Concurso #75

Empezando 2012, esta bitácora convoca una vez más a su concurso mensual. Los interesados pueden comenzar observando esta imagen:

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(clic para ampliar)

Instrucciones:
1) Suponer que esta imagen representa un instante de una historia.
2) Imaginar cuál es esa historia: qué está pasando allí, qué momento se anuncia, por qué, quiénes están presentes, qué hacen. No se trata de explicar la imagen, ni de escribirle un pie de foto, sino de tomarla como punto de partida para imaginar una historia propia.
3) Escribir la historia, en forma de cuento brevísimo (minificción), en los comentarios de esta misma nota.

El o los textos ganadores recibirán un trofeo virtual y serán seleccionados considerando la opinión de quienes decidan opinar. La fecha límite para participar es el 27 de enero. Quedan invitados.[/fusion_builder_column][/fusion_builder_row][/fusion_builder_container]

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74 comentarios

  • Información Bitacoras.com…

    Valora en Bitacoras.com: Empezando 2012, esta bitácora convoca una vez más a su concurso mensual. Los interesados pueden comenzar observando esta imagen: (clic para ampliar) Instrucciones: 1) Suponer que esta imagen representa un instante de una hi……

  • Y a qué dirección se envían?

    • Damaris Andrea
      09/01/2012 1:41 pm

      Enciendo un cigaro son las 18:15 hrs. se que pronto doblara la esquina con su paso apresurado y su mirada distraida, siento como el ritmo de mi corazón se acelera, la veo y disfruto cada instante por que en un par de cuadras doblara a la derecha y tendre que esperar hasta mañana para verla. Han pasado 6 meses desde que nos encontramos, ella resbalo y la ayude a ponerse en pie, me cautivo con su sonrisa rota y su olor a mandarina. La espero de lunes a viernes esperando encontrar el valor para amarla o para matarla aun no lo decido, quiza mañana.

  • Después de años de viaje, al fin podía darse el lujo de descansar un momento recargándose en el viejo poste frente a su casa. Había tocado ya el timbre y esperaba ansioso a que la pequeña niña abriera la puerta; ella no lo reconocería y pues con razón: él había huido de aquella casa cuando se vio sofocado por la presión de una hija. Ahora, después de descansar un pequeño momento, un momento de 10 años y 20 segundos en el poste, era tiempo de iniciar el viaje, pero con su familia.

  • Estaba ya preparada en la plaza pública, una cama, la sabana blanca, lo sirios y las velas a modo de altar mortuorio. Hacía falta solamente el el héroe, el mártir. El pueblo esperaba entre rezos y fiesta.

  • ¿Qué son esas gotas en el piso y qué hago yo aquí, apoyada en este poste en medio de la noche, mientras ellos allá enfrente, en el departamento, hablan o se despedazan?
    Quizá sea la sangre de una mujer sin el orden correcto de la suerte que se buscó un esposo y cayó luego en la tentación de ser amante.
    ¿O será el semen de ambos, que se me ha escurrido de entre las piernas?
    ¿Por qué descuidé mi teléfono, por qué no borré los mensajes?, ¿por qué tenían que encontrarse?
    Sangre, lágrimas o semen ellos hablan o se matan en el tercer piso, frente a este cuerpo apoyado en un poste, sin fuerza, en el que otra mujer, diferente y extinta, se mira los zapatos y se pregunta cuál será el lugar más lejos para perderse a pasar la noche.

  • Dinámico descansa después de una agotadora jornada.
    Se apoya en una silla, en un día muy frío de invierno, que lo ha obligado a abrigarse,de tal forma que parece un farde.de tela, muy comunes en los almacenes.
    Cinco huecos en el piso parecen observar su cansancio.
    Título de la historia: Descanso invernal..

  • COLGADO (A UNA SEÑAL DE BUS)
    Soy un yonqui de las letras. Cuando nadie me ve, esnifo párrafos, microrrelatos, relatos cortos y hasta novelas. Desde hace meses, estoy enganchado a las metáforas, a las sinestesias, los pleonasmos y los cuentos de Raymond Carver. Todos los días voy a la biblioteca a por mi dosis de literatura. Mi padre dice que tantos libros me están destruyendo las neuronas como a Don Quijote. Sin embargo, en cuanto pasan unas horas y no he ingerido ningún párrafo, me pongo nervioso y me entra el mono. Siento los escalofríos recorriendo mi cuerpo como un excelso tumor que devora mis entrañas. Necesito leer algo, colocarme con Alicia en el país de las maravillas, El poder del perro o Pistola y cuchillo.
    Hace unas semanas, mi madre me internó en una clínica de desintoxicación. Los médicos me prescribieron ver la televisión, jugar a la videoconsola y me prohibieron las lecturas. Ahora paso los días entre culebrones, reality shows, partidos de la NBA y Lara Croft. Aun así, cuando mis cuidadores no me ven, enciendo la tele y pongo el teletexto. No es lo mismo que leer una novela, pero es algo. Las letras me relajan, las frases y las historias me hacen volar a lugares inimaginables. En cuanto recibo mi chute de palabras me siento libre, feliz, extasiado. Soy un adicto. No puedo remediarlo.
    Hoy, en un despiste del celador, me he fugado. He corrido por las calles durante horas. Al doblar la esquina, me he apoyado en el poste de una señal de autobús para recobrar el aliento. En el reloj han dado las nueve. Ya solo queda media hora para que abran la librería y pueda comprar la última novela de Sam Shepard y conseguir mi dosis de palabras.

    • María del Carmen Gálvez
      24/01/2012 2:31 pm

      Yo voto por este texto «Colgado a una señal de bus». Está increíble. Yo también declaro como vicio ésta obsesión por la lectura. Me pregunto si lo mío no será más bien «el mal del chisme», esto es, mi afán por enterarme de todo y de todos, pero aún mejor: de su interior, de lo de «adentro» en todos sentidos.

  • TENDENCIAS
    La moda de esta temporada pretende integrar el mobiliario urbano en los diseños. En este sentido, las mujeres llevarán papeleras en la cabeza en vez de sombreros. El jersey semáforo será una de las principales novedades en la colección de primavera con el que las féminas (además de dirigir el tráfico a su antojo) podrán resaltar todos sus encantos.
    En la lencería se han cuidado al máximo los detalles. El tanga buzón es ideal para todas aquellas bailarinas de los club de streaptease que están hartas de que se les pierdan los billetes mientras trabajan.
    Los complementos son otro de los puntos fuertes para esta primavera. Así, la firma Roñae Lucquinino ha ideado una prenda imprescindible para cualquier mujer que se sienta acosada. Ya no hace falta llevar un ladrillo en el bolso. El bolso bolardo es capaz de disuadir a indeseables con un solo golpe.
    Los hombres, en cambio, se decantan por un estilo clásico. Y a su esmoquin han incorporado una cabina telefónica. De esta forma siempre estarán localizados. También, pensando en su comodidad se ha ideado el pantalón con banco. Así, en caso de estar cansados, podrán tomar asiento en cualquier instante.
    Con todo, la mayor tendencia de esta temporada será la de ir en pelotas porque con la crisis, el alza de los precios del combustible, las hipotecas y la subida del euribor no habrá ni un puto duro para ropa.

