Concurso

Concurso #109

72 comentarios

Las Historias convoca a su concurso #109 de minificción o microrrelato. Los interesados pueden comenzar observando esta imagen:

Laberinto2

Instrucciones:

1) Suponer que esta imagen representa un instante de una historia.

2) Imaginar cuál es esa historia: qué está pasando allí, qué momento se anuncia, por qué, quiénes están presentes, qué hacen. No se trata de explicar la imagen, ni de escribirle un pie de foto, sino de tomarla como punto de partida para imaginar una historia propia.

3) Escribir la historia, en forma de cuento brevísimo (minificción, microrrelato; el nombre es lo de menos), en los comentarios de esta misma nota.

El o los textos ganadores recibirán un trofeo virtual y serán seleccionados considerando la opinión de quienes decidan opinar. La fecha límite para participar es el 30 de junio. Quedan invitados.

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72 comentarios. Dejar nuevo

  • Los guardias me arrojaron frente a la entrada del laberinto y tras mis huesos tiraron con desprecio el manual que me revelaría la forma de salir de él. Como tenía solo dos opciones: morir perdido dentro o ser perdonado si lograba encontrar la salida, no dudé ni un solo segundo en entrar. Ya en el interior abrí el libro en la primera hoja. Después de mucho caminar y mucho leer llegué a la última línea de la última página donde leí: «la única salida de este laberinto es su puerta de entrada y esta desaparece en el mismo instante en que una persona la atraviesa. De aquí sólo se sale no entrando nunca»

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  • UN SURREALISMO Y ESTO NO ES UN LABERINTO
    Esto no es un laberinto
    Es una imagen y muestra
    Tan solo y es una idea
    Ahí donde se crea

    Como la obra maestra
    De un político –candidato
    -pues así que si entras y es
    A su juego ya no sales

    Y que si salió elegido
    Y no es el tuyo -ya no llores
    Así es el juego de la política

    A tus ojos se muestran a tu lado
    Te prometen y en simpática
    palabra el mundo a tus pies
    ez

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  • SALUDO PARA TODOS Y TODAS

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  • … Y sin más, aunque me encontrase afuera, con todas las oportunidades de irme habidas y por haber, dejé de lado áquel viejo diario en donde solía inmortalizar mis dudas, y me resigné. Comencé a levantarme, sin molestarme a mirar a mi alrededor, porque para mi ya nada era, ni nada sería. Estaba tan dentro de mi mismo, que no podía contemplar las posibilidades de volver arribar. Eché a andar, decidido, hacia aquella oscuridad tan parecida a la que me invadía, introduciéndome entonces, al sitio en donde sabía, me perdería para siempre.

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  • Jeremy Ocelotl
    03/06/2015 11:33 pm

    Me pidió que la viera en la banca de siempre, fuera del laberinto como cada martes (su día de descanso). Todo hubiera seguido igual: su beso en mi mejilla al llegar, la charla en el café acerca de las vicisitudes de nuestra vida diaria, seguida de una larga caminata por la ciudad, para culminar con nosotros dos haciendo el amor en su departamento. Pero ese día se me hizo temprano; noté que la reja del laberinto estaba abierta, y para mi sorpresa el guardia no estaba presente para impedir mi paso. Nunca entendí porque el mismo solo estaba abierto al público los domingos, y menos aún la razón de sostener un cordón desde su entrada hasta el centro. Ahora que cada camino que tomo me regresa al centro, llevándome inevitablemente a esa fuente donde puedo verla como un espejismo en el agua, esperando en aquella banca a que llegue yo; comprendo el por qué todas las medidas que toman.

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  • -Anda tú. Recórrelo. Yo te espero aquí. A mí los laberintos me aburren.

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  • Alexandra Davila
    04/06/2015 12:24 pm

    Mmmm, interesante…Sí…Tal y como lo había supuesto…Cuánta razón…Imposible perderme…¡Dédalo eres un genio! Armado con su conocimiento me decido a entrar. Sólo soy uno de tantos aventureros que desean los tesoros que se encuentran en el interior del laberinto y que murieron en el intento de recuperarlos, pero ellos no tenían esto: El manual del laberinto para dummies, escrito hace milenios por el mismo Dédalo dedicado a su inepto y joven hijo Icaro. Desenrollo el largo y complejo hilo de Ariadna, que me permitirá salir, mi camino me lleva al centro mismo en muy poco tiempo. El manual me advirtió de trampas y obstáculos y puedo sortearlas sin mayor dificultad. En realidad ha sido mucho más sencillo de lo que había supuesto y ahora contemplo las maravillas del mundo antiguo, piezas de oro y joyas preciosas, arte perdido en el tiempo. Cargo con lo que puedo, recuperarlo todo me llevará varios viajes…Desando el camino recorrido. Recojo a mi paso el precioso hilo…y es entonces cuando se suelta…¡Por Dédalo! Ahora el hilo es sólo un pedazo en mi mano. Un gruñido bajo llega desde mi derecha. Hace eco en las paredes del laberinto. Qué equivocado estuve. Pensé que después de tantos milenios ya no estaría ahí. ¡Qué iluso! Si encontré el manual y el hilo, era muy probable que me lo encuentre a él…Lindo Minotauro tranquilo…tranquilo…

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  • Al llegar al centro, el onironuta encontró el famoso Libro, lo tomó con prisa y salió corriendo del jardín. En todas las páginas estaba escrita la misma frase: «La salida es por arriba.»

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  • Anacleto Villapalana
    04/06/2015 1:38 pm

    Tratamiento Psicológico

    – Ayer soñé que leía un periódico. Estaba sentado en una banca con la pierna cruzada. La calle estaba muerta, o vacía, según se mire.

    – ¿Cómo te sentías en esta situación?

    – Mi cabeza no tenía pensamientos. Todo estaba tranquilo.

    – ¿Qué más había en tu sueño?

    – Una farola. También había una muralla verde muy grande justo detrás mío. De alguna planta, supongo.

    – ¿Y que había al otro lado?

    – No lo sé. Talvez un parque. Durante el sueño mantuve siempre la misma postura.

    – ¿Y qué crees que había detrás?

    – Algo desconocido.

    – ¿Y por qué crees que estuviste todo el tiempo inmóvil?

    – Para alargar la sensación de tranquilidad.

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  • Aun en la noche menos oscura, escucho la voz del laberinto pidiendome volver.

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  • Karina Ruiz La Pata Salada
    04/06/2015 3:48 pm

    Catalina Fierro, nacida por «ay» del 65 en Chuchivo cerca de Chinipas allá arriba de la sierra de Chihuahua , en una de las familias más acaudaladas de la región, gracias a la producción de la amapola y siembra de mariguana.
    Desde bien pequeñita le dio por sembrar su jardín en forma de laberinto, y su padre don Carmelo Fierro no podía negarse ante esa mirada negro profundo. Para los quince años de la «chamaca» se realizó un pachangon dónde estuvieron Los Tigres del Norte y Los cadetes de Linares y el Chalino Sánchez, Los invitados llegaban en helicóptero o avioneta, la única forma de acceder a ese lugar. Pura gente pesada en esos rubros de narco,
    La noche fue mágica, las mesas se colocaron al frente del laberinto totalmente terminado, rodeado con un listón dorado como si fuese un enorme obsequio.Ahí dentro aguardaba el mejor obsequio de la quinceañera, un corcel blanco de raza pura.
    El laberinto era una pequeña muestra de los entresijos y sótanos existentes bajo el pueblo, que ahorraban los dos días de camino a pie que se hacia a Chinipas o el día a caballo.
    Murió don Carmelo y la joven «Cata» como ahora apodaban se convirtió en la dueña del pueblo, a sus 18 años mandaba a hombres fuertes, crueles y matones, con esa cara angelical que nada se le puede negar.
    Un pueblo que se mantenía apartado en apariencia de la modernidad, e irónicamente construido con las mejoras y modernidades de primer mundo, eso sí puro caballo, burro y mulas, porque los «muebles» no entraban a aquella lugares.
    En el 80 cayó el ejército, golpearon a maestros, hombres y mujeres en general. Cata no fue encontrada, se escapo por el laberinto bajo la tierra, yo seguí sus pasos unos días después. Vivimos juntas.
    Cata vive en Zacatecas, es ganadera, vive de lo mejor y está próxima a cambiar de sexo; yo a punto de publicar el libro El Laberinto de Fierro

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  • ODISEA LABERÍNTICA
    Es el septuagésimo sexto formulario que relleno. Montar una empresa se ha convertido en una odisea y empiezo a estar cansado. Aquí los funcionarios parecen no tener ni idea. Me envían de una ventanilla a otra para librarse de mí. Que si el CIF, que si el alta censal, que si la forma jurídica, que si el plan de viabilidad, que si la licencia de obras, que si el Impuesto de Actividades Económicas, que si el alta en los Regímenes correspondientes. Empiezo a estar más perdido que una meretriz en una biblioteca y no encuentro la salida por ningún sitio. Todas las ventanillas me parecen iguales. Altas, acristaladas e inexpugnables. Y para complicar aún más las cosas, los técnicos me envían de aquí para allá. De allá para aquí. De más allá a más aquí. No dejo de dar vueltas, como si me encontrara en el interior del tambor de una lavadora durante un aclarado enérgico. Estoy desorientado y, ni con una brújula, consigo ubicarme. Los pasillos se suceden. Una y otra vez. Una y otra vez. Ayer, por fin, se cumplieron quince meses desde que entré. Y lo peor, es que ha pasado tanto tiempo, que ni siquiera sé lo que me trajo hasta aquí.

