Concurso #66
Esta bitácora convoca una vez más a su concurso mensual. Los interesados pueden comenzar observando esta imagen:
Instrucciones:
1) Suponer que esta imagen ilustra una historia.
2) Imaginar cuál es esa historia: qué está pasando allí, qué momento se anuncia, por qué, quiénes están presentes, qué hacen. No se trata de explicar la imagen, ni de escribirle un pie de foto, sino de tomarla como punto de partida para imaginar una historia propia.
3) Escribir la historia, en forma de cuento brevísimo (minificción), en los comentarios de esta misma nota.
El o los textos ganadores recibirán un trofeo virtual y serán seleccionados considerando la opinión de quienes decidan opinar. La fecha límite para participar es el 25 de mayo.
Quedan invitados…
Etiquetas: Concurso, Minificción, notas recomendadas
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En el fondo, sabía que nunca iba a llegar. Sin embargo, sus ojos no se despegaban de la puerta del bar, como si por arte de magia pudiera hacerlo aparecer. Él sabía que ella no era “ella”. Ella imaginaba que eso no era un problema. La noche se deslizó parsimoniosa y él jamás apareció.
La situación le parecía bastante estúpida. Si lo pensaba detenidamente, si analizaba los motivos que lo habían orillado a vestirse de mujer, no entendía como había accedido a verse con su fuente (conocido como Wiki) que le prometió los secretos más íntimos de la diplomacia estadunidense . Pero una cosa era vestirse de mujer y otra quitarse la barba. Por eso afeitarse nunca fue una posibilidad. El lugar, una mala, muy mala copia de un museo egipcio, le parecía de pésimo gusto, como casi todos los lugares de Las Vegas, el lugar más artificial, del país más artificial del mundo. Apuró el Jack Daniels con soda, hasta que la vio entrar y se supo un poco engañado: su fuente era mujer e iba vestida de hombre.
XXY
Isis y Osiris resucitaron en un mismo cuerpo, el de José María. La vastedad de su ser, su lucha por el domino de la carne, se entreveía en el pobre de José María, quien confundido y embargado por una nostalgia imprecisable, hallaba un poco de solaz frecuentando téibols de dudosa arqueología.
Luces de culpa
Volvió a sentir aquella dulce pesadez, esa de la que ni un niño pequeño despierta porque siente que sigue en los brazos de su madre. Apretó los párpados: nada, sólo sentía una paz inquebrantable, incluso llegó a pensar que estaba muerto, y que aquella sensación era, nada menos, que la que describían los místicos en sus tratados, o de la que hablaba aquél cura que había gastado su paciencia y palabras un par de veces con él: la eternidad.
¡Pamplinas!-se dijo- pero si no he rezado ni un Avemaría en toda mi vida, ¿cómo es que podría estar en el paraíso?
Abrió los ojos, y no veía nada. Nada era lo que veía, porque lo que contemplaba no tenía nombre, ni se parecía a todo lo otro que había visto. Por un momento le pareció haber escuchado voces o coros, algo extraordinario, ni siquiera sabía si aquello cabía en el concepto de sonido. Todo le era ajeno. Él mismo se sentía ajeno a sí mismo. No sabía dónde terminaba su mano, o qué percibía o no por sus ojos, tampoco recordaba quién era, ni qué era lo último que había pensado. Sólo estaba ahí, ¿qué era ahí? ¿espacio? ¿qué era eso?…
Una calidez lo recorrió, entonces, reconoció quién era, dónde estaba, y hasta dónde terminaban sus pies. Abrió los ojos, y seguía respirando gracias a la máquina que hacía seis años detestaba. Desearía haber muerto y ya no seguir cayendo en aquellos vacíos en los que sólo se encontraba él.
Su cuerpo seguía ahí, inmóvil, rodeado de guardias que cambiaban cada medio día: hijos, esposa, vecinos, hermanos, amigos, todos lo miraban como si ya no existiera, siempre veía el mismo gesto compungido, y no lo soportaba más.
Quería jalar el cable y dejar de respirar, al menos así ya sabría cuál sería su destino. No estaría. Esos momentos de nada morirían, no volverían a ilusionarlo con otro escenario que no fuera el de ese hospital. Tenía que hacerlo, pero sus brazos se burlaban de él, se negaban a obedecerle, se volvía más pesados y torpes. Desistió.
La puerta se abrió, era su mujer. Lo miró con un gesto de compasión que ni un Cristo habría podido reproducir. Así se quedó una media hora. Luego, le besó la punta de la nariz, le recorrió el rostro con sus manos, que eran distintas ese preciso día. No eran cálidas como siempre, ni suaves, ni nada de lo que habían sido hasta entonces, estaban heladas, y poco a poco se alejaban de él.
Él rogaba desde su interior que le quitara el respirador y lo dejara ir. Ella, se sentó a un lado. -Guillermo, creo que no te veré despertar- balbuceó.
Dio media vuelta y se fue. Se metió a un bar y ahí esperó a Enrique para decirle que ya era libre. Pasaron diez minutos y las luces rojas la irritaron tanto que le recordaron lo que hacía 40 minutos había hecho. Pagó la cuenta, canceló su cita y volvió al hospital a firmar el acta de defunción de su marido.
¡Estúpidas luces rojas!-pensó.
Ésta había sido una foto casi inocente en comparación a lo que estaba acostumbrado a retratar; sin embargo ésta era diferente. Quería una apariencia sucia, hasta clandestina: el rojo aportaba la sordidez y la profusión de negros simplemente confirmaba su estética; estaba consciente de la silueta travesti, de esa interferencia de las tetas que bien podían ser reales y la panza que gozaba de la desfachatez. Hasta aquí todo había sido considerado por el fotógrafo, pero lo que escapaba de su entendimiento era esa barba que hasta él envidiaba. Lejos de agradarle le pareció un signo de mal agüero, de la decandencia su ya poco discurso en sus fotos, de su laxitud. Cuando tomó la foto, según su recuerdo, la cara del retratado estaba despejada.
Al revelarla, al ver el conglomerado de pelos y lo que parecía un manchón de tinta en todo su busto, al darse cuenta que ya no era el demiurgo de su trabajo, supo que la sombra que empezaba en esa pinche barba acabaría por devorar a toda la silueta de ese travesti y reflejar, ya sin cuartel, lo que serían sus fotos y él mismo: revelaría su oficio pronto a la extinción, al desgaste.
Y esperó y esperó. Una hora. Dos horas. Tres horas. Así hasta el amanecer. Sus miedos nunca se confirmaron. Sus sospechas nunca se evidenciaron. Nada pasó. Nunca fue nada. Al amanecer se encontró con un mozo que le abrió la puerta a la salida. Y se fue como llegó.
Información Bitacoras.com…
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Sus salidas se extinguieron cuando la dejaron por otra mujer. Entonces se dedicó a trabajar, a mirar la tele y a consumir revistas del corazón, hasta que finalmente su letargo terminó. Compró un vestido corto, de esos que odiaba su pareja, se alació el cabello y salió. Media hora de caminata fue suficiente para que sus pies se quejaran del tacón inusual; el bar estaba casi vacío. L miró a su alrededor y se sentó junto a la estatuilla de la efigie. Siempre le había llamado la atención Egipto y aún tenía la ilusión de que quizá hoy un hombre la invitaría.
XXY
(corregido)
Sucedió, no se sabe por qué, que Isis y Osiris resucitaron en un mismo cuerpo, el de José María. La vastedad de estos entes y su lucha por el dominio de la carne podían adivinarse en el pobre de José María, quien confundido y embargado por una nostalgia imprecisable, hallaba algo de solaz en sus visitas a téibols de dudosa arqueología.
Contaba los minutos con sabor agridulce. Ya vete. No lo haré. Estúpida. Se llenaron sus ojos, devoraron oscuridad…
La vieron ansiosa, manoteando y eternamente sola. ¿Quién es? Dijo en la barra el nuevo. Alguien que espera…
SEXO EN EL FUEGO, FELICIDAD EN EL INFIERNO.
Había sido contratado por el diablo para una sesión privada. El trato había sido que, si salía vivo de la habitación de Satanás, el hombre podría seguir con su vida. De lo contrario, sería el esclavo sexual del señor de las tinieblas por toda la eternidad.
Esperaba al llamado del demonio con los ojos perdidos en las efigies egipcias que adornaban la entrada al cuarto de Satanás. Se preguntó que se sentiría vivir allí por toda la eternidad, con las comodidades que sólo el infierno podía ofrecer.
