Por Twitter hallé un extracto de esta entrevista que George R. R. Martin concedió a un diario australiano. Martin, estadounidense, es por supuesto el creador de «Canción de hielo y fuego», la serie de novelas en las que se basa la serie televisiva Game of Thrones. Las palabras de Martin en inglés:
I’ve always said there are – to oversimplify it – two kinds of writers. There are architects and gardeners. The architects do blueprints before they drive the first nail, they design the entire house, where the pipes are running, and how many rooms there are going to be, how high the roof will be. But the gardeners just dig a hole and plant the seed and see what comes up. I think all writers are partly architects and partly gardeners, but they tend to one side or another, and I am definitely more of a gardener. In my Hollywood years when everything does work on outlines, I had to put on my architect’s clothes and pretend to be an architect. But my natural inclinations, the way I work, is to give my characters the head and to follow them.
That being said, I do know where I’m going. I do have the broad outlines of the story worked out in my head, but that’s not to say I know all the small details and every twist and turn in the road that will get me there.
Mi traducción al español:
Siempre he dicho que hay –para simplificar de más– dos clases de escritores. Hay arquitectos y jardineros. Los arquitectos hacen planos antes de clavar el primer clavo, diseñan la casa entera, dónde estarán las tuberías, cuántos cuartos habrá, qué tan alto será el techo. En cambio los jardineros sólo cavan un agujero y plantan la semilla y ven qué sale. Creo que todos los escritores son en parte arquitectos y en parte jardineros, pero tienden hacia un lado o hacia el otro, y yo soy definitivamente más un jardinero. En mis años en Hollywood, cuando todo se hace con resúmenes, tenía que ponerme mi traje de arquitecto y fingir que era un arquitecto. Pero mis inclinaciones naturales, el modo en que trabajo, es dar a mis personajes la ventaja y luego seguirlos.
Dicho lo anterior, sé a dónde voy. Tengo el esbozo básico de la historia ya trabajado en la mente, pero eso no quiere decir que sepa todos los pequeños detalles y cada giro y vuelta que dará el camino que me lleve hasta allá.
Como suele pasar, la clasificación está sesgada: funciona mejor para pensar en el trabajo de los narradores, y mejor todavía para pensar en el de los novelistas. El sesgo no es de Martin nada más, sino del presente: muchas personas no consideran ningún otro género salvo la novela (si acaso, agregarán el cuento) al hablar de escritores y de literatura.
Por otro lado, Martin tiene razón: a algunos narradores les puede servir más una planeación previa y rigurosa, y otros pueden necesitar espacio para improvisar, explorar…, como quiera decirse. Ninguna de las dos posturas es errónea, aunque otra costumbre de esta época es que muchas personas crean que hacen falta reglas y procedimientos: fórmulas preestablecidas de funcionamiento invariable. Sospecho que en parte se debe a la idea –defendida precisamente desde Hollywood y otros lugares con industrias poderosas de medios– de que el trabajo creativo puede realmente estandarizarse e industrializarse para volverlo más eficiente. Que un autor como George R. R. Martin, cuya obra se adapta semanalmente en una serie de éxito global, piense que su proceso creativo necesita lo inesperado y lo espontáneo es de lo más interesante.
(Eso sí, vale la pena recordar que cuando Martin habla de «dar a mis personajes la ventaja y luego seguirlos» lo hace en sentido figurado. Aunque la imagen es atrayente, y se suele usar como otras similares para impresionar a los lectores que no escriben, lo que ocurre no es, por supuesto, que los personajes actúen por su cuenta, sino algo todavía más extraño: que el proceso creativo es azaroso e impredecible incluso para quien lo lleva a cabo. Conviene recordar eso: George R. R. Martin tuvo que escribir cada acto de cada uno de sus personajes, por mucho que parecieran llevarle la ventaja.)
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Vaya Alberto, esta entrada me llega justo en un momento en que estaba tomándome un rato de descanso en la preparación de una ponencia que tengo la próxima semana…¡y justo esas ideas son las que articulan parte del discurso! De lo que Martin habla son de las ideas del origen de la creatividad como proceso consciente o inconsciente. Racional o irracional. Platón argumentaba que el artista era un enajenado que creaba al dictado de los dioses, de las musas, de la fortuna sería el enfoque irracionalista (jardinero). E.A.Poe en cambio defendía que su trabajo era fruto de unas ideas totalmente definidas y estructuradas (arquitecto). Y luego está el enfoque que contemporiza ambas ideas, que es el que defiende Umberto Eco, que hay una parte de racionalidad y otra que parte del inconsciente. Pero todas en defintiva son parte de nuestra mente, fruto de nuestro cerebro que ha ido asimilando todo lo que le rodea, todo lo que vivimos y sentimos. Por lo tanto nuestro es todo lo racional, bien organizado y voluntario, como nuestro es eso que parece irracional. Todo lo hemos sacado de nuestro interior, así que en algún momento lo meteríamos allí sin darnos cuenta.
También lo podríamos vincular con los dos hemisferios del cerebro. El izquierdo que es el lógico, analítico y por supuesto verbal, es el que nos organiza y controla los tiempos y analiza las posibilidades. Y luego el hemisferio derecho que es el analógico, el de la fantasía, el que no controla la noción del tiempo. Si todos tenemos ambos hemisferios, aquellos que tengan talento para crear necesitan tanto del derecho, que es el verbaliza como del izquierdo que es el que imagina. Las metáforas son el ejemplo perfecto de esta comunicación, pues estás describiendo con palabras ideas que otro lee y a su vez visualiza.
Es un tema muy interesante ¡y muy denso!
Pero uno que vale la pena considerar, ¿no crees? Saludos y gracias. 🙂
Planner Vs Pantser, en otras palabras, el que planea contra el que simplemente se sienta y deja que la musa lo lleve a explorar caminos insospechados.
Ambos estilos tienen sus méritos y sus problemas, dependiendo del tipo de mente del escritor. El problema del que planea es que debe tener una visión de a donde quiere llegar y, a mayor o menor grado, incorporar los problemas a los que sus personajes se irán enfrentando a lo largo del texto, pero una vez que esto ha sucedido, es más sencillo dejar que los personajes nos cuenten la historia, dentro de las guías que ya hemos marcado.
Quienes solo se sientan a escuchar a las musas y dejan que sus personajes tomen el control de la historia tienen la ventaja de que ésta puede ir a lugares insospechados en un abrir y cerrar de ojos, sin embargo los problemas vendrán en el momento de la edición, al querer llenar los huecos que inevitablemente existirán en la trama.
Un balance entre ambos métodos sería lo ideal, y es a lo que me enfrento cada vez que tengo ante mí la hoja en blanco.
bonita e interesante historia sobre la arquitectura y la jardineria
[…] la novela, y los escritores de brújula, los que se dejan llevar por la improvisación. George R. R. Martin utiliza los términos “arquitecto” (mapa) y “jardinero” […]