Como cada mes, esta bitácora convoca a su concurso de minificción (o microrrelato). Los interesados pueden comenzar observando esta imagen:
[fusion_builder_container hundred_percent=»yes» overflow=»visible»][fusion_builder_row][fusion_builder_column type=»1_1″ background_position=»left top» background_color=»» border_size=»» border_color=»» border_style=»solid» spacing=»yes» background_image=»» background_repeat=»no-repeat» padding=»» margin_top=»0px» margin_bottom=»0px» class=»» id=»» animation_type=»» animation_speed=»0.3″ animation_direction=»left» hide_on_mobile=»no» center_content=»no» min_height=»none»]Instrucciones:
1) Suponer que esta imagen representa un instante de una historia.
2) Imaginar cuál es esa historia: qué está pasando allí, qué momento se anuncia, por qué, quiénes están presentes, qué hacen. No se trata de explicar la imagen, ni de escribirle un pie de foto, sino de tomarla como punto de partida para imaginar una historia propia.
3) Escribir la historia, en forma de cuento brevísimo (minificción, microrrelato; el nombre es lo de menos), en los comentarios de esta misma nota.
El o los textos ganadores recibirán un trofeo virtual y serán seleccionados considerando la opinión de quienes decidan opinar. La fecha límite para participar es el 29 de enero. Quedan invitados.
Una vez más, felicidades y bienvenidos a otro año de Las Historias.[/fusion_builder_column][/fusion_builder_row][/fusion_builder_container]
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Información Bitacoras.com…
Valora en Bitacoras.com: Como cada mes, esta bitácora convoca a su concurso de minificción (o microrrelato). Los interesados pueden comenzar observando esta imagen: (clic para ampliar) Instrucciones: 1) Suponer que esta imagen representa un instant……
En ocasiones los ángeles, como los demonios, aparecen en los lugares más inverosímiles
La Estela de Luz nunca lució tanto como en la sala de la familia Gigante..
– ¿Me pasas la sal?
– Claro.
– ¿Y la pimienta?
– Sí, cómo no.
– ¿Y me puedo sentar aquí? Me molesta esa luz en los ojos.
– Querida, ¡en algún lugar tengo que poner un límite!
Volví solo para recordar la profunda oscuridad que la luz alberga; y el temor se convirtió en un espejismo.
Ella hubiera deseado morder la eternidad en la remembranza de su ensoñación. Prefirió la mortalidad vestida entre ladrillos de luz sonora. Sonora realidad. Realidad emancipada de su propia liberación.
La habitación de los ladrillos de fuego.
Ella miraba al vacío en la habitación número seis de un pequeño hotel en el corazón del Caribe.
Él la fotografió. A Él le pareció sublime: La lámpara que bañaba de naranja los muslos de las paredes de fuego como llamas en vilo. Susurraron los años, y Él visito la imagen, sintió envidia por él mismo, lo que más alimentaba ese humano y corrosivo sentimiento es el que hace apenas unos años hubiese sido Él el que le hizo esta foto a Ella…
Los recuerdos de la película de treinta y cinco milímetros se llevaron todo, el calor de la luz, la humedad que brotaba de los poros, el murmullo de las palmeras que rozaban sus sexos al son del viento de Ik, todo el transparente vacío de la Península de Yucatán habitaba en ese lejano pensamiento de nitrato de celulosa.
Solo algo le atormentaba, Él se preguntaba ¿Esta foto la tomo Él, antes o después de hacerle el amor a Ella?…..
Abrí los ojos y me di cuenta que gracias a las olas del mar me había yo dormido en el escusado…. Ella me esperaba en la habitación de los ladrillos de fuego.
Raúl Gasque.
Sus pensamiento tan cuadrado eclipsó cada ejemplar que ella misma había petrificado.
En ese lejano pensamiento de nitrato de celulosa, la lámpara bañaba de naranja los muslos de las paredes de fuego como llamas en celo.
Dió la espalda al umbral antes de tomar la decisión. su mirada perdida buscaba desesperada una señal, estaba aterrada.Sólo teía un minuto para dar el paso y desaparecer de este mundo, sabía que la luz era un engaño que la seducía como a una luciérnaga, y la oscuridad se la llevaría para siempre hacia el abismo, hacia el azul profundo de la eternidad.
Bar «Ni quien te pele»
Los absurdos parroquianos ni siquiera se dieron cuenta del peligro en el que se encontraban. Por alguna extraña coincidencia geométrica, un agujero negro se materializó en una de las esquinas del bar y comenzó a devorar al universo. Pero como la cerveza seguía fluyendo y la plática era amena, ninguno de los borrachos se percató de la desaparición de la existencia. Todos seguían chupando tranquilos mientras sus sillas flotaban en medio de la nada. Al ver esto, el agujero negro se sintió tan ignorado como un fantasma que ya no espanta. Así que se fue alargando lentamente y poco a poco regresó cada detalle de la realidad a su lugar. Después de devolver hasta el último ladrillo del bar a su entramado, encogió los hombros y se fue haciendo chiquito por la vergüenza, hasta desaparecer…
Al borde del insomnio.
La rutina estaba llena de monotonía, a la madrugada de cada martes las reuniones llegaban al límite de sus asistentes, un cuarto cubierto de ladrillos y luces incandescentes que apenas nos permitían distinguirnos los rostros, pero adornaba el rústico lugar.
Ella se sentaba en la esquina derecha de la mesa y al final solo miraba, nunca supe su nombre, aveces el misterioso cabello chino y largo era más que suficiente para guardarla en el anonimato.
Debo admitir que su atracción siempre invadió mi inseguridad para tomar las riendas y como todo un caballero preguntar por su nombre e iniciar el juego de seducción, pero mi cobardía siempre me limito a contemplarla desde el otro extremo de la mesa.
Las citas y reuniones pasaron inadvertidas en un lapso de dos meses, durante cada martes, y el misterio del nombre se terminó cuando un asistente igualmente desconocido para mi, sorprendido dijo «Leticia».
Llevo tres semanas sin poder verla, y con la ansiedad que sea martes para poder intentar entablar una conversación con ella, pero si tan solo pudiera volver a soñarla…
Dos hechos furtivos
Nadie encontró cadávares, ni supo nada al respecto, pero en aquel pub abandonado
se reunieron los vampiros. Por última vez.
Bien, eso me suena a poesía, pero bien.
Muy femenino.
Como en la foto, sí…
La tormenta de arena golpeaba el exterior de la tienda mientras Sofía, quien había llegado hasta allí sin muchos recursos, introducía ya la fina aguja en su brazo izquierdo; para cuando el resplandor visitaba sus recovecos mentales, ella al fin dejaba el peso de sus pensamientos clavados en las dunas… para siempre.
Hoy hace cinco años que me dejó Gabriela y, desde entonces, no la olvido. Esta foto que vez es lo único que tengo como recuerdo suyo. Me citó en el bar de la esquina. A las seis. Yo llegue tarde -¡vos siempre llegás tarde, boludo!-, me dijo. Era una chica fascinante. Lo supe desde que la vi por primera vez en aquella tarde en Coyoacán. Sus poderosas piernas y sus increíbles nalgas atrajeron la mirada de todos. Pasó meneando el trasero como lo hacen los patos al caminar. Su delicioso culo enfundando en mezclilla. Una noche, ya en casa, le dije que en el mundo hay tantos culos distintos como rostros. Se lo dije mientras le sobaba las nalgas y vi como entrecerró los ojos y me pregunto: ¿Cuál es el más hermoso de todos? El tuyo, mi princesa, mi reina, mi diosa, el tuyo sin ninguna duda. Gabriela no leía nada, ni periódicos ni revistas, nada, pero cuando platicaba contigo opinaba contundentemente de todo y lo aseguraba de tal forma que no podías sino creerle. Sabes, vos me engañas, me dijo y desvió la mirada hacia la pared. Yo mantenía la cámara encendida, enfoncándola. Click. Su mirada perdida en la pared. No dijo más. Se levantó de la mesa y se fue. No supe más de ella. Por supuesto que no le era infiel pero lo mismo le creí. Durante tres años me sentí culpable y me sumergí en la depresión y el desconsuelo. Traición inédita. Visite tantas veces como pude el bar de la esquina tratando de armar el rompecabezas en el que había quedado mi vida. Ya no fui más al cuarto año. Hoy sonó mi teléfono. Era el comandante Reyes de la Policía de Matamoros. Corroboró mis datos y dijo que tenía noticias de Gabriela. Fui al aeropuerto y compré un boleto. Están por anunciar el vuelo. Y no sé que suceda después. Sólo tengo ésta foto de ella con la mirada pérdida en la pared. Y en mi mente solo existe una cosa: mi único delito, lo que le oculté: Soy casada.
