Esta bitácora convoca a su nuevo concurso de minificción (o microrrelato). Los interesados pueden comenzar observando esta imagen:
[fusion_builder_container hundred_percent=»yes» overflow=»visible»][fusion_builder_row][fusion_builder_column type=»1_1″ background_position=»left top» background_color=»» border_size=»» border_color=»» border_style=»solid» spacing=»yes» background_image=»» background_repeat=»no-repeat» padding=»» margin_top=»0px» margin_bottom=»0px» class=»» id=»» animation_type=»» animation_speed=»0.3″ animation_direction=»left» hide_on_mobile=»no» center_content=»no» min_height=»none»]Instrucciones:
1) Suponer que esta imagen representa un instante de una historia.
2) Imaginar cuál es esa historia: qué está pasando allí, qué momento se anuncia, por qué, quiénes están presentes, qué hacen. No se trata de explicar la imagen, ni de escribirle un pie de foto, sino de tomarla como punto de partida para imaginar una historia propia.
3) Escribir la historia, en forma de cuento brevísimo (minificción, microrrelato; el nombre es lo de menos), en los comentarios de esta misma nota.
El o los textos ganadores recibirán un trofeo virtual y serán seleccionados considerando la opinión de quienes decidan opinar. La fecha límite para participar es el 26 de junio. Quedan invitados.[/fusion_builder_column][/fusion_builder_row][/fusion_builder_container]
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Había ido a dejar el pequeño bulto al lugar indicado por el Tuercas esa mañana. Al entrar por el pasillo obscuro no sabía que esa luz azul al fondo, que ese conjunto de cuerpos borrosos y que el estruendo de las bocinas en sus tímpanos sería lo último que sentiría antes de salir del lugar cubierto por completo con una sábana grisácea, sobre la vieja camilla.
Restregarse los ojos un poco adormecidos ya por el vodka, parpadear y forzar la vista, vislumbrar el por qué confundió la cabellera rizada con Laurie, como si tuvieran algún parecido aparte del hecho de ser mujeres. Pero no, en verdad que no se parecen. Delirios de borracho y dolor de cabeza. Ella voltea, como si percibiera la atención que provoca en Stuart, como si tuviera plena conciencia de todas las cosas que provocan las mujeres en los hombres, y sonriera para que Stuart piense que sonríe para él. Y en eso, definitivamente, la cabellera rizada se parece a Laurie.
Es la hora en la que todos regresan del trabajo, pero algo extraño sucede, una multitud de hombres adultos van hacia un callejón. Caminan como dormidos. pregunto a varios qué sucede, pero nadie me contesta. Aunque no quiero, siento deseo de ir. Al atravesar el oscuro callejón, se ven unas potentes luces, como de concierto. Me acerco y me doy cuenta que es una nave espacial, no puedo creer lo que veo, quiero huir de aquí pero no puedo, es como si mis piernas no respondieran, me acerco cada vez más, cierro los ojos pues al parecer no podré ver más.
Dominios secretos del amor- que forma tan ridícula de llamarle a la muerte de alguien, que forma tan ínfima y efímera de matar a alguien, ¡Cómo es que llegué hasta aquí, la noche no es suficiente, hay que buscar más emociones que las que hay en la calle?
Quiero saber si alguno de los presentes tiene las agallas de callarse y hablar tranquilamente en otra parte.
El dulce olor a vida que emanaba la ciudad en la noche despertaba en él un hambre insaciable. Muy lejanos estaban sus pobres banquetes del siglo XVII, en los que la juventud estaba dispersa y tardaba meses en encontrar una víctima que le brindara satisfacción. Ahora la sangre era más dulce y más fácil y más bella. La música ensordecedora y las luces estroboscópicas se convirtieron en su nuevo castillo. Ser inmortal en el siglo XXI tenía sus beneficios.
Un viejo se va de la fiesta
Llamen un taxi, por favor. Estoy agotado. Qué raro es estar en medio de tanta gente joven desconocida, solo yo con mi gastado cuerpo deambulando en busca de un asiento. No le avisen al dueño de la casa, no es necesario. Estará ocupado llenando copas de vino. O sirviendo bocadillos a los recién llegados. Y yo voy a irme a casa.
Soy el viejo que se va de la fiesta. ¿Ya llegó el taxi? Si encuentran un paraguas rojo, guárdenlo. Es mío o era mío pero ya es tarde para decir esa palabra.
(Carlos Patiño Millán)
Y sin embargo,, lo único que me separaba de la felicidad que siento ahora eran las personas que se disponían a derrotar al Leviatán antes que yo.
Pero ellos no conocen el verdadero poder de un elfo nocturno…
Entonces, entre las sombras la observó, era tal como la había soñado… lástima que que esa noche ella debía de morir…
La última nave estaba por llenarse. Atrás de mi muchas familias lloraban por no alcanzar un lugar. La destrucción del planeta era cuestión de horas. Hay una pantalla panóptica que muestra a modo de ventana el espacio exterior. Dicen que hay un planeta salvaje, aún sin ninguna civilización. Seremos los primeros. Le llaman, Planeta Circe.
La última nave estaba por llenarse. Atrás de mí muchas familias lloraban por no alcanzar un lugar. La destrucción del planeta era cuestión de horas. Hay una pantalla panóptica que muestra a modo de ventana el espacio exterior. Dicen que hay un planeta salvaje, aún sin ninguna civilización. Seremos los primeros. Le llaman, Planeta Circe.
La luz de emergencia se había encendido, todos los reclutas infiltrados en aquel planeta acudieron al llamado. Era el gran día, las naves aterrizaban de a poco en el descampado.
Año 2076
El exilio voluntario comenzó, los primeros en marcharse son los clones. Después de convertirse en las mentes más privilegiadas de nuestros tiempos, no me extraña. Mi alter ego de carne y hueso me dijo antes de irse -no quiero pertenecer a una civilización en la que intentan descubrir el hilo negro cuando siempre han vivido en la oscuridad-. Sigo sin entender qué tiene que ver la ropa con su partida.
El final del túnel regalaba una imagen borrosa. Las luces nos segaron sin pedir permiso y los humores se acumulan espesos en el lugar. El olor a muerte anuncia nuestro irremediable futuro.
—»¡Están exterminando a los pequeños también!»—gritó una hembra con el miedo clavado en la garganta.
Es doloroso el desenlace de una raza que ingenuamente se creía única en el vasto universo. Las familias ya no existen, los amigos no figuran en el lenguaje y el amor se ha desvanecido. Los humanos lo destruyeron todo.
Welcome to the world
Salimos del laboratorio chocando entre nosotros, hombro con hombro como una torpe bandada de cuervos negros, algunos aún adormilados por los rastros de sedantes en la sangre, trastabillan con los escalones cercanos a la compuerta trasera del edifico, es extraña la sensación de caminar acompañado de un batallón de individuos con los que compartes hasta la más mínima peculiaridad.
Podría jurar que soy el verdadero Alberto Chimal, pero no descarto que quizá, también comparta con ellos los mismos recuerdos de ¿mi vida? lo que me da la seguridad de ser el original y no un «clon» más.
A medida que se abre la compuerta, los rayos del sol trepan por las paredes del angosto corredor, e igual que los doscientos Albertos chimal a mi lado me carcome la incertidumbre de si ¿Estoy regresando al mundo o estoy entrando por primera vez a él?
