Concurso #45

Con una disculpa por el retraso, esta bitácora convoca una vez más a su concurso mensual. Los interesados pueden comenzar observando esta imagen:

concurso45

Instrucciones:
1) Suponer que esta imagen ilustra una historia.
2) Imaginar cuál es esa historia: qué está pasando allí, qué momento se anuncia, por qué, quiénes están allí, qué hacen.
3) Escribir la historia, en forma de cuento brevísimo (minificción), en los comentarios de esta misma nota.

El o los textos ganadores recibirán un trofeo virtual y serán seleccionados considerando la opinión de quienes decidan opinar. Para compensar el retraso en la publicación, la fecha límite para participar es el 27 de julio.

Quedan invitados…

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65 comentarios

  • Información Bitacoras.com…

    Valora en Bitacoras.com: Con una disculpa por el retraso, esta bitácora convoca una vez más a su concurso mensual. Los interesados pueden comenzar observando esta imagen: Instrucciones: 1) Suponer que esta imagen ilustra una historia. 2) Imaginar cu…

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  • llevaba días intentándolo; se empeñaba en escalar y descender constantemente; mi tarea era cronometrar el tiempo cuidadosamente y anotarlo en una libreta, hoy… por fin, batió su récord.

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  • El asesor de imagen entrenó tanto al candidato que, cual perro pavloviano, le sonreía y le mostraba su pulgar de la victoria a todo lo que se moviera. «No te olvides de decir una promesa de campaña», recordó el candidato:

    «Limpiaré las calles», prometió entusiasmado.

    Se quedó solo en la habitación.

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  • ROSETA.

    Aquí es cuando definitivamente es necesario un poco más que la simple paciencia.

    Al momento de sostener el pulgar aislado de los demás y expeler un breve «VIENTOS!!!», el bicho se contuvo, se puso en sus cuatro patas traseras y agitó vigorosamente sus antenas.

    Aquél no lo podía creer; cada martes era lo mismo y a la misma hora. Llegó a pensar en teorías pavlovianas y esas cosas pero no. El miércoles lo hizo con el pulgar hacia abajo sin mencionar nada y el bicho se volvió a aparecer, pero ahora sin agitar las antenas.

    ¿en qué momento habrían de entenderse ambos?

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  • Entreacto

    La última alucinación ocurrió el día en que su madre recibió el cheque y la canasta de frutas enviados por su jefe, quien en una brevísima nota agradecía los servicios “tan diligentemente prestados” a la compañía. Por entonces todavía recibía algunas visitas, de su hermana sobre todo, pero esa tarde ni siquiera le habían llevado comida. Intentando matar el tiempo como su condición y menoscabada inventiva lo permitían, jugaba a subir y bajar la pared blanca de su habitación cada vez más vacía hasta que en una cuesta arriba, lo sorprendió cierta luz nacida en medio del techo. Por un instintivo reflejo del que ya no alcanzó a darse cuenta, Gregorio se quedó quieto de terror y curiosidad. Primero, nada, sólo la luz. Luego, una mano que le pareció inmensa acercándose a él sin dejarle salida alguna. Enseguida, una voz: “Lo hiciste bien”. Antes de que pudiera reaccionar, el techo absorbió la luz como huracán y todo rastro desapareció tras ella. Con el último dejo de claridad, Gregorio intentó una mueca que apenas recordaba y suspiró. Le costó un instante acostumbrarse a la sombra, pero le bastó para reconocer la certeza que lo había perseguido durante años: Dios tampoco era su padre.

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  • ¡quiero participar! http://bit.ly/13NLLs

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  • EldgerRee
    03/07/2009 7:31 pm

    Ella había pagado por su retrato, así que merecía el mismo respeto que cualquier otro cliente. Lo que aún no me perdono es lo que hice al terminar: descanse en paz.

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  • CORRECCIÓN AL TEXTO ANTERIOR (era «cuesta abajo»…)

    Entreacto

    La última alucinación ocurrió el día en que su madre recibió el cheque y la canasta de frutas enviados por su jefe, quien en una brevísima nota agradecía los servicios “tan diligentemente prestados” a la compañía. Por entonces todavía recibía algunas visitas, de su hermana sobre todo, pero esa tarde ni siquiera le habían llevado comida. Intentando matar el tiempo como su condición y menoscabada inventiva lo permitían, jugaba a subir y bajar la pared blanca de su habitación cada vez más vacía hasta que en una cuesta abajo, lo sorprendió cierta luz nacida en medio del techo. Por un instintivo reflejo del que ya no alcanzó a darse cuenta, Gregorio se quedó quieto de terror y curiosidad. Primero, nada, sólo la luz. Luego, una mano que le pareció inmensa acercándose a él sin dejarle salida alguna. Enseguida, una voz: “Lo hiciste bien”. Antes de que pudiera reaccionar, el techo absorbió la luz como huracán y todo rastro desapareció tras ella. Con el último dejo de claridad, Gregorio intentó una mueca que apenas recordaba y suspiró. Le costó un instante acostumbrarse a la sombra, pero le bastó para reconocer la certeza que lo había perseguido durante años: Dios tampoco era su padre.

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  • Luisa Albarran
    04/07/2009 7:37 am

    Dos segundos
    La cucaracha caminaba por el espejo de la fotocopiadora, hasta que un enorme dedo pulgar amenazó con aplastarla.

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  • Pulgarcito

    Se llamaba Pulgarcito y soñaba que era una cucaracha apunto de ser aplastada por el sistema dactilar burocrático, o era una cucaracha que soñaba con ser un pulgar omnipotente indeciso entre tapar el sol o embarrar con fuerza un asqueroso bicho contra la pared.

