(Nota del 7 de diciembre: olvidé agregar un detalle, como me lo hizo ver Felipe Bachomo. La fecha límite para proponer textos al concurso será el día 24 de cada mes, y en este caso, por tanto, el 24 de diciembre. Muchas gracias a quienes han participado ya. Los demás, anímense…)
A partir de hoy, esta bitácora convoca mensualmente a un concurso. Los interesados pueden comenzar observando esta imagen:
Instrucciones:
1) Suponer que esta imagen ilustra una historia.
2) Imaginar cuál es esa historia: qué está pasando allí, qué momento se anuncia, por qué, quiénes están allí, qué hacen.
3) Escribir la sinopsis de la historia, su resumen, en los comentarios de la nota correspondiente.
El ganador de cada mes será elegido tomando en cuenta la opinión de quienes decidan opinar, y recibirá un trofeo virtual. (Los concursantes deben dejar una dirección válida de correo electrónico, para poder recibir su premio.)
Quedan invitados…
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No sé qué hubiera pasado si Teresa, vestida de negro y zapatos grises de tacón, no hubiera insistido en que olía a cerveza y la carcajada de Estrada, de playera blanca y espaldas a mi, que resonó en todo el bar y que motivó a Fernanda, cuya espalda no dejaba de contemplar Bernie, en quien la calvicie avanza –como en la cabeza risueña de don Anselmo, el propietario, el único con lentes- e intenta disimular con la T-shirt café que dice lo hace ver más musculoso; repito, la carcajada de Estrada no se hubiera apoderado de Sandra, ella entonces no se hubiera levantado a oler la muñeca de Bernie, porque él fue quien comentó que Alex, quien busca ese olor de un tipo de cebada alemana en particular en mi playera negra, era la única mujer que él había conocido que al probar la cerveza había exclamado “¡sabe amarga!”.
Por eso todo el mundo en la mesa se levantó, riéndose. “Esta huele diferente”, comentaba Teresa olisqueándonos a todos, “esta es diferente”, y la secundamos en la locura sólo porque era su cumpleaños. Quizá era el saco de Alfredo, quien al llegar al bar no ocultó lo diuréticamente apresurado que estaba cuando antes de entrar al baño me dijo: “toma: ponlo en alguna silla a secar…”
upps, qué bien leo, era la sinopsis únicamente! chale, ahí va: alguien dijo que olía a cierto tipo de cerveza, ese alguien, ante la burla de los demás, retó a todos a dar con ese olor y ahistán, como perros…
Sinopsis de un encuentro
Diciembre e invierno lluvioso. Un grupo de comedidos amigos finalmente tiene tiempo para reunirse.Todos son profesionales y ocupados. Iban a ir al cine, lo habían decidido después de haber charlado amablemente sobre sus carreras profesionales.
LLegan a la sala de cine que está de obras. No saben qué hacer. Además cae una aguacero. En la acera de enfrente hay un local. Entran allí porque hay agua furiosa por todas partes, no hay tiempo que perder. No había otro lugar abierto que no estuviera lleno. Bajan las escalerillas…
El lugar está repleto de hombres negros que tocan tambores con furia. A cada redoble aumenta el calor. Uno de los negros, el más voluminoso, se levata y canta una palabra con poder. Los tambores redoblan primigenios. Tambores y ecos como corazones que baten y rebaten. El grupo empieza a despojarse de abrigos, corbatas, camisas y máscaras. Un torbellino de tambores se apodera de ellos. Se sueltan los brazos y las cabezas, los pies, los dedos meñiques incluso. Plural y alegría. La palabra entonada como un grito en la noche había sido por supuesto: amistad.
Esto es lo que creo de la imagen:
Cada semana es anunciado. El bar se estaba dando a conocer rápidamente por sus concursos, y más por el diseño de sus premios. Eso si, la única condición es que siempre deben participar parejas: amigos, novios, amantes, queridos, lo que sea, pero parejas. Los concursos han ido desde el de los zapatos hasta el de la ropa interior. Los zapatos de tacón los tenían que llevar los chicos y las chicas debían usar los de ellos. No importaba si les quedaban grandes como las pantuflas de papá o por el contrario, si además de tener tacón, les apretaban los pies como una liga con triple vuelta. Así, llevaron los zapatos durante una semana, iban al trabajo, se caían, soportaban burlas, inclusive hubo quien se fracturó el tobillo, y hubo otro que le encantaron tanto los tacones que decidió que a partir de ese concurso se vestiría de mujer. Al final quedaron un trío de parejas y los ganadores los decidió la suerte de un volado, no era justo, pero así pasa con estos retos. Por cierto, el premio para tanto esfuerzo y humillación era diseñado de acuerdo a las preferencias de los finalistas, y han sido tantos ya los concursos que ya no recuerdo el premio, pero si la felicidad de los ganadores. El concurso de la ropa interior, ni hablar de el. Fue un medio desastre, digamos simplemente que había problemas de higiene entre los participantes.
