse a la mujer de la bombilla no había requerido de grandes dotes de donjuán. La descubrió por casualidad mientras intentaba matar una palomilla con el primer periódico viejo y polvoriento que se encontró en el armario.
Se habían convertido en amantes. No podían escucharse, pero intentaban leerse los labios. No podían tocarse, tan sólo acariciaban el cristal imaginando el roce de sus dedos y de su cuerpo ardiente.
Para el hombre, aquello se había convertido en una obsesión: no dormía, pasaba las noches ante la bombilla, trepado en la escalera metálica que recién había comprado. Ella trataba de decirle algo, cosas, quién sabe qué, tal vez no le importaba tanto; sólo esperaba ansioso el momento en que ella empezaba a desabotonarse el vestido, poco a poco; mientras él, con los dedos enrojecidos por el calor acariciaba el contorno redondeado del foco incandescente.
De día intentaba verla, pero ella no estaba ahí. La desesperación lo tenía rasando la locura. Mantenía el cuarto a oscuras, con papeles y bolsas negras pegadas a las ventanas. Sin embargo, ella no aparecía. Únicamente la noche, con su misteriosa magia, tenía el poder de atraerla.
Hoy en la mañana fue con el psicólogo. Por la noche –el hombre- se encontraba sentado en su sofá, contemplando la lámpara ahorradora que había comprado a mediodía.
Parece una bombilla. Parece haber una persona detrás de la bombilla. Parece que tiene algo entre las manos.
– No sé qué hay en esta gota de agua, pero si la miramos a través del microscopio, podemos ver que la gota parece una bombilla detrás de la cual se ven un millón de posibilidades y parece que una de esas posibilidades nos mira con atención.
El maestro de ciencias habló para todo el grupo y ante lo extraño del descubrimiento, uno a uno fueron pasando a mirar por la lente, antes de que la gota de agua se evaporara.
FUNDIRTE
ESPERA, ya sé que no eres una genio, Luzbelena -pero sí fotogénica-. De cualquier forma te sacaré sin romperlo.
Te va a gustar vivir conmigo en el refrigerador importado de Flúorencia. Ahí hay un bulbo fosforocéanico polar donde esquiaremos a la hora que el atardecer nos cante.
No, espera. Mejor apágala primero, ándale hazme caso, que soy el más brillante fosforense. Sigue espantándote las achispas, que no te pique ni una y, cuando te comience a escampar la candela, entro yo.
TRAVEL
«Caballeros y Damas. No desprecien este volante, por favor vengo a solicitar su apoyo económico para comprar azúcar, maiz y frijol para mi familia ya que yo tengo una casa de tabla en una comunidad muy pobre del estado de Puebla.
¡Muchas Gracias por su apoyo!»
No le dio ni una moneda a la señora que manoteaba junto a los archiveros, en cambio, se guardó el papel en el bolsillo por si se le ocurre una historia que nunca llegará.
Ultima cena
Te encapsulo en el foco y mi rabia te mira y te distorsionas. Te cubro con un pañuelo dentro de una bolsa para no regar los finos cristales de tu cuerpo y te rompas en silencio. Polvo de vidrio, de claridad fundida, veneno filoso que mezclaré entre el alimento para los gatos en celo que oigo cada noche y que me recuerda tu amor, el animal que por ti muere.
– ¡Tengo una idea! gritó de repente – ¡es la idea más grande que se le haya ocurrido a alguien en toda la historia de Metafographos!
Y tenía razón. El foco simbolizando su idea apareció de la nada tan grande y brillante que quedó atrapado dentro de él, en espera de que a alguien más se le ocurra una idea para sacarlo, y dejar él mismo salir su propia idea.
Toda mi vida me he sentido incómodo en el mundo, es simplemente como si yo no perteneciera aquí y sin embargo me obligaran a permanecer en este mundo que no entiendo, que sufro más que vivir. He tenido algunos momentos felices pero siempre es el dolor el que me deja las huellas indelebles, es lo que más recuerdo.