La prostituta se cansó de bailar, yo estaba cansado de aquella luz. Estaba tan borracho y ella tan cansada que se perdieron nuestras identidades.
La luz era la única que estaba presente, se burlaba de nosotros, porque a diferencia de nosotros ella existía en la realidad.
El canal de Adam´s
Fue el caso más fácil que había tenido en semanas. Los familiares del chico lo reportaron como desaparecido luego de tres días en que no llegó a su casa. Los padres sospechaban que estaría con su novia Ivonne, una estudiante de la Universidad de Música y Artes Plásticas. Fue un martes por la mañana. Había acudido al campus de la UMAP para preguntar por el paradero de Ivonne, me dijeron que se encontraba en su casa, trabajando en la obra que postularía como examen profesional. Ella vivía sola en una casa de los suburbios, cerca de la universidad. Por fuera todo parecía normal, una vieja casa de madera con dos pisos y un pórtico, pintada completamente de blanco. Los vecinos no la habían visto salir ni entrar por algunos días, así que procedí a forzar la puerta. La casa estaba completamente vacía. Por dentro también todo era blanco, la primera impresión que tuve fue que Ivonne se había mudado; hasta que encontré la puerta del sótano. Bajé cuidadosamente las escaleras dando la alerta de que iba armado. Todo estaba muy oscuro, los muros eran altos y parecían hechos con delgados ladrillos blancos acomodados sin argamasa. Di vuelta a la escalera, Ivonne se encontraba al fondo del sótano, detrás de ella había una lámpara larga y rectangular que proyectaba su débil luz hacia una de las esquinas. Ivonne estaba paralizada, tenía una expresión muy abstraída, con la mirada perdida en el piso. Al principio no me di cuenta, la luz de la lámpara no era suficiente para alumbrar toda la habitación; fue hasta que mis ojos se acostumbraron a la oscuridad que vi al chico. Adam se encontraba clavado, por las manos y los pies, a una enorme tabla de cedro forrada con gruesa lona blanca. Su cuerpo desnudo adoptaba la forma extendida del hombre de Vitruvio, pero Adam tenía el pecho completamente abierto hasta el ombligo; sus costillas parecían las puertas de un pequeño cofre mostrando que ya no había órganos en su interior. El cuerpo ya estaba tratado, pues la carne y la piel daban la apariencia de ser plásticos. Alrededor de Adam había una serie de círculos concéntricos pintados sobre la lona, cada uno más grueso que el anterior y compuestos por pequeñas gotas de lo que parecía ser sangre mezclada con algún pigmento. Ivonne estaba de pie frente al enorme marco, inmóvil, ni siquiera había notado mi presencia. Caso cerrado. Ella confesó y está cumpliendo su condena; demasiado fácil. Ya en la tranquilidad de mi apartamento pienso en Ivonne. Aceptó el crimen, pero nunca dijo cómo lo hizo. Miro las fotografías del caso y una de ellas llama mi atención. Al centro aparece la enorme lámpara recargada en una esquina, junto a ella se observa la cabeza de Ivonne en el momento del arresto, pero hay algo más. En la esquina inferior derecha aparece una sombra. Recuerdo muy bien la escena del crimen y eso es imposible, la vieja lámpara era la única fuente de luz y mi cámara no tiene flash. El sótano estaba completamente vacío, no había muebles que pudieran proyectar esa sombra, de hecho no había nada aparte de la lámpara, Ivonne, la enorme obra tirada sobre el piso y un pequeño frasco lleno de sangre con un pincel adentro.
“Más que amor”
“… Es el alma que se encela, con instinto criminal…” Siente desvanecerse, reconoce la canción, la escuchaba cuando decidió hacer valer sus sentimientos. Fue un amor a primera vista, y no una obsesión; como le recriminaban los demás. La veía llegar acompañada de parejas fortuitas, quienes recibían lo que a el -hasta ese momento- se le había negado. Cuando tuvo la oportunidad para declararle sus sentimientos dudo un instante, pues le desconcertó su llanto, imaginaba que la reconfortaría saberse amada por alguien como él. Sin embargo sus palabras produjeron incredulidad, burla, desprecio. Escarnecido en su ser, escucho la frenética sentencia: “¡Sólo muerta tendrás mi corazón!”
Después todo es una vorágine: Percibe difusamente estar rodeado por rostros aterrorizados, y entre sus ensangrentadas manos degusta con delicadeza su corazón palpitante. Disfruta el sabor del placer aderezado por la pasión, es el éxtasis de saber que ahora son realmente uno. Se estremece aún por el voluptuoso contacto del metal en la piel. El último recuerdo -antes de caer en un profundo sueño- es con su amada yaciente bajo su cuerpo.
Ahora espera reencontrar el amor. Fortuitamente algunos descubren su aura enmascarada en la luz de la lámpara, pero al reconocer su naturaleza huyen aterrados para no volver nunca más. La elegida no será para él la pálida silueta o una sombra fantasmagórica. El tiempo no es problema, tiene una eternidad y es perseverante. En la rocola se escucha: “Más que amor, lo que siento por ti, es el mal del animal…”
Danilo Amílcar.
SOÑAR DESPIERTO
Voy a matarla.
BIP-BIP-BIP.
Limpio los sillones, la mesa, los picaportes.
BIP-BIP… Apago la alarma del teléfono móvil que me impide soñar despierto mientras trabajo. Barro la sala, trapeo.
BIP-BIP-BIP. La misma alarma que me impide soñar despierto con matar a mi esposa. Limpio el asa de la cubeta, el palo de la escoba y del trapeador.
BIP-BIP-BIP. Ya no hay huellas mías en la casa.
Subo los escalones. Mi esposa duerme en su recámara, está harta de su vida. Yo también.
Abro la puerta y me abalanzo sobre la mujer que dejé atada y amordazada.
La mato sin hacer ruido.
Cierro los ojos. Imagino que estoy en mi casa y que esta víctima es mi esposa en su recámara. La sangre me sabe a gritos.
No puedo esperar, voy a casa, subo los escalones.
BIP-BIP-BIP. La alarma que evita soñar estando en vigilia. No es la alarma de mi celular.
¿Qué estabas soñando?, le pregunto a mi esposa que me mira fijamente.
Toc toc toc
-Hijo ¿estás ahí?
– Si madre respondió acorralado por sellos de LSD, ahí se encontraba el muchacho solo entre las paredes de su morada.
-Hijo ¿estás bien?…La muerte de tu padre era inevitable.
-Lo sé, igual que la mía… ¿Quieres que te lo salude madre?
EL ABISMO
Dos columnas de oro sólido se levantan sobre el abismo transversal que cruza hacia la otra dimensión. La gente asegura que, al cruzar, Dios recibe a las personas al otro lado; otros aseguran que es el diablo quien se presenta. Hay quien dice que se trata de un portal hacia la dimensión en la que Abdul Alhazred entró y se volvió loco. La verdad es que todas son sólo hipótesis; cada que alguien cruza el abismo, lo hace para ya no regresar jamás.
Sonó el teléfono, era Luis:
– ¿Cómo estás Al? ¿Cómo te fue ayer con Fernanda?
– Tienes que dejar de organizarme citas amorosas.
– ¿Tan mal te fue?
– Pues ella abrió la boca, habló sin interrupción durante 15 largos minutos. Luego, no se cómo ni por qué… de la pared salió una luz brillante y te juro que se la tragó.
Lo irónico de la vida es que si solo volteasemos el rostro, una mágica dimensión se abriría ante nuestros ojos, aquellos que contra la luz, prefieren la oscuridad de lo conocido.
