Concurso

Concurso #120

52 comentarios

Las Historias convoca a su concurso #120 de minificción o microrrelato. Los interesados pueden comenzar observando esta imagen:

Concurso #120

Instrucciones:

1) Suponer que esta imagen representa un instante de una historia.

2) Imaginar cuál es esa historia: qué está pasando allí, por qué, quiénes están presentes, qué hacen. No se trata de explicar la imagen, ni de escribirle un pie de foto, sino de tomarla como punto de partida para imaginar una historia propia.

3) Escribir la historia, en forma de cuento brevísimo (minificción, microrrelato; el nombre es lo de menos), en los comentarios de esta misma nota.

El o los textos ganadores recibirán un trofeo virtual y serán seleccionados considerando la opinión de quienes decidan opinar.

Como este concurso aparece tarde en el mes por causas de fuerza mayor, la propuesta es realizar los textos con rapidez. La fecha límite para participar es el 29 de junio de 2016. Quedan invitados.

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Ganadores del concurso #120

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  • Información Bitacoras.com

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  • La Soga del ahorcado

    El péndulo de la casa, campanilla de garganta, badajo de campana repicando la vista de una niña que sangra con curiosidad. Se acerca con pasos agigantados. Y se ve colgada de la viga que le da sustento al techo. Detrás de este al cielo lo estampaban con estrellas.

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  • Rosy Zúñiga
    06/06/2016 1:23 pm

    Sudaba por el entrenamiento. Se sentó sobre la alfombra y poco a poco fue lentamente deslizándose hacia el piso. Preocupado por el dinero para adquirir las zapatillas se dio cuenta que no eran necesarias pues al bailar levitaba y al hacerlo se fundió con el cosmos.

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  • Valeria Reynoso
    06/06/2016 4:39 pm

    Después de mucho pensarlo logró su libertad, la fuerza de fuga la tuvo, la emancipación fue total, aunque sin una estrategia. Fue mucho después, al detenerse, que se dio cuenta que esa parte tan importante que es el pie se había quedado.

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  • Su padre recién ganó la custodia pero eso no parecía hacer la diferencia. Entregado en la corte con no más que la cámara vieja que le regaló su madre, quien acusada de fraude fue despojada, encarcelada y declarada muerta en prisión hace cinco días, cuando se le encontró desnuda y apaleada en su cama. La fatal noticia tampoco hizo la diferencia en la soledad de su vida hasta que una semana después del incidente, escuchó a su padre conversar al teléfono y hablar del éxito del plan, del odio hacia esa mujer que fue su esposa, de la indiferencia hacia su hijo y no terminó de escuchar porque el cable en espiral del teléfono no dejó salir más aire del pecho de su padre recostado en el sillón negro de la sala.

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  • Samantha Jusepe
    07/06/2016 12:30 pm

    Estuve platicando con ella toda la noche, como en los viejos tiempos. Claro que ya no estábamos juntos, pero por unas horas, pudimos fingir que nada había arruinado nuestra relación. La perdoné por todo lo que me hizo, le pedí perdón por todo lo que yo le hice a ella. Al fin nos entendimos. A la mañana siguiente, así, sin dormir y con los sentimientos aún a flor de piel, la desnudé para quedarme con un recuerdo. Cubrí su cuerpo con una cobija y me fui. Desde el carro estacionado en la acera de enfrente, observé a su nuevo novio llegar a la casa. Un rato después, me despedí de ella por última vez, mientras la Cruz Verde me la quitaba para siempre.

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  • El anochecer cubría su mirada lúgubre, su gesto enmohecido por el llanto eterno y la pálida piel que la caracterizaba. Nunca imaginó que una atracción sexual la llevaría al borde del suicido, pero al sentir aquella ansiedad por verlo, esa noche por fin se armó de valor y se dirigió al muelle donde lo había conocido un año atrás.
    Al llegar al puente se detuvo, recordó con ternura y coraje cada promesa hecha, esperando por largas horas verlo pasar.
    Al amanecer, despertó con la soga en las manos, y ahí estaba él, con su sonrisa irónica la lengua colgando; nunca fue bien parecido, era su desnudez lo que me atraía, pensaba en voz alta, o era su olor el que tanto me atormentaba, sí, eso era.

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  • Jorge Meneses
    08/06/2016 10:19 am

    Voy caminando cuando mis dos pies se zafan y echan a correr. Tomo mi lápiz y me dibujo un par de pies nuevos para poder atrapar a los míos . A la par, los que fueron mis pies dibujan, torpemente, un cuerpo que no es el mío sino el de quien sueña con un hombre que le ha robado sus pies y éstos huyen del ladrón.

