Concurso #80
Esta bitácora convoca una vez más a su concurso mensual. Los interesados pueden comenzar observando esta imagen:
Instrucciones:
1) Suponer que esta imagen representa un instante de una historia.
2) Imaginar cuál es esa historia: qué está pasando allí, qué momento se anuncia, por qué, quiénes están presentes, qué hacen. No se trata de explicar la imagen, ni de escribirle un pie de foto, sino de tomarla como punto de partida para imaginar una historia propia.
3) Escribir la historia, en forma de cuento brevísimo (minificción), en los comentarios de esta misma nota.
El o los textos ganadores recibirán un trofeo virtual y serán seleccionados considerando la opinión de quienes decidan opinar. La fecha límite para participar es el 25 de junio. Quedan invitados.
Etiquetas: Concurso, Minificción
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Información Bitacoras.com…
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Rulo y yo salímos de paseo porque nos dijeron que ya habían arreglado el carro, un tal Juan Peréz, disque mecánico. Tamaña sorpresa nos llevamos al ver que no era cierto, y varados en medio de la nada (o más bien en un barrio desconocido) Rulo juega a ser Frankenstain e intenta darle vida a ese cadaver andante que el pinche Juan no pudo arreglar.
…sí, pero, lo importante era no confundir el cableado. Alberto era una gran teórico pero no tenía habilidades para dinamitero. Un error, un pequeño desliz, y ¡kaputt!
Jorge trató de detenerlo, pero Alberto era necio, no quiso escuchar. «Será el fin del imperialismo», dijo. Manipuló el cableado, Jorge miraba con terror, pero Alberto parecía confiado. Las pinzas se movían con fluidez, cortaba, anudaba, y todo estaba listo.
Alguien tocó el timbre.
Y ¡kaputt!
¿Y le falta mucho mai?
-Mire joven, todo lleva su tiempo, aparte esta nueva técnica de reparación vertical es un poco más tardada.
…a este punto la tarea se tornó inútil. ¿Y qué más podían hacer sino continuar con la esperanza de un milagro? Después de todo no eran profesionales (aunque cobraran como si sí). Llegaron al punto de maniobrar mecánicamente, torpemente; pensando quizá en el sentido de todo aquello, en las razones, absurdas para muchos, que los mantenían pegados a la pieza. «No hay nada qué hacer», dijo uno finalmente. «No hay nada qué hacer», dijo el otro. Y continuaron…
Los indios jainiles sabían lo que nadie y hacían lo que nadie. Cada vez que se aproximaba la fecha del acabose de acuerdo a alguna profecía, todos se asustaban y ,pasada la fecha, volvían a la relajación y el desenfreno humanos. Lo cierto es que ninguna de esas profecías era falsa. Los jainiles, acostumbrados al bajo perfil, al bajomundo y a bailar siempre bajofondos, entendían con humildad y responsabilidad por qué habían sido puestos en esa esquina del mundo. Su tribu era sencilla. Estaban los ganaderos, los recolectores, las madres y los revisores de libros, panfletos, cartas, programas televisivos, redes electrónicas y cualquier otro medio por el cual pudieran enterarse de profecías apocalípticas.
Una vez identificada la fecha, bajaban al centro del mundo armados de una caja oxidada de metal, esperaban el momento exacto del corto circuito y cambiaban el fusible del planeta. Y ya.
PROEZA
Nacido en un pueblito del interior de Argentina, Jacinto Benavidez emigró a Estados Unidos para trabajar como mecánico automotriz. Pasados unos meses, lo contrataron como ayudante en un taller ubicado a la vera de la autopista que une a Houston con Los Ángeles. El salario era suficiente para llevar una vida modesta y girar algo de dinero a su familia. Así continuó su existencia tranquila, hasta que un hecho extraordinario inscribió su nombre en las páginas del libro de records mundiales: la proeza de recorrer mil doscientos treinta y cinco kilómetros sujetado debajo de un camión. Su hazaña habría sido aún mayor, si el camión no se hubiera detenido a cargar combustible. Allí fue cuando se escucharon sus gritos, para que le desengancharan el overol.