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  • Cucarachagarten

    Una cucaracha parada en la pared, en la pared, en la pared
    Ana cacaracha parada an la parad, an la parad, an la parad
    Ene kekereche perede en le pered, en le pered, en le pered
    Ini kikirichi piridi in li pirid, in li pirid, in li pirid
    Ono cocorocho porodo on lo porod, on lo porod, on lo porod
    Unu cucuruhu purudu un lu purud, un lu purud, un lu purud

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  • La Costurera
    04/07/2009 11:07 pm

    Ya me acabé las uñas. El esmalte traslúcido decía que me las endurecería, y es verdad, pero así me gustaron más: se quebraron entre mis dientes y llegaron disparadas hasta mi lengua. Una a una las coloqué en mis muelas, las moví de sitio y nunca se reblandecieron, ni siquiera después de haber jugado con ellas por algunas horas.
    Y ese ruidito crocante que salió de no sé dónde cuando las aplasté con toda la fuerza de mis mandíbulas, ese excitante ruido.
    Fue como con mis uñas, pero debo acostumbrarme al cosquilleo de sus patas en mi lengua y sus antenas entre mis dientes.

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  • Eliab Vara
    04/07/2009 11:44 pm

    (Sigilosamente) apuntó su pulgar en dirección al bicho.
    (Lentamente) se acercó a la pared.
    Mientras caminaba, la cucaracha crecía y tomaba dimensiones abominables, sus formas se tornaban caóticas, sus negras patas invadían cada centímetro de la superficie blanca y absorbían con ellas la pureza del alma…
    Se hizo para atrás (mientras mantenía el pulgar en alto), y con un suspiro de alivio, exterminó al animal.

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  • INDELEBLE

    Ese domingo, al ir a votar, se percató con más tristeza que horror de que nada tenía que hacer ahí: ante la metamorfósis masiva, él seguía siendo un hombre.

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  • PASOS DE CUCARACHA

    La infinita soberbia del hombre no acepta que algo tan pequeño como su pulgar seguirá existiendo después de que él haya desaparecido para siempre de la faz de la tierra dejando a los pequeños blatidos la oportunidad de convertirse en la especie dominante del planeta y quienes sin la presencia del molesto y asesino sapiens podrán evolucionar libremente en los futuros gregoriblatidsapiens para reciclar la basura de las culturas pasadas y construir sus nuevas ciudades metamorfoseando los desperdicios que dejó la última gran explosión.

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  • Me cuesta trabajo pensar que acabaré así. Mi tío Gonzálo sabía lo que pasaría pero se limitó a hacerla reflexionar sobre su acto; la pobre de Ximenita caminaba entre entre esa gran pista de patinaje cuando ¡zas!, el Dios del país más poderoso y que también era patinador vio que podía hacerlo muy bien y pues…no tuvo de otra más que eliminarla. Yo no soy buena escribiendo, pero sí lo soy comiendo, ¿cómo será que iré a morir?

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  • mi destino
    Me cuesta trabajo pensar que acabaré así. Mi tío Gonzálo sabía lo que pasaría pero se limitó a hacerla reflexionar sobre su acto; la pobre de Ximenita caminaba entre entre esa gran pista de patinaje cuando ¡zas!, el Dios del país más poderoso y que también era patinador vio que podía hacerlo muy bien y pues…no tuvo de otra más que eliminarla. Yo no soy buena escribiendo, pero sí lo soy comiendo, ¿cómo será que iré a morir?

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  • EL ENTOMÓLOGO LITERATO

    –Quieto, Samsa, que quiero plasmar correctamente tus proporciones.

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  • LA METEMPSICOSIS

    Transliteración

    gata as?n na am?h?tma
    tv tatra deha-antara |
    tv evabhavi?y?mah’
    sarve vayam atah’ param ||

    Traducción

    El que cree tapar el sol con un dedo reencarna en un cuerpo propio a su intelecto.

    Comentario

    Debido a la necesaria integración con el entorno natural, durante el periodo postapocalíptico era común encontrar representaciones del cuerpo humano que sugerían posibles conformaciones animales del carácter humano. Hombres devorando comida eran mostrados junto a cerdos alimentándose; mujeres exhibiendo el cuerpo eran parangonadas con chimpancés… sobre estas líneas prosiguieron los ánimos de los artistas religiosos. La cucaracha era, por antonomasia, la vivificación de la mezquindad del comerciante de alma pequeña, que todo lo tasa y mide. No sería aventurada la paráfrasis «con el pulgar que mides serás medido».

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  • calma…
    no te muevas…
    ya casi…
    ya te enfoqué…
    uno, dos…. !!! flashhhh!!!!!
    mmm…
    tendremos que repetir la toma, no porque seas una cucaracha no vas a sonreir.

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  • José Martín Márquez P.
    06/07/2009 4:20 pm

    ¿Quién soy yo para decidir tu suerte?, ¿quién soy yo para establecer lo que es bueno y malo para ambos?, es más ¿quién soy yo para decidir quién es él más feo o bello?; éstas decisiones son más subjetivas que objetivas; nadie, incluyéndome, tomaría en cuenta tú opinión, aún si me sorprendieras con algunas palabras emitidas de tu boca que fueran comprensibles para mi especie; si fuera así, entonces te vendería a la institución investigadora que pagará más por ti; donde seguro terminarías diseccionado, fragmentado y cada uno de tus pedazos serían clasificados; así lo hacemos y lo hemos hecho por siempre; tomamos a la presa y la llevamos a nuestros súper secretos laboratorios; escondidos bajo la tierra. Y lo anterior es gracias a la evolución, ésta, me ha puesto arriba de tu especie, por eso es que decido tu destino…………….. no obstante lo anterior, no obstante mi superioridad evolutiva, me aflige una cuestión, porque te entregas tan fácil, solo es cuestión de asir con mis 6 largas patas esa parte de tu anatomía, que colocas con descuido a mi lado e irme volando contigo a cuestas, por que te atreves a desafiarme así, no eres consiente de tu condición……

