Esta bitácora convoca una vez más a su concurso mensual. Los interesados pueden comenzar observando esta imagen:
Instrucciones:
1) Suponer que esta imagen representa un instante de una historia.
2) Imaginar cuál es esa historia: qué está pasando allí, qué momento se anuncia, por qué, quiénes están presentes, qué hacen. No se trata de explicar la imagen, ni de escribirle un pie de foto, sino de tomarla como punto de partida para imaginar una historia propia.
3) Escribir la historia, en forma de cuento brevísimo (minificción), en los comentarios de esta misma nota.
El o los textos ganadores recibirán un trofeo virtual y serán seleccionados considerando la opinión de quienes decidan opinar. La fecha límite para participar es el 25 de agosto. Quedan invitados.
56 comentarios. Dejar nuevo
Información Bitacoras.com…
Valora en Bitacoras.com: Esta bitácora convoca una vez más a su concurso mensual. Los interesados pueden comenzar observando esta imagen: Instrucciones: 1) Suponer que esta imagen representa un instante de una historia. 2) Imaginar cuál es esa his……
Universos ignorados
Disfrutando la sensación del agua en su cuerpo, nada en la oscuridad.
Una súbita e intensa luz que llena todo, lo sobresalta. Desesperado, intenta ocultarse, pero no hay dónde huir. Las cómodas y protectoras tinieblas han desaparecido.
Desde arriba, a través de un agujero y varias lentes, un ojo, tan sorprendido como él, lo observa.
Basada en la redacción del cuento «La señorita Cora» de Julio Cortazar. (Bueno, lo intente).
Veinte años más.
Salí de ahí conmovido, la metafora puede ayudarme, soy una romántica lo ves?, asistí de nuevo pero no sé lo que significa metáfora. Y que importa?, la loca es ella y así la adoraría, otros veinte?, me dije a mí misma porque este niño no me pela, son igualitos, unos torpes, mata-peces, nos dice ella, tan entera, tan protectora, tan olvidadizo, desorganizado, no mas!, pondré esta esfera azul en el baño, ese ojo dentro de ella será el mío, le diré, y ese pez tan pequeño, simboliza a los que debo alimentar. No podrá resistirse (supuse desde la sala viendo como sostenía eso que parecía un juguete), el reto es interesante, consideré; si la familia de peces crece, seguiremos juntos, los tres pensamos, veinte años más.
No dejaba de sentirse observada. Este ojo artificial, vidrioso, venoso, inserto en esta horrible pecera artificial le recordaba la torva mirada del sujeto que la había toqueteado en el metro. Gritó y gritó, pero nadie le hizo caso. Se sintió sucia, ultrajada, pero lo peor de todo, ignorada, inexistente. Lo único que pudo hacer es tirar muy lejos de ahí esta horrorosa pecera artificial. Una vez que la misma se hizo añicos, pensó en vengarse de su atacante. Lo esperaría al día siguiente, abordando el tren en la misma estación donde fue asediada. Cuando el cernícalo vuelva a posar su mano entre sus nalgas, ella estará presta con un “cutter”, para voltearse y rebanarle la mano, y si le da tiempo, clavárselo enmedio de las piernas a su agresor. No le importaba ir a la cárcel, sólo quería cobrarse de la manera más cara la afrenta sufrida. Nunca más volvería a ser invisible.
Ahora que ya no está conmigo, Renata está más presente que nunca.
Dicen que morir es un estado transitivo; el purgatorio al que tarde o temprano estaremos abordando.
¿Renata, tú que opinas? ¿tantos años han pasado ya? ¿Si tu cuerpo ya dejó este mundo, ocuparás este recuerdo, antes de arribar al paraíso?
La mirada es un acto tan obsceno que sólo un pequeño animal de cerebro poco desarrollado tolera su peso sin perder la inocencia.
Cochina conciencia
El dia avanzaba y ya no habia poder humano que detuviera aquella cita que se habia apalabrado dias atras, por primera vez Hector tenia la estupida necesidad de sentirse amado por alguien que no le pasara quejas, que no le negara el sexo, todo estaba listo para la gran noche, la mentira perfecta habia funcionado y sin embargo algo lo observaba desde sus manos sudorosas y le hacia sentir un hueco en el estomago, ese hueco que alguna vez le hizo saber que con aquella mujer se casaria, porque era tierna y respetaba su punto de vista y pensaba que el sexo era mas que placer y eso te enamoro, que hacer entonces? esta cochina consiencia no deja de observarme, ha pasado la hora pactada y tu esposa te pregunta si no iras a tu junta, le dices que se ha cancelado, se alegra y te besa con ternura y de un golpe te liberas de esa pesades en las manos, una vez mas gano tu conciencia.
Ella estaba sentada, oyendo la parvada de voces, el reventar elástico de la música que sonaba. Él estaba en otras latitudes, en otros planetas perpendiculares que aunque giraban parecido, estaban estáticos, expectantes. Aun así, separados, escribieron exactamente los mismos versos, al unísono, letra por letra, segundo a segundo: el cuatro de marzo de un año que sigue corriendo los dos llegaron al punto final.
El niño entró a la tienda con el dinero preparado en la mano.
El vendedor lo miró y sonrió: – ¿Qué buscabas? –
– Quiero un pececito amarillo igual al de la vidriera – dijo señalando hacia atrás.
El vendedor volteó hacia una repisa que estaba a su espalda, tomó uno de los peces y se lo alargó al niño a la vez que tomaba los billetes, la expresión de horror del niño le llamó la atención.