No recuerdo bien cuándo o a razón de qué me decidí a morir, supongo que simplemente un día desperté harto y encontré un buen pretexto para huir de este planeta, pero eso sí, siempre me ha encantado el drama, las historias terribles de dramas inpensables, de tragedias absolutas, por eso mi muerte se aplazó tanto, porque desde el día en que tomé la decisión me la pasé pensando en cómo sería mi muerte. Sería fácil ir a una zona peligrosa de la ciudad, provocar a alguien y que ese alguien hiciera el trabajo; sería muy vulgar simplemente darme un tiro, cortarme las venas, tomar mil pastillas o aventarme de un puente, sería trillado y vulgar.
¿Quién mejor que la culpable de que yo esté aquí para sacarme de aquí? Eso se llama un trabajo limpio, excelente. Por supuesto, ninguna madre en su sano juicio quisiera matar a su hijo y mi madre es todo lo que usted quiera pero juiciosa sí es, así que tuve que idear la manera de que lo hiciera y fue más fácil de lo que creí: El día que me gustó más para irme de aquí me fui a la cama como toda las noches, antes me lavé los dientes, la cara, me puse mi mejor pijama y me recosté sobre mi cama, ahí comencé a desear con todas mis fuerzas ser una palomilla de luz, polillas que les dicen en algunos lugares, pero nunca lo lograba, sin embargo poco a poco fui notando mejorías en mi metamorfosis, por ejemplo un día desperté con el cuerpo lleno de polvillo café y otro día el sol me llamó tanto la atención que no pude dejar de caminar hacia él. Las mejoras eran cada día más hasta que finalmente un día desperté con la vista nublada e instintivamente «corrí» hacia la ventana de la recamara, fue muy fácil llegar y fue entonces cuando me di cuenta de que había volado hasta ahí, escuché mi puerta abrirse y la voz de mi madre feliz y sonriente diciendo «Pablo, ya levántate m’ijo», en seguida el click del switch y de pronto ¡El paraiso en mi recámara! ¡El foco, la luz! volé hacia ella y desde ahí vi a mi madre -que siempre ha sentido repulsión hacia las polillas- tomar el periódico que dejé estratégicamente sobre el taburete, después sólo escuché un golpe seco, le pedí perdón a mi madre en un último arranque cursi y después la libertad…
¿Por que no te hice caso?…bien me decías, -¡abre esa piche ventana!, huele a sexo, a patas… deja que se vayan las envidias, las tristezas, un día te vas a morir y no vas a tener por donde salir- , ¿te acuerdas? hacíamos el amor de vez en cuando, un amor clandestino, por tus “compromisos”, no es que no te amara, no era eso, solo que ya no me era posible vivir así, te juro que había ganas, pero no eran suficientes para rogarte, a lo mejor por eso, y ahora que puedo pensarlo reposadamente desde aquí, solo necesitaba tener el momento, guardarlo… ¿amarte?… quiero… quiero olerte entre esas cobijas percudidas de años que nos cubrían de nuestras vergüenzas , olerte en el colchón sinuoso repasado por tu sexo, y en esos muchos días sin ti, soñarte e imaginar tu cuerpo… en mente, con mi mano, mientras babeaba y mordía la almohada tiesa que contuvo tu encendido sexo, esa es la verdadera razón de mi encerrada vivencia, el único calor en este cuarto eras tu… entre la humedad y el frío atrapado en estas podridas paredes nunca pensé en hacerte caso, llevo días aquí, flotando en el techo de la habitación, llevo días deseando calentarme con tu presencia, empiezo a extrañarte… ¿Qué quiero?, ¿amarte?… debo estar atrapado, enredado entre este mundo y una cadena de latón, tu olor cada vez es menos, puedo acariciar el foco de la habitación que descompone mi visión, su cristal es suave, intento hacerle el amor, calentarme con sus formas… por fin estas ahí mujer, te veo retorcida, no puedo moverme tan rápido como te pienso, no puedo alcanzarte, soy demasiado ligero, te estoy gritando, , te ruego… te suplico… te pido abras esa ventana .
“Acaso flotan eternas, como prisioneras de un vendaval”, se escuchaba en la radio. Estropajo en el gaznate, levantarse ebrio todavía, prender el cigarrillo y gruñir “qué caray”, mientras se sirve un tequila. Levantar la vista, flotar y mirar hacia la estufa del único cuarto: Seguir con la fodonga, humo y mierda. El tequila se acabó. La radio ahí en el cochambre. Coger con la fodonga bailarina.