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  • Samuel Romero
    04/06/2015 10:31 pm

    … llegué al borde izquierdo superior del laberinto y aparecí de pronto en el derecho inferior que había marcado. Siempre la misma situación: llegaba a un borde y de pronto aparecía en otro. Y caminaba y caminaba arriba, abajo, derecha, izquierda, un mar de dos dimensiones que me ahogaba. Cuando por fin llegué a la entrada de nuevo, pero ahora ví un letrero grande que decía: «Un laberinto de dos dimensiones que no cabe en dos ni en tres, pero sí en cuatro: Bienvenido al laberinto proyectivo».

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  • Roberto García Flores
    05/06/2015 7:28 am

    No he podido dormir por seis noches seguidas. Por el momento me siento muerto. Solo he conciliado el sueño en espacios abiertos y con el sol quemándome la cara. Cada vez que apago la luz puedo sentir sus patas recorrer mis piernas y morderme los dedos. Y si uso calcetines y me cubro las piernas, termina acechando mis brazos, mi pecho y mi rostro. Pero cuando enciendo la luz desaparece. No se si será mi imaginación. No puede ser que el solo echo de imaginarlo manifieste la sensación de un insecto acariciándome la piel. Me siento tan vulnerable cuando me acuesto en la cama, solo, envuelto en la oscuridad, todos los sonidos se vuelven cacofonías y el silencio un martirio. Creo que me estoy volviendo loco. Me dijeron que aquí, en este laberinto, encontraría la solución a mis problemas. Me siento aterrado ante la posibilidad de no encontrar el centro. Esperare unos minutos, necesito dormir, tan siquiera un poco más.

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  • Silvia De La Fuente
    05/06/2015 10:14 am

    Cuando Don Raymundo cuidaba el jardín de los hombres, dejaba que todos entraran.
    Esperaba leyendo alimentando su apetito. Siempre creyó que la carne endurecida de miedo sabía mejor.

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  • Fermín Beraza
    06/06/2015 10:44 am

    LAS VUELTAS DE LA VIDA
    Si algún día encuentras la salida, esta puerta en la que estoy sentada desde hace años esperándote, tal vez yo ya no esté, entonces por favor lee estas líneas y de darás cuenta de que no necesitabas internarte en los vericuetos de mis pensamientos ni en las contradicciones de mi cuerpo para tenerme. Lo único que precisabas era amarme.

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  • Recorre los extremos sin encontrar salida al laberinto.
    Hasta que en alguna esquina da con el título: «ENTRADA».
    Y abre la primera página.

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  • ALGUIEN ABRIÓ MI CABEZA DE UN SOPLIDO
    Yo nunca he podido despertar, las noches cada noche me parecen más vacías, mi mente se ve dividida en múltiples cuadros pluricolor, ya está perdida, ¡ADIÓS A LA REALIDAD! -nos vemos en el infierno fauno desgraciado- debí haber escuchado sus pasos.

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  • Maria Graciela Raver
    08/06/2015 8:01 pm

    la libertad era, para ella, la posibilidad de tomar todos los caminos simultáneamente. En la salida, la esperaba un espejo.

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  • CAFÉ

    El día es agotador, ante tanta bazofia humana, no me queda más que tomarme un rato sólo para mí. No quiero seguir pensando en la vociferante voz del jefe mandón que tengo que tolerar todos los días en mi oficina. Tan recto y pulcro, que ni el simple zumbido de una mosca no puede despeinar. Mis compañeros, caras largas, sin sonrisa, sin una mueca de felicidad. Y en el centro de todo, estoy yo, el raro que lleva pines de colores y todo el tiempo me ven con un vaso de café.
    Hoy he decidido tomar asiento en un lugar dónde no lo haría, porque quiero pensar en mí. En mi rutinaria vida, en mi ordinario empleo, en mi estancado sufrimiento mental. Para poner en blanco mis pensamientos e ir caminando por una nueva y renovada vida. Cierro los ojos e imagino una ciudad diversa y llena de color, completamente fuera de contexto; respiro hondo y me puedo percatar que veo un mundo lleno de estructuras verdes. Tal vez es el momento perfecto para iniciar mi casa justo en este punto. Lleno de naturaleza verde, donde tenga mi jardín, mis hortalizas, y… De repente comienzan a moverse los muros verdes. ¿Qué pasa?. ¡No lo puedo creer, no entregue el reporte final! Tengo que salir de este sitio. Pero corro y corro, y esto hermoso se convierte en un terrorífico laberinto lleno de obstáculos que me impiden llegar a mi oficina. Suben y bajan paredes, no encuentro la salida. Trato de gritar y me he quedado mudo. Mi corazón se empieza a acelerar, mi respiración es muy agitada, y no encuentro un ser vivo a mi derredor.
    De pronto el sonido de una moneda chocando en el fondo de un vaso me perturba, no sé de donde salió ese sonido, tengo que encontrarlo. Pero el piso es tan fangoso como una cama de agua y resbalo. De pronto recuerdo que ese no es mi lugar a donde pertenezco. Me veo sentado en una banca, he salido del laberinto. Todo regresa a mí. Estoy en la parada de autobús, con mi vaso de café en la mano y con diez pesos en el fondo de este.

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  • Plácido Romero
    09/06/2015 6:49 am

    Historia verdadera del laberinto de Creta
    El rey de Creta ordenó edificar el laberinto para demostrar a su primo, el faraón de Egipto, que también él podía construir maravillas. Contrató arquitectos en Caldea y albañiles en la India. La obra se inició según los planes previstos, pero nunca llegó a concluirse porque arquitectos y albañiles desaparecieron en el interior del laberinto. El rey de Creta pidió a su hijo que los buscara. También se perdió. Cada año, hacía que los turistas atenienses que llegaban a la isla entraran en el laberinto. Nada más se sabía de ellos. Por fin, un ateniense logró salir, pero por alguna razón abandonó la isla antes de contar lo que había visto allí dentro. El rey de Creta no ordenó que lo trajeran de vuelta: bastante ocupado estaba buscando a su hija, que no aparecía por ningún lado.

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  • Anacleto Villapalana
    09/06/2015 11:31 am

    – No entiendo por qué le has puesto a tu maqueta esa figurita de una persona leyendo.

    – Te lo explico luego, ahora tengo que salir.

    – De acuerdo.

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  • Roberto Oliveira
    09/06/2015 7:16 pm

    El hombrecillo de Creta.

    El hombrecillo corría entre las titánicas paredes de grava y arena. Corría hasta que sus piernas le quemaran, como si un millar de hormigas marchasen bajo su piel, corría hasta que sus ojos ardieran de las saladas gotas de sudor que brotaban por su arrugada frente, quemada al sol de mediodía. Corría y su corazón, cual marcha de guerra espartana retumbaba dentro de su pecho, sus pulmones, hinchados al punto de reventar se rindieron al fin. Cayó sobre la paja podrida que cubría el frió suelo. Exhausto miro al cielo de Creta, el inmenso azul le recordaba los días de antaño, los días que jugaba; correteando a sus hermanas, viendo el ir y venir de la marea, viendo al sol esconderse tras el mediterráneo, uniendo, por un momento al cielo y la tierra. Dio un suspiro de melancolía. <> dijo para sí mismo, recuperando el aliento <>cerro los ojos, acepto su porvenir. El príncipe que descansaba en su trono viendo correr al hombrecillo, bufaba. Poso sus grandes pesuñas sobre una enorme cantidad de huesos, que tronaban bajo su peso. Crack! Crack! Crack! Sonaba cada pisada. Crack! Crack! Crack! Los sonidos crecían mientras el príncipe se acercaba. Crack! Crack! Crack!. Y lo último que el hombrecillo que estaba perdido en sus recuerdos escucho, fue al príncipe bramar.

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    • Roberto Oliveira
      09/06/2015 7:22 pm

      Disculpa el doble-post, pero tuve un error con estos símbolos «»

      El hombrecillo de Creta.