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  • Manuel Cerón
    08/06/2016 11:54 am

    – ¿Le compraste el regalo a mamá?
    – No, pero me encontré estas piernas en la cajuela del coche que me regalaste, ¿de quién son?
    – No, pues ni idea, quizá las dejó el ballet ahí.
    – Cabrón.
    – Re cabrón diría yo.
    – Lo peor es que me recuerdan a las piernas del Tío Gonzalo.
    – ¡Si wey, están iguales!, hasta traen calcetines grises y todo; parece que nunca se los cambiaba.
    – ¿y si se las regalamos?, sería como una especie de tributo, era una gran pareja de baile de salón
    – …
    – Wey, nadie compró regalo y sería una grosería llegar con las manos vacías.
    – Eso si.
    – Inche ballet, se la mamó dejando eso en la cajuela y tú en comprar un coche por 4 mil pesos sin preguntar nada.
    – Si, puede ser.
    – Pues ya ponle un moño…
    – Pos si, en una de esas las metemos de nuevo a la cajuela y se las regalamos con todo y coche.
    – Si, puede ser.
    – ¿Pasamos por un pastelito o algo, no?
    – A huevo…
    – A la otra le compras su madeja de estambre esa que le gusta con bolitas de colores.
    – Si, pues si, ya para el año que entra. Ya vámonos.
    – Yastas…
    – … Pinche chango del ballet.
    – pues si, pinche chango.

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  • Raúl Galápagos
    08/06/2016 7:29 pm

    Mi suegra era la mujer más contradictoria y testaruda del mundo. El vestido de novia de mi mujer fue el de un velorio, si hacía frío te traía las chanclas, y un largo etcétera. Pues nada, el día que me hartó le dije: «no vayas a leer a Coelho».

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  • Lo primero que vi fueron sus pies descansando uno sobre otro, como si estuviera leyendo. Pero al abrir la puerta por completo, solo quedaba un cuerpo inerte transformado en cadáver de color blanco pálido que me heló la sangre y unos ojos vidriosos carentes de vida.

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    • María de Jesús Tello S.
      04/07/2016 8:33 pm

      Hola Juán Morán. Me gustó tu cuento, creo que reune casi todos los requisitos de la convocatoria.
      voy a votar por ti.

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      • Juan Morán
        04/07/2016 11:05 pm

        Gracias María de Jesús por tomarte el tiempo de leer mi microrelato. La mayor satisfacción es saber que a alguien le gusta lo que escribes.

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  • No hay de otra piensa: el cuelga una camisa de la lámpara y después todo su cuerpo de ella. El milagro de la vida le da una segunda oportunidad; la asfixia le provoca un orgasmo, tan intenso que las convulsiones desprenden su cuerpo con todo y la lámpara la de techo.
    Ahora tiene un nuevo objetivo, después de todo repetir el año no está tan mal… Las chicas lo ven como un hombre grande y la seduce diciendo que el amor es ciego, Aunque su madre sólo le arrancó ojo ¿cómo iba a saber que era su lámpara favorita?

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  • marcela lópez
    11/06/2016 8:18 pm

    odiaba planchar;por eso se colgó del corde lcon los pantalones húmedos puestos.

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  • Pies descalzos, frío, miedo, cansancio. Un destello increpante; casi como un rayo fulminante. Oscuridad profunda. El suplicio no alcanza con solo lamentos a percibir el dolor de aquel cuarto polvoriento. El silencio anacrónico muere con aquel primer bramido y no vuelve más. Carne, huesos; todo se estremece. Pero los pies están contentos; ahora un par de calcetas algodonosas los abrigan.

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  • Isabel Pigrau
    14/06/2016 4:49 pm

    Estudié la casa a donde nos habían traído. Una madrugada me descolgué por el tragaluz hacia la escalera. Por un pequeño error de cálculo, vine a quedar a centímetros de mi objetivo. Recordé de los racimos de uvas maduras en casa de los abuelos. Caí con un dulce sabor en la boca.

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  • Gael Montiel
    15/06/2016 11:36 am

    Siempre te acuestas con los calcetines puestos, aunque tu esposa te ha dicho mil veces el asco que le causa. Que deberías orearlos, están húmedos, traen el sudor de todo el día, dice.
    Llegas del trabajo, te quitas los zapatos sin desamarrarlos, y te tumbas en la sala para cambiar canales hasta que te agarra el sueño. Quedas aquí, tendido. Así todas las noches. En unos minutos llegará tu esposa a prender la luz, despertarte, y obligarte a que subas a la cama, que aquí no se duerme bien, que aquí en la sala entra la corriente de aire y uno así no descansa.
    No sé de dónde saca esa idea. Aquí, recostado afuera de la puerta, me he cerciorado de que el viento no entre, mientras te vigilo el sueño desde la hendidura.

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  • HECTOR ANDRES SANCHEZ CORNEJO
    20/06/2016 9:56 pm

    Al llegar a casa vi a papá con el cuello roto. Estaba en la sala, colgado de una viga del techo.
    Un poco sorprendido, me senté a mirar una fotografía; de fondo aparece el verde de la selva, y en el centro aparecemos papá y yo sonriendo. Teníamos puesta ropa de viajero y grandes mochilas.
    No dejó ninguna carta, ninguna explicación, era un hombre sin deudas, sin enemigos. Esa misma mañana desayunamos juntos; café, huevo, frijoles, preguntas de la escuela y el trabajo, canciones en la radio. Traté de recordar algún gesto, alguna palabra, pero no había ni un solo indicio.
    Para matar el tiempo me dediqué a mirar cómo se balanceaba papá.
    Estaba muy preocupado, pero no por mi futuro o por la perspectiva de ser un huérfano. La verdadera razón era que esa noche tenía una fiesta, la chica que me gustaba iba a asistir y uno no podía dejar pasar esas ocasiones. Así que para evitar trámites engorrosos con la policía, decidí dejar a papá solo por una noche. Lo dejé colgando, tocar un cadáver nunca es buena idea.
    Sé que papá hubiera entendido.

