Una persona me dijo que mis cuentos le parecían excelentes. Inmediatamente después comentó que por otro lado, bueno, el cuento es un género muerto, que nadie lee y a nadie interesa. Un arte obsoleto y un desperdicio de tiempo y dinero. ¿Yo no escribía novelas por terquedad?, me preguntó. ¿O más bien era que lo había intentado y no me salían?
Inmediatamente después, esa persona entendió que había metido la pata: vi su pensamiento. Y puso cara de no saber cómo reparar la ofensa. Pero como seguía pensando lo mismo (se veía) lo dejé fingir un poco más (y no le dije que ya tenía una novela publicada; ¿para qué?).
Tengo la idea de que todavía se puede hacer mucho con el cuento. No es por justificar algunos años de trabajo, que según la persona de la que escribí arriba se habrían malgastado estúpidamente: el equipo de la revista Luvina, de la Universidad de Guadalajara, la tiene también y la carrera de la revista ha sido brillante a lo largo de sus varias épocas.
Luvina, dirigida por Silvia Eugenia Castillero, ha dedicado su número más reciente (el 59, subtitulado Cuento mutante) al cuento. Es un número extragrande, con más de doscientas páginas: una antología de la narrativa breve actual en español con muestras de una veintena de autores, desde Daniel Sada, Esther Seligson, Ana María Shua y Edmundo Paz Soldán hasta Antonio Ortuño, Arturo Vallejo y Cristina Rivera Garza.
Tengo el gusto curioso de haber dado nombre a este número: el único ensayo publicado en él lo escribí yo, se titula «Manifiesto del cuento mutante» y apunta al modo en el que el cuento se transforma en la época presente, como no ha dejado de hacerlo en toda su historia (la novela como la entendemos ahora, de hecho, se deriva en parte de las colecciones de cuentos de la Edad Media: el cuento es muy anterior a la novela, y no al revés como creen algunos).
Pronto publicaré el «Manifiesto» entero aquí en Las Historias; mientras –para que se animen a conseguir la revista completa: a tener el objeto en sus manos–, una muestra:
Actualización: No es lo mismo, realmente no es lo mismo, pero Luvina 59 se puede leer entera aquí.
Todas estas cuestiones desde luego, no sólo son literarias (es decir, ajenas a lo que un país como éste considera realmente importante) sino que implican un trayecto cuesta arriba y entre piedras dentro del propio mundo literario. Dos ejemplos recientes:
1. Mi querido amigo Bernardo Fernández (Bef) ha publicado en su blog un resumen de las reglas para escritores propuestas por Robert A. Heinlein y modificadas por Robert Sawyer. Si bien los consejos son útiles, uno de los comentarios al margen sugiere que para ser escritor profesional en el país es necesario escribir novelas. Ese comentario necesita discutirse porque implica muchísimo más (y muchísimo con lo que, ni modo, disiento).
2. Por Ernesto Priego he sabido de la nueva editorial Underwood, cuyo fin es difundir cuentos en un tirajes limitado y un formato rarísimo: retro-audiolibros, grabaciones en discos de vinil de los autores leyendo sus textos. La editorial toma su nombre, claro, de la empresa centenaria de máquinas de escribir. Y si su idea de un libro-objeto que descansa por completo en una base material cuya realidad es ineludible (¿cuántas personas podrán escuchar los cuentos en sus tornamesas?) me parece admirable, también se pueden prever los chistes fáciles sobre caducidad y obsolescencia.
Todas estas cuestiones implican dificultades pero no importa, desde luego.
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Información Bitacoras.com…
Valora en Bitacoras.com: Una persona me dijo que mis cuentos le parecían excelentes. Inmediatamente después comentó que por otro lado, bueno, el cuento es un género muerto, que nadie lee y a nadie interesa. Un arte obsoleto y un desperdicio de ti……
Nuevo en Las Historias: primer avistamiento del cuento mutante. http://bit.ly/b6mXNc
Hay carencia de ideas. De las buenas y aún de las regulares. Un desprecio por las ideas. Desprecio, creo, que es hijo de la carencia. Es un defensa: “desprecio” lo que no tengo o lo que no comprendo. Amén de toda la técnica que se requiere para escribir un cuento, es necesario contar algo que, en lo posible, no haya sido contado o contarlo de otra forma. Lo demás suelen ser copistas, falsos cuentos que sólo buscan contar que existe un «escritor» atrás de ellos. Para qué desperdiciar una buena idea en un cuento si con eso puedo contar una novela, se dirá el escritor que “desprecia” los cuentos.
