Una vez más, esta bitácora convoca a su concurso mensual. Los interesados pueden comenzar observando esta imagen:
Instrucciones:
1) Suponer que esta imagen ilustra una historia.
2) Imaginar cuál es esa historia: qué está pasando allí, qué momento se anuncia, por qué, quiénes están allí, qué hacen.
3) Escribir la historia, en forma de cuento brevísimo (minificción), en los comentarios de esta misma nota.
El ganador de cada mes será elegido tomando en cuenta la opinión de quienes decidan opinar, y recibirá un trofeo virtual. (Los concursantes deben dejar una dirección válida de correo electrónico, para poder recibir su premio.) La fecha límite para hacer propuestas es el 24 de diciembre.
Quedan invitados.
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136 comentarios. Dejar nuevo
Poltergeist cafeína
Fantasma que tarda en aparecer apenas el tiempo que el café ocupa en hacerse, sombra sin cuerpo que viene del más allá en pos del gusto de los cafetales de Colombia, Chiapas y Oaxaca, pero como es incapaz de sentir los sabores luego se enfurece y todo lo hace añicos, muy frustrado, porque sus papilas de éter están vedadas para el gusto, la calidez de la saliva y el cáliz agrio de la boca cada mañana. ¡Cómo sufrió el espíritu el día del velorio, cuando en la funeraria los dolientes se despachaban un café tras el otro, con su chorrito de alcohol, mientras él nomás veía, con los brazos en cruz sobre el pecho sin taquicardia! Ya quisiera el pobre señor las manos temblorosas y el insomnio de los viejos tiempos, cuando estaba encarnado, pero no, desde que se murió todo se le resbala, como su amado café que de vivo lo despertaba y era punto final de abundantes comidas, sopor digestivo con todo y su cigarrito, para charlar de política y boyantes finanzas. Por eso la viuda ha terminado por habituarse a los inútiles desplantes de su ex marido, rabietas de hectoplasma afecto a la cafeína, que vocifera y exige un café más cargado, porque dice que algo anda mal, que el café no le sabe. (“Pues sí”, piensa la esposa, “algo anda mal: estás muerto”.) De ahí que los muebles estén fuertemente fijados en el suelo, y en la casa prevalezca el plástico irrompible y el azúcar morena, pero sobre todo el café recién hecho, aromático y tentador, que sirve como afrenta irremediable para el muerto, como si la mujer le dijera, mientras se saborea una taza bien caliente, venganza post mortem en nombre de viejas rencillas, matrimonio arreglado e incompatibilidad de caracteres: “Mira, éste es el viejo placer que te está negado, el vicio inaccesible y tu verdadero infierno”.
Pero nadie, ni San Pedro ni Xólotl ni Bragi el poeta, ni el mismísimo Caronte, podía impedir que de tanto en tanto el abuelo regresara de una de sus muertes a tomarse un tinto y contarme mentiras.
“Invisibles, se revelan por medio de los efectos que su deseo imprime en el mundo”
Decir que llevó el pecho hacia la mesa y se dio cuenta por el calor es extraño. Cuál pecho? Cuál mesa? Qué acaso no una superficie blanca puede ser cualquier cosa? Y el universo, acaso no es una enorme mesa de billar? Los hombres sin cuerpo no tienen pecho. Decir que el calor de la tasa lo puso sobre aviso es extraño. Todo lo importante ocurre en la cabeza. De lo que se trata aquí es de enunciar, y lo más que se puede decir es que entre los hombres sin cuerpo hay uno que desea y ese es quien hizo traer la taza, el humo. El caso es que alguien la trajo, o mejor sea decir: la dejó. Alguien y otro deben rondar cerca. Es alguien quien la dejó y otro quien debe llevarla a los labios. De ello no hay razón. A veces, a veces hay el humo, la sombra del mundo que es blanco. Al final, la voz-niña se hace notar, y suena al centro del espacio: “Me escuchas?”. Y enseguida: “Acaso hay aromas?” Ahora lo entiendo. Una sonrisa en mis labios. Giro la cabeza hacia la voz-niña. Si respondo, ya no hay misterios. Pero despierto.
Se enfrió el café
Hemos hablado mas y tenido menos sexo, de hecho, hace rato que no lo hacemos. Tú, exige respuestas sencillas y directas, yo siempre quiero saber.
Mas te hago suponer. Te llamo de madrugada como si fuera un coquetear dormido. En lúgubre tono, te preguntó, ¿te gustan mis senos?, te detalló el aroma de mi cuerpo y saturó tus oídos de propuestas, dónde te muestras satisfecho.
Digo que recuerdo tus manos, las venas de tus brazos y me cito hilvanada a la pared, relegada del caos, para hacer el juego irresistible, como si fuera un regalo a la carta; inflamable en la cama.
Tú, clavado a la bocina pides verme. Te confieso que ya no eres el extraño de la calle con quien coqueteó en un cruce de miradas, ni alguien con quién quiera casarme. Eres quién entiende el juego y no se asusta a la mitad, eres a veces, una página incomoda, otras, otras… tú lo sabes.
Te reservas con codicia el deseo de agotarme, con total arrogancia dices que debo estar preparada para atarme a tu cuello. Te digo que bebo café y tu vulgar decir se desgarba en el auricular; antagonismo con tus buenos modales.
En mi mente asocio ideas, te pido venir, ¡ven loco a tocar a mi puerta!
Perturbado pronto llegas. Tocas fuerte y toscamente te tornas una criatura desgastada, me gritas ¡Maria!, en una rutina ciega y aguerrida, golpeas, y con reproches me pides abrir.
Yo, serena respondo, ¿estás aquí? Y musito apenas como consuelo, se enfrió el café, gracias por venir.
En una ciudad cualquiera, harto del hombre y su maleza, por un instante Dios calculó el diámetro de una taza pues había olvidado la medida. Planeaba crear otro mundo.
Una vez más mis dedos jugaron con la taza de café. Era cierto. Al igual que ella, yo sólo era un fantasma.
El hombre invisible nunca se imaginó que seria delatado por su propia sombra.
Me ha gustado el cuento de Arthur Hernandez
No aparecen
El hombre pensaba en tomar o no la séptima taza. Por más café que consumiera, no aparecían las musas por ningún lado. El papel continuaba en blanco, tan sólo algunos garabatos se distiguían entre rayones. Cuando los vio con atención, se dio cuenta de que había dibujado tres brujitas, trazadas magistralmente. El hombre dejó a un lado su taza y salió.
–Creo que he estado en un error -dijo-. De ahora en adelante voy a ir a otra cafetería.
Salen los guiones muy raros aquí.
Me impresiona el espejo opaco. O más bien, me impresiona el reflejo que
tengo en el espejo opaco. Es el más independiente de todos mis reflejos.
No siempre usa barba, y frecuentemente se pone ropa de colores que yo no
usaría. Sospecho que también tiene opiniones políticas divergentes.
Pero lo que más me desconcierta es que siga bebiendo mucho café. Yo ya
no me tomo más de una taza mientras leo el periódico, por el asunto de
los ataques de ansiedad. Pero el cabrón se toma como tres o cuatro.
Y aquí estoy de nuevo, intentando leer los editoriales mientras veo con
el rabillo del ojo como mi reflejo va y viene por café una y otra vez.
Maldición, cómo lo disfruta. Y no me atrevo a retarlo e ir por otra
taza, porque si lo hago, entonces lo habré convertido en yo, y yo me
habré reducido a reflejo.
Absurdo.
Nadie debería servir el café en una taza transparente. La oscuridad del café merece mejor amparo.
La transparencia es un contrasentido. Le roba la esencia. Literalmente.
Sólo una sombra
Esta fue una foto de miles. Todo comenzó seis meses después de la muerte de Joaquín. Poseída por un frenesí desconocido, tomé mi cámara digital y recorrí todas las habitaciones retratando todo aquello que él alguna vez hubiera tocado. Así descubrí aquella sombra, y muchas más. Inmortalicé su presencia en el sofá, frente a la ventana, en el umbral. Reconocía sus gestos, sus posturas. Al comienzo, me costó sentirme cómoda sabiéndolo allí. Pero al tiempo, lo acepté naturalmente y hasta llegué a sentirme acompañada. No podía hablar de una verdadera relación porque no la había. No oía voces, ni recibía mensajes, ni señales, ni nada. En realidad nuestra comunicación nunca había sido buena. ‘Me agotaron tus reclamos’ me había dicho, el día previo al accidente, cuando estuvimos a punto de terminar. Pero yo así me conformaba. Lo sabía sentado frente a mí cuando comía, a mi lado en la cama por las noches, de espaldas, como siempre. ‘Nada ha cambiado’ solía decirme. Una tarde, mientras cocinaba, le contaba entusiasmada lo bien que me había ido en el trabajo, la respuesta audaz que le había dado al guarango de mi jefe, la invitación al cine que me habían hecho mis compañeros, cómo la había rechazado debido a ‘otro compromiso’. De pronto, tomé mi cámara y saqué una foto de la silla en la que lo suponía sentado. Pero no estaba allí. Tomé una foto de la heladera, de la puerta, nada. Fui a la sala y retraté el sillón frente al televisor. Allí estaba, sentado, pies cruzados sobre la mesa ratona, con el ademán de quien hace zapping. Apague mi cámara y, con una determinación y fuerza inusitadas, la arrojé por la ventana desde el décimo piso que habito al corazón de manzana. Tomé mi bolso, retoqué mis labios y salí a paso ligero con la esperanza de tomar un taxi y encontrarlos antes de que comenzara la película.
