Una vez más, esta bitácora convoca a su concurso mensual. Los interesados pueden comenzar observando esta imagen:
Instrucciones:
1) Suponer que esta imagen ilustra una historia.
2) Imaginar cuál es esa historia: qué está pasando allí, qué momento se anuncia, por qué, quiénes están allí, qué hacen.
3) Escribir la historia, en forma de cuento brevísimo (minificción), en los comentarios de esta misma nota.
El ganador de cada mes será elegido tomando en cuenta la opinión de quienes decidan opinar, y recibirá un trofeo virtual. (Los concursantes deben dejar una dirección válida de correo electrónico, para poder recibir su premio.) La fecha límite para hacer propuestas es el 24 de febrero.
Quedan invitados…
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Información Bitacoras.com…
Si lo deseas, puedes hacer click para valorar este post en Bitacoras.com. Gracias….
– Después de la tempestad viene la calma…
Fueron las ultimas palabras de aquella desconocida y atenta mujer que entrego en la ambulancia, al pequeño Nelo, (como el decía llamarse); su cara,aun se encontraba llena de hollín, y sus manitas denotaban el descuido de unas uñas crecidas y sucias. El fuego no cesaba y la casa ya se encontraba echa un carbón.
Aunque Nelo no entendía del todo lo que sucedía, sabia que una noche anterior al incendio, su padres discutieron como de costumbre, lo único que su abuelo en silla de ruedas pudo hacer,fue colocar en su pequeña cabeza el casco de bombero que uso en sus años mozos, Le contó a Nelo sus grandes hazañas en planetas de sol y llamas.
Sus padres tenían una gran debilidad por el uso y abuso de sustancias toxicas y esta fue una de esas noches en que,entre botellas de alcohol y cigarrillos discutían por cierta carestía que no era precisamente la de la pensión alimenticia de Nelo y la de las zapetas del abuelo, era por la falta de su droga favorita. Así es como Nelo quedo con su cabeza llena de cuentos que lo protegieron del aquel rayo cósmico que hizo traer desde lejos para acabar con la batalla non-familiar.
Notaba el asfalto ardiendo bajo él, el humo que se colaba en jirones hacia sus pequeños pulmones, el peso del casco sobre su cabeza, el calor de las llamas en sus mejillas…
Todo mientras gritaba si parar… pero nadie le escuchaba… Los bomberos estaban demasiado ocupados apagando el fuego, nadie tenía tiempo para escuchar al niño que lloraba gritando hacia los forenses: «Mamá, mamá ¿qué le hacen a mi mamá?»
Firefighter
Simplemente no pudieron. Preservar lo que alguna vez un neanderthal comenzó en un maravilloso accidente. Ni con sus cápsulas y combustibles y cascos para manipularlo. Ni con las rocas fundadoras que hicieron fricción por primera vez en este frío planeta. No pudieron ni con viento ni con toda la madera amazona. Poco a poco se fue diluyendo en el aire la esperanza cálida como el humo negruzco y derrotado. Los niños y la raza humana, y la no humana, rodeando la última fogata que ardería para ellos, como vagabundos en el callejón, lanzaron almanaques y diccionarios, papiros egipcios, carbones, diamantes, cuerpos ancianos, ácidos, fragmentos de meteorito. Nada. Nos empeñamos tanto en minimizar su existencia, empecinados en que el agua era el recurso más importante no nos percatamos que el fuego era un recurso natural, místico, no renovable. Y murió, en una ceremonia magnífica, luminosa y fúnebre, para él y para nosotros. Y entonces, el hielo.
Quiero ser…
Siempre deseo ser bombero.
Quizá era demasiado pequeño para saber que era lo que realmente deseaba, pero cuando su casa se incendió, su pequeña mente lo entendió todo: Deseaba ser Bombero para apagar el ardiente deseo de pertenecer a un solo lugar.
Y así, sin miedo al pasado, colocó un casco olvidado por un integrante del heroíco cuerpo de tragafuegos y de espaldas al pasado le gritó a su madre:
Sí mamá, quiero ser bombero.
El otro día te contesté el saludo aquí en tu página pero como tuve un problema con la compu en ese instante, conclusión: No se si el comentario se grabó o no.
De cualquier manera lo reitero: Un gustazo conocerlos a ambos -a Rax y a ti- en la conferencia de Poe, auque debo reconocer que para mi no fue una sorpresa ya que YO SI SABIA que te encontraría ahí, jejeje….
Un abrazo a los dos! Les envío la foto proximamente.
El casco era para entretenerlo; después pudo encontrar la forma de decirle que sus padres habían muerto.
Ocurrencia
Las hordas de campesinos se dispersaron ante las primeras detonaciones provenientes del cerco policial. Detrás de ellos salieron volando las últimas molotov y se devoraron lo poco que aún permanecía en pie. Algunos reporteros se arrastraban hacia lugares seguros dejando detrás de sí gordas líneas de fluído sanguíneo. Una señora gritaba desde el interior de la casa en llamas mientras los bomberos se abrían paso entre los escombros y los cadáveres para rescatarla. Tres de los cinco japoneses al fondo aullan como poseídos. El resto de los allí presentes aplaude con gran emoción. Alentada por las puntadas de Papá, Mamá activó la nanocámara en su reloj, colocó enternecida al pequeño Richie en los límites del muro de policarbonato ultrareforzado y le puso el casco que recién había llegado volando. Lucía contento, pero no totalmente feliz. Era la quinta vez que lo obligaban a ir al Apocalipse Park.