  • El faro del mundo.
    Me encontraba alado de aquel faro de luz opaca, la luna estaba sobre la ciudad, la calle tan solitaria y silenciosa, solo escuchaba el tenue suspiro de mi boca, el frío me fatigaba, se me ocurre cerrar los ojos e imaginar a personas en aquel lugar triste, pero cuando levanté los parpados, me fui de espaldas del gran susto que contemplaron mis ojos, entre en pánico al ver que frente a mi marchaba un ejercito de demonios con grandes ojos, rostros totalmente deformes, eran terroríficos, musculosos y cubiertos de rojo, como si sus cuerpos estuvieran manchados de sangre humana, creí que me matarían, pero, solo me miraban de reojo sin detener su marcha. Empecé a orar a mi Dios para que mandara a sus ángeles por mi seguridad, pero no atendió mi suplica, no podía correr, parecía un desfile de malditos que rodeaban el faro, no sé a donde se dirigían, pero de algo estaba seguro, no querían hacerme daño.
    Decidí ir a contra corriente de los demonios, todos me miraban con odio o desprecio, no los tomé en cuenta, después de una cansada caminata por el rumbo réprobo, hallé una grieta en el suelo, me asomé con cautela y… ¡Oh Sorpresa! Había una ciudad en llamas con cadáveres y lava, allí estaba el trono del minotauro, el que traiciono a Dios, sus bestias, monstruos y demonios le protegían, traté de levantarme con caución para huir, pero mis torpes piernas se descuidaron y tropecé al putrefacto recinto de muertos, me miró el rey de las bestias, el temible señor de la sombra, se acercó como una bestia en ira para preguntarme junto al oído -¿Por qué tiemblas?- Cerré los ojos con fuerza, mientras me contraía de miedo ante la risa macabra del ángel caído…
    Me desperté mareado, tomé un poco de aire y observe a mi alrededor, me encontraba junto al mismo faro, todo parecía normal, el sol brillante sobre mi cabeza, el faro con su luz cegadora y las calles desoladas, todo volvió a la normalidad en las calles de Nueva York.
    ————————————————

    No sé que tan breve tiene que ser.. es la primera vez que escribo en un concurso.
    Saludos =)

  • Todos estabamos tan melancolicos ese día que solo estaba mirando en cada segundo del día el reloj, no pasaba el día, ni se detenía el tiempo.. Para mi mala fortuna no tenía nada bueno que hacer, más que esperar el llamado de mis padres, estaba tan perpleja en cada segundo del día que ni tiempo me dio de pensar el que pasaría.
    Mi hermana estaba en el hospital y yo sin decir mucho solo esperaba una respuesta.
    En la noche llego mi padre tan emotivo y con una lagrima y una sonrisa, llego con esa respuesta tan anhelada.
    Por fin mi hermana desperto, al parecer lo único que tenía que hacer, era guardar reposo en el hospital.
    Pocos días después dejo el hospital, la llevaron a casa en silla de ruedas, al parecer su coma solo le había prolongado debilidad y no fue más allá.
    Al paso del tiempo, mi hermana recobraba vida y sonrisas, hasta que un buen día, no se lo que sucedió, solo recuerdo que estaba apoyada sobre una silla y su corazón de repente se paro… y ahí, termino su bella vida…

  • Esperas ansioso el día, inerte, recargado frente a la estación. El indomable frío te carcome los huesos y la pesada noche se deja sentir en tu espalda, tus piernas, tus dedos y en tus fatídicos ojos. Quieres recostarte, quieres descansar, cerrar tus parpados al menos un segundo y despertar en tu habitación, respirando el invierno en Coruña; sin embargo la insensatez de los uniformados te obliga a estar alerta y no quisieras darte el lujo siquiera de pestañear. Cruzaste el atlántico con la intención de conocer más sobre la cultura que había “predicho” el fin del mundo y ahora te ves despojado de tus objetos, tu dinero, tus papeles y por si eso fuera poco también de tu dignidad, o lo que quedaba de ella, tantas veces pisoteada. Son menos quince para la una, y sólo esperas, ansioso, ver la luz del sol.

  • Epifanía

    Encontró por fin el eje de la Tierra. Emergía, poderoso, en medio de la calle y de la gente, al alcance de cualquiera. Bendijo la ignorancia de la muchedumbre, el fracaso del sistema educativo y la obsesión de los cuerpos por alimentarse. Rugió de alegría y se aferró al estilete sobre el que el mundo gira. Si da un paso hacia la izquierda se hace de noche, si circunda el alma del planeta, de un salto atraviesa la mañana y se apodera de la tarde. Se ha convertido en el amo del tiempo, un pequeño dios con la mirada correcta. Frente a él, los hombres marchan, indiferentes y muertos.

  • GRIS.
    Llevaba todo el día buscando a su hija, entre el bullicio de la ciudad, bajo el cielo que no distinguía si estaba nublado o contaminado, el negro del asfalto se confundía con el color de sus pensamientos. Su nombre era Pedro, también conocido como ‘Piter’ para los que lo conocían desde hace años, cuando su apodo era temido en las mismas calles que ahora recorría con preocupación y desespero.
    Su hija Elena era lo único que mantenía cordial, la pared infranqueable de resentimiento que había entre él y su ex esposa. Pensaba sólo lo peor, la veía destrozada en una acera por un automovilista ebrio, la veía atrapada en un cuarto oscuro, amordazada y entre varios nudos de cuerdas, llorando, sin escape… Era imposible para él pensar objetivamente, con su hija perdida en medio de esa ciudad de violencia, psicópatas, injusticias y el cielo gris no le daba ninguna esperanza.
    Se recargo en un poste de una esquina cualquiera, viendo a la nada, rezándole a Dios, a Buda, a Brahmá, a Visnú, al mismo Alá, y hasta a Superman por encontrar a su hija sana y salva, introdujo la mano en su bolsillo, saco una cajetilla de cigarros, extrajo el ultimo que quedaba y lo puso en su boca, deseando volver a ser el ‘Piter’ de hace años que todos los criminales en la ciudad temían, encendió el cigarrillo, y miró como subía el humo gris, hacía las nubes, que eran exactamente del mismo color.
    -©Chino Killer

  • Con una impavidez que no le caía nada natural, vio pasar once autobuses. Se dio la vuelta y regresó a casa. Quizá simplemente ya no quería ir a ningún lado.

  • En el medio de la noche, el oscuro callejón acrecienta en su soledad el frío mortal que se cala hasta el centro mismo de sus huesos, helados como el metal del tubo que le sirve de sostén. El cálido fluir de su propia sangre le recuerda no ha muerto.

  • Pantalón blanco….