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  • Tecolote Dopado
    23/06/2016 1:22 pm

    Tecolote Dopado

    Siendo gemelas se enamoraron y juraron que jamás, nadie, ni un ser, ningún cuerpo, ninguna alma, tendría cabida entre Ellas. La dueña de aquel par de rodillas infatuadas murió virgen.

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  • MALABARES

    Una mañana lo encontraron colgando del trapecio. Nadie le hizo caso porque todos sabíamos que don Malabares así practicaba los escapes, suertes y piruetas que fundaban de éxito su espectáculo. Nada extraño: pura rutina de practicante. Su tiempo laboral y de ocio lo pasaba colgado o sumergido en la pileta de cristal para desanudar su cuerpo de los más variados objetos: cofres, cadenas, rejas. El oficio confirma al maestro, soltaba a quien quisiera escucharlo en sus ratos de descanso. Por eso nadie lo interrumpía cuando estaba en trance de una nueva pirueta, un acto de magia o buscando un eslabón de escape.
    Entre semana la tropa practicaba sus oficios fuera del circo, en el parque más cercano, afuera de la carpa, o bien dentro de su camarote, por eso nadie se molestó en preguntarle qué hacía ahí colgado, el cuerpo rígido e inmóvil. Hasta el día siguiente que su señora, la Mujer Araña, preguntó por él. Más tarde nos enteramos de sus razones para olvidarse de la vida y de este trabajo de renegados.
    Por rumores, habituales en este oficio, nos enteramos de que una noche espió a su mujer, a quien sorprendió atada, desnuda de la cintura para abajo, con el Tragafuegos soplándole el ano —en la diestra una cerilla encendida; en la otra, la verga erecta— y ella gritándole, ¡Tragafuegos, Tragafuegos, apágame este fuego! Entró en silencio al carromato, pero no les dijo nada, sólo los vio con ojos de rencor maldito y salió azotando la puerta.
    Un día después los trapecistas, cuando se preparaban para ensayar su acto en el volantín, lo encontraron con los ojos desorbitados, la lengua pendiente, tieso como una vara, al cuello anudado una soga.
    Nadie sollozó en su entierro ni plañó oración ninguna. Todos cavamos y todos ayudamos a palear hasta colmar con tierra la sepultura. Nadie le llevó flores. En una tumba sin lápida se amontonan sus restos.

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  • Jimena Villa
    23/06/2016 11:16 pm

    Mi marioneta

    Estaba ahí, escondido debajo de las escaleras; el resonar de sus pisadas sobre los peldaños me estremecía. Sabía que cuándo me encontrara, se vengaría.
    El abandono lo llevo a convertirse en una terrible pesadilla, ya no era solamente un pedazo de madera tallado con hilos colgantes.
    Comprendí entonces el valor de las primeras amistades, dejarlo arrumbado dentro del ático había sido mi gran error.
    Repentinamente el ruido cesó y una suave sensación de calor, similar al piquete de una abeja me recorrió por la espalda.
    Abrí los ojos y de pronto no hubo nada.

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  • Serapio Noé Sunchiste
    25/06/2016 7:52 am

    Idealista

    No eres tú… Es ese idealismo barato tuyo que no te hace poner los pies en la Tierra.. Ni siquiera ahora que te he ahorcado…

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  • el fantasma de papa

    al parecer de nuevo ha llegado apestando alcohol, esta vez lo dejare que se congele sobre el sillón, rezare toda la noche por la embriaguez de su dolor , al amanecer le daré las condolencias a su amor.

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  • El agujero

    –Tienes que quitarte los zapatos –me dijo la madre de Clara cuando me vio.
    –¿Qué?
    –Tenemos un suelo de parqué muy delicado. ¿No pretenderás pisotearlo con esos zapatones?
    Miré a Clara, pero ella ya se había descalzado y se había puesto unos gruesos calcetines encima de las medias.
    –Está bien –le dije a la madre de Clara.
    No se trataba de darle una mala impresión de mí. Después de casi dos meses saliendo juntos, Clara me había llevado a conocer a su madre. Temblaba como un flan.
    Al quitarme el primer zapato, advertí que tenía un agujero en los calcetines. No le había dado importancia cuando me los puse por la mañana. Ahora, sin embargo, aquello era tan grave como la explosión de una bomba atómica.
    –¿Vienes ya? –me preguntó Clara desde el interior de la casa.
    Por un momento estuve tentado de llamarla y de confesarle que tenía un tomate en los calcetines. Quizá me pudiera prestar otros. Me quedé observando la uña del dedo gordo del pie. Era monstruosa. Llevaba días pensando en que tenía que cortarme las uñas. Pero no había encontrado tiempo. Nunca encontraba tiempo para hacerlo.
    –¿Felipe?
    Me volví a poner el zapato y salí de allí como alma que persigue el diablo.
    Cuando llegué a casa, me quité los calcetines, los arrojé a la basura y cogí las tijeras. Había terminado ya de cortarme las uñas del pie izquierdo cuando comenzó a sonar el móvil. Era Clara, por supuesto. No se lo cogí. Traté de concentrarme en lo que estaba haciendo.
    La verdad es que Clara era una chica dulce y preciosa.