Un escalofrío le recorrió la espina a Lucas mientras observaba fijamente la unión de dos de las paredes de su cuarto, a espaldas de Mónica. Parecía que se abrían, y un destello rodeaba la oscuridad del portal que sin querer habían abierto.
«Pero es bien fácil perderse», dijo Mónica sin percatarse de la mirada perdida de Lucas, concentrada en el pedazo de mapa que había en la mesa. «Ni siquiera estoy segura de que esas hayan sido las palabras correctas.»
Habían encontrado un viejo libro en el baúl del abuelo de Lucas, con mapas y viejas fotografías de seres inexistentes que les habían intrigado al punto de seguir el mismo ritual que él para llegar a ese mundo desconocido.
«¿Qué es eso?», dijo Lucas poniéndose de pie, haciendo que Mónica por fin mirara el umbral que se abría detrás de ella. Unos enormes tentáculos grises y hechos de piedra, se asomaban tímidamente, como sorprendidos. De pronto, dos de ellos se lanzaron a gran velocidad hacia Mónica, rodeándola del cuello y las piernas y desapareciendo en un instante en la oscuridad del portal.
Lucas intentó alcanzarle, pero no pudo hacerlo, pues cuando tocó la pared, el portal desapareció en un parpadeo.
Fue cuando supo por fin, qué había pasado con la abuela.
PEAJE
Soy como uno de esos fantasmas que habitan los relatos de Javier Marías. Suelo permanecer agazapada, distante y silenciosa igual que los figurantes que aparecen de fondo en las películas. Casi nadie me ve ni repara en mí, excepto alguna que otra futuróloga o vidente. Un manto invisible me envuelve desde hace milenios. No obstante, cuando pronuncian mi nombre se revela algo aterrador, doloroso que forma parte de la vida. Me gusta permanecer en las sombras, en ese lado donde habita el miedo y la oscuridad. Disfruto observando a los humanos, contemplando cómo se equivocan una y otra vez, se enamoran, desenamoran, forman familias y caen presos del yugo de la hipoteca, de la sociedad del consumo, del estrés, de la deshumanización que se adueña de las ciudades y de los silencios que habitan sus días. Creen que soy cruel cuando me llevo a esos niños famélicos en África con las barrigas hinchadas y las moscas pululando a su alrededor como furibundos enjambres de abejas. No sé qué es la compasión ni tampoco me importa. Durante millones de años he visto a diferentes pasajeros adueñarse del planeta: células, tardígrados, dinosaurios, monos que evolucionaron y se adaptaron al medio hasta dar origen a las personas. Aun así, éstos también algún día dejarán de existir. Porque todo viene y se va, se convierte en polvo, cenizas que regresan a las entrañas de la tierra y se pierden en el olvido como las tardes de verano que agonizan en la noche. No elegí el papel que me otorgaron, pero nadie puede perdurar para siempre. Eso sería transgredir los límites de la ciencia y de la lógica. Pueden inventar elixires que prolonguen la vida, pueden esquivarme durante años, pero tarde o temprano me cruzaré con ellos en algún punto del camino. Soy esa luz brillante al final del túnel; soy la muerte y te estoy susurrando al oído chica, que como te tomes una copa más y seas tan imprudente de coger el coche, esta madrugada en la carretera comarcal 32A a las cuatro y veintitrés minutos terminarás reuniéndote conmigo.
Hola Ronias. Me gusto mucho tu vision y enfoque. Mil gracias y felicidades!
Dicen que ver la esquina de una estancia iluminada en plena oscuridad es el augurio de que la muerte de un ser querido está próxima.
¿Y a ella qué le importaban esas supersticiones de vieja? Al fin y al cabo,había decidido no echar cuenta de la vida de los demás. Decoró la esquina con una columna para intentar ocultar tanta luminiscencia y siguió con sus rutinas, como si tal cosa.
Dicen que ver la esquina de una estancia iluminada en plena oscuridad es el augurio de que la muerte de un ser querido está próxima.
Si ella hubiera prestado atención a las señales, habría tenido más cuidado al cruzar esa calle.
-¿Y bien?
-Nada jefe, todo tranquilo, otra más. La señora esta desecha, acepta que peleaban constantemente, pero que no era para tanto. El mesero tenía una especie de amor secreto por la chica, él dio el pitazo. El dueño encontró una imagen clara de la chica, la rolaremos a los periódicos, seguro la llevaron a Europa…-
-¿Tú crees?
-Si hombre, dentro de una semana encontraremos varias fotos de ella en un motel, además material que nos hará pensar sobre falsificación de documentos. El dueño se salvo de un pedote por bebidas adulteradas, así que solo encontramos esa única imagen de la chica, yo personalmente borre la escena donde aparecen los nuestros, pero en 3 meses le caemos de nuevo y pisteamos gratis otros 3, pero del bueno. El mesero es un cabrón come mocos, si se pone a preguntar de más, le damos una calentada y le decimos al dueño que busque otro pendejo. La ñora es muy religiosa, del templo no saldrá en 6 meses, le decimos que un cuerpo calcinado corresponde con el de su hija y se acaban las broncas. Y de esta vieja vamos 70-30 porque se armo mucho pedo.
-Eres un cabrón. Organiza todo para irnos a la marquesa a eso de las 5 y si quieres tu 70-30 me va primero con esa morrita.
-Ta bien, usted es el jefe. Pero ¿Y su mujer, no estaba programado para hoy?
-No me chingues con eso cabrón. Fue niña.
[…] parece que desde inicios de mes me toco ver esta dinámica, pero realmente no se me ocurría nada para participar. Y algo peculiar en mi, si no me presiono, […]
—En primera instancia Sr. Agüero, ¿cómo se ha sentido en los últimos días?
—No tengo de que quejarme, estoy claramente mejor.
—Recuerde, estamos en un lugar seguro y estoy aquí para ayudarlo.
—Pero doctor no tengo porque mentir— señaló Agüero—. Estoy más confiado, más tranquilo y exclusive estoy saliendo más. Por ejemplo, ayer estaba en uno de esos cafés chic de los que abundan en el centro.
—Eso suena bien ¿alguien interesante que haya conocido?
— ¡Por supuesto! Conocí a una amable pareja mayor, unos cuantos chicos universitarios y en una esquina en completo silencioso, estaba Cristo, iluminándonos a todos.
—Ya veo—menciono, con las sospechas confirmadas —Déjeme hacer unas llamadas.
Agüero no volvió a ser libre.
Existen quienes habitan el papel, las paredes de las casas son libros de 403 páginas. Una carta, regularmente alberga a dos ancianos. Un poema, quizá cuerpos construidos, mezclados, con piernas de por ahí, brazos de por allá; gente con un ojo azul y otro negro. Los planos de cualquier construcción los habitan el viento y el silencio; que recorren los pasillos baba de lápiz, pérdida en la cúspide afilada de la madera trasero de acero, ganancia en la porosa piel que antes fue madera, madera sobre madera, vacuolas satisfechas del ligero y exacto trazo de la mano elegante de un buen arquitecto.
Sólo los secretos, sólo ellos no saben que nunca son secretos, porque los verdaderos, se escriben alguna vez en un papel y se dejan ver al cabo de un tiempo. La niña que lo revela a su amiga, al pasarle un embrión deforme de papel que en su arrugado interior, —con caligrafía igual de amorfa—contiene el nombre del niño que le gusta. El sobre de papel amarillo y sedoso que en su interior guarda otro papel marcado con letras tecleadas por alguna máquina de escribir alemana, y que sabe acerca del verdadero proceder de alguna persona, los nombres reales de los padres que nunca conoció, y que los adoptivos guardan bajo llave, o bajó algún tablón del pisó. El secreto es confiado, el secreto sólo se pierde en papel, porque el papel arde. El secreto se olvida de sí mismo, por eso no advierte cuando la flama de algún cerillo lo ha alcanzado y empieza a abrir ese boquete deslumbrante, de un dorado solipsista al principio; luego gritan el rojo y azul. Ese boquete abre sus labios negros, los estira, hasta que se vuelve invisible. Los secretos son confiados, ni si quiera sienten el calor, ni el dorado atronador que los amenaza de dejarlos por siempre ocultos; sin ser secretos. Descubro que, no pocos hemos perdido la cordura ante un papel inflamándose.