– ¿Pasa algo malo? –
– ¡Hay un ojo adentro! – gritó el niño presa del terror.
– No te preocupes, el ojo es gratis. –
Excelente. Voto por este. ¿Cómo se vota? Voto por este.
De eso no tenía duda. Sus conquistas amorosas, su éxito en el trabajo y muchos otros logros, se debían a ese burdo objeto plástico, a esa cháchara.
Ella lo mostraba a sus víctimas como por accidente, y cuando le preguntaban por el origen o la función, ella apretaba los labios, como avergonzada, y lanzaba una mordida hipnótica con los ojos. El resto era palabrería para evitar una respuesta directa, y desviar la conversación hacia donde ella quería.
El truco era la oportunidad. No podía salir sin él, ni dormir sin él. Debía tenerlo cerca para tender la canrnada siempre que existiera la posibilidad. De noche, tuviera o no comañía, lo empuñaba para mirarlo, lo dejaba en la mesita de noche. Todos sus sueños eran de ese ojo mirándola, como tendiéndole una trampa.
¿Cómo explicarle a Alexia?
Sé que Alexia no lo entenderá, porque últimamente no escucha razones. Por eso, en vez de discutir con ella, yo iba a cada tres meses al depósito de cadáveres y le conseguía un nuevo ojo. Alexia era feliz, nadando a gran velocidad en torno al ojo, generando con la fricción la luz que mantenía su esfera iluminada de día y de noche. Yo se lo expliqué muchas veces: no era necesario cambiar el ojo tan seguido, no se agotaría su capacidad de generar luz. Pero ella me ignoraba y seguía nadando a toda velocidad, acariciando la pupila con su cola; era tal su placer al hacerlo, que las agallas se le ponían azules, y la esfera se calentaba como un foco de 60 watts. Yo se lo dije, todas esas visitas a la morgue nos causarían problemas. Así fue: un día se dieron cuenta, y me siguieron hasta el café de siempre. Escondida en mi gabardina, Alexia ya nadaba con intensidad en torno a su nuevo huésped, el azul intenso de la luz trasluciéndose bajo la tela. Llegamos al café, me senté en la mesa de siempre, pero antes de pedir mi capuchino y mis molletes, se me vinieron encima y de un solo golpe me cortaron limpiamente la mano derecha, que se quedó crispada sobre la esfera. Me sacaron del café a rastras. Herido, con el dolor punzante en mi muñón, oí los gritos de las meseras pero mis ojos se concentraron en mi mano mutilada, y en Alexia que giraba veloz, extasiada, indiferente alrededor del ojo, bañada en una luz impecable y serenamente azul.
Imaginación y creatividad, muy ingenioso, divertido y breve. Casi sentí lástima cuando los agentes se lo llevaron en un río de sangre.
Felicidades
«Echar el ojo»
Como cada vez que voy solo, me asignaron la mesa número cuatro, mi favorita en dichas ocasiones por la amplísima vista que se tiene del restaurante desde ahí. Así aprovecho para satisfacer una de mis necesidades ociosas más importantes: echarle el ojo a alguna bella mujer.
Me acomodo, ordeno algo para comer que sea delicioso pero que no estorbe y mantengo el ojo a la mano por si aparece alguna que valga el esfuerzo. Pasa una morena que…lo ameritaría si no fuese por su espantoso cabello, una gordita que…no. En eso llega la mismísima Venus directita de Citeres que se convierte en el blanco perfecto: preparo el ojo en mi mano mientras calculo la distancia y los posibles obstáculos para que mi lanzamiento sea atinado y aquí va…
y así fue que con mirada fresca en mano decidió que, harto de falsas modestias, invadiría Rusia.
—A veces me pregunto si no será que el universo no es más que un ojo, o un pez, atrapado en una esfera de cristal —dijo mientras contemplaba las nubes.
—Es verdad… te encanta decir puras pendejadas.
Genial, el mejor lejos.
10 pesos. Una pelotita. Diseños varios. Una maquina infantil. No decido… actúo. 10 pesos. Cae la pelotita. Bota y rebota. La sostengo. Un espía. Su mundo. Mi mundo. Todos me observan. Saben quién soy. Juego. Todos mueven la cabeza. Sólo al pez le vale madres mi vida. 10 pesos. Cuchillo. Incisión. Agua. Destruyo el ojo. Todos ciegos. Yo también. Al pez… le vale madres.
EL CAMAROTE
-¿Alguna ocasión has visto peces dorados? dijo el delgado hombre de barba blanca al hombre de arriba de la litera. -¿Eh? ¿eh? contesta el otro, molesto y dando media vuelta sobre su cobija. ¿Cómo me preguntas eso? Yo ni siquiera sé de qué color es el color dorado. -Yo sí he visto uno… del tamaño de mi mano y muy brillante, tanto que apenas y podía verlo sin sentir arder mis ojos. -No te creo, dijo el hombre de arriba de la litera, tú y yo jamás hemos visto nada, no sabemos cómo son las cosas si no las tocamos y jamás hemos tocado un pez. Jamás hemos visto el color dorado. -Pues yo sí… yo sí.
Agotado por el calor, el delgado hombre de barba blanca no tarda en dormirse. El sueño vuelve a ser el mismo; un pez -al menos lo que el hombre quiere creer que es un pez- que más que nadar se desliza frente a sus ojos ciegos, lo hace sonreír. Y en el camarote nadie escucha el ruido que hace el ojo de vidrio al caer de la mano adormecida del viejo.