      El hombrecillo corría entre las titánicas paredes de grava y arena. Corría hasta que sus piernas le quemaban, como si un millar de hormigas marchasen bajo su piel, corría hasta que sus ojos ardieran de las saladas gotas de sudor que brotaban por su arrugada frente, quemada al sol de mediodía. Corría y su corazón, cual marcha de guerra espartana retumbaba dentro de su pecho, sus pulmones, hinchados al punto de reventar se rindieron al fin. Cayó sobre la paja podrida que cubría el frió suelo. Exhausto miro al cielo de Creta, el inmenso azul le recordaba los días de antaño, los días que jugaba; correteando a sus hermanas, viendo el ir y venir de la marea, viendo al sol esconderse tras el mediterráneo, uniendo, por un momento al cielo y la tierra. Dio un suspiro de melancolía. -Sin duda- dijo para sí mismo, recuperando el aliento -Los amaneceres del ayer, brillaban con más intensidad-cerro los ojos, acepto su porvenir. El príncipe que descansaba en su trono viendo correr al hombrecillo, bufaba. Poso sus grandes pesuñas sobre una enorme cantidad de huesos, que tronaban bajo su peso. Crack! Crack! Crack! Sonaba cada pisada. Crack! Crack! Crack! Los sonidos crecían mientras el príncipe se acercaba. Crack! Crack! Crack!. Y lo último que el hombrecillo que estaba perdido en sus recuerdos escucho, fue al príncipe bramar.

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  • Cadáver literario

    He venido a tirarme al abismo donde dicen que vive la locura.
    Comprobaré que la muy puta está en el cielo, donde los pies descalzos de los sueños, caminan entre clavos de humo, quebrando las sonrisas de los niños cuando van a estudiar por la mañana.

    Intento saltar alto pero no puedo, inevitablemente la gravedad me ancla como
    pez-piedra al fango de la cordura. Nos ahorcan las ilusiones con una corbata: los uniformes tienen incluida su respectiva camisa de fuerza, inclusive en la adultez. Pero la vida y la muerte son en definitiva lo mismo, no tienen diferencias.

    El mundo entero suda sangre trabajando según lo impuso la ley federal del trabajo: todos a fabricar bombas, vemos pájaros en jaulas, los sabios en manicomios, las ratas de alcantarilla cazando pobres para almorzar, payasos performistas aspirando convertir su canal de internet en navaja literaria.
    Poetas masturbando el ego narrativo de colegas, profesores minando la intención que tiene su nuevo alumno: superar al maestro.

    Y yo al borde del abismo, mientras el señor presidente, sentado en su propia basura, busca religiosamente entre la figura de Jesucristo y el mapa de México su propia inteligencia ¡y no la encuentra!

    La muerte, como el león, no es como la pintan. Ella es niña divirtiéndose apagando velas de las que venden en los semáforos, en época navideña y el felino tiene cuartillas tallereadas. No aguanto un líder más, todos tienen el corazón de ceniza. Quizás mi cadáver sonriente decore mañana los periódicos amarillistas.

    Adriana Cisneros Garza

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  • Plácido Romero
    10/06/2015 6:31 am

    Laberinto de laberintos
    Sentía curiosidad por saber lo que había en el centro de aquel laberinto, pero no era lo suficientemente osado para adentrarse en él. Prefirió leer todos los libros sobre laberintos que cayeron en sus manos. Empezó con la Biblioteca mitológica de Apolodoro, que narraba la historia del primer laberinto, aunque decía poco de su forma. Estudió los diseños de los laberintos de Troya. Recorrió mil veces –sobre el papel– el laberinto de la catedral de Chartres. Se extravió en los laberintos vegetales de Michael Blee. Siguió leyendo libros y más libros hasta que acabó perdiéndose en el laberinto de su cabeza.

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  • Jose Lira
    11/06/2015 6:35 pm

    EL LABERINTO DENTRO DE MI
    Cuando había caido otravez en un profundo, volvía a soñar con lo mismo que todas las noches. Yo en un laberinto que al final de mi sueño cuando ya lo iba a resolver se presentaba un problema aún mayor el cual no podia resolver y cuando estaba a punto de fallar o apunto de morir o apunto de caer despertaba. Tenia estos frecuentes sueños desde niño. Pero un buen día me propuse terminar con eso de una vez por todas. Ya que yo poseía control de mi persona durante el sueño. En el laberinto me fui por todos los caminos que yo consideraba correctos sin hesitar. Solo quería ganarle al laberinto. Cuando de pronto mi peor de los miedos aparece… Claustrofobia y las paredes se hacían mas y mas chicas y de pronto… Otra vez estaba despierto. No lo podía creer, otravez me vencio el laberinto.Tenia tanto enojo que no me di por vencido y regrese a dormirme para terminar el sueño, cuando de pronto volví a estar en la posición en la que me quede. No sabia que hacer, cada vez el espacio era mas pequeño. Los caminos se cerraron y yo me aplaste sintiendo un dolor profundo, como si de verdad me estuvieran aplastando. Abro los ojos y estaba en el hospital. Estaba realmente herido y desde ese díia no volví a retar al laberinto.

    Responder
  • Plácido Romero
    12/06/2015 6:11 am

    El Hombre Sin Suerte
    Como muchos otros, fue obligado a entrar en el Laberinto. Daba por hecho que, como era un Hombre Sin Suerte, jamás lograría encontrar la salida. No superaría esa prueba, como tampoco había logrado superar otras.
    Recorrió los pasillos arrastrando los pies, amargado por el pensamiento atroz de que nunca abandonaría el Laberinto.
    –¡Qué mala suerte tengo! –exclamó.
    De repente, sin saber muy bien cómo, se encontró delante de la puerta de salida.
    –Ha sido demasiado fácil –dijo el Hombre Sin Suerte–. Algo ha ido mal.
    Por eso, se adentró de nuevo en el Laberinto.
    Allí sigue, perdido.

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  • Carolina Álvarez
    14/06/2015 10:41 am

    Espera interminable

    siempre en el mismo lugar, releyendo el mismo libro, esperando que el amor verdadero encuentre el camino hacia ella.

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  • Lorena Velasco
    15/06/2015 5:11 pm

    Me rendí, estaba cansado de buscar y no encontrar. Parecía infinito y yo incapaz. Estaba rodeado de nada más que paredes altísimas que no me permitían ver nada más que el cielo. Tenía tantas preguntas, era todo tan extraño. ¿Seré el único aquí dentro? ¿Habrá realmente una salida? ¿Cómo llegue aquí? ¿Por qué estoy aquí?
    Por más que caminaba y avanzaba, todo se veía igual. Podría pensar que regresaba al lugar donde inicié. Coloqué una moneda que tenía en mi bolsillo a la mitad del camino, y así pude ver que si, seguía llegando al mismo lugar siempre.
    Decidí recostarme un rato a descansar. En cosa de segundos ya había quedado dormido. Estaba cansado de dar vueltas y no llegar a ningún lugar.
    Fue cuando desperté. Por más que hubiera deseado que lo fuera, me di cuenta que no había sido un sueño. En realidad estaba perdido, en un laberinto enorme que me hacía sentir invisible.

    Responder
  • Tom Barksdale
    15/06/2015 5:21 pm

    Te esperé, pero no llegabas. Entonces me puse a leer «El jardín de senderos que se bifurcan».

    Responder
  • Maynné Cortés
    15/06/2015 7:58 pm

    Llevo días y noches tratando de memorizar el mapa del laberinto al que estoy a punto de entrar, debo llegar al centro, asesinar al mino tauro, salvar a las doncellas y salir de ahí, todos en Atenas están contando conmigo, al fin decido entrar y poco a poco me acerco al centro, cuando de pronto me topo con el mino tauro, que corre a toda velocidad desconcertado, inmediatamente le lanzo un golpe que él con facilidad esquiva, pensé que me atacaría, pero solo se arrodilla suplicante y me pide que le diga dónde está la salida.
    —¿Para que querrías salir?— pregunté algo atemorizado.
    —Llevan años mandándome doncellas y donceles, que me piden que me los coma.
    —Pero tú necesitas tributos, sólo así podemos mantenerte tranquilo.
    —Teseo, hermano, ustedes los humanos asumen que los mino tauros como ustedes, siempre queremos sangre, pero si me hubieran puesto atención mientras me estaban encerrando, hubieran escuchado que soy vegetariano.