No sabìa ni lo que querìa, no sabìa nada, era un camino vital de morbidas repeticiones, los dias eran montañas de horas apiladas y clonadas; la rutina hace presa de la mente y la inmoviliza, se vuelve hermitaña la razòn, hiberna, se hunde en oscuros pensamientos. Amarga era la situciòn. Sin embargo aùn seguimos siendo animales institivos, esa blanquedad de mente es la que finalmente me salvò. Sòlo tengo una visiòn de ese dìa. ya la radio avisaba, los periodicos alarmaban, pero han mentido tanto que nadie pensaba que fuera verdad. Sòlo tengo una vision, las fuerzas publicas no podìan contenerlo, todo se precipitò en cuestiòn de horas, Bajè por la avenida y escuche esos sonidos guturales, de repente saltaron restos de personas, explosiones varias y sus ecos entrecortaron los gritos, al bajar del auto un diente golpeo mi ojos, brazos y quijadas caian desde el cielo. fue el instinto el que me obligò meterme en la coladera como rata escurridiza, sòlo recuerdo abrirla y ver el fuego y a un infante, no intentè salir de nuevo, no supe de nuevo nada. ahora solo podemos luchar por el agua, la razon paso a segundo plano, asi fue desde el principio no?
Fire
Mis papis ya me tenían harto. Nunca me dejaban hacer nada. Esperé a que se durmieran para bajar a la cocina por los cerillos. Y boooooom.
Nuestra Naturaleza.
En realidad es sencillo.Mis padres piensan que es una especie de maldición;una infortunada cercania con el desastre. Bueno no;en realidad saben que soy yo. Talvés prefieren engañarse con las teorias de sus amistades con respecto a las malas rachas. Sobran anecdotas que ilustran lo que pareciera una persecusión de la calamidad descendiendo sobre algunas personas.Quiero pensar que fueron otros como yo. Que de vez en cuando, sin importar en que época,nos saludamos de esta manera para dejar patente nuestra naturaleza.Aunque he de admitir que a veces me gana el sentimentalismo. Me contengo. Ha sido por comodidad:en el fondo mis padres lo comparten a sumanera. Casi puedo asegurar que les es agradable el momento cuando llegan los extraños a consolarlos. Han sido tantas veces. Nunca falta alguien que muestre su solidaridad con algo mas que condolencias.Percibo su afinidad ante aquella sensación de aventura que se forja cuando nos hospedan los extraños,cuando viajamos con ellos, cuando les robamos y huimos. En fin, tratare de hacer algo realmente grande la proxima ves.
REENCARNACIÓN
Mi casa estaba en llamas. Nadie había comprendido el porqué de mi afición al fuego. Ni yo mismo me lo había cuestionado, pues, a los cinco años de edad, lo concreto de mi pensamiento, no me lo permitía.
Humo, gritos, alguien tomándome en sus brazos, sollozos, un intenso color naranja, olor a chimenea…
Bajé de la ambulancia y me senté en el pasto a contemplar la escena, sintiendo en mis venas un ardor que recorría todo mi cuerpo.
De pronto me encontraba con un casco de bombero en la cabeza, un reportero lo había puesto ahí, casi por sarcasmo, para ilustrar su nota: “Niño pirómano incendia su casa”.
Sentí una fortísima sacudida, todo vino a mí de golpe…recuerdos de un hombre subiendo una escalera, el fuego, un hombre descendiendo por un tubo metálico, más fuego, un hombre rescatando a un niño, fuego, fuego, fuego; detrás de una cortina de humo estaba mi verdadera identidad: en mi otra vida, había sido bombero.
-¿Eres tú? Seguro que sí. Oye, qué niño tan guapo.
Deslizaba ella las palabras que le parecían justas para detonar el juego perverso de la seducción, en el cual, según sus cálculos, al siguiente movimiento correspondía oponer una frágil pero tensa resistencia. Sabía por qué estaba ahí; sabía cómo provocar; sabía que pasara lo que pasara ella sabría que había ganado. La ambición, sin duda, puede enceguecer a la gente. En este caso, ella perdió de vista un detalle crucial. Lo descubrió en un segundo vistazo a la foto.
Se volvió; había un asomo de desconcierto en su rostro: ¿por qué el bombero?, ¿por qué el fuego?
-Sí, gracias, soy yo.
Silencio. Las acciones se detuvieron. En un instante la seducción tomaría un camino nuevo.
-Mi hermana murió calcinada en ese incendio. Por eso dejamos el campo.
Los besos y caricias siguientes tenían algo de grotesco. Ella se dejó manipular, sumisa y temerosa. Él, con sonrisas muy parciales, pensaba a momentos: hoy me he excedido: necesito historias menos crueles; en fin, mañana habrá valido la pena. Por lo pronto…
Miguel siempre quiso vivir en el campo. En una casa blanca de madera, con techo de dos aguas y una parcela al frente sin más nada que césped fresco. Cuando conoció a Esperanza dispuso de sus ahorros, compró el terreno y comenzó a construir la casa tal y como la había deseado siempre. Una vez que la tuvo terminada llevó a su novia para mostrársela. Allí mismo, sobre el parquet de la estancia desnuda, hicieron el amor con tal brío, que todo a su alrededor fue contagiado por su pasión. El aire se enturbió, los cristales se estrellaron y la madera crujió con sus caricias e ilusiones. Un beso bastó entonces para encenderlo todo. Las llamas cundieron por el vecindario calcinando todo.