Pedir con las palabras mágicas: Por favor, la pelambre.
Libre
En medio de una conversación sin sentido, clavé mis ojos encolerizado al techo como una manera punzante de herirlo, pero él continuó sentado en el sofá, leyendo el periódico en aparente clama con un rostro inexpresivo, y aunque me sentí torpe con su indiferencia, vi más allá de su cobardía y no me sorprendí del todo. Ahora era un ser tan repelente. Ya no era un niño de brazos como para explicarle que era lo correcto. Así que entre sollozos controlados me fui a la cocina, cansada de ser condescendiente con sus malas excusas. Había pasado por alto su comportamiento grosero por creer que sólo fui una victima circunstancial, que nunca tuvo la intensión de dañarme, pero hoy se acabó su buena suerte. No nació para estar en paz consigo mismo. Ver su rostro severo al juzgarme me enfurece, quise recordar la última vez que me sentí feliz a su lado y no pude.
Por lo que creo que sólo tengo un perro al que le doy de comer, así que cuando mezcle la sopa con un nuevo ingrediente comencé a sentirme ligera, y con cada cucharada que comió: libre. Estiré la mano para alcanzar la suya, le cerré los ojos. Siempre estuvo rodeado de situaciones convenientes, fue como un dolor menstrual: imperceptible y tolerable, que terminó despacio frente a mis ojos. Después de morir, lo abracé y como consuelo le dije al oído:
-Amor, ya puedes descansar en los brazos de mamá.
LIBRE
En medio de una conversación sin sentido, clavé mis ojos encolerizado al techo como una manera punzante de herirlo, pero él continuó sentado en el sofá, leyendo el periódico en aparente clama con un rostro inexpresivo, y aunque me sentí torpe con su indiferencia, vi más allá de su cobardía y no me sorprendí del todo. Ahora era un ser tan repelente. Ya no era un niño de brazos como para explicarle que era lo correcto. Así que entre sollozos controlados me fui a la cocina, cansada de ser condescendiente con sus malas excusas. Había pasado por alto su comportamiento grosero por creer que sólo fui una victima circunstancial, que nunca tuvo la intensión de dañarme, pero hoy se acabó su buena suerte. No nació para estar en paz consigo mismo. Ver su rostro severo al juzgarme me enfurece, quise recordar la última vez que me sentí feliz a su lado y no pude.
Por lo que creo que sólo tengo un perro al que le doy de comer, así que cuando mezcle la sopa con un nuevo ingrediente comencé a sentirme ligera, y con cada cucharada que comió: libre. Siempre estuvo rodeado de situaciones convenientes, fue como un dolor menstrual: imperceptible, tolerable y persistente, que terminó frente a mis ojos. Estiré la mano para alcanzar la suya, le cerré los ojos. Después de morir, lo abracé y como consuelo le dije al oído:
-Amor, ya puedes descansar en los brazos de mamá.
PD: Yo y mis erratas, perdón, pero el anterior tiene algunos errores, este era el bueno. Gracias
Besos
Hasta que se acostumbró a vivir dentro de la bombilla.-
100 watts de potencia.
Estaba seguro que pronto llegaría su fin. Él había sido testigo de algo escalofriante. Otilia tres horas después llegó, palpó el cuello de Mallorca, nerviosa se lleno de sangre las manos, el vestido, y tomó la navaja. Estaba con los ojos desorbitados, fuera de si. Hasta que el aullido del perro la sacó del sopor.
Es probable que el animal olfateara la sangre. El aullido del perro hacía temblar la resistencia del foco. Él sabía lo ocurrido, sus cien watss de potencio iluminaron a Mallorca cuando tomó la navaja de afeitar y se rajó las venas.
Luisa Albarrán
Desde su hermosa luz, el foco contestaba sus preguntas
Le habían contado en su niñez la historia de Blanca Nieves y los siete enanos, ese tipo de cuentos no le gustaban nada, Jacinta apenas sabía leer en su libreta las cuentas para pagar el gas, la luz y las deudas con el carnicero pero un día había conocido a una persona que militaba en la izquierda, Jacinta le planchaba la ropa los fines de semana, ella, ?Se llamaba Rosaura? le había regalado un pequeño librito de Juan de la Cabada, en la primera página lucía un garabato con la firma del autor, Jacinta no entendía nada de eso pero Rosaura le insistió en que leyera el cuento “María la Voz”, así lo hizo cachando trozos que entendía y alimentaba con su propia versión y punto de vista ?¿Qué punto de vista podría tener una analfabeta como Jacinta??