🙂
Cuando la vió entre aquella bruma espesa y de colores alucinantes era mas bella de lo que en sus sueños recordaba… por desgracia, esa noche, ella debería de morir…
Las puertas para superar el nivel 89 se abrieron. Aunque nuestra felicidad fue ofuscada al poco tiempo: llegábamos a un nivel subdividido. Al igual que antes, una placa hexagonal de aluminio ubicada en la pared izquierda al final de los escalones nos indicaba el nivel que emprenderíamos. Esta era la primera ocasión que el número venía acompañado de una letra mayúscula. Ignorábamos el significado, hasta que cavilé que podría ser todo un abecedario de niveles 90. A ciencia cierta nadie sabía cuántos niveles nos restaban para llegar a la superficie y salir de este laberinto; pero después de todo lo que habíamos librado para llegar aquí, el tener subdivisiones para un nivel no era algo del todo absurdo. Muchos nos aferrábamos al hecho que nunca antes un ser vivo había llegado tan lejos, y si alguno había logrado salir de este laberinto subterráneo, no regresó para presumir tal proeza.
El aire que se respira en el nivel 90-A, a diferencia del de todos los anteriores en los que he estado, es denso y con un hedor nauseabundo. Repentinamente, de la desalentadora oscuridad, surgieron los sonidos del vuelo de los vigilantes. El fuerte y aturdidor zumbido fue precedido por la penetrante luz azul que estos robots esféricos emiten. Todos corrimos buscando un refugio, las familias que aún se mantenían completas se separaron entre gritos y lágrimas; algunas personas intentaban regresar al nivel inferior, pero eran aplastadas por la estampida de sus congéneres contra la puerta que se cerró nuevamente. Los menos desafortunados eran los que, extenuados por lo acontecido en los niveles anteriores o bien por la impresión de encontrarse cara a cara (por así decirlo) con un vigilante, quedaban exánimes para luego ser desintegrados al instante. Inmerso en todo este caos y muerte finalmente he comprendido porque los vigilantes no me hacen daño. En las dos ocasiones anteriores, como en esta, todo ser vivo que me acompaña en la travesía es erradicado. Tal parece que mi misión en este laberinto subterráneo es vender falsas esperanzas a quienes, para su mala fortuna, comparten el nivel conmigo. Guiándolos a una muerte alígera y brindando así un espectáculo portentoso al auditorio de: El Laberinto.
El azul cerúleo del reflector alumbró con violencia los ojos recién estrenados del ya quincuagenario ciego de nacimiento. La violencia de los 25,000 lúmenes de la nave espacial que se posaba sobre él, quemó sus corneas, dejándolo ciego de nuevo. No le importó, todo valió la pena.
Año 2079
El exilio voluntario había comenzado. Los primeros en irse fueron los clones, no me sorprende, después de superar intelectualmente a los genios de nuestro tiempo. Mi alter ego de carne y hueso dijo antes de irse -no puedo vivir en una civilización que intenta descubrir el hilo negro cuando siempre han vivido en la oscuridad-. Entiendo que a veces soy odioso, pero no sé que tiene que ver la ropa con su partida.
(Por alguna extraña razón, el texto anterior se borró de la publicación)
+GANDALF+
Cuarenta y ocho años, dos menos que Bilbo, pensó recordando el libro. ¿Dónde estaba el mago?
Estaba demasiado viejo para esto, pensó con amarga ironía caminando al mismo paso lento e inseguro que sus compañeros de “aventura”; ninguno era un enano. El hobbit había tenido el lujo de estar consciente y quejarse, pensó ausentemente mirando al lugar en penumbras, a las luces cegadoras del indicador encima de otra puerta hacia quien sabe dónde, hacía frio y los murmullos temerosos de los otros le llegaban apenas, ensimismado como estaba tratando de asimilar la irrealidad que lo rodeaba.
Se suponía que su vida ya estaba hecha, a esas alturas solo era cosa de esperar el final; sumergido en una vida estática y aburrida, tranquila. Pero se había ido a dormir y sin venir a cuento había despertado en este lugar apenas iluminado por esas luces de neón que lastimaban sus ojos; tendido sobre un piso de metal rodeado de gente que no conocía.
Sin esposa ni hijos, ni siquiera su vida gris.
Solo él junto a un montón de hombres y mujeres igual de confundidos, de todas las edades y nacionalidades.
Repentinamente la puerta se abrió y la luz invadió el recinto. Un hombre en un uniforme que no conocía emergió de ella y mirándolos, extendió los brazos pronunciando aquellas palabras que nunca olvidaría.
-Bienvenidos a su nueva vida.
Y supo sin una sombra de duda, que jamás volvería.
“Morían de hambre, frío y miedo, entonces clamaron a sus dioses por ayuda. De mil formas camine entre ustedes y les traje algo que no debería existir en esta dimensión; les di el fuego, y con el cambiaron su realidad.
Ahora, un suspiro después, claman de nuevo; se sienten “solos” en el universo, sus combustibles se agotan, su hogar esta contaminado. Desoyendo a mis múltiples manifestaciones les he dado otro obsequio: “El fuego blanco” la antimateria, la reciben con pavor y veneración, más no hay en sus corazones gratitud por mi regalo, ni el deseo de ayudarse; en el fondo se preguntan si no son dioses ya, si acaso no merecen más que una simple vida mortal, si el universo podrá ser controlado.
Arrogantes, he aquí el castigo: habiten ruinas, mueran de hambre, frío y miedo. Clamen a los dioses; no los escucharan pues tampoco me escuchan ya a mí, aquí, entre ustedes.”
Desfloración
Sería su primera “salida a terreno”. Así lo habían decidido sus padres; una mujer se encargaría de todo. Solo que las repentinas luces del lugar revelaron todo: entre globos y serpentinas estaban todos sus amigos acechándolo.
EN LA BOCA DEL LOBO
(…Voz telefónica)
—¡Escúchame con atención porque sólo te lo diré una vez! Después de esta conversación no volverás a saber nada de mí. Sé que llevas haciéndote preguntas desde que ocurrió lo del parque. Nunca antes habías experimentado una sensación de familiaridad tan extraña. Eso ya lo habías vivido, ya habías estado allí, pero no recordabas más datos. Creías que la memoria te estaba traicionando. Pero entonces leíste aquel microrrelato de Chuang Tzu sobre el hombre que soñó con una mariposa y, que al despertar, ignoraba lo que era y comenzaste a hacerte más preguntas. Esa noche cogiste una manzana del frigorífico y la examinaste al detalle ¿Y si aquello no era una porción de fruta? Porque en ocasiones los sentidos fallan, nos mienten, distorsionan la realidad y uno no debe fiarse de nadie. Te preguntaste si era tu cerebro, estimulado por una necesidad biológica, el que confeccionaba en tu cabeza la imagen de una manzana. Sospechabas que lo que realmente te estabas llevando a la boca era un holograma. En el trabajo te comportabas de forma extraña y tenías la certeza de que estabas viviendo en un universo onírico. Creíste que no eras más que un sueño dentro de otro sueño más profundo, que a su vez se encuentra dentro de un número ilimitado de sueños hasta alcanzar el infinito. O lo que es lo mismo, te considerabas una proyección mental de alguien que podía estar soñando contigo y recordaste unas palabras: vivimos cuando soñamos y morimos cuando despertamos. Al instante vino a tu mente el fragmento de un film de los años 40, una frase que pronunció Bogart: este halcón maltés está hecho de la materia de la que se forjaron los sueños. E imaginaste que tal vez estuvieras dentro de una película, entre el celuloide y la celulosa, mientras millones de ojos te observaban impertérritos desde sus butacas, esperando que en cualquier instante el guionista que manejaba los hilos diese un nuevo giro a la historia. Aun así, debes saber que si alguien sueña contigo tú también sueñas con otros universos. En tus pesadillas hay monstruos, naves en llamas, zombis de seis cabezas y animales prehistóricos. Y si esos seres que tu imaginación proyecta también tienen sueños, es probable que en ellos haya ciudades, coches, personas, planetas, galaxias, vías lácteas y estrellas. Te pido que reflexiones durante unos segundos y pienses, que si despiertas, puedes acabar de un plumazo con millones de microcosmos imaginarios: mundos fantásticos dentro de otros mundos ficticios. Así que, si me estás oyendo, sigue dormido y no abras los ojos porque, si lo haces, podrías provocar de un plumazo la desaparición de millones de seres fantásticos como les ocurrió a los dinosaurios hace millones de años.