Cuando el demonio lo llamó a su cuarto, el travestí ya estaba resuelto a perder contra él en la cama. Después de todo, allí tendría todos los lujos que jamás habría tenido en vida, ¿qué era eso comparado con los piquetes que podría recibir del micro-pene del señor de las tinieblas? Absolutamente nada.
Sólo el canto de un palpitar cincopado consolaba el calor de una ambigüa histología. Canto prolífico de gordas y toscas notas que abrazaban aquel momento plástico. Dos almas compitieron por bailar con ese único cuerpo. Sin embargo, fue el tiempo quien consumó aquel encuentro.
Paula cruzó las piernas, prendió un cigarro, se miró las uñas, se retorció el cabello. Menos mal que Paula no llevaba reloj en la muñeca porque su noche se hubiera dividido entre intervalos de controlar el retraso de lo que sea que fuese lo que esperaba. Lo único que esperaba esa noche. La vida transcurre, entonces, entre momentos de esperar y no desesperar. Como cuando una televisión en el bar la salva del aburrimiento, o mejor, de los ataques de pánico que podrían resultar de esperar mucho. Esperar a alguien, a algo, una bebida, el dealer que se tarda en la puerta de la discoteca de tres calles más abajo. ¿Dónde está? se pregunta mecánicamente a sí mismos. Y la segunda voz en su cabeza la tranquiliza, le dice que en el peor de los casos aquello que prometía llegar no llegará, y listo. Una noche más. Una noche menos. Así nacen los escépticos y así se cultivan los derrotistas; esperando cosas que no llegan mientras en el espíritu se forma un callo que hace que cada vez las decepciones se sientan menos.
Máscaras
Lucía barba negra, pero iba vestido de mujer. No levantó sospechas por que era un antro gay. Nadie le hacía companía aún. Se preocupó un poco por qué su complice no llegaba con el encargo. A amedida que el alcohol alcanzara las hormonas, se vería rodeado de «amigos». Por pura diversión le quitarían la barba y le prenderían fuego, luego lo empujarían a bailar y a desvestirse. El complice simplemente lo mataría de celos y luego se daría un tiro. La cocaina quedaría en segundo término, al igual que los dolares. Qué llegue ya que llegue!
Si tan sólo me hubiera rasurado… así nadie me invitará a bailar.
En rojo estaba el cielo, de un lugar donde no debería haber cielo, por eso ahi estaba ella, observando a la multitud correr, no de miedo, si no de incertidumbre; eso quería que estuviera pasando, pero no era de esa forma, estaba triste, esperando, simplemente esperando; fue así como se dió cuenta que la espera es simplemente la crueldad del tiempo por lo inevitable, la soledad.
Diosa Egipcia.
Nos conocimos por medio de twitter, yo en realidad soy de la generación messenger pero siempre he sentido que mi papel está en la vanguardia.
Mi cuenta @isis, la tuya @keops no podía existir más feliz coincidencia, el coqueteo casual no se hizo esperar, un timeline que se volvía sueño hecho realidad.
Tú te describiste como bello monumento nubio, yo de piel blanca, voluptuosa de larga cabellera tal como te gustan.
Nuestro encuentro para que todas la profecías se cumplieran tenía que ser en club Nilo. Inquieta me arregle con un precioso vestido negro ajustado al cuerpo para no dejar nada al azar.
Aquí me encuentro, bebiendo un cocktail, esperando tu llegada.
Los faraones reflejados guardan los secretos de la paciencia.
Sólo espero que no te abrume mi belleza como le ha sucedido a tantos otros.
66+6.
Ahi estaba Eva esperando en la sala a que Fernando la nombrara
– 666 valla directo al pasillo de los arrepentidos .
Por más de ese fantástico polvo no sólo haría lo que estaba haciendo, sino mucho más. El vendedor gustaba de este tipo de cosas, era extraño. Y eso qué. Todo el mundo lo es. Él, su mamá, su papá. En medio de una borrachera el viejo le dijo que en realidad no sabía si era su padre. «Cuando éramos jóvenes y bebíamos poníamos a una de las mujeres del grupo de cabeza, eyaculabamos cada uno sobre un vaso, tomábamos sorbetes cargados de esperma, los introducíamos en la vagina de la seleccionada… y soplábamos. Era una competencia absurda, y no sé lo que hago aquí, sentado frente a ti, contándotela». Eso nunca fue un problema. El problema fue y sigue siendo que todos los que lo rodean, incluido el vendedor que le ha pedido que se vista de mujer y lo espere en este bar, piensan que él se encuentra dentro del sorbete, con un cuerpo todavía provisto de cola, preocupado por su salud y por descubrir el óvulo. En realidad él se encuentra fuera, con el sorbete en la boca, succionando pacientemente su cuerpo, sus sueños, la cola y el óvulo.
Pues no, no me siento más sexi por tener las piernas al aire, ni por tener este relleno de chichis caidas. Es cierto que encajo perfecto en esta atmósfera tan pinche que algo de escabroso y emocionante le agrega al asunto. ¡Y qué idea de hacerme venir con la barba!. Me muero de ganas de que llegue, ¡estoy seguro de que no nos vamos a aburrir!
La soledad de sus miradas (o de como un espejo es capaz de exacerbar la tristeza).
¡Carajo! Ni un alma. Ni siquiera las moscas han llegado. Pero voy a ahorcar a Johny con mis propias manos de dama porque !ah! eso sí, ante todo, soy una dama decente. Johny, Johny, ¿por qué me recomendaste este pseudo antrillo «alternativo»? ¡Eres una loca malagradecida! Asshh, te odio. Y el mesero que no deja de voltear a verme con su sonrisita de burla ¡pelado! pero… pero… Asshh, te odio Johny, te odio. Y aquí mi compa Tutanegipcio que no me quita los ojos de encima, ¡carajo! qué ironía, me siento ta sola pero, a la vez, agobiada por miles de miradas y, para colomo de males, ¡Asshh, no me depilé las piernas!
¿Qué tanto es tantito?
Estoy harta, cansada de esperar, ¡Carajo! Si en siete horas más no llega… lo esperas un tantito más, pero sólo un tantito…¡qué conste! pero si al final de plano no llega… pues… pues…lo esperas otro ratito, ¡no te hagas pendeja!
Y se encontró sola, entre imágenes parcialmente iluminadas,con un tinte rojizo, era luz de la calle, tuvo entonces que escucharse, no había nadie a su alrededor para pretextar distracción, se encontró y se supo sola.
Se decía para si -qué hiciste de mi? por qué no soy la persona que me prometiste cuando niña?-en tono de reproche, palabras y preguntas de las que huía, en el siempre estar en compañía. No podía huir de esa eternamente postergada charla y hubo que responderse -Fui y soy la que pude ser, no había mas campaña que andar a pie, descalza y al paso que me permitió la vida. Si sé que te prometí que cuando grandes sería feliz, pero, ¿qué es feliz para ti? Acaso no es esa monotonía de la que huyes, esa falta de sobresaltos, ese saber que lo que llevas a tu plato es bien ganado?, qué habías entendido entonces que era ser feliz?-se reto a si misma a responder, pero al volver la luz,volvió a no escucharse.
Como la flor
Selena terminó de contarles a sus amigas una pesadilla recurrente: «Era la mujer barbuda del circo y al finalizar la función iba al Bar Buda pero nadie se acercaba a sacarla a bailar su canción favorita…»
-¡Qué sueños tan extraños tienes! – la interrumpieron entre risas
Un nudo en la garganta impidió a Selena agregar que cada día le costaba más trabajo rasurarse por las mañanas…
-Se puede afirmar con un alto grado de certeza que el joven Tutankamón fue el último faraón de sangre real de la dinastía. Su reinado se caracterizó por un retorno a la normalidad en el plano socio-religioso después del interludio protagonizado por Akenatón- dijo el guía turístico y bar tender. -¿Ahora si que les sirvo?
-Para mi un Bloody Mubarak- dijo el americano mientras su esposa, inquieta, sentía que algo los acechaba en el interior de la tumba.
Ultravioleta, rayos X o en infrarrojo, no importa. La soledad es la soledad.
Solo con su alma y bajo el destello de la luz mortecina en aquel burdel de lujo, respiraba y esperaba. Llegó allí como siempre y como nunca: En el anuncio del local, la promesa de cumplir cualquier fantasía posible le llevó de la mano, hipnotizado, con una sola idea en mente.