    Responder
  • Alonso Pardo M
    16/06/2015 6:26 pm

    Todo fue muy extraño, muy rápido, sucesivo y sin pausa alguna. Lo ultimo que recuerdo fue estar saliendo de mi salon de clases, tratando de apurarme ya que mi padre había llegado por mi de la escuela. De pronto, en un abrir y cerrar de ojos, me encontré en la entrada de un laberinto. Enorme y majestuoso, de un hermoso color verde, parecido al color de una esmeralda. Vi todo mi alrededor, sentí una sensación de temor y de nervios. El cielo estaba muy oscuro, parecía que era de noche, sin embargo, no podia ver nada, ya que la neblina era muy densa y humeda. Ahi estaba, parado, sin saber que hacer, sin explicación alguna de como llegue aquí y como iba a salir de este lugar. Unos segundo después, vi a un hombre bastante formal, con un suéter naranja y unos pantalones negros sentado en una banca. Estaba leyendo un periódico, se veía muy serio, y no muy amigable. Me acerque a el, con grandes expectativas de que me respondiera sobre como llegue aquí, como iba a regresar y le pregunte: «Disculpe señor, ¿Sabe que es este lugar y como sales de aquí?». El señor, con una mirada intimidante y fría me respondió: «Todos estamos aquí por alguna razón, con un propósito, por alguna misión que debemos cumplir. Es difícil de creer, todo sucede muy rápido, sucesivo, sin pausa alguna, a veces sin explicación, pero debes recordar, que no todo en la vida tiene un significado. Hay personas que buscan todo su vida por respuestas que tristemente nunca encontraran, no seas una de estas personas, porque pasaras tu vida entera buscando algo que nunca encontraras. Ahora, estas listo?». Su respuesta no fue lo que yo esperaba, y aun así me dejo intrigado. No sabia que hacer, me sentía perdido. ¿Estará en lo correcto?, una brisa fría y refrescante atravesó todo mi cuerpo, y una hoja de papel con algo escrito quedo atorada en la suela de mi zapato. Me agache a levantarla y la lei. Nunca había sentido una sensación tan preocupante, desesperante y sobretodo alarmante en toda mi vida. La hoja tenia escrito un llamado de auxilio, mi mejor amigo había sido raptado, y era necesario salvarlo. Cuando gire mis ojos para ver si el hombre sentado seguía ahi, había desaparecido por completo, Lo único que estaba en la banca era su viejo periódico. me acerque y lo agarre para buscar alguna tipo de pista, y lo único que encontré en todo el periódico fue un mensaje que decía: «¿Estas listo para jugar?». Sin dudar, me arme de valor y entre al laberinto. No pensé en ningún riesgo, ignore mi miedo y preocupación. Lo único que podia pensar era en salvar a mi amigo y que los dos regresáramos a casa sanos y salvos. Sin duda iba a ser toda una aventura, llena de obstáculos y misiones por cumplir. El destino de ambos esta en mis manos y todavía no se por donde empezar.

    Responder
  • Pamela Tumalan
    16/06/2015 7:37 pm

    Hace mucho tiempo había una niña que estaba sola porque sus papas la habían abandonado pero fue para protegerla, entonces ella cuando llegaba a una casa nueva o a un refugio de adoptados siempre algo iba mal y se escapaba. Un día llega el momento en que ella había crecido y pasado por diferentes experiencias y ahora tenia 30 años de edad, de pronto una muchacha que se veía de la misma edad que ella se acerco e ella mientras esperaba el tren y empezaron a platicar entonces se hicieron amigas. Estas dos muchachas se empezaron a llevar muy bien y todo. Sus nombres eran Jessica la niña huérfana y su amiga se llamaba Carla, entonces Carla le dice a Jessica que le iba a enseñar algo; van a un laberinto súper bonito, con un pasto verde limón, súper bien detallado y decorado y con una jardinería hermosa. Jessica le dice a Carla que entraran pero Carla tiene miedo de que Jessica descubra algo de ella muy valioso que se encuentra en ese laberinto y también encontrar cosas que nunca nadie había visto. Las dos muchachas entran y al principio solo hay jardinería muy bien hecha y colorida, pero cuando mas se adentraban del laberinto empezaron a aparecer cosas mágicas y diferente de lo común entonces hasta al final hay como un pasadizo donde Jessica encuentra una casa hermosa era como un palacio y ahí vivía Carla que en realidad era su mama y por la magia nunca envejecía. Entonces Jessica se enoja muchísimo y quería salir del laberinto pero una vez que un humano entra es muy dificil salir solo Carla podía ayudarla, pero Jessica se sentía muy mal porque sus papas siempre habían estado vivos pero nunca la buscaron y eso fue porque en el laberinto hay muchas cosas buenas, pero también peligrosas y sus papas estaban preocupados porque algo le pasara y por eso la abandonaron para protegerla. Jessica empieza a vivir su vida ahí y a conocer a sus papas y el misterioso laberinto cuando por fin acepto su realidad y vivió por siempre en el laberinto mágico, feliz y con la familia que siempre había buscado.

    Responder
  • Rodrigo Iturbide
    16/06/2015 10:38 pm

    Ahi me encontraba, justo afuera de las puertas del majestuoso laberinto verde. He llegado tan lejos en estos ultimas días y me sobran varios días para finalizar la prueba del mago, nadamos me falta atravesar este laberinto y por fin podré aprender el hechizo para recuperar a mi amada de las malvadas manos de la muerte. De pronto aparece el mago y me avienta un libro; claro que no menciono nada, sino que nada mas se esfumo así como se apareció. Al abrir este libro me doy cuenta de que observo lo que parece ser un mapa, era un libro grueso por lo que no podia imaginarme que tanta mas información podría necesitar aparte del mapa. Al voltear la hoja me doy cuenta de que no hay nada más que el mapa en este libro y todo lo demás son hojas en blanco… Después de dos días tras haber memorizado el mapa y entrar al laberinto me doy cuenta de que el libro empieza a arder. Al abrirlo me doy cuenta de que en cada hoja apetece el mismo mapa con un obstáculo diferente cada uno. Al fijarme bien en los obstáculos por enfrentar decido empezar mi ruta aunque ya me arrepiento de haber entrado en este laberinto imposible de atravesar…

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  • Maria Fernanda Ponce
    17/06/2015 12:08 am

    Ahi estaba yo, dentro de las gigantes paredes, cansado y pensando en dormir para siempre, sentía dolor, miedo, angustia, no podia dejar de pensar en la muerte de mi abuela, lo único que quería es seguir perdido en este laberinto lleno de soledad, era tan cerrado, angosto y difícil como yo, sentía que era el único lugar al que correspondía, porque ya no quedaba nada mas para mi, me rendí, lo hice desde que decidí meterme en este camino hacia ella, era lo mas cercano que podia tenerla. Seguí caminando, estaba apunto de llegar, me encuentro a un hombre que me dice que me detenga, que no siga caminando porque acabaría con todo, pero era lo que yo buscaba. Al llegar a esa ultima casilla, pensé en ella y no había paso atrás, caí en la casilla vencedora, la casilla de la muerte.

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  • C.C. Garcia
    17/06/2015 12:23 am

    Ya hace cuatro días que llevo atorado en este calabozo infinito. Fui desterrado por mi propio pueblo y ahora torturado en este laberinto sin fin… Una tortura la cual solo el destino me podría ayudar. Después de todo mi esfuerzo, y todo mi trabajo. Los días y noches trabajando para cuidarlos, y así es como soy recompensado? He de estar yo, destinado a escapar de este laberinto? O más bien… Sera mi propia voluntad la que me sacara de aquí?

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  • Maria Fer. Ponce
    17/06/2015 12:40 am

    Ahi estaba yo, dentro de las gigantes paredes, cansado y pensando en dormir para siempre, sentía dolor, miedo, angustia, no podia dejar de pensar en la muerte de mi abuela, lo único que quería es seguir perdido en este laberinto lleno de soledad, era tan cerrado, angosto y difícil como yo, sentía que era el único lugar al que correspondía, porque ya no quedaba nada mas para mi, me rendí, lo hice desde que decidí meterme en este camino hacia ella, era lo mas cercano que podia tenerla. Seguí caminando, estaba apunto de llegar, me encuentro a un hombre que me dice que me detenga, que no siga caminando porque acabaría con todo, pero era lo que yo buscaba. Al llegar a esa ultima casilla, pensé en ella y no había paso atrás, caí en la casilla vencedora, la casilla de la muerte.

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  • Era como el amor, un laberinto sin salida en el cual siempre que creia encontrar el camino para salir, sus enredaderas verdes y floridas volvian a arrastrarme hacia adentro. Sentia una deseperacion horrorosa, un sentimiento imposible de explicar, era como si quisiera escapar de alguien pero al mismo tiempo yo mismo lo impidia, como si fuera una adiccion.

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  • Arturo Gómez
    17/06/2015 1:15 pm

    El laberinto era viejo, había estado ahí por varias décadas, y todos lo veían como un lugar común y corriente. No había entradas en las paredes, y los muros eran largos, evitaban que cualquier persona entrara. Muchas personas decían que era un método de tortura para los enemigos del gobierno Francés, pero era simplemente un rumor. Ahora no se escuchaba ni un solo murmuro, el lugar parecía abandonado, pero el verde esmeralda de las paredes permanecía igual de brillante que el primer día.