(Pi… Pi… Pi…)
¿La luz al final del túnel ?
Cerré mis ojos para ya no ver, solo pude vislumbrar el túnel negro con una luz al otro lado, debí sentirme rodeado de presencias llamados espíritus, ángeles o fantasmas; ¿realmente estaba solo?, o solo acompañado de la sensación de plenitud y la euforia, abrí mis ojos para ver y me vi, pero no entendí la luz del túnel negro esta frente o detrás de mi?.
NOTICIA
-¿Cómo pudo pasar?-, repetía en su interior una y otra vez mientras se dirigía, desconcertado, al lugar de los hechos.
Esa Luz
Los símbolos arden en esas pieles. No podré resistirlo. Dicen que esa luz calma el dolor.
¿Quién ha regresado al traspasar ese espacio? ¿Quién?
Tengo que continuar–atrás queda la desolación, la oscuridad. A donde voy ya no importa.
Esa luz me adormece.
Asiul
Junio 08, 2013
SORPRESA
Sería su primera “salida a terreno”. Así lo habían decidido sus padres; una mujer se encargaría de todo. Solo que la repentina tos de la modelo, entre globos y serpentinas, reveló la sorpresa.
– No!, yo solo veo azul o verde, algo así, incandescente en todo caso; estremecedor, ademas esos ojos gigantes… ya me paniquie!
– De veras!? El rojo que yo veo es imponente, sobre todo el vestido de esta chica en frente, si a eso se le puede llamar vestido, y esa copa de vino carmin espumante totalmente provocador; delicioso, pero azul? de azul no tiene nada!.
– Mierda, otra vez me equivoque de pepa.
Cuando le mandaron la fotografía le escribieron:
“Los tenemos, entre ellos a tu hermano. Ya te dimos las condiciones. Tienes dos horas para decidir o se muere.”
Fue como un golpe de calor, como un presentimiento debajo del esternón. Vio a su hermano azul, aterido por el frío. Vio sus órganos en el mercado negro. Sintió vértigo y sal en la frente. Levantó el teléfono. Comenzó a marcar…
“No mames” se dijo a sí mismo. “Hijos de puta”
Abrió el mensaje. Comenzó a redactar la respuesta…
-Si no hubiera sido por su insistencia, por tanto mandarse a la chingada y tanta reconciliación. Tanto dormir en su cuerpo desnudo, tantos lugares con ella… La epifanía llegó cuando estaba marcando su número, sus dedos tenían memoria corporal.-
…No mamen. Mi hermano no está en sus putos refrigeradores, ni su chingada madre.
La foto es del Plaza pendejos. Conmigo no estén chingando. Váyanse a la verga.
SEND
Suspiró fuerte. Sonrió. Su hermano estaba bien. Levantó el teléfono. Sus dedos en memoria corporal. No, mejor no.
Avanza como se lo permite su nueva anatomía, acostumbrándose dolorosamente al cambio de piel que se ajusta todavía a sus hombros. Al menos hay vicios que no es necesario dejar: alista el tabaco, lo enciende con cerillas, dos chupadas y un suspiro. El tic tac interno ha dejado de molestarle, pues entre la muchedumbre no hay espacio para silencios, reflexiones o remordimientos.
No le queda más que esperar distinguir los gestos de Armando entre el resto. Que pase pronto la noche. Que muera el desgraciado cuando lo señale con el dedo quebrado.
Lleva de nuevo el cigarro a la boca. Los labios aún no cuadran bien, algo habrá que hacer, pero no hoy, piensa Javier. No hoy.
Después de años encerrados bajo tierra, ideando mil formas de salir a la superficie, el grupo de extraviados por fin vio la luz. El túnel que habían cavado durante largas horas y largos días había servido como camino hacia sus más anhelados sueños.
Habían recorrido meses ese túnel; algunos habían muerto en el camino –otros desde antes- pero eso no logró desanimar al pequeño grupo que había esperado años en los oscuros huecos subterráneos por una oportunidad para volver a su mundo exterior. Todos añoraban respirar el aire fresco de la superficie.
El hombre que iba en la vanguardia del grupo divisó una pequeña luz a lo lejos, todos corrieron desesperados, sacando las últimas fuerzas que les quedaban hacia el final del túnel. Cuando llegaron a la superficie dos grandes luces azules cegaron sus ojos por unos instantes. Poco después, cuando se acostumbraron a la intensidad de la luz y pudieron ver lo que había en el exterior, una expresión de horror se dibujó en el rostro de todos.
Se dieron la vuelta y regresaron por el túnel tierra adentro.
Te busqué entre miles de luces y música estridente.
no te encontré.
Una clave de sol me besó la boca, igual que besaban tus besos.
La centinela
Cuando ella abrió los ojos vió las personas a su alrededor caminaban hacia una luz. El astro azul les llamaba desde lejos y las masas andaban como soldados dormidos. El cuerpo de Ana no le respondía y aunque gritase por ayuda todos le ignoraban.
En el momento que ellos desaparecieron fue que comenzó la verdadera aventura de Ana.
Las luces que me iluminan, su ángulo, su color, su intensidad,… definen mis perfiles. Muto en función de ellas. Juego los roles.
EN EL CINE (pensamientos)
Fila 6, butaca 9. El técnico: Me tenía que haber puesto más atrás. ¡Parezco idiota! Siempre hago lo mismo. La distancia ideal para ver bien una película es dos veces la pantalla. Además, el sonido de los altavoces, al realizar un movimiento envolvente, se escucha mejor en la parte de atrás. Debería cambiarme antes de que se llene la sala.
Fila 8, butaca 6. El obseso sexual: joder, a ver si veo algo de carne. Han pasado cinco minutos y sólo ha salido la tira del sujetador de la protagonista. ¿Esos pechos tan grandes serán suyos? ¿Llevará bragas debajo del vestido? ¿Y de qué color? Si es que ya no hacen películas como las de antes. Donde esté el cruce de piernas de Sharon Stone… Eso sí que es una obra de arte. ¡Uf, qué calor hace aquí! Y vaya trasero que tenía la acomodadora.
Fila 11, butaca 6. El crítico cinematográfico: parece una peli con influencias de la nouvelle vague y el free cinema. Aunque los movimientos de cámara, el tipo de ambientación deliberadamente artificial, los encuadres formales con reminiscencias al expresionismo alemán, la yuxtaposición de elementos en su imaginería con una estética surrealista remite a la teoría psicoanalítica de Freud, con un marcado discurso narrativo que se guía por las normas del cinéma vérité. Aunque claro, también podría incluirse dentro del Dogma 95.
Fila 13, butaca 8. El holgazán: me pesan los párpados. No sé si podré aguantarlo y encima me dejan a oscuras y qué confortable resulta este asiento reclinable con apoyabrazos, reposacabezas y…zzzzzzzzzzzzzzzz
Fila 14, butaca 5. El ahorrador: ¡Qué dolor más grande! He pagado diez euros por una entrada. ¡Menudo timo! Con estos precios, ¿quién va ir al cine? Si es que ya no se puede salir de casa. Aquí cobran hasta por respirar.