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  • Marabunta

    Empezó con una foto. Se coló , de quién sabe dónde. En un taller desarmaron la cámara para encontrarla vacía: el insecto no estaba dentro del aparato, pero tampoco estuvo en el lugar donde se tomó la fotografía. Días después, en una televisión de un chino divorciado de 67 años aparecieron dos, y luego en Indonesia, en la pantalla de plasma de la computadora de una modelo de calcetines rosas marcharon decenas, como una lluvia de interferencia cuando no hay señal de televisión. Después todo fue un caos. No estaban ni en internet, ni en cables, tampoco en las locacioens donde se filmaban películas. En los cines, donde aparecían en la pantalla en tamaño descomunal, no, ahí no estaban. La curiosidad de ver un bicho en la pantalla de un aparato digital se convirtió en asco, cuando infestaron los ipod’s y teléfonos celulares. La moletia de no ver los números que se marcan o el fondo de escritorio se convirtió en un obstáculo para operar máquinas, para administrar tiendas, para mover trenes, hacer cirujías, arreglar un coche. Todo tenía pantallas en el 2011, y todo lo que tenía pantallas fue infestado y carcomido por enormes cucarachas. No hubo detergentes, ni virus, biológicos o informáticos, para combatirlas. Su número cada vez más creciente bloqueó todos y cada uno de los pixeles en el mundo. Hartos, decidimos apagarlos. Quizá haya sido lo mejor; regresamos a una vida de campo, más tranquila, más autónoma. Pero agradecerles, nunca. Eso responde, tal vez a tu pregunta. No pican, no se comen nuestra comida, no traen enfermedades, pero, por tradición y venganza de la civilización que alguna vez fuimos, dejamos caer nuestros zapatos sobre ellos, pesados como juicios.

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  • Sabina Quiroga
    08/07/2009 3:30 pm

    Mira, yo sí voté. -Y le mostró el pulgar entintado.
    El bicho movió las antenas nervioso.
    Quizá debí anular mi voto. -Se llevó el dedo a la boca, lo lamió y luego lo miró de nuevo. La tinta seguía ahí, indeleble.
    La cuca apresuró unos pasos y luego se detuvo. Quieta esperó lo peor.
    O de plano no ir a votar. Total ¿pa’ que? -La seguridad del sufragio emitido acabó por desvanecerse. Suspiró.
    Hombre y bicho frente a frente, años de evolución e involución. Nada había cambiado.

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  • Rodrigo Romo
    08/07/2009 3:30 pm

    Principio de incertidumbre.

    La percepción se debe a la perspectiva. Esa mano que se parece a mi mano aparentemente mide, pero visto a nivel cucaracha existe unicamente el espacio ocupado por la sólida sombra de la suela de un zapato, bueno quizá también exista certeza de la muerte. El juicio siempre tiene un punto de vista.

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  • BLATDA

    En mala hora la tecnología de punta llegó a la vida de Blatda Corhka. Desde muy joven, mostró su capacidad e inteligencia para emprender proyectos. En poco tiempo pudo escalar grandes peldaños hasta llegar a los mejores puestos en la empresa más importante de la ciudad, generando envida en los demás. Blatda tenía una intuición natural para los negocios y generar fortunas. Al convertirse en socio mayoritario, los enemigos aparecieron. Nadie sabía cómo destruír una vida tan perfecta. Pero alguien descubrió un secreto.

    Espiando entre los archivos privados, se descubrió que Blatda Corhka tenía la huella digital en forma de cucaracha. Después del asombro y la burla ocasionada por tamaña anomalía en alguien tan perfecto, los bichos rastreros prepararon la caída. Después de la última junta, se exigió actualizar las instalaciones de todo el edificio para estar a la vanguardia con la competencia. Entonces, la empresa comenzó a decaer. Nadie sabía por qué el gran genio estaba fallando, al grado de estar a punto de quebrar.

    Hoy Blatda recuerda, mientras duerme en la calle, acurrucado entre los botes de basura, la época en que casi fue un rey. Despúes de un trago, aún se pregunta la causa de porqué aparecieron los números rojos a través del monitor de la computadora central, a la cual sólo él tenía acceso.

    Si la empresa no hubiera instalado puertas con lector de huella digital…

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  • LA CAUSA DEL RETRASO

    -Alberto que se hace tarde… !Ya deja en paz ese bicho!
    -Ve nomás el tamaño, está más grande que mi pulgar… Está buenísima la foto, la voy a subir al blog y ya verás la de referencias Kafkianas, de lo más surreales, que manda la gente.
    -Jajaja; ¡Lo verdaderamente surreal sería que te mandaran la narración de este momento cotidiano y absurdo!

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  • Jacobo Minjares
    11/07/2009 8:21 pm

    La última bala

    El cuarto de este motel es caluroso, el aire acondicionado no sirve. Me lleva la chingada, no debí dispararle a mi mujer en la calle casi enfrente de esos pinches polis, no los vi. Le metí 5 disparos a la desgraciada con mi magnum .38 de la especial… me queda una bala y un montón de uniformados cercándome afuera. No quiero ir a la cárcel, no sé de leyes pero yo creo que sí me echan unos 20 o 25 años. Quisiera ser la cucaracha que estoy a punto de embarrar en la pared con mi pulgar. Que curioso, voy a meterme una bala en la sien y la cucaracha también morirá, el destino quiso que muriéramos juntos. Toda mi vida me condujo a morir a lado de una cucaracha en un cuarto de lo peor.

