Este sitio convoca a su concurso #104 de minificción (o microrrelato).
Los interesados en participar pueden comenzar observando la siguiente imagen:
Instrucciones:
1) Suponer que esta imagen representa un instante de una historia.
2) Imaginar cuál es esa historia: qué está pasando allí, qué momento se anuncia, por qué, quiénes están presentes, qué hacen. No se trata de explicar la imagen, ni de escribirle un pie de foto, sino de tomarla como punto de partida para imaginar una historia propia.
3) Escribir la historia, en forma de cuento brevísimo (minificción, microrrelato; el nombre es lo de menos), en los comentarios de esta misma nota.
El o los textos ganadores recibirán un trofeo virtual y serán seleccionados considerando la opinión de quienes decidan opinar. La fecha límite para participar es el 29 de noviembre. Quedan invitados.
101 comentarios. Dejar nuevo
Ante los lunas falsas los hombres lobos se convierten en sombrillas, o peces, o les crece el pelo para dentro.
Me parece interesante comienzo.
Al mirar las copas rosando el cielo invernal, se dio cuenta que ya no estaba en casa.
Congelada
Estaba ahí parada semidesnuda en cuerpo y alma mirando el helado amanecer, aun con la piel impregnada de su aroma y con nostalgia recordando sus últimas palabras… » No me sigas, ya no podemos compartir nuestras vidas, se terminó, ya no hay mas»….. Cerró la puerta y me dejó desnuda implorandole por una noche más, tomé el celular y le marqué pero no contestó, vi su carro tomar la ruta de regreso a casa entre la nieve y los pinos que hacian aun mas dramática la permanencia a solas en el hotel y su ausencia definitiva, no podía aceptar que era la última vez, lloré ahogada mente por un par de horas antes del amanecer, fue entonces cuándo sonó el celular, era él, yo me quedé pasmada, con la voz temblando le conteste…. «amor, sabía que no podríamos dejarnos, regresa por favor»….. con un susurro dijo a penas «llama a una ambulancia»… En efecto, la autopista congelada y a alta velocidad, el carro derrapo, perdió el control frenandolo un muro de contención,mi número fue el primero en la lista de llamadas recientes y fui la última en oir su voz. No sé si él lo presintió y por eso la razón de sus palabras o si la decision de ya no engañar a su esposa era definitiva, de cualquier modo fui afortunada de oir su despedida y después de un año de su ausencia aún lo recuerdo y me quedo congelada; no se si esta sea la ultima vez que regrese a este hotel y pida la habitacion de siempre, con la misma vista y con la nostalgia de un adios entre amor, destino y muerte.
Quería sentirlo, tocarlo. Ansiaba llegar a ese algo. Salí para alcanzarlo.
Un instante después me di cuenta que no miraba hacia el lugar correcto. Con mis pies entre la nieve y mis rodillas sobre el tronco, me percaté que una lámpara trás de mí había sido combustible de mis sueños, y la ventana había jugado de visor.
Aunque el ovni descendía con lentitud, alumbraba lo suficiente como para causar confusión entre los espectadores. Los pinos nunca se habían sentido tan cerca de su deseo (que era cambiar de lugar, moverse)… comentaban entre ellos las cosas que harían en su nuevo lugar espacial, sin saber que los extraterrestres de ese planeta vecino, sólo venían a preguntar quien podía regalarles un poco de azúcar para su café.
Las mentiras del invierno.
La reyerta entre el atardecer y la noche sofocaba, con denuedo, el paisaje ceniciento inundado de ausencia. Las voces que se habían purgado, sin cuescos, rebotaban en la nieve enfermiza que fornicaba con el suelo bajo una Luna pudorosa que se escondía de ella misma. Los viajantes asexuados olvidaron guardar la vigilia; el asfalto escupía sobre el miedo. El vosotros no es ustedes sin caricias esquizoides. De hinojos recogiendo hipérboles pulentos.
Y mi imaginación se congeló, y sucumbió ante las garras de aquel frío y nevado lienzo, donde mis pensares quedaron capturados, hasta el fin de los tiempos… o hasta mi propio fin…
Bien. Logra que imagine toda una historia con poco más de treinta palabras.
Y entonces
Y entonces, viene la niña y te ofrece la foto, sólo un trozo. Tú la tomas entre tu índice y tu pulgar, la miras y los ojos se te llenan de lágrimas. Gritas enfurecida, jalas a la niña de una oreja y la tiras al piso. ¿Por qué lo hiciste?, le gritas con las venas vivas en el blanco de tus ojos. ¿Por qué lo hiciste? repites y repites sin darte cuenta que tu palma se entume al choque con su mejilla blanda. Por ayudarte, te responde la niña entre retazos de frases y mocos cayéndole en cascada sobre sus deditos. Tú aprietas la mandíbula y azotas la puerta.
Te encoges en una esquina frente a la ventana y buscas consuelo: te tapas las orejas y te balanceas como te has enseñado tú misma. Así te calmas cuando la vida insiste en perseguirte con sus miedos y sus recuerdos. Y es que esa puta te ha elegido a tí, tú no la elegiste a ella. Sin deberla ni temerla, te puso en el coño de una mujer que te arrojó a las luces amarillas de la miseria y te destetó a los tres meses como lo hacen las perras a las que el instinto les dice que es lo mínimo para encaminar a una cría.
Porque la vida te ha ido comprometiendo al consuelo: chupándote el dedo para calmar el hambre y frío de la soledad, agazapándote al regazo de tu hermana quien comenzó a jugar a las muñecas contigo en brazos. Porque si tú hubieras elegido una vida, no hubiera sido esta, sino una con vestidos de princesa, con pechugas de pollo y panes de dulce y de sal; una vida en la que pegaran por ti, en la que fueras el hermano y en la que hubieras podido arrancarte con mostaza, con horas en bicicleta o con tés de orégano y baños de tina, esa semilla que llora del otro lado de la puerta y a la que no quieres odiar, pero que te recuerda que la vida, al menos esta, no la eliges: que te elige.
Te pones de pie, ves los pinos a través de la ventana y buscas un cuchillo. Abres la puerta de la habitación: ahí está la niña sentada en la cama, comiéndose las uñas. Y entonces decides que la vida ya no va a elegir por ti.
Pobreza y moral.
Tal como lo hacía; de lunes a sábados; Juan volvía a su modesta vivienda, montado en su destartalada bicicleta.
Hoy, dos horas más tarde de lo habitual. Al terminar su larga y mal paga jornada en la fábrica, alguien le ofreció una changa, que le permitió comprar algunos alimentos especiales, que hacía mucho tiempo, brillaban por la ausencia, en su mesa.
Corriendo el riesgo de terminar caído sobre el frío camino, pedaleaba fuertemente, pensando en la alegría que vería en los rostros de su esposa y dos hijos.
Le extrañó la total obscuridad de la casa, abrió la puerta, el silencio era absoluto.
No necesitó encender el farol. A la suave luz de la luna, leyó la nota, que su esposa; al marcharse para siempre; le dejó sobre la mesa.
-Are you lost? walk a little bit over the hill sir, that´s exactly where you´ll find a small crossroad… there´s even a signal to warn you about wolves. Take the left road. Can´t afford to lose it… And you better hurry up, before it gets dark…some people say werewolves live here.
-Es la última vez que me aventuro. No vuelvo a andar de pata de perro. Me pusieron de nervios, primero por lo que dijo el hipster y ahora los pinches aullidos.
La sangre de mi novia escurría por el hacha que le clavé en la cabeza. Por fin pude salir de ese bosque en el que la dejé morir, colgando de un árbol. Miré al cielo y pude ver el nublado clima y la luna me miraba.
«Ahora me toca a mi», me clavé el hacha en la cara, así la luna no vería mi vergüenza
Miguelina Reyes.
Metamorfosis.
Siempre tuvo miedo a la muerte.¡ No queria morir!. Su deseo se cumplió, embelesado contempla sus largas ramas ahora cubiertas por un ropaje blanco de nieve.
Me gusto mucho.
Soltaste mi mano. Sólo hasta ese momento recuerdo haber sentido la intensidad del frío y el penetrante olor de los pinos que nos rodeaban y que se volvieron inmensos ante el sol que se difuminaba en la niebla del atardecer. Por un segundo sentí miedo de ser invisible, de no poder reconocerme a mí misma. Frente a mí se dibujaba el cruce de los caminos, no escogí ninguna de las opciones que me diste, decidí internarme y explorar en mi propia bruma. Caminé sin rumbo. Nunca más te volví a ver. La tristeza desfasada se convirtió en un relato para olvidar.
Abortar el vuelo.
El bosque de pinos le parecían un lugar conocido. También la nieve. A pesar de eso, estaba desorientado en cuánto al tiempo y a su historia. La visión de la luna enorme y fosforescente le hizo recordar que era ET. (Un extraterrestre en busca de su casa).
Apresurado, se dirigía hacia el vehículo espacial, en el momento en que, por la autopista, llega el auto de la policía del pueblo y descienden sus dos hijos. Ellos, tomándole con suavidad de los brazos, le dicen que debe acompañarlos a casa.
El bosque de pinos le parecía un lugar conocido. También la nieve. A pesar de eso, estaba desorientado en cuánto al tiempo y a su historia. La visión de la luna enorme y fosforescente le hizo recordar que era ET. (Un extraterrestre en busca de su casa).
Apresurado, se dirigía hacia allá en el momento en que, por la autopista, llega el auto de la policía del pueblo y descienden sus dos hijos. Ellos, tomándole con suavidad de los brazos, le dicen que debe acompañarlos a casa.