Fila 15, butaca, 7. El puritano: ¡Oh Dios mío, hemos llegado a un grado de degeneración que ya no se respetan los valores tradicionales! El protagonista tiene una amante. ¡Ave María Purísima! ¿A dónde vamos a llegar? ¡Y encima ahora se dan un beso con lengua! Menuda obscenidad. En este país se están perdiendo la decencia y las formas.
Fila 17, butaca 6. El escritor: han destrozado mi libro. ¡Sí ya lo sabía! A estos productores de pacotilla les das una obra de arte y, ¿qué hacen? Invertir unos cuantos millones de dólares, meter efectos especiales y un par de caras bonitas, que casi no saben ni leer lo que pone en el guion. Se han cargado el espíritu de mi novela. ¡Con lo que me costó escribirla!
Fila 20, butaca 8. El hacker: asiento vacío. Está en casa descargándose por internet la peli a través de BiTtorrent y JDownloader.
Fila 22, butaca 7. El viajero del tiempo: ya he visto este film siete veces, la última en el año 3079, aunque prefiero el remake del 4792.
Última fila, butaca 9. La profesional. Ahora que han apagado las luces, deslizo la mano hacia el tipo que tengo al lado y me agacho aprovechando que nadie me ve. Mañana sin falta tengo que renovar el anuncio del periódico. ¡A ver qué pongo! Apasionada del cine y los rincones oscuros, conocimientos de idiomas (francés y griego profundo) desea vivir nuevas aventuras. Teléfono: 90-60-90 prefijo (69). Disponible las 24 horas. Recibo en bikini. Llá_mame.
De cuatro en cuatro
Cuando estuvieron por fin ante su presencia, retumbó la voz cavernosa de Él y llenó todo el espacio:
-Agradezco la puntualidad. Es media noche exacta. Soy leal a mis sabandijas y sé reconocer que me sirvieron con fidelidad.
Él, en el fondo, tiene buen corazón: les concede que se vayan acompañados en el viaje al pudridero.
Por eso los manda de cuatro en cuatro.
Así los premia Él.
Estrella galactica
La espera fue larga,
la fila no parecia terminar,
mi cuerpo temblaba
y la imaginacion se echaba a volar.
Ya había comprado mi boleto
y estaba dentro del teatro;
mi madre me lo había prohibido,
decía que el clero la había vetado.
Jenny era la última maravilla del espectáculo,
todo lo que hacia era precioso
y toda ella era hermosa;
todo lo hacia en un solo acto,
yo creo que por eso era tan famosa.
La espera fue larga,
y no se como fue
que la trajeron de otro espacio
y ahora a la tierra estaba llegando.
En otras galaxias era una estrella;
no es mentira, habia artículos con su efigie,
le habían hecho un altar
y aunque no lo creas
tenía su propio canal.
Jenny era la última maravilla del espectáculo,
todo lo que hacía era precioso
y toda ella era hermosa;
algo entre Bowie con voz de bee gees:
¡algo que nunca habías imaginado!
Cincuenta premios en otras tantas galaxias lo justificaban,
su ultima canción era todo un exito;
y yo estaba ahi: si mis padres me vieran seguro me castigaban:
pues no soportaban ni su música ni su léxico.
La espera fue larga,
en aquella profunda osuridad;
cuando encendieron las luces
sabia que hiba a comenzar.
Salió con gabardiana, se la quitó y la tiró
estaba desnuda, habrió las piernas
y de su vagina empezó a salir su voz
y canto…. y canto….
Jenny era la última maravilla del espectáculo,
todo lo que hacía era precioso
y toda ella era hermosa….
sostenia el micrófono con su unico tentaculo
y a todos nos hacia vibrar.
La espera fue larga,
acaso su canción nunca terminaría?
pero en el último compas supimos
que a todos nos mataría.
Insectopía
Para Sophie C.
Una noche, la cucaracha despertó y, mientras un grillo repetía: “nunca más, nunca más”, vio dos luciérnagas azules revoloteando afuera de la coladera donde vivía. Los seres humanos se habían extinto.
… y el silencio, solo interrumpido por el tenue sonido de las respiraciones; un sonido. El crescendo inevitable, que acompaña la reacción.
Don pascual firma ante la amenaza, absorto ante su labor. Él sabe lo que se avecina, y piensa “a ver si la pinche güerita no brinca, ya es la tercera vez que intento grabar la película”
… y el silencio, solo interrumpido por el tenue sonido de las respiraciones; un sonido. El crescendo inevitable, que acompaña la reacción.
Don Pascual firme ante la amenaza, absorto ante su labor. Él sabe lo que se avecina, y piensa “a ver si la pinche güerita no brinca, ya es la tercera vez que intento grabar la película”
Él fue lo último que vio, entre el neón, la penumbra y los sonidos estridentes. Sus parpados se cerraron cual compuertas sobre su silueta. El frío reclamó su parte, los otros detrás de él, también.
Su rostro en el noticiero de la mañana cuatro días después, no dijo nada sobre su destino.
Todos lo vieron entrar,
en aquel lugar;
que era el último
donde quería estar.
Pero su camino
lo obligaba cruzar,
pues viejas ofensas
debía zanjar.
Todo ruido seso, mientras un pasillo se abría en medio del salón permitiendo el paso sin interrupción. Cuando se escucha rugir una voz .
– Eres muy valiente, lo reconozco. Siempre supe que vendrías, tú no perteneces a
la escoria cobarde. Por desgracia, no estamos del mismo lado.
Abrumado, no sé qué decir. Pues no esperaba recibimiento hacia mí. Consiente de mi pasado, y responsable de su impacto; lo trato como un igual sin mentir.
– Gracias, me gustaría poder decir lo mismo de usted. Pero no lo creo, y tampoco
me gusta mentir. Vengo por…
– Se bien porque vienes.
Sorprendido por la interrupción, callar me parece mejor, mientras reanudo el camino escucho la voz.
– Amelia… tendrá su parte. Me agradas chav…
Me detengo una vez más, pero en esta ocasión con una sonrisa presento mi opinión, sin importar la interrupción a un jefe de nación.
– Lo siento, no he venido por Amelia.
Con gran satisfacción observo en su rostro duda e indignación, permitiendo anticipar su inmediata reacción.
– ¿Noo?
Incrédulo pregunta. El, acostumbrado a estar siempre un paso adelante de todos los demás en cualquier asunto donde pueda estar.
Plantado frente a él, tomo unos segundos para disfrutar la pequeña victoria añorada tiempo atrás. Pudiendo expresar el motivo real que me trajo a este lugar.
– No. Ella decidió su camino, y yo el mío. Vengo a pedirle que deje a los niños,
ellos no tuvieron elección.
Pierdo fuerzas al sentir aquellos brutos sobre mí, sin obtener respuesta solo puedo escuchar un susurro fugaz.
– Valla, ¿Quién lo diría? En verdad me agradas chaval, que la suerte lo decida…
Te dije que llegaramos media hora antes, pero ¡ah no! el señor se tardo diez minutos en escoger el tipo de zapatos ¡como si le importaras un poco a Jack!, te dije que por el metro llegaríamos de volada, ah pero no querías sudar una gota, ¡como si la banda fuera a distinguir tu perfume del resto de la multittud!
Tienes todos sus discos, te lo sabes todo: donde nacieron, cual es su droga favorita, con cuantas mujeres se acostaron… pero no te bastaba. Porque ellos habían entrado a tu vida para quedarse, desgarrándola tanto como tú los dejaras, y los dejaste.