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  • Avería

    El silencio la resguarda. A su alrededor, cuatro paredes blancas delimitan un espacio de dos por dos. No hay ventanas. Nada delata el paso del sol y la luna por sus días. Nadie la visita, ni ella lo quiere.
    Cuando los sonidos la buscan, se transforma en un caracol y esconde la cabeza. Las horas se deslizan y su cuerpo se balancea imitando los movimientos del péndulo. De izquierda a derecha; de adelante hacia atrás; de día y de noche.
    Un sonido altera la secuencia. Se detiene de golpe. Se levanta. Permanece inmóvil en el centro del cuarto. Teme estirar la mano, las paredes que la mantienen recluida podrían caerle encima. No se atreve a tocarlas. El sonido persiste. Coloca los dedos a ambos lados de su cabeza. La presiona. Canturrea para ahuyentar el ruido y atraer la calma. No lo logra, el martirio se intensifica. Con las uñas rasga sus sienes. No cesa. Empieza a moverse. Da un paso, topa con pared. Paso, pared, gira, paso, pared, cae de rodillas. Sus ojos indagan buscando el origen de aquello que la perturba.
    ¿Por qué no para? Empieza a retorcer las manos, truena los nudillos de sus deformados dedos. Los latidos de su corazón se igualan al acelerado vaivén de su respiración en un alarmante duelo. Desea que todo acabe: el sonido, el vaivén, sus latidos. ¿Qué es? ¿De dónde viene? ¿De dónde? Las preguntas reclaman, la respuesta no aparece y, en ese momento, lo ve.
    En una esquina, una mancha negra sube sin prisa por la acolchonada pared. Ella se incorpora, mueve un pie, después el otro. Se le acerca. Mide la distancia, levanta el brazo y, al escuchar el crujir provocado por su mano al aplastar al insecto, regresa hacia el centro del cuarto. Dobla las piernas, se sienta y, en medio del silencio, su cuerpo vuelve a recrear el ir y venir del péndulo.

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  • La ví. Me acerqué levantando el pulgar y la aplasté. Sonó un crujido;limpié mi pulgar en mi pantalón, y me fuí.
    Nunca habia matado una cucaracha con el dedo pulgar.

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  • Puerto Vallarta

    La luz lo cegó al abrir los ojos. De a poco se fueron dibujando en fondo azul líneas verdes, hojas, palmeras. Movió la mano, pesada en medio del agua. Donde terminaba la alberca, alcanzó a ver una línea dorada, luego cobalto, que identificó con el mar. Estiró el brazo, alzó el pulgar. Con la mente trazó los colores. Pintó su belleza personal, el cuadro perfecto. Un cangrejo rojo como el fuego le atizó el dedo. Sonrió.

    La luz lo cegó al abrir los ojos. Brazo estirado, pulgar arriba. En fondo blanco, una cucaracha, de una pulgada exacta, se inmovilizó.

    – También alucinógenos, doctor.
    – Bájele el brazo. Pasará dentro de poco; la familia no debe encontrarlo así.

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  • ¡Perfecto! Lo has logrado. Percibiste ese antropocentrismo inútil que te vacía los ojos; entendiste que de la humildad nacen más girasoles que de las monedas y los billetes; te diste cuenta que la boca y los dientes -así falten unos cuantos- se sienten mejor sonriendo que mordiendo; aprendiste que los sueños no se olvidan por la mañana y se escriben más con abrazos, borracheras, dolor, amor y carne que con plumas de diamantes, cheques personalizados o tarjetas de platino marciano; entendiste que esta vida -que no es más que una- se llena con piernas rotas, con uñas carcomidas, con lo ojos de aquellos que te observan y acompañan cuando te caes y no con el traje Armani o la cuenta de las Islas Caimán o la mucama que te limpia el depa mientras te odia. Poco a poco lo has conseguido. ¡Finalmente te ves tal cual eres!

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  • eduardo lezama
    13/07/2009 11:18 pm

    Pues sí , como le decía… nada bueno me ha dejado el gregarismo.

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  • El teléfono suene y suene. Hay órdenes: nadie contesta hasta que Genaro acabe y tengamos algo que ofrecer.

    «No, señor, por favor… me dan asco las cucarachas…»

    «¡Más pinche asco te va a dar si te chingo media mano, pendejo! ¡Apoya el puto dedo donde te digo y no te muevas!»

    El Genaro nunca los amordaza, dice que la mayoría ni gritar puede.

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  • Jimena M. Vázquez
    14/07/2009 12:44 pm

    QUE COPIÓN…
    Hay mucho que ver en Chapultepec y sus alrededores, dudo que sea suficiente un día para conocerlo todo. Inclusive hay una casa. No es blanca, al menos no por fuera, pero es tan importante como la que sí lo es. Y ahí estaba Felipe, sentado en la sala sin poder entender por qué no se le ocurrió antes a él. Si había sido un truco o si de verdad su colega tenía buenos reflejos era algo que no le importaba. Sólo quería que su imagen diera la vuelta al mundo, que por una vez no cambiaran el canal cuando su rostro aparecía en televisión.
    Una manchita en la pared llamó su atención y se acercó. Era una cucaracha. El insecto se quedó quieto y Felipe tuvo tiempo para pensar. ¿Con el pie? No, era demasiado común… ¿Con el codo? Demasiado complicado… ¡Eureka! ¡Con el pulgar! Le daba un poco de asco, pero sonrió emocionado de sólo imaginar las interpretaciones que aquello podía tener. Fue por un frasco y le marcó a Adela, ella siempre estaba dispuesta a entrevistarlo.