Jamás imaginó que su muerte no sería de forma natural, y mucho menos que sería él quien estaría presente en el momento en que el cuerpo fuera desmembrado.
Siempre estuvo al tanto de los deseos de su padre con respecto a su última morada; sin embargo, él sabía cuanto amaba a su compañero de solitarios días.
Fue por ello que decidió pasar por alto su último pedido de ser incinerado y metió la única, y más importante, parte que quedaba de él junto a su querido pez en ésa pequeña esfera.
De esa forma, y para siempre, su padre estaría con su pequeño gran amigo y él tendría, en todo momento, acceso a la importante entidad financiera donde su progenitor tenía depositado todos los millones que siempre le negó.
Si, seguro que eso es lo que quiero!!
Y diciendo eso, él cerró los ojos y apretó con su mano esa extraña esfera que la mujer le había dado.
-Pues tú sabrás… Decía esa vieja mujer mientras apuraba el café con leche que había ordenado y que a esas alturas ya estaba algo frío. Esa misma mujer que tenia fama por su poder de cumplir cualquier deseo.
Él, después de tanto buscarla y rogar por una cita, pudo lograr hablar por teléfono con ella y explicarle que era urgente que lo ayudara. Tal vez fue la urgencia en su voz, la desesperación agónica de sus palabras o quizás, el pago por demás generoso que ofreció pero al final lo cito en una cafetería del centro de la ciudad y le pidió que llevara bien claro su deseo, ella se encargaría del resto.
La mañana de la cita, ella le pidió que le dijera en voz baja y con todo su corazón su deseo. Así lo hizo al tiempo que la mujer dibujaba una mueca y le cuestionaba si estaba realmente seguro de eso.
Al comprobar su afirmación y terminar su bebida, dejo a aquel hombre en la mesa apretando la esfera que traería a la realidad su sueño; así, se fue acompañada del generoso pago al tiempo que pensaba: ¡Que manera de desperdiciar un deseo… Y todo por ver a Mexico campeón del mundo!!
Tuve que poner tu ojo en una esfera de neón para evitar que perdiera su belleza. Está acompañado por el pez que criamos juntos. Tus manos las tengo prendidas dedo por dedo de la máquina de cocer de mi madre, les puse un hilito dorado y encaje para no olvidar que eran piadosas. El otro ojo lo perdí en el ajetreo, pero conservo tu cráneo atrás de la Virgen de Guadalupe. Tus piernas y tu sexo hermano, los llevo tejidos a mi cuerpo, debajo de estos vestidos grises que guardan mi castidad. Hoy tengo algo nuevo en qué entretenerme, se llama Rogelio como tú y juega cada noche con la esferita neón del ojo de su padre y el pescadito eterno que le sonríe. Somos felices Rogelio, somos una buena familia y nuestra sangre nunca se va a perder.
Se encontraba tomando una bebida, tranquilo como siempre. No tardó mucho en notar un extraño juguete en la mesa. ¡Ah, pero si era la famosísima esfera esa que cargaba siempre su hermano consigo! La observó unos momentos, le parecía curioso que dentro se encontraran un pez y un ojo. Combinación inusual. Justo cuando iba a catalogarlo de infantil notó que la pupila del ojo se dilataba (incluso parecía pedir ayuda), y allí, en ese singular instante, entendió la fijación de su hermano por mantener siempre contacto visual. En cuanto al pez, adorno quizá.
Reivindicación fetichista
¡Es que estas cosas no le pasan a gente como yo! Entienda que a quienes todas las mañanas apachurran en el metro tratando de llegar a un empleo en el que le dan trato de burro maicero no se le aparece el Espíritu Santo en una cochina pelota china. ¡Y encima pirata! Ni siquiera se como le hace para hablarme sin que nadie más lo escuche, ni como fue que me convenció de venir a este cochino restaurante. ¡Ya le dije: Yo no creo en estas cosas! No soy ningún pendejo, yo leí a Darwin y se que los humanos evolucionamos de los changos. ¡Ya cállese! Aquí lo voy a dejar, con todo y la bomba que dizque está abajo de la mesa para matar a los científicos de la mesa de la izquierda. ¡Atentado anarquista, si cla…
El regalo
Cuando Luisa llegó a casa de su abuela, emocionada por la fiesta de su séptimo cumpleaños que se ofrecería esa misma noche, lo primero que hizo fue mostrarle una pequeña caja de cartón común. Su carita mostraba la expectación que le provocaba enseñar su precioso contenido. Dispuestas como esferas navideñas permanecían en reposo, silenciosas en espera de ser obsequiadas _¡Mira abuela, son pelotas transparentes que voy a dar a mis invitados! Son mágicas, tienen luz y una sorpresa en el interior ¡Ya sé para quién va a ser cada una! Esta es para mi prima Regina, y esta para mi prima Marifer, y esta otra para mi amiga Paulina. _Pero ésta, es la más especial de todas. Dijo mientras acariciaba una que encerraba unas extrañas figuras en el interior, un globo ocular con el iris de un azul tan perfecto como escalofriante y un pequeño pez que giraba hipnotizado alrededor. _Ésta es para mi primo Ángel, para que yo siempre pueda ver en dónde está.
LA MANO AMIGA .
Después de masturbarme con la foto de Lulú recordé cuando le dije que nos echaramos un sesenta y nueve y ella dijo :
– Ni que estuvieras tan bueno , cabrón .
Desde esa vez me tuve que conformar con oler el perfume de su cuerpo en esta pequeña réplica de ella en traje de baño .