Pronto las chicas comenzaron a aparecer por la puerta de la derecha vestidas con traje de obrero, de policía, de bombero, de oficinista… Cada papel posible encarnado en ellas y él, enfundado en su vestido negro, esperando a atender a su primer cliente de la noche.
LEROM CIÓNINVEN
Se mira hasta el nombre reflejado. Sin embargo prefiere ponerse Lerom, en honor a quien lo volvió eterno con La Invención.
No le interesan los hombres ni las mujeres del lugar. Son inalcanzables
Comienza el show. Lo que necesita ha llegado. Los cuerpos en las pantallas le resultan palpables, enjaulados, pasajeros, gratuitos como los necesita. Una vez que elige la imagen, ambos se desnudan por principio y por fin se dan un lento, cálido y refractante baño de espejo.
No sabía si era una broma pesada o realmente me querían hacer una entrevista para trabajar en ese lugar. Estaba nervioso, sudando, quería un trago, ¿Cuánto tiempo llevaba ahí? ¿Me estaban observando? No tenía idea de lo que se trataba el trabajo pero sólo sabía que podía ser yo mismo sin fingir mi transexualidad.
Recuerdo que había una música de fondo bastante peculiar, me sentía en una película de Kubrick,. En el fondo alcanzaba a escuchar voces; no sé si eran risas, gemidos o lamentos pero me empezó a dar un poco de miedo, al menos es lo que recuerdo.
Me empecé a imaginar cosas: que me iban a secuestrar, a mutilar, a torturar (acababa de leer un artículo de torturas que hacían soldados estadounidenses a terroristas: Los ahogaban, luego los revivían, luego los ahogaban otra vez y los volvían a resucitar y así sucesivamente) hasta exprimirme la ultima gota de vida.
Al cabo de 20 minutos salió una amable señora y me entrevistó brevemente. Me dijo que estaba aceptado. El trabajo era de mesero y de limpia baños. Por un lado sentí un gran alivio pero por otro sentí una terrible tristeza…
El juego
….11:50 pm Manuel llego temprano decidió inspeccionar el lugar, mientras pensaba en que era ese olor tan extraño -Así debe de oler el color rojo – decía Manuel en voz baja vaya nombre para un lugar así «La regla» , encontró lugar en una delasesquinas , una q otra mirada hacían que le sudaran las manos , y no se diga las medias lo estaban matando la música de el lugar describían perfecto el momento era la canción de Garbage-Stupid Girl
…11:56 -Intento entrar en ambiente invitando a su dedo indice a bailar en la mesa ,se estaba divirtiendo cuando de reojo vio un hombre q se acercaba con una charola , el nervio hizo q la mano dejara la pista y fue a intentar darle ánimos a la boca estirando el labio inferior suavemente-Manuel pensaba en el tono correcto de su voz- Eso nunca lo pensé carajo!!! Se repetía. Mientras poco a poco el mesero se acercaba, miles de cosas pasaban por su mente Que tomar? Margarita? Una voz dulce? Voz ronca ?Malditos tacones!!! Stuuupiid Giiirll!!! Me veo sexy??…hasta que llego el momento.
-Buenas noches -escupió el mesero- le ofrezco algo de tomar???
– Una cerveza – su voz era una mezcla de el «tejecuto»(famoso teporochin de la colonia) y Susana Sabaleta ..
…12:15 am Un gran gran logro festejaba Manuel mientras su cabeza era la que se agitaba de un lado a otro, ya había olvidado las medias, y con ello todo lo demás ahora estaba gozando!!
….12:30 Después de 2 cervezas todo tenía otro aspecto su mente sabia que lo iba a lograr solo restaba media hora fue en ese momento q sintió una mano fría fría encima de la suya, al voltear sus ojos tardaron en tratar de enfocar eso q lo estaba tocando…
-Me tome la libertad de pedirte una cerveza – le decia ese hombre de barba, vestido de Perry Ellis -, me encanto la forma en q bailabas, desgraciadamente me tengo que ir pero me encantaría conocerte ( dejo una tarjeta en la mesa) llamame !!! Le dijo (se acerco y le planto un beso en la boca que lo dejo helado su cerebro aun no reaccionaba y cuando este volvió en si trato de armar de una forma rápida los últimos 5 segundos , comprendió la idiotez que lo invadía y prometio nunca volver hacer otra «dame 1 dama» era una hora «vestida» se quedo viendo esa puerta donde salió ese q lo beso…..
Siempre había soñado con visitar Egipto y conocer las piramides estoicas, esas que guardan, quizá, el secreto de la humanidad.
Ese fue un deseo recurrente desde su niñez, todo porque su abuelo presumía de haber «trotado» el mundo entero. En su cumpleaños número siete, él siempre lo tendrá presente, el abuelo le obsequio El libro de los muertos con la dedicatoria: Anubis me conducirá por el Duat y muy pronto me tocará enfrentar el juicio de Osiris. Nunca olvides a tu abuelo y prepárate para tu lejano juicio.
Ahora esas palabras le venían a la mente mientras pensaba en su trabajo mediocre en la farmacia San Pablo; en ese maldito sueldo que no le premitiría conocer Egipto; y en que lo más cerca que estaría del país africano era asistir todos los días al burdel Alejandría y pagar los servicios de Paulina, mujer a la que adoraba y motejaba Cleopatra.
Julio César, como él mismo se autonombró, esa noche de luces rojas esperaba a que Cleopatra dejará de bailarle al hombre con aspecto de judicial.
……….de cualquier manera había que esperar, aunque en aquel sitio y en la compañía de Nuñez, en ese estado deplorable al final de su existencia, pero dandose los gustos que había reprimido durante tanto tiempo; en definitiva esa era la única realidad entre él y yo, porque nuestra amistad era lo principal. Sabia yo, y no Nuñez , que ella también esperaba, agazapada entre el rencor, un odio frío pero con la dulzura que mi amigo reclamaba….
Habia que esperar , pero durante cuánto tiempo y qué era lo que debíamos aguardar en la hermandad del dolor y la ausencia.
Allí estaba, sola, escuchando el palpitar de su corazón, sintiendo como el ligero temblor de sus manos se iba transformando segundo a segundo, en algo más espantoso y menos controlable.
Jamás le habían gustado los antros y ahora, sin embargo, se encontraba dentro de uno. No era cualquier antro, allí entrabas siendo persona y salías transformado en un monstruo. Eso era bien sabido por todos, incluso por ella, que jamás había entrado en ese lugar y no sabía que hacía dentro del mismo.
Salió con las manos en el rostro, pensando que lo peor ya había pasado. Se imaginaba su cara horrorosa, transformada en algo horrible.
Ella caminó por las calles con el rostro tapado entre sus manos. Mientras caminaba, un hombre le chifló y trató de acosarla. Ella volteó hacia el hombre y éste huyó despavorido.
¿Realmente era tan fea?
Miró su reflejo en un charco de agua en el suelo, esperando lo peor. Para su alivio, sólo tenía barba, aquella barba que toda su vida la había acompañado. Ella sonrió.
Reencarnó en una fotógrafa obsesiva que tenía luz roja en toda su casa para revelar sus visiones en cualquier habitación. A veces, entre la penumbra ensangrentada, la fotógrafa veía faraones en el espejo. Una cuerda de tóxico negro se paseaba entre los faraones. Se convenció de que las alucinaciones eran producto de la luz roja, aunque a ratos le parecía que eran revelaciones de la memoria de una reina.
Mi gran noche
¡Aish!
Está a punto de llegar y olvidé rasurarme las axilas.
¡Las piernas no están tan mal, pero los sobacos transpiran olor a huevo podrido!
¡Ay wey! ¡Qué cosas digo! jijijijiji Ni yo misma me las creo. ¡Ah! todo por agradarle.
Dios mío…dios mío…Espero traiga condones. ¡Guácala! Qué mal se oye CON-DO-NES: Preservativos, pues.
jijijiji
Qué tristeza no poder quedarme embarazada…¡muero por un hijo suyo!
jijijiji
¡Aish! ¡mejor ya cállate! ¡No te mereces a su hijo!
¡Qué nervios, diosito!
Su barba se confunde entre la luz roja y los sentidos se alteran porque es el único lugar donde es aceptada, donde es amada, porque es diferente como todos los que acuden al bar El errante. Ella una mujer burlada, despreciada por ser diferente, arrumbada como mueble viejo, inútil, ahí, en cualquier parte, sin más. Un día llego a ese lugar donde las luces rojas ocultan casi todo, sólo dejan un reflejo casi fantasmal de la persona que eres, ahí, ella encontró un amor, un ser que la quería cada noche sin preguntar, sin criticar, sin juzgar, sólo la quería.