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  • Mariel Cedano
    17/06/2015 1:43 pm

    Ya era de noche, estaba todo muy silencioso y oscuro, lo único que daba luz eran los faroles fuera del parque. Era peligroso andar por aquí a estas horas, pero todavía no quería llegar a mi casa. Ahí estarían mis amigos y mis padres, hace unos momentos había causado un escándalo. No podía disculparme, más bien no quería. Muy en el fondo sabía que debía disculparme, pero era muy orgullosa y siempre pensaba demasiado las cosas. Decidí adentrarme en el parque y dar un paseo para aclarar mi mente. Me adentre en el parque. Era como si no pudiera escapar de mis pensamientos, seguía pensando todo, sin ninguna otra solución. Sumida en mis pensamientos después me di cuenta que había paredes que me rodeaban, era una especie de laberinto. Empecé a recorrerlo, corrí, me estaba asustando no poder encontrar la salida. Pasaron las horas y seguía sin encontrar la salida. No podría describir el pánico que sentí, lo sola que estaba, lo mucho que quería a mi familia y amigos, lo estúpido que sonaba no querer disculparme. De pronto, enfrente de mi encontré la salida. Afuera mis padres, desesperados por encontrarme, los abrace y les di la disculpa que se merecían.

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  • Cada pasillo de ese extraño lugar era idéntico al anterior; angostos y largos. Caminé hasta donde vi una entrada nueva, me adentré al nuevo pasillo pero no noté la diferencia. Después de dar varios giros por aquel lugar decidí que era mejor escalar por las paredes.
    Los muros eran lo bastante gruesos para escalarlos, entonces me armé de valor y coloque mi mano entre las ramas. Solté y un grito de dolor y caí de espaldas al suelo. La palma de mi mano sangraba a borbotones. Miré extrañado aquel muro verde olivo, acerqué mi mano sana y rocé lentamente mi dedo índice por las hojas. Éste, sangró también. Me quite la playera que traía puesta y con ella, envolví mi mano para formar un torniquete y detener la sangre. Succioné el liquido rojo de mi dedo y seguí buscando la salida.
    No sabia que maldito sitio era este en el que me encontraba, pero todo esta idea de pasillos infinitos y paredes asesinas comenzaba a hartarme.
    Seguí caminando en la espera de encontrarme con alguien que me guiará a la salida de este lugar.
    Al girar por doceava vez en una de las entradas, mire una criatura extraña de aproximadamente medio metro golpeando con un objeto el suelo.
    «¡Oye!». Grite para llamar la atención de aquella criatura. Dio un brinco y se echo a correr. Lo seguí a lo largo del pasadizo.
    El enano se volvió para verme al escuchar mis pisoteadas, pero corrió todavía más a prisa.
    «¡Te estoy hablando!». Parecía que había logrado mi cometido, el duende se detuvo en seco, todavía dándome la espalda. Cuando me acerque a él, giró lentamente su cabeza a la derecha, pero no me estaba viendo. Me percaté que me miraba de reojo, a paso lento me acerqué. De pronto, vi como una garra se asomó de su pulgar y me la enterró en la costilla izquierda. Agradecí en mis adentros, si esta era la única manera de despertar del sueño no importaba el dolor que involucrara. Mis rodillas golpearon con el suelo y lo único que recuerdo es el impacto de mi cuerpo al caer. Después de eso, me desperté.
    Cuando abrí los ojos me encontraba en mi habitación. Solté un suspiro aliviado de que todo lo que había pasado había sido solo un sueño. Al pararme de la cama sentí el piso temblar y un sentimiento de preocupación me colmó el cuerpo.
    Fui a la cocina y abrí las puertas de la alacena. No había nada, solo una nota escrita con sangre que decía «Debes hallar la manera de salir de ese lugar. Despierta ya.» Mi boca soltó un gemido, o más bien un sollozo. Estaba agobiado ¿que quería decir esto? Abrí desesperado el cajón de los cubiertos y saque decidido un cuchillo, lo enterré en mi muslo bruscamente y todo se nubló de repente.
    Una hermosa chica de cabellos obscuros me clavaba en el muslo un objeto que no reconocí. Al ver que me había despertado huyó. No pude seguirla, el dolor en las costillas era desgarrador y me era imposible caminar con el muslo dañado.
    Me arrastré por el corredor. Me desplazaba lentamente pero que más daba, de todos modos nunca iba a salir de aquí. Estando en el suelo de aquel lugar me percaté de que había una puerta pequeñísima, casi del tamaño del duende aquel que me había dejado moribundo. La abrí y había un letrero escrito con la misma tinta de sangre que la de mi casa «De aquí solo se puede salir por abajo». Mire extrañado aquella nota ¿por abajo? Solo hay tierra por debajo, tendría que excavar y para cuando llegue estaré…
    «Muerto» respondió el duende como si leyera mis pensamientos. Esbozó una sonrisa malévola y me dijo «Yo que tú, seguiría soñando»

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  • En la soledad del ejercicio de la lectura Romo se perdía gustoso entre letras capitales, minúsculas, cursivas, negritas, mayúsculas y demás variantes tipográficas. Las horas transcurrían con la misma velocidad que lo hace la corriente de un río.

    Al finalizar el libro Romo había elaborado una nueva teoría sobre el proceso de visualización del lenguaje escrito. Estaba fascinado por su elocuente argumento, pero la tragedia se presentó al ver materializada la forma en la que visualizó el prólogo. Un verdadero enredo literario.

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  • Le dijeron que dentro estaría esperándolo, que tenía cinco minutos antes de despertarse y que Ella quedara como eso: un sueño; que si lograba encontrarla, podría hacerle lo que quisiera, que de las paredes verdes y oníricas del laberinto no saldría nada.
    Cuando Ella estaba por dormirse, su abuela le advirtió: «Verás altos muros verdes y columnas terminadas en prisma triangular. Corre. Busca la salida. Evita al hombre que te estará buscando, pues quiere confesarte su amor o violarte, no sé. En la salida verás un horizonte infinito color crema; corre hacia él durante cinco minutos ¿Por qué crees que el horizonte mide tanto, nunca se acaba?».

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  • Paula Romero
    20/06/2015 6:37 pm

    LA ESPERA

    Llegó tarde y agitada a la oficina. Murmuró un “buenos días” y avergonzada, comenzó a acomodarse. Lo de siempre: sacar la llave de su bolso para abrir el cajón, ir a la cocineta a servirse un té, prender su computadora. De pronto, en un parpadeo, le vino a la mente el recuerdo del sueño que le hizo llegar tarde; lo sintió todo de nuevo, en un instante y con la misma intensidad. Había alguien esperándola. Era un hombre. Un hombre que leía en una banca mientras la esperaba. Se sintió aliviada y segura. Ese hombre la amaba y ella lo amaba a él. Además, recordó un laberinto. La banca estaba afuera de un hermoso laberinto altísimo, construido con arbustos frondosos y bien cuidados. La idea del laberinto le fascinaba. Siempre había querido perderse en uno. Sentir el miedo de tenerse solo a sí misma para encontrar la salida, desesperarse, detenerse, buscar otro y otro camino y al final, lograrlo. De pronto, empezó a sentirse distinta dentro del sueño; algo estaba mal. Algún resquicio de su conciencia le decía que no conocía laberintos y que no había ninguno en la ciudad de México y por lo tanto, que aquello no podía ser cierto, que no había ningún hombre. La sensación de bienestar se esfumó y ella despertó; y ahora la recordaba con nostalgia, como si hubiera pasado mucho tiempo.

    ***

    Al día siguiente, de camino a la oficina, escuchó por el radio del coche una entrevista. Un funcionario explicaba los detalles de la siguiente atracción que se instalaría en el centro de la ciudad, para festejar la primavera: un enorme laberinto que abarcaría todo el Zócalo. El locutor se quejaba de lo absurdo del proyecto. Ella sonrió todo el camino.

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  • La mañana es fría, la calle concurrida, el laberinto se abre a mis pies. Dudo un instante, lo atravieso, camino retorcido como mi vida.