Accidente con un milagro
Él es el único comprador de garage que sabe que lo que tiene en la mano no es una pelota rellena con un pez y un ojo sino un trozo de un choque entre viajeros en el tiempo; algo similar pero menos fatal al evento de Tunguska en 1908; algo que guarda una relación con su nacimiento, que el hombre aún no ha descubierto, pues no puede recordar su primer viaje fuera de la matriz, cuando dejó a su madre devastada, cuando por azar o por el Espíritu Santo no llegó a un basurero al atardecer como tantos otros embriones en su primer y último viaje. No. Él llegó puntual al útero de María.
¿Un vistazo?..
Y pareciera que los segundos eran horas y las horas días…
…Se convirtió justo en aquel pececito mientras el la miraba… atrapados en esa bola de cristal llena de colores donde cada color reflejaba un sueño, un intento, un motivo… solo eran ellos… y ella, ella lo imaginaba justo en el sitio donde el no podía estar, solo veía aquel ojo, lo contemplaba mientras su mente lo dibujaba, lo imaginaba para ser precisos y solo encontraba esa mirada ,el la veía, todo era un abismo, la sentía… era esa visión confusa esa sensación de saber que lo que tenía frente a el era un sueño, un anhelo, en esa esfera estaban solo ellos dos en la mano de aquel mundo .. todo era un misterio y el reflejo de su belleza se perdía con esa mirada, la inercia los arrastraba, intentaban sin lograr hacer mas corto ese lapso … o mas largo tal vez, no podían negar aquella intranquilidad..
Ella lo invitaba a navegar contra la corriente sabía que ese silencio dolía y aún así… el el solo la observaba…
Poder al fin suprimir el trayecto, la rutina del pasillo a la puerta, atravesar la historia, detener el tiempo en su naufragio, sentir la quemadura de los días, el tesoro a tientas, la esfera azul que es el abuelo mismo, llevarme conmigo al abuelo.
Pasó veintidós años empolvándose en la mesita sin brillar, y ahora que lo hace sé que están muy cerca; yo tan seguro que estaba de que ya me habían dejado en paz, ¡y tan tranquilo estaba que hasta me casé! Ni qué hacerle, igual ya me estaba enfadando de la vieja y los chiquillos.
Hoy mismo empiezo a empacar, porque resulta que el agua no los detiene, sólo los vuelve más lentos. Hombre, yo ya no estoy en edad para estas cosas, uno se cansa de pasar la vida huyendo.
Las arrugas de la mano del pescador se estiran sobre la esfera.
–Inútil y fría como tantas porquerías que trae la red desde el mar. Tres sardinas y este pedazo de vidrio… La cena no alcanzará para todos.
ADIVINACIÓN
En algún lugar de la ciudad donde las historias fantásticas no escasean, porque se dice que la gente se detiene el tiempo suficiente como para escuchar o ejercitar esa facultad que se pierde en un exterior donde la vida exige consumir cantidades de información.
Un joven entra y se sienta a comer. Y escucha:
– Es imposible aceptar la idea de los multiversos.
– Talvez si tu esposo pudiera ser más humano no tendrías estas dudas.
– Quizá cuando todo pase, entenderemos por fin lo que sucede.
– Cuando alguien habla con «porqués» sólo dice pura porque-ría.
– En mi futuro está ser lo que mi madre ha soñado.
– En un mundo diferente tendrías la razón.
– La evidencia está frete a tus ojos.
– Cada vez me convenzo de no creer en los demás.
Aquel joven busca en su bolsillo y saca una bola de cristal, la mira.
Después la entrega al comensal de al lado y le dice: «Cuando veas lo que has querido ver, regala la esfera».
El joven se dirige a la puerta, pero alcanza a oír:
– ¿Que significará este ojo con el pez amarillo?
Bondage and Cosplay
Es el siglo del cómic y el sexo sólo se transforma. Un hombre vestido del Guasón, de gran sonrisa y cabello verde, acostumbra a llevar un gran ojo eléctrico a todas sus citas, para sentirse vigilado en todos sus actos. El gran ojo le provoca gran placer. Otro hombre, atado de manos, vestido de Batman, se inclina, y es penetrado por un frenético Guasón, que se carcajea exageradamente. Al final, aprieta con fuerza el gran ojo, le recuerda a un dios eterno, vigilante y muerto.
Jeje, ¿te acuerdas? Sí, sí te acuerdas. Porque eres como yo. Tú y yo de todo nos acordamos siempre. Pero de lo que podemos ver, nada más. De lo que podemos escuchar, nada más. De lo que podemos sentir, nada más. Y ese día, hace más de 20 años, te acarició una brisa porque estabas más cerca de la puerta. Y mientras el de la tienda me cobraba la pelota, tú te distraías para siempre con la figura de sombras que se paró en el marco y yo nunca vi más nada.
La esfera luminosa rozó el techo de la cafetería antes de que cayera en sus manos. “No es lo que acordamos”, le dijo Madame, “pero estoy segura de que el buen Frank me lo va a agradecer un día”.
Jaime se puso rojo de rabia. Apretaba aquel juguete extraño aún más fuerte que sus dientes. Probablemente Madame lo había visto contar monedas sobre la mesa de la cafetería mientras esperaba. Se arrepintió de ser tan barato, de no haber resistido la tentación de comprar aquel televisor. Tan tonto él.
Ahora, ¿cómo demonios le diría a su esposa que estaban embarazados de un científico loco?