LA MUJER DEL BRAZO MUSCULOSO
No se enamoró de él, sino de algo en su cuerpo, pero él la creyó engatusada de sus visiones, como esa donde le dijo haberse perdido, junto al canal, en una lluvia de paraguas.
Más tarde se desnudaron. Ella comenzó a masturbarlo con fórceps; le ausentó los sentidos del presente y así al fin estuvo a solas con la mujer que había en él, esa que el hombre no siempre enseñaba: voluble amanecer, ese prodigio de tintas bioalquímicas que volvían la piel cansada de atardeceres en porcelanas voluptuosas, colores que catalizaban con la oscuridad, que por algo le recordaban a ella el perfume con que le coqueteaba su abuelastra, ahhh, calideces que le sentaban tan bien como leer poesía en braile con la lengua.
Oyó música riéndose con ella, entornó los ojos y adivinó que iba desnudando la expresión, los vacíos y las formas de esa finísima dama que vivía en el bícep sexual de él.
Cuentos para niños del siglo XXI: Barba Azul
Barba azul había matado a sus siete esposas. La siguiente, octava hija de una familia vecina resultó ser en realidad Enrique VIII quien, al ultimarlo en la noche de bodas, le dijo una frase que se volvería famosa: «Cuando veas las barbas de tu vecino cortar pon las tuyas a remojar»
El extraño caso del Dr Jekyl y Mrs. Hyde
Cuando tomaba ese extraño licor el Dr. Jekyl quien era un barbudo noble inglés flemático, se soltaba el pelo, se vestía de mujer y salía a gozar de la vida loca bajo el nombre de Mrs. Hyde.
El extraño caso del Dr Jekyll y Mrs. Hyde
Cuando tomaba ese extraño licor el Dr. Jekyll quien era un barbudo noble inglés flemático, se soltaba el pelo, se vestía de mujer y salía a gozar de la vida loca bajo el nombre de Mrs. Hyde.
Una disculpa por el anterior error tipográfico (Jekyl por Jekyll). Error atribuible a Roberto quien apuró el licor del Dr. Jekyll nada más por curiosidad, para ver a qué sabía…
Acarició su cabello. Era bonito. Lacio, cuidado, sedoso. Tocó su barba. También era bella y suave al tacto. A Willy le gustaba así, enfundado en un vestido corto que resaltara sus formas exaltadas por las hormonas que tomaba; a Willy le había gustado siempre. Lo esperaba. Volvió a acariciarse el cabello.
La primera vez que llegó ahí, se sintió incómodo por las luces rojas. «Eres mi puta, no lo olvides» le dijo Willy y lo besó. No volvió a quejarse. Era su puta y lo aceptaba, con todo y luces rojas.
La historia comenzó en la prepa, cuando él era Tony. Tony del que todos se reían porque «aparte de gordo, era joto». Nadie lo miraba, nadie le hablaba, sólo Willy; el más popular, el capitán, el chico lindo, su Willy, era el único que lo estimaba en la oscuridad. Supo que lo amaba cuando lo sodomizó aquella primer vez en las regaderas. Cuando el día siguiente lo buscó en el mismo lugar para masturbarlo. Cuando le propuso continuar así por siempre.
No tardaría, estaba en el club con su esposa y sus hijos, los dejaría en casa e iría a verlo. Siempre era lo mismo. Esperarlo entre las luces rojas. Acarició su barba. No se la quitaría jamás, era la parte que le recordaba a Willy que se cogía a un hombre y él solo vivía para complacerlo.
Lo esperaba. Un ruido. Tony voltea hacia la puerta.
Al ídolo sólo le basta abrir los ojos para mirase a si mismo. Cuando lo hace se aterra. Con el tiempo cree que ha sido uno de los tantos sueños que lo atrapan en su eternidad.
LISANIA
Hay mujeres que son al menos dos. Dicen los que se las saben.
Por ejemplo, Lisania es dos chicas: una que de noche va a un establecimiento, se viste de notas altas, abre jaulas boca de zipper y se desembaraza de todo lo que traiga y no sea ella. Corteja con su cadera de trompo a un pilar delgadísimo, tributa sus secretos ángulos a ese espejo cilíndrico, lo vuelve eje de giro para sus piernas anzuelo. Las uñas xenon, faros para niebla de tabaco, completan sus rituales a ese ídolo cromado que sostiene a más de cien familias. Esta Lisania de corpus concupiscente predica a sueldo la doctrina de Eros. Antes comienza a beber, a humedecerse y se piensa el complemento de muchos hombres (y mujeres), una suerte de comodín roja en la baraja de la carne.
La otra mujer que hay en Lizania es una que está aprendiendo lo mismito.
Noche de baile
Todo comenzaría a las diez de la noche según nos habían confirmado. El lugar indicado en la invitación era único y no podíamos equivocarnos. Llegamos los cuatro. Las luces un poco nítidas apenas permitían que distinguiéramos a las personas en el antro. La música sonaba muy animada y pronto nos vimos moviendo la cabeza y nuestras extremidades en señal de que nos gustaba el ritmo.
La cacería había iniciado. Tres del grupo habían conseguido pareja para comenzar a bailar pero faltaba yo. El mundo se me cerró de repente. Cada que volteaba a algún lugar encontraba a las mujeres muy bien acompañadas. Todas entusiasmadas para el ritual nocturno: una serie de pasos bien coordinados que despertaría a las dos almas. Me sentí frustrado por no conseguir a nadie. El ambiente, la hora y el tipo de personas eran ideales. “Todo por llegar al final. ¡Maldición!” –pensé. Vi a mis compañeros desde la barra. Me levanté una vez más por las ganas de orinar que traía desde que veníamos para acá. Me conduje al baño buscando entre la aglomeración a alguna mujer disponible para igualar a mis compañeros pero todo era en vano. Regresé pensativo: “Esta noche no es para mí. Quizá deba regresar a mi departamento.” Tomé mi asiento nuevamente. Un tequila doble por favor –le dije al barman.
Terminó la noche y la madrugada estaba muy avanzada. Era hora de regresar. Todos seguían bailando menos yo. Había bebido más de la cuenta y el baile parecía ya no importarme. Al fin decidí pedir la cuenta y regresar. Bajé de mi banco y al girar, para buscar a mis compañeros, una imagen cruzó mis ojos: era una mujer sentada detrás de mí. ¿Cuánto tiempo llevaba ahí? –me pregunté. Todo este tiempo bebiendo y cerrando la oportunidad de conocerla. Quizá este era el momento de gloria que se me había negado durante mi estancia aquí. Agarré valor y tambaleándome me dirigí lentamente para no tropezar y ridiculizarme delante de esa dama: cuerpo delgado como de diosa imaginada, piel tersa reflejada en sus brazos, cabello largo, la mujer ideal, en resumen. Intenté iniciar conversación pero ella estaba de espaldas. Giró y al escuchar su voz, todo cambió: estaba ante un travesti.
La no existencia.
Al beber el liquido de ese vaso, la realidad ya no era nítida.
Es una lástima que la vaga fotografía no muestre aquellas estatuas moviéndose, yo sí las vi, bailaban y sonreían.
Creo que lo que bebí fue saliva de demonio.
Sigo viendo el vaso.
Tal vez, soy el sueño de algún surrealista, el solipsismo de alguien más.
Máscaras
Lucía barba negra, pero iba vestido de mujer. No levantó sospechas porque era un antro gay. Nadie le hacía companía aún. Se preocupó un poco porqué su complice no llegaba con el encargo. A amedida que el alcohol alcanzara las hormonas, se vería rodeado de “amigos”. Por pura diversión le quitarían la barba y le prenderían fuego, luego lo empujarían a bailar y a desvestirse. El complice cegado de celos, simplemente lo mataría y luego se daría un tiro. La cocaina quedaría en segundo término, al igual que los dólares. ¡Qué llegue ya, qué llegue!
Corrección al anterior. una disculpa.
Vine aqui porque me dijeron, que aqui estaba la mujer barbuda.
Pero que mi novio no llega. Creo que ya se echó para atrás. Como todos los hombres, si ya me lo decía mi mamá. Pero voy de tonta y me acuesto con él. Creo que por eso ya no vino. Y yo tan emocionada esperándolo acá en la central camionera. ¡Qué burlada me siento!, si ya llegaron dos camiones y ni sus luces. Pero sóla no me quedo, ahorita me voy con cualquier tonto que pase por acá. Y el muy cínico todavía me mandó un mensaje: «prontito llego a Reynosa, nomás pasamos a cenar a San Fernando. t.q.m.» Idiota, ojalá se muera.