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  • Einstein Palomo
    26/06/2016 8:32 pm

    TRAJE DE BODA

    Recostado cómodamente en mi sofá repaso una y otra vez las imágenes de como di fin al desgraciado que me robó el amor de Flor, no importa, muy poco le duró el gusto.
    El nunca imaginó que arreglarse tanto para su ceremonia de boda sería en vano, estúpido… con su peinado intacto, su mirada presumida y su sonrisa falsa; quedó mejor ahora, tal y como merece, desnudo y mojado, con los ojos opacos y los labios morados.
    No solo su persona me molestaba, también su vestimenta, ¿quién demonios pretende casarse con un traje color mostaza? Mi hermosa Flor no merece un mequetrefe así. El saco fue más útil para cortarle el aliento a manera de horca, y los pantalones con sus calcetas grises… pensé en tirarlos, pero son cómodos y me quedan bien…
    Mi hermosa Flor vendrá y se acurrucará junto a mí en este mismo sofá, por fin llegó mi hora. ¡Ella me amará, lo sé!
    Ahora solo tengo que sacarla de la cajuela del auto y quitarle la mordaza para besar sus hermosos labios, y después huir juntos, ella me amará, bien que lo sé…

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  • No soportaba la imperfección. Cada detalle debía estar en su lugar exacto. Tal vez eso fue lo que le gustó de ella. Los blancos dientes de aquella mujer eran tan perfectos como si un arquitecto profesional de la sonrisa los hubiese diseñado, su cabello siempre impecable se deslizaba hasta sus senos, suaves y pequeños. Todavía recordaba ese primer día en que la vio. Esos primeros meses donde todo fue tal y como él quería, perfecto. Luego, llegaron hasta él sus erinias, disfrazadas de pecados: envidia y avaricia. No soportaba más escuchar la voz que parecía más bien un canto de ángel; la piel que parecía de leche de pégaso, si es que alguna vez existió; aquella belleza inhumana que ni el propio Paris fue digno de poseer.

    Ella dormía profundamente en ese momento. él no quería dejar ningún desorden en la habitación. Caminó sigilosamente, tomó una enorme almohada y la colocó sobre la cara de su rival. Unos minutos de forcejeo bastaron para terminar todo.

    No se digno, siquiera, a ver el cuerpo. Se sentó sobre la orilla de la cama, observó las ligeras arrugas de su pantalón, sonrió y fue directamente a corregir el defecto.

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    • Tuve algunos errores que se me pasaron:
      En el segundo párrafo, primera línea se me pasó poner en mayúscula el él.

      Y en el tercer párrafo en la palabra dignar no puse la tilde, era «dignó»

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  • Pedro Vidal García Juárez
    28/06/2016 12:52 am

    SELFIE

    Supo que había ganado el premio y cumplido su promesa que tres días antes anunciara en redes sociales: la foto más original y grotesca de la fiesta de graduación.
    Ella estaba ahí, imaginando el trabajo que le había costado atarse la soga al cuello e introducir ambas piernas en un solo lado del pantalón; solo así volteó a verlo.
    El bastón, había quedado atorado en su camisa, las manos, extintas de toda fuerza; y pudo observar una a una, las caras de todos sus compañeros de grupo; y su mirada, y la de ella…

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  • alondra Bañuelos
    28/06/2016 8:51 am

    Remendados
    Mira esos pies cansados, y que hablar de esos calcetines remendados. tristes calcetines, triste hombre, tristes sus pies.
    “si tan solo pudiera ayudarlo”
    y en cambio estoy aquí, postrada en esta cilla de ruedas. Siendo una carga extra para esos pies cansados. Para esos pies que cojean.
    Aún recuerdo cuando esos pies eran lucidos, firmes y hasta podían correr.
    corría tras mi, tras ella y tras el balón e incluso tras aquel perro negro del cual no recuerdo su nombre. Y ahora solo quedamos él y yo . Ya no corremos; no hay más balón, ni mas perro. Ya no hay más ella, solo estamos él y yo, quedaron atrás los días de parque, quedaron atrás las tardes rápidas y quedamos dos viejos que ya no pueden caminar. yo con mis rodillas inútiles y el con sus pies tristes.

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  • Emilio Ruedas
    28/06/2016 2:23 pm

    Dulce Sueño.