Creías que si te veían, al menos por un sólo instante, podrías alterar el sentido de su música y por fin ser el motivo de sus canciones. Estás bien loco.
Se que no me tienes confianza y por eso no me contaste el plan, aun así te ayudé tanto como te dejaste, pero eres tonto y lo arruinaste por llegar tarde.
Desde aquí no veo más que las luces del escenario, estamos en el lugar de siempre: recibo codazos y mi espalda omienza a sudar por el movimiento, nos tapan las cabezas de chavorrucos que pensaban lo mismo que tú…
«DIVINO» Es el nombre del hijo de Satanás, es la tentación convertida en hombre, puesto que tiene un cuerpo & un rostro maravilloso, esta en busca de mujeres para hacerlas pecar y llevarlas al infierno para abusar de ellas.
La esperanza
Tras los devastadores ataques sobre la tierra ocasionadas por una civilización extraterrestre. El escuadrón delta, viaja a su base espacial, localizada en el satélite lunar, al llegar descubren un camino, éste, era muy oscuro, con formas extrañas en la pared, parece ser que ha estado oculto por muchos años y que fue construido con la intención de que nadie lo encontrara, como si estuvieran protegiendo algo, siguieron por ese camino y poco a poco una luz verde los fue iluminando –es muy brillante no puedo ver nada- dijeron, sin darse cuenta, entraron a esa habitación donde encontrarían esa poderosa arma que salvaría a la tierra.
Era mi sentencia, había llegado el día que se iba decidir mi próximo futuro, no había elección, de nuevo nacería… dependiendo de lo que había dictado mi pasado, una ves mas.
El Acuario Municipal
El Le Barón es de los pocos cines porno que sobreviven en la ciudad. Está ubicado en la calle Mondragón, casi esquina con Lugones. Lo rodean edificios de fachadas desgastadas, salas de masajes y puestos de tacos. También algunas leyendas urbanas. La más conocida dice que si no vas acompañado, un hombre vestido de cuero negro y picos de metal se aparece en las butacas del fondo. Pero ninguna leyenda urbana es tan inquietante como la del Acuario Municipal.
De niño lo visité varias veces. La primaria en la que estudiaba organizaba viajes cada mes. Lo que más me gustaba era el tanque de las mantarrayas, pues podíamos acariciarlas y darles de comer unas bolitas cafés que salían de una máquina tragamonedas. También recuerdo una pecera enorme que siempre tenía un letrero anaranjado que decía: “Cerrado por mantenimiento”. El agua de aquel tanque era tan turbia que no podía verse más allá del cristal. Mis compañeros y yo jugábamos a pegar el rostro en el vidrio, imaginando –con el corazón acelerado- que algo horrible saldría de entre la penumbra. El que aguantara más tiempo, era el más valiente.
Hasta que un día, el Acuario Municipal cerró sus puertas.
Fue en una posada familiar donde escuché por primera vez “el misterio” del Acuario. Mi tío Roberto estaba sentado frente a la pecera de la cocina de casa de mis padres, absorto. Cuando me acerqué a la mesa para prepararme un whisky, de la nada, mi tío empezó a hablar, sin desprender la mirada del pequeño recipiente con peces.
“Era tan hermoso como aterrador… El agua se aclaraba en las noches. En eso, salían los globos –así los llamaba yo- que cambiaban de color y hacían formaciones geométricas, como un ballet en perfecta sincronía. Y sentías como si estuvieras flotando dentro del tanque. Como hipnotizado. Pero te juro que siempre procuré irme antes de que los globos se pusieran azules, porque entonces empezaban los gritos de las muchachas, y el agua se agitaba como si el tanque fuera una licuadora gigante… como si el vidrio se fuera a romper. Pero me quedaba. Me atrapaban las luces… los gritos… los colores del agua. Después, todo era silencio, pero las imágenes volvían en mis pesadillas”. De pronto, mi tío Roberto enmudeció, y siguió con su mirada perdida en la pecera.
Un escalofrío me recorrió el cuerpo al recordar el reto que jugaba con mis compañeros; ése de ver quién aguantaba más con el rostro pegado al tanque, pues recuerdo claramente haber visto rostros de mujeres diluyéndose entre el agua turbia, pero siempre supuse que era mi imaginación.
“¿Conoces el cine Le Baron?”, dijo mi tío Roberto, clavando sus ojos en los míos.
Sin sol no alcanzábamos a notar la inmensidad del cielo, confundíamos las luces de neon con estrellas –que ya se habían extinguido hace años. Y a la hora de entrar a los centros nocturnos nos confundíamos a nosotros con el Universo, esa masa negra, cambiante, que de repente implota.
Ya jamás amanecía, nosotros permanecíamos bailando, esperando un sol que nos esfumara e hiciera la noche joven de nuevo.
El rugido de la gente se escucha en las afueras, los aplausos y vitoreos no son para mi. Ya estoy viejo, no soy más el favorito.
Siento las piernas entumecidas, el sudor corriendo por mi espalda, la vista nublada. No importa cuantas veces golpee mis guantes uno contra otro no puedo sacar de mi mente mi próximo enfrentamiento. ¿A quien se le ocurrió que era un buen enfrentamiento contra mi propio hijo?
Egoismo
Al momento de abrir los ojos lo que encontré fue una luz segadora la que me hacia pensar que este mundo no es lo que parece, y claro como no haberlo pensado antes después de guerras, asesinatos, robos y más. Lo que veiamos siempre fue una ficción inventada por nuestra mente como protección a lo que realmente queremos, los hombres temen admitir cuando una mujer los derrota por eso la maltratan, un pobre no puede afrontar la pena de no tener dinero y tratar de trabajar por eso roba, un millonario no soporta la idea de que otro gane dinero de forma correcta y hace fraude, los países simplemente no pueden ajustarse lo que tienen y luchar por un mejor lugar por eso atacan e intentan conquistar otros; el egoismo nos hace a todos ese ser asqueroso y corrupto, aquella luz me dio a entender esa idea para compartir a otros, que no necesitamos ser auto suficientes como personas si no auto suficientes como sociedad,debemos eliminar el egoismo.
Reaccioné, necesitaba aire, estaba rodeado de gente y sin luz, con las pupilas de los ojos dilatadas, necesitaba ver qué era lo que pasaba, nadie parecía tener un celular o algún aparato que funcionara para poder alumbrar aquel lugar, gritos en mis oídos, a lo lejos, por encima de mí, me ensordecían, manos tocaban mi cara, sucias, olorosas, mi angustia se apoderaba cuando una ráfaga de luz azul apareció, succiono las mentes, los cráneos y los cuerpos, dejando sólo el alma vacía al desnudo para poder asignarle un nuevo esqueleto.
Y mientras nos escondíamos como esas personas cobardes que somos, no nos quedaba otra opción más que la de contemplar aquellas llamas que hacían cenizas nuestro mundo, aquel mundo al que solo nos dedicábamos a proporcionar dolor y destrucción.
Y entonces, entré para buscarla, me habían dicho que la han visto en ese lugar antes aunque jamás pensé que llegaría a un prostíbulo.
Hacía tanto tiempo que no la veía y apenas lograba recordarla. Al entrar, mucha gente esperaba el gran espectáculo de la noche, en cuanto la nombraron se encendieron los reflectores y ahí estaba, la hija que nunca tuvo padre.
Y fue entonces cuando se dio cuenta que nada era como antes, esa luz que le encandilaba le mostro que las personas de su alrededor ya no tenian alma, caminaban sin rumbo fijo, sus rostros mostraban indiferencia.
Todo había cambiado, una nueva era se aproximaba..
Todos estaban esperando ese momento. El momento de la verdad.