La gran luna fue la única testigo de mi crimen. Muchas veces he recordado esa noche gélida que quedó para siempre en mi memoria. Pero lo hecho, hecho está. No hay vuelta atrás. Aún veo su rostro suplicante, pero yo no era yo en esos momentos, la ira me cegó y acabé con lo que más quería en este mundo.Ya solo queda esperar en este oscuro sitio mi horrible destino. Estoy condenado y lo acepto!
Se escabulle por los troncos, choca y resbala con las ramas cubiertas de nieve, con su mirada aguda no pierde de vista a su presa, su perro cazador toma la delantera, se precipita por estar par a par con él. El venado agitado ´produce un sonido chirriante, seguro pide ayuda, nadie lo escucha, el cazador furtivo y su fiel perdiguero lo deleitan e incomodan con su rostro amenazante. Comienza a clarecer, llegan a la carretera, el venado les toma la delantera y continúa por algún camino de los tres que forman el cruce; de pronto se escucha el Torton que frena, las llantas están marcadas en el asfalto. Él y su perdiguero se detienen, contemplan el cuerpo del venado embarrado en el asfalto; coloca su arma en la espalda, emite un chiflido, levanta su sombrero para ver el cielo, la mañana se acerca, es momento de volver a caza, tal vez la próxima vez corra con mejor suerte.
Mil disculpas, cometí un error garrafal, ya no lo pude corregir porque ya lo había enviado. En la parte final quise escribir «casa» de ‘edificio o parte de él donde viven una o más personas’, y NO «caza» de ‘búsqueda y persecución de animales para atraparlos o matarlos’. Espero eso no afecte en mi selección.
OTRA LUNA
Sabía que esa luna, aunque se parecía, no era la misma luna que había mirado siempre. Que esos árboles no eran los mismos árboles que a diario miraba desde el marco de su ventana. Que él ya no era más él. Todo había cambiado; y ya lo esperaba. Pero lo que más le atemorizaba era lo que estaba fuera del alcance de su mirada, mas allá de los bordes de ese cuadrado perfecto que enmarcaba el pedazo de paisaje. Lo que se avecinaba, arrastrándose por la carretera, en un sordo rumor que se acrecentaba.
Había recorrido cada lugar marcado, desde paramos ocultos a bullicios evidentes. Sentia una satisfaccion opacada por una certeza. Sabia que no podía evitarlo mas, quedaba un lugar, una ultima fortaleza escarpada y hostil que atravezar en la frontera entre lo onirico y la pesadilla. Solo asi lograria completar el mapa de su existencia, reunir todas las claves que le permitan trascender.
Fue el último intento, dos personas pasaron y no les sorprendió que la nieve les cayera en la cara, le susurre al oído a una señora y se puso mas alegre, ni siquiera los niños que fueron golpeados por las ramas se molestaron. No cabe duda, apesta tanto llevar 100 años muerto, la peor idea fue suicidarme y creer que todo acabaría, y luego mi familia hizo todo aquello que no pensé que haría, aquella chica extraña de la escuela quería conocerme, y si, tu, el que se está colgando de este árbol, estas cometiendo el peor error de tu vida.
Ilusión
Ella lo miraba, como quien mira una ilusión, el inmutable explicaba que no se quedaría, lo que decía, ya no le interesaba, sabía que no había vuelta atrás; recordó cada uno de los momentos vividos, de como se decían palabras de amor cada día de esos felices meses que pasaron juntos, el no comprendía que con cada una de sus palabras rompía en mil pedazos su alma, recordó el día en que la llevo a su lugar favorito; un paisaje lleno de nieve y árboles, el sol se ocultaba y el le susurraba lo hermoso que sería ir todos los años.
Supo que no regresaría, no volvería a ver esos árboles con sus copos de nieve y lloro, lloro su desgracia y su impotencia, lloro su amor perdido y dio gracias alejando se de el, sin darle tiempo de nada más, sólo quiso que se quedara tal cual era en sus recuerdos en ese día frío de invierno.
El primero en caer no hizo mucho ruido.Luego vendrían muchos más.Salían lentamente del cielo y caían extrañamente despacio.Como si su fragilidad fuera tenida en cuenta por la gravedad.Rodaban por la nieve,y se amontonaban entre los árboles.El hombre miraba al suelo,al cielo,al suelo,completamente asombrado.Cuando el primer huevo se rompió y de él salió un pequeño pollito, se asustó.El hombre moríria pocos días después,tal como ocurría siempre en esos primeros años de la humanidad.Murió,al cabo,sin ver convertido ningún pollito en gallina.Él,que hubiera podido explicar a todos que primero fué el huevo.
Pues mira, de entrada lo que veo es puro frío, claro, es hermoso: el bosque, ese color medio gris, azulado, el verde tenue… pero el frío para mí es como un tipo de monstruo que se me planta en frente y sin decir más me ataca, me tumba, se enreda en todas partes, me hace temblar. Y luego las uñas, mis queridas uñas se tornan moradas, mis orejas, las más delicadas, mi nariz y mis manos se vuelven intolerables… Lo repito, se ve hermoso, es perfecto para el amor, el abandono o también el odio, para lo que se te ocurra que quieras hacer en un lugar distante y silencioso. Pero en el frío la piel se reseca y no me puedo mover, además de que me da por no saber las cosas, puedo perderme, olvidar algo importante, destrozar, ignorar, puedo hacer lo que nunca he hecho, podría, lo sé, lanzarme, correr como un loco, quedarme inmóvil… todo puede pasar, es una alergia que me ha pegado desde siempre. Agradezco tu invitación, de verdad, pero yo no puedo estar en un lugar como éste, para mí es la playa, es el sol, para mí también la ciudad con sus calles calientes, que parecen comales gigantes, para mí el balneario, sí, aunque esté sucia el agua y haya mucha gente, yo prefiero también el camión de medio día, lleno, llenísimo, sudoroso, ahí soy feliz, ahí fluyo como si nada, pienso, descubro, invento… mis mejores ideas y las decisiones más acertadas de mi vida, nacieron en el calor. Así que gracias pero no, en esta imagen que me ofreces yo no puedo definitivamente, de ninguna manera, ni por casualidad, encontrarte o buscarte o verte o hacer nada de lo que me pides. Moriría o peor, seguiría viviendo pero en un lecho de… ni siquiera puedo imaginar en dónde o cómo podría quedar si aceptara tu propuesta. Gracias, pero no.
Me gusta
Son
La anulación nunca llego. Nos vio hacerlo, su medio ojo nos vio huir. Nos perdimos en el bosque y bajo su luz nos dejó vivir. El fallo sentenciado: muertos e ingenuos.
Hernest Malville.
Hernest tiene el pantalón lleno de sangre, se ha sentado en la esquina de la habitación y en posición fetal.Frente a él, está su sevillana y un cuerpo de un varón aún con vida, en la boca de éste, las hormigas parecen tener una tertulia como si la saliva, fuera miel.Las manos del sujeto, están puestas sobre su vientre insinuando que lo único trascendental, es que él mismo se detenga la hemorragia.
Desde su lugar, Hernest lo mira y no hace por él más que regalarle su indiferencia. El caballero,moribundo, intenta hablar, pero un chorro de linfa emerge de su boca, sus ojos ahora, son como canicas brillantes a punto de salirse.
-¿Por qué no te mueres ya?, ¿te gusta verme sufrir?-le pregunta Hernest, luego toma su diminuta daga y lo apuñala dos veces más.
Lamentablemente, no es la primera vez que hace eso, ya le ha tocado estar a lado de varias personas al dar éstas su último respiro, sin embargo, le sigue pareciendo inefable y siempre dice que no se arrepiente de haber comprado la casa en la que vive,misma que está rodeada de pinos y se ubica en un lugar donde no hay mucha gente, lo que permite que, después de ir a la cuidad más cercana y conseguir a quien, se puedan cometer toda clase de crímenes sin levantar sospechas.
Hernest mira el cuerpo tirado,lo deja de pinchar como si fuera un acerico, con su camisa limpia un poco la navaja, desviste a su víctima (quien ya está exánime), contempla las heridas y siente un ápice de entonia al ver la sangre.Lo que sigue, es trocear a Thompson (ése era el apellido del muerto).Lo primero que le quita es la cabeza, a ésta le arranca los ojos, va a ponerlos en un vaso con agua para remojarlos, los saca y bebe el contenido del chato.
Pasan varios minutos para que los restos de Thomposon no tengan tegumento, en el lugar, ahora hay órganos y huesos por todas partes.El criminal se dirige al calentador, con el termómetro que usa para casos especiales, mide la temperatura de la sustancia que puso en la marmita y al percatarse de que es exactamente la que buscaba, introduce la piel de su víctima.
El tiempo ha transcurrido rápido, Hernest Malville retira la cutícula, la extiende en el suelo, con un trapo absorbe el líquido que puede y después recoge todo.
Su madre lo espera en la recámara, la vieja está sentada e inmóvil en una silla y el lugar es tan frío que parece un congelador, pero ni los brazos ni la cara de la mamancuna están ancerinos.Desde la ventana, se pueden ver un pizarrón pequeño, un pedazo de la luna y los árboles que están del otro lado, cualquiera podría asegurar, que la señora Malville contempla el paisaje con tranquilidad.
Hernest observa a la anciana, se apronpicua a ella y le pone en la espalda la epidermis de Thompson como si fuera una cobija, posteriormente, va corriendo a la sala a tomar los testículos del occiso.
Regresa a donde su progenitora, le entrega los dídimos de aquel hombre en la mano, se pone en cunclillas y le cierra el puño a su ascendiente.No ha existido escena más macabra que la que sucede ahora en el hogar de los Malville, ella está quieta como estatua y él tiene una reminiscencia de la última vez que hablaron.Aquella ocasión peleaban porque Hernest había matado a su padrastro que a menudo lo acusó de ser un «bueno para nada» y que maltrató más de una vez a su madre.