Entré por el lado equivocado y tuvieron el descaro de sólo indicarme la escalera que me llevaría a la verdadera área de emergencias. Pero ya estando ahí ellos se encargaron de todo, en especial de mi tarjeta de crédito. Mi mano, libre al fin, todavía conservaba la forma a la que me aferré durante el largo camino hasta el hospital. Me dejé devorar por la cama y sentí las delicadas agujas del corrector escalando mi rostro. Que los expertos hicieran su trabajo.
Cuando todo terminó, corrí hasta el espejo y vi su cabeza amarilla pidiendo comida entre mis párpados. Supe que nunca podría dejarlo, entendí la nueva, triple, vacía visión, y me pregunté si al menos habían dejado mi ojo en algún acuario.
POKEMON
¡Ojodepescado, yo te elijo!
Jajajajajajajajajjaja Muy buena, muy buena. En el momento preciso.
A mí también me sacó una carcajada.
EL HECHIZERO Y EL BULBO
La cualidad de aquel libro, con negras pastas de piel gastada y oscuros grabados, es que era mágico y como tal, cumplía algunos deseos. Shatz lo consiguió casualmente, entre un montón de objetos anticuados que se pusieron a la venta cuando murió la vieja señora Ruth. Le gustaban los libros así, antiguos. Los prefería a las nuevas ediciones sin historia y sin esas ilustraciones oscuras y llenas de personajes trágicos o aberrantes. Cuando lo compró nunca imaginó las cosas que podían hacerse con él, así que lo llevó confiado a su casa y lo puso dentro de sus otros preferidos para disfrutarlo a media noche, que era cuando gozaba mejor de ciertas lecturas, acompañado por las velas que provocaban con su luz sombras vivas y danzantes alrededor suyo.
Llegada esa hora, hora favorita y esperada, Shatz se sentó en su sillón y abrió al azar el volumen. Las bujías encendidas le daban al agua del viejo Flipo, el pez dorado, extraños reflejos de ópalo, traslúcidos y ondulantes. Lo primero que observó al bajar la vista, fue el dibujo de un viejo mago con sus cinco largos dedos de la mano izquierda extendidos hacia una pequeña esfera de cristal puesta sobre una mesa oscura. La página reseñaba “sueña y recibe si en la mandrágora confías”; la segunda mano, se mantenía cerrada sobre el pecho del Merlín mientras su dedo índice se extendía al lector como invitando a seguirlo. Shatz tocó con su dedo el del hechicero siguiendo un impulso, al tiempo que la lluvia rompía brutalmente el silencio de la noche. Sería el ambiente, o la hora o simplemente la mala fortuna, pero Shatz pidió un deseo. El rayo iluminó la estancia espectralmente entonces. Con aquella luz azulada pudo notar que al fondo del dibujo, a los pies del mago, se encontraba la planta mencionada en la cita, con su follaje por cabello, danzando con su contrahecho cuerpecillo, similar al de un humano, y que parecía mirarlo reclamando su atención. Nuestro asombrado lector tocó de nuevo el grabado, ahora sobre el espectral bulbo y se quedó dormido al instante.
Cuando el día llegó, pensó que había tenido un mal sueño. Se levantó de un salto y se dirigió a sus deberes consciente de lo tarde que era cruzando el pueblo con prisa. Aterrorizadas, las personas gritaban al verlo; se apartaban y corrían. Fue hasta que llegó al arrollo cuando supo el porqué. Al bajar la vista vió reflejado en sus aguas a un monstruo y recordó con espanto e incredulidad su deseo: había querido ser nada menos que ¡un cíclope!, capricho debido a las constantes y amadas lecturas de Homero y que por su mórbida imaginación y las malas artes del viejo mago, se había transformado precisamente en eso. Supo, cuando regresó a casa y abrió desesperado el libro, que su otro ojo se había quedado atrapado en la bola de cristal de la mesa y que desde allí le miraría eternamente reclamándole con sus venas hinchadas su esclavitud dentro de la bola y del libro. Notó también con horror que un sinfín de pequeñas esferas que no había distinguido claramente la noche anterior, se empolvaban en una repisa que estaba atrás del hechicero al tiempo que éste sonreía macabramente. Un escalofrío recorrió su espalda al imaginar los contenidos pagados como precio en cada deseo pedido al grabado por las manos de quien había tenido al libro antes que él. No pudo dar marcha atrás para volver a ser como antes por más intentos que hizo.
A pesar de lo trágico, la historia no tuvo un final triste. Shatz se incorporó a Barnum, el circo; para ser un fenómeno más y como se sabe, recorre todavía el mundo asombrando a quienes se atreven a verlo. No la pasa mal, pronto será rico. Lo que no pudo explicarse, fue por qué el viejo Flipo estaba también dentro de la bola. Un capricho de la mandrágora seguramente. Quizá le aburría estar a solas con el viejo mago y con los horrores decadentes contenidos en las otras esferas.
«1814»
Recorrió el pasillo hacia a la morgue en compañía y con la ayuda del empleado en turno: un hombre alto con bata blanca y percudida. Un olor laceró su nariz, era una mezcla de químicos y pudrición dulzona que de inmediato se transformó en un sabor asqueroso. Empezó a salivar. Para evitar las arcadas contó de forma mecánica sus pasos: quince, dieciséis, diecisiete y logró controlarse. A cada número lo secundaba el click metálico de la punta de su bastón al chocar con la pared: resonando, subía y serpenteaba a lo largo y ancho del corredor. El eco del bastón se difuminó hasta desaparecer: habían llegado al depósito de cadáveres.