¡Que maneras las del primo Woto! Jamás creí que la sutileza de su ingenio criminal llegara a tanto. Le molestaba el surtidor de burbujas por las noches. Sacó al simpático pescadito y lo puso a nadar en una taza con coca-cola. Al día siguiente, una pecera desolada y una taza de coca-cola; tumba ideal para un pescadito indiferente.
Defasaje existencial
No podría decir exactamente cuando comenzó. Sólo sé que al ver esa foto de mi taza y de su sombra, y sobre esta última, la sombra de mi mano, pero sola, sin mi mano, que aún descansaba sobre mi regazo, comprendí que mi sospecha se convertía en la más insólita verdad. Mi sombra adelantaba. Por algún motivo cósmico sobre el cual nunca me atreví a indagar, mi sombra y yo ya no sincronizábamos. El defasaje se había ido dando progresivamente. En un comienzo, había sido apenas perceptible. Con el tiempo, se había ido incrementando y esta progresión parecía no tener fin. Al principio no salía de mi asombro y probaba el fenómeno una y otra vez. Pero era un hecho. Mi sombra proyectaba las acciones de mi futuro inmediato. Otros hubieran sabido sacar rédito de esto, pero a mí, en cuestión de días, ya me resultaba insoportable. A la semana, ya no salía a la luz del sol y me mantenía alejado de las luces artificiales. Ya al mes, había optado por vivir de noche, rodeado de la más cerrada oscuridad. En la negrura de mi existencia, conocí a muchos que sufrían de mi misma condición y que, al igual que yo, habían buscado refugio en las tinieblas. Se dice mucho de nosotros. Que somos inmortales, que nos alimentamos de sangre, y no sé cuántas cosas más. Pero por más hostil que me resulte esta vida, dudo que alguna vez la deje. No vaya a ser que vuelva a la luz y me encuentre con que ya se ha proyectado mi última sombra, la de mi muerte.
Comentario al margen:
Había enviado otra mini ficción pero no aparece en los comentarios. La vuelvo a enviar para que aparezca y dice algo como ‘este comentario ya ha sido enviado ‘, y aún así no aparece… ¿mi relato habrá caído en una dimensión desconocida???
¡Es obvio! – Dijo exaltado y con aire de suficiencia – el truco está en proyectar una luz sobre la mano de tal forma que su sombra la de la taza coincidan sobre la pared creando la ilusión. Otra forma de hacerlo – dijo ya más para él que para mi – es mediante una pantalla a la que se proyecta luz desde el otro lado, donde están la persona y la mano.
Sonreí y le felicité: No se le puede ganar una estimado Doctor, es usted muy perspicaz.
Se fue sin preguntarme como había logrado la foto, satisfecho en su ignorancia, satisfecho en su arrogancia. No quise perturbarlo y explicarle que la foto era real, que de tarde en tarde nuestros ángeles y demonios vienen con nosotros a tomar una tasa de café.
voto por la mini de Guillén, pero no le veo ni la taza ni la sombra ni el café… (estarán en la dimensión descosida esa?)
De las dimensiones, la más jodida, la descosida, por lejos…
Con la velocidad de una cobra, el asesino depositó el veneno en la taza. La cámara de seguridad alcanzó a captar alguna sombra. Fue exonerado por falta de pruebas.
Sorry, olvidé el título de la minifix: va de nuez.
>
Con la velocidad de una cobra, el asesino depositó el veneno en la taza. La cámara de seguridad alcanzó a captar alguna sombra. Fue exonerado por falta de pruebas.
No sé qué pasó. Va otra vez.
Non guilty
Con la velocidad de una cobra, el asesino depositó el veneno en la taza. La cámara de seguridad alcanzó a captar alguna sombra. Fue exonerado por falta de pruebas.
Me invitó a tomar una taza de café:
Queria decirme tantas cosas, pero solo veía como pasaba sus dedos sobre la taza de café, fueron pasanron los minutos, cuando se dio cuenta que se enfrió su café, tan solo me pidió que nos malcharamos y nunca más lo he vuelto a ver.
Aquí se llenó una taza
y cada comensal
perdió su masa.
Presencia
Muchos años han transcurrido,y a pesar de ello,la presencia de Damián continúa en nuestra casa.En cada amanecer,en cada perfume de las rosas del jardín,en cada desayuno,pero sobretodo en el café,el aroma de su loción se mezcla con el y puedo ver su mano a través del calor que la taza despide.Aunque ya han pasado más de diez años,él,aún continúa a mi lado.Mis amigos y vecinos me recuerdan día a día que él ya no está entre nosotros,pero nadie sabe mejor que yo que eso nunca ha sido verdad,y aunque ellos no lo ven o no lo acepten,él siempre vivirá al igual que su sombra.La presencia fantasmal de Damián.
Con sentido
En la taza dejaste el grabado de tus sentimientos. La última vez que los intenté leer me dolió la cabeza por semanas. Al revés, al derecho nada esta igual después de sostenerse.
La velocidad a la que viaja la luz en este
cuarto es inaudita. Y no por veloz si no
exactamente por lo contrario, por lo lento.
Yo me fui hace dos horas. Tú, hace dos días y
el tiempo en que la sobra llego a la pared supera eso.
Ahora ahí no pasa nada, no se anuncia nada, no hay nadie, y la sombra ya no hace nada.
Solo me queda el dolor de cabeza por haberte tenido.
Nota al margen.
Querido webmaster-editor-responsable de las notas
Por favor podrías sustituir en el tercer parrafo:
«el tiempo en que la sobra llego a la pared supera eso» por
«el tiempo en que la sombra llego a la pared supera eso»
las diferencias
Encuentra las 5 diferencias.
1.- La taza de la sombra tiene más salsa de soya.
2.- La oreja de la sombra está desalineada.
3.- La taza de la sombra tiene un foco detrás.
4.- Los platos están situados en planos diferentes.
5.- La taza de la sombra pertenece a la serpiente.
Libertad
Y me mantienes bajo tu brazo y me sometes a tu voluntad, que si prefieres fumar o si prefieres beber, que si me quieres a tu lado o prefieres apagar la luz, que sin importar ello siempre debo esperarte. Pero basta ya, hoy en medio de tu soledad, mientras miras con nostalgia un cuadro ajeno pensando en la vida que no tienes (la mujer que no tienes y los hijos que no engendraste) aprovecho la oportunidad de liberarme de tus ataduras.
Ni siquiera te has percatado del suceso, tu mano elevándose mientras la mía permanecía en el vaso, yo se que ocurrió y eso me basta. Por un momento me libere de ti, por un segundo mi extremidad logro desapegarse y mientras te llevabas la mano a tu rostro sollozante yo vitoreaba por mis segundos de libertad.
Hoy solo fue la mano, ya solo es cuestión de tiempo. Te lo prometo. Y no temas una represalia, no haré mas que irme, abandonarte y demostrarte que por fin estas solo de verdad.
CAFÉ LAS ANIMAS
Este lugar es algo especial pues cada taza de café viene acompañada de una alma en pena, generalmente son almas de mujeres que vivieron de forma fácil y desordenada, hoy andan vagando porque no encuentran reposo.
Vienen aquí a embelesar los pensamientos de los clientes haciéndoles mas placentero el rato, a algunos les sirven de musas que inspiran sus poesías.
Juramento.
Moriré algún día, como cualquiera, pero mi muerte no será del todo cierta, volveré de vez en vez a robarte un beso y una taza de café.
LIMBO
En el mundo de los vivos, muero a cada momento; en el de los muertos, soy el único que respiro.
Imposible postergar un día más la decisión.
Ay ese juramento me encanto!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Bilis Negra
Una noche hipocrática y luego la melancolía, perpetua. Me vació. Un café. Vino tinto. Zarzamora. Té negro. Agua de cáñamo. Orina de rinoceronte. Nada. Mil veces. Mil noches. Lo he probado todo, lo he tomado todo, cualquier cosa que se le parezca, cualquier aproximación. Y nada. Esa mañana desperté y el espejo no funcionaba más.
¡Sugar-diet sí funciona!
¡O pierdes el peso que tienes de más (todo), o te pagamos tu café!
