Llevo varias semanas enfermo: una infección pertinaz que me ha dado bastantes días de fiebre, dolor e imaginaciones horribles. Voy mejorando (y agradezco a quienes preguntaron); mientras sigo en eso, he hecho un descubrimiento:
A pesar de todo lo que hacemos ahora mediante la tecnología; de nuestra insistencia en la vida virtual y en la prolongación de nuestra conciencia individual y de nuestras relaciones con los otros por medio de internet…, el cuerpo no cabe en la red. Lo que pasaba con esa otra parte de mí no sólo me incapacitó: es totalmente irreductible, intraducible salvo como un testimonio posterior, como este testimonio. No estaba hecho de palabras sino de dolor, peso, movimiento, la conciencia de lo que hay bajo la piel y de cómo afecta la conciencia (dormido y despierto tuve sueños que usaré para escribir, por supuesto, pero que hubiera preferido no tener). Y su único rastro en esta pantalla, mientras duró lo peor del mal, fue una ausencia: no estuve aquí, no publiqué. La parte física es (al menos todavía) sustrato de la otra, y su desaparición es la desaparición del resto.
En el fondo es una obviedad: el lenguaje, del que está hecha la memoria (incluyendo esta parte de la memoria, asentada en materiales distintos de los tradicionales, entregada a ti que estás leyendo por otro medio), es la única manera que tenemos de intentar trascender el encierro del cuerpo físico; más aún, lo es desde el comienzo. Pero yo nunca lo había percibido tan claramente: de manera, digámoslo así, tan visceral. Cuando me vuelvan a decir que escriba de lo que sé en carne propia, ya tendré algo nuevo en la lista de mis experiencias directas.
Pienso en las páginas web abandonadas: aquellas (no importa su mecanismo, no importa si son personales a la antigua, o blogs, o perfiles de Facebook o de Twitter. o cualquier otra conocida o por conocerse) que «se cierran» por mera ausencia de quien escribía en ellas, sin explicación, y que sólo con el tiempo, a medida que pasan semanas y meses, comienzan a verse como huellas de alguien que no va a volver. Éstos son los fantasmas de la red, y no los de los escritores cyberpunk: palabras –prolongaciones de la mente de alguien; memoria– que ya no pueden crecer ni cambiar y que reflejan siempre el mismo carácter, las mismas ideas, los mismos instantes de una vida precisa, como los monólogos de los muertos en la Divina comedia. Siempre lo que fueron, para siempre (o mientras dure el servidor que los aloja en la red).
Un aviso: debido a esta pausa forzada, en lo que queda de abril no habrá concurso de minificción, pero éste se reanudará en el mes de mayo; entretanto, publicaré aquí lo que me sea posible, incluyendo un texto o dos más aparte del cuento habitual de cada mes. Saludos a todos. (Ah, y gracias a los autores de las manoficciones que aparecieron aquí. No las pude comentar pero fueron una ayuda para el ánimo. Hasta después…)[/fusion_builder_column][/fusion_builder_row][/fusion_builder_container]
19 comentarios. Dejar nuevo
Qué bueno que estés mejor Alberto, en efecto se te ciber extrañaba. Me gusta tu interpretación del cibervacío, pero también pienso en el viaje, en el viaje a otra dimensión, o el descanso del viaje. Un abrazo
Gracias, Armando.
Del texto, está el viaje, sí, pero es viaje astral, ¿no? No físico. Y tampoco es que viajemos todo el tiempo a donde Swedenborg o Stapledon… En fin. Gracias otra vez y saludos.
Alberto, un abrazo. Mejórate! El cuerpo es otra dimensión extraña que sólo creemos controlar y conocer igual que la virtual. Ahí adentro hay una vida paralela ocurriendo. Quién sabe a dónde te llevó la enfermedad, a qué alucinante delirio corporal. Ya lo intuiremos en tus escritos. Otro abrazo desde el sur. N.
hace días pensaba en los blogs de la gente que fallece y que terminan convirtiéndose en permanentes libros de condolencias, o cuando FB te pide que retomes el contacto con un amig@ que ya no está con nosotros.
Alberto, la providencia tiene voces de suplicio. El mismo Borges escribió lo mejor después de estar al borde de la muerte, después de golpearse la cabeza con una contraventana abierta corriendo por las escaleras. Quizás detrás de esta terrible experiencia vengan muchos textos buenos.
Te saludo
Qué bueno que ya te sientes mejor y puedes sacar provecho de la experiencia. Ojalá no sea un viaje (c)astral tan duro.
En esas ocasiones de ensueños terribles, de dormir afiebrado con los ojos abiertos, nos damos cuenta con asombro de unos estados alterados de conciencia que nos tienen exactamente parados en el umbral, en la frontera, de (mal)sueño y vigilia, trato como de imaginar que asì puede ser cuando se esta bajo los (d)efectos de alguna droga (o en el síndorme -digo- síndrome de abstinencia). Y al volver queremos contar cómo fue aquello, e incluso volvernos embajadores horroristas de esos minutos, provincias del delirio, donde estuvimos.
Eso que mencionas de los ciberespacios abandonado por su dueño, es interesante, de la misma forma que lo es un pueblo fantasma, un solar donde han crecido tantas cosas, un lugar lógico no físico de la mente del desaparecido, donde sin embargo pueden seguir sucediendo fenómenos.