El formol eclipsó por completo la hediondez inicial, y el frío, libre, escapaba por las celdillas de los refrigeradores que resguardaban los cuerpos. Se colocó de frente a las gavetas mientras el hombre alto, con su bata acartonada, murmuraba un número, el 1814; pero él no lo sabrá, ya que se encuentra concentrado en refrenar el temblor de manos. Respiró profundo al mismo tiempo que el cajón con el cadáver 1814, deslizaba sus rieles hasta quedar expuesto como lengüeta plateada.
El empleado abrió la mortaja y acercó al ciego para que tocara el cuerpo. De inmediato supo que era ella. Su mano derecha palpó con avidez la cara fría, se detuvo en la cuenca derecha y sintió, a través del azul profundo de ese ojo, la inmediatez.
El Kare-kane
Dicen que las sirenas usan como jabón a cierta especie de pez. Particularmente el Kare-kane, que deshova en el Río Amarillo. Sus crías, del mismo color, parecidas a un pedernal puntiagudo, son transportadas por las corrientes marítimas hasta llegar al Pacífico. Luego cruza el Canal de Panamá por entre buques y cargueros y llega al Atlántico, al Mar de los Sargazos. Ahí se alimenta, crece hasta que su piel pinta tres líneas que apunta hacia sus ojos, y se reproduce, generalmente entre abril y mayo, cuando tritones enviados por Neptuno colectan cardúmenes.
Ellas pisciformemente se dejan remorear por los Kare-kanes al caer la tarde, para que el sol tinte sus cabellos. Ellos les mordisquean cariñosamente los pezones y ellas ríen, se sonrojan. Luego, el Kare-kane mira fijamente a la sirena, como si quisiera enamorarla y comienza a emitir una tonada en determinada frecuencia hasta agonizar y si algún perro llegara a escucharla ladraría, encantado de contento. La melodía entonces paraliza a la sirena y restira su piel. Ellas besan al Kare-kane para infundirle un poco de vida: es necesario llevarlo al agua dulce, a un río, a una poza, a un charco. La carne de los Kare-kane muertos se transforma en arena y su esqueleto de oro es ocupado como peine por ellas.
Aquellos que han atrapado un Kare-kane los encierran en una bola de cristal para lavarse el cuerpo, el alma, los ojos con los restos del pez muerto. Dicen que quita el mal de ojo. Que elimina las bacterias. Que deshace las arrugas. Que su perfume supera a una caricia. Que luego del baño se terminan las penas y el mal de amores y que quien consume dos espinas de su esqueleto puede vivir sin comer durante cuatro años. Pero es sumamente adictivo. Tanto como la belleza, como el canto, como la mirada profunda, océanica de una sirena.
Mal de Ojo
La niña lo miró desde su pequeña estatura en esa clara noche de San Juan. Dicen que es la noche mágica por excelencia en todo el año, pero él nunca dio mucho crédito a esas cosas.
La pequeña le hizo señas de que se inclinara para hablarle y entonces le susurró al oído:
— Tú también lo tienes.
Sacó de su bolsita amarilla con florecitas azules bordadas una esfera que contenía sólamente un ojo vigilante y un pez. Mientras el la sostenía, la esfera comenzó a ejercer fascinación en su conciencia.
La niña volvió a susurrarle al oído.
— El Mal de Ojo. Con esto te curas.
La niña le dio la espalda y se alejó saltando con cada pasito que daba.
El hombre miró la esfera y súbitamente se asfixió nadando en contra de una dolorosa corriente de imágenes que atravesaron po su mente. Supo de inmediato que eran cosas del pasado. Algunas eran del presente. Pero el terror lo hizo su presa cuando descubrió que algunas de las imágenes pertenecían a pasados que nunca ocurrieron y a presentes que no estaban ahí. Por supuesto, con ellas venían las visiones de futuros inimaginables de consecuencias extrañamente felices o infinitamente catastróficas.
Con un horror visceral soltó la esfera que se fue rodando cuesta abajo. Él se sintió como un pez rescatado de una corriente a contraflujo. Por breves momentos el alivio fue infinito.
Pero la pequeña, que aún no se había perdido de vista, se volvió hacia él y lo miró reprobatoriamente. Negó con la cabeza un par de veces. Le dio la espalda y se alejó caminando desanimada.
Entonces él comprendió. Trató de correr tras la pelota pero era demasiado tarde. Se había hundido en la oscuridad de la noche.
Hoy él, que nunca había sabido de su mal de ojo, sufre de todos los síntomas. Pero el peor es la sed incontenible de ver lo que no existe. De ver lo que no será porque hoy no es pero podría ser…
Es esa sed la que lo mantiene rondando la calle donde su cura se perdió para siempre.
¡Vuélvete responsable! … ¡caramba!