-Órale, apúrale que nos están esperando, ¿o qué, no puedes?
-Ya te dije que sí puedo, no estoy tan pendejo como ¡tú! crees. Pero y luego, ¿al final qué pasó con la Lupe?
-Pues nada, ya cuando se acabó la canción, que le digo, yo te voy a sacar de aquí mirreina, tú mereces un mejor trabajo y no andar bailando con borrachos por 10 pinches baros.
-Zaaaaaz, ¿y a poco te la creyó?
-Ots, si soy su mero valedor, la traigo muerta. Nomás le digo «quiero bailar» y pa’ pronto ya se está meneando.
-Hazte wey, si el otro día la vi con el Puas, muy agarraditos de las manos y ella no estaba trabajando, eh.
-¿Qué? Ese pendejo qué chingados le va a interesar a la Lupe, ese güey me la viene guanga.
-Pues más bien guanga se la dejó la Lupe.
-Voy, voy. Ya cállate y termina eso pa’ ya irnos.
-Nel, no puedo. Échame una manita, ¿no?
Después de asistir a una fiesta donde la pasaron muy bien; Juan busca a Pedro para agradecerle por la reparación del auto. Ya en el sitio, Juan no deja de elogiar al amigo por tan noble acto de sincera amistad . Pues, luego de tener una estupenda noche, se fueron a hacer carreras con el automóvil del papá de Juan, que por supuesto, éste tomó sin su permiso, aprovechando la ausencia de sus padres ese fin de semana. En plena competencia con otro carro, Juan al querer controlar la velocidad no pudo, los frenos les fallaron, el carro perdió estabilidad, salió de la vía de carrera pasando por encima de piedras y arbustos. Los dos amigos se asustaron mucho al ver que el auto no encendía luego tan aparatosa coleada y más aún, al darse cuenta del humo negro que salía por debajo del auto. Como pudieron, lo llevaron hasta el taller de Pedro y éste le dijo a su amigo que no se preocupara, él iba a reparar el auto antes de que llegaran sus padres. Y así fue.
Artemio talachas
Artemio estaba sudando la gota gorda, acostado bajo el coche, ¿cómo iba a quedar mal en enfrente de Ramiro, el que apenas era un chalán de segunda? Cuando les llevaron el carro no titubeó en presumir sus dotes para la talacha, improvisó hábilmente los ajustes que se debían hacer, las piezas que se cambiarían y un muy-poco-atinado presupuesto de cuánto iba a salir el chistecito.
Todo salió mal. Después de que le metió mano el carburador dejó de funcionar, apareció un molesto ruido y problema por el cual llegó el coche obviamente no estaba solucionado. Ramiro intentó ayudar. ¿Qué te pasa? Yo sé lo que hago, le dijo Artérmio. Lo cierto era que no tenía la mínima idea de lo que hacia. La desesperación lo atrapó y en un arranque de ira, furia y coraje lanzó una patada que mandó a volar el gato haciendo que el coche cayera sobre él. Quedó atrapado entre el suelo, su desesperación, y el coche, claro.
LA ESCUELA DE CHARLES BUKOWSKI
Una vuelta a la tuerca, otra vuelta y otra. Ahí estaba Cornelio el primer viajero arreglando su máquina del tiempo. Nadie le creía, pero sólo faltaban unos ajustes y la “Corcholata” quedaría lista. Chulada de maíz prieto. Nadie imaginaba que la combinación de las propiedades de la cerveza y la física cuántica resultaría en lo impensable.
“EL ORIGEN DEL UNIVERSO… Música y armonía que pueden ser traducidas en números…”
-Cosmología pitagórica-
Siendo él un aprendiz de escritor Cornelio imaginaba cómo sería el futuro: ¿Qué pasaría si todas las personas escribieran libros? ¿La humanidad habría alcanzado un nivel máximo de retroalimentación o un egotismo se manifestaría en masas?