Ya sé que uno no debería de enojarse, que desde que existe ladran que el cuento está «muerto». Pero no deja de molestarme porque es síntoma de muchas de las porquerías, de la taradez, de la castración imaginativa, que hay en esta sociedad que consume pasatiempos de idiota.
Lo de ser «Escritor profesional» tiene que agarrarse con pincitas, ¿no crees? Sin duda hay y ha habido escritores profesionales magníficos, pero probablemente no tendríamos el 90% de las grandes obras si los otros, los que escribían y escriben por obsesión, despecho, odio, amor, coraje, por sacarse el veneno o por envenenarse no hubieran hecho lo que hicieron, desde su trinchera “amateur”.
O, bueno, eso creo… Un abrazo, Alberto.
¡Duro, Alberto, duro, por el cuento y los cuentistas! El que te dijo esas cosas no lee, pobre, ni está al día, pobre, y se va a quedar obsoleto.
Un abrazo,
Ana
RT @albertochimal: Nuevo en Las Historias: primer avistamiento del cuento mutante. http://bit.ly/b6mXNc
Nuevo en Las Historias: primer avistamiento del cuento mutante. Sobre el género y un ensayo en la revista LUVINA. http://bit.ly/b6mXNc
RT @albertochimal
primer avistamiento del cuento mutante. Sobre el género y un ensayo en la revista LUVINA. http://bit.ly/b6mXNc
Decir que el cuento está muerto es equivocado. Si alguien no lee cuentos es que muy probablemente no lea nada (aparte de revistas del corazón que por supuesto no cuentan), y entonces no tiene autoridad para comentar acerca de la actualidad y permanencia del cuento. El cuento no es cualquier cosa como quieren verlo algunos, se necesita técnica y mucho oficio para escribirlos, y también para entenderlos. Quien da por muerto al cuento, es que no lo ha entendido.
Hola Alberto!
Felicidades. Buscaremos de inmediato un ejemplar de la revista.
A mí me parece que sucumbimos con facilidad a los discursos. He oído muchas veces esa teoría de que el cuento no se lee. Me disculpo por poner un ejemplo personal. Estoy escribiendo-redactando el libro de entrevistas de Sergio Sarmiento que saldrá en Editorial Planeta. En una de ellas, le pregunta a la epiléptica Ángeles Mastretta: «Me dicen que las editoriales ya no publican cuentos o colecciones de cuentos porque no son rentables, ¿también te dijeron esto a ti?» Y ella responde que no le dijeron eso porque afortunada (o desgraciadamente) es una escritora famosa a quien no le dirán que no.
Esto es un cliché, es un discurso que los periodistas y algunos escritores más famosos que con talento, han creado y los demás nos lo hemos creído, incluido los editores y por consecuencia, los lectores.
Las diversas ediciones de Para Leer de boleto en el Metro, que son tirajes extensísimos de cuentos (que rebasan los 250,000 en cada número) se acaban en cosa de días y nadie los devuelve. ¿Por qué? ¿No será que estamos solamente atemorizados (como acostumbramos atemorizarnos los mexicanos por todo lo que dicen los medios de comunicación) por un simple DISCURSO de que el cuento no se lee, que ha muerto el género?
Pensemos: tirajes de 250 mil libros de cuentos. ¡Un cuarto de millón de ejemplares! ¡250 mil! que la gente se los devora.
Que alguien me diga qué novela mexicana ha tenido un tiraje de 250 mil ejemplares que se acaba en cinco días…
Si como bien dice Lauro Zavala, que vivimos cada vez más en una sociedad hiperveloz, ávida de mensajes rápidos, me parecería que más bien la novela tendería a desaparecer y el cuento a sobrevivir.
Tal vez solamente haga falta que revirtamos el discurso y le demos más publicidad al cuento que a la novela, tomando en cuenta que el relato corto sería más bien el síntoma de nuestros tiempos. ¿O no twitteros?