Música y festín.
Después del fuerte ruido, nos acercamos poco a poco a la grieta causante de tal estruendo. La pared se abrió y ahora pasaba una luz demasiado fuerte. Por nuestro tamaño no podíamos pasar por aquel espacio y aunque pudiéramos, la luz nos quemaba nuestra débil piel y nos impedía ver con estos ojos acostumbrados a las tinieblas. Por suerte para nosotros, la luz no era constante, a veces aparecía y por horas todo volvía a ser oscuro. Y aunque nos lastimaba, estar cerca de ella nos llenaba de energía y calor. Así que empezamos a organizar reuniones, cantábamos y tocábamos algún instrumento.
Un día un ser pequeño y deforme, únicamente con dos brazos, dos piernas y 5 dedos en cada extremidad entro a nuestro mundo por aquella abertura. La primera vez nos costó acostumbrarnos al extraño, pero cada vez que empezábamos a tocar y cantar, llegaba uno que otro ser parecido al primero. Con el tiempo, tan acostumbrados estábamos a sus llegadas que ya teníamos preparado el caldero hirviendo y las hiervas para preparar el festín.
¡Dichoso el día en que las paredes se abrieron y nos llegó la luz!
Las hiervas a las que se refiere el narrador son hierbas con b,
Junior festejaba con sus amigos su ultima adquisición; un antiquísimo penacho que había sido portado por Tenoch. La fabulosa cantidad de dinero que costó no era nada, comparada con el poder que adquiriría; la capacidad de ver el futuro, según se decía. Lo colocó en una de las esquinas de la fastuosa casa ubicado en la zona mas exclusiva de la ciudad, sus docenas de amigos no le prestaban la mas mínima atención, absortos en sus excesos.
De madrugada, resplandores y sombras imposibles comenzaron a surgir del penacho; nadie en la casa podía verlos pues sus ojos y espíritus no estaban preparados. Por largos minutos pareció como si, desde el penacho, alguien estuviera contemplando la escena, el fenómeno ceso de repente. Momentos después la casa entera colapsaba.
Las investigaciones demostraron que, a mucha profundidad, había una enorme mina oculta que databa del tiempo de los aztecas, del penacho no se encontró el menor rastro.
Consumismo
Todos en esa calle lo conocían; era el protagonista de las historias que algún adulto había contado a los niños para evitar que siguieran fisgoneando y jugando a expensas del pobre desgraciado; ella no la conocía ni le interesaba ese arremedo de edificio sin terminar refugio del hombre cubierto de arena y mugre, a nadie le importaba.
“Es mía, la tengo ¡mía! ¡Toda mía!” el hombre había gritado tantas veces hasta el amanecer que ya hasta podían ignorarlo. Tal vez hablaba de la luna, tal vez de su propia sombra; a nadie le interesaba, había mucho que hacer y él sólo estaba loco. Incluso cuando ella despertó por esos bramidos y se incorporó como pudo sobre el suelo, con las manos y los tobillos atados, lo único que la intrigaba era la lámpara, que estuviera encendida, que brillara de esa forma.
Ese loco no le importó hasta un segundo antes de que la luz le carcomiera la piel y lo último que viera fueran sus dedos volviéndose un simple polvo dorado que cubría el suelo donde el hombre se revolcaba como un perro, bañándose en el oro que no duró ni la décima parte de lo que habría deseado antes de terminar como simple arena y tierra.
El hombre dejo de reír. Necesitaría una más, la siguiente le daría un oro mejor.
La obesidad es un malestar con repercusiones en la vida cotidiana y también en la muerte cotidiana, apuntaría mentalmente el Dr. Fattaway, longevo y lonjudo científico del MIT cuando su colosal cuerpo cayó rendido en la silla giratoria tres veces reforzada del laboratorio. Todavía sentía un sudor frío correr por sus moribundos pómulos curvos y rosados cuando comenzó a ver la transición hacia el más allá. Su rigor científico no menguaba el desarrollado olfato culinario que poseía Fattaway, para quien la antesala del paraíso olía a palomitas de maíz con extra mantequilla. El cuello se movía como el bolso que cubre a la palanca de velocidades de un camión mientras trataba de hacerse de todos los detalles del momento de su muerte. Alrededor, el paisaje se asemejaba al fondo de pantalla de una Macintosh. No hay ningún cancerbero o gondolero o perro que guíe el camino, siguió anotando en su mente. No hay transporte público ni privado o indicaciones de hacia dónde ir. Por convencionalismo, caminó hacia la luz y, de cuando en cuando, se detenía para recobrar el aliento, notando una ligera empinada hacia arriba. Una voz gruesa y firme lo llamaba «¡apúrate!». Fattaway tardó más del triple en llegar que el promedio de muertos (y dieciocho veces más que un dogo, señalaba un afiche electrónico con información suspendido en la cima, casi en el final. Al llegar a la luz, enrojecido, exhausto, con la camisa empapada en sudor miró hacia atrás y reconocía a lo lejos su enorme humanidad postrada en la silla de laboratorio con la boca abierta y ni una migaja de vida en los ojos. Regresó la mirada al frente y reiteró para sí «la obesidad es un malestar que tiene complicaciones severas después de muerto». La puerta al final de la luz era, relativo como es todo, demasiado estrecha.
INCÓGNITO
¿Qué tanto quieres conocer? es la pregunta que se formula a cada individuo antes de recibir la iluminación. Mujeres y hombres entraban y salían. Los que iban saliendo lo hacían con los globos oculares de fuera y sangrando; otros ya los sacaban muertos porque su cerebro se había freído. Pocos eran los que salían con un brillo interior y simplemente fluían.
La luz nos muestra el camino; sin ella llegamos a tropezarnos o a caer a un abismo sin retorno. Pero con demasiada luz, al igual que ver directamente al sol, es posible quedar ciegos. ¿Hasta dónde es suficiente conocer? ¿Para qué sirve el conocimiento?
Cada treinta y seis meses es la convocatoria para recibir la iluminación. El punto de insurgencia es la gran biblioteca azul, mejor conocida como La Fortaleza. Individuos leyendo a su propio ritmo; preparándose, entrenándose, sólo para responder a una pregunta. Éstos, si habían pasado la prueba, los esperaba un Martini seco.
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“Conocer significa penetrar a través de la superficie, llegar a las raíces, y por consiguiente a las causas. Conocer significa “ver” la realidad desnuda, y no significa poseer la verdad, sino penetrar bajo la superficie y esforzarse crítica y activamente por acercarse más a la verdad.”
-Erick Fromm-
[l’équilibre]
Nosotros los soles trabajamos sin descanso. Aunque pareciera que cuando la
tierra nos dan la espalda se libra de nosotros; es sólo una ilusión. Entonces
abandonamos nuestra formación esférica y nos metemos en las entrañas de las
luciérnagas, en la flama de las velas, en el resplandor de las lámparas, en el
fulgor de las estrellas, pero sobre todo, nos metemos en los corazones. De
otra manera no todos soportarían sus realidades.
-Amor no fumes en la cama.
-Sabes cómo me gusta esa canción, ¿me la cantas?
-¿No te pasa por la cabeza que sea una advertencia?
-Advertencia de qué.
Ella salía de la casa con la satisfacción de que Roberto no le haría caso y que de las hornillas de la estufa se fugaba el combustible de la venganza.
-No volverás a golpearme.
Las sirenas la hicieron mostrar una mueca como una sonrisa.
-Nunca más.