Te había servido tú taza de café cargado y esperaba a que
le dijeras algo, entre tanto silencio que habías guardado
últimamente. Y como su cuerpo ya estaba muy lejos, lejos de tu
carne etérea, preferiste el café, la negra ausencia.
NOTA: se debe tomar aire antes de leer
Sombra de nada
La sombra atraviesa una enredada trama de algodón sureño recogido por la mano de una niña con su sonrisa suelta dentro de su cuerpo vacío que resuena como un cascabel oxidado dejando una delicada silueta de una mujer que desliza sus dedos sobre el borde brilloso de una taza colmada de café sembrado y triturado al sur del sur detrás de las montañas colmadas de nieves tan blancas como las fibras del algodón blanco que sostiene la estampa de huesos cubiertos por una sedosa lujuria de aquelarres entre sorbos de noche líquida servida en la taza transparente que se eleva como un trofeo sobre la mesa dentro del cuarto donde no hay niña ni mujer ni piel sedosa ni mano ni noche ni taza ni luz ni demonio, tan solo un fantasma.
El terrón
Las sombras de los ciegos son traviesas. Aquí, por ejemplo, le pone un terrón de azúcar (¿o de sal?) a su taza de café.
Oh sorbo maldito, que me has hecho, has profanado mi sangre, sabia que maria no me perdonaria,
al dejarme este elixir maldito que me extasiaba solo alli podria envenenarme, oh umbral de la muerte que
me permites ver su mano asesina, en donde yace el sorbo que me ha robado mi vida.
Fantasma de la escalera.
En mi casa hay un fantasma. Estoy segura. Se lo he dicho a mi madre en varias ocasiones aunque generalmente, me ignora. Una vez llegó (para tranquilizarme o desentenderse, no lo sé) a prender una velita, que sólo duro dos días. No fue suficiente. El fantasma vive (si es que se puede usar ese verbo) en el descanso de la escalera. Ocurre que desde hace ya varios meses después de preparar en la cocina mi imprescindible café nocturno y subir con él por las escaleras, algo me hace invariablemente tambalear o tropezarme y derramar torpemente buena parte del contenido de mi taza. Al principio creí que sólo era torpeza mía, pero la frecuencia y la especificidad del hecho me han llevado a sacar conclusiones: un fantasma cafeinómano me espera por las noches, paciente e incansable en los escalones. Ignoro el método, quizá me pone el pie o tal vez lanza un certero manotazo con el que convierte mi cena en su cena. Seguramente, se ríe de mí antes de beber de las muertas gotas que caen al piso de baldosas color durazno. Eso me molesta, tanto la burla como el hecho de que después yo debo limpiar sus sobras. Y como en mi familia siempre se ha dicho que debe haber un equilibrio entre el dar y el tomar, indignada se lo he hecho saber al fantasma, que seguro ya lo había oído antes, por que apenado empezó a aparecerse en mis sueños dándome oportunos avisos o advertencias acerca de tal o cual situación. Las primeras veces fui escéptica pero ahora he llegado a confiar en “él”. Y en agradecimiento, por las noches dejo las luces encendidas en la escalera y un café negro de “La Parroquia” para que pueda beber, si gusta, de su jarocha sombra en la pared.
Que recuerdos da el café, me recuerda la nostalgia de lo ya vivido y perdido, frente a ésta taza llegan remembranzas de noctámbulas charlas, de largas soledades y suspiros olvidados
Éste aroma a mi mente calma y cual nepento lo sigo sorbiendo; una tras otra las tazas se vacían, una memoria tras otra con ellas se va, y así hora tras hora se van sentado en mi acariento sillón y mirando que ya casi el alba es me retiro a dormir…..en fin, otro día esto tendrá fin
El asesino entro en el despacho, en silencio saco un revolver de su cazadora. Dio unos cuantos pasos hacia adelante, observo detenidamente a su alrededor; estaban solos. Mientras… ajeno a lo que podía pasar, Marcos sumergía sus pensamientos en una tasa de café. Su esposa era fría, nadie sabia sus intenciones; ella quemaba sus ansias fumando un cigarrillo.
¡Un disparo!
Y en la obscuridad ella reía al fin libre, su frialdad se consumía en el piso del despacho, Marcos muerto parecía observa como ella bebía el café, todavía caliente…
AROMA DE UNA ILUSIÓN
Tan solo un sorbo había dado Rodrigón cuando sintió nauseas y mareo.
—¡Rodrigo! —Exclamó su madre al entrar a la cocina—, ¿Qué has hecho?
—¿Silvia? —Preguntó él al mirar hacia la pared—, aún no termino mi café, no lo retires.
Rodrigo no dejaba de mirar la pared, podía observar una sombra que tocaba el borde de la taza de su café.
—¡Buenos días señorita! —Exclamaba la madre de Rodrigo al llamar por teléfono—, mi hijo acaba de ingerir veneno.
Minutos después llegó la ambulancia al rescate de Rodrigo.
—¡Su hijo estará bien! —Exclamó el doctor que atendía a Rodrigo—, le sugiero que lo lleve con una psicóloga.
—¡El no intentó suicidarse! —Decía la madre angustiada.
—¿Entonces como explica lo ocurrido?
—No lo sé —Respondía la madre abrumada—, no lo sé…
—Tranquila señora, venga conmigo un momento por favor.
Al día siguiente, Rodrigo seguía internado en el hospital de la ciudad.
—¡Hola Rodrigo! —Saludó una señorita al entrar al cuarto del chico.
—¡Hola! —Respondió él—, ¿Quién es usted? ¿Y Silvia? ¿Dónde está ella?
—Rodrigo… escúchame con atención, ¡Silvia no existe!
—¿Quién es usted? no me ha respondido.
—Mi nombre es Mariana, soy psicóloga.
—¿Psicologa? Para que me han enviado a una psicóloga.
—Para ayudarte.
—¿A que?
—Con Silvia, tu mamá me dijo que hace una semana, cumpliste 21 años y que ese día saliste de la casa por la mañana
—Así es, fui a una cafetería que está a la vuelta de la casa —Dijo Rodrigo—, ahí es donde conocí a Silvia.
—¿Cómo es ella?
—Es muy hermosa, tiene la sonrisa más encantadora de la tierra, sus ojos, brillan como luceros en el firmamento, su cabello es muy lindo y suave como la espuma del mar, me gusta cuando ella lo lleva detrás de su oreja porque se le viene a la mejilla.
—¿Dónde vive?
—Dice que vive muy cerca de aquí, pero no me dijo la dirección.
—Me enteré que tu madre preparó una comida para esa ocasión, y que todos tus amigos asistirían.
—Es cierto —Contestó Rodrigo—, invité a Silvia, me dijo que iría al salir del trabajo, pero no llegó, la esperé con ilusión, pero jamás se presentó.
—Y después que sucedió.
—Al día siguiente fui a verla, pero me dijeron que ya no trabajaba ahí, pregunté por que, pero me dijeron que tuvo que marcharse.
—Tu mamá dice que así estuviste en la semana, pasabas a preguntar por ella y nadie te decía más, pero cuando ella fue, le dijeron que jamás había trabajado alguien con ese nombre ahí.
—¡Ella miente! —Exclamó Rodrigo al alterarse—, solo no quiere que conozca a nadie.
—Tranquilo Rodrigo —Dijo Mariana para calmarlo—, hace una hora fui personalmente a preguntar por ella, y me dijeron lo mismo.
—No es verdad —Decía desesperado el joven—, Silvia existe, yo quiero pedirle perdón.
—¿Perdón por qué?
—Por derramar el café sobre la mesa —Respondió con tristeza el chico—, tuvo que limpiarlo todo, le dije que lo sentía, pero aunque ella sonrió y me dijo que no importaba, yo sabía que sí.
—Y luego que sucedió.
—La invité a mi casa, como ya le dije, y me dijo que iría con gusto, pero es obvio, se enojó conmigo por derramar el café.
—Lamento decir esto Rodrigo, pero eso no es lo que ocurrió, una mesera de ahí me dijo que aquel día tú llegaste y pediste un café, ella te lo preparó y lo llevó hasta la mesa donde estabas, después tu lo regresaste al mostrador y dijiste que lo cambiaran de taza, que querías una de cristal.
—No es así, Silvia me preguntó que deseaba tomar, y yo le dije que quería algo fuera de lo común, pero ella respondió que solo había café, que no podía ser algo fuera de lo común, hasta que se le ocurrió algo y me pidió que esperara, después trajo un café servido en una taza de cristal.
—Eso crees que sucedió.
—¡Si! —Exclamó enfadado Rodrigo—, Silvia aún no dejaba la taza sobre la mesa cuando yo la derramé al querer tomarla.
—Disculpen la interrupción —Dijo el doctor al llegar—, la madre del paciente desea verlo, podrías dejarlo a solas Mariana.