Saludos!
Vierto un comentario sobre la supervivencia del cuento como género en https://www.lashistorias.com.mx/index.php/archivo/cuento-mutante/
Pues a mí el género del cuento me parece genial. Ahora con las limitaciones del tiempo me parece que es un género que ha cobrado una vigencia extraordinaria. Puedes leer cuentos en el metro, en la parada, meintras esperas en una oficina…es genial,! ideas concisas que conmueven en un pequeño espacio y momento, eso me parece fenomenal. Voy a leer tus cuentos, saludos.
Les agradezco mucho sus comentarios (¡y qué gusto leerte acá, Ana!). Pronto escribo más extenso. Mientras, ojalá caigan más opiniones. Saludos y hasta después…
¿Cómo iba a ser el cuento un género muerto?
Me niego a dar cualquier tipo de validez a una afirmación de este tipo. Y menos mientras haya revistas como «Luvina».
Un saludo
El cuento está tan muerto que en pleno siglo XX nos dejó frioleras como Crónicas marcianas, Ficciones, Ciudad, Una violeta más, El gran dios Pan, Nacido de hombre y mujer, Minority report,etcétera, etcétera y más etcétera. El siglo XXI no se queda atrás: hay cuentistas prometedores,en todo el mundo, que no dejarán de sorprendernos. ¿Qué la literatura no empezó con cuentos?
Bradbury sigue vivo y a sus noventa y tantos sigue escribiendo cuentos; probablemente los escribirá hasta el último día de su vida.
Saludos.
Es curioso que te digan eso, Anagrama acaba de editar una antología de los tres libros de cuentos que publicó Roberto Bolaño: Llamadas telefónicas (1997), Putas asesinas (2001) y El gaucho insufrible (2003), en un volumen llamado (como no) Cuentos. Si Anagrama considerara que este género está muerto, no le dedicaría recursos y en todo caso hubiera reeditado 2.666 o Detectives Salvajes. En fin, el cuento no sólo no está muerto, sino que en este mundo absolutamente frenético y con problemas de atención, es una opción absolutamente indispensable para poder leer algo de calidad, lleno de inventiva e imaginación…
Un abrazo,
Además lo del cuento que no existe es una mentira absoluta. Con la salida del Kindle, the Atlantic ahora vende cuentos sueltos de los mejores narradores norteamericanos. Y el número más vendido del Atlantic y del New Yorker es el dedicado a cuentos. Una tradición literaria centrada sólo en la novela suele ser miope y mediocre.
Alberto, apenas me di el tiempo para leer completo tu Manifiesto del Cuento Mutante, el cual me parece una atractiva invitación a aquellos escritores a que exploren una veta poco explorada.
Por otro lado la discusión del cuento me parece, dicho esto con todo el respeto, una pérdida de tiempo. Yo creo que la mejor forma de mantener una tradición viva es viviéndola. Esto es, mientras haya personas que lean, comenten y escriban cuentos va a seguir existiendo el género.
Buscar testimonios que todavía existe me parece un poco paranoico, como si en el fondo se sospechara que en efecto el cuento necesita proselitismo…
Veo que un comentario que según yo había aparecido hace días no está. Un mil perdones.
Raymunde, Yasmin, totalmente de acuerdo.
Y según sé, Ricardo, Jorge Herralde gusta mucho incluso de novelas cortas como Bonsái de Alejandro Zambra…
Miope y mediocre, Ignacio. Toda la razón (lo que no habla tan bien de nosotros, me temo).
Sobre lo del proselitismo, Magay, creo que tienes razón, pero últimamente me ha tocado escuchar cada cosa (cada tontería) sobre el cuento que me pareció buena idea ser un poco más enfático. Y de todos modos el cuento seguimos viviéndolo, a la vez, aquí y en mil sitios distintos.
Saludos y gracias a todos…
Esta muy buena la revista-libro número 59. Aún no la termino de leer, pero me han gustado el cuento de Geney Beltrán y tu manifiensayo, Alberto.
¡Me doy cuenta gracias a éste que mi proyecto de la beca de Jóvenes Creadores, es más una colección caótica que una mutante!
(El asesor quisiera que hubiera ese entrelacement)
Saludos.