    Después de una semana llena de estrés, por fin, me encontraba recostado en ese incómodo sofá de la sala donde mi esposa me obligaba dormir. No podía mantener los ojos abiertos, solo sentía como mi atención se desvanecía mientras mis párpados batallaban por mantenerse abiertos… De pronto noté que mi esposa estaba en la cocina y preparaba algo de olor muy atrayente, «Amor, despertaste justo a tiempo… Preparé tu platillo favorito para la cena, ven pronto y podremos adelantar el postre…» dijo con un tono muy feliz y seductor, algo que no escuchaba desde hace mucho. Me levanté del sofá el cual, ahora me parecía más cómodo, todo parecía agradable. Me senté y al momento mi esposa (la cual lucía más guapa de lo que recodaba) sirvió nuestros platillos y un poco de Champagne, un lujo que no podíamos darnos desde nuestra boda. Estaba apunto de dar el primer mordisco a la deliciosa comida que me habían servido hasta que de pronto empecé sentí un jalón en mi cabeza; Era mi esposa común, despertándome y gritándome que debía preparar su cena antes de irme a dormir, fue entonces cuando perdí el dulce sueño y me levanté con mis pocas ganas de ese horrible sofá.

    Responder
  • Fara González
    28/06/2016 5:08 pm

    La clase y el buen gusto; la pobreza, el contante ahorro de mis vienes, el buen uso de las cosas, la personalidad introvertida, la vejez, la sencillez, mi profesión de oficina, la falta de una mujer en mi vida, mis prioridades, mis carencias, mis defectos y mis virtudes… ¿no me conozco? Nada como mi par de calcetines para descubrirlo.

    Responder
  • Fara González
    28/06/2016 5:12 pm

    El sabio de tela
    La clase y el buen gusto; la pobreza, el contante ahorro de mis vienes, el buen uso de las cosas, la personalidad introvertida, la vejez, la sencillez, mi profesión de oficina, la falta de una mujer en mi vida, mis prioridades, mis carencias, mis defectos y mis virtudes… ¿no me conozco? Nada como mi par de calcetines para descubrirlo.

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  • Paula Romero
    28/06/2016 5:27 pm

    COPYCAT

    La neblina era cada vez más densa y Victoria manejaba nerviosa, con las manos aferradas al volante y el radio apagado, para evitar distracciones. La carretera de la Ciudad de México a Cuernavaca le traía malos recuerdos. De pronto, una silueta se dejó ver a través de la espesa capa de neblina… era Daniel, su exnovio, muerto hace una década. Victoria fue la única que supo la verdadera causa de su muerte y había enterrado el secreto.

    En aquella época, a Victoria y a Raúl les bastaba la mirada para saber que se deseaban y también, que eso nunca podría ser. Aquella noche de fiesta, diez años atrás, Raúl había chocado el auto, en esa misma carretera, con su mejor amigo Daniel, de copiloto. Rául no tuvo ni un rasguño; Daniel murió de inmediato. Siete años de matrimonio le habían bastado a Victoria para confirmar que su marido era capaz de cualquier cosa por obtener lo que quiere.

    Y ahora, Daniel estaba ahí… levitando entre la neblina, con su traje verde, las piernas cruzadas y la mirada tranquila. Victoria orilló el coche y se bajó. Tenía que verlo de cerca, asegurarse de que no estaba soñando. El pálido Daniel sonreía, flotando un metro arriba del asfalto… -¿eres feliz, Victoria?, ¿qué se siente ser la mujer de un asesino?-. Casi desmayándose, Victoria regresó al auto. Por el retrovisor siguió la silueta de Daniel, hasta que desapareció entre las curvas.

    Victoria ya no es la misma. Cada día se odia más. No deja de pensar en Daniel; la paz que sentía cuando estaba con él. Sabe que Raúl no querrá divorciarse y que le haría la vida imposible. Nunca tuvo ideas propias, no era una mujer creativa; -Cariño, el próximo sábado tendré que regresar a Cuernavaca… ¿me acompañas? Yo manejo… serás mi copiloto-.

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  • Camino de casa al trabajo imaginando una solución para ajustar los gastos de la semana. Gano menos que hace un año pero no me alcanza el tiempo para cuidar de los niños. No me atrevo tampoco a mandarlos con su abuela a Estados Unidos a pesar de su insistencia en que allá no les va a faltar nada con ella. Pero son míos, nuestros, no de la vieja. Abro la puerta y encuentro las caritas de esos diablillos, recién llegados de la escuela, sonriendo como me gusta. Interrumpen mis pensamientos de preocupación, los abrazo y corren a sus respectivos cuartos a hacer tarea. Me descalzo, me saco la playera y quedo solo en el pantalón caqui del trabajo. Me recuesto en el sillón y un suspiro sale. Ojalá siguieras aquí, flaca.

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  • Chiquillo juguetón sin alma, consentido en demasía. Has desentrañando tus instintos de animal y al mismo tiempo, a esa que te había parido. Te quedaste bien campante, con tus piernas cual rifles, que cuelgan del barandal en esa casona escueta que se parece a tu mirada. No te arrepientes, no lloras, y ya nadie te hará de comer.