    En su mundo gris con la mirada agachada iba siempre, hasta ese instante, el instante en que vio esas piernas blancas, no por su piel sino por su pantalón; queriendo encontrar la mirada que llevaba puesto esos pantalones subió su rostro, pero antes de llegar, aquellos pies se apresuraron, se apresuraron por el camino, con desdén y anhelo vehemente, como huyendo de la vida, huyendo del pasado o quizá de un mal amor, siguiendo su rastro, sin medir distancias lo perseguía, lo perseguiría hasta ver su rostro, en su corazón sabía aquel de pantalón blanco era por quien había existido, era por quien había esperado, guardando su mente, su corazón, sus brazos, sus labios, su alma, todo su ser, era él, por fin había llegado tan codiciado día, había llegado la luz y el color a su mundo, sin darse cuenta hasta donde había llegado, se encontraba en un puente, puente al que pronto odiaría… aquellos pies, descansarían, presurosa por ver su rostro subió su mirada hasta su torso y allí presenció el acto que nublaría su mirada, aquel de pantalón blanco se había lanzado al río debajo del puente, había tomado una decisión de la cual no se podía arrepentir, dejando sin saber, el amor a sus espaldas, dejando sin intuir que la razón por vivir estaba detrás de él y el blanco para ella dejo de existir mientras derramaba una lagrima por un desconocido, por uno sin rostro.

  • ¡Qué difícil esto del pole dancing!

    *

    Feliz año Alberto! RW

  • Ups.. creo que puse mal mi blog..
    Me encanta cada historia que leo

  • Dependencia
    La nota decia: Por más de cuatro horas te esperé y al ver tu indiferencia no encontré otra salida… ojala leas la presente y así mismo sirva esta como una despedida definitiva.
    Hoy es el día número cinco y ella jamás acudió, la nota sigue en el mismo sitio….

  • Nadia G. G.
    06/01/2012 10:38 pm

    Observando a lo lejos se percató que la vida fluía diferente ante sus ojos, un cambio casi imperceptible en las personas, tal vez en él mismo, después de horas reflexionando reparó en la sonrisa de aquella dama, quizá una entrañable amante, abandona al tiempo inocuo de la juventud.

  • Ahora empiezo a recordar, aquí, apoyado, con mi sangre en el suelo, con mi gabán del Carrefour, con mis zapatillas para salir volao. Ella me dijo: tu estas peor tu estas en ná.
    ¿Cómo no imaginé que llevaría en su bolso un 38, Smith & Wesson, del especial?
    Firmado: Pedro Navaja

    • Y yo que te iba a poner el enlace para que participaras… dale INSOMNE, crea tu propia historia. Sorprende(me)

  • Alixia Mexa
    07/01/2012 9:42 pm

    ODRE ONÍRICO
    Solo el paraíso es nostalgia, las manchas de cualquier especie, jamás deben desesperar a un ángel. Maldito poeta!, con tu engranaje de palabras has arruinado mi día.

  • Evidencias….
    Parecía el camuflaje perfecto…..un bulto de sábanas enrolladas, podría pensarse que habían sido abandonadas en un rincón de la estancia, tan común tras un encuentro apasionado de una noche sin fin…olores de almizcle, invitando al placer, exarcebando los sentidos, posesionados por Eros….más tal impresión hubiese sido perfecta…si esas gotas aún de tinte carmesí, aroma de muerte, seguían escurriendo gritando: «muerte!»….

  • Su dolor había cesado tras la operación, el efecto de la anestesia pasó y despertó sintiéndose cansado pero bien. Parecía que la tempestad había quedado atrás, sin embargo al intentar pararse con sus dos pies le fue imposible, el dolor de la impotencia apareció al darse cuenta que por el resto de su vida ya no podría correr, tendría que caminar siempre con bastón.

  • Ya no pensaba por cuanto tiempo habia estado ahi. Cada vez que se enfada vuelan cosas por todo el cuarto, manotea y rompe. Debe quedarse quieta en su sitio, pero que es esa cosa brillante. 

  • Pero un poste, ¿es territorio?

    Apoyado en aquel poste se preguntó por qué a los perros les gustaría humillarlos tanto. Territorialidad, dedujo. Pero un poste, ¿es territorio? En tal caso, un poste incrustado sobre el trazo de una frontera pertenecería por una mitad al país A y por la otra, al país B. Y en los tratados de delimitación territorial, dicha copropiedad debería ser cuidadosamente inventariada para prevenir guerras. Además, claro, estaría pintado de un color distinto en ambos frentes y quizá catalogado en el Guinness como el único poste policromo del mundo, o como el más bello. Sería el sostén del faro que ilumina dos naciones.
    Medio minuto después de que el autor de aquella idea abordara un autobús, un perro se acercó a humillar al poste.

  • Iván Padilla Gutiérrez
    11/01/2012 9:20 pm

    No creo que esto vaya a funcionar, cada vez que algo no le parece prefiere marcharse… solo voy a esperar cinco minutos mas, ademas empieza a hacer frío.

  • El Tacho y la Nancy.

    El Tacho llegó puntual al lugar de la cita. Tenía un chingo de ganas de ver a la Nancy para decirle que ya había encontrado chamba y que ora sí ya iba a dejar de andar chupando con la bandita de la tienda. Iba bien arreglado y aunque hacía calor se puso la chamarra que la Nancy le dio en Navidad porque ella le decía que se veía reguapo.

    La neta la Nancy quería un resto al Tacho pero ella ya no creía en las palabras de él porque ya le había aplicado varias veces la misma escena: El guey la regaba y luego de unos días de hacerse el digno le hablaba por fon y la citaba bajo la señal de no estacionarse, donde se conocieron, para aventarle un choro mareador con el que lo perdonara.

    El Tacho le echó un lente a su reloj y vio que eran las 7.30 de la noche. La Nancy cumplió lo que le dijo la última vez que discutieron.

    -Pa’ la otra que lo vuelvas a hacer te voy a dejar como en la foto que te tomé cuando te regalé la chamarra. Acuérdate que las palabras se sostienen con los actos.

  • Con el último golpe sintió que se le iba la vida. Le habían roto el tabique nasal y le habían abierto la carne de la ceja izquierda. Vio su propia sangre resolverse en gotas sobre el adoquinado de la calle. Entonces se sintió caer: sus rodillas fallaron, su aliento se le escapó de entre las filas de dientes rotos. Atinó a sujetarse a un poste. Instintivamente alzó la vista: era la parada de un colectivo. Se rió. ¡Carajo, cómo se rió!
    —¿De qué te reí vo, de qué?
    No se reía de los tipos que lo habían trompeado para vaciarle los bolsillos; sólo que, en situaciones adversas, la mente trabaja de manera impensada: recordó que el transporte de pasajeros en cuestión terminaba su recorrido a la altura del Cementerio de la Chacarita.
    Título: Final de recorrido.
    Autor: Juan Manuel Valitutti

  • G. de la R.
    15/01/2012 6:03 am

    Fotografías

    Fue la última salida con el abuelo. Después, sobrevino su angustiosa falta de respiración. Fibrosis pulmonar, dijeron los médicos. Y aquí de viaje con la abuela. Fue en Querétaro o Puebla, no lo recuerdo muy bien. El abuelo siempre recordaba ese viaje…- le digo a Ana, mi futura esposa, mientras elegimos qué tirar a la basura o con qué quedarnos antes de vender la casa de mi padre, la que el abuelo compró a mitad del siglo pasado.

  • La resurreción de la Esfinge

    Con los pies hinchados, con la vejez encima y todavía sin verla, Edipo se presentó ante la esfinge. Ha pasado el tiempo, se dijeron, cada uno convertido en su propio acertijo.