La luz entraba por la cuenca de sus ojos, era tan intensa que incluso pareciera que terminaría por quemadlos. Aun así no desvió la mirada, ese era el momento por el que tanto había peleado, el momento al que había dedicado su vida. El aire comenzó a espesarse, podía sentirlo en cada bocada de aire que tomaba, era casi tangible. Pero aun así no se detuvo. No lo haría aun si le llevara a su muerte, cosa que no estaba muy alejada de la realidad.
-No puedo creerlo. Por fin lo logramos, logramos llegar a el inicio de todo.- Grito el hombre a la izquierda, no podía ver quien era por que estaba de espalda, pero sabia que era Ethan, -!Llegamos¡ Esto es todo, este es el lugar de donde surgió toda vida en el planeta. !No puedo creer que este pasando¡
Nos detuvimos, ante nosotros estaba la cámara de la vida. El año es 5469 y tras cientos de años de investigación hemos logrado llegar a la respuesta que tanto deseábamos. La cura a nuestro enfermo planeta se encuentra en este lugar.
Los gritos de la gente pidiendo que salgamos siempre son lo que causa mas tensión, el saber que puede terminar tu carrera con un error, perder eso que tanto amas, hay ocasiones en que olvidamos porque hacemos esto, la diversión que nos traía en un principio, solo se ha vuelto un trabajo de rutina, pero que mas da, a salir y dar un buen espectáculo…
Cumplíamos nuestra promesa, llegamos mis dos compañeros y yo a la puerta al mundo de los muertos. Con mi enemigo como guía arribamos por primera y ultima vez a este mundo frió, triste y húmedo, tomamos el camino mas limpio, observo rostros conocidos de gente del pasado, rostros que nunca vi en mi vida y que jamas volveré a ver, también vi aquellos olvidados, de los que nadie se preocupo en vida y que ni en vida vive su recuerdo. caminamos entre ellos sin ser igual a ellos, caminamos, pareciera que sin rumbo fijo, entramos a la catedral, la única en pie. La parte baja de ella es la que nos importa, a todos, al finalizar es desgarre de nuestra linea temporal el problema nos concierne a todos nosotros incluso a mis enemigos, aquí nos guía el peor de esos.
Llegamos a la ultima sala, vemos todos fijamente el artefacto legendario que tanto buscábamos, ese artefacto permite desgarrar y destruir universos y lineas de tiempo, prensamos usarlo para lo contrario , recuperaremos nuestro universo cueste lo que cueste. Antes de poder tomarlo una especie de espectro oscuro sale del techo, la batalla
nos costo mucho, mis compañeros murieron, sacrificándose para detener al espectro, mi enemigo se encontraba a mi lado, los dos tomamos el artefacto, nunca olvidare a mis compañeros. Nunca dejare que su memoria desaparezca y si es posible los regresare a la vida.
En busca de respuestas que pudiesen satisfacer sus dudas, aquel hombre entro en el establecimiento donde sus sentidos se dispararon ante el bullicio y la serie de tentaciones que se encontraban ahí dentro. Quedó impactado al ver aquel lugar tan
lleno de fantasías y sueños desastrosos de hombres que jamás se cumplieron.
– ¡Algo cayó ahí!
Le dije a Julián apuntando hacia la luz , fue entonces cuando la bestia nos miró a los ojos …
Estaba corriendo hacia el gran elefante para que no pisara al pobre patito. Lentamente yo vi como el furioso unicornio tomo de la trompa al elefante, unos segundos antes de que yo llegara hacia él, entonces yo tomé al patito y fue cuando tuvimos que huir ahora del unicornio. La persecución comenzó gracias a que el elefante y el unicornio estaban enamorados del patito, ambos, y como el patito no quería a ninguno, recurrió a contarme sus problemas a mi, pero yo solo soy una simple jirafa que lo único que pude hacer es escucharlo, e intentar salvarlo.
Aquí nos encontramos pues, escondidos dentro de una cueva, yo haciéndome pequeña y al mismo tiempo cuidando del pequeño pato. Pasamos 1 día entero en esa cuevita, pero teníamos hambre, así que «cautelosamente» salimos a buscar comida, pero el unicornio solo nos esperaba, y quería llevarse al patito, así que como quería protegerlo, recurrí a la pelea. El unicornio enterró su gran cuerno en mi cuerpo, pero gracias a ello, dicho cuerno quedo enterrado en mi cuerpo, al grado de romperse y que el unicornio muriera por exceso de sangre. En fin, Morí, pero pude salvar al patito.
Es ese instante, en el que deliberé que todo había terminado, engañada, era apenas el inicio. Comenzaron a llegar más y más, nos superaban en número y tecnología; sobresalían aquellas luces que nos deslumbraban, haciendo esperar nuestro rotundo final o lo que parecía serlo.
De repente me vi deslumbrado nuevamente por esa luz, me traía una sensación de paz e intranquilidad, la había visto solo una vez pero solamente en sueños, pero ahora esta frente a ella nada se interponía entre nosotros, me arme de valor y camine hacia ella sentía curiosidad y al mismo tiempo cierto temor, pero no me me detuve tenia que saber que emitía esa luz.
Sentía el corazón en la garganta, el palpitar lo podía sentir y oír claramente, al llegar a ese destello de luz nada en mi vida me había preparado para lo que vi en ese instante.
La esperanza
Tras los devastadores ataques sobre la tierra ocasionadas por una civilización extraterrestre. El escuadrón delta, viaja a su base espacial, localizada en el satélite lunar, al llegar descubren un camino, éste, era muy oscuro, con formas extrañas en la pared, parece ser que ha estado oculto por muchos años y que fue construido con la intención de que nadie lo encontrara, como si estuvieran protegiendo algo, siguieron por ese camino y poco a poco una luz verde los fue iluminando –es muy brillante no puedo ver nada- dijeron, sin darse cuenta, entraron a esa habitación donde encontrarían esa poderosa arma que salvaría a la tierra.
Lo único que le quedaba por hacer, era el observar el último suspiro de lo que fue el amor de su vida en el pasado, sonriendo y diciéndole mentiras sobre un futuro alegre inexistente tratando de soportar el dolor que yacía en su cuerpo.
Hemos despertado del gran sueño, todos estamos confundidos, está muy oscuro y no podemos recordar nada, apenas podemos movernos pero con poco equilibrio empezamos a salir dirigiéndonos a una luz muy brillante, poco a poco esa luz muestra los rostros de personas que conozco, rostros que me empiezan a llenar de memorias, la luz me empieza a llegar, veo mi ropa militar y es ese instante en que recuerdo el último momento antes de dormir, recuerdo el momento en el que me despedí, entre a la nave y acosté en una de las capsulas hasta quedar profundamente dormido.
En medio de un oscuro camino me encuentro, mas personas me acompañan, siento como empujan, no puedo regresar, la duda invade mis recuerdos, pero cada paso que doy es una imagen que trae las ultimas sensaciones que experimente, dolor, angustia y miedo.
Esa luz al fondo nos llama, respuestas a todo encontraremos, es hora de trascender.
No se que estaba apunto de pasar, nos habían llevado a ese lugar con las manos atadas con las esposas, la vista la sentía ya cansada por el constante deslumbre de las luces dándome directo a los ojos, había escuchado historias sobre este lugar, la esencia del olor era mezcla de residuos de la combustión de los carros y a sangre añejada. Realmente ya no se que esperar, solo espero que si alguien llega a encontrarme sin vida, me entierre junto al cuerpo de mi hermano en aquel parque. Solo espero que la esperanza que vive en mi no muera en vano…
Sentía ese gran temor por todo mi cuerpo, ese liquido frió corriendo por mis venas, mis piernas temblaban, sin saber lo que me esperaba al cruzar ese túnel oscuro
y esas siluetas de personas con luces azules y blancas, esas molduras en las paredes, imaginándome los gritos de las personas y el sonar de los bancos pegando en el suelo.
