Concurso #21
Una vez más, esta bitácora convoca a su concurso mensual. Los interesados pueden comenzar observando esta imagen:
Instrucciones:
1) Suponer que esta imagen ilustra una historia.
2) Imaginar cuál es esa historia: qué está pasando allí, qué momento se anuncia, por qué, quiénes están allí, qué hacen.
3) Escribir la historia, en forma de cuento brevísimo (minificción), en los comentarios de esta misma nota.
El ganador de cada mes será elegido tomando en cuenta la opinión de quienes decidan opinar, y recibirá un trofeo virtual. (Los concursantes deben dejar una dirección válida de correo electrónico, para poder recibir su premio.) La fecha límite para hacer propuestas es el 24 de julio.
Quedan invitados…
13 comentarios
La historia dice que fue envenenado por su amante un día antes de los festejos de Kipa, la renovación de su corona. Marashan sufrió fuertes dolores en la parte baja de su abdomen y la ingle, según los escritos de sus consejeros. En uno de ellos se observa: La peste negra cae vertida desde su ombligo hasta sus rodillas, como pintura derramada. Un olor fétido nos indica que es de origen demoníaco y animal. Quien haya vertido el veneno se encuentra amparado por una fuerza poderosa y gris. La agonía duró un mes y habría sido más larga si las sanguijuelas, que debían absorber la sangre putrefacta, no le hubieran causado infecciones.
Solo una persona conocía la causa, Mashan, el hijo de Marashan. Un cuerno de rinoceronte comprado en puerto. Rayado, cocido y rehogado en vinagre. El afrodisíaco perfecto. La poción que le permitiría complacer a mil amantes durante mil días sin descansar. Las altas dosis y su alergia al preparado fueron su condena.
Lo cierto es que no se podía eliminar al único heredero, ni avergonzar a todo un reino por una debilidad Humana. Con cien amantes atadas y arrastradas a caballo hasta despedazarse se propagó la noticia del envenenamiento y venganza a sus cómplices. Mashan asumió, y los afrodisíacos no volvieron a pisar el palacio.
Probablemente, la mayor agonía de Marashan, haya sido mantener la erección hasta morir sin complacer a ninguna de sus mujeres.
Nos ganaron, señores:
Levanto el sitio y abandono el campo… La cita es para hoy en la noche. Ven lavada y perfumada. Unge tus cabellos, ciñe tus más preciosas vestiduras, derrama en tu cuerpo la mirra y el incienso. Planté mi tienda de campaña en las afueras de Betulia. Allí te espero guarnecido de púrpura y de vino, con la mesa de manjares dispuesta, el lecho abierto y la cabeza prematuramente cortada.
(Juan José Arreola)
(Alberto, no pude evitarlo. Participo de mañana en adelante, un día)
¿Qué te digo, Santiago? 🙂
Muchos saludos…
Por cierto, creo que –si bien es de los grandes maestros, e impone, cómo no– Arreola mismo no vería con malos ojos más textos sobre imágenes como la de este mes (que en efecto podría haber ilustrado su texto sobre Holofernes y Judith). En Confabulario, él escribió:
Esfera
Permitirle a lo insólito entrar libre y gozosamente a través de mis sentidos
Esther Seligson
…mi mano en su cuello, su mano sobre mi mano que acaricia su cuello, mis manos en la palma de sus manos, mis labios besando sus nudillos, nuestras manos entrelazadas, beso su mano, su mano tocando mi pelo, acariciando mi mejilla, cerramos los ojos (¿para mejor sentir?) beso esa mano que me acaricia, nos besamos con la misma fuerza plena de ternura, natural de quien tiembla ante lo inevitable, lo hermoso, lo fugaz. La sabia vida nos da esta esfera suave sin aristas, este único instante, y no en nube, no en luz, no en árbol transformados, si no en dos seres vivos en ese beso intermitente, en su húmeda tibieza, en el abrazo, en el gesto de mi mano tocando su pecho tibio, preguntando ¿sabes que te quiero? “Quedémonos con esto…”
(Te regalo una imagen, porque en el principio fueron las palabras, así: un hombre y una mujer conversan, uno frente a otra. El hombre, muy erguido en su silla, ella, inclinado el torso hacia él, hace preguntas que funcionan como hachas en la selva de la conciencia del hombre que se transforma en campo abierto, en un prado de húmedo césped bajo el cielo claro donde ambos se abrazan, se besan con suavidad.