—¡Claro! —Dijo la psicóloga al levantarse de su asiento—, ¡En seguida vuelvo Rodrigo!
—¡Hola hijo! —Exclamó la madre al sentarse al lado de su hijo—, ¿Cómo te sientes?
—Mejor madre, pero… ¿por que nadie me dice nada de Silvia?
—No pienses en eso hijo, por ahora descansa.
—No mamá, yo quiero ver a Silvia.
—Ella no existe hijito de mi alma —Dijo la madre antes de comenzar a llorar—, no sé por que actúas así ¿De donde sacaste esa idea? ¿Por que intentaste suicidarte?
—Tranquilícese señora —Dijo el doctor al entrar al cuarto—, déjeme conversar con su hijo un segundo por favor.
La madre salió al pasillo, donde se encontraba la psicóloga
—¿Que sucede con mijo doctora? —Preguntó la madre al abrazar a la psicóloga.
—Tranquila señora, el doctor tiene algo que decirle, espere a que regrese.
Mientras en el cuarto, el doctor revisaba los signos vitales de Rodrigo, y al terminar se detuvo a pensar.
—¿Qué sucede doctor? —Preguntó el chico—, ¿Por que todos actúan muy raro?
—Estamos preocupados por lo que hiciste —Respondió el doctor.
—¿Hacer que?
—Tomar café —Aclaró el doctor—, dime ¿Cómo lo preparaste?
—Con café… —Dijo el chico muy confundido—, y azúcar… como se prepara un café.
—¿Qué más le agregaste a tu café? —Insistió el doctor.
—¡Agua! —Exclamó Rodrigo con la misma expresión de confusión.
—Me refiero a algo más de lo que usualmente le añadimos a nuestro café, no sé, quizá crema, leche, alguna otra sustancia.
—¡No! —Respondió Rodrigo—, solo me gusta bien cargado y negro.
—De acuerdo —Dijo el doctor—, es todo por hoy.
Al salir de la habitación, el doctor se dirigió a la madre.
—¿Cómo está mi hijo doctor? —Preguntó la señora.
—No entiendo, ayer se encontraba bien, y hoy en otro análisis encontramos algo en la sangre de Rodrigo, al parecer había algo más en el café, no logramos saber que es.
—¡Veneno! —Exclamó la madre—, encontré el frasco de raticida sobre la mesa cuando lo encontré.
—No señora, no es raticida.
—¿Entonces? —Preguntó la señora—, que sucede con mi hijo doctor ¿se va a morir?
—No señora, haremos todo lo posible para detectar que es lo que tiene Rodrigo.
—Volveré con él por si me dice algo más —Dijo la psicóloga.
Mariana nuevamente entró a la habitación de Rodrigo.
—¡Ya recordé que más agregué al café! —Exclamó alegre Rodrigo al ver a Mariana entrar.
—¿Qué fue? —Preguntó ella—, ¡Dime!
—No puedo —Respondió él—, es un secreto.
—Dímelo, yo también quiero prepararme un café —Insistía la psicóloga.
—En realidad no puedo —Dijo al dar la vuelta en la cama.
—Anda Rodrigo, somos amigos, dime.
—Ya hizo efecto el tranquilizante que le apliqué —Interrumpió el doctor—, no sé porque tardó tanto.
—¿Escuchó lo que dijo?
—Por supuesto, esperemos que mañana nos revele ese secreto que podría salvarle la vida.
Al día siguiente, Rodrigo despertó e intentó levantarse, pero entró alguien nuevamente y fingió estar dormido.
—¡Ya sé que estas actuando! —Dijo una joven al tomarle la mano derecha a Rodrigo.
El continuó con su juego, mientras escuchaba el ruido de una cuchara dentro de una taza, como si revolviesen azúcar en el café.
—¡Café! —Exclamó Rodrigo, el aroma lo obligó a confesar.
—¡Así es! —Respondió la chica quien le daba la espalda a Rodrigo mientras preparaba café—, sé que te gusta bien cargado y negro.
—¿Pero… por que me preparas café? —Preguntó él angustiado—, no es correcto.
—Lo sé, pero este café será nuestro secreto —Dijo la chica al entregarle la taza de café sobre un plato.
—¿Y quién eres tú? —Preguntó Rodrigo mientras parpadeaba, su vista era borrosa después de haber fingido que dormía.
—Tu enfermera —Respondió la joven sonriendo—, estaré aquí cerca por si necesitas algo.
—Mmm… —Saboreaba el café Rodrigo—, ¡Espera!
—¿Se te ofrece algo? —Pregunto la chica antes de salir de la habitación.
—¿Cuál es tu nombre? ¿Cómo acudirás a mi llamado?
—¡Solo pregunta por la enfermera Silvia! —Respondió ella al colocar su cabello detrás de su oreja.
—¿Silvia? —Preguntó él alegre—, ¡Regresa! ¡No te vayas! Silviaaaaaaaaaaa.
En ese momento entró el doctor, la psicóloga y la madre de Rodrigo.
—¡Tranquilo! ¡Tranquilo! —Decía el doctor mientras levantaba a Rodrigo del suelo.
—¡Oh por Dios! —Exclamó la madre al ver en el suelo una taza de cristal, y un plato.
—¿Cómo llegó eso aquí? —Preguntó el doctor.
—¡Quiero ver a Silvia! —Dijo Rodrigo—, ¡háblenle!
—¡Silvia no existe! —Exclamó la psicóloga—, ya platicamos de eso ayer.
—No es verdad, acaba de venir —Dijo Rodrigo mientras intentaba levantarse de la cama—, ahora es enfermera, me trajo café.
—¡Aquí no trabaja ninguna enfermera llamada Silvia! —Respondió el doctor.
—¿Y como explica el café? —Preguntó el chico.
—¡No lo se! —Exclamó el doctor quien ya se encontraba muy confundido—, en realidad, no lo sé…
Nuevamente dejaron solo a Rodrigo, mientras dormía, enviaron a analizar los fragmentos de la taza y del plato, así como los residuos del café.
—Nadie lo entiende… —Decía Rodrigo mientras miraba hacia la pared—, pero de cualquier manera, guardaremos nuestro secreto.
—¡No otra vez! —Exclamó el doctor al entrar y ver una taza de cristal llena de café al lado de la cama de Rodrigo.
—¡Silvia no te vayas! —Gritó el chico mientras la sombra de la mano de Silvia tocaba el borde de la taza de su café.
—¡Enfermera! —Gritaba el doctor mientras apuñaba su cabello con desesperación.
—¡Silviaaaaaaaaaaaa! —Gritaba al mismo tiempo Rodrigo.
Fin
Cada tarde sentado en la misma mesa, pedía su bebida habitual, esperando siempre la llegada de aquella persona que lo acompañaría de regreso a su morada. Cada tarde el aroma del café le decía que espera era inútil y le esperanza tortura. Y una sombra que proyectaba el pasado jugueteaba con la propia taza mientras el seguía en constante agonía de esperarla cada tarde sentado en la misma mesa de aquel café… ella nunca llegaría.
I
–¿Cómo te fue en tu clase hijo?
–¡Bien! ¡Hubieras visto ma’!La maestra ya no sólo usó tele-qui-nesis para tomar su café. Proyectó su sombra tele-qui-ne-ti-camente en la pared!
–¡Qué bien que aprendiste a decir telequineticamente! ¿Qué mas hicieron?
Telequinesis
—¿Cómo te fue en tu clase hijo?
—¡Bien! ¡Hubieras visto ma’!La maestra ya no sólo usó tele-qui-nesis para tomar su café. Proyectó su sombra tele-qui-ne-ti-camente en la pared!
—¡Qué bien que aprendiste a decir telequineticamente! ¿ Y qué mas hicieron?
Olivia ya se había ido a dormir, observé que su taza de café había quedado casi llena -realmente nunca fué muy afecta a la cafeína-
Y Yo por mi parte decidí quedarme un rato mas, contemplando esa taza que por unos breves segundos estuvo en su boca, aquella boca que cuando estuve en el mundo de los vivos donde ella está todavía besé tantas veces…
…La observé mucho, tal vez varias horas mientras mis dedos jugaban en el borde de mi taza y contaba con nostalgia los breves minutos que me quedaban antes de volver otra vez al reino donde ahora pertenezco y donde sé que ella tendrá que venir a acompañarme algún día…
mefistofelefiano
La vida que se va a sorbos (a momentos la vemos tan exprés), me dijo el tipo americano, parecido al tío Sam, con ese español molido con el que desgranaba cada palabra, es cosa de desvelos y sobresaltos. Hay quien se amarga la vida y se entenegrebrece el alma, dijo (y se llevó la mano al pantalón para sacar el reloj de bolsillo con leontina que marcaba unos minutos pasada la medianoche), que muere entre sufrimientos inenarrables. Pero existe gente como usted, dijo (y con la mano derecha se acicaló la barba terminada en punta, mostacho salvadordalicesco, para después, con gesto de preocupación, acomodarse un par de protuberancias que parecían crecer de a poco en su frente) que es más sensata y se alegra el alma, la vida, como con tres cucharaditas de azúcar. Ahora, ¿sería usted tan amable de firmar el contrato de compra-venta? De preferencia con su sangre, sí. Recuérdelo, dijo (y dio un último trago a su café para después encender con lo que parecía ser una cola terminada en punta ese cigarro que dejó el departamento hediondo a azufre), que a las mujeres ni todo el dinero, ni todo el amor. Pase usted buenas noches.