Cuando los bomberos llegaron, sólo encontraron una cicatriz de cenizas donde otrora estuvieran los amantes. En cambio, allí había un niño de unos seis años quien, impresionado, confundido y con signos indudables de amnesia, veía en silencio todo consumirse. Nadie supo nunca quien era ese muchacho, qué hacía allí ni cómo sobrevivió al fuego, pero a no ser porque resultaba una idea absurda, por su parecido con Esperanza, cualquiera habría pensado que ella lo había parido.
LA APUESTA
Si ellos pudieran dar su veredicto, éste habría sido unánime:
Yo Gané.
Pullitzer
El fotógrafo captura la imagen perfecta: un niño con el casco de un bombero, la mirada perdida. En segundo plano, las llamas devorando los escombros. La dramática foto sería famosa y su nombre, reconocido mundialmente.
–Sólo se salvó el niño. ¡Qué tragedia! –dice un tragafuegos con la voz ahogada.
–Sí, qué tragedia –le contesta. Y en la bolsa del pantalón, sus dedos acarician una caja de cerillos.
Pyro
— Mamá, mamá en la escuela el doctor Xavier y los demás niños dicen que soy pirómano.
— (silencio abrasador)…
— Máma?
LA ESPERA
Después del incendio, todos los días el niño se pasaba largas horas contemplando las cenizas del que había sido su hogar. Sus tías, conmovidas por lo que creían un necesario duelo por sus padres, no se opusieron a tal rutina, ignorantes de que, en realidad, él aguardaba la vuelta de su Fénix…
VOCACIÓN
Al grito de ¡acción!, el actor sintió la adrenalina palpitando en sus venas, esforzándose por extinguir unas falsas llamas asesinas. El casco 451, la manguera, las botas y el calor, le revivieron el deseo acariciado desde niño. Después del grito de corte, exhausto, precisó que relevaría los camerinos del estudio por una estación de bomberos.
Tras las cámaras, mirando de reojo, un fulgor crecía poderosamente en el corazón del co-estelar, por su interpretación de villano piromaniaco.
Cuando despertó, tenía puesto el casco y el fuego todavía estaba allí
Fotoblog
La foto del bebé siguiendo con la vista la cerilla encendida por el padre; La foto del bebé sonriendo; La foto del niño de dos años llorando porque se apagaron las velitas del pastel;La foto de los enseres de cocina donde falta el encendedor; La foto del perro muerto calcinado; La foto del niño de tres años jugando con el carrito de bomberos; La foto del kindergarten consumido por las llamas; La foto de los compañeritos con quemaduras de tercer grado; La foto del niño con su traje de la «antorcha humana» de los cuatro fantásticos;La foto del automóvil incendiado misteriosamente; La foto del niño en el Halloween vestido de dragón; La foto del vecino muerto por un extraño caso de combustión espontánea;La foto del niño con su casco de bomberos; La foto del incendio que casi acaba con la ciudad…
¿A poco no se parece a mí?
-Cincuenta días después de haber resucitado nos citó a todos en una casa, más bien era una especie de local. Ya habíamos hecho una que otra fiesta ahí, como el cumpleaños de Pedro, por ejemplo, o la despedida de soltero de Mateo, o nos juntábamos a ver los partidos de la selección nacional. Esas reuniones siempre terminaban en borrachera: cuando se acababa la chela a Jesús le daba por pedir agua en tinajas y la convertía en más chela, o vodka, o tequila, según anduviera de humor. Yo conocía al dueño, rentaba el local, compraba las cosas y después les pasaba las cuentas para que ellos me dieran el dinero. Quería decirnos que se regresaba a su tierra porque a su papá le estaba yendo bien en el negocio y le ofreció que le ayudara. Así que no nos veríamos más por un buen tiempo, hasta que él volviera por acá, y quería despedirse como se debe. Y ya habíamos comenzado a celebrar y a comer cuando de repente se escuchó un pinche ruido afuera, en el techo, en el cielo. Pensamos que era el viento, ya ve usted los pinches ventarrones que se sueltan por acá, pero no, nada. Nos asomamos a las ventanas y nada. Creímos que eran otra vez las lenguas como de fuego que se repartieron y fueron posándose sobre cada uno de nosotros, como hizo antes de navidad, y que resultaron ser las luces que contrató Santiago el del Zebedeo para amenizar la posada. Él salió con sus ondas de que era el espíritu del Santo y no sé qué otros rollos.
Ese día se quedó callado y después del ruidajo todos comenzaron como a hablar en otras lenguas, pero la verdad es que ya estaban todos borrachos. El vodka le quedó chafísima y luego intentó hacer whisky que más bien parecía champurrado. Me dieron ganas de vomitar. Fui al baño pero Tadeo estaba ocupándolo. Simón Pedro me alcanzó a ver cuando crucé el pasillo para ir al patio trasero y comenzó a reclamarme por el local, que estaba muy madreado, que por 30 monedas él encontraba otra cosa más perrona y mejor que esta y la madre. Ni le alegué. Pinche cabezota de piedra que tiene el muy necio. Luego llegó Tomás, Pedro le presumió de la mota y como el otro no le creía se tuvo que mochar. El olor nunca me gustó por eso me fui hasta el fondo del huerto, a un ladito de los olivos. Y cuando comencé a vomitar fue que madres, cayó el avión.