-Toma, mamá, no son los de tu marido, mas tómalos igual.Prometí que te traería unos, como los que te traje ayer-le dice y se separa de ella, pero sincrónicamente, lleva arrastrando su culpa, la única culpa que siente, la de no detenerla aquella noche en que después de discutir con él, salió a la calle y murió tal vez de hipotermia o de hambre y ahora el consuelo que tiene Hernest Malville, es el de haberla encontrado y embalsamado para tenerla allí, con él, para siempre y en su casa donde nadie podría molestarlos.
Vudú.
En un bosque taciturno; a mi abuela le gusta jugar con muñecos de trapo, el pueblo poco a poco va quedándose sin personas. Yo no tengo miedo pues en mis manos está su figurilla, si da un paso más habré de arrancarle la cabeza.
Desconocido e Inimaginable:
El sol cae se acerca la noche el friolento viento revolotea los arboles y el insipido olor de la nieve fusionada con el pino altera mis sentidos llevandome a pensar que me depara esta noche fria y llena de cosas que aun no conozco estoy aca parado en esta carretera pensando la decision de que camino escogere los nervios se alteran pues debo hacerlo bien mas adelante en la profundida del bosque hay cosas inimaginables que mis ojos no han visto nunca y no quiero caer presa de lo desconocido ni de lo feroz que puede ser y aunque este conmigo mi preciado libro de hechizos y mi daga bañada en sangre de demonio debo ser cuidado pues el friolento viento entumece mi cuerpo y mis sentidos disminuyen aun asi este es mi destino para esto fui entrenado en las artes oscuras que mi abuela me mostro desde pequeño ahora soy el elegino el ultimo de mi linaje el ultimo con la sangre y el valor de llegar a completar esta temeraria mision, espero que los espiritus de mis ancentros el aquelarre de venus este conmigo hacia alla voy en busca de lo perdido y desconocido a enfrentar el pasado que me marco y el presente que me mostro el futuro que tengo al frente.
Ya no estoy aquí; estoy allá, pensando. Decidí irme; absurdo y sin sentido.
Plenitud del frío nuevo y abrazador de la tierra, dejaron ver a aquellos ya civilizados hombres que cayeron del cielo, el hermoso suelo donde derramarían sangre. Uno a uno los pequeños seres grises ya temían por su destino.
La tierra comenzaba a ser fértil, la vida estaba a punto de nacer de la mano de los pinos nuevos. Aquella Luna, se levanto por primera vez a saludar a esas avanzadas formas de vida. Esos hombres del cielo viajaron mucho tiempo, ofrecieran como tributo a los pequeños hombres grises. No encontraron un mejor lugar que eso que llamaban Erth: los vecinos suyos que ya lo habían visitado les comentaron del lugar. El Mosnito, seria el merecedor de las vidas de los pequeños seres. Esa mañana del suelo terrestre, las dos razas extendieron los dedos y podían sentir el pasto lleno de rocío.
Justo debajo de la luna, en esa pequeña linea divisoria entre la copa de los bosques y el cielo, se alzaron tentáculos gigantes y un estruendo de pisadas removía las montañas. De entre la maleza un fétido olor emergió a ser aquel, que cobraría vidas por mantener la paz ajena. Tenia una gran corpulencia y largas cuatro patas que eran sostenidas por pesuñas enormes. Sus claros ojos amarillos parecían gotas de agua, que acababan de caer por el costado de una montaña. Miro no solo a los grises, sino a la urbe entera esperando por él. Lo ultimo que vieron fue la Luna despidiéndose de ellos, recostados sobre la lengua del Mosnito.
El chocolate caliente olía a la nostalgia por sus padres muertos y repasaba con la yema de su dedo la orilla de la tasa, luego sumergió un poco la punta del índice derecho y untó en su lengua la nata que había recogido.
Aquella misma tarde nebulosa en un bosque de coníferas, dos jóvenes conversaban a bordo de un mustang clásico y gélido, Aunque el auto estático el motor temblaba. Billy miraba la palanca de velocidades agachado. Laila, mientras fumaba, lo miraba a él. Cuando Billy por fin levantó la vista y se enjugó las lágrimas, dijo que esa tarde Dios había mostrado un dedo; como quien lo hunde en una taza de chocolate, así Dios en el cielo.
Algún día abrirás más los ojos, la pesadez caerá sobre ti, no te dejará dormir. Tendrás que lidiar con toda la mierda que has hecho, buscarás un lugar que iguale la temperatura de tu ser y razón. Y te irás muy lejos, a ver si así, te permites dormir.
PINOCHO ENAMORADO
Hacia algún lugar voló el alma: migró. Quedó enraizado a la tierra que me sustenta, pero que no me da piernas para correr en pos de ti: Te dejo ir, soy madera, fuerza, oxígeno y sustento.
Me atrincheró confuso, callado, ausente, procurando el círculo de un ecosistema que me erosiona: Muero y de a poco me seco: La tala me circunda y condena al destierro, al infierno de los abandonados, a un aserradero.
Después de meses aletargado, despierto: Mágicamente tengo brazos, piernas, ojos, boca: Tengo un cuerpo y de madera un corazón. Soy el entramado de duramen, médula y corteza, de articulaciones de pulpa y savia.
Por la ventana que da al jardín de un anciano titiritero, observo tus alas revolotear y ese hermoso pico de pájaro carpintero. Me miras, te miro, lo sabemos, ha llegado el dulce reencuentro. Posas tus patitas sobre el marco de la ventana y sonrío, vuelas hacia mí y siento tu pico sobre mis labios de palo, virutas de colores salen de la emoción y bajo una lluvia de aserrín, sublime, triunfo el amor.
🙂
😛
Al llegar al lindero del bosque admiré la luna y se la señale a Teresa
– ¡Pero si son las 15:45! – dijo ella.
¿Cómo podría haber sabido que era un portal y que la última invasión había iniciado?
Qué bonito
Ella se sentó al borde del río a esperar el deshielo, con la intención de que el río la ahogara una vez desbordado. Sus cálculos fallaron, pues el invierno la congeló y el deshielo de la primavera le regresó la vida. Al volver a casa tomó un baño y un huevito de felices pascuas.
—Quédate un rato más, chata— le pide Hades a Perséfone. Se prolonga el invierno, se acumulan la muerte y el trabajo. En su madriguera de amor huele a ponche y mandarinas.
Genial!
La Curva
Ocho carros se habían volcado exactamente en el mismo lugar durante un mes.
Cuando ocurrieron los primeros tres accidentes, las autoridades pensaron que se trataba de cuestiones climáticas: era invierno, la nieve ya se dejaba ver sobre los pinos y la carretera estaba mojada y resbaladiza. Así que hicieron comerciales y boletines informativos que salían en radio, prensa y televisión para que la gente manejara con cuidado por las carreteras de la montaña. Sin embargo, siguió ocurriendo: cinco coches más se volcaron en la misma curva, aun después de las advertencias y los señalamientos de precaución.
El teniente Valderrama comenzó una investigación para saber qué era lo que estaba ocurriendo y encontró una pista que los conectaba a todos: dentro de cada automóvil había un disco de Jaime López.
Buscando alguna respuesta, todos los días recorría un tramo de la carretera donde habían ocurrido los accidentes.
– Soy Martha- dijo la chica que había encontrado caminando sobre la carretera – Y tú, ¿cómo te llamas?
– Puedes decirme Valderrama. ¿Hacia dónde vas?
– A la Hacienda “Las Ilusiones”, está adelantito de la curva.
Después de unos minutos de charla, Martha preguntó a Valderrama si podía poner un disco en el reproductor de su automóvil. De reojo, pudo ver que ella abría su bolso y sacaba un CD que le resultaba bastante conocido: se trataba de un disco de Jaime López..
Valderrama comenzó a sudar helado y el corazón le latía a mil miedos por segundo. Sus pensamientos estaban divididos en dos: por un lado estaba imaginando lo que esa mujer podría hacerle: sacar un cuchillo y descuartizarlo, dispararle en la cabeza con una pistola, o hasta intentar ahorcarlo con alguna cuerda que trajera guardada en su bolso. Y por otro lado, estaba preocupado pensando en cómo hacer para que ella no se diera cuenta de lo nervioso que él se encontraba.
Le dijo que sí, que podía poner el disco, y no supo si en ese momento era más el miedo o la curiosidad por saber lo que iba a pasar.
Ella lo sacó de su caja, volteó a mirar a Valderrama con una sonrisa maliciosamente coqueta y le dio play, al tiempo que se acomodaba en el respaldo del asiento como quien está a punto de disfrutar un vuelo, una película, o un sueño.
Entonces, poco antes de llegar a la curva, Valderrama escuchó a Jaime López cantar a través de las bocinas del Honda: “A la orilla de la carretera la mujer de blanco me pidió un aventón”.
¡Me ha gustado mucho!
Muy buen texto.
Saludos.
Muchas gracias Cristina. Un abrazo!
Llevando más de ocho horas de viaje en carretera, el conductor se fastidio, su día de relajación estaba a punto de terminar.
Cansado de ello decidió sacar su pino del auto y establecer su campamento en ese mismo lugar, que resultaba idóneo para observar de vez en cuando a aquel criatura que es el ser humano, en una de sus múltiples migraciones.
La pintora había elegido aquél paraje para plasmar con sus pinceles el esplendor de la floresta. Concentrada, las horas se deslizaron sin darse cuenta.
La luna, que había permanecido oculta detrás de la claridad, mostró su triunfante esplendor en el ocaso.
La mujer, suspendida entre la visión del paraje y la de sus pensamientos, lentamente recoge y guarda los utensilios utilizados para su cuadro.