Rosaura un día no volvió jamás a ver a Rosaura, su casa apareció vacía de un día a otro y la sirvienta de la casa de enfrente le contó que Rosaura no se era quien decía ser, sino su verdadero nombre era Angélica y era guerrillera de la Liga 23 de Septiembre, también le dijo que los comunistas adoraban al diablo y se comían a los niños recién nacidos.
Esa noche Jacinta despertó súbitamente viendo al foco que se iluminó al mismo tiempo sin que ella hubiera accionado el swicht en la pared, ?¿Qué pasa?, ?grito al foco?
?Nada, no pasa nada Jacinta ?contestó la voz de una niña desde el bulbo?
?¿Es usted señorita Rosaura?
?No. Soy María la voz.
Jacinta no se asustó, algo se había movido en su cabeza, entendió de pronto el cuento que Rosaura le había indicado que leyera, ?con lo intrincado que implica leer a De la Cabada? Jacinta había entendido todo.
?Está bien María, mañana hablamos porque ahora tengo sueño, luego cerró los ojos y volvió a dormirse profundamente.
La voz desde el bulbo todavía le dio las buenas noches, ?Duerme Jacinta.
Al día siguiente Jacinta se despertó y ordenó una mesa justo debajo donde estaba el foco, ?aún sin prenderlo? se sentó frente a él e inició una serie de preguntas elementales. Y desde su hermosa luz, el foco contestaba sus preguntas.
FRACTALES
Cuando la vieja falena despertó, Sherezade ya no estaba allí.
No estoy segura de que se valga, pero escribi tres ficcioncitas, ahí les van.
Saludos,
Libertad
Alberta
Llevo tres días observando a Alberta. Quizá no es la más hermosa, pero esa mujer tiene lo suyo. Es dulce, alegre y buena madre; además, ¡habrían de verla cuando baila! Lástima que siempre sea con la escoba. Pero que hacer, Manuel no la saca nunca. Cargada y en una esquina, como dicen en este pueblo…
No, lo que Alberta necesita es un hombre de verdad. ¿Cómo es que no se da cuenta? ¡Debo bajar a decírselo!
¡Plap! El chanclazo resonó en las cuatro paredes de aquel pequeño cuarto; dando fin al único admirador sincero de la sencilla Alberta.
Hilos
Cerró las cortinas para enseñarme cómo hacerlo. Se recostó en la cama y entrecerró los ojos. Cuando el momento fue justo, acercó la pinza formada por su índice y pulgar a la base de su lagrimal. Jaló de uno de ellos, con cuidado y lentamente para evitar romperlo. Apreté los ojos para poder verlos también, aunque no me sentí con suficiente valor para sacarlos. Cuando volví la vista hacia mi tía, ya llevaba casi un metro afuera. El procedimiento completo duró cerca de dos horas.
En cuanto terminó, escuché el chasquido del foco que se acababa de fundir y pude ver una gruesa gota salada que resbalaba por su mejilla derecha.
-La próxima vez te toca a ti.- dijo, mientras me conducía al cuarto del telar.
Si algún día me siento lo suficientemente fuerte, incluso lo intentaré con el Sol.
Solo una escapadita…
Abrió los ojos; la luz seguía prendida y los pequeños animalillos del desvelo, que uno nunca alcanza a ver claramente porque son harto escurridizos, pululaban por las blancas paredes de la casa.