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  • Era una casa antigua donde los misterios rondan a sus huéspedes, pero cuyos misterios nunca llegaron a convertirse en un teatro de fantasmas. Lejos del drama de las cosas extrañas y sobrenaturales, convivían caballeros de ligeras alas en tertulias consagradas al dios Baco. Asiduos a los convites nocturnos de risas fatuas y al canto desentonado, pero sincero, lograban una paz que les inundaba el alma. Casi siempre, por no decir siempre, caían en las repeticiones de los diálogos chuscos y vanos. La posadera, poco estricta, se unía a la estridencia y la algarabía de sus inquilinos. Por fin, acosados por los agudos chistes conseguían levantar el vuelo hacia la parte alta, ahí lejos de las miradas indiscretas, aventaban lejos los zapatos y así ponían fin a la fiesta antes de irse a la cama.

    Responder
  • Brenda Castro
    28/06/2016 6:54 pm

    Grande, ¡Grande y anaranjado! Me quema la piel. Mi pijama amarilla se ha tornado oscura, tiene manchas negras. Me alejo sin saber que pasa, me alejo, y me pregunto ¿Dónde está mi casa? ¿Dónde está coronel, mi peluche favorito? ¿Dónde están todos?

    Volteo a mí alrededor; el cielo es negro, no hay estrellas ni luna, no puedo ver nada, solo a los extraños danzantes rojizos y naranjas que han entrado a mi hogar. Tienen hambre, lo sé, pues se han comido mis juguetes, no me queda nada. Quiero acercarme pero algo me dice que no, me duele el pecho y tengo miedo. Esos seres vendrán por mí. Vendrán, vendrán.

    Al verlo, empiezo a llorar.

    “¿Papá?” Preguntó al ver una sombra brotar de entre el remolino de colores. Quiero saltar, correr a sus brazos, pero me quedó allí. Su rostro luce diferente. ¿Será él? Sus mejillas, antes lisas y suaves, ahora se ven… Lo miro un instante. Me toma entre sus brazos sin decir nada y lo escucho llorar. Lo abrazó con fuerza, recargo mi cabeza en su hombro y me siento seguro. Poco a poco nos alejamos de las llamas. Mis pies, balanceándose al ritmo de los pasos de mi papá me piden que regrese, a buscar a mamá, a mis hermanos, pero el cansancio me ha superado. Pronto, ya no siento dolor.

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  • Todos los dias se levanta harto de su estilo de vida, escuela por 7 horas, trabajo por 8 horas, gimnasio por 2 horas que solo quiere una escapatoria, todo el día esta pensando en ese momento, ese momento que tanto le encanta, ese momento que tanto anhela, que tanto espera, ese momento en el que puede regresar a su cama a dormir y sentir todo su cuerpo ligero como que flota.

    Responder
  • María de Jesús Tello S.
    28/06/2016 9:07 pm

    AÚN NO TE ESPERABA…

    Fué una noche del mes de junio. Una noche lluviosa, oscura y fría.
    Un ruido me desperto, instintivamente estiré mi mano para prender la lámpara y tomar mis lentes.
    Me levanté y caminé muy despacio, tratando de agudizar el oído y la vista. Cruce el pasillo casi en penumbra, el corazón me latia fuertemente…..un sudor frío comenzó a recorrer mi espalda y todo mi cuerpo. Las manos me sudaban más que otras veces. Me agarré del pasamanos de la escalera que lleva a la planta baja. La humedad hizo que mis lentes cayeran y mis manos resbalaran ¡ como una flecha salí disparada por la escalera! (que en lugar de peldaños, la sentí como rampa). Cuando estube al final de ella, lo primero que pude ver, por cierto muy cerca de mis ojos; fueron un par de pies delgados, cubiertos con unos calcetines grises muy gastados.
    Poco a poco y muy cerca, mi vista descubrio unas piernas escasas de músculos, envueltas en un pantalón color ocre, pulcro y sin arrugas.
    No pude ver más….. ¡inmediatamente supe que eras tú!

    Responder
  • Andrea Moreno
    29/06/2016 12:12 am

    Esa tarde, únicamente quería despejarme, salirme de la realidad y tranquilizarme un rato, subí las escaleras rápidamente, gire mi cuello, y poco a poco me fui quitando mis zapatos, esos incómodos zapatos, que usaba diariamente, sin pensarlo mas ese día, había decidido quitarme la vida, sujetar mi cuello y quedarme parado durante horas hasta que ya no pudiera mas, analize todo lo que hubiera podido ocurrir, es ahi cuando unicamente cambio mi desicion, volvi a bajar y solamente me acoste en mi bello sillon a descansar.

    Responder
  • Tradición familiar

    Desde su muerte, hacía dos invierno, nadie se atrevió a mencionar su nombre, ni a mirarla ni mucho menos se atrevieron a tocarla y bajarla.
    Comían siempre de espaldas a ella como si no existiera, en silencio y guardando los recuerdos más cercanos a ella. Incluso acostumbraban por la noche a permanecer en el salón y a la hora señalada todos marchaban a sus respectivos dormitorios con un leve “buenas noches”.
    Por eso aquella noche tras la discusión, cuando el hermano mayor subió corriendo al altillo y se encerró para siempre, se mantuvieron quietos y en silencio hasta dormirse, como si nada, como si él también algún día tuviera pensado regresar a su cama.