No, jefe -dijo el oficial disfrazado.- Este plan que sacó de esa película española donde sale Miguel Bose, no va a funcionar…
Colores
A veces me da la sensación que mi vida más que rosa, es roja.
SIN TITULO
Lo había seguido las últimas dos cuadras. ¿De dónde salió? La pregunta en sí no importa. Iba tras él, quería mirarlo directo a los ojos, desenmascararlo. “Pinche marica, pinche hijo de la chingada” golpeaba la voz del padre en su oído. Él estaba de acuerdo. Pero ¿quién era, por qué se atrevía a tocarle casi el brazo, alterar la tranquilidad de su pensamiento? Pinche marica, ya parece, dijo para sí mismo. Iba tras él, decidido. Se detuvo frente el bar y entró. Pobre estúpido, murmuró, prostituirse en esta pocilga. Se sentó y él también. Ya eran uno solo. Recordó entonces cada detalle. A los doce años se vistió por primera vez y a los veintiuno se dejó crecer la barba, definitiva. Desde entonces nada ha cambiado, acaso, sólo aquellos que lo toman como a un cuerpo vacío. Y ahora ¿a quién seguirá? El amor (la ternura no existe) es una luz roja desvaneciéndose rápidamente.
Y sólo alcanzó a ver, a través de un lente de sangre, como una vez más era ignorado.
Iba caminando hacia ella, sus pasos eran eternidades dislocadas, la combinación final de impulsos eléctricos sobre sus piernas, y la sangre le había tornado roja la visión. Ahí estaba ella, esperándolo, tranquila, sin voltear a verlo. Se tambaleó, estuvo a punto de desplomarse sin haberse despedido, a casi nada de no volver a probarle los fluidos desnudos a la sed de la noche, pero llegó a ella… a la última copa de licor en su vida, el último vaso de plástico cargado de alcohol caliente. Lo bebió todo, estrujó el recipiente, hizo una mueca por el mal sabor y cayó muerto.
Noté un brillo en sus ojos, de esos relámpagos de reconocimiento cuando vemos a una persona conocida para el alma pero aún desconocida en nuestro mundo. Me olvidé de quien era, de ser caballero y ofrecerle una silla, de acercarme y besarle su mano sólo para poder acceder a la única cosa a la que podría un simple mortal. Pero no… sólo miraba su rostro, con miedo de bajar la mirada y perderme en su cuerpo, simplemente no podía… no… me atrevía.
Tenía unos ojos verdes… tan profundos como el mar, en ese momento el agua de sus ojos era pausada… como un día de verano a inicios de julio, como el día en que nos encontrábamos. Ese inmenso océano de su mirada me atrapó y juro que vi horizonte… y energía contenida… vi ciclones, trombas, todas ellas encerradas en su mirada. Todo atrapado en la espuma alegre de sus ojos…
Vi como sus labios se estiraban para formar una sonrisa, sus bordes con labial discreto que hacía que brillaran como una perla bajo de sus ojos… bajo el mar… y por un momento quería perderme en ese manantial que era prohibido…
Bruja- susurré extasiado
¡¡¡Ooohhhh!!!- gimió y mi sobresalto casi para mi propio corazón, su boca hizo un delicado movimiento formando un puchero infantil y coqueto que movió las fibras de mi alma (si es que todavía no se movían)- pensé que me admiraba…
¿Qué?- dije alarmado
Bruja- dijo con un tono de reproche de niña que quiere más helado porque s le cayó en el parque, y sus ojos se hicieron neblina y un conato de tormenta fingiendo un llanto tan real- me llamó bruja
Lo siento- dije al borde del pánico. Es que recordé algo
¿Qué recordó?-
Un libro… que hablaba de una mujer capaz de hechizar con su belleza… pero que detrás se escondía una bruja con un poder de seducción…-
¿Dice que quiero seducirlo?- se sentó en el sillón y ante la poca luz de la habitación torció una sonrisa perversa… Fue cuando me di cuenta que estaba por morir…
Sabías que la espera podría prolongarse como suelen hacerlo esas horas en las que lo que se anhela se esfuma. Pero ¿quién podría culparte? Sólo necesitabas sentir su aliento en tu cuello una vez más, ver su rostro entre tus piernas dibujando un deseo que se piensa pero que jamás… jamás se dice. Y lo que dicen por aquí es que eres la caricatura de una noche frustrada, los tacones gastados que habrán de colgarse al lado de la cama en la espera de que la siguiente noche sea diferente. Al final, ellos qué saben, tal vez la siguiente persona que cruce la puerta se atreva a encontrarte detrás de todo ese rojo carmín y decida quedarse…
Tarumbarumba
Lo intenté todo, pero el corazón de la mujer barbuda miraba hacia otra parte, cuando me di cuenta de que jamás tendría ojos para mí, salí del bar y abandoné el circo para siempre.
Sostenía el vaso en la mano mientras la observaba, pensó en que era la criatura más dulce que había visto en el lugar y la primera en su especie, ya anteriormente se había topado con diversos seres que le atraían mucho sexualmente, sin embargo esto era diferente. Cuando por fin decidió acercarse, sintió un jalón en el hombro y escuchó una voz grave que le susurraba al oído:
-Esta noche me pertenece a mí.
-Perdón Diablo pensé que ya había pasado lista.
-Ya tendrás tu tiempo.
«Bajo la luz roja»
No entendía el por qué no tuvo ni amante, acompañante o amigo con derecho en ese lugar de mala muerte. Sujetaba su vaso de vino barato con una cara de malicia que miraba fijamente una puerta inexistente dentro de la dimensión de su tristeza, de ahí aparecería la recreación de su historia con quizás un final ya muy trillado, pues el final la vida se lo había inventado sin originalidad alguna y sabría que mas allá de un desangramiento de amores no alcanzaría una conclusión diferente al rechazo que le escupía el sexo masculino. ¿Por qué una luz roja? Estaba rabiosa. El vaso de vino se hizo añicos entre sus torpes dedos y miro como la sangre se confundía con aquel chillante color. Ya no podría soltar lágrimas porque era inmune a la sensibilidad femenina, esa característica no la comprendía pero la acoplaba con su corpulencia y desperfecto pues ella era ella siendo peculiar si se comparaba con otras prostitutas. El liquido derramado era el reflejo de su yo terrenal, pero un par de lagrimas comunicaban sobre su persona intima, su desesperación por ser deseada en ese hueco clandestino que la elite despreciaba tanto como se le despreciaba a ella. “¡Federico!” gritaba Mariano desde el vestíbulo donde aquellas hijas de la oscuridad iban a cambiarse a sus extravagantes ropas. Mariano no era más que el planeta central de un universo vacio de compañías, lo quería pero gran contraste era la idea del querer a la idea del amar. Mariano corrió a abrazarlo y mientras le acariciaba la barba le susurró -¿Te hiciste daño?
¡A quien se engañaba! Mariano solo era el símbolo de la ternura, empatía, cariño, consideración…¡ mas no de la pasión!, y era por eso que Federico ensamblaba su vida en ese bar, todas las noches se zambullía en los mares de soniquetes producidos por el reggae con su ton ton, ridiculizando su desproporción con esos trajes que no estaban hechos para tal cuerpo.
Al sentir de nuevo la mano cálida de Mariano sobre su barba miró de nuevo el color sobre el líquido derramado. Entonces pudo distinguir mejor su sangre teñida sobre la palma. “Después de todo ella está en mi” murmuro en las tinieblas de su mente. Mariano pudo no haber logrado que su amante sonriera, pero al menos la rojez transito de ser la sangre de Federico al color de esas lágrimas lastimeras que todas las noches brotaban pues jamás entendería que mas capricho pediría el sexo opuesto si ella no era más que efusividad y ardor.
Herman Frodit no esta muerto. Tal vez otra persona, no identificada con los antecedentes de su historia, e ignorante de los hechos acontecidos en aquel salón de oscuras orgías y misticismos, innovaría una historia ridícula e irrelevante a mis ojos, donde los magos Fenicios pasarían inadvertidos, como tantas veces lo fueron entre sacerdotes y faraones, romanos , cartagineses y los mismos espías del Fürrer . Ahora que la verdad ha sido revelada como una imagen inofensiva , estoy obligado a invocar mi armadura y salvarle , o será demasiado tarde para esta generación que no ha visto el Apocalipsis.