Mira por encima de los pinos, observa largamente la redondez del astro, su iluminado contorno. Piensa:
“Lo sabe. Le otorgué dones mágicos. La culpé de ensueños. Me sentí lunática y le ofrendé el origen de mi locura cuando deseaba respuestas con sólo verla.
Hoy, ella observa que me he convertido en un lienzo, reposo en la vieja osamenta de un caballete… Ahora es cuando la escucho”.
Deja el lienzo, el caballete. Sube al auto, se va.
La nave vino a buscar sobrevivientes, revivientes o aferrados que hubiesen permanecido ocultos aún después de la catástrofe: la pandemia de violencia que les hizo terminar los unos con los otros. Encontraron a dos, ella en África y él en Oceanía. La tentación era mucha. Deliberaron acerca de intentar el experimento nuevamente. Pero no. Optaron por el planeta.
Desaparecer (literalmente)
Hernán se orinó cuando escuchó que lo iban a desaparecer. Su mente imaginó mil formas de morir –quemado, ahogado, decapitado vivo–, pero nunca le pasó por la mente lo que le harían.
Lo pusieron de rodillas y de un manotazo le quitaron el costal de yute que le cubría la cabeza. La luz de la mañana lo cegó. Una voz cavernosa le dijo que no volteara hacia atrás, mientras el frío metálico de una pistola le trepaba por la nuca.
La voz le dijo que contara hasta el número cincuenta, y que después se pusiera de pie y corriera hacia los columpios oxidados que estaban al fondo del parque.
Hernán empezó a contar. “¡Más fuerte!”, le ordenó la voz cavernosa. “¡UNO! ¡DOS! ¡TRES!…”. Entre más se acercaba al número cincuenta, más se le quebraba la voz. “¡T…treinnn…nnnta…ytttrrr…es…es…”.
En el número cuarenta y ocho, Hernán dijo: “¡Por favor no me maten!”, pero nadie respondió. “¡No me maten, por favor!”, suplicó.
Terminó de contar: “Cuarent…t…t…a y nu…nu…nnnueve… ¡Cincuen…nnn…nta!”.
Silencio…
De pronto sintió la grava calándole bajo las rodillas y percibió el penetrante olor a orina y sudor de varios días mezclados con el aroma de la hierba mojada. El trino de los pájaros en las copas de los árboles lo sacó de golpe del trance en el que se encontraba inmerso.
Se puso de pie y corrió lo más rápido que pudo hacia los columpios que le habían indicado. Gritaba: “¡NO ME MATEN!”, mientras se cubría la nuca con las manos. En el fondo esperaba que el balazo fuera certero y acabara con su vida de manera instantánea, para evitar la agonía de desangrarse.
Hernán llegó a los columpios. Se sostuvo con las dos manos en uno de los postes descarapelados. Lloraba y se atragantaba con sus mocos y lágrimas cada que intentaba jalar aire. Y esperó lo peor.
Las autoridades estatales encontraron a Hernán al día siguiente en casa de Doña Chabelita, una conocida mujer que vendía tortillas de harina en un pequeño tejaban. Hernán había llegado ahí pidiendo auxilio y un teléfono. Uno de los vecinos de Doña Chabelita fue quien le proporcionó un viejo celular.
De regreso en casa de sus padres, Hernán se enteró que no habían pagado rescate alguno por su liberación porque nadie había exigido un rescate. Se enteró también que lo habían soltado al tercer día, que no tenían idea de quiénes habían sido los culpables ni el motivo de su secuestro, como tampoco el motivo de que lo hubieran liberado así porque sí.
Cuando se sintió un poco mejor, Hernán decidió, por seguridad, cambiar las contraseñas y hacer privadas sus cuentas personales: Facebook, Twitter, Instagram, Tinder, su cuenta secreta de Facebook y hasta su antigua cuenta de Blogger. Para su sorpresa, ya ninguna de ellas existía.
Hernán recordó cuando se orinó encima al escuchar que lo iban a desaparecer. Habían cumplido su amenaza.
Me gusta =)
Gracias por disfrutarlo. Saludos.
también me gusta
Gracias, Mayela. Saludos.
🙂
Muy bueno!
Muchas gracias, Homero. Saludos.
Si te enamoras de una hechicera, cuídate de ella. El sol les impide salir, pero la luna las invita a bailar. Hablan dormidas y andan descalzas por la habitaciones. No les importa el frió. Abren las puertas sin tocarlas, cruzan las calles sin mirar y te invitan a seguirlas; las distancias se hacen cortas y la oscuridad se vuelve eterna; es preciso lograr el objetivo.
Los suburbios se quedan atrás, el suelo se vuelve húmedo y blando. El aroma es fresco, te recuerda a la navidad y se une a tu memoria el sonido de la leña, el calor de las llamas. El vaivén del viento interpreta la música de las voces, el baile comienza contigo y danzan sin cesar al rededor de todos. El fuego les habla, los invita y abraza. Ellas paran de bailar, los observan y ustedes se elevan, se disuelven con el amanecer.
Satisfechas, regresan entre las sombras de los pinos, caminan por el suelo tibio, lloran sin recordar la razón. Regresan a sus hogares, entran a su habitación, se disfrazan de normalidad y se mezcla entre los mortales. Cuídate de las hechiceras, porque todas son ella.
megusta mucho <3 <3
esto habia pasado una gran ceremonia de inauguracion estaban cordialmente invitados las personas de todo su pueblo se estarian reuniendo para una gran fiesta que se fue complementando en estos dias en un gran estadio historico donde iba haber 3,500 personas que estaban muy estuciasmada para presencia el espectaculo maravilloso que se tenia planeado al acabo de pocos dias los 31 paises que van aparticipar en los diferentes deportes han llegado ala justa donde seran presentados al llegar el momento una joven veracruzana se hace presencia y cantando con los miles de personas nuestro gran himno nacional que se escucharia maravilosamente no podia faltar nuestro gordito precioso el gober ya tan emocionado diciendo viva mexico viva veracruz y al final de todo las personas que acudieron presenciaron al artista mas esperado del momento ricky martin que asu paso se orgullecio por ver asu pais natal puerto rico y al final de todo ahi concluyo la gran inauguracion de los juegos centro americanos y del caribe 2014 siente,vive tus juegos nada es imposible y todo en esta vida se puede lograr.
El Ahuevo
Sigue caminando, sin observar los árboles nevados, hasta que llegues a la orilla del río. Ahí verás al Abuelito Papayete, el joven con pelo de anciano. Siéntate a su lado.
El Abuelito Papayete te preguntará:
-¿No te parece que el cielo está a punto de poner un huevo?
Mira la curvatura luminosa que emerge del cielo, y responde:
-Sí, pero no es cualquier huevo, según mi entendimiento de esta realidad.
-¿Entonces qué es?
-El Aleph de este mundo: el Ahuevo. De apariencia mucho más trivial, pero mucho más poderoso.
-¿Por qué?
-En cualquier momento caerá. Cuando lo haga, la salpicadura de su yema cubrirá a todos los seres de este planeta y los impregnará de su omnipresencia; no solamente verán todos cada centímetro, cada esquina, cada célula y cada molécula, sino que también escucharán cada sonido, sentirán cada contacto, olerán cada olor y degustarán cada sabor de toda la realidad a lo largo de toda su historia. Sentirán todos el placer del orgasmo y el dolor de la castración; saborearán la comida más exquisita y su propia mierda; olerán todas las flores y las fosas sépticas de la tierra; escucharán las más bellas melodías junto a todos los sonidos revienta-tímpanos de las bombas; verán todos los magníficos paisajes de la tierra y el universo, y serán testigos de todos los sucesos más atroces y desgracias más espeluznantes. Imagina que todo eso lo vivirás al mismo tiempo, sin poder hacer nada para liberarte de su influjo, hasta que mueras de locura.
El Abuelito Papayete pensará un rato, luego dirá:
-¿Qué vamos a hacer entonces?
Contesta:
-Regresar a nuestras realidades antes de que caiga.
Saca la pistola que habías guardado en tu abrigo y dispárale. Haz lo mismo contigo.
Ahora que ya se han ido, voy a dejar caer el Ahuevo.
Abro mi ventana, y ahí lo veo: un destello entre la neblina de invierno. ¿Será la luna? ¿Será el sol? Veo a varias parejas paseando por la calle, y van solamente viendo sus zapatos llevar el ritmo de sus pasos. Ya no se fijan en ese color que logra resaltar del blanco de la nieve, esa rosa en un campo de margaritas, una estrella de mar revolcándose en la espuma.
Ahora la vida se trata de seguir el ritmo de los pasos y quedar atontados por él. No hay necesidad de pensar en otra cosa más que en qué tan rápido o lento debe de ir el ritmo.
Mientras, un astro mostrando su belleza y fuerza a los supuestos espectadores en una mañana de invierno.
Era la primera luna. Durante las doce horas siguientes habría una segunda y una tercera; todas de diferentes colores, que teñían el paisaje dándole el tono según su turno. Hacía treinta lunas que habiamos llegado a ese planeta … calculo que eran diez días terrestres. Nuestras pieles se habían ido secando y cayendo, dando lugar a una lustrosa piel escamosa similar a la de los reptiles. Dadas las nuevas condiciones ambientales, era una adaptación necesaria.
wow me impresionaste
Mirada. Congelado. Estática, todo helado. El bao se escapa de mi boca y nariz. Bruma. Espacio. Tiempo de correr después del descanso. No hay tiempo, debo llegar a algún lado, cruzar la carretera y regresar al poblado. Soledad, inercia, deseo de supervivencia. Detrás hay algo. La leyenda urbana de aquel sitio me persigue. Alerta! Me topo con tres caminos distintos; enfrente, izquierda, derecha. No hay tiempo. El que sea. Como decía mi madrina siempre a la derecha. Dar vuelta, seguir corriendo. Detenerse y mirar. Alerta! No hay salida. Me ha alcanzado…
Con todo respeto para quienes están pasando por una situación dolorosa.