  • Instrucciones para recargarse en un poste

    Como cada mes, los miembros del selecto club, recibieron las instrucciones que les indicaban cómo realizar una actividad cotidiana.
    Eran célebres las Instrucciones para llorar y las Instrucciones para subir una escalera, ésta última fue causante de varios accidentes aparatosos pues, algunos miembros, confundieron los términos pie y pie, cayendo irremediablemente hasta el inicio de la escalera en cuestión.
    Todos querían olvidar las Instrucciones para matar hormigas en Roma, en primer lugar por el derroche de gastos que se hicieron para trasladar a todos los miembros del club a la ciudad citada, en segundo lugar porque varios integrantes enloquecieron al no entender las Instrucciones. Época oscura del club que nadie quiere recordar.
    Se esperaba con ansia el día en el que recibían la carta con las Instrucciones, lamentablemente el Club perdía adeptos.
    -Esto ya no es lo que era antes –se quejaba un hombre que tenía las Instrucciones en su mano.
    -Es la administración –le contestó otro-, está escatimando en gastos, esto es una porquería, estamos en decadencia.
    Todos asentían y releían las instrucciones recibidas sin creer lo que ponía el papel:

    Instrucciones para recargarse en un poste:
    Encuentre el poste. Reclínese con un costado de su cuerpo, apoyando todo su peso en el pie que esté más cercano al poste elegido. Quédese ahí hasta que deje de sentir su pierna.

    -Quizá sean ciertos los rumores –dijo uno de los más antiguos miembros del lugar-, quizá el que escribía esto, en verdad ha muerto.

  • ¡No puede ser! ¡El niño! ¡Se me ha escabullido ese travieso! ¡María! ¡María! ¡Llevo un buen rato buscando a Manuel y no lo encuentro! ¿Qué va a decir su mami cuando venga a recogerlo! Es que yo no estoy más para cuidar a nietos. Ya le dije a Patricia que vaya con su hijo de compras. Que se lo lleve. Que no me lo deje. Que no puedo a mi edad estar cuidando a mozalbetes. ¡Manuel! Que te he pillado allí, bajo el sofá. A ver muévete. ¿Pero qué es eso? ¡María! ¡María!

  • EN MI PUEBLO

    SE ROBARON AL CRISTO de la iglesia.

    Un hombre de paja entró a la cantina. Lo echaron porque quiso pagar con un puñado de granos de maíz.

    Al cristo robado lo hallaron en una parcela como espantapájaros.

    El hombre de paja caminó tambaleante, amputado en su equilibrio usaba un bastón como prótesis de éste. Dejó gotas de vino y trozos de paja.

    Los cuervos ya no infestaron la parcela. Es un milagro, dijo la gente mirando al cristo. Nunca sabrían que ni el Espírtu Santo se acercaría por ahí.

    El hombre de paja se fue de mi pueblo, llevaba una paloma blanca en el hombro, iba comiendo del maíz que le ofrecía.

  • A ver Juanelo, si dijimos y gritamos un chingo de veces que sólo haríamos una toma de esta escena, ¡¿por qué putas grabaste la banqueta y las patas del extra en lugar de la explosión de la catedral y la pelea entre de gatas vs. zorras?!

  • Ares Castillo
    17/01/2012 1:07 pm

    -No mames- exclamo entre dientes Elhombredepantalonesblancosrecargadoenelposte al imaginar que un montón de personas desconocidas escribían ficciones sobre él, inmediatamente se asombro de lo estúpido que era pensar en ello.

  • Manuel Noriega
    18/01/2012 5:01 pm

    Ser un objeto en un mundo de sujetos es una putada.

    Tras ser utilizado por desconocidos, vejado por la Natura —de la cual, ni siquiera, soy parte dada mi artificial condición—, invisible al transeúnte; los días se suceden y las raíces que desearía echar para cortarlas algún día y ser libre, son sólo grietas de una ciudad que, de tanto desamparo, le da por temblar desde dentro.

    Hoy sería distinto: lo supe cuando aquél tipo se recargó en mí y leyó en voz alta algo de un tal Borges que me sonó familiar. Era la historia de un minotauro que encontraba, al fin, a su salvador. Algo leyó de un laberinto y de la soledad que en él abundaba. Lo más importante para mí fue saber que, si una criatura así, monstruosa como la imagino, mitad toro, mitad hombre —¿o era mitad caballo, mitad hombre? — pudo ser salvada de su encierro ¿por qué yo, que no produzco terror a nadie, que sirvo como remanso al viajero cansado, que tengo que soportar los monólogos idiotas de amas de casa enfurecidas porque su único distractor es limpiarle los mocos a sus niños, que debo permanecer impávido cuando uno de esos tipos grises me coge con una sebosa mano y con la otra excava con esmero su entrepierna, no puedo llegar a encontrar mi redentor y ser liberado de esta condición de objeto?

    Hoy sería distinto; pero no lo fue. El hombre terminó de leer y con voz apenas perceptible dijo «¡qué estúpidez!»y subió al espantoso armatoste que se alejó gruñendo y escupiéndome una bocanada de negro humo.

    Fue cuando comprendí que, en otro tiempo, los dioses maldijeron a los escritores por revelar sus íntimos deseos y recordé la sentencia fatal: «…y los heraldos de la palabra, los artífices de historias no morirán, serán eternos en un mundo en el que, poco a poco, se volverán invisibles a los ojos de los mortales; donde sus palabras insulso alivio darán pues, en ese mundo, el que revela la verdad en piedra, metal o líquido devendrá…»

    Como decía: ser un sujeto en un mundo de objetos es una putada.

  • HÁLITO DE PARTIDA
    Mi vida empieza a marcharse, siento como se desvanece mi impulso por realizar las cosas con vehemencia; mi lisiada memoria olvida constantemente como era que se tomaba el trillado camino de la cotidianidad y me veo forzado a rechazar la fogosidad con la que vivía, siéndome arrebatado el plácido sentir de los escrúpulos que trae un nuevo día. Tomo mi bastón y mí grueso abrigo blanco, y me dispuse a recorrer la casita, la que con un grandísimo esfuerzo llegué a construir con mis dos manos y contemplé por la ventana como la oscuridad se apoderaba de la omnipotente luminosidad al acercarse el ocaso, mientras se producía ese magnifico color naranja en el cielo; curioseé como crecían las encantadoras rosas rojas, con sus delicados pétalos y con su sutil forma de engalanar el jardín; adentro, volviendo a mi morada, busqué las alhajas, algunas reliquias familiares y una pequeña cantidad de dinero en un cajón cubierto de doble capa; guardé el álbum de fotografías que conserva en su interior todos aquellos imborrables recuerdos que se irán a la tumba conmigo; y dejé atrás a mi auto con todo ese sinnúmero de herramientas superfluas en mi taller, recorrí el pequeño corredor averiguando en donde se encontraba la provecta de mi mujer, y ahí se encontraba, un poco contraída en la cama siendo víctima de un profundo sueño, como olvidar la perenne recordación de la manera en la que nos enamoramos y la manera en la que la besé por primera vez, la envolví en una cobija que la guarneciese de la noche, descansa mi amor, que yo pronto lo haré para siempre. Olvidé todo por un instante y me fui a aspirar una bocanada de aire fresco, como si el tiempo se hubiese detenido. Me recosté utilizando mi bastón en la mesa del comedor, atravesando la novena década de mi vida, el último aliento, se acerca presurosamente mientras yo trato de superar el amor a la vida, pero necesito darle tregua a mi fatiga, y tratando en mí interior de mantener siempre viva la felicidad que me alimentó en el pasado en una sociedad que hoy en día es completamente sórdida.