Y al final del camino no sabia si entraba o salia a un nuevo mundo
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La primera vez que la vi fue en durante una reunión improvisada con unos viejos amigos con los que curse la preparatoria hace algunos años. Debo decir que no la note inmediatamente. Conforme la conversación respecto a lo monótona que se había vuelto nuestra vida después de la universidad comenzó a fastidiarme, empecé a desviar mi vista hacia el lugar donde nos encontrábamos, una extraña decoración para un restaurant-bar de esta ciudad pensaba mientras mi vista escudriñaba aquel sitio, los asientos forrados de cuero y la música ligera dotaba el lugar de cierta serenidad, las paredes forradas de ladrillos me recordaban el muro que rodeaban nuestro bachillerato. Ahí fue donde mis ojos la encontraron, estaba sentada en una mesa ubicada en la esquina derecha de ese cuarto, le sostuve un minuto la mirada, y ella me la devolvió por una fracción de segundo. La luz naranja detrás de ella bañaba su cabellera ondulada, y remarcaba la palidez de su rostro, recuerdo que a primera vista me pareció ser una mujer tímida, pero después de que se levantó de su asiento y camino directo hacia mí, para tomarme de la mano y llevarme hacia la barra lejos de mis acompañantes y de los suyos, fue que pude vislumbrar el crucigrama irresoluble que se asomaba detrás de sus ojos.
VESPERTINA
Enfermaste. Dijeron que no podrías ver la luz del sol nunca más. Morirías.
Pero tienes la bombilla incandescente, alargada como hueso. El fósil de un mundito vertebral, la llamas e imaginas al petróleo convertirse en fuego y después en movimiento generador de electricidad y luego ir a parar al filamento inocuo en tu cuarto.
Tienes la lámpara, no para encenderla, ni para calentarte. No. La tienes para mandar al diablo, con el interruptor, todo, incluso la piedad de las palabras adultas, la tienes para apagarla y engendrar las noches de la vida que no tendrás más.
Ahora mismo te dispones a apagar su filamento. Ahora mismo.
Miras un fugaz ocaso de tungsteno.
Ya no enciende. Pero hay humo: uno que te habla desde tus pulmones (justo donde en vez de tener alas tienes tos), uno que sigue teniendo algo de fósil, algo de dinosaurio, algo de vuelo, y de combustión. Algo que te aterra, algo con lo que no contabas, algo que te dice que no hay muerte ni siquiera más allá de la extinción.
87
La primera vez que la vi fue durante una reunión improvisada con unos viejos amigos con los que curse la preparatoria hace algunos años. Debo decir que no la note inmediatamente. Conforme la conversación respecto a lo monótona que se había vuelto nuestra vida después de la universidad comenzó a fastidiarme, empecé a desviar mi vista hacia el lugar donde nos encontrábamos, una extraña decoración para un restaurant-bar de esta ciudad pensaba mientras mi vista escudriñaba aquel sitio, los asientos forrados de cuero y la música ligera dotaba el lugar de cierta serenidad, las paredes forradas de ladrillos me recordaban el muro que rodeaban nuestro bachillerato. Ahí fue donde mis ojos la encontraron, estaba sentada en una mesa ubicada en la esquina derecha de ese cuarto, le sostuve un minuto la mirada, y ella me la devolvió por una fracción de segundo. La luz naranja detrás de ella bañaba su cabellera ondulada, y remarcaba la palidez de su rostro, recuerdo que a primera vista me pareció ser una mujer tímida, pero después de que se levantó de su asiento y camino directo hacia mí, para tomarme de la mano y llevarme hacia la barra lejos de mis acompañantes y de los suyos, fue que pude vislumbrar el crucigrama irresoluble que se asomaba detrás de sus ojos.
UNAM – Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Oriente, Grupo: 0285, Alexis Eulalio Rojas López.
Sensorama.
Sensorama es un lugar donde los desesperados acuden, donde la vida vale la pena otra vez y donde vuelves a empezar.
Gisela era una joven de 22 que desde hace mucho la depresión vivía en ella; casi no comía, pocas veces sonreía y le costaba mucho sociabilizar, todo gracias a su tormentoso pasado: la pérdida de sus padres, relaciones en donde jamás encontró a alguien que la tomara enserio y falsas amistades que la terminaron haciendo así. Los años pasaban y pasaban y aunque ella hacía un esfuerzo cada vez se sentía más sola y con menos persona en la que confiar.
Su único verdadero (y por cierto su mejor amigo), Alexis, con él que por desgracia no tenía mucho contacto porque se encontraba en otro país; le dijo que en unos días estaría de vuelta en México por unos meses y que ansiaba verla. Esto lógicamente alegro un poco el corazón de Gisela.
Pasaron los días y él llego, ella fue a recibirlo al aeropuerto y no pudo contener las ganas de llorar mientras lo abrazaba, al final los dos lloraron mientras se abrazaban.
Gisela lo puso al tanto de su situación, él no podía creerlo pues para él, ella siempre fue una chica maravilla y aunque él la estuvo apoyando por casi un mes para sacarla de esos sentimientos que invadían su cuerpo sintió que no mejoraba en nada. Un día le contó uno de sus más íntimos secretos, un lugar al que cuando era más joven acudía cada que se sentía sin salida, en donde podía perder el alma pero siempre le sirvió, un lugar en la zona Oriente de la ciudad de México, un cuarto grande de ladrillos, completamente obscuro por dentro.
Ella aunque al principio rechazó la idea al paso de los días acepto ir. Fueron y él le advirtió de todo lo que podía pasar pero ella estaba decidida.
Él le dijo que la tenía que dejar calles antes del lugar, que caminara hasta llegar al fin de la calle y que tocara la puerta y que hiciera todo lo que le dijeran y que una vez hecho no había marcha atrás. Así lo hizo; caminó hacia esa puerta toco y le dijeron que a partir de ese momento iba a mantener los ojos cerrados y que pasara lo que pasara no los podía abrir; alguien le ayudo a caminar hasta aquel cuarto de ladrillo, la llevaron al centro y le pidieron que se pusiera de rodillas y que se quedara ahí y pensara en todo lo que quisiera, cada recuerdo bueno haría el ambiente más agradable cada recuerdo malo lo haría infernal.
Ella sólo pudo pensar en que la vida sería mejor sin ella estuvo arrodillada y llorando en ese cuarto por más de una hora; un zumbido interminable empezó a ensordecerla, un calor que salía de las paredes y parecía iluminar el cuarto se sentía, a lo lejos se oían gritos de desesperación y una voz que le exigía “¡No abras los ojos! ¡No abras los ojos! ¡No abras los ojos!” después hubo un ruido estruendoso que dejo todo en absoluto silencio ella no sabía lo que pasaba, estaba acostada, abrió los ojos y Alexis estaba ahí con una flor en la mano, alrededor de él todas las personas que Gisela había despreciado, a las que no les permitió que se le acercaran y también a las que nunca pudo perdonar. Ella estaba completamente desorbitada, intento moverse, intento hablar y no pudo. Estaba muerta, era su funeral, lo entendió después de un rato, la llevaron cargando al panteón, el sacerdote dijo unas palabras y Alexis lazó el primer puñado de tierra la enterraron y ella antes de que su alma abandonara su cuerpo sólo pudo pensar “como quisiera volver”
Despertó agitada, no sabía que pasaba, seguía arrodillada, le seguían gritando que no abriera los ojos, la luz que parecía alumbrar el cuarto se seguía percibiendo, nuevamente el silencio acudió al cuarto, una voz le dijo “levántate”, así lo hizo, “toma mis manos”, obedeció; “ahora sabes que la solución siempre está en nuestras manos, que si estamos mal aunque el daño aparentemente lo ha causado alguien más al final es nuestra culpa por aceptarlo; no importa que tan grande sean tus problemas después de afrontarlos valientemente te harán siempre una persona mejor, nunca has estado sola y jamás lo estarás, aprende a vivir sin limitaciones y sin esperar algo a cambio”.
La llevaron a la salida, “abrirás lo ojos hasta que oigas cerrar la puerta e iras a tu casa” así sucedió abrió los ojos y camino hacia donde estaba Alexis. “¿Qué pasó?” le pregunto “Sólo te puedo decir que estoy de vuelta” ella contesto.
Sus mentiras eran como las puertas del infierno, pero en su interior ella sabía que esas mentiras podían haber llegado a ser verdades, podrían haber sido incluso su vida, pero en su pensamiento siempre tuvo la idea errónea de que en las cosas de Amor los sentimientos eran como las hojas de los árboles en otoño, no se explicaba bien por qué pero ella sabía que podía cambiarlo solo bastaba dejar de mirar hacia atrás en donde el la esperaba recargado en una puerta.
Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Oriente
Termino ahogándose en la soledad, en aquella habitación donde termino su vida.
PERDIDO
Al ver su gran perdida se vio atrapada en un mundo oscuro y de desolación bloqueando con sus pensamientos su única salida
El problema.
Un día mientras admiraba el amanecer, me dí cuenta de que el problema fue esperarte en el mismo sitio del que ya te habías marchado.
EL ACTO REFLEXIVO…
Sentada al centro de su cuarto, sumergida en sus más puros y profundos pensamientos y hurgando hasta el último rincón de su ser, se da cuenta de lo poco que ha logrado en su vida, al mismo tiempo, una ráfaga de luz la iluminó, haciéndola regresar a la realidad y darse cuenta de que aún tiene mucho camino que recorrer y tantas cosas por luchar y vivir.
Aquel día
Me quede sorprendida ante la situación que estaba ante mis ojos. Y justo en ese momento ya no me importaba saber si el destino estaba escrito o todo era casualidad, lo único que sabía era que estaba ahí y que de eso dependería el resto de mi vida.
Amarga soledad
Entre la vida y la muerte, hay solo un paso que se encuentra al atravesar aquella luz deslumbrante, pero sigo mirando atrás, alucinada por el mundo en el que vivía. Atravieso esa puerta que me lleva a lo desconocido, sin que me importe quedarme en la nada, ya que cuando me siento sola nadie me acompaña…
Shirley Franco
UNA ULTIMA OPORTUNIDAD
Fue entonces, cuando todo se aclaro…al levantar la mirada, aun con la mano en su barbilla, la verdad se postro ante sus ojos producto no solo de su razonamiento, si no también de todas aquellas acciones que lo habían llevado hasta donde estaba. Poco podía hacer para tratar de remediar todo lo que sus actos habían causado, y sin embargo Ramiro pudo ver en la intersección de las paredes del restaurante, ahí detrás de la señora que cómodamente disfrutaba de un café en compañía de su señor esposo, pudo ver como todas las piezas encajaban perfectamente…
Rápidamente llamo a la camarera, pidió la cuenta, y una vez pagado el importe de esta, salio presuroso en dirección a la equina de la calle, donde abordo el autobús que lo llevaría asía lo que con mucha seguridad era su ultima oportunidad para reivindicarse, su ultima oportunidad para volver a ser llamado Sebastian.
Guzmán Velasco Alejandra
El recuerdo
De pronto sintio como la oscuridad la invadia y el miedo inmenso que le hacía sentir escalofríos, queria salir de ahí, pero no podía, pues aquel triste recuerdo que seguia presente en su memoria la estaba matando por dentro y llevandola a un laberinto del que tal vez ya no tendría salida.
Muñeca Pierrot
Seguramente dentro de ti sólo era un payaso, una muñeca incapaz de resistir a tu control, no comprendías que tarde o temprano se rompería…esta noche por fin el juego termino.
de la esquina de la habitación se divisaba la luz de su aliento ardiente podía sentir el calor de su furia
pero que mas podía importar el nunca podrá tenerme por que mi alma pertenece aquel que murió por culpa de su ambición de poder
y ahora solo me queda esperar a que estos muros o soporten mas…
El Brillo Del Olvido
Y después de aquella tortura hacia su alma, ella decidió apagar esa luz que tanto daño le provocó, encerrándola en un rincón de sus mas remotas causas olvidadas
LA DISCO DEL FIN DEL MUNDO
Arrastrados por una energía desconocida, los jóvenes entraban en aquel pequeño sitio. Se trataba, ni más ni menos, que de un pequeño cubo, con una dimensión de 60 por 60 centímetros. Una vez dentro de aquel sitio, ya no había salida.
Preocupados, los padres de los jóvenes comenzaron a reunirse para llorar sus pérdidas en sesiones colectivas; a las madres ser les corría el rimen por el rostro, mientras que a los padres les daba por contar el nacimiento de sus retoños.
En la dimensión paralela que había dentro del cubo, los jóvenes se reunían a beber, charlar, reír y compartir un momento a gusto. Un momento que sería una eternidad; una eternidad en la que, al final y sin saberlo, encontrarían la muerte.
SOLEDAD
Me senté mirando al vacío, la tristeza y el miedo me invadía; mi mente no dejaba de darle vueltas al asunto, «¿y si la perdía? ¿y si un día despierto y ella ya no está?», en ese momento volví a mi, ella estaba de pie en la puerta, susurró «no estás sola ¿acaso no estoy yo aquí?» – Estamos juntas, estás conmigo – dije por fin…
– ¡Laura!, ¿Laura?
– ¿Qué ocurre?
– Acércate, tu foto, en la pantalla. Estás en el concurso #87 de “las historias”
– ¡No mames! ¿cómo?
– Pues ve la pantalla
– Es cierto, y ¿ese resplandor?, comienza a ampliarse y a brillar más y más
– ¡No chingues! Está justo atrás de nosotros
– Aaaaaaaaaaaaaaaahhhh!
Ella se perseguía a si misma ahí dentro, por lo que intentó salir del umbral…
Al intentarlo se dio cuenta de que ella no se perseguía, lo hacía su propia muerte.
La que salió del umbral fue su muerte o la muerte, tranquila y serena como siempre.
Ella se perseguía a si misma ahí dentro, por lo que intentó salir del umbral…
Al intentarlo se dio cuenta de que ella no se perseguía, lo hacía su propia muerte.
La que salió del umbral fue su muerte o la muerte, tranquila y serena como siempre.
De alguna manera, me y te preguntaste si alguna vez había apreciado la estridente fotografía de ella sin vacilar la fibra óptica;ella a oscuras nocturnas, donde me ofrece la reminiscencia de aquel lugar que nunca volví a retomar en las pláticas de sábado por la mañana, o en las exasperantes entrevistas espontáneas de quien afirma su esencia entre líneas: la penúltima de la cajetilla; la acera vacía; la introspección de la soledad propia en la soledad del otro; los pasos sosegados; los mortecinos rostros de los pasantes; la senil apariencia del café; los acordes en Je n’ai pas peur de la routa; la divisa de la mirada displicente en la mesilla de enfrente; el pelo rubio apenas advertido por la luz exánime del rincón; la tentativa de trazar con la vista el camino próximo de la noche. Se levanta, me levanto: la niña vocifera acercándose, profiriendo lo que será entre roces turbulentos, entre lo que se palpa y nunca se posee, entre la vehemencia y la hostilidad del ser.
Descubro mi posición, ahora en la pieza desolada de su aroma desde hace doce cuartos de ruta minutera. Soy un desconocedor de sus posiciones manifestadas en todos los tiempos; sólo la imagen mitiga la ausencia.
Imaginar que esta fotografía es la interprete de la totalidad de significados, cuando lo único que quedó no es más que lo que estoy escribiendo…
Toma a imagen y vuelve a escribir.
La espera entre cliente y cliente era el peor de los castigos que había creado el cristianismo para la gente de mi profesión.
El amigo de Lorena.
Las grandes lujurias querían derribar la casa de Lorena, aunque ella no supo que era la provocación constante, el amigo de Lorena la quería en la oscuridad constante.
Quiso deshacerse de todas las excrecencias que le quitan espacio a su espontaneidad; había caído en el inexorable hoyo de la decepción.