Desconocido:
Los 43 cuerpos aparecieron esta mañana. Las reformas podrán seguir su marcha. Mañana a las 12 junta con inversionistas y comida. Todo salió a pedir de boca.
¿Soy importante?
Quería llegar al evento antes que cualquiera. Esta mañana el pueblo amaneció nevado, justo como lo he imaginado estos últimos días de planeación. ¿Quiénes vendrían? No importa tanto como ¡quienes no vengan! Lo más difícil fue encontrar a alguien que se pareciera a mí, tuve que buscar en varios pueblos hasta dar con él. Aunque el parecido era más un capricho que una necesidad, tatemados todos somos iguales. Le ofrecí un trabajo y lo lleve a mi casa; aquí todos necesitan ganar unos pesos. Le pedí que se agachara a revisar la tubería del baño y le di de martillazos en la cabeza; jamás imagine que pudiera salir tanta sangre de un hombre. Descubrí que el alma si pesa porque en cuento se le escapó me fue más fácil arrastrarlo hacia mi cama. En la habitación deje una veladora encendida, fui a la cocina y abrí las llaves del gas de la estufa. Todos pensarán “Qué tonto es don Roberto, seguro y ya tenía demencia senil…” Un viejo no puede equivocarse sin ser tachado de loco.
Al llegar quede conmovido, la única capilla del pueblo estaba completamente llena, todos enlutados y con cara de consternación ¡Hasta reporteros de tele y toda la cosa! Fui a darme el pésame hasta mi ataúd y aún nadie me reconocía. Escuchaba “Qué lástima era una excelente persona”, “El pueblo no va a ser lo mismo sin él” Eran tantas las muestras de cariño que no aguante más para revivirme.
-¡Idiotas, estoy vivo!
-Cállese, Don Roberto, respete el eterno descanso de mi esposo, ¡Váyase a apagar el incendio de su casa porque a nadie le ha importado!
Una docena de metros me separa del camino. Puse las señales en procesión simétrica, equidistantes una de otra para que las veas con facilidad. Tienes que pasar en cualquier momento. Mientras espero, la primera nevada cae sobre mis hombros pero me niego a sentir el frío. Escribí algunas indicaciones para que me encuentres fácilmente. Recuerdo el verdor de este lugar, incluso las veces que nos perdimos con el propósito de encontrarnos. Te confieso que llevo días esperándote y no me he movido pese a las inclemencias del clima. Hace horas que no puedo levantarme, me he quedado sentado con los ojos abiertos y los labios cerrados. Mientras el musgo crece alrededor de mí y mis hojas se congelan lentamente. Estoy seguro que te esperaré, pacientemente, hasta la próxima primavera.
Aquella marca fue camino para muchos otros hombres.
El frío era parte de mi vida, y poco a poco comenzaba a disminuir, mientras sudaba gotas de cristal los árboles quedaban desnudos y pequeñas criaturas salían a buscar nueva comida, el sol abarcaba más espacio del que había abarcado años atrás.
Yo me mantenía sin movimiento alguno, intentando respirar lentamente para retener el oxígeno, acción que cada vez me costaba más, era como si cortaran mis pulmones poco a poco, matándome lentamente. Si, de hecho eso era lo que pasaba, mientras yo me mantenía en tranquilidad llegó el hombre a arruinar el momento, entonces me encajó un cuchillo en los pulmones, aquello no alcanzó a destruirme pero si debilitarme, y quedó una cicatriz gruesa y gris que tantos años aún no han podido borrar, me duele, y jamás la dejan sanar.
Órdenes en huelga.
El ruido vuela en círculos, entre drones, como el hambre más carroñera. Los granaderos esperan en las orillas.
Las pancartas llaman a las miradas y se quedan los fantasmas de sus colores cuando los policías los ven fijamente y luego miran a un cielo que ha demorado su lluvia. Los granaderos están muy cerca de los manifestantes que portan espejos al estilo ucraniano. Unos policías miran cómo sus dobles nacen de pronto del vientre cuadrado y vidrioso que sostiene una mujer. La música suena desde algunas mochilas con bocinas y parece apaciguar.
Un policía se anima y grita a sus compañeros; otros dialogaron antes de la marcha y se refuerzan entre sí, discuten, forcejean, otros llaman por radio, unos pocos se empiezan a meter a las filas de la gente que trae veladoras. Se escuchan maldiciones. Caen cascos, macanas, algunos chalecos antibalas, escudos…
Relampaguean cámaras fotográficas. Hay empujones, personas que se reconocen, lazos, dolores comunes, hay o puede haber tanto… Al fin una parte de los granaderos, con el uniforme a medio quitar, marcha con la gente, sin armas, pero con la prisa de una urgencia antes contenida. Alguna gente aplaude a los recién llegados, chiflan, siguen gritando, alguno brinca. Los espejos han multiplicado una marcha que avanza y que parece más grande de lo que en realidad es.
Luna roja
El pintor se decide por una bifurcación en el camino. Acomoda el caballete. Posa un lienzo de una blancura tan brillante que se pudiera confundir con la nieve que permanece en el suelo. Un pino feliz por aquí, otro pino alegre por acá, un rio sonriente que recorre el bosque. Su pincel no escatima en figuras optimistas. Atardece. Una luna escarlata como el vestigio de un asesinado se mueve con parsimonia por el cielo de cenizas.
Sin esperar toma el oleo oscuro y lo reparte con rapidez por la parte superior de la pintura. Finalmente ilustra la luna roja en medio de ese mar oscuro. El resultado es terrorífico, amenazante, siniestro. Decide borrar a ese satélite que no emana alegría sino furia, pero por más que aplica el aceitoso negro ese círculo perfecto de sangre se obstina en surgir en la imagen. El frío arrecia, lo cubre la noche y él no deja de sentirse observado por ese ojo demoníaco.
Aterrorizado, decide que apenas llegue a casa quemara el cuadro. La oscuridad se ha cernido sobre él, apenas rota por los intensos focos que instaló momentos antes de que atardeciera. Empieza a remojar pinceles y guardar sus cosas. Mira fijamente la pintura y el temblor que ya le entorpecía se incrementa. En ese instante las luces se apagan y queda sumido en el más intenso negro.
Cuando amanece el cuadro yace en el suelo. Pinos felices en un paisaje nevado que atardece. El circulo escarlata y furioso se mantiene en medio del cielo oscuro. En la parte baja se aprecia la imagen al oleo de un pintor que parece pedir ayuda. Su gesto inmóvil permanecerá para siempre. La nieve empieza a caer, cubre lentamente el lienzo. Cuando anochece de nuevo ya no hay luna roja. En su lugar se levanta una luna menguante que recuerda, en todo caso, a una sonrisa siniestra.
Declaración de amor
Su deseo se cumplió. La Luna cae a pedazos desde el cielo. Su amada le dirá que sí.
Arder es Sentir
Distancias y nada más.
Quizás una epifanía blanca… o temporada alta de escritores.
LA MUJER LOBA
NO LE CREAS SUS MENTIRAS, te dijeron de Pedrito; pero la curiosidad te llevó a la loma junto al chico de 13.
Desde ese sito dominan la “Ye” que se forma a la entrada del pueblo. Te la imaginas como un par de piernas de mujer y al pueblo como el interior de un útero hirviente.
Por ahí veremos cuando llegue la mujer lobo, dice Pedrito.
La luna, partida por los nudos de las nubes, es el rompecabezas que la noche va uniendo.
En los últimos seis meses han muerto cuatro hombres en el pueblo a causa de heridas que parecen de animal salvaje. Para ti no son problema los hombres lobo, de hecho, le dices a Pedrito que le temes más a la luna porque cuando se esconde los lobos se vuelven hombres.
De pronto, Pedrito dice: ¡Ahí viene la loba!
Volteas apuntando tu rifle. Escuchas un pistón, un aullido… humano, es tuyo, dolor, la primera dentellada mecánica acabando con tu cuello.
Los ojos color miel y delineados, de Pedrito, parecen ser las piezas que le faltan a la luna para estar llena.
El día termina y la Luna cae al vacío. Los trémulos amantes desafías su destino. Renace el amor.
me gustó!
gracias…
R-15
El cielo tiene una espinilla que brillosa ilumina el tablero de blanco de negro de verde. El asfalto por donde pasa el coche se ahoga en niebla.
Se hace eco de una voz. Una voz femenina que muchos quieren no conocer. Ella hace lo que le dicen, es un peón. Baila en la palma de la mano de hombres vestidos de negro y chaleco de acero. Logra ver a más como ella. Le andan cuidando el cuero al jefe, le evitan el Jaque Mate. Quieren salvar esa alma que conduce, «Gavilán» le llaman. Le nombran con respeto.
Las órdenes lo son todo.
Los que caminan hacia atrás con el sonido inverso del viento que les cala a los vivos. Las ramitas y las hojas del bosque se quiebran en pequeñas sinfonías silenciosas. Paso a paso, hacia atrás, buscan el cuerpo que alguna vez les dio vida, fuera de la etérea que ahora poseen. Buscan el lugar donde fueron arrollados. Son los muertos de la carretera —gritan los automovilistas, de noche—, miran a la luna de cuernos hacía arriba y desaparecen.
Nueva vida
Está fría. Muy fría. Nieve blanca. Muy blanca. Nieve pura. Muy pura.
-¿Qué es blanco?