Tenía que dormir, pero primero lo primero, había que dejar todo listo para salir a tiempo en la mañana. “Foco”, dijo una voz dentro de su cabeza. La música de la vecina que acababa de pararse a lavar se había mezclado con aquel sonido y atribuyéndolo a la falta de sueño lo ignoró. “Foco”. “Otra vez”, pensó; bueno, después de tantas noches sin dormir era de esperarse, ¿pero por qué justo…? “Foco”. Esta vez la voz sonó clara e infantil, ajena; procuró ignorarlo, pensó en qué ponerse para ir a la oficina. Estaba hecha una facha, pero le gustaba la comodidad, aunque sólo pudiera darse ese lujo los fines de semana huyendo a pequeños refugios de la vida cotidiana. El de ésta semana era agradable, pocas veces le había tocado un lugar así en alguna de sus huídas de aquella imagen que ella misma se había dedicado a construir a lo largo de los años. “Foco”, la palabra de las fugas y las noches de café, quizá un simple ruego del cuerpo, clamando por huir del amparo de la luz, ¿o no? La última vez sonó más cerca, pero al mismo tiempo impropio, externo. Casi podía sentir una leve respiración detrás de su cabeza. Siempre estaba la opción de voltear, pero al igual que en las ocasiones anteriores la descartó para dejarse envolver por la densa nube de criaturillas escurridizas que acompañaban el inocente sonido “Foco, foco, foco…”
Qué buen ácido pinche cooper,… Dice que se la está imaginando una mosca.. que ella vive en el cerebo de una mosca, que la mosca vive en una bombilla que la bombilla vive en una lámpara que la lámpara vive e una foto que la foto vive en un puto blog, que cada vez la matan la resusitan la vuelven letra figura linea. Qué buen acido pinche cooper…
Como un pez fuera del agua
¡Apaga ya la luz, pinche Jagger!
Desde lejos escucho que me gritan pero esos güeyes no saben ni de mi miedo ni de mi lucha porque yo llego todas las noches al cuarto y la única forma de hacer que eso que hay en la cama desaparezca es rociarlo de luz y que ésta queme todas las formas que se agitan en la oscuridad y que se animan tan pronto llego al cuarto y me huelen y entonces tengo la impresión de que abren sus bocas y se revuelven desde la cama como animales hambrientos que lo único que quieren es que yo me descuide y me deje caer sobre la cama para desde ahí envolverme con sus brazos y abrir sus inmensas bocas oscuras que no tardarán en devorarme…
El pinche Jagger está loco. Siempre llega después de la medianoche y el güey casi se avienta sobre el apagador para encender la luz. Después se queda mirando el foco, inmóvil, sin escuchar nada…
…el hambre está creciendo y la cosa despierta apenas cierro los ojos y yo ya casi no puedo dormir… cierro los ojos y entonces siento como si me acostara sobre una red de venas por las que de pronto la sangre corre nuevamente y escucho un murmullo que me anuncia que se están recobrando de la luz y yo abro los ojos y doy un salto y enciendo la luz antes de que sea demasiado tarde…
Desde hace varias noches que el Jagger se levanta gritando y vuelve a prender el foco… al Oso y mi ya nos tiene hasta la madre y no nos sorprende que él mire el foco y boqueé por horas como lo hace un pez fuera del agua…
…sé que ahora soy yo quien tiene que llenarse de luz tragarla y sentirla entrar dentro de mi para iluminarme y llenar todo mi cuerpo y mis venas con esa luz que los quema y los ahoga y ahora voy a ser yo quien los va a derrotar de una vez y para siempre…
Desde el dia en que el Jagger desapareció, el Oso y yo no hemos querido acercarnos a su cama. Llegamos cada tarde y sentimos que hay que encender la luz y olvidarnos de los gritos del Jagger. No vaya a ser que un día nos pase lo mismo que le pasó a él, que en la noche en que se fue, gritó como nunca lo había hecho antes de ponerse a boquear como un pez fuera del agua.
Ahorradores de energía
El estruendo de un trasformador en la deshabitada calle y el estallido de las bombillas flourocentes del interior de un hogar, despertaron a una pareja ya de edad adulta. Esos focos de bajo consumo de energía habían sido cambiados por su esposo unos días antes. Aun con la protesta de su consorte de no agradarle la idea por que tardaban en alcanzar la intensidad de luz apropiada para iluminar su habitación.
Después de calmar sus nervios por el susto que se llevaron, volvieron a dormir.
Al siguiente día, la abnegada esposa tomo la aspiradora y comenzó a recoger los restos de las lámparas. Por la tarde comenzó con mareos, vértigo y un dolor insoportable de cabeza.