Cadáver exquisito
Los escritores se reúnen noche a noche a escribir una obra en conjunto, cada quien una parte a la vez. Cada quien escribe una parte de la obra y se la pasa a otro escritor quien conoce solamente una parte de lo escrito y hace por lo tanto su aportación sin conocer la totalidad de la obra. Así se forma un juego que se conoce con el nombre de «cadáver exquisito».Solamente que en esta ocasión por coincidencia hablamos de un juego al parecer anterior al universalmente conocido y que era llevado a cabo en sus orígenes y en tiempos muy remotos por una tribu de caníbales africanos y en ese juego al escritor que no supiera cómo continuar o titubeaba y no terminaba en el tiempo asignado se le sacrificaba para convertirlo en la cena con la que se festejaba al final de la tertulia literaria. Dicen los que saben de eso que investigaciones recientes han demostrado que la adrenalina secretada por el temor a ser asesinado y comido posteriormente confiere un sabor exquisito, inigualable a la carne humana. Y dicen también que de ahí proviene el nombre del juego, mismo que ha sido al parecer adaptado a los días que corren por una secta satánica que, dicen también los noticieros, acostumbran dejar por ahí una parte del cadáver como inspiración para la siguiente reunión…
Por si sí o por si no en el último taller dejamos la parte de la fallida escritora que aparece en la foto para que nos sirva de inspiración en la siguiente tertulia literaria, al menos para el encabezado…
Inmortalidad
En la cámara de maravillas un día encontraron la mítica cabeza parlante. Sí, entre el penacho de Moctezuma y el autómata jugador de ajedrez de Van Kempelen se encontraba arrumbada y extraviada la mítica cabeza parlante. En cuanto la identificaron le avisaron al delfín que la cabeza parlante que, decía la leyenda, le conferiría la inmortalidad al sucesor al trono había sido encontrada. El príncipe, olvidando todo protocolo, corrió entusiasmado a su encuentro. Al llegar al lugar una luz emergió de la cabeza iluminando las paredes de ladrillos y la cabeza parlante de inmediato se aclaró la garganta, identificó al hijo del Rey y comenzó a narrar los acontecimientos de la vida del mismo, con lujo de detalles. El príncipe comenzó a sentir como si reviviera cada uno de esos momentos:
El nacimiento, el bautizo, las primeras palabras, los primeros pasos, la adolescencia hasta llegar al punto en que el príncipe se encontraba frente a frente con una mítica cabeza parlante que aclarándose la garganta le narraba: El nacimiento, el bautizo, las primeras palabras, los primeros pasos, la adolescencia hasta llegar al punto en que el príncipe se encontraba frente a frente con una mítica cabeza parlante que aclarándose la garganta le narraba: El nacimiento, el bautizo, las primeras palabras, los primeros pasos, la adolescencia hasta llegar al punto en que el príncipe se encontraba frente a frente con una mítica cabeza parlante que aclarándose la garganta le narraba: …
El crimen como una de las bellas artes
En el museo al final de una eposición de obras de diferentes autores hay una obra de arte moderno: Dos paredes de ladrillo en ángulo con una luz en la esquina, que ilumina el encuentro entre ellas, titulada en conjunto: «Interiores». Entra al museo una pareja muy temprano por la mañana y al ver la obra ella, la esposa, queda maravillada por el talento del artista. Él, el esposo, no está de acuerdo argumentando que le falta algo muy importante. Discuten. Salen a relucir viejas rencillas. Forcejean. Caen al suelo. Ella le araña el rostro. Él, enfurecido y fuera de sí, se levanta y toma una espada de una armadura contigua a la obra y de un tajo le corta la cabeza a ella. Alarmado nota que aún es muy temprano y aún no ha llegado ningún visitante al museo y están muy lejos de los vigilantes por lo que nadie ha notado el crimen. Esconde el cuerpomenos la cabeza de ella dentro de la armadura, limpia todo muy bien con una cortina la cual esconde entre sus ropas y coloca la cabeza justo ahí donde se juntan las dos paredes y nace la luz, con mucha cautela, cuidando en extremo la composición armónica que forma la cabeza de su esposa con los ojos cerrados y los objetos en conjunto y se da a la fuga. La gente comienza a llegar. Miran la obra extasiados. Pronto es un éxito aún entre los críticos de arte, quienes afirman que «Interiores» refleja de manera magistral el conflicto existente entre las parejas actuales.
Sibila
Dice la leyenda que el oráculo de Delfos predecía el futuro por mediación de unas sacerdotisas quienes primero se conocieron como pitonisas o Pitias y después como Sibilas en honor a la primera de ellas. También dice la leyenda que a Creso el oráculo le dijo un día en que fue a consultarlo para saber si debía invadir Persia: «Croesus Halyn penetrans magnam pervertet opum vim (Creso, si cruzas el río Halys destruirás un gran imperio) «. La respuesta Creso la interpretó como favorable dando por hecho que el gran imperio era el de los persas. Pero el “gran imperio” que se destruyó en aquel encuentro fue el suyo, y Lidia, su reino, pasó a poder de los persas.
Lo que no dice la leyenda es que el oráculo no adivinaba el futuro sino que más bien era una suerte de consejos que debían seguirse (no tan al pie de la letra) y se basaban en la información que el oráculo tenía del entorno militar, político y hasta humano. Una «tomadura de pelo» desde mi particular punto de vista.
Otra cosa que la leyenda no dice es que el oráculo, con todo y sus sacerdotisas, se aparece de tiempo en tiempo entre nosotros.
Por eso cuando vi a la adivina en la feria y quiso pasarse de lista, recordé que soy descendiente de Creso y al notar que ella era descendiente de Sibila decidí cobrar venganza por las ofensas recibidas a mis antepasados dejando su cabeza colocada ahí en la tienda para que se sepa que a la estirpe de Creso se le toma el pelo una vez cuando mucho.
¡Alea jacta est!
Europa
No hace más de 3 horas que le dijo lo que tenía en su corazón, tal ves no es lo que esperaba, pues ¿Quien esperaría ser terminado así de improviso?. Ayer en la noche le mando un mensaje diciendo -Tenemos que hablar mañana-. La piel se le enchinó y el corazón palpitó al mil por hora pues esas palabras solo tienen un significado y ese era el fin de aquel amorío de preparatoria.
Al verle acercándose sólo dijo -Vamos a caminar-. Sabía lo que le diría y así fue -Ya no puedo corresponder tu amor-dijo él- Es mucho para mi. No rompió en llanto por orgullo. Cerró los ojos pensando en que al abrirlos eso no sería verdad, los abrió y estaba sentado en ese rincón aladrillado pensando en esas promesas de escaparse juntos a París, de ver el anochecer y la Torre Eiffel, ir por de visita al museo de Louvre, cuando llega un mensaje de texto: ¿Podríamos hablar mañana?.
El mal de Aurora
Bella como el encuentro fortuito, sobre una mesa de disección, de una máquina de coser y un paraguas Aurora tenía un mal: la conjunción de realidades inconexas, dislocadas o incluso contradictorias rondaban por su cabeza. Por eso, decidí cortarle esa, su cabeza, de donde emergían ideas por encima de la realidad y dejarla ahí entre esas paredes iluminadas, sobre esa mesa de disección justo entre una máquina de coser y un paraguas, como una inspiración para los artistas posteriores
I. L. D.
El espejo
De pequeña me preguntaba, porque mis padres se preocupaban tanto de que escuchara una palabra ligada al sexo, el porqué les aterraba que descubriera mi cuerpo y el placer que le pudiera causar, ¿acaso ellos pensarían que en el colegio los niños no hablarían de ello?, ¿acaso eran tan ingenuos para pensar que no habría niño en plena pubertad alzando la falda a alguna niña?, ¿nunca se imaginaron que algún día me tendría que hacer estas preguntas?, tal vez nunca lo hicieron, mi padre era un hombre muy varonil, de carácter fuerte y no mostraba confianza para mantener un dialogo en paz con el, mi madre por lo contrario era débil, siempre dando la razón a mi padre y no habría decisión alguna que ella tomara sin antes acomplejarse frente a él, eran los dos muy cerrados, nunca mostraron la forma de que yo pudiera abrir mis pensamientos o emociones ante ellos.