-Algo que no es rojo.
Ahora que lo pienso, ya no duele más. Mi nueva vida comienza
R-15
El cielo tiene una espinilla que brillosa ilumina el tablero de blanco de negro de verde. El asfalto por donde pasa el coche se ahoga en niebla.
Se hace eco de una voz. Una voz femenina que muchos quieren no conocer. Ella hace lo que le dicen, es un peón. Baila en la palma de la mano de hombres vestidos de negro y chaleco de acero. Logra ver a más como ella. Le andan cuidando el cuero al jefe, le evitan el Jaque Mate. Quieren salvar esa alma que conduce, “Gavilán” le llaman. Le nombran con respeto.
Las órdenes lo son todo.
Nado
«Surrender to the waiting worlds that lap against our side», la voz y los acordes emergían suaves por los altavoces del auto. Cruzábamos la parte más tupida del bosque, abierta sólo por la estrecha y solitaria carretera. El atardecer era inminente y la luna había adelantado su función. Al salir de una curva, una manada de lobos brotó de entre los troncos, velocísima, despavorida, cuellos doblándose una y otra vez en busca del motivo de su carrera. Ni el rechinido de las llantas la distrajo de su huida. Algo obligaba a esos animales a pisar terrenos que preferían evitar. Apagué el estéreo y bajamos del auto. Un silencio sepulcral nos envolvió. La luna se asomaba detrás de los árboles y unos destellos aleatorios serpenteaban entre los troncos y los arbustos. Una inconcebible miríada de ardillas, liebres, zorros y mofetas se abalanzaron hacia nosotros, en una estampida fugaz. Apenas habían terminado de cruzar la carretera cuando un canto extraño surgió del bosque y, desde un claro que apenas se adivinaba entre el follaje, comenzó a elevarse una masa amorfa, brillante, que luego mutó en una especie de sirénido metálico. Arqueándose, suspendido en el aire, comenzó a ascender con una aceleración creciente. Unos segundos después, sólo quedaron nuestras miradas que se cruzaban en el silencio.
Apenas mis cansinas pupilas se abrían fulgido haz mortecina inrrumpío mi páramo, muerto sentíame sin ganas de levantarme aqúese horrido dia fatal. Un laudo final concerniente a mi entrega total.
No recuerdo nada de como llegué a este bosque tan tenebroso, solo escucho pisadas que se acercan y percibo un hedor a sangre y alcanfor.
Quiero escapar
Al frente el bosque se encuentra, un camino que a la libertad lleva lo cruza y la luna se asoma. Ella es mi única amiga, compañera de vida. Quiero volar y ser libre, libre al fin. El bosque frío está, es mi casa y mi alma. Sus ramas son mis brazos, el suelo mi cama, el tronco mi cuerpo. El bosque me cuida y quiere, no puedo escapar. El camino que siempre ha estado desaparece. Las ramas me jalan, pero no siento nada. Mi alma me arrastra, pero nada me mueve. Lucho contra el alma, pero ésta no cede y me encierra. No sé qué soy, no me rindo. Estoy atrapado y encerrado. Estoy atrapado, muerto, encerrado en un árbol. Uno de muchos, y aquí me quedo.
¡Ahí viene!, ¡ahí viene! Observo cómo se acerca y marca mi cuerpo, qué querrá. -Sálvame te lo pido, no sé si escuches pero sálvame de esta cárcel-. El hombre levantó un hacha y apuntó a la marca. El alma sólo quería ser liberado de aquella prisión que lo tenía atrapado desde hace años. Los golpes se dejaron sentir, le dolían y lo cortaban en dos partes. Aquel hombre taló el árbol. El alma murió, solo la muerte en espíritu le alcanzó, fue asesinado sin poder escapar.
Dar ejemplo y mucho mas
El primer día de nieve había llegado, dejando una maravillosa estampa navideña, quisimos pasear por el bosque disfrutar de su belleza, Stradivarius ladraba señalando hacia los pies de un pino, una mano sobresalía bajo un montón de nieve, comenzamos a escarbar un poco, y encontramos el cadáver de un joven indigente cubierto por cartones, en su otra mano una foto familiar, nos hicimos no solo testigos de aquella desgracia también de que todos necesitan el calor de un hogar, así pasamos esas fiestas ayudando a los demás.
Destino
Era su tercer gato, a los otros dos los había dejado salir y fueron devorados por los perros. Andrei, un joven ruso que vivía en Kostromá, habitaba una casa que tenía en total cuatro ventanas. Al girar la vista a una de éstas se podían observar los pinos y la nieve que los cubría cuando el otoño se iba alejando, dándole paso al invierno. Los papás y la abuela de Andrei, murieron todos el mismo año de una extraña enfermedad. Él se quedó solo y nunca quitó las alfombras que su madre colgó en la pared. El gato blanco y grande, mira todos los días la misma ventana, quizá anhelando salir, sin saber que su humano compañero trata de protegerlo de algo irremediable.
Los pinos, estirando el arpegio de sus cuellos, aullan sin consuelo a la impávida luna que se aleja
El día más ansiado
Yo fui el que encontró el primer cuadro, todo sangre y vísceras sobre el lienzo. Esa mañana, muy temprano, en Moonhill, la luna estaba como por mitad. El siguiente cuadro fue encontrado cuando hubo luna llena. Luego, una semana después, el siguiente. La policía los guardaba conforme aparecían, querían que no se extendiera el pánico. Todo fue inútil. Cualquiera sabía que podía ser la próxima víctima. Y el artista no se detenía.
Yo vi los cuadros. Todos. Al menos todos los que eran hasta que se cumplieron dos meses desde que vi el primero en la montaña. Eran unos siete u ocho. En cada uno el artista había usado como pintura la sangre de su víctima. Adhería al lienzo trocitos de vísceras, largos trozos de piel desgarrada, pelo, detalles musculares. No sé por qué, pero me gustaban. Los trazos eran la furia misma. Así era como yo los veía. Yo no sé nada de pintura, pero me imaginaba que el artista había hecho los movimientos muy rápidos. No por miedo a ser descubierto cuando trabajaba, sino por la furia que emanaba desde su interior. Pero yo no contaba esto ni siquiera a mi cuñado, que era uno de los hombres de confianza del alguacil. Gracias a que él, como todos, cree que soy estúpido, retrasado, no receló que yo tomara sus llaves y entrara a la habitación de los cuadros un día que le llevé la comida hecha casa.
Luego los federales se llevaron los cuadros. Ya eran muchos a los cinco meses desde que el artista había iniciado sus obras. Cada semana aparecía uno nuevo. La policía y los federales y no sé cuántos más lo buscaban, pero nadie podía encontrarlo. No tenían pistas. Yo pensaba que él iba a seguir así, creando, hasta que se acabara la gente en este rincón de Alaska, hasta que yo mismo sintiera sus manos dentro de mi cuerpo, pero no fue así. Un día se detuvo. Ya no pintó más.
Pasaron casi dos meses, hasta que apareció de nuevo otro cuadro. Luego, aparecieron más. Pero ya no había un patrón. Ya no eran semanales, sino que aparecían cada cuatro días, o cada diez, o cada ocho. Como todos creen que soy estúpido, retrasado, no tuve problemas para obtener las llaves de mi cuñado, y una noche las tomé y fui a la comisaría. Había guardias como siempre, pero ni siquiera me vieron. Entré al cuarto de las pinturas y las vi. Eran muchas, de nuevo. Pero no eran de él. Lo supe al primer vistazo. No me gustaban. En los trazos no estaba la furia. Esa furia. Yo no sé nada de pintura, pero parecía que esos movimientos no habían sido para nada iguales a los del artista. Sí había vísceras, piel, pelo, músculos, pero no estaban organizados como antes.
Comencé a llorar, porque no me gustaban. Entonces los policías se dieron cuenta de mi presencia. Después de un buen rato y muchas discusiones, en las que no participé, llegué a casa, llorando aún. Pasaron días hasta que le dije a mi cuñado que aquellas no eran obras del artista. Él me dijo que no estaban seguros, porque no tenían pistas claras, pero que lo único que sabían con certeza era que ahora el asesino no respetaba la entrega semanal. ¿Cómo no se daban cuenta que aquellos eran simples imitadores? Cualquiera podría haber visto las diferencias en los trazos, pero nadie las veía. Yo sí. En los primeros cuadros había esa furia, pero también amor. Amor para colocar aquellos trocitos de vísceras, esos largos trozos de piel desgarrada, el pelo… Yo sabía que nadie me creería, así que no dije nada. De cualquier forma, siempre que podía yo hablaba del tema, en las noches, para desahogarme, porque me imaginaba que era cuando el artista bien podría estar trabajando, pero ya no lo hacía.
Pasaron las semanas y los cuadros falsos seguían apareciendo aquí y allá, por la montaña. Se multiplicaron. Una mañana descubrieron tres en Middlehill. Dos días después, un par cerca del lago Fish. A la noche siguiente, otros tres justo en Moonhill. Pasaban las noches, las semanas. Yo sabía cuántos iban apareciendo y en dónde, gracias a que interceptaba las comunicaciones de la policía sin que nadie lo supiera, pues creen que soy estúpido, retrasado.
La situación se volvió célebre. En todo el país se supo del artista, aunque yo sabía que no era el artista, y de sus monstruosas pinturas, como les llamaban. Vinieron muchos policías del sur, gente que trabaja para la ley, expertos. También vinieron curiosos. Fue cuando todo empezó a ir mal. Mal en verdad. Entre más gente venía más cuadros aparecían, y entre más cuadros aparecían, más gente venía. Llegué a saber de ocho cuadros localizados todos juntos, en Southfield. Luego se rompió el récord casi dos semanas después, y por mucho. Treinta cuadros en el bosque de Blacktree, todos agrupados, como formados.