Yo creo que por eso diosito me salvó, porque ps no soy tan atascado como esos cabrones, que en paz descansen. El que no era borracho era mujeriego y el que no era bien transa. Santiago estaba armando un negocito con merca robada. No éramos unos angelitos, pero cada quien sobrevive como puede, ¿no? Y pues ahí de a poquito en poquito la llevábamos; nos comenzaba a ir bien. Y mire, no es por nada, ni porque yo sea celoso o vengativo o mala onda, ¿verdad?, pero la neta, ¿ve a ese niño de ahí? Apses m’ijo. Aquellos güeyes decían que no, que Jesús me había pedaleado la bicicleta, que le hizo el milagrito a mi vieja. ¿Y sabe qué más? Magdalena podrá ser todo lo que usted quiera pero nunca infiel. Además el morrito tiene toda mi cara. ¿A poco no se parece a mí?
Pedro abrió la puerta de la cocina buscando a su mamá, pero se encontró con la imagen de su padre, borracho, dándole una cachetada a su madre. No entendía lo que pasaba. Él, indefenso y sin saber qué hacer, se puso a llorar.
Su padre volteó a verlo y le preguntó directamente: –¿y tu porqué lloras chamaco?
En medio de ojos nublados, Pedro vio como su padre se acercaba a la par que desabrochaba su cinturón. El primer golpe hizo que gritara, mientras su padre sonreía al escuchar el sonido del dolor infligido.
Su mamá, su protectora, se quedó del otro lado de la cocina velando por su propia seguridad. Pedro los volteó a ver a ambos, uno rojo por la furia y la otra roja por los golpes recibidos.
Hasta ese momento nadie le había pegado a Pedro, y nadie lo volvería a hacer. El cinturón levantado, se encendió en llamas y cayó al suelo. Su papá se agarró la mano ligeramente quemada, lo volteó a ver asustado. En sus ojos se reflejaba el brillo incandescente de Pedro, y comenzó a disculparse con su hijo.
Pero era demasiado tarde.
La casa entera comenzó a envolverse de flamas, los crujidos del fuego opacando los gritos de auxilio.
Cuando llegaron los bomberos ya no había nada que hacer. Un bombero jóven encontró a Pedro afuera de la casa, lo agarró, lo llevó a un lugar a salvo y le puso su casco para distraerlo. –Es un milagro– le comentó a uno de sus compañeros, –que haya sobrevivido al fuego.
–Pero ahora ¿que haremos con él? ¿Quién lo cuidará?
Lo que Pedro sabía es que a pesar que su futuro era incierto, su padre no volvería a golpear a nadie más.
Luego de múltiples trámites, Llamitas, el dálmata que solía trabajar en la estación de bomberos, logró su jubilación… alguien lo tenía que suplir y no había perros disponibles…
Niño eres y en hombre te convertirás.
El futuro desplaza al presente, como el tacto del agua contempla al fuego.
Inocencia en el cuerpo inmaduro de Federico, los reflejos que maduran su pensamiento provienen del exterior, el alma madura en armonía con el pensamiento; creando la imagen del hombre que emigra através de sus ojos que observan el combate del hombre y la naturaleza. El fuego se esparce como el pensamiento hasta extinguirse; como la ausencia. La mirada del hombre ante el fuego, la mirada del niño ante el hombre, la mirada del fuego ante el niño y el hombre. Solo miradas. Existencia. Quiero ser fuego para conocer al hombre, quiero ser hombre para saber que fue niño. Quiero existir para escaparme entre el fuego de la muerte.
Cuando la recibí en mis manos temblé de emoción; para mí era la última pieza de una gran escultura, la pieza faltante de un enorme rompecabezas, la última pincelada de la obra maestra; para el mundo era algo tan insignificante… para mí, era darle mayor sentido a su vida y a mí vida, completarla; al principio ellos no entendían mi proceder, mi frustración y mi ansiedad, pero sin ellos no la habría conseguido, sin mis amigos me habría sido imposible conseguirla, pero ahora la tengo en mis manos. Cuando él murió mi mundo se derrumbó, él era mi ídolo, el ejemplo a seguir, mi mejor amigo; todos me decían que era afortunado de tener un padre como él, pocos pueden presumir que su héroe sea su padre, yo tenía ese orgullo. Mi tesoro más grande después de esa perdida irreparable era mí álbum de recuerdos; cada momento, cada detalle de mi vida junto a él estaba allí. Los primeros meses me acompañó en mi soledad; cuando al fin acepté su partida se convirtió en la remembranza de su fuerza y alegría de vivir y comprendí lo que eso significaba; cuando vi la foto en un viejo periódico y la nota que la acompañaba me di cuanta de lo afortunado que era, debía tener la foto original y completar el álbum, era el último momento que faltaba; gracias a mis amigos encontré al fotógrafo y la conseguí. Cuando era muy niño yo lo acompañaba en vacaciones a sus guardias en la estación de bomberos, un día hubo una emergencia y me llevó con él, ese día tomaron esa foto. Verme a mí sentado en la hierba, con la inocencia de la niñez y verlo a él contemplando el fuego, apacible a pesar de la tragedia, con el fuego casi controlado percibí un mensaje y una enseñanza que ahora siempre me acompaña; él esta conmigo sin importar la distancia, en los momentos del peligro él apaciblemente cuida mi integridad y arriesgando su vida protegía la de los demás; yo no puedo ser un héroe como él, pero puedo pensar que el me cuida y espera lo mejor de mí.
Dios protege a la inocencia.
El bombero no fue valiente como dicen todas estas personas: sí me puso su casco para salir del edificio, pero él traía otro abajo, de piel inflable.