Por fin todo estaba listo. Los números empezaban a girar. La transportación estaba sucediendo… No supo en dónde se encontraba pero todos, no muy lejos de ahí, se conglomeraban y se oía decir:
— ¡Si de verdad desean ser escritores lo único que deben de hacer es escribir, escribir y escribir!
[Con Botellitas]
– ¿Y por lo menos sabes lo que haces?
– No. ¿Tú?
– Tampoco.
– ¿Entonces?
– Nada.
– ¿Nada?
– Nada.
LA PRUEBA
En la cavidad de la mole de herrumbe , encontró el aliento y su letargo.
Solo uno lo enfrento
El otro cumplió con su destino
El error
Tras mucho debatir, los mecánicos unieron los cabos sueltos del condensador de flujos y encendieron el DeLorean. Tras mucho debatir…
De pronto se escucho una explosión seguida de un grito mezclado de emoción y sorpresa (talvez llegando al miedo) que sacudieron los pensamientos de todas las personas afuera de las instalaciones conjuntas a la mina, los empleados e involucrados se sorprendieron aunque muy dentro de ellos sabían lo que había pasado. Momentos antes, dentro de la mina un empleado que no había podido dormir bien por problemas personales, cruzo los cables equivocados provocando una pequeña pero aparatosa explosión que lejos de dañarlo u ocasionar problemas, desbloqueo un trozo de roca que ocultaba ese fenomenal hallazgo. Debajo de la superficie de Baja California, México, como todos los grandes descubrimientos de la humanidad, gracias a un descuido o un accidente, nosotros habíamos logrado dar un paso más. Una pieza del rompecabezas se había descubierto y era la pieza que las personas habían buscado por siglos. Un desvelo y un disgusto revelaron unas extrañas piezas de oro grabadas perfectamente que contenían un códice completo con la información perdida de una de las civilizaciones antiguas más importantes del país, que cambiaría el curso de la historia, no de un país sino del mundo.
Me encantó!!! =D
Chequeo
Sacar el cableado. Verificar las conexiones. Checar los frenos. Ajustar los ejes. Escudriñar a detalle el mecanismo. Todo en orden menos un nodo. Limar la grasa. Retirar el sarro del cobre. Unir los alambres. Fijarlos. Escuchar un siseo detrás de ti. Una descompresión. El gato averiado. El peso del cofre sobre el pecho. El estertor que sube desde los pulmones. Tu compadre atónito. El último chequeo.
Los mineros han de llegar a casa oliendo a carbón, a azufre, a tierra, mi padre cuando me abraza al llegar, huele a aceite, a sudor, a humo.
Su llegada se convierte en un festejo!
Sus manos son ásperas, nos alza en el aire, nos besa, nos acaricia, en ocasiones quedamos con huellas de aceite en nuestras caras, pero son regalos de su presencia. Su cansancio es notorio, pero puede mas su deseo de saber cómo fue nuestro día, yo no conozco su lugar de trabajo, pero puedo imaginarlo luchando contra esos fierros, quitando, poniendo, y al final su sonrisa, su satisfacción, al escuchar un ronroneo en lugar de un quejido.
En la calle, en ocasiones, dejo volar mi imaginación y al mirar un coche, puedo verlo inclinado sobre él, tratando de encontrar el secreto, que lo convertirá una vez más, en MI HEROE!
Cuando habitábamos la tierra
Dicen que desde que los humanos habitábamos en la tierra, ya estábamos divididos en clases. Y ahora, en la tierra nueva, todo cambió: el tiempo, el clima, la gravedad…, pero eso de las clases sociales sigue mas o menos igual.
Si tan siquiera nos dieran herramientas nuevas. Creo que estas son de cuando mi abuelo trabajaba allá en la tierra.
No le haga caso al muerto
Otra vez el muerto. ¿Hasta cuándo me perseguirá?.
Ignórelo, me dijo la doctora, pero no es nada fácil trabajar con un muerto al lado.
Un maldito muerto que te está platicando su vida…o su muerte, que se la pasa dándote sus estúpidos consejos, sus pésimas recomendaciones. Ya perdí dos trabajos por hacerle caso. Este no será el tercero.