Yo hacía sumas para saber cuántos cuadros serían ya. Llegó el tiempo en que cada semana no aparecían menos de cien cuadros. Yo me preguntaba de dónde saldría tanto cadáver, y tantos imitadores. La fama de los cuadros, y del artista, que no era el artista, se hizo mundial. Y entonces fue el principio del fin. Este rincón de Alaska y su particular situación dio lugar a lo que se llamó turismo policiaco. Venían muchos más curiosos que policías, de todas partes del mundo, a ver las obras que amanecían por decenas, ya no en las montañas o los bosques, sino entre los árboles de los parques, en los jardines, en los solares. Cada semana aportaba por lo bajo no menos de quinientos cuadros. Yo me preguntaba de dónde saldría tanto cadáver, tanto imitador. Me preguntaba si éstos no actuaban sólo para mantener la fama y la nueva economía de este rincón de Alaska.
Yo pensaba que la situación iba a seguir así, hasta que la gente se acabara, si es que se podía acabar, hasta que yo mismo sintiera algunas manos dentro de mi cuerpo, pero no fue así. Un día, en el aniversario de haber encontrado el primer cuadro, justo en Moonhill, descubrí un cuadro. Sus trazos tenían la misma furia, la misma velocidad. El mismo amor. Había todo. Trocitos de vísceras, largos trozos de piel desgarrada, pelo, detalles musculares. Y había algo más. Podía leerse el nombre de un tipo. Las letras estaban formadas de manchas de sangre, o a partir de la disposición del pelo, de algunos trozos de piel. También podía leerse la palabra imitador.
Supe que el artista había vuelto. Con las llaves de mi cuñado pude entrar al cuarto de los cuadros y ver los más nuevos trabajos del artista, porque sí, a partir de ese día volvió. Y en todos los que eran suyos, entremezclados con los muchos de los imitadores, podía leer los nombres de tipos que yo no conocía, entre ellos nombres extraños, extranjeros, y además, la palabra imitador, y todas las letras estaban hechas de manchas de sangre, o a partir de la disposición del pelo, de los trozos de piel. Pero nadie podía leer esas palabras, nadie se daba cuenta. Solo yo.
Supe también, luego de revisar los archivos electrónicos de la policía con mi equipo de computadora, que nadie revisa pues creen que soy estúpido, retrasado, que el último cuadro de los que pertenecían a la primera época del artista no era suyo. Vi la imagen, y era diferente. Era de un imitador. También supe con mi equipo de computadora que la policía de otros países ya había contactado a la de este rincón de Alaska, que buscaban desaparecidos, que todos tenían algo en común. Habían sido practicantes en algún momento del turismo policiaco. Habían estado aquí.
Cada semana, como había sido en un principio, aparecen más cuadros del artista. Sólo que esta vez no aparecen de uno en uno, sino de once en once. Yo estoy muy contento con el regreso del artista. Cada semana espero sus nuevas entregas, que son regulares, a diferencia de las de los imitadores, que cada vez son menos. Me levanto temprano y con suerte encuentro alguna en las montañas o los bosques. Ahora sé que no llegará el momento en que sienta algunas manos dentro de mi cuerpo. Y espero impaciente la llegada del día más ansiado, aquel en que se repita la historia y termine esta nueva época del artista, porque el último cuadro que en ella aparezca no será sólo el de un nuevo imitador, sino el de un asesino de fantasmas.
Sus ojos brillaron con las últimas luces del día. Apenas comenzaba a levantarse la bruma cerosa del pinar, ponía en movimiento sus músculos para perderse en oscuridad de la noche. Ajustó la vista al entramado bosque y al percibir un minúsculo movimiento entre la hojarasca, abrió un silencioso vuelo para caer sobre su presa y vivir un día más, su magestuosa vida de buho.
Y de repente ¡zaz!, caminaba a prisa dejando la nieve tras de sí, encantada de la tristeza que emanaba tibia y se enfriaba en sus mejillas. Pensó, entonces, que el tibio coraje que hoy emanaban sus emociones, al rodar por las mejillas de la vida, se tornaría frío. Y de repente ¡zaz!, sonreía de nuevo.
Someto a la aprobación de la sociedad de la media noche el siguiente texto que ha sido intitulado:
—————————————————————————————————————–
El gruñido de un ermitaño.
En una casita en alguna parte del bosque se puede apreciar a sus alrededores a las flores que son capaces de sobrevivir a la nieve, las reinas del invierno. Cerca de ahí hay un camino para salir a correr en las mañanas o en las tardes. Ejercitar el cuerpo y sentir cómo el corazón hermosamente late y no deja de latir. En esa casita, déjenme les cuento, vive un ermitaño que es un poquito gruñón.
¡grrr! Se escucha decir a un individuo que por la mañana toma su café caliente, y al mismo tiempo que alza una de sus cejas, recibiendo los rayos del solecito cuando inicia el día. Helo ahí, leyendo un poquito de filosofía en contacto con las flores. ¡grrr! El ermitaño saluda a los conejos silvestres que llegan a verse no muy lejos de ahí y que imagina un platillo delicioso. Y los felinos silvestres, a lo lejos –no sé por qué el imagina que los hay–, llegan a ver con los mismos ojos al ermitaño también ¡grrr!
El ermitaño da gracias a las matemáticas que le han proporcionado un equilibrio financiero suficiente para proveerse de víveres cada que va a la ciudad y disfrutar, si vous me permettez la redondance, de vivir en un rincón en contacto con la naturaleza, su propio paraíso. Él piensa que la tecnología que en verdad sea capaz de ayudar como herramienta creada por el ser humano se mide por que no lo perjudica física ni psicológicamente ni a su natural medio ambiente. El hogar del ermitaño es independiente energéticamente; cuenta con potentes paneles solares; así como el apoyo de energía cinética y con la posibilidad de la energía hidráulica. Además con un invernadero para frutas y vegetales; como también un sistema para agua potable. Él con su conocimiento en ingeniería en la producción de energía va supervisando que todo marche bien. Cuando siente ganas de ver un poco de cine lo hace; o cuando desea jugar ajedrez en línea gracias a una poderosa antena capaz de conectarse a internet.
¡grrr! Ha llegado la tarde y el ermitaño pone un poco de música por que ha sentido, de repente, unas ganas de bailar ¡grrr! y porque es hora de preparar la comida; tal vez algo de pasta en una rica salsa con champiñones, acompañada de pan que él mismo prepara en su horno; también un pescado fresco de la hermosa laguna que se encuentra a un kilómetro de distancia, doradito, con cebollitas y unas gotas de limón; y un poco de un rico arroz a la orilla del plato. ¡grrr! El ermitaño ha comido sabroso, y bebe un poco de vodka y eructa sabrosamente en lo que acaricia su barriga. Cocinar requiere tiempo y su recompensa es hermosa ¡grrr! quiero decir, sabrosa ¡grrr!
Leer para el ermitaño es otra sensibilidad hermosa. El ermitaño lee y a veces sonríe e imagina con las historias de colores; y a veces llora con las historias de amor; el ermitaño se emociona.
Ha entrado ya la hermosa noche y el ermitaño se va a dormir después de haber tomado su chocolate caliente. El placer del sueño ¡ah cómo disfruta el placer del sueño! gruñe hasta cuando duerme a manera de ronquiditos… ¡grrr! ¡grrr!… ¡grrr!
[Gling Gló]
🙂
qué tal, Alberto !!
disculpe la demora, llego a ser un poco despistado
le comento, Alberto, que hasta ahora me he sentido cómodo escribiendo en el blog de ‘las historias’ y he disfrutado, cuando hemos llegado a coincidir, de la selección de las lecturas que ofrece la página
sigo disfrutando esa imagen –que también me gustaría ver en algún rincón de la presente página; discreta, pero visible– en letras del anfitrión: «la imaginación es el pie derecho de la libertad»
un abrazo fuerte de camaradas
El bosque miedoso
Había una vez unos muchachos caminando en el bosque donde estaban muchos espantos. Uno de los muchachos, que se llamaba Mike, pregunto si podrían entrar aun mas adentro del bosque. Los otros dijeron que si y entraron. Rafael, otro de ellos, dijo que estaba espantado porque escuchó un ruido como alguien llorando. El otro muchacho, Manuel, dijo que no, que no fuera menso, y seguían caminando.
Luego, otra vez todos escucharon el mismo ruido pero mas fuerte. Dijeron que espantoso y regresaron donde estaban las tiendas de acampar de ellos. Cuando llegaron encontraron otro muchacho que estaba muerto. Luego investigaron que pasó al muchacho, quien lo mató. Encontraron una casa espantosa. Tenía calaveras, pieles, y muchas arañas. Entraron en la casa y encontraron un anciano durmiendo allí. En la casa había pistolas y cosas peligrosas.
El señor despertó y los tres muchachos se fueron a correr y se fueron a sus tiendas de acampar. Rafael dijo, “ya nos vamos de aquí. Vamos a nuestras casas.” Y cuando llegaron se quedaron allí.