Tras la conversación ambos confluyen, con el torso inclinado hacia delante, coincidiendo sus miradas en el centro de un mismo sentir; arrebatados para siempre de la cordura. Sus cuerpos, a partir de entonces, caminarán por las ciudades, verán árboles y nubes, se internarán por callejones y andarán como una brizna entre la muchedumbre, solos, pero están juntos –desde ese instante perfecto– en el pensamiento, en lo profundo del corazón.)
Lalo y Moni eran un par de locos y sus amigos lo sabian perfectamente, el primer año fueron Cleopatra y Marco Antonio, el segundo Maria y José, el siguiente la Doña y Negrete… pero esta vez nadie podía adivinar a qué personajes estaban representando. Julian el historiador tenía una idea pero las ropas no eran muy específicas, se había pasado dos semanas desde el mismo día que recibió la invitación, buscando por aquí y allá. Majo se tiraba de la risa cada vez que se imaginaba la sesión de fotos y los demás conociéndolos sólo confirmaron la asistencia entre carcajadas repitiendo el código secreto escrito al pie de la foto: ¨Casarse fomenta la personalidad multiple¨
Muy buena historia me gusto mucho felicidades!!!!!!!
saludos muy buena historia e interesante concurso
Lo que veo, lo que hay
Me veo a mí mismo, y soy yo a tu lado y el rocío. Nada más. Me veo y soy yo, dejando que mi cuerpo se llene como globo del aroma de tu ácida leche corporal, encerrada en esa concha que pones frente a mi cara.
Te veo y eres Cleopatra, y eres Agustina y tantas más. La reina-esclava, Juana la Loca, que siendo y teniendo todo, se postra ante mis pies, como no queriendo ser nada.
Nos veo y somos reyes, dioses, magia, en la negrura de la noche… pero nos veo de lejos… a mí mismo, fuera de mí a ti. Siempre es lo mismo. Lo que veo cuando estoy lejos de mí…
Lo que hay es el cuerpo añejo y apestoso de ese hombre desaliñado que soy, que aspira diriamente el pegamento amarillo de la botella de frutsi entre tus manos, Cleo, mi puta preferida.
EL AMOR EN LOS TIEMPOS DEL TECHNICOLOR O LA INVEROSÍMIL HISTORIA DEL REY PERSA ENVENENADO POR SU RAPTADA CONCUBINA GRIEGA CON UN BEBEDIZO DE COLOR AZUL.
Erase una pobre hombre Daltonico Monocromático de nacimiento que nunca supo que el color azul tenia la misma apariencia que el agua de Jamaica que tanto le gustaba.
Y en el instante en el que besé su mano, supe que jamás me había pertenecido, que la angustia que su mano fría me anunciaba era parte de la separación a la que las guerras son propicias, había soñado con que mi ausencia de ocho años no hubiera borrado mis huellas al marcharme aquella madrugada, aquel día de invierno en que mis hombres, mis quinientos hombres, blandían con esperanza la espada ante el sol del mañana. Ahora he regresado apenas con un puñado de hombres desechos ante la atónita visión de sus pares calcinados y abandonados en los caminos, ante el terror de la inminente muerte del que combate por sus hijos, por su pueblo de cientos de generaciones, por todos sus dioses que parecieron abandonarnos sin tregua durante las peleas nocturnas y tardes de lluvia. Ahora, he regresado y ya no soy el mismo poderoso que se marchó mientras ella trataba de guardarse sus lágrimas, ahora mi derrota se delata en su mano temblorosa, en la mirada esquiva que busca los ojos de su amante, mientras de da de beber la última esperanza antes de caer muerto a sus pies.
Tus achuras, Aurora, exhalan una fragancia que embriaga y embeleza. Deja, maga, que mi ansia devoradora penetre tu hermosura, ahora que hablan en Francia de aciagas empresas. Espesas nalgas que recuerdan mi infancia adivino en la espesura. Madura está la hora de que me coma el flan. No seas vaga y entra en la pieza.
Con este comentario dejo constancia que el trabajo ganador de este mes fue el de Hernán, el primero de todos los presentados. Lamento la descompostura del sitio a la mitad del mes y agradezco la paciencia de todos.
Hasta unos pocos días, que aparecerá la nueva convocatoria.