Micro bombero
Nadie lo entendía y a el no le importaba, en realidad lo único que le importaba era acabar con la magia hipnótica que el fuego le producía, desde que tuvo uso de razón, a los quince minutos de salir del vientre de su madre, sintió el sol por la ventana y meo al doctor, – Un niño muy sano señora – exclamo el mismo fingiendo una risa mientras limpiaba su no muy limpia bata, además de sano, Luigo resulto ser muy inteligente, asombrosamente inteligente – Lastima que solo este interesado en apagar todo – decía su padre en silencio – Si fuese científico o doctor seguro ya habría descubierto la cura a todo – Luigo lo entendía, lo razonaba y lo desechaba, solo veía su libro de bomberos. En base a la lectura y observación de los mismos aprendió todas las técnicas y las perfecciono en su mente, cierto día, como muchos otros, salio de su casa sin que nadie se diese cuenta y camino hasta la estación de bomberos local, entro en la sala de juntas donde todos los uniformados se encontraban discutiendo la mejor estrategia para apagar un pozo petrolero, Luigo levanto el brazo, todos lo miraron sorprendido al pequeño niño de tres años de edad – Señores, la mejor estrategia es utilizar 402 kilogramos de dinamita a 34.95 metros de distancia del centro de origen de la combustión la cual puede variar, por lo comentado y lo observado en sus fotografías, en mas menos 1.2 metros, esto creara una ola expansiva que reducirá al mínimo el daño al entorno y sofocara el incendio en exactamente 2.2 segundos menos de lo que tarde en dar la explicación – Todos lo miraron asombrados, como nadie tenia una mejor idea y ya no había mucho que perder, recurrieron a la estrategia de Luigo, la cual funciono a la perfección.
A partir de ese día formo parte del escuadrón de bomberos, como no existían uniformes para su tamaño y como era parte del escuadrón de planeación y estrategia, se conformo, feliz, con un casco clásico del escuadrón, desde entonces, en todos los siniestros se sienta expectante a la distancia que el considera ideal para observar y resolver de la manera mas efectiva todos y cada uno de los incendios de la ciudad.
SUPERHEROE
Siempre pensé que sería Linterna Verde, que tendría ese poder, que sería parte de ese grupo selecto que lucha por la justicia.
Pero la vida siempre nos pone en nuestro lugar… y yo, no puedo ser Linterna Verde…
soy Johnny Storm y siempre lo seré
Interrogación.
No entiendo como es posible que te quedes ahí, sentado, mirando como el fuego consume mi infancia y tu vida.
No, señor, no sé qué es un calentador de gaz, yo sólo metí gol por la ventana.
LITERAL
Lo malo de tener una madre literal es que siempre corres riesgos con las palabras.
Mi padre pensó que con el disco de los Doors no habría problema.
Pero el efecto fue el mismo.
Light My Fire…
Literalmente…
Incendios
Acababa de cumplir 21 años cuando empezaron los sueños que habrían de acompañarme los siguientes 17 años. La sensación inicial era siempre la de calor en el rostro; después, una especie de marea roja inundaba mi campo de visión y todas las imágenes se calcinaban en un mar encendido en el que ciudades enteras, bosques, animales y personas acababan reduciéndose a cenizas. Las llamas me envolvían y yo despertaba empapado en sudor, tratando de jalar aire en enormes bocanadas, como un pez al que hubiesen expulsado precisamente de ese mar de fuego del que acababa de escapar. Y era sólo al despertar cuando sentía la realidad de esa extraña presencia que me acompañaba en cada sueño. Se trataba, en un inicio, de un hombre parecido a mí que aparecía sentado a mis espaldas. Con cada año que avanzaba sucedió que el extraño personaje ganaba en juventud. Al principio no lo entendí y pensé que esa peculiaridad era una más de las rarezas de esos incendios que eran siempre diferentes; no fue sino hasta que habían transcurrido alrededor de 5 años cuando fui consciente del fenómeno. Así, en los años que siguieron, fui dándome cuenta de la forma en que ese personaje continuaba el viaje a través de la adolescencia hacia su infancia. En tanto yo, cada vez mayor, me esforzaba por no perder esa lucha silenciosa contra las infinitas variedades de un incendio.
El último sueño ocurrió el año pasado. Recuerdo que en esa ocasión sentí por primera vez que el incendio soñado estaba a punto de ganarme la partida. Justo cuando las llamas me empezaban a abrasar los ojos, ese niño que debía de estar alcanzando la misma edad que yo tenía cuando perdí a mis padres, se puso en pie y se lanzó corriendo hacia el incendio. Recuerdo que en vano traté de detenerlo. Las llamas simplemente lo engulleron y, un segundo después, el incendio se apagó.
Desde entonces no he vuelto a soñar con un incendio. ¿Será porque, ahora lo sé, ya no queda nada que abrasar; ahora que las llamas lo han consumido todo en un abrazo?
Tránsito cortado y mi llegada tarde al trabajo. Alegatos, sentimientos, llantos fingidos y descuento en mi planilla de sueldo a final de mes. A quién le importa una catástrofe cuando no te incumbe. Cuestión práctica y engorrosa: a esperar que esa molestia se aligilizara. Salí del auto con mis tacos de niña perfecta hundiéndose en el césped, mis anteojos de diva y encendí un Marlboro para matar el tiempo perdido. (aclaración:entre mi paraíso de mi auto acondiconado y el infierno cotidiano ,decidí disfrutar de la escena) Anteojos de sol, mi celular en la mano y comentando por msjs una de la miles de descripciones de un horror… pero no lo era ( al menos para mí). Calor, fuego, botella de Gatodare. De pronto divisé al pendejo. No sabía su nombre, su edad y jamás preguntaría qué sería de su destino si estaba en manos de una ruleta con llamas. Decidí acercarme hasta él, era dos solamente ese momento:el niño x o nnn y yo con los mis cuentas por pagar. La idea me llegó clara: los bomberos regaban agua para apagar la nada que ya estaba perdida, pero podría hacer de mi tardenza un éxito. En el caos, nadie se preocuparía que yo le pusiera el casco de alguien que nunca conocería y que le hiciera caras para que mirara a mi celular .Gatillé, imagen naturalmente dispuesta para mí. Éxito. Instantánea perfecta.Más tarde las bajaría a cualquier concurso que llueven por google. Recompensaría mi descuento y me premiarían por captar con un simple «click» un futuro incierto relagando para los comentaristas largas discusiones vía tevé sobre todo lo que hablan y que nunca resuelven. El tráfico comenzó a tomar su curso naturalpero mientras caminaba y accionaba la alarma para subir, una fugaz idea nació…y si ese humo anónimo sería mi muerte personal …¿cáncer, morfina, respirador, una cama en un hospital?