Eran casi 5 horas ya las de estar caminado por la ciudad, estaba cansado de aquello, no tenia sentido en absoluto, ella quizás nuca había existido, quizás era solo una impresión residual de su memoria y es que en realidad no era más que lo menos de un sueño, inasible. a la salida de la estación solo quedaban las luces de la ciudad, atiborrada de tentaciones como una babilonia de neones y vapores, estrecha, deslumbrante, no quedaba más que aquella silueta absurda mente ajena que se manifestaba tan imprecisa como la imagen misma de ella.
Y confundido entre los abducidos iba yo, el único que se encaminaba por su propia voluntad.
«Sigue la luz»… «No, no la sigas»…
La dualidad inminente en la cabeza de Juan. Esas dos voces, lo que llamamos conciencia, ¿qué hará Juan?, ¿qué hará?
Decidió entrar… y ahí estaba… en la venta nocturna de Liverpool.
El aire es ralo en esta habitación. Contenedores de nitroglicerina, estantes, camas de metal, y en las camas, tumefactos cadáveres, mustios pero con cierta vida. El doctor utiliza un ardid para abrirlo, no puede. Los otros dos doctores miran entumecidos, todo estupor. El aire se hace espeso, se caliente, hiede, escasea y no duraré mucho. Nuevamente la escisión, buscan extirparle la piel, abrirlo como a una res. El cadáver vomita mortandad: sustancias naranjas, verdes, densas, horripilantes. Llega la hecatombe médica. Dos doctores comienzan a descomponerse frente a nuestros ojos, famélicamente disparo, atino. Calcino a los demás cadáveres y se oye un ruido atroz. Salimos y no vemos nada. Un ruido de sirena armoniosa empapa nuestros oídos. Mucha luz. Luces y más luces y ruidos y espasmos. Narcolepsia. Despierto, miro al doctor en un refrigerador, destazado. Yo no puedo moverme. Estoy atado, tengo tubos en mi cabeza, no siento mi cuerpo, no duraré mucho.
La oscuridad del túnel fue sacudida cuando se abrieron los ojos de la bestia. Eran dos enormes esferas que despedían un resplandor azulado.
–¡Ahora! –Ordenó el comandante.
Y empezamos a disparar.
Luis Fernando Escalona
@LuisFerEscalona
Y al ver las luces frente a mi, sentí como todo era lúcido por primera vez. Mis sentidos se agudizaron, mi mente encontró otra dimensión, cada partícula de mi cuerpo se estremeció, el olfato percibía un olor que me hacia retorcer. Entre todo aquello inexplicable y sorprendente apareció ante mi un ser y me dijo: «Pos por eso joven, déjenos trabajar, estamos recogiendo la basura, ya párese y quítese del camino.» Y pasó a un lado de mi aquella bestia en movimiento, para luego desaparecer en la oscuridad.
“Ya está un poco ruco para ir de antro…”, me grita Mariana al oído. La electrónica retumba y, conforme descendemos, dejo de escuchar sus interesantes anotaciones sobre el pobre hombre de adelante.
Por breves instantes me pierdo pensando en la soledad y el sentido del ridículo. Cuando regreso en mí es tarde. Espero despierta que lleguen mis hijos, creyendo que nunca se es lo suficientemente adulto para salir a esos lugares.
Un destello. Su silueta cruza como un fantasma mientras se dirige al desnivel. Lo sigo. La luz apenas permite distinguir su figura. El olor es nauseabundo, pero las ansias no me permiten ser demasiado quisquilloso. Se esconde, pero ahí sigue: evita mi mirada como si supiera que al ignorarme exacerba mi deseo.
Me acerco, aunque pareciera tratar de evadirme. Mira a una pareja como queriendo hacerme ver que está demasiado ocupado para molestarse en mí. A esta distancia casi puedo ver gotas de sudor que resbalan en su cuello. Sus labios son carnosos e invitan a poseerlos, su anatomía es perfecta, quizás demasiado para mi gusto, ¿pero a quién engaño? Me vuelve loco. Mi corazón acelera su ritmo y me veo forzado a acorralarlo. Inicio el trato:
– ¿A qué juegas?
– No entiendo su pregunta.
Ahora coloco los brazos a manera de rejas para evitar que huya. Quisiera en ese mismo instante arrancar todas sus ropas y evitar tanta teatralidad, pero así no funciona.
– ¿300?
Su mirada lo dice todo. Sin pensarlo elevo la oferta:
– 500, ni siquiera tú puedes valer más de eso…
Sin parpadear, con su mano dirige lentamente mi cabeza hacia su entrepierna y restriega mi cara en ella. El aroma. La suavidad al contacto. Esto no puede ser real…
– ¿Cual es tu tarifa?
– 2,000 créditos una noche completa, 1,000 por una sesión de dos horas. Puede pagar con IdRetina o tarjetas convencionales.
– Por 2,000 créditos podrías tutearme al menos.
– No entiendo su pregunta.
Increíble. No han escatimado en nada más que en la capacidad de conversación de este armatoste. Pero, ¿quién quiere oírlo hablar?
¡Me gusta! Me dejó intrigado.
Saludos.
Va llegando el equipo nacional sibarita integrado dos por valerosos ciudadanos de Nuevo Laredo, Tamaulipas: Alejandro «Minotauro» Ximenes y Esteban «Todasmías» Pruncio, a la sede de la décimo sexta copa intergaláctica de devoradores de kiwis mercurianos. Los convidados a esta competencia de tan alta alcurnia deben llevar un arduo entrenamiento que consiste en una dieta rica en chile poblano, solo así pueden evitar elevarse envueltos en una gélida luz blanca por los aires del Estadio Azteca (sede del evento de este año) como si fueran un par de globos de Cantoya de Neón (de esos que los niños usan hoy en día para ahuyentar a los gatos de sus madrigueras). La esperanza de todo el planeta tierra descansa sobre las cholas cabelleras de ambos mexicanos que van dispuestos a arrebatarle el Sol a los jovianos (quienes lo adquirieron al derrotar al dueto tricampeón marciano el año pasado) y devolverlo a su órbita natural al rededor de la tierra.
La cotidiana Intertextualidad.
Ni por un segundo me imaginé venir a un lugar de estos, la música se encuentra en un nivel exageradamente alto pero pienso que quizá sea un factor determinante para el estado de abstracción en el que la gente a mi al rededor se encuentra.
Al encontrarme con ellos en la entrada sólo dijeron: «¡qué bueno que pudiste venir, a ver si nos encontramos al salir!» esas palabras «a ver sí» aún retumban en mi, si seré idiota; me sentí humillada, triste y muy avergonzada quería irme, correr más bien, pero con aquella sonrisa característica fingí estar esperando a alguien y les dejé atrás. Si claro, esperando a «alguien» que por supuesto pude haberle llamado «Godot» pues el chiste venía perfecto al caso y ellos no lo hubieran advertido, pero el tiempo apremiaba y debía escapar de tal humillación.
Las luces cambian aleatóriamente de color y movimientos, esta vez son azules y estáticas, tanto que me parecen perpetuas, me giré sólo un segundo para corroborarlo y ver con dificultad a las sombras negras que absorbidas en el numerito daban la espalda a la barra y por ende a mi. No recuerdo que en la vida sintiera tantas ganas de estar en casa leyendo un buen libro, no recordaré jamás tantas ganas de que por lo menos alguien me estuviese leyendo, de que este segundo fuese fugaz y al término de esta copa cual punto final terminara esto por siempre.