Su esposo llegó por la noche y la encontró en el dormitorio, se dispuso a colocar de nuevo las nuevas bombillas de luz fluorescentes, ella le explico que se sentía mal. En los días posteriores el dolor de cabeza se había transformado en migraña. Sus insoportables achaques fueron cambiando su carácter de manera radical, ese ser amable ahora era una persona fuera de control, su ira aumentaba, a tal grado de reñir constantemente con su esposo.
En un arranque de cólera, con el palo de escoba rompió todas las bombillas. Cuando llegó su esposo se enfado con ella y volvió comprar foco ahorradores de energía, para volver a colocarlos. Al otro día se volvio a repetir la misma historia, su esposo cansado de tal situación no volvió jamás. En ella los achaques mermaron su condición física, por tal motivo dejo de hacer limpieza, los residuos de las lámparas de mercurio se acumularon por toda la casa.
Días después su estado de salud empeoro, ella deliraba y bajo al sótano donde se encontraba una bombilla incandescente, que aunque consumía más energía, las consideraba de mayor utilidad. La quitaba y la volvía a colocar a donde iba a necesitar la luz. Un día al querer cambiar el foco para ponerlo en la cocina, sintió que su cuerpo temblaba, que la respiración le faltaba. Se vio reflejada a través de la bombilla de luz incandescente, alcanzo a visualizar como un rito de muerte se apoderaba de ella antes de que fallecer por causa de un paro respiratorio.
La encontraron en estado de descomposición después de un mes. Vecinos de la zona habían reportado un fétido olor que provenía de la infortunada mujer. Su esposo recibió la noticia días después: su esposa murió a causa de inhalar el vapor producido por el mercurio de las bombillas fluorescentes.
Harta de atender a su marido, inválido después de ser arrollado por el metrobus cuando repartía cartas con su moto de SEPOMEX, Felicia decidió que su negro panorama debía terminar. Miró hacia arriba y su rostro por fin se iluminó, una brillante idea aclaró la penumbra de su corazón. Subió una cubeta llena con agua y metiendo los pies en ella, se abalanzó hacia la bombilla con sus dos manos para estrujarla y prenderse a la luz que pondría oscuridad total a sus nebulosos días.
Bombilla
Thomas Alva Edison era adicto al Lucy in the Sky with Diamonds (sí, LSD, acá, locochón el vato) y se metía lo que encontraba cuando escuchaba a Hendrix y los Rolling. Sus jefes le confiscaron toditas sus pipas, hitters y demás churches. Tons el vato tenía que improvisarle. Un día se prendió un gallito en la mano: cerró el puño a manera de tubito, le metió ahí la ganjita y se puso tan orate que no se dio cuenta de cómo se le cayó -chamuscado- el meñique. Encerrado en el sótano de su jaula, entonces, se volvió tan creativo el ponlenombre ése que se podía poner grifísimo con lo que se te ocurre y prendido en lo que se te ocurra. Nadie creería que un vago como él hubiese inventado la bombilla, de veras, nadie. Pero la patente quedó inmortalizada cuando sus jefes encontraron, dentro de una figura de vidrio junto con un alambrito y una bolsita de mota, bien prendido, al diminuto Tomás
La araña
Sintió tras de ella una figura que le seguía, una sombra que era su sombra, escuchó una voz como un eco recitando en voz tenue: Mortuus est Dei filius; credibili est quia ineptum est: et sepultus resurrexit; certum est quia impossibili est.
Sobre su sombra una imágen que también era suya y la voz distorsionada, la misma del teléfono cuando contestaba su madre, diciendole al oído, en un espejismo, enmedio de un remolino de saliva y seda ?un telar, una esponja cristalina de baba resbalándo en sus quijadas de monstruo?
Y la mirada desde el bulbo con la luz que le grita en el espejo.
?Adefesio, monstruo, quimera.