Tal vez con el tiempo ese bombero sea premiado, tal vez ese niño x o nn me atendería cuando me infecten morfina en mis últimos intentos por respirar por mí misma. Y si toda esta historia se diera vuelta… si yo soy esa madre ahogandomé en llamas, y si yo fuera ese bombero…y si a la vuelta del barrio yo nacería siendo ese niño x nn. Y si no fuera nada más que una mentirosa que no sabe en qué vena ubicarse en esta escena…Bienvenidos a gran farsa llamada cuento o un puto número en negativo en mi recibo por haber llegado tarde a mi trabajo porque me jodieron la existencia un par de muertos y un miño que no importa…
Click… ese era el nombre de mi intento de cuento.
mis ampollas sanarán, pero las de mi madre tardarán
Dante el pequeño zoólogo fantástico o
Celsius 233
Siempre quiso contar con sus padres, con sus viejos, pero ellos ya no jugaban, sólo leían, leían y reían para sí mismos.
Por eso construía su imperio de fantasías, de volatilidades, de humo.
Y odiaba a los libros, a esos que le arrebataban a papá y a mamá, a esos que les convertían los antiguos cariños en momentos mudos y a esos que les habían vuelto a cada niña de sus ojos, miope.
Mejor, traía mascotas que rescataba de aquellas calles que sabían a descuido olvidado, a vanidad empolvada que estancaba los atardeceres de aventureros veranos. Dante traía animalitos y los volvía bestias imposibles.
Hizo de un gato callejero en la última vida, un elefante, y después lo volvió un elefángel.
Sin embargo el zoológico fantástico de Dante no bastó para llamar la atención de sus viejitos; llamarlos entre las llamas de su inflamada inventiva, así se imaginaba con su espectáculo de salamandras -salamantras porque serían muy espirituales-, pero nunca logró convertir a las lagartijas en aquellos bichos.
Así, como zoólogo fantástico, fracasó de nuevo. Tuvo que deshacerse de casi todo su bestiario. Sacrificó a un rinhorizonte cuando caía la última tarde del verano. Sólo se quedó con un pequeño hámster que había transformado en gámgster, junto a él acometería el definitivo reclamo de atención. Pero antes, él mismo se convertiría en un hombre -a fin de cuentas animal- fantástico, metamórfico, libre. Por fin cayó la cortina de la noche.
Entonces, antes de destruir el primer libro, trató de conocerlo, lo abrió como se abriría la puerta que oculta el nombre de el propio verdugo en voz de la propia madre, descubrió una versión ilustrada de Fahrenheit 451 y quiso tanto ser Montag.
La noche, la más impaciente de los amantes, fustigaba la mente no domesticada del pequeño Dante, quien vacilaba en dar el último paso. Pero su imaginación salvaje ya se le había adelantado: el gámgster evolucionó al lado del libro de un tal Darwin, y se convirtió en un hermoso ornitonírico, y así, con la compañía de este animal, Dante dio el paso que superó el fatigado umbral que mediaba entre su humanidad y la fauna fantástica.
Y cuando la realidad lo empapó, se encontró sólo, afuera, ante el desnudo amanecer, con parte de su ensueño vuelto verdad; tenía un casco como el de Montag, estaba frente a una casa donde yacían restos, dinámicas térmicas en reposo, ruinas circulares y los cadáveres de la luz.
En su mano se revolvió inquieto el que fue su gámgster, ornitonírico y que quizá con esta apoteósica cualidad, le había vuelto a él, al fin, una criatura fantástica, una singular y admirable bestia, un primate superior fantástico, un draghónmbre, que por momentos (como aquel) semejaba sólo un niño, un niño que bien podría estar sentado en el césped con flores de giraluna, ileso, llorando humo.
Fuga de gas
¡Pinches frijoles! Tan buenos que estaban.
Guy Montag veía con tristeza como se incendiaba aquella casa. Sólo había cumplido con su deber. Era su turno cuando aquella llamada llegó a la estación.
Un niño se le acercó al observar la frustración callada del bombero. Exhibiendo su entera satisfacción y orgullo con una gran sonrisa, el niño le exclamó: «Yo los denuncié. Los muy cerdos guardaban los libros en mi propia habitación».
Un rictus escapó de la boca de Guy. «Felicidades chico, hiciste lo correcto.» le dijo mientras le ponía su casco en la cabeza en gesto de condecoración. ¿Por cuánto tiempo él podrá seguir haciendo lo correcto?.
mi voto va para Sub, y su minificción titulada Firefighter (ubicado en la posicion del comentario número 4)
saludos
Reflejos
La reflexión se concentra en la mirada del infante. Sus estados mentales fecundan en su alma libertina el deseo de ser Hombre.