No existes desgraciado, ya déjame trabajar. Yo no tuve nada que ver ni con tu vida ni con tu muerte, así que déjame en paz. Esas cosas le digo pero es difícil por que nomas me distraigo y me empiezan a parecer muy lógicas sus observaciones…como ésta última que me está diciendo sobre juntar estos dos cablecillos.
«EL ERROR
Tras mucho debatir, los mecánicos unieron los cabos sueltos del condensador de flujos y encendieron la máquina del tiempo. Tras mucho debatir…»
La bomba se pudo, por fin, desactivar. No fue difícil, tan solo unas gotas de transpiración en la rutina de Ramón. Y claro, el negocio estaba salvado. Nuevamente comprobaron para goce propio que la tecnología obtenida con narcodólares seguía siendo superior a la de la policía. Y ahora solo resta el placer de la venganza.
Estaba acostado y sentía la opresión de la maquinaria sobre mi pecho. Oliverio arrodillado, dándome de gritos: «Ese no es el cable, cabrón». A mí simplemente me daba risa. Todo lleno de aceite y sudor. Mi mano derecha simplemente se sentía, sosteniendo las pinzas. «Al carajo, pensé, yo quiero salir de viaje». Y corté el cable. Ahora el sol deslumbrador, las gaviotas, Oli revolcado por las olas y las chelas en la nevera me hacían pensar que definitivamente la había cagado.
Código 132: El futuro nos pertenece
Julio 1
Ayer después de pasar sobre un tope noté un ruido extraño bajo mi auto como si algo se hubiese desprendido. Lo llevé de inmediato al mecánico y cuando escuché un tic-tac mientras él lo revisaba por debajo tomé al mecánico de los pies y haciendo un gran esfuerzo pues por alguna razón pesaba más de lo que imaginaba tiré de él sacándolo por completo y solamente atiné a gritarle que huyera mientras yo corría también a toda prisa hacia afuera del establecimiento. Al salir apenas y dar vuelta corriendo y protegido por el concreto de las paredes sentí un poderoso estruendo aunado a una lluvia de fuego y pedazos de metal que salieron volando a través de la puerta cimbrando las paredes del establecimiento. Gracias quizás al torrente de adrenalina en mi cuerpo recuperé de pronto la memoria: Los sueños recurrentes que había experimentado en días pasados no eran sueños… eran recuerdos que La Corporación no había podido borrar por completo y que regresaban de manera intermitente . Ahora gracias a esos recuerdos recuperados me reconozco como un agente de La Corporación pero comprendo también que me habían retirado de funciones no sin antes experimentar implantándome recuerdos falsos y ahora que ya no les soy útil habían decidido eliminarme para borrar todo rastro de sus operaciones ilícitas. De inmediato a lo lejos vi el cuerpo del mecánico entre llamas y corrí para prestarle ayuda, solamente para descubrir al acercarme que salían fierros retorcidos y cables chamuscados de su cuerpo delatándolo como lo que era: un androide. Me dirigí entonces al lugar donde tenía oculto mi arsenal y tomé todas las armas que pude, ocultándolas entre mis ropas. Mientras me dirijo ahora a mi encuentro con el destino, en las calles los diferentes televisores en los aparadores de los centros comerciales dan como virtual ganador de las elecciones presidenciales a mi siguiente objetivo. Ahora gracias a mis recuerdos recuperados por completo estoy seguro que ni ese androide ni La Corporación saben del plan que tengo para retirarlo…
¡Buenazo!
¿Quién iba a decir que acabaría así, lleno de mugre, arrugado, el vestido de mamá?, si pudiera verlo… ¿Y quién iba a decir que yo estaría en un taller mecánico con media hora de retraso para mi boda? Papá ni me mira desde hace dos semanas como si, desde entonces, se le hubiera cumplido entregarme en el altar vestida de blanco. Casaré bien a todas mis hijas, dijo mil veces con orgullo. Ahora despotrica contra el mecánico: Más te vale que quede perfecto el coche, más te vale, hijo de la chingada, era una cosa de nada y llevamos aquí demasiado tiempo. Yo no dejo de pensar que este lugar oscuro, sucio, inhóspito tiene una tentadora puerta abierta.