EL BOSQUE DE ESO
Según la gente decía que en ese bosque todavía existía un payaso la cual le llamaban eso pero eso paso en el 1210 . Un día Llegaron unos muchachos la cual eran América que ya era mayor de edad porque tenia 18 años el siguiente era Montse pero ella aun todavía no era mayor de edad porque tiene 15 años el siguiente era Emanuel el tenia 16 años el siguiente es Alex pero el tenia 17 años la siguiente era Natalia ella era la mas grande tenia 20 años ellos decidieron ir a un bosque para poder descansar de la escuela pero como ellos no sabían que ese bosque era de el payaso entonces ellos seguían su camino tres de ellos escucharon un ruido y dijeron que fue eso pero nunca debían de decir la palabra eso porque se apareciera el entonces Natalia dijo miren aquí ay muchos cuerpos muertos pero Alex dijo no se preocupen miren entremos a esa casa que esta por allá Montse dijo es no es mala idea vamos pero todo empezaba a empeorar porque ahí estaba el entraron ala casa el ultimo que entro fue Alex pero el estaba atrás de la puerta I lo mato I el se apareció en frente de ellos iles dijo si ustedes no se van de mi sitio yo matare a uno por uno y Emanuel dijo no va a pasar i el dos días de desapareció 2 días después américa por la mañana se metió a bañar i ahí apareció el payaso i también la mato Natalia decidió salir a recoger leña pero ella escucho un ruido y dijo no te tengo miedo pero por a tras le corto la cabeza y mejor Monserrat y Emanuel se fuero pero dijeron que no se iban a rendir.
FIN.
El bosque encantado
Era una vez, un hombre, Panfilo, y una mujer, Pancha, fueron a un bosque donde encontraron una cabaña. Adentro había una lámpara escondida. Habia mucho desorden y lo limpiaron. Mientras que limpiaban, encontraron la lámpara. Panfilo limpió la lámpara y salió un genio que se llamaba Eduardo. Le dio tres deseos a Panfilo.
El primer deseo fue que cuando salieron del bosque se ganara la lotería. Y le quedaban dos deseos. Y Eduardo dijo, “aprovecha tus dos deseos.” Pancha le dijo lo mismo. Pero Panfilo no le hizo caso.
Su segundo deseo fue tener carros muy veloces como de 500 caballos de velocidad. A Panfilo, Pancha le volvió a repetir, “aprovecha tus deseos.” Eduardo le dijo, “te queda un deseo.”
Y el último deseo era tener un helicóptero. Eduardo dijo, “no has aprovechado tus deseos. Si fuera tú, hubiera pedido salir de este bosque.” Y trataron de salir y nunca pudieron. Despues de varios meses llegó otro campante y sucedió lo mismo. Hasta que llego uno que aprovechó los deseos y pudo salir.
EL DIA QUE TODOS LOS ANIMALES SE DESAPARECIERON
¿Alguna vez ustedes han tirado basura en el bosque como los tres ladrones que vas a conocer en esta historia? si tu lo asesen
Hace muchos años había un bosque que estaba todo limpio y bonito en NUEVA YORK
Hasta que un día, en el año 2014, en el día de acción de gracias, el alcalde puso una ley en la cual dijeron que ninguna persona podría jamás visitar el bosque.
Días pasaron y pasaron y que un día una princesa valiente entró al bosque. Ella no sabia de la ley. El bosque se veía todo bonito pero de repente vio a unos 3 ladrones. Ellos pensaban que la ley se había acabado y llevaron comida, tirando la basura en el lago y en todos los lados. La princesa tenía miedo de los ladrones y se escondió atrás de los arboles.
Este mismo día llegó un grupo de nativos americanos y ellos también trajeron comida y la tiraron por todos lados. Y esta noche cuando todos se fueron a su casa, todos los animales en el bosque pensaban que su bosque estaba todo un desorden. Y todos uno por uno empezaron a fallecer. Entonces la princesa con su varita mágica limpio toda la basura y limpio el lago, y FLASH, con su varita mágica despertó a todos los animales.
Luego el alcalde puso la ley hasta 3020. Y él puso los ladrones en la cárcel. Y todo estaba mejor como antes. Y los animales le agradecieron a la princesa. Y le hicieron un castillo en el bosque, y de día se enseñaba y en la noche era invisible. Cuando el alcalde supo del castillo se puso contento porque ella podía ayudar a los animales cuando estaban en peligro. Todo estaba normal y calmado, en el año 3020 cuando la gente por fin pudo entrar en el bosque, habían aprendido su lección de no tirar basura en el bosque. El alcalde que ya era mayor, él dio un discurso, diciendo si volvieron a tirar basura, que nunca jamás hasta al fin del mundo podrían entrar en el bosque.
¿Ustedes ya aprendieron su lección? Si ustedes vuelven a tirar basura, no van a poder ir al bosque otra vez.
EL BOSQUE EMBRUJADO
Un día un bosque lo encontró por una mujer la mujer se metió la mujer vio un gato porque el gato se escape de una casa la mujer lo dejo El bosque se veía muy feo la mujer tenia mido porque la mujer vio el bosque vin feo pero el bosque estaba embrujado y ltavia un rio grande en el rio estaba un Tiburón la mujer lo quería tocar pero el tiburón le quería morder la mano la mujer se fue corriendo y se callo y Alti había cina serpiente la serpiente. la mujer tuvo suerte porque había un hombre la mujer se enamoro de el el Tiburón los fue persiguiendo ala mujer y el hombre lo comenzó a golpear pero el Tiburón le mordió el dedo y e; Tiburón se desmayo por no estar en la agua la mujer I el hombre se escaparon la mujer quemo el bosque pero el plan no sirvió porque la mujer no pensó las cosas muy bien entonces la mujer por estar en el bosque se embrujo pero pasaron pocos años el embrujamiento se le quito ala mujer y al final la mujer se caso con el hombre.
nadie volvió air al bosque embrujado.
FIN.
El bosque perdido,
Había una vez un bosque llamado Hacía dos años un señor llamado Pedro fue de vacaciones pero se perdió. Y después se encontró un bosque. Pedro estaba investigando el bosque y pensó que nadie había estado en el bosque. Y después se quedó allí por unos tres días. Pero tuvo suerte Pedro porque de repente pasó un helicóptero y después se apuró hacer señales de humo. El helicóptero se dio cuenta y se bajó para ayudarle.
Tres días después Pedro llevó un grupo de personas para que pudieran ver el bosque. Pedro decidió quedarse allí por unos cuantos días. Un día en la noche, Pedro y su familia escucharon unos ruidos en la noche. El hijo de Pedro gritó, “Papá, creo que escuché unos sonidos alrededor del lago. Después Pedro y unas cinco personas fueron a investigar lo que estaba pasando. Ellos vieron un monstruo gigante saliendo del agua. El monstruo gigante, se vio con cuello largo, ojos rojos, dientes puntiagudos, olor feo de aguas termales. Ellos echaron a correr pero uno de los señores se tropezó y Pedro trató de salvarlo. Pero ya era muy tarde porque el monstruo ya se lo había devorado.
Entonces las cuatro personas que quedaron regresaron al lugar donde estaban. Y dijeron a todas las demás personas que no se acercaran al agua porque había monstruo gigante. Después de un día tres personas habían desaparecido. Pedro le estaba diciendo a las demás personas que donde estaban los desaparecidos. Los demás no sabían lo que estaba pasando y los fueron a buscar. Pedro medio sabia que estaban cerca por el agua e iban caminando y encontraron restos de las personas. Pedro decidió que iban a matar el monstruo.
Dos días después Pedro fue a un pueblo cercano del bosque y pidió ayuda. Consiguió a 20 personas que ya sabían que existían el monstruo y los llevó donde estaban los restos de las personas. Tres horas después Pedro y las 20 personas hicieron unas armas. Entonces ellos fueron a atacar al monstruo. Dividió a las 20 personas en 10 y 10. Mandó 10 al otro lado del lago y 10 en el lado donde estaba él. El monstruo rápidamente apareció y comenzó a atacar. Una hora después Pedro ganó la batalla contra el monstruo. Las personas que sobrevivieron eran como unas 15 personas. Las demás 5 fueron comidos por el monstruo.
Al fin Pedro y su grupo se marcharon del bosque perdido y decidieron nunca regresar a ese bosque.
Un mes después un grupo de personas estaban en el mismo lago donde Pedro estaba y ellos vieron el rostro del monstruo. El monstruo empezó a mover y las personas comenzaron a gritar y las devoró. FIN…
El Bosque de las tribus
En un Bosque llamado Jaguar, d runa tribu de los sabios y una tribu de los poderosos ellos son malos, mataron algunos de la tribu jaguar y algunos se lo llevaron a su pirámide. Caminaron y los amarraron con un palo así a la espalda y llegaron a la pirámide y a tres le cortaron la cabeza y le sacaron el corazón pero una ni˜ã les dijo se llevan al hijo del rey y el los matará «jaguar» los llevará a su fin y cuando se ponga la luna y el sol no lo podrán matar. Entonces decidieron que jugaran unos juegos done ellos corrían y los otros les aventaban fechas para matarlos y el corrió y le lanzaron una flecha y le atrabezo la costilla pero se la quitó y mató a su hijo del otro rey y vieron que lo mató a su hijo y lo siguieron.
Jaguar corrió y corrió y llegó a su cascada, el vio qu elo seguian y saltó, salió del agua, donde comenzaba su bisque y les dijo este es mi bosque el rey Jaguar propiedad mía si entran los mataré. Saltaron y Jaguar dijo esta bien «no tengo miedo» lo siguieron y al primero lo mató con espinas que tenían veneno de ranas y siguió matando, trono el cielo porque ya iba a llover, se espantó porque dejó a su esposa en un pozo comenzó a llover. su esposa teniendo sus dos hijos, uno en el vientre y el otro con cuatro años. empezó a subir el nivel de agua y dio a luz a su hijo Jaguar, después de matar a casi todos mató al rey con una trampa mortal y uno de ellos le lanzó una flecha, el corrió así el mar y llegaron barcos los otros dos se quedaron viendo y Jaguar corrió así el pozo y sacó a su esposa y mirando como los barcios se iban con mucha gente Jaguar dijo «este es mi territorio, mi bosque y jamas lo volverán a pisar».
FIN