  • Sueño de Scotland Yard
    Había estado sintiendo un extraño malestar desde el postre.
    Sin embargo, tenía que terminar este trabajo; el que tal vez me llevaría al «salón de la fama» de los detectives. No es que me
    sintiera ningún Sherlock o Dupin sólo que esta vez sentía que lo estaba
    haciendo realmente bien.
    Salí a la calle y caminé, logré mirarla unos pasos delante de mí.
    ¿Cómo podía ser posible? Esa mujer de delicada figura, rostro hermoso -femme fatale-… ella el objeto de mi investigación.
    Me detuve en un viejo poste en el que tantas veces me había detenido
    antes; el malestar de nuevo. Miro hacia un lado, pequeñas gotas escarlata caían de mi brazo izquierdo; la herida que «sus amigos» me habían hecho.
    Entré al lugar de nuestra reunión, al mismo cuarto desvencijado de tantas otras veces y la besé con tanto amor y con tanta furia que
    no me reconocí a mi mismo.
    -Sé lo que estás haciendo, Frank- me dijo.
    Sentí fuego atravesar un lado de mi cabeza

  • De pronto, suena el despertador; y tan solo estamos a la mitad de la semana. No sé que ponerme, todos los días intento lucir lo mejor posible. Francis, la de Adquisiciones nos pasa revista a todas las que llegamos, que de hecho si ella se observara un poco, tendría que hacer muchos cambios. Pero no es tan impertinente como July la de Recursos Materiales, ella hace honor a su puesto, se la pasa presumiéndole a medio mundo la ropa que compra en las mejores tiendas de prestigio, se figura tener un puesto muy redituable, sin embargo, dicen las malas lenguas que gana menos que yo. Beny la Secretaria del Jefe, es la que a todo mundo le dice gorda, claro de manera indirecta, es más delgada que un poste de señal, con un carácter de invierno, pero según su espejo, tiene derroche de lonjas; nunca para de decir cuántas calorías come al día, que si su ropa se arruga es porque los gramos no los conto, pero al final, a todas nos tocan sus regaños, por cómo combinar la ropa, como hacerle para lucir más alta, más delgada y bonita. Ya es tarde, y para variarle un poco tomo lo primero que veo, lo que me digan en la oficina, podrá pasar el día de hoy, mañana planeare mejor mi ropa. Después de todo, al llegar a la parada y estarme peleando con el bolso para sacar el dinero y pagar el autobús, solo veo aquella silueta de un viejito vestido de copo de nieve, trémulo, tembloroso, muerto de frio y apoyado en el tubo del parabús, pues no contaba con bastón para equilibrarse, la mirada triste, esperando tal vez un milagro, un amigo, una ayuda, un algo; sin embargo, es tarde y subo al autobús y después de tantas emociones juntas, siento en mi interior como una enorme bomba que vuelca mis entrañas, respiro profundo y poco a poco se van ordenando mis ideas, es así como debo entender que Francisca, Juana Benita y yo, seguimos en el mismo y patético plano, mediocre, superficial, material, apático y sin una pizca de afabilidad hacia nuestro entorno.

  • L. A. Sombra
    19/01/2012 3:29 pm

    Ah Puch

    Ha ascendido desde más allá del Chignahuapan protegido por la oscuridad, su reino, para después descender como suave brisa nocturna a tu encuentro desde lo alto del Chapultépetl haciendo ladrar nerviosos a todos los perros a su paso. Cruza la ciudad y te encuentra en la oscuridad, recargado junto a un poste. Adviertes a continuación, no sin miedo, su olor a carne descompuesta. Cuando sientes su presencia cerca de ti un auto pasa por la calle junto a ambos iluminando la escena con sus faros… Por un breve momento observas atónito, sentada y observando fijamente tus ojos, una horripilante calavera de ojos estelares encendidos como dos brasas. Un instante después ya está escondido de nuevo entre las sombras, sus fieles seguidoras. Al llegar a tu casa aterrado, tratas de olvidar el desagradable espectáculo jurándote que fue producto de tu imaginación. Después de mucho tiempo lo consigues y te duermes pero solamente para soñar, entre el ruido del choque que hacen el metal de las espadas y el filo de las obsidianas, cómo dice estar sediento de vengar el desprecio de los conquistadores y el olvido de los conquistados… Mañana, desde ti, se esparcirá hacia los demás como el polen durante la primavera hasta que no quedes tú, ni nadie, ni nada. Sólo él: Ah Puch, Popocatzin, Mictlantecuhtli, Señor de los Muertos, de la Oscuridad o como sea que quieras nombrarlo…

    Amén

    .

    • L.A. Sombra
      20/01/2012 10:48 pm

      Alberto: Una disculpa. Normalmente no me gusta corregir los cuentos para no hacerte leer de más pero en este caso noté que podía reducirse a la mitad y en esos casos, creo, como es minificción debe privar la máxima de Julio Torri(me pongo de pie): «La brevedad es la mayor cortesía que puede tenerse para con el lector». Espero haber logrado mejorar el relato en esta nueva versión. Gracias

      Atte: L.A. Sombra

      Ah Puch

      Estás recargado a medianoche en un poste de la calle en medio de la oscuridad y adviertes una presencia. La luz de un auto que pasa ilumina la escena y vislumbras una calavera sentada que te observa con sus ojos encendidos. Un instante después ha desaparecido. Al llegar a tu casa y dormirte sueñas que eres él… Al día siguiente, desde ti, se esparcirá hacia todos los demás como el polen durante la primavera hasta que no quedes tú, ni nadie, ni nada. Sólo él: Ah Puch, Popocatzin, Mictlantecuhtli, Señor de los Muertos, de la Oscuridad o como sea que quieras nombrarlo…

      Amén

  • Patricia Palero
    20/01/2012 6:48 am

    . Mudos testigos

    Cinco orificios horadados en la piedra, quedarán como mudos testigos de nuestras guerras cotidianas. Nada se sabrá del precario quirófano improvisado, de la víctima o de los anónimos afanes del recate

  • Concurso 75 (Las historias)

    Esta espera me condena, no encuentro un camino fijo, pienso que esto puede ser eterno negándome a seguir adelante. Paso de ser yo misma a una incógnita, la retórica me pide que avance a este mundo acelerado, sin embargo deseo hacer una pausa, el cansancio me castiga, me hostiga esclavizando mis quimeras. Me ahondo en mis pensamientos, a mis emociones, a mi desconsuelo y sigo aquí, varada en este lugar que me abate. La espera de ese algo añorado se ciñe más intenso en mi alma, no puedo más y sigo aquí tal vez sin un destino escrito.

    Pili González

  • Indiferente…

    Frío e insensible fui concebido. Punto cardinal de otras vidas.Soy parte de un todo y todo me agrede: El viento, la lluvia. Los perros y borrachos me orinan. Esta noche es diferente, alguién me abraza, calor, húmedad. Se aferra a mi cuerpo de acero mientras deja caer unas gotas, no sé de qué, y duerme conmigo hasta que nos separan.