He pensado que en un futuro nuestra vida cibernética, o la extensión de la vida física por medios informáticos, podrá ser también capaz no sólo de afectarse por nuestra condición de salud fisica y mental como ahora, sino viceversa, que esta existencia virtual será tan tangible electrónicamente que alguién podría incluso secuestrar tu persona digital, dejarte con sólo lo que será percibido como «la mitad» de tu vida, deseoso de recuperar tu ente electrónico así como si fuera tu sombra perdida que te define como corpóreo, ocupante de un espacio vi(r)t(u)al. He intentado escribir un cuento respecto a esto último aunque aún sin éxito, además creo que este asunto ya debe haberse abordado con éxito por algún(os) autor(es) ciberpunk.
En fin, concuerdo contigo en que el cuerpo no cabe en el internet, quizá haya que seguirlo cortando en pedacitos (bits) a mordidas… ya hemos empezando con el cerebro.
Saludos y sigue mejorando, Alberto.
No Alberto. La conciencia, que normalmente se dice se ubica en el cerebro, aunque mucho se ignora al respecto, es la que le permite a tu cuerpo registrar el dolor. ¿Y a caso puedes tocar la conciencia? De alguna forma sí, pues hay quienes llegan a perderla por dolores insoportables. Cuando así sucede, el dolor ya no existe: no hay quien lo registre.El dolor, en ese sentido, es fascistoide, pero la mente,la conciencia., prefiere ausentarse antes que ceder a la tortura del cuerpo y concederle que él es sustrato de todo.
El simple hecho de que el umbral del dolor varíe de persona a persona, no habla únicamente de que hay distintos niveles de conciencia, sino de que, como decía una poeta de cuyo nombre no quiero acordarme: el cuerpo, en relación co la mente, es irrelevante, aunque no duela. Saludos y que te recuperes pronto.
Como cambia el sentido de las cosas por un a»s». La cita de la poea es: el cuerpo, en relación con la mente, es irrelevante, aunque noS duela.
¿Y cuáles son las bases para el concurso de minificción?
Un gusto ya esté usted mejor de salud.
Nuevo en Las Historias: El cuerpo no cabe en internet. http://bit.ly/cCXZbH
RT @albertochimal: Nuevo en Las Historias: El cuerpo no cabe en internet. http://bit.ly/cCXZbH
Nona, un abrazo para ti y ¡qué gusto leerte acá! 🙂
Recuérdame que cuente, Pedro, de la vez que empecé a recibir correos de un muerto…
Espero que sí, Soma.
Hunter, estoy de acuerdo contigo, pero toda esa experiencia ¿no es también intransferible, y sólo podemos esbozarla con el lenguaje? En eso pensaba.
Bichito, el primero de mayo aparecen las bases del nuevo concurso.
Pronto escribo más extenso; de momento, saludos y gracias por comentar a todos.
Hola Alberto:
Qué gusto leerte de nuevo.
Creo que te entiendo. A los tres años fui declarado clínicamente muerto. Desperté milagrosamente poco después. A los trece años me dio el sarampión muy fuerte (se supone que estaba vacunado). Estuve cuarenta días en cama (sin moverme). ¿Tenía pesadillas o en realidad me visitaba la muerte? Nunca he querido hablar de eso. Se siente horrible.
🙁
. Lamento que hayas tenido esa experiencia. Espero sirva para enriquecer tus, ya de por sí, maravillosas historias. Feliz regreso. Un fuerte abrazo.
🙂
FHH
Algo más: Antes de semana santa atropellaron al hijo de un amigo. Parece que murió en el acto. Fui al velorio y cremación. Me dolió mucho. Era alguien que aún no comenzaba a vivir y era también alguien muy algere y positivo. Con quien compartí muchos partidos de futbol. Tiempo antes había solicitado que lo agregara en una red social. No lo hice por desidia. Ahora está ahí esa solicitud 🙁
Hola Alberto
Que bueno que ya andas mejor y que vas de regreso en la vida. Créeme, lleva su rato, pero se regresa después de una enfermedad debilitante.
Y sí, el cuerpo no cabe en Internet. Y de pasada, tampoco cabe en una novela o un cuento, ni siquiera en un poema. Ese es el problema siempre, que deseamos vivir a través de la ficción, de nuestro trabajo, de aquello que se extiende al espíritu (cualquier cosa que eso signifique) y no damos cuenta, de súbito y muy desagradablemente que no podemos salir de nuestro malestar físico y de la depresión que éste nos genera, del peligro que implica luchar contra él -ya que podemos excedernos y ponernos aún peor- y de las secuelas que nos va a dejar hasta el final.
No, no podemos meternos en Internet o en otro medio para evadirnosde nosotros mismos, porque el cuerpo es nuestra carcel, y como lo notaste, el malestar y la química de un órgano enloquecido altera la imaginación con resultados interesantes, aunque no muy agradables.
Sigue mejorándote, no te descuides, y si te sirve de ayuda escribe sobre lo que viste en los malos viajes. No sólo serán temas inspiradores e historias literariamente valiosas, también te servirán para purgar la mala experiencia y aprovechar mejor lo que venga.
Les mando un abrazo a ti y a Raquel.
Gracias por lo que me dices y me cuentas, Felipe (ah, entiendo esa sensación de la invitación).
Y gracias a ti también, José. Suerte.
Estimado Alberto:
Sí me enteré que estabas enfermo. Espero que ya te hayas recuperado. Te escuchó mi madre en Qué tal Fernanda y me habló para decirmelo, lo cual me hace pensar en la popularidad, ja ja. Y te felicito por ello porque te mereces ser leído masivamente. Yo llevo casi un mes con férula en mi nariz porque me operé los cornetes y el tabique y ha sido un poco doloroso. Saludos a Raquel. Un abrazo fuerte.
Hola, Omar. Gracias por lo que me dices… Y espero que te sientas mejor muy pronto. Gran abrazo.
@MMandujano sobre ese punto hay un buen post de @albertochimal en http://bit.ly/dzdXsX