El Farolero
Iba Ramiro de regreso a Coicoyán a ver a su abuela que estaba en cama; con precisión urbana, se trataba de la madre de su abuela, aunque allá la gente no se detenía en esas precisiones. Ramiro era electricista y le decían el bulbos. Hacía años que no tocaba un bulbo propiamente dicho pero él así le seguía diciendo a todo lo que se le pareciera, fusibles incluidos, y entonces se le quedó lo de bulbos. En el pueblo no respondía a ninguno de estos nombres; el era el hijo de Ramiro, Socorro y Ramira, en orden cronológico. Fue su abuela Ramira la que le dijo, sin saber nada de su oficio, en medio de una verborrea melancólica de la que les da a veces a los que están a punto de morir, que se parecía a un supuesto «muchacho hermoso» que la abuela encontró entre los años abismales de su memoria. Le dijo que ese muchacho la saludaba cuando pasaba a rellenar las farolas y a ella le daba mucha risa. Cuando al fin murió, él aventó un fusible entre los puñados de tierra como único tributo a la mano. Volvió a la ciudad, ya como el bulbos, y jamás contó la historia a nadie.
Tiempo muerto.
Apenas Ramón se había encontrado consigo mismo veinte años después, la máquina del tiempo se sobrecalentó dejándolo atrapado dos décadas posteriores a su existencia temporal real. Por suerte el Ramón mayor, que cada vez estaba más difuso, ya había pasado por esa situación y entre los dos con relativa facilidad repararon justo a tiempo la máquina para que cada Ramón mantuviera su vida en su temporal correspondiente y así conservar ambos su existencia.
La Venganza
Venía yo manejando mi camioneta en solitario una noche lluviosa por un camino desconocido cuando sentí que a mi derecha un par de ojos me vigilaban. Oprimí el acelerador y la camioneta salió disparada a toda velocidad por la sinuosa carretera pero mientras maniobraba al volante extrañado observé de reojo cómo a mi lado derecho los pastizales se movían a la misma velocidad en que yo viajaba. De repente sentí que algo saltaba sobre mí rebotando sobre el toldo del vehículo sumiéndolo un poco y cayendo del otro lado de la carretera. Maniobré con el volante para recuperar la dirección y no salirme del camino y sin disminuir mi veloz carrera al poco rato noté que esa sombra me seguía, ahora del lado izquierdo, de nuevo a toda velocidad. De pronto dejé de verlo. Noté de manera intempestiva algo enfrente en el camino, una sombra, y traté de frenar sin conseguirlo solamente para pasar sobre ello de manera abrupta . Aceleré de nuevo y continué a toda velocidad notando que mi camioneta no avanzaba tan rápido porque al parecer tenía algo atorado abajo. Atisbé a lo lejos ua luz y pronto llegué todavía en medio de la oscuridad de la noche y la pertinaz lluvia a una gasolinera en las afueras de un poblado. Noté que ahí podría reabastecer combustible y hacer revisar mi vehículo. El encargado se ofreció a hacerlo pero una vez que se introdujo bajo la camioneta noté cómo temblaba su cuerpo en medio de los más horribles gritos.. A continuación salieron escupidos sus huesos junto con partes de sus ropas. Sin pensarlo dos veces me subí a un jeep estacionado ahí y lo conecté en directo huyendo a toda velocidad. Ahora, leyendo en los periódicos los desastres que han ocurrido recientemente, sé de qué se trataba: Es Grendel. No está muerto..Nunca lo estuvo y me ha seguido hasta este tiempo con el fin de ajustar cuentas.
¡Cuánta hambre tienes, Eulalio, que a falta de milagros te conformas con maldiciones! Hoy esperas impaciente para acicalar al que posee estos fierros. Sacar los golpes, quitar las manchas, retirar los pedacitos de humano que se atoran en la maquinaria. Tan sonriente, tú, como si no supieras que algo estamos pagando.