[…] Las instrucciones son simples, ingresen a la página, observen y escriban en los comentarios su minihistoria. Visiten: https://www.lashistorias.com.mx/index.php/archivo/concurso-66/ […]
De las carnes de mi madre siempre se habló de desiertos, espejos de oasis en las cloacas de la ciudad que yo atravesé y sin dividir su carne, dividí su vida regalado en un moisés cualquiera.
Con mi vaso ya casi vacío, no dejaba de mirarla. Era perfecta en todo sentido, su porte y sus brazos parecían hechos por Dios mismo. La luz hacía desmerecerla un poco, pero es verdad que su cabeza destaba por sobre toda cosa que mis ojos pudiesen admirar aquí en este arrabal. Lástima que la horrible visión de esa enana sentada frente a mí descompusiera el campo de visión de la que sin duda, era la mejor replica de Tutankamon que hubiese visto en mucho tiempo.
Beto se quedó Esperando al Diablo, vestido de mujer se quedó, eran las 6 de la mañana y el club estaba vacío, o así parecía, porque ni siquiera Beto o Betty o quién fuera, era capaz de agitar el aire, de derrumbar el sonido, Beto o Betty o quien fuera se quedó mirando al baño, esperando, deseando, quizá que detrás de esa puerta aún estuviera, con su perfume suave, con su mirada dulce, el príncipe de las tinieblas.
La oscuridad de la noche invita al éxtasis de la vida. Ella llego a la hora de la fantasía, lista para ese encuentro. Sentada, bebió imágenes, saboreo recuerdos, respiro amantes que la han olvidado, pronunció un nombre que le dolía en los labios. Sentada, miraba impaciente, sabía que vendría por ella, sabía que no la dejaría diluirse en la nada. Miraba sin mirar, sus ojos se extraviaron, nadie se percato de su presencia, nadie sabía de ella, el tiempo caminaba con lentitud porque para ella el tiempo era la eternidad. Alguien gritaba afuera de aquel lugar:»Llamen a una ambulancia». Ella no se movió, sabía que no había nada que hacer. Ella era un fantasma esperando a la Muerte, mientras volvía a beber un martini de soledad.
¿Cómo no voy a quererte, Mérix?, ¿cómo no…?, nadie aceptó mas que tú, luego de la Gran Pandemia de la Peste Machista -aunque aceptaras de mala gana- ser mi amante y mi musa. Mi Gioconda….
Bajo la luz roja(versión editada)
No entendía el por qué no tuvo ni amante, acompañante o amigo con derecho en ese lugar de mala muerte. Sujetaba su vaso de vino barato con una cara de malicia que miraba fijamente una puerta inexistente dentro de la dimensión de su tristeza, de ahí aparecería la recreación de su historia con quizás un final ya muy trillado, pues el final la vida se lo había inventado sin originalidad alguna y sabría que mas allá de un desangramiento de amores no alcanzaría una conclusión diferente al rechazo que le escupía el sexo masculino. ¿Por qué una luz roja? Estaba rabiosa. El vaso de vino se hizo añicos entre sus torpes dedos y miro como la sangre se confundía con aquel chillante color. Ya no podría soltar lágrimas porque era inmune a la sensibilidad femenina, esa característica no la comprendía pero la acoplaba con su corpulencia y desperfecto pues ella era ella siendo peculiar si se comparaba con otras prostitutas. El liquido derramado era el reflejo de su yo terrenal, pero un par de lagrimas comunicaban sobre su persona intima, su desesperación por ser deseada en ese hueco clandestino que la elite despreciaba tanto como se le despreciaba a ella. “¡Federico!” gritaba Mariano desde el vestíbulo donde aquellas hijas de la oscuridad iban a cambiarse a sus extravagantes ropas. Mariano no era más que el planeta central de un universo vacio de compañías, lo quería pero gran contraste era la idea del querer a la idea del amar. Mariano corrió a abrazarlo y mientras le acariciaba la barba le susurró -¿Te hiciste daño?
¡A quien se engañaba! Mariano solo era el símbolo de la ternura, empatía, cariño, consideración…¡ mas no de la pasión!, y era por eso que Federico ensamblaba su vida en ese bar, todas las noches se zambullía en los mares de soniquetes producidos por el reggae con su ton ton, ridiculizando su desproporción con esos trajes que no estaban hechos para tal cuerpo.
Al sentir de nuevo la mano cálida de Mariano sobre su barba miró de nuevo el color sobre el líquido derramado. Entonces pudo distinguir mejor su sangre teñida sobre la palma. “Después de todo ella está en mi” murmuro en las tinieblas de su mente. Mariano pudo no haber logrado que su amante sonriera, pero al menos la rojez de la luz transitó de ser la sangre de Federico a un azul el cual era el color de esas lágrimas lastimeras que todas las noches brotaban pues jamás entendería que mas capricho pediría el sexo opuesto si ella no era más que efusividad y ardor.
Terminó el concierto¡¡¡. Acostumbrado a escuchar a mas de 30,000 personas gritando su nombre, a Leonardo nuevamente ese vació lo invadió, había sido su sueño durante años, el mismo que ahora lo hacia un esclavo, una marioneta, un bufón encargado de divertir ebrios que lo adoraban; para olvidar su insípida existencia…
Llego a su habitacion…seguro de su proceder, se puso el vestido negro «su color preferido» se miro en el espejo, sonrio con amargura y se dirigió a la cita..
Rojo carmín
Sabías que la espera podría prolongarse como suelen hacerlo esas horas en las que lo anhelado se esfuma. Pero ¿quién podría culparte? Sólo necesitabas sentir su aliento en tu cuello una vez más, ver su rostro entre tus piernas dibujando un deseo que se piensa pero que jamás… jamás se dice. Y lo que dicen por aquí es que eres la caricatura de una noche frustrada, los tacones gastados que habrán de colgarse al lado de la cama en la espera de que la siguiente noche sea diferente. Al final, ellos qué saben, tal vez la siguiente persona que cruce la puerta se atreva a encontrarte detrás de todo ese rojo carmín y decida quedarse…
Tarumbarumba (versión corregida)
Los faraones también iban al antro, y bailaban bajo luces de neón. También se embriagaban y escuchaban «beats» hasta perder la conciencia. También terminaban separándose de sus amigos mientras cambiaban de pareja de baile. Sus fiestas también terminaban en orgía. Tal y como lo hacemos ahora. Igual que ellos, tú y yo moriremos. Pero solo nosotros supimos amarnos.
¿Te has visto en tus sueños haciendo algo vergonzoso? Seguro, pero ¿ tú sabes si Freud habló sobre el significado de los sueños recurrentes que además son vergonzosos?
–¿Tengo cara de saberlo?
Ahí estaba yo. Con ese estúpido vestido de puta cincuentona. De nuevo esperando algo que no termino por entender.
Dicen que los sueños son deseos reprimidos, me pregunto si llevaré una mujer dentro.
Pensaba satisfecho lo que su acción desencadenaría. Una imagen rara, algo de simbología egipcia, un tono rojo insurrecto, él vestido de mujer y ya está. 50 comentarios en tono de minificción. La audiencia sublevada necesita, quiere, se desgarra por participar, por salir de un anonimato hostil, por decir «aquí estoy», «aquí estoy» «aquí estoy». Incluso imaginó; cómo un imbécil que se cree muy acá, un tal Peter Gwillim, diría que la gente necesita salir del anonimato, olvidando de manera infantil que él mismo, al escribir, estaría sublevándose, desgarrándose por decir «aquí estoy».
BUEN TRABAJO O BULLET JOB
La Mujer espera a El Objetivo, se sube las medias brillantes y verifica en el espejo su rímel color sangre. Recibe un SMS: SE ME HIZO TARDE, LLEGO EN 1HR
Entonces El Hombre, su respaldo en el antro, lleva a La Mujer al privado No.6. Al cabo falta una hora para que llegue El Objetivo, le dice y se recorren, se agreden un poco mientras se poseen. Ella le hace una petición riesgosa. Eso la estimula más.
A la hora, El Objetivo ubica la mesa de la cita criminal a ciegas. Identifica al contacto por la blusa negra y más por las medias de titanio: bala dúctil que le acaricia las piernas. El Objetivo extiende una mano para tocarlas pero El Hombre travestido la detiene. Primero La Información, le dice. En el privado, contesta el otro y se levantan.