¡Vuélvete responsable, por favor, mhijito! le rogaba con su voz temblorosa la viejecita a su nieto Juanito cada vez que éste se salía a jugar con sus amiguitos. ¡Vuélvete responsable por el amor de Dios! ¿porqué no te compras una mascota para que la cuides? le rogó un día… Y Juanito ese día solamente la barrió indiferente de arriba a abajo con la vista y, sin chistar, se salió a jugar con sus amiguitos azotando la puerta. ¡Vuélvete responsable, carajo! Le gritó exigiendo un día ya enojada y como el niñito no le hizo caso con muchos trabajos se salió a la calle y le compró un pececito en el mercado, mismo que Juanito ignoró olímpicamente. ¡Vuélvete responsable y por lo menos dale de comer a tu pez, él también tiene hambre, chingao! le gritaba exigiendo la abuelita cada vez más enojada a Juanito después de cada comida. Y Juanito nada más veía cómo la abuelita temblando, pues apenas si podía moverse, le daba al pez su diaria ración de hojuelas, tirando algunas al suelo debido al temblor de sus manos y Juanito, ese irresponsable Juanito, sin chistar se salía a jugar, azotón de puerta mediante, con sus cuates. ¡Por última vez… Vuélvete responsable… ya se terminó el alimento para peces y me duelen mucho las piernas para salir a comprar más… por lo menos échale un ojito a tu pez cuando acabes de tragar, escuincle… jijo… de tu chingada madre… o te va a pesar en serio! gritó la abuela casi llorando y caminó con paso tembloroso ayudada por su bastón para bloquear con su diminuto y enfermo cuerpecito la puerta y con ello evitar que el rebelde nietecito ignorara su petición de hacerse cargo de la mascota y no salir a jugar con sus amigos. Y Juanito, considerando que ni era su pez, ni su problema pues él no lo había comprado, ni siquiera lo había pedido y de plano ni le gustaba ese asqueroso animal causante de que lo regañaran todos los días… se sentó a comer y acto seguido para no seguir escuchando a la fastidiosa abuelita decidió subir a ver la tele para al terminar ver si a ella ya se le había pasado el coraje y podía salir a jugar, azotando la puerta, como de costumbre. No pudo salir como todos los días a jugar con sus amiguitos porque mientras veía la televisión sintió que le daba mucho sueño, muchísimo sueño… cuando despertó tampoco pudo salir porque… estaba amarrado de las manos y los pies a la cama…le dolía muchísimo el lugar donde una vez tuvo su ojo derecho y con el ojo izquierdo apenas podía ver la imagen de una pecera que se acercaba temblando a su ojo sano y luego se alejaba también entre temblores. En cuanto recuperó un poco más la conciencia y pudo más o menos ver notó en el interior de esa pecera a un pez dándole mordidas y escupiendo muy fuerte (quizás hasta con asco pues no eran sus acostumbradas hojuelas) pedacitos de ése su faltante ojo derecho y lejos, muy lejos escuchó la voz de su abuelita, esa desgraciada perra que, al fin victoriosa, le mostraba con su temblorosa, diminuta y enjuta mano la pecera con el maldito pez adentro alimentándose con su ojo derecho – apenas caía en la cuenta, pues todavia estaba aturdido por la droga que tenía la comida – y le decía entre tos y carcajadas: ¿Ya ves… cof, cof …cómo al final…cof, cof… no era taaaan difícil …cof, cof… ser responsable cabroncito de mierda?
El Secreto del Ojo
De entre las cosas que su abuelo dejo guardadas en el baúl de madera apolillada, Argos tomo un pergamino de trazos ilegibles que daban figura a un mapa ahora perdido y carcomido por el paso del tiempo. Aquel con el que jugo cuando era tan solo un niño y su abuelo le dió para descubrir el tesoro que había ocultado en algún rincón de los jardines de la hacienda. Argos río para sí al recordar como fué que cayó en el pozo al querer alcanzar un objeto brillante en el fondo, y los varazos que su madre le dio por andar haciendo travesuras que le ocasionaran apuros innecesarios. Revolvió las cosas dentro del baúl buscando la esfera de color azul que parecía contener a un océano en calma y que a su vez le observaba fijamente, comunicando mentalmente los vestigios que Poseidón resguardaba celosamente en sus dominios.
En la esquina del baúl, oculto con un trapo gris y mohoso estaba ese ojo marino. Frío al tacto y de superficie perfecta. Con un punto pequeño y brillante en el centro, que parecía contener algo mas profundo. Su abuelo le contó que ese objeto podría cambiar el destino del hombre al saber mas de lo podría aprender en 1000 vidas y que aún no tenía la edad para comprender que era mas que un juguete. Vio como su abuelo lo llevaba dentro de la casa, el se rascaba las nalgas a consecuencia del castigo de su madre. Hace 20 años que escucho eso de la boca de el que fuera como su Padre.
Observaba la esfera. Sin reflejo alguno y parecia ir de un tono azul profundo al negro pero siempre permanecía fijamente en el centro, el punto brillante. Cerro el baúl y la tapa hizo un sonido grave al atrapar el polvo y las astillas. Bajo ático de la habitación y hecho una ultima mirada a las pocas posesiones que conservaba Phineas, una de ellas era un relicario con la Diosa Atenea grabada en el frente. Era de plata y conservaba su pulido, parecia que vio el rostro de su madre en el. Lo tomo y lo hecho en la bolsa junto con la esfera. Volvío al jardín donde se encontraban reunidos algunos viejos amigos de su abuelo, quienes murmuraban y se preguntaban que le podrían arrebatar los bandidos a un anciano que no fuera mas que su vida.
Eso es algo que Argos se propuso saber…
CUERPO Y ALMA
Podía pasarse horas observando a sus pececitos de colores, seguirlos lentamente con los dedos por cada una de las caras de la pecera, y tararearles canciones de amor.
“Los pececitos son los dueños de mi alma”, decía cada vez que me adivinaba cerca.
Admito que eso me daba bronca, pero lo que en verdad me preocupaba era su cuerpo. Decenas de resbaladores ?como llamaba a sus amantes? lo frecuentaban. Si me atrevía a decirle algo, era yo el que se quedaba sin resbalarle, al menos por las buenas.