Lo había visto correr hacia la puerta, así que corrí tras él, entré a la sala de cine, estaba oscura y repleta de gente, el ruido sumado a las luces de la película me desorientó por un momento, tantee mi camino por el pasillo, giré en círculos registrando el sitio, seguro de que lo encontraría, un sonido de disparo fue amortiguado por el ruido de la sala y sentí un intenso dolor en el estómago, un hombre se aproximó con vehemencia a mí. Mi vista se tornó nubosa y caí de espaldas.
Era una vez en la granja wafer donde habitaba un joven llamado Alfred y su perro puki, una noche estaban los dos en la comodidad de su casa cuando empieza a temblar Alfred se pone debajo de la mesa, cuando puki sale de la casa y corre hacia la nada, para de temblar, pasa una, dos, tres horas y puki no llega Alfred preocupado agarra una lámpara y va en su búsqueda, sale de la casa, camina y camina pero no encuentra a puki, Alfred triste se da la vuelta y camina a su casa al dar un paso empieza a escuchar un ladrido de puki muy bajo, lo escucha, se da la vuelta y empieza a seguir el sonido de los ladridos cada ves eran mas fuerte, cuando ve a puki, Alfred corre hacia él, llega a él, lo toma da un paso y el piso empieza a destruirse y Alfred cae. (Alfred esta desmayado).
Puki empieza a lamerle la cara a Alfred, se despierta y ve a lo lejos una luz azul, Alfred se dirige hacia la luz pensando que era la salida en la trayectoria hacia la luz se encuentra a un hombre encapuchado, Alfred le pregunta como se llama y no responde se dirigía hacia la luz azul, esta apunto de llegar el hombre a la luz y Alfred viendo que no era la salida le pregunta al hombre que donde están, no le responde, Alfred se enoja , lo agarra del hombro y lo voltea y lo ve a la cara, Alfred no podía creer lo que veía, se a susto tanto que corrió hacia otro lado puki lo persigue, se empiezan a escuchar los gritos de Alfred y los ladridos de puki, ya nadie supo de ellos.
La luz en el cielo cegó toda la oscuridad, era un nuevo intento, una nueva esperanza.
7 minutos. Las miradas espontáneas se vuelven curiosas, el silencio se transforma en susurro, la noche se convierte en día.
13 minutos. El experimento supera a su antecesor, alguien explota en júbilo, pero la mayoría guarda mesura, han pasado por lo mismo, ya han debido tragar el sabor de la tristeza en anteriores ocasiones.
27 minutos de luz. Los pobladores saltan, gritan y bailan, hay niños corriendo y explorando el rededor, los escépticos sólo sonríen. A la mayoría les arden los ojos, no están acostumbrados a tanta luz pero no importa, el sueño se ha cumplido: los años de penumbra por fin se han ido, es momento de recomenzar.
41 minutos. Un grito de terror, solamente uno todo lo demás es silencio… y oscuridad, la luz se ha ido, el experimento duró más que ninguno, pero no lo suficiente. Lentamente todos regresan al refugio, algunos cansados, otros hambrientos, la mayoría felices, con optimismo. El próximo experimento será mucho mejor y quizás la luz brille por siempre.
Él ve entrar a todos, escucha los comentarios optimistas, las narraciones fantasiosas de los niños, percibe los ojos irritados, las sonrisas en los labios, la esperanza en los rostros.
2 horas. Todos duermen excepto él, quisiera pero no puede, cómo lograrlo si sabe que ya no hay oportunidad, que no podrá haber nuevos experimentos, que el combustible se ha terminado y también todas sus esperanzas.
(Aunque ya pasa del 26, no quise dejar de hacerle unas correcciones a mi texto; a ver si queda un poquito mejor).
Acuario Municipal
El Le Barón es de los pocos cines porno que sobreviven en la ciudad. Está ubicado en la calle Mondragón, casi esquina con Lugones. Lo rodean edificios de fachadas desgastadas, salas de masajes y puestos de tacos. También algunas leyendas urbanas. La más conocida dice que si no vas acompañado, un hombre vestido de cuero negro y picos de metal se aparece en las butacas del fondo. Pero ninguna leyenda urbana es tan inquietante como la del Acuario Municipal.
De niño lo visité varias veces. La primaria en la que estudiaba organizaba viajes cada mes. Lo que más me gustaba era el tanque de las mantarrayas, pues podíamos acariciarlas y darles de comer unas bolitas cafés que salían de máquinas tragamonedas. También recuerdo una pecera enorme -al fondo- que siempre tenía un letrero anaranjado que decía: “Cerrado por mantenimiento”. El agua de aquel tanque era tan turbia que no podía verse más allá del cristal. Mis compañeros y yo jugábamos a pegar el rostro en el vidrio, imaginando –con el corazón acelerado- que algo horrible saldría de entre la penumbra. El que aguantara más tiempo era el más valiente.
Hasta que un día el Acuario Municipal cerró.
Fue en una posada familiar donde escuché por primera vez “el misterio” del Acuario. Mi tío Roberto estaba sentado frente a la pecera que adornaba la cocina de casa de mis padres, absorto. Cuando me acerqué a la mesa para prepararme un whisky, de la nada, mi tío empezó a hablar:
“Era tan hermoso como aterrador… El agua se aclaraba en las noches. En eso, salían los globos –así los llamaba yo- que cambiaban de color y hacían formaciones geométricas… como un ballet en perfecta sincronía. Y sentías como si estuvieras flotando dentro del tanque. Como hipnotizado… Pero te juro que siempre procuré irme antes de que los globos se pusieran azules, porque entonces empezaban los gritos de las muchachas… los gritos… y el agua se agitaba como si el tanque fuera una licuadora gigante… como si el vidrio se fuera a romper. Pero me quedaba. Me atrapaban las luces… el ruido… los colores del agua. Después, todo era silencio… pero las imágenes y los alaridos de las mujeres volvían en mis pesadillas”.
De pronto, sin despegar la mirada del tanque, mi tío Roberto enmudeció.
Un escalofrío me recorrió el cuerpo cuando vino a mi mente aquél juego de infancia: el de ver quién aguantaba más tiempo con la cara pegada al cristal, pues claramente recuerdo haber visto rostros de mujeres que se diluían entre la negrura del agua, pero siempre pensé que había sido mi imaginación.
“¿Conoces el cine Le Baron?”, dijo mi tío Roberto, clavando sus ojos en los míos.
[…] noches a todos. El ganador del concurso #91 de esta bitácora es Guffo Caballero con su “Acuario Municipal”, que desarrolla de manera inesperada la atmósfera de la imagen propuesta y cuenta una historia […]
Hola Alberto: me encantó ver tu nombre entre los finalistas del Rómulo Gallegos, lástima que en el mismo ya priven más los intereses políticos que los literarios. Desde Caracas sigo tu blog hace mucho tiempo. Es una pena que no conozcamos más al escritor de «Nacido de hombre…», este cuento es una perla. Gracias por compartirlo. Buena suerte con tu novela. Como te habrás enterado aquí llega poca cosa de otros países. Un abrazo. Haydée
Hola, Haydée. Muchas gracias por lo que me dices. Y qué bueno que te gustó el cuento de Matheson; realmente merecería ser más conocido, como dices… Abrazo. 🙂
Ok, ya lo encontré. Recién descubrí tu sitio, Chimal. Seguro estaré dando vueltas por aquí frecuentemente.
Muchas gracias. Serás muy bienvenido. 🙂 Suerte.
Minética!