¡Cuánta hambre tienes, Eulalio, que a falta de milagros te conformas con maldiciones! Hoy esperas impaciente para acicalar al que posee estos fierros. Sacar los golpes, quitar las manchas, retirar los pedacitos de humano que se atoran en la maquinaria. Tan sonriente, tú, como si no supieras que algo estamos pagando.
Lo siento, no sé si fueron problemas de conexión o de usuario, parecía que no quedaba el primer post. Hamilton y Gush son el mismo usuario 😛
Una Fisura.
Una fisura… sigo sin saber nada de mecánica, pero la palabra retumbaba en mi piel.
A la media hora estábamos tirados nuevamente en la carretera y aún nos faltaba mucho camino por recorrer. Mi padre se molestó con el mecánico de hacía media hora, y yo pensé que en algún país como México; los mecánicos no deberían lucir como los mecánicos de Japón.
REWIND
Las esquirlas de cristal saltan de la maleza y de los asientos traseros del coche y se empiezan a unir muy deprisa. La luna delantera se recompone en apenas unos segundos. El airbag se desinfla y se introduce debajo del volante. El humo y las llamas del motor desaparecen. Se esfuma el olor a gasolina. El amasijo de hierros de la carrocería recupera su apariencia de tiburón. Las ruedas se inflan. La brecha de veinte centímetros abierta en la garganta del hombre se empieza a cerrar hasta que ya no queda ni rastro. De su camisa se volatilizan los restos de sangre y los jirones. El chichón de su cabeza se desvanece. Los veintiún gramos, que hace unos segundos han expirado para siempre, retornan a su boca. Arranca el jeep y se separa del árbol. Las ramas rotas saltan del suelo y se vuelven a ensamblar. El curvado tronco se estira hasta recobrar su apariencia. Los pájaros retornan a las ramas. El hombre conduce marcha atrás. Los hitos de la curva peligrosa vuelven a estar en pie. Del asfalto se borran las huellas de frenada. Las agujas del reloj del salpicadero giran de derecha a izquierda.
—A su coche no le pasa nada —le confiesa un mecánico en la estación de servicio diez minutos antes—. He revisado los bajos y está perfectamente.
CIERRE DE CAMPAÑA.
– ¿ Estará antes del 1ero. de Julio?.
– ¿ Por qué tanta prisa James?
– Estoy por cambiarme de ciudad.
– ¿ A donde te mudas ?
– Voy a ciudad Apocalipsis .
CRIMEN PERFECTO
El mecánico estaba chille y chille mientras arreglaba mi coche porque decía que lo había dejado Laura, su novia, y que era una maldita traidora y que quería matarla y ni siquiera se fijaba en lo que estaba haciendo…
.
-Arregle bien mi coche, por favor, no vaya yo a tener un accidente por su culpa, si tiene problemas con su novia arréglelos de alguna forma inteligente, le dije…
Tiene razón, me dijo y quíén sabe qué le movería por debajo al motor de mi auto pero al salir del taller sentí cómo el carro se me desviaba y fui a dar contra un poste de teléfono que se cayó jalando el cable que jaló a su vez un teléfono en el otro extremo que al caer tiró la foto de un buró y le cayó a un gato que salió corriendo y le pasó entre las piernas a una sirvienta que se asustó y ´tiró el agua caliente que llevaba en una bandeja y ésta le cayó en los pies a la señora de la casa quémandola y se enojó tanto que la despidió entre gritos, furiosa,y uno de tantos gritos asustó al perro cazador que ladró muy fuerte asustando a una paloma que estaba en la ventana y quien del susto voló y se cagó sobre un señor que iba pasando quien al voltear a ver qué le caía en la cabeza tropezó y cayó sobre un auto estacionado al que comenzó a sonarle su alarma alertando a un policía que pistola en mano corrió al lugar de los hechos tropezándose en su camino con un ladrón que al ser sorprendido huyó entre la balacera con el policía disparando una bala que fue a dar en una ventana destrozando el cristal y rompiendo el cable del que colgaba una lámpara que fue a dar exactamente sobre la cabeza de la pobre Laura, la novia del mecánico, matándola en ese mismo instante.