Matutina
No hay en este mundo cosa que me despierte más que una taza de café por la mañana; ni el baño diario siquiera; ni las guerras, los muertos, la corrupción y los desastres que la T.V. y la radio tan cruelmente nos regalan; ni la carrera neurótica del tráfico al trabajo seguida del regaño de mi jefe por haber llegado tarde nuevamente.
Tanto que hasta esos días cuando el espasmo dominical resulta vencedor; cuando no puedo despegarme de la cama, ni separar mi cuerpo de tu cuerpo tropical y caluroso; mi sombra sin pensarlo se levanta y sin necesitar de mí o de tí se regala una taza de aromático café, de madrugada.
Me parece que además de participar, hace falta que votemos por la mini-ficción que preferimos, ¿o no?, a mí me gusta la enviada por Arthur Hernández
Saludos a todos !!!
Voto por Telequinesis de Fernando, está bueno (Y) !!!
– Señor subgerente…¡otra vez!
– Ay, Juancho. ¿Cuándo vas a aprender a no servirle a los clientes huidizos? Esto ya lo vas a tener que pagar tú, ¿entiendes? ¿Juancho? ¡Juancho!
La diferencia
— Si me hubiera intentado suicidar hubiera puesto una dosis más fuerte.
— Señora, sabemos que usted padece depresión.
— Es verdad, pero lo que digo también es verdad.
— Dice usted que fue la sombra de la mano…
–¡No! Fue la mano de la sombra. ¿Qué no ve usted la diferencia?
Se enfrió el café (corregido)
Hemos hablado mas y tenido menos sexo, de hecho, hace rato que no lo hacemos. Tú, exige respuestas sencillas y directas, yo siempre quiero saber.
Mas te hago suponer. Te llamo de madrugada como si fuera un coquetear dormido. En lúgubre tono, te pregunto, ¿te gustan mis senos?, te detallo el aroma de mi cuerpo y saturo tus oídos de propuestas, dónde te muestras satisfecho.
Digo que recuerdo tus manos, las venas de tus brazos y me cito hilvanada a la pared, relegada del caos, para hacer el juego irresistible, como si fuera un regalo a la carta; inflamable en la cama.
Tú, clavado a la bocina pides verme. Te confieso que ya no eres el extraño de la calle con quien coqueteo en un cruce de miradas, ni alguien con quién quiera casarme. Eres quién entiende el juego y no se asusta a la mitad, eres a veces, una página incomoda, otras, otras… tú lo sabes.
Te reservas con codicia el deseo de agotarme, con total arrogancia dices que debo estar preparada para atarme a tu cuello. Te digo que bebo café y tu vulgar decir se desgarba en el auricular; antagonismo con tus buenos modales.
En mi mente asocio ideas, te pido venir.
Perturbado pronto llegas. Tocas fuerte y toscamente te tornas una criatura desgastada, me gritas ¡Maria!, en una rutina ciega y aguerrida, golpeas, y con reproches me pides abrir.Yo, serena respondo, ¿estás aquí? Y musito apenas como consuelo, se enfrió el café, gracias por venir.
esta chido
Lo que se quedó
Ella se fue. Salió corriendo por la puerta de enfrente con esos zapatos horrendos y con su vestido azul. Se llevó todo, la televisión, la radio, mi colección de discos de La buena vida, mi gorra de los Pumas y esas viejas revistas que nunca pude leer. La contemplé, hermosa como siempre, mientas se alejaba a bordo de un gran camión que hacía un ruido aterrador al avanzar. Di la media vuelta, entré a la casa maldiciéndome por permitir que se llevará todo, entonces sorprendí a su sombra intentando robar mi ultimo café.
Se enfrió el café (II)
-¡María! ¡María!
Tus puños apretados atavían mi pared, se enfadan de ser solo una versión roída, sin abrigo, esa manera oscura de hacerte venir, te confunden. Te asumes en un hedonismo acelerado y tu eco se funde a la ausencia de luz, donde mis labios se adelantan al letargo de tu respiración, somnolientos, hurgan y permean; ¡estas temblando!
Un eufemismo se salpica al sorbo de café, se enraíza a mi sombra y acentúa el abandono; está vigilia es mordaza, testadura derrota donde solo soy un fantasma.
Fe de erratas: En la tercera lìnea debe decir «confunde» sin la N, perdon, gracias
besos
Se enfrió el café (III)
Me miras como pieza única y tus ganas por cruzar la línea se hacen más grandes, quieres abrazarme y ese instante oportunista no llega ni al azar ni como conforte. Exhalas mis mentiras para deshacer lo absurdo de mi recuerdo. Ese truhán luto te persigue y te acompaña hasta mi cama; mi muerte tu agonía, sombra anónima que no puede tocarte.
Te amo y a contraluz la burla nos deja solos. Respiro, me guardo de tu piel, me enamore… y duele ser solo la foto de una pared.
me ha gustado el juramento del contador de leyendas
*(
una duda, acaso puedo escribir mas de una historia?
Pues a mi me gusta mi histeria. Digo mi historia.
Y también voto por
Las diferencias de Nachio!!
Pues lo que no esta prohibido se encuentra permitido, luego, creo podemos escribir tantas cosas como la imaginacion nos lo permita
besos
pd a mi tambien me gusto el juramento y la mia, la primera, jajajaja
felicidades a las Lupitas!!!!!!1
me gusto el fantasma de la escalera del cuento 40, yo tambien soy adicto al cafe
Hola. Elías, sí, puedes escribir tantas historias como desees. Un saludo.
yo voto por el mio
ANIMO todos a votar por el mio
yo voto por el CAFÉ LAS ANIMAS
Yo voto por aroma de una ilusion.
Y se vale votar por nosotros mismos?, espero que no
No mas gracias
No mas gracias- Me dijo Silvio, al instante de interrumpir el viaje de la jarra del café hacia la taza- No quiero después tener problemas, el café ha sido la causa de la mas grandes desgracias de mi vida, la ultima ves lo recuerdo muy bien, fue hace pocos meses, en el cafecito de don Willy en la esquina de Barragán y Alta Gracia ¿Lo conoces? El que tiene unas mesitas pequeñas para dos y para cuatro, con manteles de cuadros pequeñitos de color blanco y rojo y que si te les quedas viendo un buen rato o te duelen los ojos o te duermes, si ahí donde por las tardes es muy fresco y los columnistas literarios de “Aurora” se reúnen antes de las seis a platicar. A esa hora, no por casualidad estaba yo ahí, pues encontraba esperando a la pequeña Arlene, esa tarde por fin le pediría que fuera mi novia, imagínate mis nervios, imagínate a mi, un escritor solteron cuarentón y percudido metido en un problema de niños, había ya terminado mi único café de todos los días cuando, Clemente Mosqueda del grupo de los de “Aurora” me mando otro, rechazarlo es claro, seria una grosería de mi parte, así que lo agradecí con una ligera inclinación de mi testa y continué con mi cada ves mas impaciente espera, se que no debo pero esta misma impaciencia, me hizo seguir tomando café, no tengo manera de explicarlo pero el efecto que produce en mi tomar mas de una taza de café es tan variable que nunca se lo que va a suceder, en una ocasión empecé a sentir pesadez, me quede dormido profundamente y desperté en un hospital, pero esta vez fue diferente, me empecé a desvestir delante de todo mundo y cuando me quitaba el calzoncillo llego Arlene ¡Que vergüenza! amigo mió, por no que obstante lo que hacia, además me ataco una risa que no podía detenerla con nada, que puedo decirte, desde entonces no quiere volver a hablar conmigo y ahora todos creen que soy un depravado, es por eso que te digo, no mas café gracias.
error me falto una palabra en :
A esa hora, no por casualidad estaba yo ahí, pues encontraba esperando a la pequeña Arlene..
de ser:
A esa hora, no por casualidad estaba yo ahí, pues me encontraba esperando a la pequeña Arlene…
Voto
Lo que se quedo de Ehecatl
Empezar de nuevo
Cayó la noche y llegó la soledad. El silencio. El peso de su ausencia.
Cayó la noche y me refugié en la nada para no pensar en él.
Cayó la noche y me acurruqué en nuestra cama sabiendo, una vez más, que no volvería.