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  • Joyita del Handy-Cam

    Fue una pésima idea: la serie de videos caseros sobre la vida paralela de Gregorio Samsa. El chiste era hacer un recopilado de pequeños homenajes a la obra de Franz Kafka, y luego conseguir el financiamiento de algún organismo cultural. Al final no conseguimos nada: quince horas de grabación aburridísima sobre los viajes de una cucaracha a través de un tubo de PVC. El mejor momento de la cinta es cuando el camarógrafo levanta el pulgar frente al insecto; y se genera una ambigüedad inquietante en la que apenas se reconoce al elemento más perturbador: ¿El dedo o la cucaracha? Un momento genuinamente kafkiano.

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  • Amor a Primera Vista

    Nadie conoce los caprichos de cupido. A veces le da por flechar a organismos de especies distintas. Esto no tiene nada de malo, en absoluto. Es saludable la convivencia y el libre albedrío. Como dicen: “siempre hay un roto para un descocido”; aunque imaginar a la prole de un pulgar promiscuo y un cucaracho de lavandería, arroje invariablemente una imagen monstruosa.

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  • ¿Carmen? ¡Carmen! En el cuarto, aparentemente, no estaba Carmen. Tan pronto encendió la luz vio cajas llenas con sus propias ropas, las paredes vacias y la pintura que empezaba a caerse. Carmen no estaba por ningún lado pero si un pequeño insecto. ¡Ay Carmencita! ¿A donde vas? ¿Porque te vas mi amor? La tomó de las patas, la estrelló contra el piso, le profirió algunas palabras soeces, exageradas, ininteligibles para una cucaracha (incluso para Carmen) y luego la fue pisando lentamente (aunque Carmen quizás habría quedado sorda primero o muerto con el primer pisotón).

    Terminó de registrar la casa y no encontró a su mujer por ningún lado. Se sentó en los escalones de la puerta que da a la calle y empezó a cavar una tumba diminuta en una maceta: ahí colocó a Carmen. La maceta era de la dueña a la que no le habían pagado la renta. Debía huir. Subió por su caja y la metió en el vocho. Ya cuando se iba estuvo a punto de volver por la maceta pero supo que lo mejor era no hacerlo y se fue solo.

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  • Comparación.

    El dolor es equiparable a una cucaracha en la pared. Mordaz asesina esperando un lugar en donde escabullirse, la maldita. No puede haber un comparativo mejor realizado, esta vez las palabras han hablado por mi y es que solitas llegaron las malditas y eso que yo soy fotógrafa.

    Una muy peculiar por cierto. Vive al día con el objetivo de algún día retratar un escenario que pudiese cambiar la vida de todo aquél que la viera. Idealista. Pero que, con temor a la pobreza, retrata a personas en fiestas familiares. Asqueda de la vida familiar llega a su solitario departamento tan solo a ver el techo de su recámara.

    El dolor se parece a una cucaracha. Pienso y pienso. Mientras mis ojos se inundan como un globo cargado con agua pero ¿De donde viene? Quizá de la nostalgia férrea que no quiere irse. El dolor… Inunda y va y viene el silencio.

    De pronto en la pared del mismo cuarto que he visto a lo largo de cuatro meses, a parece… El dolor.

    Tomo la foto. La titulo: El dolor y yo.

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  • Persecución

    Parecía increíble que la figura regordeta de Sor Consuelo, sostenida por las cortas piernas escondidas tras la amplitud del hábito negro, pudiera desplazarse aquella rapidez que la hacía parecer un ángel dotado del don de la ubicuidad. Don Roberto, no guarde las naranjas en el cajón, si nunca le va a faltar comida. Ay, don Roberto, traiga para acá, volvió a comprar jamón, si sabe que le hace mal. ¡Otra vez fumando, don Roberto, apague, por favor el cigarrillo! Don Roberto, ¿no viene a misa? Lo peor fue lo de Bermúdez. La alegría de ver aparecer en la residencia a mi antiguo compañero de sindicato y de poder compartir con él la habitación se me apagó en tres semanas. Qué fue lo que hizo esa mujer con Bermúdez para convertirlo en su aliado sólo su Dios y ella lo saben. Empezó confesando y comulgando, después se inscribió en el coro de la capilla y enseguida se dedicó a hacer desaparecer mis paquetes de tabaco y a controlar mi salud y mi dieta con una tenacidad digna de la propia sor Consuelo.

    Esta mañana murió Bermúdez. Con el ajetreo he conseguido cruzar hasta la tienda de la esquina y camuflar una botella de güisqui entre las hojas del periódico. Me lo estoy bebiendo a su salud, por los lejanos tiempos en los que compartimos huelgas, mujeres y retórica revolucionaria. Y no vaya a pensar, Sor Consuelo, que no me he dado cuenta de que se ha colado por debajo de la puerta y de que me está observando inmóvil desde la esquina. Pero de nada le ha servido esta vez su agilidad, porque, sólo con un pulgar, la he despanzurrado antes de que haya conseguido recuperar su tamaño. Por una vez le he ganado la partida a los milagros.

    Responder
  • Persecución

    Parecía increíble que la figura regordeta de Sor Consuelo, sostenida por las cortas piernas escondidas tras la amplitud del hábito negro, pudiera desplazarse con aquella rapidez que la hacía parecer un ángel dotado del don de la ubicuidad. Don Roberto, no guarde las naranjas en el cajón, si nunca le va a faltar comida. Ay, don Roberto, traiga para acá, volvió a comprar jamón, si sabe que le hace mal. ¡Otra vez fumando, don Roberto, apague, por favor el cigarrillo! Don Roberto, ¿no viene a misa? Lo peor fue lo de Bermúdez. La alegría de ver aparecer en la residencia a mi antiguo compañero de sindicato y de poder compartir con él la habitación se me apagó en tres semanas. Qué fue lo que hizo esa mujer con Bermúdez para convertirlo en su aliado sólo su Dios y ella lo saben. Empezó confesando y comulgando, después se inscribió en el coro de la capilla y enseguida se dedicó a hacer desaparecer mis paquetes de tabaco y a controlar mi salud y mi dieta con una tenacidad digna de la propia sor Consuelo.