Los 4 elementos se fusionan: aire, tierra, agua, fuego; dando nacimiento al tiempo que madurara entre el cuerpo, pensamiento y el alma del infante; formando mas tarde la identidad firme del ser-humano.
La imagen y semejanza de un hombre se encuentra tras la vestimenta de un niño.
Inocencia
Las llamas devoraban los restos de la cabaña. Sólo el niño se había salvado. El tragafuegos lo sienta en el pasto, le sonríe con lástima y coloca el casco sobre su cabeza. El pequeño se emociona –ajeno a su horfandad– y continúa con el juego interrumpido. ¡Ahora sí parece un bombero de verdad! Deberá apagar otro incendio: prende un cerillo y, divertido, lo arroja a los arbustos.
CELEBRACIÓN
Con el sudor recorriendo sus sienes, el cura huía atravesando el pastizal; escapaba de un calor terrible. Agotado, se detuvo sobre una colina para recuperar el aliento. A lo lejos, la cabaña que servía de cantina, ahora era un fogón en el que se incineraban los pecados de los alcohólicos de San Lorenzo.
Cayó de rodillas, jadeante. Arrojó los fósforos benditos. Vio a niños y mujeres del pueblo rodear la tea. Las flamas bailaban calcinando los vicios, destruyendo las tentaciones, purificando los cuerpos de los briagos. Su alma se llenó de gozo por santificar ese lugar de perdición. (Satisfecho, deseó celebrar su triunfo con un buen trago de aguardiente.)
Mateo
Justo cuando Valtierra se acercó a apagar el fuego recordó la cara de Mateo. ¡Perrito! Y Mateo le lamió los cachetes y saltó a sus piernas y sacó la lengua y luego Valtierra recordó, si, con algunas dudas, que también Mateo movió la cola. De inmediato reaccionó, tomó al perro asustado entre sus brazos y lo llevó afuera de la casa en llamas…
— …¿Cómo se llama?
— Mateo
–¿Mateo? ¿Por qué?¿Qué nombre es ese?
— No se, de chico un bombero lo salvó . Yo creo que así se llamaba el hombre.
El pintor
Mis pinturas se venden muy bien —a pesar de que todas son autoretratos— me encarno completamente diferente en cada una de ellas, a veces como un viejo, otras como niño, incluso como un esqueleto, en fin todas las etapas de una vida. Mis pinturas se venden muy bien, sobre todo porque en ellas siempre aparezco protegido, me protejo a veces con espadas y utilizando escudos, cascos y barricadas. No me protejo de un trauma de infancia, ni lo hago de un problema presente, me protejo de algo que se que vendrá y por eso mis pinturas se venden muy bien.
Pequeño Monstruo
El niño insistía en que bajo su cama había un monstruo.
– No hay nada- comentó el papá y le mostró la parte bajo de su cama, iluminándola con una linterna.
En cuanto salió de la habitación el niño escuchó una vocecita
– No puede verme porque soy muy pequeño
– Ya estoy harto de ti, voy a destruirte- dijo el niño
– ¿Ah si? ¿cómo? – preguntó el pequeño monstruo.
– ¡No lo sé…!
– El fuego lo purifica todo…
– ¡Eso! te voy a quemar
– Tendrás que quemar toda la casa, porque yo soy como un Dios y Dios está…
– ¿en todas partes? – preguntó el niño
– Exacto . Tendrás que quemar TODA la casa
El niño esperó a que llegara la noche, puso fuera de combate a sus padres por medio de una llave de tuercas mientras ellos dormían y a continuación le prendió fuego a toda la casa, incluyendo la recámara de su hermanito y vio, no sin felicidad cómo éste se consumía entre el crepitar de las llamas, se sentó en un rincón y se puso a llorar.
Fue entonces cuando un bombero, arriesgando su vida logró rescatarlo. Se llevaron al bombero sofocado en una ambilancia y al niño huérfano le dejaron el casco para que se divirtiera un poco en lo que terminaban de apagar el fuego
bombero sofocado en una ambulancia y al niño huérfano le dejaron el casco para que se divirtiera un poco en lo que terminaban de apagar el fuego.
– ¡Hola sigo aquí…! – escuchó el niño una vocecita que salía del casco.
– ¿Cómo fue que sobreviviste si quemé todo?
– Logré escapar a tiempo pero aún puedes intentar destruirme. Es el nombre del juego- dijo divertida la vocecita
– ¿Cómo voy a destruirte?- preguntó el niño
– Voy a estar en casa de la señora Gómez a tres cuadras de aqui ¿sabes dónde?
– Si, pero ¿cómo voy a destruirte? – insistió el niño
– Debes ser más agresivo. mmmmhhh… Quizás si abres la llave del gas te esperas y le prendes fuego
puedas acabar conmigo por medio de una explosión…
– Pero si explota la casa exploto yo y me muero ¿no?
– No si lo haces a control remoto
– ¿Cómo es eso?
– ¿Sabes hacer avioncitos de papel?
– Sí, soy bueno para eso…
– Bueno entonces ven a la casa de la señora Gómez, en el camino te explico…
El niño se quita el casco y sin que los bomberos lo vean se dirige a una casa que se encuentra a tres cuadras de ahí…
Gulp…
Se me «batió» el archivo al cortarlo, pegarlo y editarlo «al vuelo». Lo copio de nuevo esperando ya quede bien…
Va…
Pequeño Monstruo
El niño insistía en que bajo su cama había un monstruo.