Un día no resistí más y la ahogué en la bañera.
Cuando los pececitos de colores comenzaron a nadar sobre sus grandes ojos, juro que se le animó la mirada.
CUERPO Y ALMA
Podía pasarse horas observando a sus pececitos de colores, seguirlos lentamente con los dedos por cada una de las caras de la pecera, y tararearles canciones de amor.
“Los pececitos son los dueños de mi alma”, decía cada vez que me adivinaba cerca.
Admito que eso me daba bronca, pero lo que en verdad me preocupaba era su cuerpo. Decenas de resbaladores -como llamaba a sus amantes- lo frecuentaban. Si me atrevía a decirle algo, era yo el que se quedaba sin resbalarle, al menos por las buenas.
Un día no resistí más y la ahogué en la bañera.
Cuando los pececitos de colores comenzaron a nadar sobre sus grandes ojos, juro que se le animó la mirada.
———
Disculpas, la subí nuevamente porque una frase apareció entre signos de interrogación en vez de rayas. Le coloco guiones a ver se sale correctamente esta vez. Saludos.
Mensaje
Paciencia, paciencia. Sólo necesito ser paciente antes de que tome la decisión de marcharme. El trato fue que nos encontraríamos en este lugar. Tengo mucho tiempo sentado alrededor de esta pecera transparente pasada de moda. Hubiese preferido el estanque al otro lado del acuario con sus cristales gruesos y las algas delgaditas que adornan bien el fondo con toques surrealistas, pero por la privacidad del asunto optamos por encontrarnos aquí.
Los peces de mi ojo marcan las diez de la noche. Yo creo que mejor me voy de aquí. No creo que los cachalotes lleguen. El agua está muy fria como para permanecer más tiempo cerca del abismo. Del otro lado me espera un ambiente luminoso sin frío y sin preocupaciones pero antes debo dar el mensaje a los cachalotes.
No, no hay rastros de ellos y el lugar está a punto de cerrar.
–Calamar, el alga por favor.
–Aquí tiene señor.
–No puede ser, cuarenta y tres escamas por una mano humana. Por Dios, las cosas cada vez están más caras. Esta vez no habrá propina.
¿Qué le digo al pulpo? El mensaje parecía ser muy importante. No es mi culpa, yo estuve todo el tiempo esperando a esos pesados.
***
–¿Has visto las noticias?
–No señor.
–Lo sospechaba
–¿Qué ha pasado?
–La regaste. Prepárate para ir a la coctelería.
!!Viene calado viene garantizado llevesé la pelota del pezojo. Sin función precisa alguna, pero sirve para la vacilada, para la broma, para el niño para la niña!!
En uno delos mundos posibles tres libros (amarillos por la humedad y el tiempo) narran con lujo de detalles cómo se libró la batalla por el Mar Medio que marcó el fin de la Tercera Era y otorgó gloria al pequeño Globo Toadfish, en cuyas aletas recayó la misión de destruir el Ojo de Salmon y acabar con el dominio del Tritón Oscuro.
Casting
Fue rechazado para el personaje en el film de Del Toro, sintió que había perdido la oportunidad de ganarse la vida con dignidad. Sin ilusiones ya, se dedicó a comer hadas por despecho.
Cartomante
– El tarot, la mano, la bola de cristal, el café, los caracoles?
– La mano, por favor
Y sus ojos conectaron y planetas alinearon, todo cambió desde ahí.
MALDICIÓN
Solía ser un quitador de ojos.
Mi profesión tuvo su principio en una maldición. Mientras nacía, me contó mi madre, entre sus manos apareció un libro, sin más. Una historia. Ella creyó estar soñando. Quizá. Leyó: la mujer jadeaba ante el esfuerzo de traer a su hijo al mundo, el doctor al mirar los ojos del recién nacido, grises, sin luz, murmuró: ciego. Al terminar de leer el relato, frente a las enfermeras mi madre llevó las manos hasta sus ojos y los sacó de sus cuencas. Cayeron al suelo rodeados de lágrimas. Mi madre murió muchos años después, ciega mientras la veía morir. Todo es un recuerdo bifurcado. Mis ojos son líneas paralelas, se encuentran en lugares distintos. Aclaro que morí hace tiempo aunque no logro definir el momento de mi muerte, dejé de sentir mi cuerpo pero no he dejado de ver el mundo o los mundos. Si leen estas líneas es porque alguien más tomó mi vista para sí, no es él quien cuenta esta historia sino yo, aunque lo ignora. El otro ojo mira a un pez amarillo y lo envuelve la mano de otro cuerpo más que habito.
Pensó que tenía el mundo en la mano, cuando la pantalla de su teléfono celular se iluminó.
Buenas noches a todos. He aquí los ganadores del concurso de este mes.
Recibe el trofeo virtual el texto «Kare-kane» de David Chávez, que crea un relato muy interesante a partir de la antigua idea del bestiario medieval (y sus aplicaciones a la minificción actual). Reciben menciones los textos de Veroberaud, Pedro Escobar y Gabriel B..
Muchas gracias a todos los participantes y felicidades a los ganadores. Mañana, la convocatoria del nuevo concurso. Saludos…
[…] noches a todos. He aquí los ganadores del concurso de este mes. Recibe el trofeo virtual el texto “Kare-kane” de David Chávez, que crea un relato muy interesante a partir de la antigua idea del bestiario […]