El último concurso, es el que podemos brevemente apreciar en esta imagen. El chiste era coser el pantalón a la camisa, sellarlos, ya sea utilizando la aguja de caneba para los que traen mezclilla, aguja e hilo de cáñamo para los otros o la pistola de silicón. Hay que pasar una semana así, esta vez solo le cosieron la ropa a una de las partes participantes, porque la otra tiene que ayudarle en todo, en todo, pero sin quitarle ni dejar que se quite los pantalones ni la camisa o playera por una semana. Parece fácil, ya veremos como les va al final. Los ganadores con suerte publicaran su experiencia y con más suerte habrá casa llena otra vez en el bar. Habrá tanta gente esperando los resultados, el premio y lo más importante: cuál será el próximo reto a vencer.
Sinopsis 2
Vuelvo a observar la foto. Y aún no lo entiendo.
Hacía aquel calor húmedo y todos, quien más quien menos, todos habíamos bebido demasiado. Fue Juan quien se levantó de repente y afirmó con la certeza que da el alcohol:
– Todos olemos a asesino
El estupor fue general; el descrédito, mayor. Pero nos reímos como si se tratara de algo sin mayor importancia. Fue entre tropezones y jadeos risueños que nos pusimos a olfatearnos. Alguien gritó que Luisa olía a hielo; alguien se le ocurrió que Rosa, a flores. Yo…? ya no recuerdo. Yo olisqueaba a Roberto que desprendía aromas de sexo y me acerqué más. Entonces sí, Roberto, mi amigo desde la infancia, el hermano mayor que no había tenido, sólo apestaba a asesino. Me pegué a él para comprobarlo. Estaba segura. Del mismo miedo me dio esa risita nerviosa tonta. Espié a los demás. ¿Ellos estaban haciendo lo mismo? Poco a poco nos pusimos a reír como histéricos, como si nos hubiéramos puesto de aceuerdo. Aún no lo entiendo. Lo que pasó después no sé cómo explicarlo.
…Esta es la última fotografía enviada por nuestro corresponsal en Zör, Barbson Scuter, donde la rebelión parece, por desgracia, avanzar en la imposición de la anarquía. Como se sabe, nuestro medio siempre ha seguido una postura editorial que simpatiza con la dinastía del Emperador zöriano Tlör CX. Los habitantes del reino conservan el prodigio de predecir la muerte de una persona, hasta 20 minutos antes de que suceda. Al revelarse en ellos la fatal intuición, comienzan a sacudirse el rostro para ahuyentar, dicen, la mala suerte. Los jóvenes gustan comer la carne del muerto, cuando aún conserva su calor. Desde hace un par de días, Scuter prometió una detallada secuencia de los disturbios en Zör. Ofrecemos la primicia a nuestros lectores, con las reservas de… (Fragmento de: sin firma, “Zör en llamas”, en Diario de Ben, a. VI, t. V, 22 de diciembre de 2005, p. 6).
Todas las chicas conspiraron en contra de los hombres en el clásico pasatiempo. Después de unos tragos quedó atrás el ciclo de «las verdades»`y comenzaron «los retos», para lo cual ellas decidieron imponer un castigo, más que un reto, al grupúsculo de hombres que las bombardearon con preguntas llenas de morbo. «Calzón chino a todos los hombres». Pobres, debió doler, menos mal que se vengaron con la misma afrenta «tanga china a todas las chicas», pero esa historia te la mando luego.
Cual es la fecha limite? Hay que reaccionar como los anteriores lectores y atacar el asunto a la primera de cambio? No seria posible enviar la historia a una direccion de correo electronico?