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  • Soy maquetista de oficio y lujuriosa de profesión. La semana pasada hice una maqueta como cualquier otra en mi ramo. En un terreno regular, expertos en embotar el espacio colocaron una serie de departamentos que presumían tener azoteas verdes, pues una vez que esos expertos mutilaron el verde natural de nuestro entorno, entonces lo mandaron a donde nadie tuviera que preocuparse por él (a la chingada). Pero eso me sucede cada semana: hacer el panegírico de un arquitecto que presume de sensatez ante el contexto urbano y que lo único que desea es vender ratoneras pernóctales. Qué se le va a hacer, así me gano la vida. Sin embargo, el viernes me llegó a las 2pm un correo de un tal señor Topas, el cual solicitaba la cotización de una maqueta green house a escala 1:75, así que pensé lo de siempre: –otro que quiere poner un árbolito en un complejo de veinte pisos. Abrí los archivos digitales y pese a que los planos estaban muy bien realizados, no lograba entender el proyecto. Varios minutos cavilé en las líneas, curvas y proyecciones, pero nada hacía click en mi cabeza. Respondí el correo de una manera escueta y técnica, pues lo menos que deseaba era que el prospecto de cliente notará mi confusión. Buenas tardes, señor Topas, con gusto puedo realizar su proyecto, pero antes de mandarle cotización, me gustaría saber si usted puede proporcionarme los Renders, las imágenes 3D del proyecto o por lo menos los sketchups. Con ello me daré una idea más acertada de lo que necesita.
    En vano fueron mis esfuerzos, notó mi confusión. Siete minutos después de enviar mi correo, él contestó. No cuento con nada de lo que me pide, pero no los necesita, el proyecto es fácil de entender. El terreno trae las cotas a precisión. Usted solo debe comprender que es un laberinto hecho de Duranta Golden podada a la perfección. Sólo existe un camino para llegar al centro del laberinto donde está la casa, la cual es de madera y de una sola planta. Lo único que no viene especificado es que en la parte sureste está el acceso, el cual no es notorio para nadie. Pero en ese acceso (entre eje F y G) quiero que coloque una banca de jardín con una escala humana de un hombre leyendo el periódico. Y en la fachada Este (entre el eje 6 y 5) otra banca de jardín sin escala humana. Hay un farol frente al eje 6. No me importa el precio, sólo el tiempo de entrega. ¿Será posible tenerla lista el siguiente lunes?
    Tres cosas de las mencionadas en su correo convirtieron a mi cerebro en una celosía árabe: Laberinto, Duranta Golden y hombre leyendo el periódico. ¿Por qué diablos quiere un laberinto con muros de Duranta Golden y un acceso custodiado por un hombre leyendo el periódico? El cliente manda. Ocho minutos después de su correo, le envíe la cotización con el precio triplicado y la hora de entrega: 10am.
    Fue un fin de semana muy intenso. Los muros que iba construyendo a semejanza de la naturaleza, me hicieron intimar con las esquinas del laberinto. La casa situada en el centro adquirió el nombre a pulso de green house. El lunes a las 3am apagué las luces del taller, cansada y con los ojos virolos de tanto mirar detalles, la maqueta estaba terminada. A punto de salir, mis llaves estaban perdidas, me toqué todo el cuerpo en busca de los metales. Con frustración regresé a mi mesa de trabajo, saqué el celular y encendí la luz de la cámara. Dónde diablos, me decía. Pero con esa luz nimia, noté la magnificencia de la Duranta Golden, de la casa de madera y del tipo leyendo. Yo, parada en la entrada de la casa a las tres de la mañana, respiraba el verde perfecto de la vida. Cómo no hacer el amor con las ramas, me preguntaba. Cómo no besar las hojas. Cómo no desnudarse frente al lector de periódicos. Cómo no excitarse con las encrucijadas complejas del laberinto. Sólo yo conozco el camino de ida y vuelta. Puedo ser un fantasma. Puedo ser una ermitaña. Puedo ser un árbol. Puedo ser un viento. Puedo ser una maquetista lasciva.
    Con los dedos húmedos volví a palpar la mesa y por fin encontré las llaves.

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  • Advirtió que tenía pegamento impregnado en sus manos. Hacía días que no sabía nada de él, había preguntado en los hospitales, pero no aparecía en ningún registro. Según la policía no van a parar ni descansar ni un minuto hasta dar con su paradero, pero el prontuario policial le hacía dudar. La torturaba imaginar a una persona ciega buscando el camino de regreso. María se prometió a sí misma recorrer toda la ciudad de ser necesario dejando el rostro de Jorge Luis en cada pared de la ciudad.

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  • Noche de suicidas
    Una buena noche te sientas en una banca con la firme intención de olvidar un mal día. Incluso suspiras aliviado por encontrar un poco de paz. Parpadeas para que la poca gente desaparezca abducidos por las farolas o simplemente les gruñes con ojos enloquecidos para que se alejen, precipitadamente, hacia otros rincones. Inflamado de poder, te atreves a esconder la luna detrás de las inmensas moles de acero y concreto, mientras las notas bucólicas de un lastimoso organillero caen como hojas heridas. Suspiras con profundo placer. No te atreves a levantar la mirada porque sigues temeroso. Un profundo silencio se adueña del espacio mientras el tiempo toma un breve descanso. Recuerdas, escasamente, porque estás huyendo. Tienes la vaga imagen de un cuerpo meciéndose mecánicamente.
    Era ella o tú, pero alguien tenía que quedarse a pagar los platos rotos en las oficinas del partido. Estuviste desfalcando la caja chica, la grande y todo dinero que entraba en los libros de contabilidad y fuera de estos. Construiste un laberinto con infinidad de encrucijadas y endebles mentiras solo para perderte entre el dinero y la infidelidad. Pensaste que entre tanta confusión causada por las elecciones, su creciente intimidad pasaría inadvertida. Se cegaron en silenciosas relaciones y se encadenaron a un deseo lascivo. Nunca pensaron volver sobre sus pasos. Nunca tendieron un hilo dorado para guiarlos de nuevo, sanos y salvos, a la salida. Luego la triste decisión. Preparaste la cuerda y la nota suicida. De pronto, la cuerda se enrolló en su cuello y no dejaste que el grito despertará al silencio.
    En un acto de canibalismo borraste las huellas y la memoria para salir huyendo hacia el dulce pantano de tu vida conyugal. Ella, como dama patibularia, quedó a merced del viento y de las espirales cancerosas de los cigarrillos de incipientes detectives, los cuales se quebrarán la cabeza divagando entre dos hipótesis: en la primera, con miradas cansadas, concluirán que se colgó, en un acto suicida, pues la soga le prodigaba un asfixiante abrazo; en la segunda, declararán que fue un acto fallido, de alegres bacanales y deleites inesperados, de aquellas personas que son seducidas por relaciones impropias. En todo caso, tú saldrás al día siguiente, con los ojos lastimosos por el falso llanto, con esposa e hijos de la mano, sin dar pie a pregunta alguna. Leerás un breve comunicado, escrito desde hace tiempo, agradeciendo el eficiente trabajo de una gran colaboradora y que llegarás hasta las últimas consecuencias, caiga quien caiga.

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  • Ruth Escamilla
    25/06/2015 8:33 am

    Lector

    Dobló el papel y el laberinto desapareció.

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  • …al otro lado del muro me he escuchado batallar. Frustrado me retuerzo encima de una banca, muerdo el lápiz en busca de una solución. Borro con la goma y lo intento otra vez. Nada parece funcionar. He cedido ya a la triste realidad de estar aquí atrapado, no hay cabida para los lamentos: he creado una prisión.

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  • MAQUETA

    Sintió sus mejillas tersas, el cuerpo joven, los músculos fuertes. Para ser de plastilina no estaba nada mal. Se gustaba tanto así que ya se saboreaba el escenario donde lo colocarían: unas argollas olímpicas en las que protagonizaría proezas deportivas.

    Eso se imaginó. Pero un apretujón lo volvió a su realidad. Unas manos moldearon sus brazos y supo que jamás tendría pronunciados bíceps. Se los cubrieron con más plastilina. Intuyó que era un suéter. Le torcieron las piernas a modo de que las cruzara. Le entró la depresión.

    Se percató de que estaba sentado en una banca, inmóvil, de espaldas a algo que no alcanzaba a adivinar, con un periódico en el regazo y su cara sin ojos ni boca para poderse desahogar…

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  • fernanda villaseñor
    29/06/2015 2:59 pm

    Y me veo aquí afuera del nuevo laberinto que marcara el punto de partida de lo que hare el resto de mi vida, descifrando las marañas a las que les hago frente y abandonando muchas otras ya sentada en el centro ¿Qué objeto me ha hecho laborar lo que he batallado?