Al no lograrlo, me levanté y busqué algo suyo en cada rincón, en cada gaveta, en los ceniceros llenos de papel, de tabaco transformado, de olor a humo, de recuerdos; así como en los últimos granos de café, de ¡éste café!, del último frasco, del último día…de la última despedida.
Después, algo pasó. No sé, no sé.
No, no estaba dormida, sabía que él no estaba, que no volvería; sin embargo en mi delirio, algo me hacía repetir que esto no es permanente, que a la vuelta de la esquina, de aquella esquina que no he doblado, estás tú para empezar de nuevo.
Sin ceniceros llenos de otro olor, sin el sabor de éste y aquel café, sin repetir aquel gastado nombre.
Empezar de nuevo es una oportunidad.
Eeeey! shhhhh…¡calla!
No, no es otra, es UNA: tiene tu olor, tu piel, tu sabor, tu nombre.
¿Qué más tiene?
A mí.
Para ti.
Colores
Verde cortejaba a Morado. Ésta le dijo que se fuera, que ya tenía novio. ¿Quién, Café? ¿Ése pulsilánime? No le hables así, no eres ni la sombra de Café. Así siguieron discutiendo hasta que Morado poco a poco se dejó querer. Verde la empezó a besar. Y luego le metió la mano por debajo del vestido, y Morado lloraba del placer. Después, satisfechos los dos, Morado le dijo a Verde:
— Esa mano que tienes; Café no tiene ni la sombra de la tuya.
Voto por la historia de Efrain, algo larga pero me emocione al leerla que ni el tiempo senti.
A mí me gusta el de Arvinka.
72 comentarios… suerte, Alberto
El Camarero: Su café señor, ¿Dos de azúcar?
El Comensal: (Con voz fantasmal, venida de otra dimensión) ¿Tienes canderel? La diabetis me mató hace tres años…
Cautivadora de principio a fin, es una historia q logra cubrirte de suspenso y se adiere a tu encanto de tal manera q es imposible de parar de leerla hasta su fin. Muy buena
Voto por aroma de Ilusión. Excelente.
Yo voto por «Se enfrió el café», es muuy interesante.
Hola, yo voto por Aroma de una Ilusión de Efraín
¡Vamos amigo!
?
Al final el nigromante murió en la miseria, pero aun así sus clientes lo siguieron visitando infinitamente.
El fantasma del ego se dio un baño de recuerdos, se espulgó uno que otro año y con un gran esfuerzo terminó de arreglarse frente al espejo.
A continuación se dirigió a la mesa, se sirvió una taza de café y preparó la cámara. «Sólo espero», pensó, «que Chimal me escoja una buena historia».
Clic.
La sombra del expresso llego a eso de las diez. Tres monjes capuchinos entre ellos uno con el cuerpo cortado, descendieron del tren. El irlandés de bigote rojo semilla de café, ajustó sus Mokaccines y se echó a correr víctima de una extraña paranoia: por un segundo se sintió helado y en la «olla», creyó ser presa de un americano fuerte con chocolate que se salía de una taza y ser degustado por una sombra gigante de un gourmet canibal. Cuando vio a Moka, se tranquilizó. Para él, ella siempre había sido una mujer descafeinada, un mezcalito en medio de tanto cardamomo.
— Que insomnios ni que nada — se dijo, mientras la abrazaba y sentía que su piel, efectivamente tenía aroma de todo, menos de café.
— Sabes a leche — le dijo mientras la besaba.
— y tú, a vainilla con rompope — susurró ella.
Luego fueron a la finca cafetalera del suegro. Allì donde él almacenaba montañas de «caturra», un café para seleccionar. Allí, en medio de semillas envueltas en sábanas color cereza y flores de cafeto, se tomaron a sorbos uno al otro e hicieron el amor hasta el amanecer y se sintieron, no solo, nadando entre semillas de café sino en medio de una tibia y aromática taza de espumoso y nada cremoso café negro.
Cuando despertaron, alguien levantó la taza tomándola de los bordes. Solo ví su sombra…
Para el Maestro Cástulo Aceves, un visionario de alma Re-caotica
M I N U C I A S
Cástulo dejó descansar la taza que segundos antes había tomado de los bordes.
— Cuentos para niños… Ya está! Escribiré un cuento para niños -– se prometió a sí mismo.
E inmediatamente empezó a escribir.
Érase una vez en un reino no muy lejano, un rey malo. Pederasta como él sólo, le gustaba ir a dar entrevistas a la radio y alardear de sus historias de milicias cristeras y de cómo violaba niños (no niñas), en nombre de la religión. Su mariconeo ciertamente no tenía límites. Un día, harto de tanta bagatela y cotidianidad le dio por asistir a su programa radial con una representante muy guapa, muy joven, y muy elegante del “opus dei”.
El entrevistador de la emisora, muy erúdito él, le preguntó “al aire” a aquel hombre de insigne moral e incuestionable estampa de honorable y culta jerarquía:
— Óigame señor, cual es el motivo de su visita, con qué mensaje nos va a iluminar en este sacro día? -–
— Estoy aburrido de la mediocridad de la gente, y hoy, sólo quiero decirle a esta santa dama, obra de dios y del Opus Dei, buenísima por cierto; mejor dicho, una vieja buena mas buena que la madre Teresa; que me la que me la quiero “coger” con todas sus letras!!! La quiero levantar en vilo y hacerle ver a dios en la tierra. Sodomizarla es poco para lo que le tengo reservado -–
— Vaya, ha hablado usted con suma sabiduría comandante cristero –-
dijo el locutor. — Usted y esa sacrosanta mujer se merecen ese tipo de rituales– Prosiguió.
Cástulo volvió a tomar el borde de la taza en la forma acostumbrada y leyó su cuento en voz alta:
– Me cae de madres, que deberían existir cuentos para niños… –
Darío y la taza de Te negro
Por: RRT
Pensaba en el DDT que para los científicos de los 50´s fue algo así como la panacea que lograría abolir a la humanidad de enfermedades tan demoledoras como la Malaria, paludismo o la fiebre amarilla, acabar con estos males de la miseria equivalía para ellos acabar con la miseria, muchos de esos doctos intelectuales de la guerra fría no alcanzaron a ver los estragos de la contaminación y el cáncer que el DDT dejó en los lugares (principalmente de Asia y Latinoamérica), en donde Estados Unidos hizo el favor de usar la sustancia como arma de guerra.
Pensó lo que la comunidad científica llegó a decir de la Fluoexetina, principio activo del Prozac, con la síntesis de esta y otros agentes antidepresivos el mundo abría campo para la creación del Soma imaginado por Huxley en “Mundo Feliz”, pensaba en el café, absorto y disoluto, en la venerada cafeína y la codeína. Darío había estudiado química y fármaco biología y pensaba como alguien que había estudiado química y fármaco biología.
Se acordaba de la mañana en la que acosado por un cólico premenstrual de su esposa Celia, menor 15 años que él, lo había fustigado la sucia sensación de convertirse en un objeto, mientras ella recordaba que habían pasado exactamente 38 días después de que hubiera intentado acariciarle la entrepierna, él habría respondido con un gesto de viejo de 53 años más allá de la excitación sexual.
Recordó los detalles del agudo dolor de pecho que había sentido un poco antes de acostarse a dormir y del sueño primigenio en el que caía a un abismo que lo había perseguido esa noche como desde cuando era niño.
Por algún extraño dislate del destino a Darío se le habían olvidado los detalles de, por ejemplo, cómo habría despertado de ese sueño, o lo que habría dicho a Celia en la mañana para intentar que se callara de la mordaz sospecha de que a él las erecciones ya no se le daban.
Pensó para sus adentros que tal vez hubiera intentado hacerle el amor si al tocarla evocara el cuerpo de Laetitia Casta o si recordaba la sensación de cuando en su ya avanzada juventud acudió al estreno de Garganta Profunda en el Cine Continental, ese aire de prohibición que le daba un sabor especial a la pornografía de esos años.
Tuvo tiempo de armarse varios monólogos mientras intentaba coger la taza de té negro sobre el buró de su cuarto, en su mente analítica nunca había pasado la idea de que no era la taza la que no lograba materializarse en sus manos si no sus dedos, su cuerpo mismo que ya no era materia, (no había términos razonables ni metódicamente científicos que le sugirieran tal posibilidad), que quizá él ya no estuviera ahí mismo o tal vez sí, pero del antiguo Darío sólo habrían sobrevivido las culpas y las vanas concepciones de científico sin brillo.
Por su parte Celia, luego de esa noche habría resuelto, tres meses de luto después, irse a vivir con un sobrino casi de su edad con el que hacía el amor tres veces por semana, en esa misma cama, tal vez a lado del fantasma de Darío.
yo voto porque nos vayamos a tomar un café. y por mi mini, que nunca gana cuando voto por ella. jajajajaja, saludos cafés.