Hola, Felipe. Como decía arriba, la fecha límite es el 24 de diciembre. Lo del correo sería un poco difícil, pero propongo una opción intermedia: no es necesario escribir «de botepronto», y en cambio se puede revisar el texto en un editor antes de pegarlo. Espero que esto sea una idea razonable.
Y muchas gracias a todos los participantes hasta el momento…
ya valió madre, todo por boteprontero = (
..Entonces el animador dijo a los participantes del concurso patrocinado por casa «Pepe le Pew» :
-Quedan 20 segundos para que identifiquen el desodorante de su pareja…17, 16, 15…
Nos reuníamos una vez al mes, para escribir un cuento. Antes de iniciar la escritura, cenábamos lo que el anfitrión de turno nos hubiera preparado. Esa noche la reunión fue en casa de Alberto. Me pidió que le ayudara a cocinar. En su alacena, entre el comino y el aceite de girasol, encontré varios topers de plástico con figuras retóricas. Yo se lo advertí mientras cocinábamos: cuatro cucharadas de epanáforas son muchas para un solo pollo, la sopa va a quedar picosa de tanta sinestesia, además, la hipérbole y la pera no se llevan. No estés chingando y trabaja, que este menú es para escritores. Los comensales llegaron puntuales y degustaron con beneplácito lo que habíamos preparado. Después del postre, las frases comenzaron a aparecer en el cuerpo de los comensales. Alberto pidió que nadie se alarmara, y explicó que la aparición de las frases era resultado natural del proceso digestivo. No es que las frases aparecieran tal cual, escritas sobre la ropa, sino que, al fijar cierta parte del cuerpo del comensal, por ejemplo, la espalda de Angélica, uno podía leerla. Alberto nos pidió que pasáramos a la sala y que, de dos en dos, nos leyéramos en voz alta para ir juntando las frases. El cuento nos quedó bueno.
Pregunta tardía de botepronter@:
Más que boteprontera a mí me dió una ataquecontero real y un día nació una sinopsis y otro día, pues otra. Sí, a vuelapluma que me tomé este superaviónsupersónico y voléééééé… ¡Por cierto! Yo quería preguntar algo, sí, sí. Mmmmmm… «más vale tarde que nunca», me dijo alguien hace mucho tiempo y a veces me acuerdo. O:-) En este juego podemos jugar más de una vez. ¿Sí? O resulta que lo mío fue un ataque sin todas las de la ley. Ops!!!
Ya no respondo de mí misma y sólo me salen las sinopsis jijijimena
Hola a todos nuevamente… Por supuesto, Jimena, se puede participar más de una vez. Así el asunto se volverá más interesante.
Y tú no te preocupes, David… No pasa nada. 🙂
[…] Alberto Chimal acaba de inaugurar Las historias, su nuevo blog sobre narrativa. Y lo hace convocando un concurso, claro, de narrativa. Cada mes, Alberto recibirá sinopsis de cuentos basados en una imagen que él propondrá. La primera muestra un gentío bailando, pero no quiero adelantar nada más. El premio es virtual pero el prestigio nunca lo es. ¡A por él! […]
Muchas gracias, Jorge, por la referencia. Y bienvenidos los lectores de JorgeLetralia. 🙂
Amelia lleva esculpido, en la parte trasera de su blusa rosada, el rostro enorme y adusto de un gato. A este vigilante nocturno le falta un ojo, pero desde allí lo observa todo sin que nadie pueda verlo, en ese baile donde se enseñorea la felicidad.
Alicia, oculta siempre detrás de Néstor, lleva en la falda un águila semioculta; apenas vemos una de sus alas extendidas. Es de color rosado.
Esta es la historia de cómo dos bestias apenas perceptibles acaban con una fiesta de seres humanos.
Yo tenía poco viviendo en Caracas. Por las mañanas iba a clases de literatura, en la tarde hacía mis labores y por la noche, para aliviar mis soledades, acudía a un bar cercano a casa. Al mes llegó un hombre que comenzó a frecuentar el lugar. Viejo, con cierto parecido a las fotos de Adolfo Bioy Casares que vimos en la escuela esa mañana, anoche comenzó a hablar sandeces (eso era lo que todos al encontrarse en el baño decían).
Decía que él era el propietario de una caja negra, antecesora de las modernas cámaras fotográficas, que podía atrapar el movimiento de los seres vivos e inmortalizarlos. Varios esbozamos una sonrisilla cómplice tras la confesión del extraño.