Fast forward
El coche sale impecable del taller. El arreglo del motor carísimo. Me compro unos chuches y unas bebidas. Pongo gasolina. Entro en la autopista. Hmmm, el olor de la velocidad. El volante no deja de girar. Los frenos dejan de funcionar. Me doy una vuelta de campana. El impacto me roba la ropa interior y me salta la tapa de los sesos. El coche vuelve al taller y yo voy directa al cementerio. El mecánico se aplica, El nuevo propietario ilusionado con el vehículo paga y se lo lleva. El coche sale impecable del taller. El arreglo del motor carísimo, etc.
Atlixco after midnight
En este pueblo no hay vampiros
El inspector Burke se encontraba escuchando el CD «Selected Scenes from the End of The World» mientras esperaba a que cayera la noche. Leyó en el periódico otra vez el encabezado: «extraña desaparición de los pobladores en Atlixco». «Parece ser obra del crimen organizado» asegura en el diario el reportero de la fuente. «Ajuste de cuentas» agrega la nota en páginas interiores. Pero para el inspector Burke es una oportunidad que no piensa dejar pasar. Llama por teléfono a una central de taxis y se dirige de inmediarto hacia allá. Al llegar a los límites del pueblo el conductor le recuerda que no piensa ir a Atlixco de noche, ni de loco. El inspector Burke prosigue su camino hacia el poblado, con paso cansino a pesar de haber comido un refrigerio en el taxi. Al llegar a los linderos del pueblo ve una casa con luz y le pregunta al poblador que está en la puerta de su casa qué es lo que se divisa en lo alto de un cerro pensando que es la parroquia de San Miguel. El poblador le contesta: «Ahí no hay nada, nunca ha existido nada allá arriba y aquí abajo ya no tenemos ni una pinche esperanza» al tiempo que azota la puerta. El inspector Burke voltea solamente para corroborar que en verdad no hay nada en ese cerro. Misterio. Entonces se lamenta pensando que al menos hubiera sido bueno que lo invitaran a pasar y quizás así podría comer algo. Desde que bajó del taxi no ha probado alimento alguno. Continúa su camino y de pronto siente que algo se encaja violentamente en su cuello. Da un manotazo y exclama: ¡Malditos mosquitos! ¡Se alebrestan siempre por la lluvia al caer la oscuridad!¡Y son las hembras las únicas que consumen la sangre humana por proteínas para su prole… y… además la contaminan… malditas sean!». Sus pasos lo llevan a un cementerio y al entrar a él para cruzarlo y llegar al centro del pueblo una bandada de objetos que vuelan en desorden y a toda velocidad lo hace perder el equilibrio y cae dentro de una tumba recién excavada….» ¡pinches pájaros! » agrega gritando….
«No son pájaros» le dice una voz cavernosa al tiempo que una mano amiga le ayuda a salir del agujero. Se sacude la tierra de las ropas y cuando voltea para agradecer el auxilio y ver si esa personas tiene algo para saciar su apetito no hay nadie allí. Extrañado continúa su camino hacia un lugar donde pueda hospedarse y observa la funeraria que está abandonada y con un letrero afuera que reza: «CERRADO. PORQUE AQUí LA GENTE YA NO MUERE…. SOLAMENTE DESAPARECE»
Mientras sigue su camino al centro de Atlixco descubre a lo lejos a unas personas que huyen hacia el interior de una iglesia enmedio de disparos y se esconden ahí cerrando las viejas puertas que tienen grafiteadas unas grandes cruces rojas. Las torres de la iglesia están extrañamente destruidas como si las hubieran derribado a cañonazos volando con ello los campanarios y … las cruces. El reloj marca todo el tiempo las doce como si el tiempo ya se le hubiese acabado a ese pinche pueblo. En la pared de la iglesia alguien escribió con letras grandes:
EN ESTE PUEBLO NO HAY VAMPIROS
¡FUERA CHUPASANGRES!