El Hombre recuerda a La Mujer y derrama una lágrima que se detiene en su barba al recordar un disparo silenciado. Debo hacer el trabajo, se dice.
Entran al privado. En el suelo está La Mujer sin disfraz. El Hombre golpea a El Objetivo y le saca La Información. El Hombre ejecuta una sorda y dolorosa cancioncita de cuna con los nudillos.
La policía encuentra a El Hombre, con La Información en las orejas, apuntando a El Objetivo que apenas despierta y se encuentra con que está cubierto con el cuerpo de La Mujer de los labios de color sangre. Buen trabajo, dice el jefe aunque lamenta la sangre.
La Información en los oídos de El Hombre se va trenzando con el sonido amortiguado del balazo y, aún antes, con el de la voz de la mujer durante el coito: Pónme la punta del silenciador en la boca, sólo un poco, anda.
BUEN TRABAJO (BULLET JOB)
La Mujer espera a El Objetivo, se sube las medias brillantes y verifica en el espejo su rímel color sangre. Recibe un SMS: SE ME HIZO TARDE, LLEGO EN 1HR
Entonces El Hombre, su respaldo en el antro, lleva a La Mujer al privado No.6. Al cabo falta una hora para que llegue El Objetivo, le dice y se recorren, se agreden un poco mientras se poseen. Ella le hace una petición riesgosa. Eso la estimula más.
A la hora, El Objetivo ubica la mesa de la cita criminal a ciegas. Identifica al contacto por la blusa negra y más por las medias de titanio: bala dúctil que le acaricia las piernas. El Objetivo extiende una mano para tocarlas pero El Hombre travestido la detiene. Primero La Información, le dice. En el privado, contesta el otro y se levantan.
El Hombre recuerda a La Mujer y derrama una lágrima que se detiene en su barba al recordar un disparo silenciado. Debo hacer el trabajo, se dice.
Entran al privado. En el suelo está La Mujer sin disfraz. El Hombre golpea a El Objetivo y le saca La Información. El Hombre ejecuta una sorda y dolorosa cancioncita de cuna con los nudillos.
La policía encuentra a El Hombre, con La Información en las orejas, apuntando a El Objetivo que apenas despierta y se encuentra con que está cubierto con el cuerpo de La Mujer de los labios de color sangre. Buen trabajo, dice el jefe aunque lamenta la sangre.
La Información en los oídos de El Hombre se va trenzando con el sonido amortiguado del balazo y, aún antes, con el de la voz de La Mujer durante el coito: Pónme la punta del silenciador en la boca, sólo un poco, anda.
Observe muy bien esta imagen, Pérez. Rémington se ajustó el monóculo y repasó la imagen algunos minutos. ¿Y bien? El Capitán no se distinguía por su paciencia.
Es evidente que no estamos buscando ni a la mujer barbona ni a un geek travesti. El Capitán arqueó una ceja, dudoso.
No, Capitán. Es obvio que este hombre tiene un fino gusto por el coñac barato y la cerveza ajena.
¿Dónde lo encontramos, Pérez? ¿Qué no es obvio? Empiece por el blog de Chimal. Allí se juntan estos personajes a escribir historias breves sobre imágenes horrendas. Le sugiero hablar con Don Alberto, ordenarle que utilice la foto para uno de sus concursos y verá qué pronto este gordito respinga, hablando maravillas de sí mismo.
Yo conozco muy bien a estos tipejos, Capitán. Al primer concursante que se le suba el ego, ¡arréstelo!
Así será, Rémington.
El Capitán salió despavorido del despacho del sagaz detective y éste, prendiendo la PC, decidió tuitear lo acontecido.
BUEN TRABAJO (BULLET JOB) [adaptado]
La Mujer espera a El Objetivo, se sube las medias brillantes y verifica en el espejo su labial color sangre. Recibe un SMS: SE ME HIZO TARDE, LLEGO EN 1HR
Entonces El Hombre, su respaldo en el antro, lleva a La Mujer al privado No.6. Al cabo falta una hora para que llegue El Objetivo, le dice y se recorren, se agreden un poco mientras se poseen. Ella le hace una petición riesgosa. Eso la estimula más.
A la hora, El Objetivo ubica la mesa de la cita criminal a ciegas. Identifica al contacto por la blusa negra y más por las medias de titanio: bala dúctil que le acaricia las piernas. El Objetivo extiende una mano para tocarlas pero El Hombre travestido la detiene. Primero La Información, le dice. En el privado, contesta el otro y se levantan.
El Hombre recuerda a La Mujer y derrama una lágrima que se detiene en su barba al recordar un disparo silenciado. Debo hacer el trabajo, se dice.
Entran al privado. En el suelo está La Mujer sin disfraz. El Hombre golpea a El Objetivo y le saca La Información. El Hombre ejecuta una sorda y dolorosa cancioncita de cuna con los nudillos.
La policía encuentra a El Hombre, con La Información en las orejas, apuntando a El Objetivo que apenas despierta y se encuentra con que está cubierto con el cuerpo de La Mujer de los labios de color sangre. Buen trabajo, dice el jefe aunque lamenta el rojo.
La Información en los oídos de El Hombre se va trenzando con el sonido amortiguado del balazo y, aún antes, con el de la voz de La Mujer durante el coito: Pónme la punta del silenciador en la boca, sólo un poco, anda.
Cabernet Sauvignon
Rojo sangre, rostros no hay de…
solo es alguien, sola no es nadie,
y me espera sin saber que ya estoy ahi, escuchandote hablar a ti.
Rojo vino, sola no se ira….
CUIDADO CON LO QUE DESEAS
Estaba sentado, tratando de disimular su presencia y sobre todo su nerviosismo, sabía que lo buscaban. Una turba de chicas iracundas entro al bar casi tirando la puerta principal, una de ellas lo señalo y grito
-Es él, el barbón de vestido, atrápenlo!!-
Intento escapar, pero más chicas furiosas lo esperaban en la puerta trasera. Eran como treinta féminas, todas coléricas, todas con barba y bigote, alguien del grupo dijo -Después de esto, desearas no haber pedido nunca que los hombres y las mujeres fuéramos iguales-
Sus intenciones no fueron malas, solo había querido igualdad de géneros, debería aprender a no confiar en tipos que ofrecen cosas en los callejones oscuros, se decía para sus adentros. Le quitaron la venda, frente a él había un set completo de depilación con cera y unas chicas que lo miraban casi con maldad, tragó saliva, siempre había tenido el cuerpo cubierto de bello, solo alcanzo a decir -Rayos!
El color rojinegro envolvía la personalidad de este personaje, quien, sin empleo desde hace varios meses, creía que podía tener las cualidades para una actividad, a la que nunca había considerado en su imaginación como parte integrante de su portafolio de actitudes laborales. Saludó al dueño del local, le explico con esmero la razón de su presencia allí. Lo interrumpió rápidamente el dueño. ¡Ya la vacante está ocupada!, y lo despidió con agradecimiento, creyendo que el humano que le solicitaba el empleo no era una dama, pero, sin estar del todo seguro, y prefirió no preguntar por no errar y lastimar, o quizá, por el temor de llegar a darse cuenta que era él quién había sufrido una transformación en su facultad de percepción de los humanos.
Esa definitiva noche invitó a beber a su más fiel amigo y a su más odiado enemigo. Ambos declinaron la invitación. Al paso de las horas, la soledad crecida por el alcohol acarició su inexistencia en el espejo. Al adivinar el alba, eructó: —»Quien construye una jaula, debe tener la precaución de no quedar atrapado dentro de ella».
Interespejos
Podría haberte engañado… pero aquí estoy. Nunca creí en lo cambios internos sin ayuda de lo externos, ¿me gusta la música?¿para qué me lo pregunto?… Sabes no puedo ver muy bien pero me gusta el reflejo, pero shh, nos están viendo, creo que beberé un poco más. Vaya que cómodo es éste sillón, me gusta como se siente mi piel en el… Debería de poner atención y parar pero la noche de hoy me siento bien, hoy me atreveré hablarle a alguien, sí, lo haré.