  • SOSPECHA

    Apoyado a una farola de la plaza observo la ventana del segundo piso. El sombrero cubre la luz a mis ojos y ensombrece mi rostro.
    A través de las cortinas veo sus siluetas, sus lances pasionales, febriles.
    Un coche pasa con los caballos al trote y salpicando barro nocturno. Arrojo el cigarro a medio fumar y cruzo la calle, revólver en mano.
    Los goznes de la puerta se quejan cuando la abro de una patada y entro a la casa. Ella, sentada a la máquina de coser, grita y mira desorbitada. Rebusco en los cuartos, pero no lo encuentro.
    La brisa estremece las cortinas de la ventana.
    Miro hacia abajo. En la plaza, un hombre con sombrero fuma un cigarro bajo la luz de una farola.

  • QUIJOTE URBANO
    Clavo la lanza en la acera mientras de reojo contemplo los molinos de viento situados al otro lado de la calle. Dicen que me falta un hervor. Que vivo en un mundo imaginario. Que los libros de Edward Bunker, Richard Matheson y Juan José Millás me están absorbiendo el cerebro. No lo creo. Lo que me ocurre solo tiene una explicación: el hambre. Con la crisis mis colaboraciones literarias se han reducido. Mis artículos en prensa se limitan a media columna y los editores ya no me encargan novelas. Prefieren que les escriba haikus, microrrelatos y hasta tweets de menos de 140 caracteres. Dicen que se comercializan mejor, que resultan más atractivos porque se leen antes. Sin embargo, a mi eso de las historias cortas se me da fatal. De modo que ya imaginarán ustedes mi precaria situación financiera. Aun así, mi editor está convencido de que pasar hambre me vendrá bien. Los grandes genios de la literaria concibieron sus obras maestras con el estómago vacío. Según él, no comer agudiza el ingenio, te hace ver e imaginar cosas irreales. Y no sé si está en lo cierto, pero hace unos minutos me he cruzado con Juan Ramón Jiménez y le he preguntado por Platero. Me ha dicho que se ha quedado en casa. Antes de irme, me ha dado recuerdos para Rocinante, que curiosamente me espera unos metros más allá con Sancho Panza.

  • Alquimero
    23/01/2012 8:20 pm

    Hoy me siento desbordante de osadía. No sé si es la culposa melancolía acumulada, la intriga que me asfixia o los tequilas que perfuman mi garganta; pero hoy, cansado de sólo verte pasar, me pararé frente a ti y preguntaré así, sin anestesia: ¿Cuánto?
    Y ante tu respuesta callada, no me quedará más que reiterar: ¡¿Cuánto, carajo?!
    Seguramente vendrá una bofetada, una lágrima o ambas cosas. No importa, si ese es el precio de revivir en tu memoria.

  • María del Carmen Gálvez
    24/01/2012 2:37 pm

    Lo intentó, y lo hizo lo mejor que pudo. Ante el acoso constante por parte de sus padres, decidió proteger a su hermano. El suéter blanco, impecable, que mamá había remojado, dejado en cloro y posteriormente lavado era la prueba delatora del crimen: una gran mancha de cajeta, imposible de desaparecer, sería el veredicto irrefutable y sentenciador de una semana sin pan dulce. Qué decir pan dulce, cero pan en lo absoluto. Por eso lo escondió. Por eso pensó que el plan era perfecto. No contaba con las mangas….

  • Abismos

    No tardaron en acudir. Pero no había mucho que ver. Sólo quedaban en el suelo esas gotas de licor de huevo, con el que se había alimentado todo el invierno, y los jirones de la camisa de fuerza.
    La hija, que la había tenido recluida durante meses, no dejaba de lloriquear, más por la amenaza de no ver ni un céntimo de la herencia que por la huida de la abuela.
    Candela viajaba sonriente, con la boca desdentada y medio desnuda en un autobús que se dirigía, si un huracán o cualquiera otra barbaridad no lo impedía, al mar. Había roto el cerdito amarillo del nieto y se había llevado las pocas monedas, con las que el nene quería engordarlo.
    Se bajó en la última parada, fue recogiendo piedrecitas y las metía cuidadosamente en una bolsa. Al llegar a la orilla empezó a llamar a su marido. Unos gritos que parecían aullidos expresaban sobre todo el dolor de tantos años. Con el nombre de Anselmo no parecía darse nadie por aludido. Fue entrando, a pesar del frio, en las aguas que aquel día tenían algo de traicioneras. Ya antes de cubrirle perdió el equilibrio. Sin embargo, no se inmutó. Desparramó encima de las olas los guijarros que había recogido y se puso la bolsa de plástico por la cabeza, a modo de pamela. La idea de reunirse con sirenas, estrellas de mar y delfines le hizo ponerse de buen humor. De paso, miraría a ver si se encontraba a Anselmo.

  • Me di cuenta que en realidad tenía un problema, cuando entré a la pulquería y me ofrecieron un corte de cabello.

  • Anna Paola Mansi
    26/01/2012 11:31 pm

    La improvisada cortina truncaba el camino de su sangre. Lo poroso del piso deformaba las gotas,robándoles su forma circular. Del mismo modo,la dueña de las piernas truncadas me lo robó.
    Víctima del hurto,no cumplí la promesa de acompañarlo hasta el final.

  • Hacía meses que Joaquín se esmeraba aún más en complacer a su mujer, poco a poco se iba moldeando a lo que él creía que era el ideal de esposo que ella añoraba. Primero dejó el cigarro, en sus oídos resonaban las quejas por el olor que se impregnaba en las prendas de vestir y la posibilidad de que sus dientes se tornaran amarillos.
    Después fue la bebida, ya no digamos las parrandas con los amigos, las cuales habían acabado desde el día que contrajo nupcias. Dejó el ritual dominguero de beberse una chela mientras disfrutaba el fut, de hecho ya ni siquiera recordaba cuando fué el último Domingo en que vió un partido.
    Los Viernes por las tardes le compraba flores a su esposa y no me importaba si se encontraba ocupado en el trabajo, siempre hacía un espacio para llamar por teléfono a casa para decirle a Lourdes cuánto le amaba aún cuando nadie contestara las llamadas y no le quedara más remedio que dejar un correo de voz.
    Esa tarde Joaquín se sentía agobiado, con una caja de chocolates bajo el brazo se detuvo unos momentos, apoyado en el poste que quedaba frente a su casa se preguntaba porqué Lourdes había decidido abandonarlo.

  • ¿QUIEN MUERE EN LOS CARABANCHELES?