    Esta mañana murió Bermúdez. Con el ajetreo he conseguido cruzar hasta la tienda de la esquina y camuflar una botella de güisqui entre las hojas del periódico. Me lo estoy bebiendo a su salud, por los lejanos tiempos en los que compartimos huelgas, mujeres y retórica revolucionaria. Y no vaya a pensar, Sor Consuelo, que no me he dado cuenta de que se ha colado por debajo de la puerta y de que me está observando inmóvil desde la esquina. Pero de nada le ha servido esta vez su agilidad, porque, sólo con un pulgar, la he despanzurrado antes de que haya conseguido recuparar su tamaño. Por una vez le he ganado la partida a los milagros.

    (Corregido)

    Responder
  • […] con estos juegos que hacen desaparecer la angustia del papel en blanco. Esta es la imagen de la propuesta del mes de julio que hace Chimal y, a continuación, mi […]

    Responder
  • Cuando por fin el mundo quede destruido, seran tus descendientes los unicos que sobrevivan y podran reclamar la Tierra como suya, seran talvez el unico vestigio de vida que pueda rondar el planeta entero, capaces de sobrevivir a un holocausto nuclear, paradojicamente no podras hacerlo tu con el peso de uno solo de mis dedos.

    Responder
  • Rafael Prieto
    16/07/2009 4:14 am

    Fue la voz lo que reconoció primero; ese tono suave y terso, como pétalo de rosa, que de súbito inundó la pieza. Levantó la cara en espera de lo peor: la suela de un zapato en movimiento, la decidida palma de una mano, un periódico enrollado calculando el golpe que lo arrancaría de su desdicha; pero encontró otra cosa. Solo un dedo. Un pulgar extendido, dispuesto a todo. Y el eco de la voz, “no temas” repetía, “escribiré tu historia y un día el mundo recordara quien eras, y entenderá tu pena, y también la mía”. El bicho asintió con la mirada y bajó la cabeza. Un silencio negro llenó la habitación. Gregorio Samsa cerró sus ojos humedecidos y apretó sus antenas. Afuera llovía.

    Responder
  • Ahí estaba el dedo de dios, a punto de acabar con su existencia. Por un segundo miró hacia arriba. -Que raro- pensó -Siempre había creído que él estaría hecho a mi imagen y semejanza-.

    Responder
  • LA METEMPSICOSIS II

    —Es cierto aquello de que no se es dueño del propio cuerpo —me dijo mi amigo con voz serena y rostro inexpresivo—. Mientras cada parte trabaje bajo relativa armonía, Uno no se preocupa por esas cuestiones: ¿dónde está mi conciencia? ¿de qué estoy hecho? ¿la mente domina la materia? ¿adónde va a parar el espíritu? Poco a poco caí en cuenta de yo no era Uno, sino que era una imbricación de Varios Menores.

    Yo no sabía a qué se refería. Francamente, me sentía inclinado a tildarlo de místico loco. Pero cuando él comenzaba a elaborar acerca de sus Varios Menores, una cucaracha —de las que abundan por aquí— se apareció sobre el muro. Mi amigo cortó en seco su conversación, se paró, levantó el pulgar de su mano izquierda como diciéndome «está bien, descuida» y luego lo acercó lentamente al bicho. Yo vi, lleno de horror, como el dedo erecto sostenía cópula con esa inmundicia. El rostro se mantenía inexpresivo; mi amigo seguramente estaba en otra parte. Entonces comprendí.

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  • Al compararse, ambos notaron ciertas similitudes, sobre todo en el tronco…
    – ¿Disculpa que no tenga antenas, pero aún así siento que cada vez me asemejo más a ti. –Dijo el pulgar, optimista.
    La criatura, de color mierda y aspecto sudoroso, imitó la postura del dedo, se comparó por unos cuantos segundos hasta que, súbitamente, decidió darse la vuelta y huir.
    – Tu carne está hueca, sin cerebro ni piernas. Dependes de un gigante, de otro cuerpo. Yo me muevo sin necesidad de cargar un lastre de cuatro miembros y una cadera. Yo me arrastro, soy libre. –comentó el animal.
    – Sí… pero yo te aplasto. –expresó, sarcástico, el individuo de carne humana, para después, al poco tiempo, jalar ese cuerpo del cual tanto depende, impulsarse con él y así, darle fin a la vida de la cucaracha libre, rastrera… y vulnerable.

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  • Alexandra C
    17/07/2009 5:52 pm

    – Que haces esta noche guapa?
    – Mmmm, había pensado en ver una película más tarde
    – Habías……… (craacccckkk)

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  • Ay, mijo. Tan grandote y tan tarugo. Ve nomás cómo te traigo… ¡Ni falta ha hecho que me esconda! ¿Ayer con el zapato y ora con el pulgar? Nomás porque tengo buen corazón, pero a la otra te aplasto yo primero. Con permisito.

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  • Rosa Delia
    19/07/2009 8:57 pm

    Visión líquida

    Quedamos atrapados e inmóviles sin saber qué hacer, uno frente al otro. Pasa un segundo y en seguida alguno más. Observo con atención al ente con caparazón café-charol, deambula con sus antenas sin brújula. Ha andado miles de mundos, resistido la inhumana cotidianeidad de lo urbano y el paisaje de subsuelo sobre las superficies más recónditas. Baja a toda prisa en la estación George V en París y sin más, decide subir al muro. Justo ahí, se da nuestro encuentro, mi mano permanece cercana. Su cosmos empieza a diluirse al igual que los vagones del metro que se aleja mientras penetra la oscuridad.