Bocabajo o la quinta contorsión.
Por qué la sombra de la mano¿?
La acababa de matar con todo y muñeca y un pedazo del antebrazo derecho. Ella la metió entre sus piernas para ayudarse a los desmayos bajo ese peso propio y extraño. Muy extraño. Se entumieron cuatro dedos y un pulgar, se desangraron junto con ella, dejándola lívida, dolida, apaleada. Tanto que no pudo sostener un cigarro, tanto que, delicadamente, tocó la boca de la taza para evocar por última vez sus labios, para que el vapor del café le devolviera la fuerza, la aliviara y resucitara el último acto de amor con ese extraño. La sombra le cosquilleaba, perezosa y débil tardó en desaparecer.
Hombre Light
Nunca parecía suficiente el exceso de cuidado: endulcorante, leche descremada, nada de grasas, café sin cafeína. No obstante, continuaba con su ritual de salud porque cada día se sentía más ligero y con mucha energía.
Sin embargo, nunca supo cuándo fue el día en que su cuerpo desapareció.
Si, deberiamos tomoarnos un cafe navideño, yo apoyo la mociòn.
saludos y besos
Saludos banda!!!!!!!!!!!!!!
me gusta la de Efrain y su historia tambien jajaja voto por su historia esta chida
La fábrica de sombras
Me fui metiendo en la taza de café mientras me encogía como Alicia en el País de las Maravillas. De ahí, mi sombra, que se había quedado quieta, me parecía inmensa. Cuando se sacudió la sorpresa, me levantó de la playera y me puso a contraluz, generando de esta manera una pequeña sombra en la pared. Me dejó caer y yo golpeé el piso, pero ella alcanzó a pescar a la sombrita antes de que tocara el suelo. Y luego, emocionada, la meció en sus brazos, como una madre.
es tocara, no tocará
noté en su bitácora que ha presentado su libro Gray en varias ciudades. Lo invito a San Miguel de Allende a presentarlo en nuestro programa de radio, Sancho Panza de Cabeza. se transmite los miércoles de ocho a nueve de la noche. tenemos dos años y medio al aire, llegamos a misteriosas casas, rancherías, y barrios en despoblado. es una estación del AM muy escuchada y querida por los del bajío. tocamos además del municipio de allende, a dolores, celaya, guanajuato y querétaro. no hay más que escucharlo para conocerle. se puede oír por internet a través de la página:
http://www.sqsanmiguel.com (pulsar radio en línea). si usted acepta le buscaría alojamiento gratuito por una noche. el programa no es lucrativo y estamos sobreviviendo a las caiditas. de gente que cree en nuestro proyecto. puede usted echarle un ojo al blog, http://www.sanchopanzadecabeza.blogspot.com
espero su amable respuesta. se le admira. saludos calurosos con taza de café y sombra inaudita. yolanda lacarieri
pensar ahora, necesito abligarme a pensar…
Cuando despertó, el café ya no estaba allí.
Por más que lo intentó, no pudo evitar sentirse relegado de la farándula. «Era cuestión de tiempo», le decían sus primos cada vez que se encontraban.
Sin trabajo, sin fama y sin vida social, el único placer que le quedaba a Gasparín era suicidarse cada mañana con sus clásicos en el videoreproductor y tres gotitas de cicuta en el café.
El joven
El joven estaba sentado, mientras el monje cocinaba, otros tres iban por agua a los estanques, uno meditaba en el jardín y otros dos buscaban hierbas de té para la noche. Mientras el joven, se ocupaba en ociosidades, girando la taza de ese té oscuro de Limdia esa hierba rara, o columpiando en su dedo la cuchara mientras esperaba la comida.
De pronto observó por un momento y sin pensarlo mucho, solo por entretenimiento, le saludó, su sorpresa vino cuando la sombra de igual manera le contestó, pero no al mismo tiempo como se pensaría, si no que esperando un momento la sombra lo pensó y luego le saludó. El joven emocionado y procurando no ser observado, se levanto y se acercó a la sombra, le toco la mano, tan fría como la pared, y luego la frente igual de helada que la mano. Así que volvió a su silla esperando una nueva ocurrencia de su sombra, y tomando su taza en la mano comenzó a probar. Levantaba su mano, jugaba con ella sobre el café, hacia señas levantando uno, dos, tres dedos y la sombra jugaba con él, levantando siempre el numero de dedos que el, pero en otro orden
Desde entonces el joven no camina solo, siempre va conversando con el, que mas que contestarle escucha y a veces se encoje de hombros, no hay mucha ciencia en ello, varios años después el niño se convirtió en un viajante orador, contando historias aquí y allá, buscando a alguien que le enseñe a volar (cosa que por supuesto es imposible), y por su puesto, siempre acompañado por su sombra.
*(
Y con este, 100, jajajaj pero no pude contenerme.
besos
Ese rincón era su preferido. El hombre nunca faltó a la cita con sus recuerdos atraídos por el humeante
café que tomaba todas las mañanas en esta taza transparente, que según él; dejaba ver el tiempo.
No puedo evitarlo. Mis manos fieles a sus oficio, sirven el café como si todavía existiera. Apenas
ayer lo vi partir de la cafetería y del mundo… y hoy espero regrese por su café.
FUERA DE CONCURSO
«Era tan delgado, tan traslúcido, que tenía que pasar dos veces por el mismo lugar para dejar una sombra.»
no es mío, es de jean baudrillard pero está poca madre.
Me informaron mal. Me recomendaron tener siempre la luz a la espalda y el viento de cara. Así mantendría una posición de poder.
Les hice caso con la luz. Y me estás matando.
Enciendo la luz del portal cuando salgo a la calle, paseo por la playa en una dirección y vuelvo nadando. Incluso en la alcoba…
Llegas tú siempre primero, sombra de mierda.
He pedido el café más caliente del mundo y una mesa junto a la ventana. Veamos quién es más listo.
voto por Arvinka
Voto Por Efrain Davila su historia Si Que Es
Buena Ahi Que Saber Reconocer
El cuento (que no brevísimo) de Efraín es bueno pero no se apega a la tercera regla del concurso:
3) Escribir la historia, en forma de cuento brevísimo (minificción), en los comentarios de esta misma nota.
Por lo tanto me inclino por el de Arthur.
-¿Lo prefiere descafeinado?
-Da lo mismo, de cualquier modo no lo puedo agarrar.
Yo estoy de acuerdo con la primera parte de lo que dice Contador de Leyendas.
p.d. los invito a que participen en el acróstico internauta de mi blog.
otro voto para l cuento de Gabriel Biurrum n_n
y sobre la observacion de contador de leyendas, es cierto, algunos escritos no son breves jejejeje
los toma desprevenidos la musa jejeje
*(
Deseoso siempre por terminar su rutina y llegar a casa, donde lo esperaba… Nadie lo esperaba,
sin embargo, el estaba deseoso, una taza de café caliente y el recuerdo de su amada.
Aquella mujer que amaba tanto que de tanto amarla, ella prefirió seguir su vida…
Tantos años, tanto amor y nada de valor para mostrarlo, inutil fueron sus intentos, por lo que lo unico apreciado era la dichosa taza de café… Loa años pasaron, las memorias se olvidaron, y lo unico que quedó, fué su alma, deseando, anhelando, esperando, que lo unico que lo hiciera sentir vivo, fuera esa pequeña razon de vida, esa taza de café….
Había visto mujeres hermosas, pero no como ella. Sus labios eran rojos como las cerezas y su piel era tan suave que no la podía describir. Ay! pobre del fantasma, la contemplaba sin cesar. Se metía en los sueños de la chica y por ella vagaba sin cesar.
Esa noche el fantasma se sentó al pie de la cama y como siempre la vio dormir, y confezándole su amor le habló hasta el amanecer, pero los fantasmas no tienen saliva y le pesaba hablar, tomó un poco de aquel té de tila y junto a ella se duermió hasta la eternidad.
Había visto mujeres hermosas, pero no como ella. Sus labios eran rojos como las cerezas y su piel era tan suave que no la podía describir. Ay! pobre del fantasma, la contemplaba sin cesar. Se metía en los sueños de la chica y por ella vagaba sin cesar.
Esa noche el fantasma se sentó al pie de la cama y como siempre la vio dormir, y confezándole su amor le habló hasta el amanecer, pero los fantasmas no tienen saliva y le pesaba hablar, tomó un poco de aquel té de tila y junto a ella se durmió hasta la eternidad.
A mi me gustó mucho el de Marco A. Velazquez Lozano…el del hombre invisible…
Voto por Aroma de una ilusión de Efrain. Me gustó como utilizó todos los elementos de la imagen del principio para la construcción de esta sencilla pero interesante historia.