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  • La luz de su smartphone tintileó lo suficiente como para avisarle que uno de sus contactos en las redes sociales intentaba contactarlo. Caminó hasta la mesa donde dejó el aparato, lo tomó, pasó el dedo por la pantalla oscura que tardó poco en iluminarse y luego escribió sobre ella la contraseña. El texto en el whatsapp decía el lugar y la hora. Puso el teléfono en el mismo lugar, regresó a su habitación y veintisiete minutos después salió ya vestido, rumbo a la cita, teléfono en mano, las gafas para el sol protegiéndolo de las últimas luces del atardecer.
    Su contacto le había escrito que esperara en el pequeño kiosco de periódicos frente al parque, que comprara uno y buscara la siguiente pista en la sección de anuncios clasificados, que allí encontraría las indicaciones donde leería que se sentara, tomara el diario y que si quería saber de qué se trataba el asunto siguiera leyendo porque “A partir de esa hora cada instante tenía su empleo minuciosamente atribuido”: habría un hombre que recibiría un mensaje en su teléfono, que saldría apresuradamente de casa, ansioso por descubrir quién le enviaba esos textos en que le daban indicaciones como la de ir, comprar el periódico, sentarse en la banca frente al kiosco frente al parque, esperar las instrucciones donde le dirán que cada momento cuenta, que leería que las luces del alumbrado público se encenderían como se encendieron, que ningún automóvil pasaría a esa hora después del taxi que lo dejó en el lugar, como efectivamente constató sin dejar de mirar las letras, escuchando atentamente el silencio de la calle; que descubriría a la persona que intentaba contactarlo y por fin encontraría la respuesta a sus dudas, a por qué lo habían citado ahí, que podría ser posible que fuera suya la cabeza del hombre sentado en la banca frente al kiosco de periódicos leyendo la edición del día, sus ideas formando un laberinto de plantas, hierbas, ramas, hojas, provenientes del jardín, en el que aquel hombre se perdería junto con su hasta entonces sano juicio.

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  • Mauricio D. W. Saraya Ley
    29/06/2015 5:30 pm

    Todas las mañanas va por el periódico y regresa a casa con el deseo de leerlo tranquilamente y de cabo a rabo.
    – ¿No te fastidia leer todos los días una sarta de malas noticias?
    Él trata de ignorar los mismos comentarios cotidianos de su esposa.
    – ¡Es que te juro que jamás voy a entenderlo! Deberías llevarme aunque fuera sólo una vez a pasear en lugar de estar sentadote.
    Tratando de hacer caso omiso a los insistentes reproches, consciente de que sólo la total prudencia puede granjearle un escueto desayuno, una cita publicada en la sección de Cultura, adjudicada a Santa Teresa, captura su atención:
    «“Se derraman más lágrimas por plegarias atendidas que por las no atendidas”.
    – Si en lugar de clavar la mirada como un zombie en esas páginas me hicieras caso ¡te aseguro que todo cambiaría!
    Resonando cual eco en las grutas de Cacahuamilpa, la frase se repite en su mente atormentada,
    «“Se derraman más lágrimas por plegarias atendidas que por las no atendidas”.
    – ¿Acaso no te das cuenta? La vida se vive afuera, disfrutando al aire libre, caminando por el parque sin prisa por regresar a casa.
    Finalmente el desayuno está servido. Un poco de fruta fresca, un par de huevos ttivios con pan tostado, y una taza de café, porque según ella, dos le harán daño. Él recibe gustoso el alimento y se deleita mientras ella, ocupada al masticar, da tregua con su silencio a sus atormentados oídos.
    El día continúa igual que siempre. Él trabaja hasta la noche y ella se queda en casa, justo de la forma en que él lo disfruta mientras que ella lo detesta.
    Un momento antes de apagar la luz de la alcoba, un inusual brillo en los ojos de él se vislumbra, al tiempo que le dice a su esposa:
    – Está bien, mañana no iré solo a por el periódico, sino que vendrás conmigo.
    – ¿Y qué pitos toco yo acompañándote al estanquillo de revistas?
    – Verás Prudencia, ¡a tres manzanas hay un jardín muy bonito! Ya no quiero que te quejes de lo mismo. Tendrás la oportunidad de pasear por verdes corredores mientras respiras aire fresco. ¿Te gusta la idea?
    Ella, extrañada, tras tantos años casi consternada, acepta sin titubear.
    Apenas han dado las 6:40 de la mañana y la pareja ya se encuentra caminando por la calle. Él, con paso lento, ella, de cuerpo y mente mucho más acelerada. Se detienen para comprar el periódico mientras ella exclama:
    – ¡Apúrate hombre! ¡que se nos va la mañana!
    Él esboza una sonrisa y le señala la contra esquina, donde se percibe una verde y hermosa muralla.
    – Adelántate mujer, que ya sabes que no puedo andar de prisa. Te busco en el centro del parque, y si te pierdes te espero en aquella banca.
    – Por el amor de Dios, Bonifacio, crees que soy idiota? Seguramente yo seré la que tenga que esperarte a la salida.
    No son sólo lágrimas, sino también sonrisas las que emergen por plegarias atendidas, aunque haya que pagar un largo ayuno como penitencia.

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  • Mauricio D. W. Saraya Ley
    29/06/2015 6:08 pm

    Errata: escribí en mi cuento ttivios en lugar de tibios. Favor de corregir. gracias y disculpen las molestias. Saludos.

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  • CIUDAD VERDE
    ¿Sucedió antes o después de leer aquel libro? No lo recuerdo bien. -Corre, corre me gritaron, se está acercando. Teníamos varios días huyendo del rugido que nos perseguía a través de los callejones de nuestra amada ciudad verde cuyas cambiantes relaciones en sus estructuras habían empezado a truncarse como fantasmas en sombras. Recorríamos callejones ciegos. Ir, venir, regresar, una y otra vez. A lo lejos distinguíamos las verdes torres que se erguían orgullosas en el centro. En silencio caminábamos y el tiempo transcurría en una simétricamente recortada floresta que cada día se expandía más haciendo surgir nuevos retos. El cielo impasible nunca mudó de color. Al día no le seguía la noche y las enormes paredes de setos se fueron multiplicando sin fin. El viento arrastrando inefables sonidos nos clavaba sus miles de alfileres. En los momentos de calma escuchábamos el pasar de las hojas de un libro. El último rugido nos sobresaltó y frente a nosotros apareció el visitante isabelino para leer su sentencia: hombres despierten, sombras, espíritus desnudos vagando en la inconsciencia, libérense insensatos, allá afuera los espera una larga serie de precursores y el mundo clama por ustedes; vengan, vengan.
    Embriagados de promesas e ilusiones lo seguimos, y al salir tras el cerrarse para siempre las puertas de espeso follaje, lentamente fue muriéndose el rugir hasta quedar en un lamento, mientras ciudad verde se desintegraba como polvo de estrellas.

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  • José Miranda
    29/06/2015 10:59 pm

    LA MARAÑA DE LOS PENSAMIENTOS

    Sin mas ni menos me encuentro varada aquí frente a un enorme dilema, la farola parlante de la esquina sugirió que seria sencillo pero nunca dijo que rumbos tomar y por donde comenzar. ¿porque lo hago? ¿Que propósito tendría para mi adentrarme en este pequeño juego mental? ¿Que habría del otro lado de este laberinto? no lo se, decido negarme y leer un poco.
    Al cabo de unos minutos un deja vu, me encuentro parada nuevamente frente al laberinto y las mismas preguntas, la farola con su comentario: es sencillo y luego mi histeria le suelta groseramente.
    – si lo es ¿porque no lo haces tu?
    -Es dilema de humanos.
    Mi cara de pocos amigos solo refleja mi descontento de la acción tan seria y petulante de la farola. Nuevamente me niego a entrar y en cuanto leo unas palabras del periódico que esta en mis manos, vuelvo al mismo lugar. Enfada de que el escenario se repita me adentro a regañadientes y berrinchudamente comienzo caminar dentro de este estúpido laberinto.
    No tarde mucho en encontrar la salida y al hacerlo; al haber recorrido todo me encuentro con un escenario un poco distinto, hay mas laberintos y a mi lado la banca sigue en su mismo lugar, a la otra esquina esta otro laberinto un poco mas grande que esta a tres metros de mi.
    La farola petulante y grosera se encuentra en otra esquina de la cuadra y al parecer me felicita.
    -Ves joven mujer que te costaba entrar en este estúpido laberinto como le dices.
    -La verdad-.le replico molesta-No fue nada, para esto insistías en que lo hiciera.
    -Yo no fui tu mente lo hacia.
    Me rió un poco en forma sangrona pero lo que comenta enseguida me la quita en seco.
    -Todo el tiempo pensaste en que era grosero y que este laberinto no valía la pena crusarlo pero al final lo hiciste lo cual demuestra que mientras mas grosero es uno con sus pensamientos mas se resiste en sacarlos; dicho de otra forma mientras mas ignores los mínimos pensamientos e ideas mas te tardas en salir del laberinto. Ignoraste todo y saliste con nuevas ideas ¿No es así?
    La farola tenia muchísima razón, nuestra mente tiene muchos caminos y marañas en donde viajan nuestros pensamientos pero si decidimos realizarlos en el momento que sea, tendremos mas tiempo para otras actividades, ahora me dirijo a otro laberinto y ¿tu?