    Escapar sólo sirve para encontrar aquello que somos y no nos atrevíamos a ver. El bicho ha formado parte del infinito expediente humano en donde las existencias escurren en una metamorfosis. Camino sin rumbo, sólo escucho el eco de mis pasos.

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  • -¡Está bien, ustedes ganan!-, dijo el hombre, al tiempo que alzaba el pulgar al modo de los emperadores romanos. -¡La casa es suya!-. Así fue como la viuda de Gregorio Samsa obtuvo un patrimonio para ella y sus hijos.

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  • Llegó para su revisión semanal. Ya casi tenía el largo requerido, pero aún le faltaba mucho para dar el ancho, literalmente. Se había esforzado tanto, pero parecía que simplemente competir no era su destino. Sin importar cuantas veces se levantara tarde, caminara poco y comiera todo lo que encontrara. Su futuro se frustraba día a día y su más grande miedo se vio materializado esa tarde. No podría competir.
    Plan B, robar. En vez de deportista, se haría ratero. Era pequeño y no le costaría trabajo escabullirse por pequeñas rendijas. No lee faltaba alimento ni casa, solo esos calientapatitas, con los que siempre había soñado, con los que podría salir a pasear en invierno. Si no podría ganarlos compitiendo, tendría que robarlos.

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  • Erika Lara
    22/07/2009 10:59 am

    Pantalla, tortura, imagen, mirar…
    Gente en el suelo , inertes, con la silueta bordeada de fluidos, sin un rostro que identificar.
    Pensar que estuve a un dedo de aplastarte y ahora tu especie nos domina.

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  • Charlie Ortiz
    22/07/2009 2:53 pm

    Un crimen es un crimen. No puede uno echar atrás una historia. La muerte no se borra del rostro tan fácil. Todo crimen merece un castigo, es imputable que no sea así. No existe exoneración en la mente del criminal, ni perdón. Trazar con el dedo el destino, borrar toda pista que nos lleve al lamentable hecho. Qué pasa en la mente del criminal, es una pregunta que se ha vuelto lugar común. Quién pregunta sobre lo que pasa en la cabeza de la víctima, que piensa, que desea, que le causa el miedo. Se siente tan frágil, pequeña ante la idea de la muerte. El presentimiento de ser por un instante aplastada, triturada. Asesinada.

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  • Por más que le pedía un aventón a la cucaracha, esta se negó a llevar a Gregorio Samsa. El insecto sonrió como sonríen los insectos. Más tarde habría de llegar por sus propias patas.

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  • -No te muevas -le dijo el pintor a su modelo- que voy a captar tu belleza interior.

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  • Casi lo tengo …

    ¿Y si me pica?

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  • Conciente de que podía tapar el sol con un dedo… intentó hacer lo mismo con la cucaracha que recorría la pared… pero esta no dejó de moverse.

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  • — Lo lamento, pero el “casting” anunciaba muy claro que las interesadas debían medir, aproximadamente, un dedo pulgar. Lo siento, pero eres demasiado pequeña para poder participar en la película.

    — Pero, ¡soy mayor de edad, lo juro!

    — No, lo lamento, pero no das la talla.

    — Pero soy buena actriz, de verdad.

    — ¿Si? ¿Y, cómo me lo demostrarías?

    — Acércate y verás…

    — Espera, espera… ¡Oh, ah, hummm…! Está bien, está bien. Me has convencido. Total, a la hora de los “close-up”, las demás te cubrirán para que pases desapercibida. Pero anda, sigue, sigue demostrándome lo buena que eres.

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  • Dedo cucaracha

    Cuando Edgardo cumplió seis años su papá le regaló un cotorro. Edgardo se encargó de cuidarlo durante tres meses y en varias ocasiones se vio tentado a abrirle la jaula para que se escapara. El último día que el cotorro vivió, a Edgardo se le había olvidado meter la jaula a su casa y a la mañana siguiente lo encontraron degollado. La mamá de Edgardo culpó al gato de los vecinos como el responsable de la fatal muerte del ave, pues era frecuente que el gato caminara por la barda en las noches, así que durante una semana disfrazó veneno con atún, para dárselo de comer.
    Edgardo aún no olvida la forma en la que encontraron el cuerpo del gato muerto y la manera en la que su mamá lo tomó y lo metió en una bolsa para tirarlo en el contenedor de basura. A partir de ese día, Edgardo carga con una cámara fotográfica, cuando sale a la calle, para retratar a los animales muertos que encuentra en su camino, También empezó a coleccionar insectos muertos. “¿Qué olor será más asqueroso: el del cuerpo humano en proceso de putrefacción o el de un perro muerto olvidado en la calle?” Se cuestionaba a sí mismo Edgardo.
    Los abuelos de Edgardo tienen una paletería y Edgardo, con el fin de ganar dinero para gastarlo en la escuela, va con ellos los fines de semana a ayudarlos a despachar o simplemente a mantener los refrigeradores libres de cucarachas.
    En el tiempo que los ha estado ayudando, Edgardo se dio a la tarea de investigar el lugar de dónde salen las cucarachas. Enfrente de la paletería hay una coladera, Edgardo ha visto que por las noches las cucarachas salen de ella y caminan por la banqueta en diferentes direcciones. Incluso antes de abrir el local encuentran a varias caminando sobre las paletas y helados.
    Ayer Edgardo vio un montón de ellas escondidas en un refrigerador que ya no ocupan, de inmediato les rocío insecticida, algunas murieron y otras escaparon. Las que murieron, Edgardo, las recogió y se las llevó a su casa para meterlas con los demás insectos que tiene flotando en alcohol.
    Hoy regresó del negoció de su abuelo con más cucarachas, pero esta vez no las introdujo al frasco sino que con silicón las pegó en una pared de su recámara y al pegar la última, se dio cuenta de que era un ser insignificante, comparado con su dedo, claro.