    Graciano Hernández arrastraba los tacones de los pies por la acera del Paseo Muñoz Grandes hacia arriba, dejando que el aire seco de Agosto y la inercia elevaran las punteras un mínimo, un centímetro. Le permitía sortear las baldosas peor colocadas en dirección al Hospital Gómez Ulla, donde sorteó los peores y más férreos tribunales militares de la transición española. No era viejo. Graciano componía la legión sobrevenida a los felices años de sus padres, que reproducían discos de larga duración en vinilo y se reproducían a así mismos al arrullo de Adriano Celentano y Dolores Abril.
    Graciano tomaba decidido un café lleno de agua para ir perdiendo velocidad con los minutos. Se establecía en una rutina embaldosada y penaba sus cincuenta y cuatro años por la acera de los pares, esquivando con su arrastrar las cajas que los chinos apilaban en el frontal de comercios siempre crecientes. Dejaba de lado una clínica dental que había ido llenando la cristalera del amplio escaparate hasta transformarse en una especie de kiosco mínimo, una opereta de ofertas de implantes. Sorteaba los desocupados que hacían turno
    para mirar al vacío desde la primera hora del día, dos rumanos, uno de ellos absolutamente ennegrecido por el alcohol, casi mirándole convertirse en un ser añil como los anuncios de consulta esotérica, llena de azules y negros y estrellas restallantes.
    Subía un imperceptible montículo frente al saludo del portero del 40 de Muñoz Grandes, que miraba desde el rango de su pantalón de mono azul y chaqueta de punto abotonada. Consultaba Graciano Hernández, mecánicamente, preocupado, la hora de su reloj de pulsera. Antes de salir al cegador brillo de la plazuela donde se vende la prensa tomaba el pulso a la mañana, a pesar de vivir en un mundo sin hora. Porque había perdido su trabajo dos años atrás. Recorría las calles de los Carabancheles como si se dirigiera a un punto determinado cuando, en realidad, más allá de la Vía Carpetana solamente había otros gracianos que intentaban mostrar una ocupación inexistente, digna.
    La legión, casi aniquilada por la escasez de trabajo, estaba ralentizando su pose de productiva ocupación por el barrio. Algún día se detendrían y se darían cuenta del fútil paso de oca, carpeta azul con gomas elásticas rayadas bajo el brazo.

  • Ernesto Guadarrama
    27/01/2012 2:01 am

    Sabueso

    Cuatro cuadras y seguía caminando tras ella. “El mejor culo que he visto por aquí”, pensaba, abriéndose paso entre la gente para no perdérsela. “Puedo cogerla, debe ser puta, sólo ellas usan un vestido tan corto andando por aquí”.
    La mujer se detiene en un semáforo peatonal. Hugo se acerca lo más que puede y olfatea su cabello, le cuesta resistir el impulso de tocarla. La imagina hincada, amarrada a la cama, boca abajo, sobre sus rodillas… en cada escena se figura a sí mismo eyaculando en sus senos. No le ha visto la cara pero con esas caderas no importa, luce tan bien que sea como sea querrá penetrarla.
    Ella entra en una cafetería. “Debe ser puta, cuando salga le hablaré”. Hugo espera afuera, observándola a través de los cristales. Se cubre con la chamarra para ocultar su erección. La mujer paga el café y comienza a caminar a la salida, se hace visible su rostro. “Chingada madre”. Hugo se da media vuelta. “Así no estaba vestida en la mañana, ¿por qué anda así?”. La mujer sale. Él la mira alejarse y nota que casi todos los hombres también la ven: ahora le molesta.
    Hugo continúa su marcha tras ella. Ya no le mira las caderas, solamente quiere saber a dónde va.

  • A mi mujer.
    Claro que le sorprendió lo que veía y más porque sabía perfectamente que él era el artista de esa maravillosa obra. Estaba convencido de que ese era el lugar ideal para su perfomance. Hacia tiempo lo había planeado. Ahí parado recargado se encontraba frente a su gran obra, veía como todos corrían aterrados al verla: “Tontos ignorantes, nunca sabrán apreciar la maravillosa obra que pude lograr gracias a las hermosas, rojizas entrañas de mi mujer”

  • Estropeado

    La mirada es acceso a los recuerdos. Unos son alegres, entusiastas; otros, tristes y secos, llenos de lágrimas. La mirada es un reflejo parcial de un recuerdo inacabado.
    El cuerpo temblenque y desvanecido, como está, encuentra apoyo inmediatamente. Las manos sudorosas recorren el rostro, pálido y frío, como el cuerpo y el trapo que tendidos llenan la calle. Se apretujan los curiosos: observan soprendidos, graban con celular, hablan con la mano pegada a la boca, para disimular; murmullan culpas, alertan sangre. Las manos no pueden más, se ven derrotadas por la mirada vidriosa y comienzan a llorar.
    El reflejo incrédulo es presente que se quiere olvidar. El cuerpo, las manos, los ojos, contemplan la pierna extendida y maltrecha de la niña que el trapo no pudo cubrir. El padre llora aflijido, su recuerdo quiere olvidar.

  • José Luis García Meza
    27/01/2012 5:39 am

    En ese momento se hizo presente la relatividad, su corazón latió más esa noche que en toda su vida, lo vio todo tan lento  mientras un sudor frío le recorría el cuerpo . Vio un brazo enhiesto como una asta negra, y una mano que empuñaba un cuchillo, y la hoja metálica que fulguraba como plata fina por la luz del alumbrado publico que entraba por la venta de un sexto piso.Estaba amarrado y amordazado, sus muñecas parecían abrazadas  a una pata de una cama,destendida, sus piernas estaban amarradas entre si. Miro a su alrededor poco antes de que una sombra se le acercara con un objeto brillante entre las manos, vio que era un cuarto pequeño con nada además de la cama. Cuando reconoció el objeto le entro un pánico atroz,trato desesperadamente de liberarse pero las extremidades de la cama parecían clavadas al piso.Fue ineluctable el encuentro entre el cuchillo y su carne.Cuando  vio la hoja de acero acercarse le  como una bandera ondulante sus ojos parecían salirse de sus cuencas, y su cuerpo empezó a retorcerse  con la vehemencia del que se ahoga. La primera puñalada la sintió tan fría, justo debajo de las costillas, del costado derecho y ahí fue cuando toda resistencia cedió,  luego la calidez de la sangre que brotó de la hendidura. Y así fue la segunda, y la tercera, y la cuarta,quinta,etc…cada una acompañada de pequeños sobre saltos que iban decreciendo a medida del numero de puñaladas.La ultima imagen que vio antes de desvanecerse fue la de las manos que agrandaba y multiplica la luz sobre los muros y el techo.

  • F. Alexander
    27/01/2012 6:03 am

    Y el Marqués dijo: «A ver, esto sí que está díficil: ¿Cómo hace uno para bailar Pole Dance con camisa de fuerza?»