Aun recuerdo ese espejo colocado en la pared de mi recamara, cada noche cuando mis dos hermanos y mis padres se fueran a dormir, me observaba en el, miraba ese bultito en mi abdomen y pensaba que al día siguiente no tendría que cenar ni comer con exceso, colocaba la palma de mi mano en esa barriguita inflada, me daba gracia disimular estar embarazada, y soltaba una risita que se notaba media frenada por el miedo de despertar a alguno de los integrantes de mi familia. Seguía mirándome en aquel espejo que reflejaba mi cuerpo, después daba giros con mis dedos alrededor de mi ombligo, hasta que estos se pusieran tibios, con tranquilidad mi índice recorría mi piel blanca hasta llegar a la apertura de mi sostén, serian mis dos manos quienes terminarían por tocarme los senos, mientras lo hacía pensaba en Raúl, el chico de mi cuadra que ya con sus dieciséis años era arrogante, pero su actitud me prendía como vela en un cuarto sin luz, colocaba mis pulgares en cada punta de mis senos, experimentaba cada momento de placer con ellos, desprendía de mi piel lisa por tener tan solo trece años, las prendas que en ese punto ya me estorbaban, miraba con imaginación en aquel espejo los ojos de algún observador, eso me hacía sentir otra persona, nacía en mi el placer, mi piel por fin se catalogaba como un único ser, como si mis pezones tuvieran la satisfacción de ser alagados. Era así mi afán por conocer lo que mis padres me ocultaban, nunca entendí porque lo hacían, hasta ese día que llegue a casa con una prueba positiva de embarazo, fue la primera vez que vi a mi madre gritar como histérica, fue la primera vez que le reclamo a mi padre sus errores, fue la primera vez que mi padre agacho la mirada y no dijo ninguna palabra, creo que quería evadir la idea de que su pequeña de tan solo diecisiete años tenía una cosita con vida en su vientre, una cosita que años después llamaría nieta.
Ya han pasado dieciocho años desde que deje el colegio, 18 años después de esa prueba de embarazo y ya me siento cansada, me fumo al día dos cajetillas de cigarros, mi pulmón ya no ha vuelto a sentir el pulso de la respiración por algún hombre que despierte una ilusión, tal vez sea porque nadie desea tener como compañera sentimental a una mujer que ya se le notan las primeras canas, por una mujer que está acabada y en sus ojos no muestra juventud. Ahora solo me la vivo en cuatro paredes, estas lloran, como si sintieran la soledad de mi alma, pero eso a mí me da igual, las paredes han sido refugio de privacidad, a mis trece pareciera que ellas le cantaban la bienvenida a la pubertad, ahora parece que lloran sangre al recordar, pero me siento aun con ganas de seguir, cansada, agotada, pero con ganas de aun vivir, hoy nace una mujer, y no soy yo exactamente, es una mujer que hace dieciocho años la vi nacer, esa mujer que hasta hoy no me ha dado nada con valor, solamente alguna que otra tarjeta con un “Te quiero mamá”, y claro, hoy me da la satisfacción de ver en ella un espejo, un espejo nuevo, que refleja los tropiezos de mi vida, los errores que no se olvidan, y eso sucede porque ese espejo que ahora es mi hija, coloque momentos para que ella se diera cuenta de lo cruel que es la vida si las cosas no se hacen bien, coloque como ejemplo una miserable vida, la única que me queda, espero y entienda que la razón de vivir no es tener un espejo, si no hacer de la vida un gran ejemplo mostrando un gran reflejo.
La soledad
No sé cómo he llegado, todo me pareció un abrir y cerrar de ojos, todo empezó como un simple juego, una simple diversión; ahora me doy cuenta debí haberles echo caso a las advertencias, pero no, decidí salir con sujetos desconocidos.
Aun no puedo creer que me haya fugado con uno de ellos, no sé qué tonterías estaría pensando por mi cabeza, nunca pensé poder hacerlo, ahora me encuentro en este sitio, sola en la oscuridad, perdida en mi recuerdos preguntándome ¿Por qué lo hice? . Desconozco el lugar en el que me encuentro, olvidando lentamente aquellas promesas, ¡ya han quedado en el vacío!, claro la culpa la tengo yo, debí escuchar a mis padres, no alejarme de mis amigos, pero claro quería conocer el mundo, debí actuar como una mujer madura y no como una niña de quince años.
Ahora sé lo que es la soledad y las consecuencias que traer el no saber utilizar las redes sociales adecuadamente, ya que si no hubiera sido por ello yo no estaría aquí sufriendo con este hombre con el cual nunca me sabido comunicar, ¡vaya que el tipo me trata como un animal! Nunca imagine tener una vida así, con los lujos que me daban mis padres al igual que su amor y su comprensión que nunca supe valorar, hubiera deseado que todo esto fuera un sueño, pero no, es mi triste realidad.
Colette
Colette se recargó, exhausta y pensativa, en uno de los pilares de la Librería Mágica Manek. Llevaba horas buscando un Libro Fantasma. Sí, uno de esos libros en los que dicen que el autor deja algo más que una historia, una fórmula, un hechizo, o una maravilla. Estaba sola, ya que Van, la dueña de la librería, tuvo que salir a entregar un pedido especial. Miró su reloj de vida. Se dio cuenta que le quedaba una hora. Se levantó y siguió buscando: minuto a minuto más rápido, minuto a minuto más desesperada. Los segundos pasaban. El fuego en su corazón se iba apagando. ¡No, no, no! Por más que escrutaba entre los anaqueles y las pilas de libros a su alrededor, no hallaba lo que quería. De pronto, cayó al suelo. Una luz brotó de una de las equinas de la librería y una voz le susurró al oído: “Los Libros Fantasma son quienes te encuentran en el lugar y en el momento justo. Cierra los ojos, todo va a estar bien”.
¡Y te vi!
En tu forma perfecta. Tú amante del arcoíris y de la luna llena. Quien solo tú sabes que hacer.
El sol de la media noche tatuado y las mil voces de aullidos nocturnos a la espera de la nueva era que iluminara nuestros ojos en cáliz de fuego y en copa dorada del aquel bello amanecer.
En los últimos milenos te esperado tilicamente tras tú promesa a que volverías a mi mano, juntos caminaríamos al futuro que nos corresponde y reclamaremos el paraíso que se nos ha negado.
Desde tu vientre tu fruto reclama el oyente sonido de su pasado arrebatado.
Pero como suele suceder, nuestras mentes comienzan a divagar, unas voces que me empiezan a tentar. Menudo lio despreciado. Nos han despojado de nuestras raíces al Edén. Pues el huérfano de tu madre te lo pide. No olvides vuestro destino. El desafió más grande de esta vida es vivir. Vivir de verdad es un reto real. En ello crecerás, te fortalecerás y crearas un futuro para nuestras memorias. Memorias somos y en memorias pereceremos a igual que nuestros ancestros.
Disfruta tu vida, disfruta lo que haces. ¡Vive, crea, lucha! Inspira a otras memorias como otras te inspiraron. Contempla el horizonte que has de llegar algún día. Lucha y confronta a tus enemigos y enfrenta tus miedos… ¿Porque una vida con miedo no es vivir o mejor dicho vivir con miedo es una vida desperdiciada?
¿Eramos aquellos que usurparon en los ríos de los cielos. Buscando algo, algo en su oscuridad?
Hemos esperado este momento… ¡Que se haga justicia en la cumbre de la verdad!
¡MATALA!…No dudes, no pienses. Desátala de cualquiera de tus pensamientos y solo así… nosotros podremos vivir en paz. Gala el gatillo pues somos nosotros quienes te comendamos esta misión… ¡MATALA!… a la desdiente del San Uriel. Arcángel de dios que expulso a nuestros antepasados del paraíso.
Pues pecado sobre pecado, Justicia sobre injusticia, irrealidad con verdad. Esa será tu vida. ¡Nuestra vida!
Como una gran voz se escucha a lejanías. Nuestro orgullo se escuchara entre los océanos.
Nos presentamos ante a ti. Acusado de garantizar el predominio de nuestros esfuerzos. De tratar de salvarnos de este destino que nos obliga a desvaneceremos.
Piensa lo que quieras de nuestros actos… pero no dudes de la realidad… la reclamación…ya ha comenzado y ya no podemos detenerla.
………¿y Entonces, Te vi?
Buenos días. Con este comentario se cierra el concurso de enero. Gracias a todos los participantes. Quien desee recomendar alguno de los textos concursantes puede hacerlo aquí mismo. Los resultados aparecerán en breve.
[…] el cuento sin título de Pep Sánchez Cetina por su modo eficaz y raro de tratar una trama clásica. Y reciben menciones […]