Desde siglos antes de la Muerte de Cristo. Consumatum est
Textura del dolor
Una lagrima de perfecta forma, se detiene fuera del lagrimal, espera con desesperación conocer el reflejo nítido de su creador, que sollaza al exhumar los restos del dolor; que deambula sin control en su interior. JJ.Solana
MÚSICA ADECUADA
El lalalala se volvió más nítido y constante, a la vez adquiría mayor ritmo. Se acercó al foco para escuchar si el bombillo era el que cantaba, temía que lo abandonara y muriera, dejándolo solo y sin luz en esa caza nula hasta ese momento. El lalalala era presagio de pérdida, soledad, tantas veces repetidas en su vida. El foco no producía el sonido y eso le dio tranquilidad. El intento de melodía no cesaba pero ya no hizo esfuerzos por localizarlo, se concentro en su búsqueda y siguió el rastro de comida mordisqueada, pensó en un animal rastrero como el principal sospechoso. Cerró todos los huecos y salidas por donde pudiera escapara la posible rata y se dispuso a mover muebles y aparatos de la cocina. El lalala fue disminuyendo y la caza también, después de dos días encerrado en la cocina, las boronas seguían apareciendo, indistintamente y la música de sílabas de igual forma, fue entonces cuando le tomó la importancia debida al lalala y dejó de lado la manía de atrapar ratas en las alcantarillas, para después soltarlas en la cocina y matarlas con el pretexto de haber profanado su hogar y poder comer sus vísceras sin remordimientos, pero eso queda sin importancia y nos centramos en las concecuencias mortales del lalala, que aparecía con fuerza y luego disminuía pero su presencia era constante durante el encierro en la cocina, se preocupó y se preguntó ¿quién iba a fenecer?,siempre hay un muerto cuando termina el lalala. tuvo miedo, el ruido era insoportable, entonces se dio cuenta que la muerte estada a su lado, respirando el mismo aire enclaustrado de la cocina ¿podría ser él?,no era lógico, si así fuera no escucharía nada. Sus dudas del principio eran ciertas, era el foco. Se acabo la luz.
«Nada te digo para que busques en tí mismo» Dante Alighieri
Ella
– ¡No mires al foco!- te decían cuando eras un niño, aunque nunca te dijeron porqué…
– ¡Pinche chamaco, que no mires al foco!
Y a hurtadillas seguías mirándolo hasta que en él se formaba poco a poco un círculo azul y…
… Te descubrían, te regañaban, te castigaban…evitaban a la fuerza que siguieras mirando…
Creciste pensando que tenían razón en hacerlo, que incluso la ligera miopía que presentas es producto de ese mal hábito infantil de mirar directamente a una fuente de luz…
… Hasta hace unos días en que llegaste cansado a tu casa y te quedaste recostado mirando, al igual que en tu infancia, el foco encendido hasta que en él se formó poco a poco un círculo azul sólo que esa vez no te detuvieron y después del círculo azul apareció ella , atrapada dentro del foco, desesperada, intentando inútilmente decirte algo, advertirte…
Así día tras día la veías desesperada, atrapada en el interior del foco lanzando incluso objetos al mismo desde dentro, hasta que éste finalmente se rompió al impacto de un objeto, lanzado desde su interior…
Ayer no te extrañó verla en el restaurante, vestida como mesera, toparte con ella en el autobús donde era la conductora, de expendedora de boletos en la taquilla del Metro, vendedora de flores a la salida del mismo, prostituta en la siguiente esquina…
Hoy llegas a tu casa. El foco sigue roto. Has dejado la puerta abierta para que ella entre cuando quiera…
Por fin sabes a qué viene…
SATORI
Yuriko se encontraba desesperada. Necesitaba alcanzar su satori o momento de iluminación. Entonaba sus mantras; realizaba sus ejercicios de respiración; gritaba desde su abdomen para expulsar el chi, pero no conseguía siquiera concentrarse pues el foco en lo alto titilaba burlándose, a punto de fundirse y la distraía.
En un arrebato lanzó un objeto al foco, éste se rompió y al no haber una pared que lo contuviera, una extraña luz se regó por todo el cuarto, iluminándolo todo y con ello a Yuriko quien pereció inmediatamente ahogada por el flujo luminoso.
El cuerpo de Yuriko, ahora conocida como la iluminada se exhibe desde ese día en un museo para ser admirado. A la entrada obsequian unas gafas polarizadas para tal efecto.
El orden viene de arriba
Intentaba dormir, pero los vecinos del piso superior hacían demasiado ruido…
– ¡Carajo! ¿qué chingaos hacen?- Se preguntaba molesta.