Uno de nosotros, cuando el hombre terminó de hablar sobre una tal Faustine, del archipiélago de Las Ellice, de una isla llamada Villings y ciertos aparatejos y disparatados experimentos, cuando el otro comenzaba a llorar (estaba a dos sillitas de mi), invitó una ronda de cerveza para todos con tal de que el hombre se alegrara un poco.
«Sabe usted, extraño mucho a Faustine», me dijo, hurgándose los bolsillos de la chaqueta. Bebí un poco de mi tarro para acomodar mis ideas y contestarle algo coherente. Me extendió una fotografía. Varias personas aparecían en ella, entre hombres y mujeres. «Es mi primer experimento, el momento en que logré mi cometido: ¿No creer usted que se ven llenos de vida?».
Sentí ganas de vomitar. Me desvanecí. Desperté en casa. No sé decir cómo fue qué logré llegar. Tengo fiebre, por eso esta tarde estuve contemplando con cierto miedo la foto. Hace un momento acabo de llegar del bar: fui a buscar al extraño pero el lugar que frecuento ha desaparecido. No sé explicarme qué fue lo que pasó. Contemplo la foto. Acudo a la ventana. Es luna llena y escucho risas. Parecen provenir de la foto. Es la única cosa que me me mantiene seguro de que no he perdido la cordura.
Pensaron que un crucero para solteros sería una idea divertida. Y debió serlo mientras duró, o por lo menos eso nos hace pernsar la foto que encontrarón mojada en la arena, cerca de los arrecifes de coral.
– ¡Vamos a ver cuál de nuestros maridos la tiene más grande! – gritó una de las mujeres enmedio de la borrachera. Todas se lanzaron a esculcar los pantalones de los hombres, en busca de sus carteras.
Fuera de concurso, simplemente para enviar un abrazo navideño a tod@s 🙂
¡¡¡¡¡¡Felices Navidades a tod@s!!!!
Sinopsis de una navidad.
En Caraibei, aunque parezca mentira, nadie creía en la Navidad. Unos decían que había sido cosa del comunismo; los más ancianos recuerdaban haber oído de sus abuelos que había sido el dictador Osmar sextuagésimocuarto el primero en prohibirla; otros defendían que la culpa recaía en el clima pues los niños no podían admitir que en aquellas regiones tropicales Papá Noel fuera tapado hasta el gaznate y le faltaron el respeto hasta olvidarlo; algunos tímidos se atreveían a aseverar que todo se debía a la globalización, pero cuando se disponían a explicar las razones, misteriosamente ya no se les podía oír. Hubo muchas especulaciones más, eso es lo propio de las especulaciones, pero en una sinopsis no caben y además, distraen.
En un pueblo costanero de Caraibei, sin embargo, hace un tiempo unos hombres de probada reputación aseguraron que en una noche de una luna llena especialmente refulgente Papá Noel no sólo les había regalado un mp3 jamás visto anteriormente sino que les había abrazado durante tres minutos. Inmediatamente el gobierno se enteró y envió el cuerpo especial de la policía secreta para realizar las interrogaciones. Los enviados enloquecieron casualmente en otra noche de luna llena de especial fulgor y desde entonces relatan sus informes cantando villancicos. El gobiero de Caraibei no cejó ante las dificultades y mandó al ejército que volvió tocando la zambomba. Hubo más de una comisión de orden, eso era lo propio del gobierno de Osmar octagésimo segundo, pero en una sinopsis no caben y además, no conducen a nada.
Lo importante: una división especial de la comisión de alta seguridad del Estado llegó el 24 de diciembre al lugar. Era noche de luna llena, brillante, dominante. Se trataba de agentes con poderes psíquicos que solían ser infalibles ante el crimen, incluso muchas veces antes de que se cometiera,como en las películas. Estas carroñas de la fuerza mental se acercaron a los sospechosos para olisquear sus miradas y sus almas en busca de vestigios y pruebas. Sucedió que entraron en trance y comenzaron a pronunciar palabras que nadie podía identificar: la sirenita, el patito feo, la princesa del guisante, la reina de las nieves, cuento de navidad…
Así, dicen, comenzó la revolución.
😉 Jijijijimena
Muchas gracias, Jimena, por tu texto, y muchas felicidades. 🙂
Y gracias a todos los que han publicado hasta el momento… El 24 ó el 25, como regalito electrónico, publicaré los resultados.