La Espera
Tenía más de 15 minutos esperando a ser recibida pero nadie aparecía desde que el «mayordomo» la habia hecho pasar ; tenía mucha curiosidad por ver de cerca los objetos que tenía a su alrededor pero los nervios por saber quien aparcería para entrevistarla le impedian saciar su curiosidad,
Habia acudido a la cita con la vaga esperanza de poder sumarse al espectáculo del Sr. Forge, todos hablaban de el y ella tenía sus razones para querer estar en el mismo, Veía con insistencia un cuadro justo a su derecha y lo estudiaba pero no con la profundidad que ella quisiera por que el nerviosismo crecia a cada minuto que pasaba. Tenía un poco de sed, pero tenía que sobreponerse a sus nervios y esperar a que el mismo Sr. Forge apareciera para entrevistarla, pero iba a ser el, o quien aparecería?
Su impaciencia crecía pero el cuadro por fin había captado su atención y ahora si podía estudiarlo detenidamente, facción por faccíon, tono por tono, pincelada por pincelada, así el tiempo fue pasando cuando de repente, algien apareció en la habitación…
Y prefirió darle la espalda al pasado, asumiendo su nueva personalidad, fuerte, viril y sensual, no más rasuradas al ras, no más maquillaje excesivo para disimular.
-Soy quien soy, y a quien no le parezca, ya sabrá por donde andar.
Miraba esa puerta que al fin, le daría la oportunidad de escapar, de salir, de volar.
Contemplo esta luz roja aturdidora para otros, remanso de paz para mi. He de aceptar que no es el lugar ideal para una cita de amor, pero el amor es así, no conoce de lugares, tiempos ni personas. Me probé muchos vestidos e increíblemente el negro fue el que elegí, el que nunca me quedaba, el que esperaba para un día especial, ese que nunca llega, pero hoy está aquí. Existe una alta probabilidad de que no llegues, de que hayas apagado tu computadora y hayas soltado una risa maliciosa indicando mentira y regocijo, delatando al que lástima cuando ilusiona al cercano, a mí, quien lleva dias esperando tu llegada, en este lugar en el que dejo esta nota esperando que un día la encuentres, te sigo esperando deseando amarte sin conocerte. evabarbada75 ´
Le tomó siete días a rigorfalico32 para vencer el miedo de conocer el amor. Sabía que no la encontraría, la nota fue lo único que quedaba de ella, suficiente para salir y buscar una computadora para reiniciar su búsqueda, sabía que tenía otra oportunidad….
Llego hasta donde yo estaba, aun llevaba en las manos el periódico con el anuncio por el cual me pregunto. Metodicamente recorrí su aspecto, pero no le importo.
-Tendrás que esperar, ¿quieres tomar algo?- le dije. Sin responder, asintió.
Antes que terminara de servir en un vaso, tomo asiento en un sillón y de entre el escote saco unos pequeños lentes, que se coloco con esmero. Tras muchos parpadeos sus diminutos ojos se posaron en una esfinge de dulces formas, mientras tanto a cada instante con su anhelo, inundo el lugar.
Nunca me imaginé así los cuarenta años, sorbiendo cerveza tibia y exhalando sudor y tabaco, celebrando -¿celebrando?- en un antro donde se acumulan demasiados espejos, ¿qué puede esperarse de un lugar llamado Nefertiti?
Tengo húmedas las manos; ahí está Raquel, a media luz, con su atractivo de centauro. Debo pedírselo. Esta noche.
-¡Jacobo! –su voz retumba en mi interior con ecos de catedral. Estoy sonrojado de ebriedad y de éxtasis, lo sé, lo siento.
Con la más verosímil claridad de mi voz, le digo:
-Raquel. ¿Quieres hoy celebrar en mi casa…?
El Presente.
Olvidó en la barra del bar su segundo vaso al escuchar aquella voz que en algún ayer le incitara a perder la razón para estallar en ardiente pasión. Se miraron a los ojos, él de pie, ella sentada; sabiéndose ajenos, sabiendo que ya no eran vampiros sedientos buscándose entre las sombras, cada uno con su sangre restringida a sus propias venas, dándose cuenta de que el espejo interior ya no carecía del reflejo de la tristeza que su vampírico amor con su misticismo siempre había logrado impedir. Así la roja y ardiente sangre fluyendo por las arterias de la noche les mostró las cenizas del presente, el perfume del recuerdo imborrable. Ahora, separados los dos, reflejan con sus almas dos sepulcros, distantes pero sin poder alejarse, fríos y metálicos, desangrados y solos.
Ya están aquí
Por todas partes…han logrado llegar hasta nosotros… aún no perfeccionan su tecnología y al inicio aparecían como seres parte hombres parte animales pero cada vez se acercan más. Para no ir más lejos ayer encontré en un bar a uno de ellos con caracteres secundarios de hombre y de mujer… cuando quiso tomar una bebida… se generó una explosión de cables y órganos al contacto de la sustancia desconocida con su organismo…pero es cuestión de tiempo…llegarán… no seremos capaces de dirferenciarlos de nosotros y se apoderarán de este planeta.
Con tacto
-La conocí en el feis y quedamos en salir
– ¿Y?
– Se llamaba Juana Ábrego, me dijo
-¿Y?
– El día que nos vimos en el bar me enteré que no era Juana Ábrego sino Juan Ábrego y que las fotos de la bella modelo en su perfil no coincidían para nada con él
-¿Y qué hiciste?
– Lo eliminé, por supuesto
– ¿Del facebook?
– No… ¡Lo maté!
– Siempre me ha dado curiosidad ¿cómo se siente?
– Bueno, es exactamente como me imaginaba un tumor; pero mucho más pinche, se mueve cuando esta incómodo y me puede patear el culo desde adentro.
– MUAJAJA!
– Si, te encanta la ironía ¿verdá cabrón? Tus maneras no son misteriosas, son ingeniosas.
– Me gusta trabajar con lo que las circunstancias ofrecen: Alguien tiene que dar a luz a esa criatura, mamá está bajo tierra, pero no lo suficiente.
– Ha de ser porque este no es el mejor lugar para criar un hijo; tú sabes, el fuego, las sombras y la decoración; pésimo gusto.
– ¿Pero ya checaste la barra libre? ¡Trago fríos toda la eternidad!
– ¡Ah! ¿neta? órale está chido, cabrón.
El organo delator
“And still the men chatted pleasantly , and smiled. Was it possible they heard not? Almighty God! — no, no? They heard! — they suspected! — they KNEW! — they were making a mockery of my horror!”
Edgar Allan Poe
La noche parecía improductiva hasta que ella junto con sus amigas llegaron al antro. Desde un inicio adiviné que eran sudamericanas, de esas chicas que vienen por uno o dos años como au pairs a tomar cuidado de los hijos de los norteamericanos. Con ellas es mucho más fácil, la familia no está aquí con ellas. Le invité un trago y accedió de inmediato, casi siempre es así, ellas lo que quieren es diversión sin desembolsar un solo centavo. Sus amigas se fueron a otra mesa en busca de un trago gratis también. Aproveché la primera ida suya al baño al tocador de damas para disolver el contenido de la cápsula en su bebida. Tan pronto volvió dio el primer trago.
A la mañana siguiente me desperté en la tina de baño de un hotel de mala muerte, mareado y aturdido. Las imágenes de la noche anterior eran intermitentes, mi último recuerdo es que fui al sanitario, al dejar la mesa le hice una seña al mesero encargándole a mi acompañante, él y otros trabajaban en equipo conmigo. Al regresar terminé de un trago el resto de mi bebida y después no hay nada en mi memoria. Al tratar de enderezarme vi una nota firmada con un beso carmín que decía: “Gracias por el trago y el órgano. Fuiste un donante extraordinario”.
Ante la discriminación, el dedo acusador… ¡la amenaza del fuego eterno!
Ha decidido darle la espalda a esos que de tan puros son enfermos; de tan comunes, corrientes; de tan perfectos, estúpidos.
¿Quién se atreve a señalarlo como defecto, como ser incompleto cuando es el más integral de los seres siendo hermafrodita?
Si supieran que el placer le ha sido otorgado por partida doble, la visión humana duplicada, los sentidos ampliados… sólo tal vez, podrían envidiarle. Aunque sinceramente esa magnitud de conciencia, le permite ignorar a todos los ignorantes.
Buenos días. Con este comentario se cierra el concurso de este mes. Los posibles lectores siguen invitados a leer los textos y recomendar sus favoritos. Los resultados se darán en breve. Gracias a todos.
Chale, a poco la mujer de la foto tiene barbas….? Yo pensé que era la sombra que su propia cabeza proyecta sobre el cuello….
[…] de vez en cuando llegan, mediante esta estrategia, historias como el cuento ganador de este mes: el texto sin título de Yoli, que juega con la imagen (o con una idea de la imagen) de forma inesperada y original. […]