– No hay nada- comentó el papá y le mostró la parte baja de su cama, iluminándola con una linterna. En cuanto salió de la habitación el niño escuchó una vocecita
– No puede verme porque soy muy pequeño
– Ya estoy harto de ti, voy a destruirte- dijo el niño
– ¿Ah si? ¿cómo? – preguntó el pequeño monstruo.
– ¡No lo sé…!
– El fuego lo purifica todo…
– ¡Eso! te voy a quemar
– Tendrás que quemar toda la casa, porque yo soy como un Dios y Dios está…
– ¿en todas partes? – preguntó el niño
– Exacto . Tendrás que quemar TODA la casa
El niño puso fuera de combate a sus padres con una llave de tuercas y le prendió fuego a toda la casa incluso a la recámara de su hermanito y vio, no sin felicidad cómo éste se consumía entre el crepitar de las llamas, se sentó en un rincón y se puso a llorar.
Fue entonces cuando un bombero, arriesgando su vida logró rescatarlo. Se llevaron al bombero sofocado en una ambulancia y al niño huérfano le dejaron el casco para que se divirtiera un poco en lo que terminaban de apagar el fuego.
– ¡Hola sigo aquí…! – escuchó el niño una vocecita que salía del casco.
– ¿Cómo fue que sobreviviste si quemé todo? – preguntó el niño
– Logré escapar a tiempo pero aún puedes intentar destruirme. «¡Matar al pequeño monstruo!» Es el nombre del juego- dijo divertida la vocecita
– ¿Cómo?- preguntó el niño
– Voy a estar en casa de la señora Gómez a tres cuadras de aqui ¿sabes dónde?
– Si, pero ¿cómo voy a destruirte?- insistió el niño
– Debes ser más agresivo. mmmmhhh… Quizás si abres la llave del gas te esperas y le prendes fuego puedas acabar conmigo por medio de una tremenda explosión, que acabe con la señora Gómez, con su casa, con todo…
– Pero si explota la casa exploto yo y me muero…y se acaba el juego ¿no?
– No si lo haces a control remoto
– ¿A control remoto? ¿cómo es eso?
– ¿Sabes hacer avioncitos de papel?
– Sí, soy bueno para eso…
– Bueno entonces ven a la casa de la señora Gómez, en el camino te explico…
El niño aún con el casco, muy divertido con el juego y sin que los bomberos lo vean se dirige a una casa que se encuentra a tres cuadras de ahí…
Me gustan las historias 30 y 31(Sergio y Mariana)
Hola a todos. Con este comentario queda cerrado el concurso de febrero. Este espacio queda abierto para quienes deseen opinar o recomendar alguno de los textos concursantes. Pronto, los resultados. Saludos y gracias a todos.
Me gustó la idea de Pequeño monstruo.
El inicio del cuento te engancha, justo como debe ser.
Voto por la minificción número 8 (Ocurrencia) y la 12 (Reencarnación) 😉
Voto por el cuento de Pyro, el hipotexto de los X-Men me pareció muy interesante
Yo votaría por el cuento 17 porque soy fanático de los comic
Nùm de relato, 26 de Alejandro Herrera, me parece que es el que mejor aterriza la imegen con un relato sencillo, ameno y sin tanta visiòn apocaliptica, voto por ese.
VOTO POR EL 12, POR EL TOQUE POCO ORDINARIO ¿POR QUE TODOS VEN AL NIÑO COMO UN INCENDIARIO?
TAMBIEN LE DOY MI VOTO AL «MOSTRO 47 «, ESTA INTERESANTE, LE DIO OTRO GIRO AL NIÑO INCENDIARIO
GRACIAS POR LOS COMENTARIOS HERo
pues yo voto al 46
Te equivocas Alejandro Herrera, no todos ven al niño como incendiario.
por enlistarte algunos ejemplos estan los cuentos:
Dios protege a la inocencia.
Micro bombero
Niño eres y en hombre te convertirás
los cuentos de Jimena M. Vázquez y el de Silvestre
VOCACIÓN
Firefighter
…
Pues tampoco el mío es apocalíptico, ni pone al niño como un incdendiario. Se trata en realidad de no pensar tanto en el niño ni en el incendio; ellos son sólo un pretexto.
Voto por los que no ponen al niño como el que pirómano; es el motivo más común aunque parezca lo contrario.
Buenas tardes a todos. Hay un empate en el concurso de febrero y los ganadores son el cuento sin título de Fernanda, por lo enigmático de su trama, y «¿A poco no se parece a mí?» de David Chávez, por su recreación humorística e irreverente de los personajes bíblicos. Recibe mención especial «Pulitzer» de Itzel, por breve y contundente.
Muchas felicidades a los ganadores y gracias a todos. En un rato estará el concurso de marzo. Saludos…
En el cuento de Fernanda me gustó la frase o mejor dicho la figura poética o imagen «[…] una cicatriz de cenizas […]»
aunque el empleo posterior del adv. «otrora» es arcaismo, pero me gustó la figura.
Felicidades Fernanda!
!QUE CHAFA!
Iutah 2015.
Perdimos el control del challenger durante un juego de foot ball, la computadora no aguanto el pelotazo. Mi nombre es Juan sumara guiyü, Lider alfa de la manada, tengo cinco años , un doctorado en nanotecnología. Y soy el único sobreviviente. Toda mi infancia he soñado con ser bombero. Calculamos mal la caída de la nave, en vez de caer en el mar, caimos sobre un rancho ganadero, huele a carne asada y empiezo a tener hambre. Que hermoso es el fuego, y este casco me va muy bien. Una vez que terminen de apagar el fuego, comeremos un buen bisteck el hombre que esta atras de mi a quien adopte como nuevo papá y yo.