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  • «Todo lo que se halla dentro de los dominios de las emociones reclama lo absoluto… los amantes quieren amarse para siempre, todo en nosotros reclama lo permanente… a pesar de que la vida nos enseñe lo provisional»
    –François Truffaut–

    Someto a la aprobación de la sociedad de la media noche el siguiente texto que ha sido intitulado:

    La dama y el laberinto

    Para un amante de la lectura la literatura es una mujer hermosa. Estar cómodo para leer es lo que se procura un lector. Las calles están vacías y sin ruidos que te molesten, los farolitos comienzan a encenderse anunciando que no tarda en llegar la noche. De pronto la música de un hermoso bolero comienza a escucharse y unas puertas se abren de par en par. Te levantas de la banca y la miras; y al mirarla es como si cayeras en una hipnosis, como quien cae rendido al contemplar la belleza de las flores. Pero es ya tarde y hora de irse y no sabes lo que está pasando. Mitad ángel/mitad diablo. Como lector sabes que la literatura no te obliga a nada… te seduce.

    Ella te ha invitado a pasar y poco a poco vas percibiendo que el lugar es un imponente laberinto y en sus ángulos hermosos tableros de ajedrez en donde la dama es la que protege al rey. Una vez llegado al centro hay una puerta de color azul obscuro y enfrente de ella una mesita con un hermoso mantel blanco con una franja rosa. En medio de la mesa un par de tazas de café, humeantes. Ella no te ha dejado de mirar y el aroma a café es delicioso. Hay espacio para bailar de la música suave, pero antes de hacerlo beben al unísono y sientes el cálido hervor pasar por tu garganta. Te diriges a ella, la tomas y ella descansa, en una caricia, sus brazos en tus hombros y tus manos acarician sus caderas. Ahora has perdido la noción del tiempo.

    Como lector de repente te preocupas ¿Y si sólo estás soñando? ¿Y si sólo eres un simple fragmento de lo que alguien está escribiendo? Y sin embargo lo sientes tan real que mejor optas por disfrutarlo y que dure lo que deba de durar… dentro del enigma de lo que es el tiempo, somos un simple instante. Y precisamente, eso, quizá, al ser conscientes de que somos un simple instante es que podemos abrir la posibilidad de disfrutar, dentro de lo que es capaz de existir, eso que se llama vida mediante eso que se hace llamar ‘tiempo’ en una constancia que se nos pueda permitir.

    Ella te pregunta que si estarías dispuesto a quedarte y tú la miras, mirar es una forma de poder besar, miras sus labios y la besas confirmando lo que hay en tu mente. ¿Cómo sabes que sabes besar? ¿Cuándo un beso te deja sin aliento y sientes ganas de más… y más? Un beso es la prueba de fuego de los amantes.
    ¡Y qué importa todo lo demás cuando optas por perderte en unos labios… embriagarte en ellos!

    [l’amour]

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  • Victoria Navarrete
    30/06/2015 1:54 pm

    Error de dedo

    – Soy el mejor en esto – pensó mientras resolvía los juegos de ingenio del periódico de ese día. Completó el crucigrama, rompió su tiempo récord en el sudoku y cuando llegó al laberinto, en plena soberbia y excesivo amor propio, se atoró por un momento, – ah jijo – expresó en voz alta, pues por más que le buscaba los pies y la cabeza no lograba encontrar la respuesta. No permitiría que su ego se desinflara de tal manera dejándose vencer por un juego de periódico, así que se tomó la tarde para resolver el laberinto, el trabajo podía esperar para mañana. Hizo mapas mentales que después dibujó como diagramas hasta que llegó la noche, que pasó en vela borrando todo y volviendo a empezar, pues recordaba la enseñanza de su padre que decía: “si algo se te complica, vete al principio y analiza paso a paso”. Aun sin resultados, al siguiente día se reportó enfermo y trazó un nuevo plan que lo ocupó hasta un nuevo amanecer y así durante un tiempo incontable en el que tapizaba de papeles con planos toda su casa, caminaba de un lado a otro como si el laberinto en realidad existiera, contaba pasos, tomaba medidas, hacía anotaciones, contemplaba la nada, absorto en busca de la solución.
    En un momento dado, casi vencido por el cansancio, notó su hedor y su hambre, supo que había perdido su trabajo, a sus amigos y su vida, que estaba en los huesos y que quería dormir, pero no podía, necesitaba la respuesta e iba a encontrarla a costa de lo que fuera. Siguió su exploración con las pocas fuerzas que le quedaban, su estado de inconsciencia era tal que nunca notó que ahí, a un paso, estaba arrumbado el periódico que contenía información relevante para su caso, ya que incluía una disculpa del autor de los juegos de ingenio en la que aclaraba que ese día en particular había cometido un error de dedo que lo llevó a crear, sin intención, un laberinto sin salida.

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  • Cada noche, Jacinto soñaba que estaba atrapado en un laberinto sin salida. Al despertar, los estragos de su intento por escapar eran visibles en su cuerpo. Había probado un sinfín de métodos para librar su pesadilla, pero desde la meditación hasta las lecturas resultaron inútiles y llegó un momento en que de día ya no rendía.

    Se había dado por vencido cuando se le ocurrió una idea: si los sueños subían como el humo, tal como escuchó decir alguna vez, entonces dormiría en las azoteas. Con suerte, alguien podría traspasarle otro sueño.

    Escogió el tejado de su vecino de junto, un hombre de letras, y se quedó dormido. Volvió a ver la misma escena (él, atrapado entre esos altos muros verdes) durante algún tiempo y no tardó mucho en ingresar otro personaje a su mundo onírico.

    El nuevo inquilino se sentó en la banca afuera de aquella intrincada construcción. Se trataba de un escritor que estaba a punto de terminar una novela sobre un hombre que se soñaba aprisionado en un laberinto. Escribía en ese momento cómo ese individuo, al que llamó Jacinto, dormía en la azotea de su vecino en busca de que le traspasaran un sueño.

    Luego realizó muchos borrones en su libreta antes de establecer el que le pareció el más tétrico final…

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  • Por terroríficos que sean los senderos que camino, avanzo sin dudar. No solo me arriesgo a perderme en los vericuetos de un laberinto: de hecho anhelo que así sea. Pues atrás ha quedado un terror aún mayor: El texto que estaba leyendo y que anunciaba con absoluta certeza mi propia muerte al momento de posar mis ojos en el punto final.

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  • Sergio Valdivia
    30/06/2015 10:40 pm

    Él había pintado por 28 años, su técnica estaba por encima de lo sublime, era el mejor pintor de su calle y aquí es donde tenemos el primer problema, su trazo solo se secreteaba, no se gritaba. No se gritaba porque las circunstancias no se lo acomodaron, y así, quince años más duró su discreto andar por las artes, hasta que creó la pintura del laberinto.
    Estoy hablando de una pintura cuyo trazo no importa, cuya composición no es lo que causó estragos, ni mucho menos la técnica, de hecho se rumora que el boceto inicial fue en una servilleta, menuda manera de plasmar una obra tan crucial.
    La obra se ha analizado más de un millón de veces por más de un millón de los mejores analistas, críticos del arte, matemáticos, ingenieros, artistas y por su puesto expertos en laberintos y juegos mentales; increíblemente no lo han podido ni siquiera entender.
    No hay duda de que se resuelve, porque lo logró hacer una vez, pero no supo cómo, ni donde empezó, ni terminó. En el camino se enamoró, vio su pasado y su futuro, se sintió ebrio y sobrio de nuevo, su vista periférica desapareció y aún no sabe porque despertó en otro lugar. Solo sé que me aseguré de que su vida no volviera a ser la misma después del recorrido.
    Espera me tengo que ir, alguien más lo está resolviendo…

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  • ANUNCIOS CLASIFICADOS
    Por: Iván Landázuri

    Importante empresa Griega en el ramo de Mitologías solicita personal para los siguientes puestos:

    * Héroe
    – Príncipe Ateniense.
    – Valiente y gallardo.
    – Habilidades de liderazgo.
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    * Monstruo
    – Cuerpo de hombre y cabeza de toro (Importante debe ser la combinación solicitada, mezclas contrarias o con un animal diferente por favor abstenerse).
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    Ofrecemos buen clima laboral, prestaciones por encima de la ley y ser recordados por toda la eternidad. Interesados presentarse en el Laberinto de la isla Cretas, en el mar Mediterráneo con solicitud de empleo correctamente requisitada en horarios de atención de 8:00 am a 3:00 pm Preguntar por el Rey Minos.

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  • Valeria Reynoso
    01/07/2015 1:03 pm

    Después de muchas vueltas se dio cuenta, estaba atrapado en su propio laberinto, por el momento sin salida, no le quedó más que ver al cielo y esperar.

    Responder
  • […] el premio “La espera” de Paula Romero, por convertir lo que parecía un relato convencional (el de un sueño, comparado […]

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