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    • María de Jesús Tello S.
      04/07/2016 8:41 pm

      Hola paupes, también me gusto tu narración. ¡Mucha suerte!

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      • Hola María de Jesús , gracias por leerlo y por tu comentario. También me gustó a mí el tuyo. Felicidades para los ganadores.

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  • Había llegado la hora desalojar a mi hermano. Llevaba todo el sexenio viviendo en la sala de mi casa. Me acuerdo que llegó, con el cambio de gobierno, a tomar la siesta. Y aún seguía soñando sin roncar, sin comer y sin beber. Era como un buda transgénico esperando el nirvana. Todo lo hacía completamente en silencio. Hace tres días empezó a oler a estiércol. Mi esposa y yo quisimos colocarlo en un ataúd de bambú. Fue cuando nos dimos cuenta que estaba pegado. Como si él y «su sillón favorito» fueran uno mismo. Con mucho trabajo lo fuimos levantando. A simple vista el mueble y mi hermano se veían ligeros. No sabíamos porqué pesaban tanto. Creo que un elefante asiático saturado de alfalfa hubiera sido más sencillo de manipular. Al ponerlo exactamente a noventa grados del suelo, oímos un grito que se permeaba a través del tapiz y hacía eco entre las trompas de los calcetines: «Ahora es mi turno de saber qué se siente reposar sobre un hombre muerto de pie».

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  • Eso bastó

    Pocas personas vieron a Benito levitar por primera vez. Fue algo breve y, no obstante, esto bastó para que se corriera la voz y la gente lo mirara y lo señalara con el dedo y hablara a sus espaldas y no se supiera si era un ángel o un demonio aunque eso no importaba porque el bato levita we quéseso pos como que vuela pero así poquito bien leve casi nada son cosas del diablo muchacho ponte a trabajar cabrón le gritó alguien en la calle pinche mamón ora culero ábrete ojete qué pedo pinche Benito aunque guapo guapo así qué guapo no es pero tiene un nosequé a poco tú no has pensando en ponerle con él y tantas miradas tanta atención tanta envidia tanto trabajo y casi a las veinte horas salió de la oficina y caminando por la calle lo mismo la gente los cuchicheos y la molestia en la que se habían convertido los mariguanillos pedorros que se junta en la esquina de su casa y que también sabían acerca de su don o defecto y lo molestaban uno de ellos de más y lo sigue lo persigue lo corretea le grita mientras Benito huye así que levitas entonces levitatésta y bam bam bam por allá a lo lejos de madrugada otro bam que no lo rozó siquiera y las patrullas y las sirenas y Benito corre corre corrrrrrre hasta que se detiene a tomar aliento.
    Es de noche. No hay estrellas porque está nublado. El callejón está oscuro, sin luz alguna. Tiembla. Sabe que ha llegado su hora –piensa “perdónalos porque no saben lo que hacen, ni quién soy: ni yo mismo lo sé, perdónalos”- cierra los ojos y aparece la voz detrás suyo quieto cabrón el teléfono el dinero ese anillo el reloj Benito intenta redimirse y levitar elevarse y escapar y lo intenta hasta que el tipo le arrebata la vida con dos clu clu dos cuchilladas y la sangre y los zapatos.
    Su cuerpo, solo despojos, fue visto por muchas personas. La fotografía de su cadáver salió en los periódicos. Quien pudo verlo –y comprarlo- notó que faltaba el calzado. Este, de tipo Oxford, estaban ya en manos del dueño del bazar, aquel ubicado en frente del cibercafé donde alguien lee en el periódico online sobre la muerte de Benito, que intentó volar para escapar, y ve la fotografía, aquella en la que el cadáver está descalzo y sus piernas metidas en una sola de las piernas del pantalón.

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  • Andrea Michelle Machuca Ramírez
    29/06/2016 8:49 pm

    El primogénito

    En una tarde oscura y desolada; habitada por un repleto silencio. Llegué a casa. Había ido en busca de un par de medias para mi querido hijo.
    Pero al llegar, no sabia que sería el momento más horrible e imaginable de mi vida.
    Al entrar, llamé a Roberto para la cena. No contestó. Nuevamente lo llamé en tono molesto y no contestó. De pronto, me topé con una sombra gigantesca. ¡Ese maldito gigante! Vestido de traje negro y corbata roja, devoraba en pedazos a mi pequeño. ¡Maldito sea el día en que ese monstruo entró a mi casa!.