¡FUERA MOREIRA, MARÍN, RUIZ Y YARRINGTON!
SÍ AL VOTO ÚTIL ESTE PRIMERO DE JULIO
Como siente que ha perdido mucho tiempo se apresura y finalmente llega prácticamente volando al hotel. Sonríe cuando ve el letrero de BIENVENIDOS que destaca en la entrada. «Al fin», dice para sus adentros, «las tripas ya me chillaban de hambre». Le atiende el dueño del hotel quien al parecer es el único habitante del inmueble. Es un tipo elegante y sombrío en extremo.
De nuevo le extiende la bienvenida y le da las llaves. Sus manos son demasiado frías, parece un ser de ultratumba. Cuando se dirige a su cuarto escucha la voz del dueño quien le dice a sus espaldas: «¡Ya sabemos quién eres! «
Al oir aquello voltea de inmediato a la defensiva. El dueño agrega: «Seguramente vienes a reemplazar a la última persona desaparecida, el mecánico del pueblo…acompáñame al estacionamiento del hotel… mi auto necesita ser reparado»
No puede negarse o será descubierto. Al trasponer el recibidor del hotel hacia el estacionamiento solamente una imagen se ve reflejada en un espejo. El inspector Burke no se percata de ello pues va preocupado de ser descubierto. Al llegar al auto se mete debajo de él con el fin de arreglarlo pero no entiende nada de mecánica… piensa que solamente tiene una oportunidad de vencer al gigantesco hombre, dueño del hotel…. piensa en agarrar una llave de cruz pero no es buena idea…entonces toma un desarmador en una mano y una pesada llave inglesa en la otra. Sale intempestivamente de abajo del auto y se topa con el dueño que trae una pistola con la que le apunta. Con un rápido golpe de la llave inglesa lo desarma y después lo golpea en el rostro. El dueño del hotel cae inconsciente y el inspector Burke aprovecha para clavarle el desarmador en el pecho. En cuanto brota un torrente de sangre el inspector Burke se inquieta. No puede más y siguiendo su intuición y fino oído corre hacia la recepción. Ahí encuentra en el piso una puerta con un candado. Con un golpe de la llave inglesa vuela el candado y penetra por ese falso piso hacia un sótano. Enciende una luz. Áhí se encuentran amarrados, como sospechaba, una gran cantidad de personas: ¡Los desaparecidos! Seguramente el dueño del hotel pensaba pedir recompensa por esas personas secuestradas. El hotel solamente era una fachada para otra de tantas casas de seguridad del crimen organizado. Pero ahora son todos suyos. Relamiéndose los filosos colmillos el inspector Burke se prepara a lo que vino: a un suculento banquete. El dueño del hotel puede esperar de momento. Tiene el tamaño ideal para ser un exquisito postre piensa… como pensaría todo un buen connoisseur como él.
La culebra estaba viva, era un inmensa cascabel , y estaba enrollada en la barra del tripoide de la camioneta. Rafael el mecánico , calculaba como agarrarle la cabeza con el alicate de presión.
Habia que sacarla de allí para poder reparar la falla.
Pero antes de que Rafael pudiera atraparla , se escurrió hacia abajo, el hombre se quedo paralizado de temor mientras la cascabel pasaba entre sus piernas ,haciendo sonar en su maraca la música del miedo, Luego cojio hacia el monte. Ese día Rafael el mecánico nació de nuevo. después en el botiquín del pueblo nos tomamos unas cervezas para celebrar, con el dinero que nos pago el dueño de la camioneta.Hubiera sido lamentable que Rafael muriera era el único mecánico que quedaba en el pueblo.de San Genaro de la sierra.
[…] lo habitual, pero ya están aquí los resultados del concurso de junio de 2012. Ganan los cuentos “Crimen perfecto” por Enrique Cimiento y Lícito y “Atlixco Afer Midnight” de Vlad Tepes por sus vueltas […]