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  • UN ESCRITOR FRACASADO

    Sentado frente al monitor, con los dedos nerviosos tamborileando en el aire, anhelando que por fin se posen sobre las teclas, el escritor espera a que le llegue una idea, a que llegue su personaje. Cierra los ojos… Cuando los vuelve abrir, una cucaracha lo mira desde la superficie rugosa de la mesa; vate sus antenitas:
    —Eres un escritor fracasado. Sueles escribir cosas superfluas, llenas de lugares comunes. Tus personajes son huecos. Siempre quieres emular a tus autores preferidos (ellos están a un millón años luz de ti): Márquez, Ballard, Rulfo… Pero ahora estoy aquí, lista para darte la gloria literaria que nunca has logrado —le dice la cucaracha con una vocecita chillona, apenas perceptible.
    —¿Qué? ¿Cómo? ¿Tú me estas hablando? ¿En verdad eres tú?, ¿o los sentidos me engañan? Hace mucho tiempo que dejé la marihuana, que no pruebo una gota de alcohol; es más, ya ni siquiera tomo café ni fumo para escribir —replica el escritor mientras se talla los ojos, incrédulo.
    Sin hacer caso, la cucaracha continúa:
    —¿Quieres escribir algo bueno? ¿En verdad algo bueno?… Pues bien, escribe sobre la condición más mísera del hombre. Escribe sobre ti mismo…

    Con el rostro sobre el teclado, la boca babeando, Gregorio despierta, se despabila; cae en cuenta que todo fue un sueño. Va hasta la cocina, se prepara un café. Regresa, se sienta nuevamente frente al monitor, enciende un cigarrillo y comienza a teclear:
    “Al despertar una mañana de sueños inquietos, Gregorio Samsa se encontró transformado en su cama, en un gigantesco insecto…”

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  • Dactilorinto

    Cada día le ofrecía a la cucaracha un dedo diferente, y ella resolvía con sus antenas el laberinto de surcos dactilares; soplones que me hacían apenas distinguible de los otros culpables. Al final ella se iba. Pero aquella vez decidí seguirla, y pareció esperarme.
    Por lugares estrechos me condujo, recorrimos recovecos ocultos, grietas ignotas, cavernas de un microcosmos singular, pero muy semejante al de mis dedos, fue como si ella me mostrara que estos siempre encerraron las pistas para salir de este otro laberinto dactilar de segunda mano que moramos.

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  • Parecía como si sólo reposara al cansancio, pero estaba muerta. Miré por encima de su cuerpo callado y perezoso. Entre las zanjas de los miembros desprendidos, devueltos a su sitio por alguien ajeno. Y por debajo de los rastros de saliva y lágrimas secas que calaban gélidos en sus violáceas mejillas. Su traje sastre rasgado y ensangrentado, aguardaba hecho bolas su propia autopsia encima del buró No puedo creer como es que se encuentra. Parece apenas un gelatinoso reflejo de sí. Busco en derredor para evitar encontrar de nuevo su rostro desfigurado. En la habitación todo parece estar de un nevado inmaculado. Manchas blancas cubren todo de principio a fin, hasta las sábanas con las que me resigno a amortajar su olvido. Siento un vaivén que precede a las nauseas, llevo varias horas sin comer y el hedor fórmico del ambiente encerrado, hace que me precipite hasta el suelo. Apenas me encuentro levemente lúcido, intento llegar hasta la pared más cercana con el afán de apoyarme y sostenerme de nuevo en pie. Derrotado y gateando sin aliento, noto un vertiginoso ovalo marrón, que en gráciles movimientos escudriña el terreno, como esperando el momento de actuar. Advierte mi aspecto pero no parece temerosa, por el contrario, es como si le simpatizara y pretendiera decir algo con el cadencioso movimiento de sus antenas. Pienso en que es una lástima que Dios no pueda escucharnos y que a su vez nosotros no aspiremos a escuchar nunca a las cucarachas. Quizás en verdad tengan mucho que decir. Arrojo violento mi pulgar izquierdo en contra de su presencia y escucho el colapso crujiente de su cuerpo y el estallido diminuto de sus vísceras. Ahora son dos los asesinatos en esta sala y la certeza de que no hay testigos, no estoy seguro de que las cucarachas hablen (sonrío), pero creo que ya me siento mucho mejor…

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  • Buenas tardes a todos. Con este comentario se cierra el concurso de julio. Todas las personas interesadas pueden todavía recomendar los textos que más les hayan gustado. Gracias a todos por participar, como siempre. Los resultados aparecerán mañana. Hasta entonces…

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  • Buenos días a todos. Los ganadores del concurso de este mes son tres: «Entreacto» de Alejandra M. Vázquez, por su juego con La metamorfosis de Kafka (el mejor de los que se presentaron en esta ocasión); «Persecución» de Elisa de Armas, por la forma en la que se refiere a la locura y la alucinación, y, por las mismas razones, «Metempsicosis II» de Mangarju.

    Reciben mención «Joyita del Handy-Cam» de Anacleto, «Puerto Vallarta» de Ruy Feben, el cuento sin título de Fernando y el cuento sin título de Ana Paula.

    Por último, no puedo dejar de agradecer especialmente a Sheila su cuento; me reí mucho con él.

    Felicidades a los ganadores y gracias a todos los participantes. Mañana aparecerá la convocatoria del concurso de agosto. Hasta entonces…

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  • Para medirte, mira, menos que una cucaracha, mucho menos

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