Ruptura frágil
La luz del Sol atraviesa los trozos de cristal para dibujar diminutos puntos verdes que se diluyen en una mancha negra. Los fragmentos de vidrio ruedan por el piso, compitiendo con finas gotas jaldas por hilos de café, que se encogen hasta enmarañarse en una mezcla de líquido y cristales de mayor tamaño. Los bordes irregulares de la mezcla se reducen descubriendo flores plasmadas en azulejos; los cristales se siguen unos a otros, regresan a la seguridad de una taza con un sonido de ruptura frágil. La mancha se desliza entre las líneas que cuadriculan el piso, se une en una gota pesada, que parece levantar la taza en el aire; luego, el fluido se esconde dentro de ella, como si fuera el pañuelo de un mago después de un truco. Entonces, conforme recorre la altura de la pata de una mesa, la taza renuncia poco a poco a su posición horizontal, hasta que su mango parece asirse a la orilla de la mesa y arrastrarse hasta el desierto de una superficie plana, en donde una mano, casi imperceptible, aleja sus dedos del borde de la taza.
mi voto es para la historia de Efrain, aroma de una ilusion, es una buena historia, sigue asi chico
Mientras pensaba, sus dedos se movían lentamente, en círculos, sobre la mesa. De repente se detuvieron y recorrieron con la punta de sus yemas una de las tazas. La hizo girar un poco, casi sin darse cuenta. Estaba abstraído en sus pensamientos y sólo contemplaba la mesa. Delante estaba Rosalía, tan ella, con un dejo de esa sonrisa cínica, turbia, maldita. El café estaba todavía caliente y el aroma que desprendía se iba mimetizando poco a poco con el olor de madera húmeda vieja, de sahumerio barato, de cloacas, de transpiración humana, de conventillo de muerte lenta que se iba adueñando poco a poco de él. Y ahí enfrente, estaba Rosalía, que no articulaba palabra, que nunca había necesitado hablar para conseguir algo, porque con esa sonrisa podía obtenerlo todo. “Así son las cosas”, le dijo. Ella no contestó y continuó esbozando en sus labios ese ademán cínico , turbio, maldito. Una mosca se posó en su manó izquierda y Hernán la espantó por ella sin mover su mirada de la mesa. “Así son las cosas”, le repitió al mismo tiempo que trataba de prender un cigarrillo. Su mano tembló y casi dejó caer el encendedor de Rosalía, pero lo atrapó rápidamente doblando el índice y lo miró atento. Era de plástico rosado, con guardas de margaritas celestes. “Mirá si serás berreta”, y dio un suspiro largo “cínica, berreta, mala” le dijo afónicamente sin casi escucharse la voz mientras se atrevía a mirarla por primera vez a la cara después de un largo rato. Se detuvo primero en su pelo, en sus raíces negras con tintura vieja, luego fue bajando sus ojos por esas mechas rubias florecidas que se mezclaban con la sangre que todavía salía como pequeños hilos de lava de su cuello, de su boca y de su oreja izquierda y que ya estaba comenzando a coagularse. “Así son las cosas” le dijo nuevamente. Y Rosalía no dejaba de mirarlo.
Así son las cosas
Mientras pensaba, sus dedos se movían lentamente, en círculos, sobre la mesa. De repente se detuvieron y recorrieron con la punta de sus yemas una de las tazas. La hizo girar un poco, casi sin darse cuenta. Estaba abstraído en sus pensamientos y sólo contemplaba la mesa. Delante estaba Rosalía, tan ella, con un dejo de esa sonrisa cínica, turbia, maldita. El café estaba todavía caliente y el aroma que desprendía se iba mimetizando poco a poco con el olor de madera húmeda vieja, de sahumerio barato, de cloacas, de transpiración humana, de conventillo de muerte lenta que se iba adueñando poco a poco de él. Y ahí enfrente, estaba Rosalía, que no articulaba palabra, que nunca había necesitado hablar para conseguir algo, porque con esa sonrisa podía obtenerlo todo. “Así son las cosas”, le dijo. Ella no contestó y continuó esbozando en sus labios ese ademán cínico , turbio, maldito. Una mosca se posó en su manó izquierda y Hernán la espantó por ella sin mover su mirada de la mesa. “Así son las cosas”, le repitió al mismo tiempo que trataba de prender un cigarrillo. Su mano tembló y casi dejó caer el encendedor de Rosalía, pero lo atrapó rápidamente doblando el índice y lo miró atento. Era de plástico rosado, con guardas de margaritas celestes. “Mirá si serás berreta”, y dio un suspiro largo “cínica, berreta, mala” le dijo afónicamente sin casi escucharse la voz mientras se atrevía a mirarla por primera vez a la cara después de un largo rato. Se detuvo primero en su pelo, en sus raíces negras con tintura vieja, luego fue bajando sus ojos por esas mechas rubias florecidas que se mezclaban con la sangre que todavía salía como pequeños hilos de lava de su cuello, de su boca y de su oreja izquierda y que ya estaba comenzando a coagularse. “Así son las cosas” le dijo nuevamente. Y Rosalía no dejaba de mirarlo.
Hola a todos. Con este mensaje se cierran las participaciones del concurso. Queda la invitación para que mencionen cuál o cuáles son sus textos favoritos. Muchos saludos y, si las celebran, muy felices fiestas.
me gustan los cuentos de Arthur Hernandez y quillen
Coincido con La Fer, me gustan la de Arthur Hernández y la de Quillén
Fuera de tema. En mis tiempos de estudiante, en una clase de apreciación y crítica de cine hicimos un ejercicio de escritura comunitaria que me gustó bastante y he pensado crear un blog (aún no tengo claro si en blogger, wordpress u opera) para algo similar, si alguien estuviera interesado en participar le agradeceré que me mande un correo a contadordeleyendas@gmail.com
Hola, a mi me gusto mucho la historia de Efrain, Aroma de una ilusion, voto por ella, Feliz y prospero año nuevo.
Perdón, pero a mí me gusta el mío. Espero no sea inapropiado decirlo.
Yo tambien voto por Aroma de una ilusion, vamos Efrain !!!
Saludos a todos, espero que se encuentren bien y disfruten de estas fechas.
Han sido varios los escritos que me han cautivado, entre ellos los de Arthur, La fer, Fernando, Quillen, contador de leyendas por mencionar algunos, pero mi favorito ha sido el de Efrain voto por Aroma de una ilusion.
Viendo que todos votan solo por sus cuates y yo que no tengo ninguno por acá voto por mi, que siendo honesto merece mínimo que le den una segunda lectura, es decir no lo escribí improvisadamente como la mayoría de los que he leído..
Bueno, voto por el de navegaciones. Te toca votar por el mío
Feliz Fin de año, pasenla chido en esta noche y reciban al año nuevo en grande.
Voto por Efrain y su historia Aroma de una ilusion.
Santiago, aunque demasiado tarde voto por el tuyo, bueno para el próximo concurso ya tenemos un acuerdo, así como un club de elogios mutuos..
En serio no me gustaría, más bien que sea Chimal el que decida cual es la historia mejor contada y no tanto por los votos si no porque en realidad vea en los relatos un verdadero valor literario.
En todo caso voto por el de Santiago…
voto por los amigos de efraín. jajajaja, veneno puro.
Yo tampoco tengo amigos acá, pero hay que reconocer el talenmto de los demás compañeros. Me encantó Sombra de Nada por Hernán es muy buena! Saludos 😀
y quién ganó?
…Y los ‘votos’ para este concurso parecen para certamen de belleza: todos queremos la paz mundial, ¿no?. No por nada los Coehlos y los Márquez venden agenditas cada año. En fin. Mi mención para el cuento de Gabriel Biurrum. Me brinco las felicitaciones y los deseos, por aquello de la providencia.
jajajaa la verdad duele. Qué no? De acuerdo contigo
Steppenwolf…
Hola. Estamos terminando de revisar los textos concursantes y pronto (mañana a más tardar) estará el veredicto. Muchos saludos a todos y bienvenidos otra vez.
Llegan con un poco de retraso, debido a las fiestas de fin de año, pero ya están aquí los resultados del concurso de diciembre: un ganador y cinco menciones, elegidos luego de una competencia reñida.
El ganador: «La fábrica de sombras» de Nicolás, por lo extraño de su imaginación y por su contundencia.
Las menciones:
«Así son las cosas» de La Fer; «La diferencia» de Alicia Lepera; el cuento sin título de Arthur Hernández (que podría haber ganado, pero al que le afectó la imprecisión de «maleza» en vez de «maldad»); el cuento sin título de Gabriel de Biurrun (cuyo único problema es que necesita la foto para entenderse, y no sólo la usa como punto de partida, pero por lo demás es excelente) y «Ruptura frágil» de Jimena Hernández Alcalá.
El trofeo virtual llegará pronto al buzón del ganador. Mientras tanto, agradezco a todos los participantes y los invito a seguir con el concurso de enero. Muchos saludos y buena suerte.