El ruido seguía. Tomó una escoba y con el mango pegó en el techo…
– ¡Órale! – gritó una voz, sorprendida.
Se callaron pero sólo por un momento porque después el ruido continuó…
-¡Jijos de la chingada! ¡Ni que estuvieran arreglando el mundo! ¡Y en la madrugada!- pensó
Ya en la desesperación ,comenzó a lanzar objetos al techo. Uno de ellos rompió el foco y le dio la idea…
Brillante idea…
Salió al patio armada con un martillo y bajó el interruptor del departamento de arriba.
– Si bajan a subir el interruptor me los chingo – murmuraba para sus adentros
Nadie bajó…
Subió encabronadísima a ajustar cuentas. Cuando llegó al departamento del piso superior, de donde provenía el ruido, la puerta de éste se encontraba abierta.
-Ahorita me van a conocer- pensó
Empujó la puerta y se intodujo a la oscuridad total.
Tentando las paredes fue avanzando poco a poco hasta que topó con unas escaleras. Las subió. siguió tanteando las paredes húmedas. Eso parecía un laberinto. Ya había avanzado muchísimo. Se encontraba cansada. Llegó a un claro.A lo lejos entre unos matorrales le pareció atisbar la luz de una hoguera. Alrededor de ella unos seres como humanoides operaban unos extraños aparatos haciendo el ruido que no la dejaba dormir.
-Estos cabrones son- pensó muy enojada
Se escondió entre los arbustos y haciendo acopio de una paciencia que no se conocía, esperó un tiempo que le pareció infinito y cuando uno de los seres pasó a su lado, le asesto tremendo golpe en lo que creyó era su cabeza. Acto seguido salió corriendo intentando recorrer en sentido inverso el camino que la llevó hasta ahí. Cayó varias veces, perdió el martillo pero asustada continuó avanzando en su carrera para escapar de esos extraños seres y evitar así represalias.
Llegó sucia y cansada a su cama, jadeando y se durmió inmediatamente víctima del esfuerzo realizado.
A la mañana siguiente la despertó el ruido que hacia la luz del sol al entrar por la ventana.
Se levantó, se bañó, se vistió, desayunó y como de costumbre salió rumbo a su trabajo.
Al salir todo seguía como de costumbre. Una paloma se asustó cuando pasó junto a ella y corriendo sobre el pasto azul se introdujo a una coladera.
Camino al autobús pasó junto a un conjunto de ratas. asustándolas. Inmediatamente éstas alzaron el vuelo batiendo fuertemente sus patas delanteras yendo a posarse en un cable telefónico. Todas las ratas menos una que continuó volando perdiéndose en el verde cielo.
Hola a todos. Con este comentario se cierra el concurso de este mes. Todos quedan invitados a opinar y recomendar sus cuentos favoritos. Los resultados aparecerán en pocos días.
Gracias y suerte.
tarde para opinar me parecio bueno el de quien se hace llamar omar nieto,,,,, una pregunta alberto en un comentario alguien dijo que un cuento participante es el que mas correspondia con la imagen esto tiene que ser escencial para calificar la historia o como yo supongo como mero preamblo o excusa gracias for the answer…
yo tengo una pregunta
¿de donde se sacó la foto de blanco y negro, en otras palabras a que corresponde?
Furibundo: tienes razón, la imagen es sólo el punto de partida y el texto no tiene que «ilustrarla» o intentar corresponderse con ella.
Javier, la foto la tomé yo en un pueblo de la sierra de Puebla. Es un cuarto en una casa, pero tomado a través del foco.
Saludos…
Hola a todos. Este mes tenemos dos ganadoras: reciben el trofeo virtual el cuento sin título de Liza e «Hilos», segundo cuento de los tres propuestos por Libertad. En ambos casos hay que destacar las ideas inquietantes y la atmósfera extraña de los textos.
Reciben menciones los textos de Pablo, Neftalí, Sub y Miguel Lupian.
Muchas felicidades a todos y muchas gracias a los concursantes. Nos vemos pronto con el concurso de abril.
¡Muchas gracias! Mil felicidades por «Los esclavos».
Saludos,
Libertad
me gustó el de Pablo, debió ganar
Me caes bien, Alex.
El de Liza no tuvo madre, bueno tuvo dos. Debió ser única ganadora.