  • En ese momento se hizo presente la relatividad, su corazón latió más esa noche que en toda su vida, lo vio todo tan lento  mientras un sudor frío le recorría el cuerpo . Vio un brazo enhiesto como una asta negra, y una mano que empuñaba un cuchillo, y la hoja metálica que fulguraba como plata fina por la luz del alumbrado publico que entraba por la venta de un sexto piso.Estaba amarrado y amordazado, sus muñecas parecían abrazadas  a una pata de una cama,destendida, sus piernas estaban amarradas entre si. Miro a su alrededor poco antes de que una sombra se le acercara con un objeto brillante entre las manos, vio que era un cuarto pequeño con nada además de la cama. Cuando reconoció el objeto le entro un pánico atroz,trato desesperadamente de liberarse pero las extremidades de la cama parecían clavadas al piso.Fue ineluctable el encuentro entre el cuchillo y su carne.Cuando  vio la hoja de acero acercarse le  como una bandera ondulante sus ojos parecían salirse de sus cuencas, y su cuerpo empezó a retorcerse  con la vehemencia del que se ahoga. La primera puñalada la sintió tan fría, justo debajo de las costillas, del costado derecho y ahí fue cuando toda resistencia cedió,  luego la calidez de la sangre que brotó de la hendidura. Y así fue la segunda, y la tercera, y la cuarta,quinta,etc…cada una acompañada de pequeños sobre saltos que iban decreciendo a medida del numero de puñaladas.La ultima imagen que vio antes de desvanecerse fue la de las manos que agrandaba y multiplica la luz sobre los muros y los techos

  • Un número más. Una estadística escrita con tinta magenta en la portada del diario de hoy que tiembla trémula entre sus manos mientras él intenta no perder lo poco que le queda de fe. Unas letras, un nombre, una historia tan ajena a ese pequeño al que le costó tanto cargar por primera vez por aquel estúpido temor paterno de dejarlo caer. Una imagen en blanco y negro tapada con una sábana sucia que sólo deja unos pies deportivamente calzados y un rastro de lo que se presume es sangre. Toma aire por la boca y busca asirse a algo, a una idea, a un recuerdo, a un poste al menos que lo sostenga para no caer. Otra bocanada para poder leer la nota que relata cómo una comisión policial grito amablemente un aviso de alto y cómo un joven con mucho que ocultar hizo caso omiso. No bastó un tiro en una pierna, se hicieron necesarias 15 balas para detenerle, una por cada año de vida. ¿En qué momento dejó de escuchar? ¿Cuándo cambió las tardes de béisbol y Parque del Este para frecuentar callejones y antros de mala muerte? ¿Cuándo pasó de robar unas monedas a sus viejos a arrebatar vidas en cualquier lugar de esta ciudad? ¿Cuándo dejó de esperarlo en las noches? La última vez que tuvo una foto de él en sus manos también temblaba, tanto que recortó el reportaje del diario y lo montó en un cuadrito: “Este es mi hijo”. Entonces ese recorte de periódico no tenía ni letras ni números magenta y no lo cubría una sábana sucia, en una mano sostenía una medalla y en la otra un trofeo mientras una sonrisa dejaba ver que ya había mudado los primeros dientes…

  • AL OTRO LADO

    Dionisio Pulido
    testigo del nacimiento de un volcán
    In memoriam
    19[?]-1949.

    Decirte que Dionisio simplemente se acobardó, sería hacer una caricatura equivocada para un hombre curtido que vive y ensueña de la tierra.

    Él se encontraba arando, con la misma entrega de quien peina a una hija, cuando, de una grieta en su parcela, brotó aquella aparición como ánima que mugía y que semejaba parir con dolores un gran circo.
    Nació entonces el volcán varón: voz en roca que mitigó con lluvias ígneas la mala sed del pueblo de Parangaricutiro y lo purgó con su agua de soles silvestres. Ya luego se apaciguó trayendo un callo al pie de la iglesia sin cura.

    Dionisio se paseaba con su bastón, quién sabe si meditando en que las semillas también crecen un tanto para el otro lado del suelo. A lo mejor sí, y por eso él, con sus cultivos, siempre prodigó vida a la otra cara de la tierra: crió al Paricutín.
    Por eso Dionisio, mucho tiempo después, luego de muerto y sembrado, se daba un tropezón vertical con la vida:

    Allá abajo se vio entre galerías, lunas minerales, climas químicos danzando lento, un sistema de acequias como arterias hipertensas y extensos techos como de caverna. En estos techos se siembran los granos de los que brotan vidas minerales hacia abajo y personas –como tubérculos rebeldes- hacia el mundo exterior.

    Tal vez Dionisio, detrás de la tierra, verá morir la última raíz del volcán y se pondrá entonces un luto gigante.

    Parhíkutini significaba, en la lengua de los inconquistados purépechas: Lugar al otro lado. Allí ahora le toca a Dionisio conquistar una cultura propia, ignorada y eterna.

  • “Me siento muy mal, totalmente abandonado. Para mí la vida no tiene sentido, me quiero suicidar” Esas fueron mis palabras, muy pocas para expresar una terrible soledad. David, mi mejor amigo, me miró sin poder creer lo que escuchaba; trató de animarme pero el bullicio en su trabajo era demasiado molesto. Dijo que mejor me vería en la noche, en la cafetería de la esquina, a las ocho. Ahí tendríamos mucho tiempo para platicar, para convencerme que yo no era el solitario ser que imaginaba.

    Son las diez de la noche, David nunca llegó. Salí de la cafetería y caminé sin rumbo fijo. Ahora, recargado en un poste de la banqueta, mis pensamientos se dirigen a la pistola que tengo en la bolsa de mi chamarra…

    • Excelente historia, breve, con un profundo conflicto en el personaje principal. Y con el horizonte abierto para imaginar el fin de la misma. ¡Felicidades!

  • Se confirmaron 13 fallecidos y al menos 5 heridos por la explosión del pasado jueves en la plaza comercial San Andrés de la localidad de los Olmos en el estado de Comitán.

    Por medio de estudios antropométricos y dentales, peritos especializados identificaron ayer a Rubén Ángel Quintero de 32 años como el autor de la explosión sucedida el pasado jueves en la conocida plaza comercial.

    Según una fuente oficial, alrededor de las cinco de la tarde, un hombre con chamarra gruesa que esperaba parado recargado en un poste, fue visto discutiendo fuertemente con una mujer que se presume era su novia. Una cámara de seguridad tomó un video en el que se muestra cómo el sujeto la abraza para someterla y luego acciona una de las granadas que llevaba ocultas bajo la chamarra.

    Locatarios pidieron el apoyo de los bomberos y de la cruz roja. Los heridos fueron trasladados al Hospital General en donde dos aún se reportan como graves.

    Por medio de un comunicado, el gobernador Miguel Maaz informó hoy a la prensa que la policía aún se encuentra recabando información para esclarecer los hechos. El gobernador lamenta lo ocurrido y niega que aquello sea un acto del crimen organizado.

  • No sé que ha pasado con este retraso, aunque me alegro porque así puedo publicar mi historia, espero que sea tomada encuenta para el concurso:

    Carrusel

    Doce caballeros perfectamente alineados dentro de la circunferencia esperan a ser cabalgados por su jinete. En la taquilla un cortés corcel recibe con una sonrisa a los pequeñines que vienen por su boleto. En la línea detrás de dos ponis, hay un potrillo asustadizo acompañado de su mamá. Tiene miedo de las caras de los caballeritos, aunque se supone sonrien, las bocas exageradamente abiertas, muestran todos los dientes como si estuvieran relinchando y los ojos de tan abiertos parece que están gritando. Lo que más le asusta la potrillo es el poste que atraviesa a cada uno de los cuerpos y los hace subir y bajar al tiempo que el carrusel gira en medio de la feria.

  • […] pero he aquí los resultados del concurso de enero. Recibe el premio en esta ocasión el cuento “Colgado (a una señal del bus)” de Roñas, por lo extraño e imaginativo de su planteamiento. Reciben menciones “¿Quién se […]