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  • Lidia Sanchez
    29/06/2016 11:20 pm

    …»Es tan corto el amor y es tan largo el olvido»… citó ese esposo mío que comparte mi cama desde hace casi seis años mientras tocaba mis lánguidos pies, inertes, fríos, descalzos. Era por mucho la parte que más me gustaba del poema 20 de mi amado Neruda y cualquiera que haya estado en mi vida más de un minuto lo sabia.
    _Hazme el amor recitando a Neruda. _le decía con voz baja, audible para él que conocía mis tiempos.
    Obtenía siempre la misma respuesta, pero no dejaba de pedírselo aunque no me lo diera.
    Sus manos deben estar suaves con olor a rosas, lo vi cuando hundió sus afilados dedos largos en la crema blanca del tarro de tapadera azul que siempre guardo en el lado mío del tocador. Él sabe que no me gusta sentir sus manos callosas tocándome los pies y ahora que los toca, no puedo reñirlo porque no siento sus dedos. Lo he seguido por toda la casa, claro que el no lo supo, ni lo sabrá supongo. Lo escuché cuando le llamaron por teléfono y lo vi como se derrumbaba en medio de la bruma, casi lo escucho decirme
    _Ese caballo te va a matar,_casi lo escucho porque siempre hice oídos sordos a sus temores y de alguna manera hoy importa menos que antes.
    Mi pasión por los caballos empezó de niña, agarrada de la mano de mi padre y es casi comparable con el amor a la poesía mamada de mi madre, cabalgar antes de que salga el sol, sentir el viento llevarse tirones del alma mientras me va despeinando es la única religión que devotamente practico, no puedo prescindir ni de una ni de otra cosa.
    _Los caballos son para mi como lo es el mar para Neruda, un alma ocupando espacios distintos_ decía con ese orgullo de saberme incomprendida aún por el hombre que juró ante la tumba de mi padre amarme y protegerme siempre.
    Este pantalón moztaza que llevo puesto debe ser nuevo porque no lo compré yo, la tela es intangible, no la siento.
    _Cómo no haber amado tus grandes ojos fijos.. sigue repitiendo y las gruesas lágrimas de sus ojos de noche caen de golpe sobre el cristal q nos separa.
    Es curioso, apenas recuerdo el viento llevándose mi mascada de color naranja mientras hace que mis cabellos vuelen con libertad, me recuerdo persiguiendo la poca luz que quedaba de la luna esperando alcanzarla antes de llegar al acantilado, cuando de pronto, al sentir que la tocaba, la gravedad dejó de ejercer ese efecto castrante sobre mi cuerpo y de alguna manera mis dedos acariciaron su contorno suave y luminoso como esa moneda redonda que me diera papá cuando cumplí cuatro años.
    !Ese padre mío lleno de historias!. !Cuánto rencor le guarde los años que no lo tuve. Y cuánto lo eché de menos! Hubo muchos días que no dormí pensándolo, me dormía hasta pasado el mediodía para no tener que explicarme su ausencia y despertaba con un café en su taza marrón.
    Ya no recuerdo las especificaciones para construir un aeropuerto aunque sé que las escribí yo.
    No me acuerdo de que color eran las dalias del jardín de mi mamá pero su aroma me persigue hasta este instante.
    Y ese pantalón moztaza con planchado perfecto no es mío. Quién me lo puso? Pareciera que se lo ví puesto a alguien, o tal vez soñé que me ponían un pantalón así en mi último día y lo compré para que el sueño tuviera algo de certeza?. No lo recuerdo.
    En mi vientre seco no hubo vida nunca. Eso dolió más que verlo a él tomando la mano de su joven asistente de cabellos negros, segundos anteriores a la llamada desde la sala de emergencias de la Cruz Roja. Tenían los ojos iluminados por ese brillo embrujante de la novedad, de la sorpresa. Luego, cuando colgó el auricular, le pidió que saliera de su oficina en vez de abrazarse, de asirse a ella.
    No haber parido es lo único que lamento de irme así, tan derepente, no haber sabido de otro amor que no fuera a la poesía y a los equinos, en especial a mi Catalina, la yegua palomina, única herencia de mi padre. El hombre que llora abrazado a mis pies con pantalón mostaza debe ser muy cercano a mi Llora mientras repite, «la quinta cosa son tus ojos»…conozco el poema pero a él no lo conozco. Alguien de cabello negro lo toma del brazo y lo apoya cerca de su hombro. Tengo la sensación de haberlos visto antes pero no lo recuerdo..
    …Resulta que voy a vivirme…recuerdo de algún lado
    No me gusta este pantalón moztaza…pero supongo que ahora tampoco importa

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  • Sinhué Bellescusa
    30/06/2016 2:39 am

    Briago

    Recuerdo que entró al baño pretextando unas ganas inmensas de cagar. Quería evitar la vergüenza de que lo escucháramos vomitar, porque es cierto que un borracho se siente minimizado por sus colegas del copeo cuando guacarea lo que con tanto ahínco le ha metido al cuerpo.

    Al abrir la puerta, nos encontramos que había ensuciado su pantalón de la pierna derecha y para evitar que se dieran cuenta de lo ocurrido, puso ambas piernas en la cavidad de la pierna izquierda del pantalón. Salió como si nada dando unos brincos enormes como un niño jugando a la carrera de los costales, mientras por la casa se esparcían el olor y algunos fragmentos del vómito.

    Manchó el pantalón, perdió los zapatos y hasta la dignidad, pero creo que nadie se la pasó tan chingón como él.

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  • En pleno receso los hechiceros generan vibraciones. ¡Abracadabra!

    [Jump In The Line]

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  • […] cualquier caso, ganan el concurso el cuento sin título de Héctor Andrés Sánchez Cornejo, por su anécdota cruel que refleja (creo) parte del ánimo de esta época, y “El […]

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