Punto de Encuentro
Llegaste puntual a la cita sólo para descubrir que tu pareja no había llegado. Las citas a ciegas nunca fueron de tu agrado. Pasó el tiempo… comenzó la reunión y tu pareja nunca llegó… Momentos después un extraño sabor inundó tu boca…Debió ser la mezcla de las medicinas de la terapia matutina con lo que te dieron a ingerir en ese lugar. Dejaste a un lado el vaso mientras tomabas una fotografía de recuerdo: La fiesta comenzaba a animarse. Echaste un vistazo a la foto en la pantalla de tu cámara. Las parejas que acudieron jugaban a una especie de «póngale la cola al burro» a los varones ahí reunidos o algo semejante. La cabeza te dió vueltas.
De repente sucedió algo extraordinario… los hombres, aletargados seguramente por lo que bebieron no se percataron que las mujeres poseían unos grandes colmillos que hendían sobre la carne fresca de sus ya para entonces tiesas y aterradas víctimas y sin piedad desgarraron, mordieron, trituraron, los huesos arrancando los tendones y la carne entre carcajadas de gusto, engulléndolos inmediatamente. Sólo alcanzaste a guardar tu cámara y a repartir golpes a diestra y siniestra antes de que corrieras la misma suerte que los demás invitados varones.
Alcanzaste a llegar a la puerta y escuchaste que ésta se cierra tras de tí, cesando con ello los gritos de placer de la orgía que dejabas atrás. Corriste durante un rato a toda velocidad y finalmente te desplomaste víctima del cansancio.
…
Despiertas en este cuarto de hospital. Te duele mucho aún la cabeza. Sabes que si cuentas lo que pasó nadie te creerá ya que sólo dispones de una fotografía en tu cámara, que debes buscar. Y aun cuando la consiguieras ni eso junto con tu testimonio son prueba de la masacre que ocurrió. También sabes que tarde o temprano vendrán por ti para callarte. Por lo mismo debes actuar con celeridad.
Buscas en el cuarto y tienes la suerte de encontrar un bisturí en el suelo. Todavía adormilado recuerdas haber visto a una enfermera y era una de las mujeres presentes en la reunión. Probablemente a ella pertenezca el bisturí. Debe estar cerca. Tienes que actuar rápido. Regresas a la cama y mientras con el dedo índice de tu mano derecha verificas el filo del instrumento, con la mano izquierda llamas insistentemente al servicio de enfermeras.
In-sis-ten-te-men-te.
Una y otra vez…
… Se abre la puerta y se cierra con un estrépito. Cierras el puño de tu mano izquierda
fuertemente mientras con la derecha empuñas el bisturí, aprietas los dientes y…
esperas…esperas…esperas…
Los que salen en la foto están comprobando la máxima de una marca de Jeans (Levi`s):
«Lo primero en lo que se fijan las mujeres es en los ojos…no, es en su gran carisma»
o quizás son parte de una secta que busca entre sus adeptos al «ungido» quien: «… traerá una mancha en forma de logo de Microsoft o de código de barras en la nalga derecha …»
Como lo dice en el versículo tercero del capítulo octavo del tomo diez del «libro de los sabios»
😀
¡Qué bueno que ya hay ganador! Felicidades ese relato del taller de cuento-tatuaje me gustó 😀
Yo por lo pronto sigo, bisturí en mano, esperando a la enfermera…
Y a todo esto Alberto ¿qué era lo que hacían los de la foto? Digo…me quedó la duda…:D
Hola, don Damac 😉 … La verdad no tengo idea de qué estaban haciendo. Recogí la foto como a las dos de la mañana de un sábado, en medio de un largo paseo por la red…
Muchas felicidades y un abrazo. Y otro a la enfermera. 🙂
A la enfermera no puedo abrazarla…se encuentra ya en el «cielo de las enfermeras». En todo caso al que podría abrazar es a su cuerpo el cual tendría que desenterrar y es una labor un poco engorrosa, considerando el sitio donde se encuentra…
Por otro lado la enfermera que entró (pequeño detalle) no era la que estaba en la reunión…
¡Mala suerte!. Lo único bueno es que traía en su bolsillo una cámar digital que aunque no es la mía lo mismo sirve para inmortalizar instantes de mis correrías.
He logrado fugarme del hospital 🙂
me hisieron un calzon chino, y me amarraron con una camiza de fuerza